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¿Podemos evitar las agresiones en los colegios?

El colegio debería ser el lugar más seguro para nuestros niños y jóvenes, pero hechos aislados con mayor agresividad nos hacen pensar en situaciones de desajuste emocional muy intenso que no se ha sabido gestionar. Por ello es tan importante la educación y gestión emocional, para poder aprender a regular nuestras emociones y capacidades de comunicación.

Comparto este podcast del programa Las Tardes de RNE donde hablamos de todo ello.

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¿Y si le doy un pico al niño?

Los psicólogos no lo recomiendan y los médicos tampoco, pese a que el riesgo de contagio de enfermedades es pequeño

Por Yolanda Veiga

Nada tiene que ver este asunto con el polémico pico de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, aunque la referencia sea obligada porque llevamos semanas hablando del ‘pico’. Hecha la mención, abordamos la costumbre de dar besos en la boca a los niños, liberado este acto, obviamente, de toda connotación sexual. Se trata de una costumbre que los expertos aseguran no está muy extendida en nuestro país y en la que, hasta la polémica, no habíamos ni reparado. Es también un hábito relativamente nuevo, ya que en las generaciones anteriores rara vez se veían en las familias tales muestras físicas de afecto. Psicólogos y médicos opinan sobre la conveniencia o no de dar picos a los pequeños. Y mayoritariamente están por el no.

«Cuando crecen les puede hacer sentirse incómodos» Silvia Álava Psicóloga

Sobre los afectos a los niños hay evidencia científica: «Un abrazo ya reduce la ansiedad y los niveles de cortisol», recuerda la psicóloga Silvia Álava, del gabinete madrileño Álava y Reyes. Y lo mismo sucede con las caricias, los besos…, «especialmente beneficiosos para los niños más pequeños, que aún no han desarrollado el lenguaje». Ahora bien, «no hay por qué demostrar ese amor con un beso en la boca. El afecto es igual cuando se da en la mejilla». De hecho, Álava no se muestra partidaria de los picos a los niños. «Los críos no tienen esa connotación sexual, así que a esas edades tempranas no hay tampoco que temer por ese lado. Pero a medida que crecen, los besos en la boca sí van adquiriendo para ellos ese significado y se pueden sentir molestos. Para evitar ese momento incómodo de decidir cuándo dejar de besar a los niños en la boca es mejor no hacerlo nunca», advierte la experta quien, por otro lado, se felicita de que «hayamos roto esas barreras de generaciones anteriores para ser más conscientes de la importancia de la demostración de los afectos».

«Se normaliza algo que choca contra la norma social» Guillermo Fouce 

    Reconoce Guillermo Fouce que el asunto le genera «cierta controversia» y cree que sí, que puede llevar a error a los niños. «Yo pondría el foco en el choque con las normas sociales que un beso en la boca supone. Resulta violento porque no es algo socialmente aceptado, de manera que si besamos a nuestros hijos en la boca ellos entenderán que es normal. No solo eso, como es su manera de relacionarse, tenderán a querer dar besos a todo el mundo», advierte el psicólogo.

    ¿Entonces? «Hay que explicarles desde pequeños que esos besos se dan con mamá o con papá e indicarles a quién pueden dárselos y a quién no. Porque si se lo da a alguien que lo rechaza o se violenta van a pensar que les rechazan a ellos porque han hecho algo mal. No lo van a entender».

    «No es tiempo suficiente para contagiarse de nada» Jorge Muñoz Pediatra

      «Así como en países como Reino Unido es muy habitual y casi todas las familias besan a sus hijos en la boca, en España es algo más bien anecdótico», habla por lo que ve en la consulta el doctor Jorge Muñoz, director del ‘Espacio Jorge, el pediatra’. Al margen de la costumbre, en lo que respecta a la salud, no pone el especialista objeciones. «Un hábito mucho más extendido y mucho menos higiénico es el de que los padres chupen el chupete antes de dárselo al bebé cuando este se ha caído al suelo. Y así sí que se contagian enfermedades», advierte Muñoz.

      Pero un pico de un segundo, dice, «no es un riesgo». «Es un beso rápido, no continuado, así que no da tiempo suficiente a que se contagien enfermedades así, sería extremadamente difícil. Además, no hay intercambio de saliva», recuerda.

      «Es innecesario, debe ser algo excepcional» Antonio Torres Médico de familia

        Recuerda el doctor Antonio Torres que «los niños son una fuente de transmisión de enfermedades» y aunque un pico rápido no suponga un alto riesgo precisamente por el poco tiempo de exposición, «cualquier gesto que favorezca la transmisión no parece lo más indicado». Antonio Torres, responsable del grupo de trabajo de salud mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) considera, «desde el punto de vista estrictamente médico, que besar a los pequeños en la boca es «algo innecesario» y, por tanto, «debe ser un gesto excepcional porque, además, no olvidemos que los niños tocan cosas, gatean, se llevan las manos a la boca… Así que mejor evitarlo».

        FUENTE: ideal.es

        ¿Cómo conseguir que los niños sean más responsables sin enfados ni castigos?

        Por Ana Camarero

        Nos lo han dicho en casa y en la escuela

        “Tienes la habitación como una leonera”. “Has vuelto a olvidarte las zapatillas de gimnasia en casa”. “Nunca recoges los juguetes”. “Nunca te responsabilizas de tus cosas”. Estas son algunas de las frases que todos, en algún momento de nuestra niñez o adolescencia, hemos escuchado de nuestros padres en un intento por hacernos más responsables en casa y también en la escuela. La RAE entiende por responsable a aquella persona que “pone cuidado y atención en lo que hace o decide”, y que está “obligada a responder” de ciertos actos.

        Existen dos factores que influyen para que alguien sea o no responsable durante su infancia y adolescencia.

        Uno es que el modelo paterno o materno sea especialmente sobreprotector e impida que los hijos asuman las responsabilidades que les corresponden. “Estaríamos hablando de una actitud aprendida”, explica la psicóloga infantil Silvia Álava. El segundo factor es su personalidad, pues “hay niños que desde pequeños son mucho más responsables, como rasgo de su carácter, y, sin embargo, otros lo son menos”, añade.

        El niño irresponsable se comporta ante sus progenitores de dos maneras diferentes y muy definidas. “Hay niños que, cuando deben tener una responsabilidad, directamente se enfrentan con los padres. Y otros que no se oponen directamente a la petición que les hacen los mayores, pero al final eluden hacer lo que se les pide”, explica la también autora de los libros Queremos hijos felices y Queremos que crezcan felices.

        La modificación de esos comportamientos necesita de una labor continuada de los tutores.

        Una tarea que pasa por dejarles entrever que ser irresponsable tiene unas consecuencias que deben enfrentar y asumir. “En la mayoría de las ocasiones, si no hace las tareas o los encargos fijados por la madre o el padre, los progenitores caen en la actitud del ‘no pasa nada, ya lo hago yo’. De esta manera, el menor aprende que las cosas pueden dejar de hacerse perfectamente porque, aunque le regañen o castiguen, al final consigue no hacerlo”, explica Álava. Para combatir estos gestos es necesario sentarse con ellos y enseñarles que si no ayudan en casa, no recogen su ropa o se dejan la flauta olvidada cuando tienen la asignatura de Música, ocurren cosas: “No a través del castigo directo, sino con resultados directos, para que asuman lo que sucede cuando uno no se comporta con responsabilidad”. Eso sí, señala Álava, “sin enfados ni inquinas o castigos”.

        Pero, a veces, no resulta fácil guiar a este tipo de niños

        “para conseguir el equilibrio entre alimentar su autoestima, para que se sienta capaz e interesarle por el mundo que le proponemos los adultos, y la firmeza en los límites”, sostiene Carlos M. Jordán, psicólogo clínico del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Comunidad de Madrid). Esa mesura hay que lograrla en todos los ambientes, educativos y familiares. Sin embargo, añade Jordán, si el comportamiento inadecuado se ciñe a un solo ambiente, el problema estará en ese escenario, casi con seguridad, más que en la niña o el niño.

        Observar el ambiente

        Para poner soluciones a esas actuaciones se aconseja a los padres observar el ambiente. Analizar si hay problemas o cambios importantes en casa, si ha habido alguna pérdida significativa o si puede estar pasándole algo en el colegio. “Antes de buscar problemas en los niños tenemos que evaluar el entorno en el que crecen. Los niños son muy sensibles al ambiente, pues están en pleno desarrollo y un cambio en la dirección adecuada en casa puede tener efectos muy beneficiosos”, puntualiza Jordán. Si no hay nada que modificar, ni otros problemas obvios que requieran atención por sí mismos, “como el habitual uso excesivo de aparatos electrónicos y redes, algún tipo de abuso, etcétera, es conveniente consultar a un profesional que pueda hacer un diagnóstico adecuado”, argumenta el psicólogo. De ese modo, según explica por su parte Álava, el experto, en función de la edad, de la personalidad y de las características de cada uno de los hijos, analizará cuáles son las responsabilidades que deben asumir, pero de una en una. Para esta experta no se pueden cambiar los hábitos de la noche a la mañana: “Porque si no, el niño o adolescente puede colapsar y sentirse fracasado”, añade. Una vez que se han establecido las tareas que van a ser su responsabilidad hay que ir haciendo una labor de refuerzo que se prolonga en el tiempo según va comprometiéndose en las labores establecidas, añade Álava.

        La complicidad de las familias

        La complicidad de las familias con el resto de los entornos en los que se mueve al niño y el adolescente es también un elemento a tener en cuenta para encauzar su irresponsabilidad. “Hay que trabajar de manera conjunta en la familia, pero no solo los padres, sino también el resto de familiares o amigos, y el ámbito educativo”, afirma Álava. En el caso de la escuela, el diálogo entre los progenitores y los docentes debe ser fluido para que si, por ejemplo, están trabajando la autonomía en el aula, los padres trabajen en la misma dirección en casa. “Muchas veces, el adulto teme los efectos puedan tener sobre su hijo no llevar hechos los deberes o que olvide el estuche de lápices en casa. Lo único que sucederá es que aprenderá para próximas ocasiones. Ser responsable desde pequeño evitará las consecuencias de no hacer las cosas conforme van transitando hacia la edad adulta”, afirma esta experta.

        FUENTE: MSN.COM

        ¿Qué es el síndrome del ocio que sufrimos en verano?

        «Quienes lo sufren no saben qué hacer ni cómo desconectar»
        Este síndrome puede dar lugar a «problemas psicosomáticos», como gastrointestinales, fiebre o resfriados.

        Por ALEJANDRO SÁNCHEZ DE LA BLANCA

        Llega el verano, y con él, las tan ansiadas vacaciones, uno de los momentos más esperados durante todo el año. La playa, la montaña, incluso la propia ciudad suelen ser sinónimo de relajación, disfrute y desconexión del trabajo y las tareas diarias. 

        No obstante, algunas personas, más allá de evadirse y pasarlo bien, pueden llegar a encontrarse mal sufriendo estrés, ansiedad, frustración, incluso enfermando a la hora de enfrentarse al tiempo libre de las vacaciones. Detrás de esta sintomatología se encuentra un concepto cada vez más habitual: el síndrome del ocio. 

        Este no está catalogado bajo los criterios médicos ni psicológicos como una enfermedad. Los expertos, sin embargo, sí que han detectado diversos síntomas que encuadran dentro de este concepto, del cual culpan directamente a la sociedad actual y al exceso de trabajo.

        ¿Qué es y cómo se manifiesta?

        El síndrome del ocio aflora cuando las personas se enfrentan a periodos de tiempo libre como vacaciones o puentes, pues algunas «no saben qué hacer ni cómo desconectar de las responsabilidades diarias», según explica a 20minutos.es Silvia Álava, doctora en psicología y autora del libro Por qué no soy feliz

        Esta dificultad para evadirse y la falta de costumbre de enfrascarse en periodos sin tareas que hacer «da lugar a problemas psicosomáticos«, los cuales manifiestan físicamente un malestar psicológico.

        Esto se traduce en «altos niveles de estrés o ansiedad», según ha explicado a 20minutos Oceanía Martín, psicóloga general sanitaria. En los casos más graves se pueden llegar a padecer algunos dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, fiebre o resfriados, según la persona.

        ¿Por qué sucede?

        Hay diversos factores que influyen en este síndrome del ocio, pues obedece a múltiples causas. Uno de los más importantes «tiene que ver con la sociedad occidental actual«. La gente está centrada en una manera de «vivir y funcionar muy enfocada en el hacer, en la constante realización de tareas». Sin embargo, esto resulta «castrante para las personas», pues «estar muy enfocados en quehaceres produce una desconexión interna», lo que también conlleva una falta de descanso.

        Como consecuencia, en el momento en el que hay vacaciones y hay que parar, la persona debe evadirse «para estar consigo misma». Sin embargo, esta incapacidad de desconexión, debido al ritmo impuesto por la sociedad, puede generar frustración, «pues la gente no sabe qué hacer», según comenta Martín. Como consecuencia, esto deriva en los síntomas mencionados.

        Además de esta presión provocada por la sociedad actual, hay personas que sufren una gran carga de trabajo a lo largo el año y «fuerzan su organismo durante prolongados periodos de tiempo», abusando de lo que se denomina estrés positivo, que ayuda a una mayor productividad. Esto conlleva una falta de descanso «que resulta necesario para el propio cuerpo», explica Álava.

        Sin embargo, este estrés puede llegar a convertirse en negativo «cuando llegan los periodos de vacaciones». No haberse tomado pausas a su debido tiempo para recargar pilas y desconectar deriva en malestar y síntomas como los mencionados. 

        ¿A qué tipo de personas afecta más?

        Este síndrome «es cada vez más habitual» en todo tipo de perfiles debido a la presión social. Sin embargo, tiene una mayor presencia en personas que sufren una gran carga de trabajo o soportan muchas responsabilidades

        También es habitual en personas que son «más perfeccionistas, y que están más orientados a objetivos y son más competitivos», asegura Álava. Se trata de «gente que tiene mucha autoexigencia, anteponiendo el trabajo a su propio bienestar».

        Estas manifestaciones en periodos vacacionales también puede afectar a aquellos que «están viviendo una situación de ansiedad puntual«. No son personas muy exigentes, pero están pasando por un periodo realmente complicado, por lo que «es normal» que su falta de descanso pueda «derivar en estos síntomas».

        No obstante, hay que hacer una valoración concreta de cada caso, pues también «hay personas a las que ya de por sí les cuesta mucho desconectar».

        Posibles soluciones y tratamientos

        «Lo primero que recomendaría es que la gente escuche a su cuerpo«, asegura Álava, haciendo hincapié en la importancia de tomarse descansos de la vida diaria que permitan conectar con uno mismo, dejando a un lado el trabajo y recargando pilas. «Tenemos que dejar de pensar que estar descansando o estar sin hacer nada es estar perdiendo tiempo o vida».

        Paliar este tipo de problema es «a veces muy difícil«, confirma Martín. Para ello recomienda hacer «cosas pequeñas que resulten fáciles» para que la persona puedan conectar con ella misma, «dejando de lado todos los estímulos que proceden del exterior».

        De esta manera insta a hacer cosas que a la persona le guste hacer. «Si alguien disfruta sentándose a observar la puesta de sol, hay que empezar por ahí», realizando una actividad que aísle a la persona consigo misma, «sin tener el móvil al lado, sin elementos distractores«. 

        En último lugar, también es importante que las personas sepan detectar «cuáles son las responsabilidades de cada uno, y cuáles se han ido asumiendo sin ser competencia de esa persona», asevera Álava. Para ello recomienda un ejercicio llamado ‘Abre tu mochila emocional’, que tiene como objetivo detectar con qué responsabilidades hay que cargar: «Hay que aprender a ser selectivos».

        FUENTE: 20minutos.es

        ¿Cómo intentar ayudar a los huérfanos de la violencia de género?

        Atravesamos un momento atroz en esta lacra que es la violencia en el entorno familiar, pero cuando ademas estos hechos suceden en presencia de los hijos, a la vista de los menores, las consecuencias psicológicas y emocionales son aún más demoledoras…

        En esta entrevista para «La Linterna» intentamos dar algunos consejos para que el entorno más cercano a estos niños (abuelos, tíos, primos, profesores…) pueda de alguna manera ayudar a atenuar las consecuencias…


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        Sharenting ¿Qué pasa con las imágenes de nuestros hijos que subimos a las redes sociales?

        El 23% de los niños tienen presencia en la red incluso antes de nacer y el 81% están en las redes sociales antes de los 6 meses.

        • ¿Estamos respetando a nuestros hijos?
        • ¿Cómo puede afectarles esta sobrexposición en las redes sociales?
        • ¿Podemos contralar quiénes ven y qué hacen con esas fotos?

        De todo ellos hablamos en esta entrevista.

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        Sí, podemos desconectar en vacaciones

        ¿Cómo desconectar en vacaciones?

        Pese a que llevamos meses esperándolas, cuando llegan seguimos sin olvidarnos de la rutina. Es clave:

        • Buscar actividades que nos gusten y ayuden a recargar pilas.
        • Aprender a estar sin hacer nada.
        • No asociar las vacaciones a gastar dinero.
        • Desvincular el correo, email o WhatsApp del trabajo de nuestros dispositivos.
        • Aprender a decir «no».
        • Hacer actividades que nos gusten y que no podamos hacer todo lo que nos gustaría en periodos de trabajo: leer, salir con amigos…

        No te pierdas los mejores consejos.

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        El abuso de las pantallas dispara los problemas de lenguaje en menores de tres años

        Andrea Domene Lupiañez

        Madrid, 6 jul (EFE).- Pediatras, psicólogos y logopedas han alertado de un gran incremento de niños menores de tres años con retraso psicomotor, lo que implica una disminución del uso del lenguaje, debido a una mala utilización de las pantallas en un momento en el que son «especialmente vulnerables».

        DURANTE LOS 3 PRIMEROS AÑOS DE VIDA

        «El 85 % del desarrollo neuronal en los niños -tanto en comunicación como en bienestar social- se produce en los tres primeros años de vida», advierte la psicóloga Silvia Álava, quien asegura que los menores tienen que experimentar en un entorno multisensorial que no son capaces de percibir con la tecnología.

        Una opinión que comparte su colega del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, Mercedes Bermejo, al explicar que los niños dejan de recibir estímulos sensoriales muy importantes en la infancia, al tiempo que, con los aparatos tecnológicos, se enfrentan a una sobreestimulación para la que sus cerebros no están preparados, lo que puede tener graves consecuencias.

        En este sentido, la pediatra de Atención Primaria, Pilar Mallada, destaca que esta estimulación de las pantallas lleva a los menores a confundir la realidad y la ficción.

        Por ello, los expertos insisten en que los niños tienen que aprender en contextos naturales. De esa manera también se evitará que se aburran con los maestros en clase si estos «no llevan el ritmo al que se han acostumbrado con la tecnología».

        CARRITOS CON LACTANTES VIENDO PANTALLAS

        Aunque sea un problema que afecta en todos los ámbitos y a todas las edades, las pediatras revelan que las consultas se llenan cada vez más de «carritos con lactantes viendo una pantalla», así como que han detectado «más conflictos en las dinámicas familiares».

        «Es tiempo en el que nos dejan en paz”, según la logopeda Sara Serrano Díaz, quien destaca que las familias están cada vez más ocupadas y, como no quieren renunciar a su tiempo, cada vez entregan antes un dispositivo a los niños para que se entretengan.

        PROBLEMAS CON EL LENGUAJE

        Serrano echa mano de estudios científicos que constatan una relación entre el número de horas de exposición a las pantallas y una disminución de la materia blanca del cerebro que perjudica el aprendizaje del lenguaje.

        Además, esto influye en una disminución del tiempo de juego con iguales y el descenso de la comunicación en la familia, actividades que para la logopeda son esenciales para un correcto desarrollo del lenguaje.

        RECOMENDACIONES DE USO

        «Nada de pantallas antes de los dos años». Esta es la recomendación de los expertos consultados por EFE, de acuerdo a la pauta de la Academia Americana de Pediatría. Además, sugieren limitar a media hora al día el uso de la tecnología hasta los 12 años y con control parental sobre los contenidos.

        Todos advierten de que el debate no se centra en si la tecnología es buena o mala, si no en el uso que hacen de ella los menores de tres años y las graves consecuencias que puede tener en el futuro.

        PROBLEMAS FUTUROS

        Mal manejo de las emociones, falta de concentración, poco autocontrol, inmadurez emocional, dificultad para las habilidades sociales e incertidumbre a la hora de la comunicación en la vida real son también problemas que puede generar el uso excesivo de las pantallas según crece la persona.

        «A nivel emocional pasa factura desarrollando menos tolerancia a la frustración, no aprendiendo a demorar las recompensas y sin saber gestionar el auto control», advierte la psicóloga Silvia Álava, mientras la pediatra Mallada también resalta que pueden aparecer problemas físicos como hipertensión, obesidad y problemas oculares.

        PEOR COMPRENSIÓN LECTORA

        La logopeda insiste en que «no es lo mismo leer en pantalla que en papel», ya que la unidad espacial del libro favorece la representación mental, por lo que cada vez se aprecia peor comprensión lectora en los menores.

        Según Serrano, el uso de las tabletas en clase para la lectura en niños menores de 8 años está haciendo que no se trabaje adecuadamente la comprensión lectora. «Esto conlleva falta de pensamiento crítico, de reflexión, así como peor rendimiento o dificultades de aprendizaje».

        Pero además, implica que a los niños les guste menos la lectura porque les cuesta esfuerzo y «el esfuerzo en el aprendizaje es clave», insiste.

        EFE

        FUENTE: LAVANGUARDIA.COM

        ¿Tienes ganas de vacaciones? pero cuidado, dosifícate!

        Hay que tener cuidado y no «gastar todos los cartuchos» los primeros días de vacaciones, evitar empachos, insolaciones, quemaduras… es fundamental para poder disfrutar de un verdadero descanso.

        Tenemos todos muchas ganas, pero eso no quiere decir que no utilicemos el sentido común para que los excesos no nos pasen factura, el objetivo es descansar y desconectar, no pasarlo mal.

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        Quizá sea hora de dejar de perseguir la felicidad

        Quizá sea hora de dejar de perseguir la felicidad para disfrutar de lo que ya tienes y sentir que estás en paz contigo mismo/a.

        La felicidad

        Talvez seja tempo de parar de perseguir a felicidade para usufruir que já se tem e sentir que se está em paz consigo própio.