Aprender a respetar las normas es básico para niños y adolescentes, pero no es tarea fácil para los padres
Por ROCÍO NAVARRO MACÍAS
Establecer límites es una de las parcelas más importantes en el proceso de crianza. Estas pautas son fundamentales para que los pequeños se integren socialmente y suponen un factor esencial en el ámbito de su cuidado. “Una educación carente de límites puede tener consecuencias negativas en su propio desarrollo personal y psicosocial. Basta con imaginarse a un niño que no sepa respetar la propiedad ajena o tolerar un no como respuesta”, explica Abel Domínguez, psicólogo infantil y director de Domínguez Psicólogos. No obstante, sentar las normas de forma efectiva no suele ser tarea fácil.
La importancia de estas restricciones reside en que los menores aprendan las normas del juego para vivir en sociedad y mantengan su seguridad. “Las normas y los límites no anulan, simplemente ayudan a adquirir autocontrol, algo necesario en la vida. Les estamos diciendo a los menores qué se puede hacer y qué no”, comenta Silvia Álava, psicóloga educativa.
Una falta de claridad ante el objetivo de las mismas, la falta de firmeza o una mala asociación de los límites con el castigo suelen ser los motivos de que se establezcan de forma poco satisfactoria o saludable. Sin embargo, basta con identificar estos aspectos y aprender las pautas para que el establecimiento de los límites sea efectivo y provechoso. Estas son algunas de las herramientas para asentarlos con éxito.
Marcar los propios límites
En muchas ocasiones, el establecimiento de los límites falla porque los adultos no saben aplicarlos en su propia vida. “Los padres también tenemos problemas en este aspecto, por ejemplo, en el trabajo. De alguna forma, dar una negativa como respuesta genera rechazo en los demás, o eso es lo que pensamos”, comparte el psicólogo.
Vencer la necesidad de agradar y la frustración que pueda generar en los otros una negativa son aspectos que ayudan a mantener el bienestar psicológico y emocional, así como un paso esencial para proponer reglas en el entorno familiar.
Autoridad sin autoritarismo
Sin embargo, marcar normas o reglas en la vida de los pequeños, no se relaciona con un paradigma autoritario. “Es importante que los padres dispongan de herramientas más allá de ‘porque yo lo mando’. En el momento en el que caemos en el autoritarismo a la hora de poner límites, perdemos autoridad, ya que esta realmente es algo que otorgan los demás”, indica Domínguez.
La actitud debe ser firme, coherente con la forma de actuar del adulto, y comunicarlos siempre en positivo. “Para que el niño aprenda nunca es necesario ni hacerle sentir mal ni insultar. Por ejemplo, si nos ha faltado al respeto podemos comentarle: ‘Espérate un ratito a que se me pase, porque me has hecho sentir mal’. Pero en ningún momento hay que castigarlo”, explica la especialista.
Mejorar la educación emocional
Otro de los aspectos que pueden interponerse a la hora de ganarnos la autoridad de los niños y poner límites es una deficiente educación emocional. “Los padres y adultos debemos avanzar en la gestión de emociones incómodas, ya que la alegría y el disfrute los gestionamos estupendamente. Pero cuando se trata de gestionar límites ajenos que desencadenan frustración, tristeza, … es más complicado”, advierte Domínguez.
Los adultos son modelos para los pequeños y aprenden a través del ejemplo. Por ello, cómo empaticemos con su frustración o cómo nos vean gestionar nuestra propia frustración va a determinar la forma en que acojan los límites propuestos. Es importante no reaccionar con gritos ni enfados ante el rechazo del menor a la norma. La paciencia, el cariño y la asertividad son las capacidades a desarrollar ante estas circunstancias.
Evitar la culpa
La conciliación es todavía una cuestión a desarrollar en la sociedad actual. Multitud de padres y madres se ven cada día inmersos en jornadas de trabajo poco compatibles con la vida familiar. “Cuando los progenitores llegan del trabajo tarde, después de una jornada larga y disponen de muy poco tiempo para ver a sus hijos, no suelen afrontar la, en ocasiones, frustrante labor de poner límites”, reflexiona el psicólogo.
Cuando los padres tienen poco tiempo no suelen afrontar la frustrante labor de poner límites» Abel Domínguez. Psicólogo infantil
Asimismo, esa carencia de tiempo para compartir, puede desencadenar en culpa y derivar en comportamientos condescendientes con los más pequeños. En estos casos, la tarea de los límites suele recaer sobre los cuidadores, abuelos, o escuelas, pero esto no debe sustituir el papel regulador de los adultos. En estos casos, cuando tanto padres como hijos se encuentran cansados, aplicar el humor puede ayudar a que los pequeños se ciñan a lo establecido.
Hacerles partícipes
Para que los niños entiendan el papel y la utilidad de las normas es importante hacerles partícipes de ellas. “Cada norma debe ir ligada a un para qué. Si no, perderían su sentido y se haría difícil cumplirlas. Explicarles su utilidad es una gran forma de que entiendan que no se puede hacer siempre lo que nos apetece.”, describe Domínguez.
Ellos pueden colaborar en el establecimiento de algunas reglas aplicables a toda la familia. El contexto de la pandemia es un recurso útil para que comprendan cómo puede ser difícil acatar ciertos límites, pero son esenciales para que la sociedad funcione e incluso ayudan a salvar vidas.
Crear tabla de rutinas
Evitar las luchas diarias relacionadas con el juego antes de ir a la cama o con el aseo beneficia a la salud mental de toda la familia. Una técnica que ayuda a poner orden en torno a estos temas son las tablas de rutinas.
“Podemos colocar las actividades que se lleven a cabo en el día a día de tal forma que no haga falta negociar todas las tardes o mañanas los quehaceres de cada uno. De esa forma estamos también dulcificando el límite a través del hábito”, propone el especialista en psicología infantil.
Fomentar la empatía
Cuando los niños superan los seis o siete años son capaces de sentir empatía. Se puede fomentar esta capacidad y, de paso, contribuir en el establecimiento de normas, invitándoles a ponerse en el lugar de los adultos.
“Podemos preguntarles qué harían en nuestro lugar ante una determinada situación; es una oportunidad de que se pongan en el lugar del otro y desarrollen la capacidad de poner límites a los demás. Por ejemplo, haciendo que sus compañeros respeten el material escolar que llevan al colegio o sus alimentos”, explica Domínguez.
Evitar la frustración con alternativas
La frustración de los niños ante los límites es uno de los aspectos más difíciles de tolerar. Rabietas, llantos o enfados suelen ser las consecuencias más comunes en los pequeños que aún no han desarrollado la capacidad para gestionarla.
“En el momento que ven más allá del no, es más fácil que superen la desilusión que genera lo que no pueden hacer en un determinado momento. Ayudar a los menores a ver alternativas es la piedra angular del manejo de límites en la psicología positiva”, comparte el psicólogo.
Explicar las consecuencias
Además de explicar el motivo por el cual se fija un límite, los niños han de entender que pasarlo por alto tiene consecuencias. “Deben estar previamente dialogadas y pactadas”, sugiere el psicólogo, que lo encuentra especialmente útil con los adolescentes. Por su parte, Álava insiste en la necesidad de argumentarlas con ellos. “Ordenar como adultos no funciona, hay que hablar siempre desde el razonamiento”, concluye.
FUENTE: Diario La Vanguardia