Presentación de la colección de libros «Crecicuentos»

El 4 de octubre a las 18:00h tendrá lugar la presentación, por parte de la Editorial Sentir, de la colección completa de los cuentos de Dani: los «crecicuentos».

Podrás verlo en directo a través de este enlace de Youtube, comparto contigo la escaleta del evento:

18:00 – Breve presentación a cargo de Mercedes Bermejo (5 minutos)

18:05 – Mónica Gonzalo (5 minutos)

18:10 – Javier Urra (5 minutos)

18:15 – Mar Romera (5 minutos)

18:20 – Begoña Ibarrola (5 minutos)

18:25 – Silvia Álava (5 minutos)

18:30 – Ronda de preguntas (5 minutos)

¿Y si le doy un pico al niño?

Los psicólogos no lo recomiendan y los médicos tampoco, pese a que el riesgo de contagio de enfermedades es pequeño

Por Yolanda Veiga

Nada tiene que ver este asunto con el polémico pico de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, aunque la referencia sea obligada porque llevamos semanas hablando del ‘pico’. Hecha la mención, abordamos la costumbre de dar besos en la boca a los niños, liberado este acto, obviamente, de toda connotación sexual. Se trata de una costumbre que los expertos aseguran no está muy extendida en nuestro país y en la que, hasta la polémica, no habíamos ni reparado. Es también un hábito relativamente nuevo, ya que en las generaciones anteriores rara vez se veían en las familias tales muestras físicas de afecto. Psicólogos y médicos opinan sobre la conveniencia o no de dar picos a los pequeños. Y mayoritariamente están por el no.

«Cuando crecen les puede hacer sentirse incómodos» Silvia Álava Psicóloga

Sobre los afectos a los niños hay evidencia científica: «Un abrazo ya reduce la ansiedad y los niveles de cortisol», recuerda la psicóloga Silvia Álava, del gabinete madrileño Álava y Reyes. Y lo mismo sucede con las caricias, los besos…, «especialmente beneficiosos para los niños más pequeños, que aún no han desarrollado el lenguaje». Ahora bien, «no hay por qué demostrar ese amor con un beso en la boca. El afecto es igual cuando se da en la mejilla». De hecho, Álava no se muestra partidaria de los picos a los niños. «Los críos no tienen esa connotación sexual, así que a esas edades tempranas no hay tampoco que temer por ese lado. Pero a medida que crecen, los besos en la boca sí van adquiriendo para ellos ese significado y se pueden sentir molestos. Para evitar ese momento incómodo de decidir cuándo dejar de besar a los niños en la boca es mejor no hacerlo nunca», advierte la experta quien, por otro lado, se felicita de que «hayamos roto esas barreras de generaciones anteriores para ser más conscientes de la importancia de la demostración de los afectos».

«Se normaliza algo que choca contra la norma social» Guillermo Fouce 

    Reconoce Guillermo Fouce que el asunto le genera «cierta controversia» y cree que sí, que puede llevar a error a los niños. «Yo pondría el foco en el choque con las normas sociales que un beso en la boca supone. Resulta violento porque no es algo socialmente aceptado, de manera que si besamos a nuestros hijos en la boca ellos entenderán que es normal. No solo eso, como es su manera de relacionarse, tenderán a querer dar besos a todo el mundo», advierte el psicólogo.

    ¿Entonces? «Hay que explicarles desde pequeños que esos besos se dan con mamá o con papá e indicarles a quién pueden dárselos y a quién no. Porque si se lo da a alguien que lo rechaza o se violenta van a pensar que les rechazan a ellos porque han hecho algo mal. No lo van a entender».

    «No es tiempo suficiente para contagiarse de nada» Jorge Muñoz Pediatra

      «Así como en países como Reino Unido es muy habitual y casi todas las familias besan a sus hijos en la boca, en España es algo más bien anecdótico», habla por lo que ve en la consulta el doctor Jorge Muñoz, director del ‘Espacio Jorge, el pediatra’. Al margen de la costumbre, en lo que respecta a la salud, no pone el especialista objeciones. «Un hábito mucho más extendido y mucho menos higiénico es el de que los padres chupen el chupete antes de dárselo al bebé cuando este se ha caído al suelo. Y así sí que se contagian enfermedades», advierte Muñoz.

      Pero un pico de un segundo, dice, «no es un riesgo». «Es un beso rápido, no continuado, así que no da tiempo suficiente a que se contagien enfermedades así, sería extremadamente difícil. Además, no hay intercambio de saliva», recuerda.

      «Es innecesario, debe ser algo excepcional» Antonio Torres Médico de familia

        Recuerda el doctor Antonio Torres que «los niños son una fuente de transmisión de enfermedades» y aunque un pico rápido no suponga un alto riesgo precisamente por el poco tiempo de exposición, «cualquier gesto que favorezca la transmisión no parece lo más indicado». Antonio Torres, responsable del grupo de trabajo de salud mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) considera, «desde el punto de vista estrictamente médico, que besar a los pequeños en la boca es «algo innecesario» y, por tanto, «debe ser un gesto excepcional porque, además, no olvidemos que los niños tocan cosas, gatean, se llevan las manos a la boca… Así que mejor evitarlo».

        FUENTE: ideal.es

        Aprovecha estos siete días para preparar la vuelta al cole

        Los expertos recomiendan ir incorporando desde justo una semana antes las nuevas rutinas

        Por Yolanda Veiga

        Esta es la verdadera operación retorno, la de la vuelta al colegio y a la oficina. A los niños aún les queda una semana de margen. Y conviene aprovecharlo. «Volver a clase implica ajustarse a ciertas rutinas y conviene empezar alrededor de siete días antes –o sea, hoy–. No puede ser que la noche antes los chavales estén danzando a las once de la noche», advierte la psicóloga Silvia Álava, del gabinete madrileño Álava y Reyes. Sueño, comidas, ocio… Hay que readaptar el cuerpo… y la cabeza. A propósito de esto último, nada de decirle al niño que no quiere volver a la escuela eso de: ‘Anda, si te lo vas a pasar muy bien…’, porque lograremos el efecto contrario.

        Levantarse cada día diez minutos antes

        El próximo jueves y viernes regresan al colegio la mayoría de los niños, así que aún estamos a tiempo. «Lo ideal es ir cambiando la rutina desde siete días antes. La prioridad es ajustar el horario de sueño. Y lo conseguiremos sin esfuerzo si cada día levantamos a los niños diez minutos antes y ganamos esos diez minutos para acostarles», recomienda la experta. Eso, durante una semana entera, implica adelantar el horario más de una hora.

        Comidas más cortas

        Lo mismo que hay que adelantar la hora de irse a dormir, hay que hacerlo con la de las comidas. «Además de ir adecuándolas al horario escolar, hay que acortar el tiempo que le dedicamos».

        Una botella de agua en la mochila

        «Tan importante como comer bien –menos chucherías y ultraprocesados–, es que los chavales estén bien hidratados porque un nivel de deshidratación del 1% o el 2%, que es cuando empezamos a notar sed, ya implica que procesemos los pensamientos de manera más lenta». Así que, recomienda Silvia Álava, «recordemos a los niños, que no siempre tienen bien adquirido el mecanismo de la sed, que vayan bebiendo más agua y que lleven cada día una botellita dentro de la mochila».

        «Entiendo que estés triste por la vuelta a clase»

        Habrá críos encantados con la perspectiva de la vuelta y otros menos. A estos últimos eso de: ‘No estés triste, que te lo vas a pasar muy bien’ no les sirve de nada, sostiene la especialista. De hecho «es contraproducente porque no les permitimos validar su emoción». Y ese es el primer paso para adaptar la mente a la vuelta. «Hay que validar lo que siente el niño con frases como: ‘Entiendo que estés triste porque hay que volver al cole’, ‘comprendo que estés enfadado porque se han acabado las vacaciones’». Identificada la emoción –tristeza, enfado, nervios…– conviene explicar la causa: está nervioso porque no sabe con qué compañeros le va a tocar, porque el año pasado lo pasó mal en clase… «Le vamos preguntando si es eso lo que les pasa. Y luego ideamos la estrategia para manejar esa emoción. Además de decirles que es obligatorio volver al cole, recordamos los momentos buenos del año anterior. ¿Y si no los ha habido? «Intentamos poner remedio a lo que ha ido mal: si le han puesto muchas faltas por llevar los deberes sin hacer, podemos comprar una agenda para apuntarlos, si ha suspendido varias asignaturas conviene establecer un plan de estudios…».

        Y muy importante: «Si la madre dice: ‘Qué pereza me da ir a trabajar’, los niños identifican el trabajo o la escuela con lo malo y las vacaciones con lo bueno».

        Consejos para el primer día en la oficina

        • Depende del trabajo «Si tu trabajo está muy estructurado, las tareas bien definidas y alguien te ha sustituido, no adelantes nada los días antes. Si, por el contrario, tu trabajo es más creativo o diriges un equipo de gente, conviene empezar a mirar el correo electrónico el día antes, incluso llamar a algún colega de la oficina para que nos cuente cómo van las cosas. Si no, nos encontraremos con mucho trabajo acumulado el primer día», advierte Elisa Sánchez, psicóloga especialista en trabajo y relaciones laborales.
        • Volver de vacaciones la noche antes, mala idea «Llegar la tarde antes supone una sobrecarga de la vida personal y familiar para ese primer día en la oficina. Así que, si tienes ocasión, ven uno o dos días antes, pon a punto la casa, visita a los familiares y así esa primera jornada el foco estará puesto en el trabajo».
        • El teletrabajo ayuda «Que alguno de los primeros días podamos teletrabajar, incluso trabajar menos horas, no cabe duda de que hace la vuelta más relajada. Porque pasar de estar ociosos a trabajar ocho horas es un cambio brusco», reconoce la experta.
        • No seas tan exigente Ese cambio «brusco» es, muchas veces, inevitable. Y tiene consecuencias. «Aunque no está considerado una patología, el bajón posvacacional afecta casi al 60% de los trabajadores», da la cifra Elisa Sánchez. Así que es frecuente. Lo que no es frecuente es que se alargue. «Si pasan diez días y seguimos igual hay que consultar con un profesional». Y luego hay que tener en cuenta la personalidad de cada uno. «Ese bajón afecta más a las personas muy exigentes o perfeccionistas, a las que también les cuesta desconectar en vacaciones, llevan mal los cambios en el trabajo…».

        ¿Se le ha olvidado la contraseña otra vez?

        No es raro que se nos olvide la contraseña a la vuelta de vacaciones. Bien lo saben los ciberdelincuentes, que envían correos o mensajes al móvil con enlaces para pinchar y recuperar la contraseña o renovarla. «Lo están haciendo simulando ser los del banco, pero nunca se deben pinchar en esos enlaces», advierte Javier Aguilera, director general de Ikusi España, empresa de servicios de tecnología e infraestructuras de comunicación y ciberseguridad. Otra estafa habitual de estas fechas, alerta, es la del ‘mensaje del falso CEO’: «Como es habitual que en septiembre los consejeros delegados y los directores generales envíen comunicaciones a los trabajadores, hay delincuentes que simulan esos mensajes, muy creíbles, por cierto, y piden a algunos empleados que hagan una transferencia de dinero de la empresa alegando que es un tema confidencial y que lo hagan rápidamente».

        FUENTE: elcorreo.com

        ¿Cómo conseguir que los niños sean más responsables sin enfados ni castigos?

        Por Ana Camarero

        Nos lo han dicho en casa y en la escuela

        “Tienes la habitación como una leonera”. “Has vuelto a olvidarte las zapatillas de gimnasia en casa”. “Nunca recoges los juguetes”. “Nunca te responsabilizas de tus cosas”. Estas son algunas de las frases que todos, en algún momento de nuestra niñez o adolescencia, hemos escuchado de nuestros padres en un intento por hacernos más responsables en casa y también en la escuela. La RAE entiende por responsable a aquella persona que “pone cuidado y atención en lo que hace o decide”, y que está “obligada a responder” de ciertos actos.

        Existen dos factores que influyen para que alguien sea o no responsable durante su infancia y adolescencia.

        Uno es que el modelo paterno o materno sea especialmente sobreprotector e impida que los hijos asuman las responsabilidades que les corresponden. “Estaríamos hablando de una actitud aprendida”, explica la psicóloga infantil Silvia Álava. El segundo factor es su personalidad, pues “hay niños que desde pequeños son mucho más responsables, como rasgo de su carácter, y, sin embargo, otros lo son menos”, añade.

        El niño irresponsable se comporta ante sus progenitores de dos maneras diferentes y muy definidas. “Hay niños que, cuando deben tener una responsabilidad, directamente se enfrentan con los padres. Y otros que no se oponen directamente a la petición que les hacen los mayores, pero al final eluden hacer lo que se les pide”, explica la también autora de los libros Queremos hijos felices y Queremos que crezcan felices.

        La modificación de esos comportamientos necesita de una labor continuada de los tutores.

        Una tarea que pasa por dejarles entrever que ser irresponsable tiene unas consecuencias que deben enfrentar y asumir. “En la mayoría de las ocasiones, si no hace las tareas o los encargos fijados por la madre o el padre, los progenitores caen en la actitud del ‘no pasa nada, ya lo hago yo’. De esta manera, el menor aprende que las cosas pueden dejar de hacerse perfectamente porque, aunque le regañen o castiguen, al final consigue no hacerlo”, explica Álava. Para combatir estos gestos es necesario sentarse con ellos y enseñarles que si no ayudan en casa, no recogen su ropa o se dejan la flauta olvidada cuando tienen la asignatura de Música, ocurren cosas: “No a través del castigo directo, sino con resultados directos, para que asuman lo que sucede cuando uno no se comporta con responsabilidad”. Eso sí, señala Álava, “sin enfados ni inquinas o castigos”.

        Pero, a veces, no resulta fácil guiar a este tipo de niños

        “para conseguir el equilibrio entre alimentar su autoestima, para que se sienta capaz e interesarle por el mundo que le proponemos los adultos, y la firmeza en los límites”, sostiene Carlos M. Jordán, psicólogo clínico del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Comunidad de Madrid). Esa mesura hay que lograrla en todos los ambientes, educativos y familiares. Sin embargo, añade Jordán, si el comportamiento inadecuado se ciñe a un solo ambiente, el problema estará en ese escenario, casi con seguridad, más que en la niña o el niño.

        Observar el ambiente

        Para poner soluciones a esas actuaciones se aconseja a los padres observar el ambiente. Analizar si hay problemas o cambios importantes en casa, si ha habido alguna pérdida significativa o si puede estar pasándole algo en el colegio. “Antes de buscar problemas en los niños tenemos que evaluar el entorno en el que crecen. Los niños son muy sensibles al ambiente, pues están en pleno desarrollo y un cambio en la dirección adecuada en casa puede tener efectos muy beneficiosos”, puntualiza Jordán. Si no hay nada que modificar, ni otros problemas obvios que requieran atención por sí mismos, “como el habitual uso excesivo de aparatos electrónicos y redes, algún tipo de abuso, etcétera, es conveniente consultar a un profesional que pueda hacer un diagnóstico adecuado”, argumenta el psicólogo. De ese modo, según explica por su parte Álava, el experto, en función de la edad, de la personalidad y de las características de cada uno de los hijos, analizará cuáles son las responsabilidades que deben asumir, pero de una en una. Para esta experta no se pueden cambiar los hábitos de la noche a la mañana: “Porque si no, el niño o adolescente puede colapsar y sentirse fracasado”, añade. Una vez que se han establecido las tareas que van a ser su responsabilidad hay que ir haciendo una labor de refuerzo que se prolonga en el tiempo según va comprometiéndose en las labores establecidas, añade Álava.

        La complicidad de las familias

        La complicidad de las familias con el resto de los entornos en los que se mueve al niño y el adolescente es también un elemento a tener en cuenta para encauzar su irresponsabilidad. “Hay que trabajar de manera conjunta en la familia, pero no solo los padres, sino también el resto de familiares o amigos, y el ámbito educativo”, afirma Álava. En el caso de la escuela, el diálogo entre los progenitores y los docentes debe ser fluido para que si, por ejemplo, están trabajando la autonomía en el aula, los padres trabajen en la misma dirección en casa. “Muchas veces, el adulto teme los efectos puedan tener sobre su hijo no llevar hechos los deberes o que olvide el estuche de lápices en casa. Lo único que sucederá es que aprenderá para próximas ocasiones. Ser responsable desde pequeño evitará las consecuencias de no hacer las cosas conforme van transitando hacia la edad adulta”, afirma esta experta.

        FUENTE: MSN.COM

        Juegos de lógica para desarrollar el pensamiento crítico de los niños

        Actividades cotidianas y juegos para enseñar a pensar con sentido crítico a tus hijos

        Fomentar el pensamiento crítico en niños y niñas, que aprendan a tener su propio criterio y que sepan evaluar el mundo que les rodea, es tan importante como la educación en valores. Solo así podrán cambiar la sociedad para mejor y ser plenamente felices. La doctora en psicología y autora de libros como ‘El arte de educar jugando’ Silvia Álava nos explica punto por punto de qué modo desarrollar el pensamiento crítico en los hijos a través de actividades y juegos de lógica.

        ¿Qué es el pensamiento crítico de los niños y para qué sirve?

        Pensar por uno mismo y con sentido crítico es básico para que los niños sepan cuando alguien les quiere manipular, así como para que sean capaces de tomar sus propias decisiones, lo que les hará convertirse el día de mañana en adultos con alta capacidad de razonamiento y discernimiento.

        Y es que, qué padre o madre no desea para su hijo que sea independiente, que nadie le diga lo que tiene que hacer, sino que sepa actuar, opinar y decidir por sí mismo, ¿verdad? Las decisiones razonas que toma el niño evitarán que conteste sí a todo o que solo haga o deje de hacer cuando un adulto o un igual se lo indique. De ahí, la importancia de enseñar a los niños a través de los juegos a desarrollar su pensamiento crítico.

        Pero desarrollar el pensamiento crítico en la infancia y la juventud de los hijos no solo supone un bien para ellos en su realidad presente, sino también el día de mañana cuando se conviertan en adultos y deban decidir qué estudiar o a qué trabajo aplicar.

        Teniendo en cuenta que la mejor forma para que un niño adquiera un aprendizaje es a través de las actividades lúdicas, a continuación te ofrecemos una lista de algunos juegos de lógica que te ayudarán a desarrollar el pensamiento crítico de los niños (un poco más abajo los explicamos con más detalle):

        • Juegos de preguntas y respuestas
        • Organizar debates en casa sobre distintas cuestiones (o tras la lectura de un cuento)
        • Juegos de apilar bloques o encajables
        • Juegos de mesa como el Quién es Quién o Adivina quién

        Mejores juegos de lógica para fomentar el pensamiento crítico infantil

        Para que los niños aprendan a razonar, a pensar con criterio, a sacar sus propias conclusiones y a dar respuestas fundamentadas, puedes llevar a cabo una serie de juegos de lógica según su edad y nivel de desarrollo. Aquí te proponemos algunas ideas que te servirán de inspiración.

        – Los juegos de apilar bloques o fichas que tanto gustan a los más pequeños les hará entender de qué modo hay que colocar cada pieza para que la torre no se caiga y eso es algo que bien pueden aprender a través del ensayo error, ¿no te parece? Este tipo de juguetes de bloques puedes ofrecerlos desde la primera infancia.

        – Los encajables también son idóneos para desarrollar el razonamiento infantil pues han de deducir si cabe un cuadrado o bien un triángulo. Algo que también pueden hacer al clasificar piezas u objetos cotidianos por colores, tamaños o formas. Estas sencillas actividades se convertirán en juegos de lógica muy útiles para los niños más pequeños.

        – Según vayan creciendo les puedes ofrecer el juego del Quién es quién (también conocido como Adivina Quién o Guess Who) para trabajar la lógica. Una partida en casa de este juego de mesa y verás como su mente se activa.

        – Juegos de debate que invitan a los niños algo más mayores a pensar. Después de ver una película o leer un cuento, puedes plantear preguntas como: ¿Qué opinas sobre…? ¿Qué habrías hecho tú si fueras este personaje? ¿Qué cambiarás sobre la conducta de…?

        Cómo enseñar lógica a los niños desde que son pequeños

        Reforzar este tipo de pensamiento crítico con los hijos no es tan complicado como parece, tan solo hay que comenzar con el uso de la lógica. A continuación te proponemos algunas ideas para trabajar el criterio y el sentido crítico de tus hijos.

        – Cuando te pregunten cosas sencillas como ‘¿me tengo que quitar el jersey?’ en lugar de decir sí o no invítale a que reflexione sobre la necesidad que siente en ese momento.

        – En vez de decir ‘te lo dije‘, explica las cosas de manera sencilla, pero permite que sea él, dentro de la medida de sus posibilidades, quien tome las decisiones y después se pare a pensar sobre sus aciertos y errores.

        – Utiliza el refuerzo positivo, todo lo que puedas y más, para que se vea capaz y su autoestima sea lo más sana posible.

        – Sé un ejemplo para tus hijos, no temas hablar delante de ellos sobre ciertos aspectos de la sociedad que te gustaría que cambiaran siempre en un tono respetuoso y constructivista.

        – Muéstrales cuál es la diferencia entre un hecho y una opinión, en especial ahora que vemos tanta y tanta información, no siempre veraz, en los medios de comunicación.

        Utiliza las situaciones cotidianas para estimular su razonamiento

        Recuerda que además de los juegos de lógica y razonamiento, puedes emplear situaciones de la vida cotidiana para hacer tú misma uso del pensamiento crítico y así hacerles entender a los niños, poco a poco, lo maravillosa y potente que es su mente: explica las cosas a tus hijos con palabras sencillas acordes a su edad, por ejemplo: ‘Ahora no nos podemos quedar en el parque porque se hace tarde y tenemos que terminar los deberes, pero el fin de semana tendremos más tiempo para jugar juntos’.

        Por otro lado, cuando se acerquen a ti a contarte algo (que han tenido un problema en el colegio o que están contentos por las buenas notas) te debes convertir en todo oídos para ellos mirándoles a los ojos mientras te hablan. Emplear la escucha activa hará que los niños se sientan escuchados y valorados.

        En lugar de solucionar los problemas a la primera de cambio, les puedes hacer preguntas como ‘¿qué crees que se puede hacer?’, ‘¿se te ocurre alguna idea?’, ‘¿te parece si probamos a hacer esto?’. Siempre tratando de mostrar nuestro apoyo, pero dándoles margen para que busquen soluciones por sí mismos.

        Por último, que no menos importante, para estimular la lógica y el pensamiento crítico debemos procurar que nuestros hijos e hijas aprendan a decidir, ya sean pequeñas o grandes cuestiones: la ropa que se van a poner hoy, si quieren manzana o plátano para la merienda o qué le gustaría ser de mayor.

        Puedes leer más artículos similares a Juegos de lógica para desarrollar el pensamiento crítico de los niños, en la categoría de Aprendizaje en Guiainfantil.com.

        El abuso de las pantallas dispara los problemas de lenguaje en menores de tres años

        Andrea Domene Lupiañez

        Madrid, 6 jul (EFE).- Pediatras, psicólogos y logopedas han alertado de un gran incremento de niños menores de tres años con retraso psicomotor, lo que implica una disminución del uso del lenguaje, debido a una mala utilización de las pantallas en un momento en el que son «especialmente vulnerables».

        DURANTE LOS 3 PRIMEROS AÑOS DE VIDA

        «El 85 % del desarrollo neuronal en los niños -tanto en comunicación como en bienestar social- se produce en los tres primeros años de vida», advierte la psicóloga Silvia Álava, quien asegura que los menores tienen que experimentar en un entorno multisensorial que no son capaces de percibir con la tecnología.

        Una opinión que comparte su colega del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, Mercedes Bermejo, al explicar que los niños dejan de recibir estímulos sensoriales muy importantes en la infancia, al tiempo que, con los aparatos tecnológicos, se enfrentan a una sobreestimulación para la que sus cerebros no están preparados, lo que puede tener graves consecuencias.

        En este sentido, la pediatra de Atención Primaria, Pilar Mallada, destaca que esta estimulación de las pantallas lleva a los menores a confundir la realidad y la ficción.

        Por ello, los expertos insisten en que los niños tienen que aprender en contextos naturales. De esa manera también se evitará que se aburran con los maestros en clase si estos «no llevan el ritmo al que se han acostumbrado con la tecnología».

        CARRITOS CON LACTANTES VIENDO PANTALLAS

        Aunque sea un problema que afecta en todos los ámbitos y a todas las edades, las pediatras revelan que las consultas se llenan cada vez más de «carritos con lactantes viendo una pantalla», así como que han detectado «más conflictos en las dinámicas familiares».

        «Es tiempo en el que nos dejan en paz”, según la logopeda Sara Serrano Díaz, quien destaca que las familias están cada vez más ocupadas y, como no quieren renunciar a su tiempo, cada vez entregan antes un dispositivo a los niños para que se entretengan.

        PROBLEMAS CON EL LENGUAJE

        Serrano echa mano de estudios científicos que constatan una relación entre el número de horas de exposición a las pantallas y una disminución de la materia blanca del cerebro que perjudica el aprendizaje del lenguaje.

        Además, esto influye en una disminución del tiempo de juego con iguales y el descenso de la comunicación en la familia, actividades que para la logopeda son esenciales para un correcto desarrollo del lenguaje.

        RECOMENDACIONES DE USO

        «Nada de pantallas antes de los dos años». Esta es la recomendación de los expertos consultados por EFE, de acuerdo a la pauta de la Academia Americana de Pediatría. Además, sugieren limitar a media hora al día el uso de la tecnología hasta los 12 años y con control parental sobre los contenidos.

        Todos advierten de que el debate no se centra en si la tecnología es buena o mala, si no en el uso que hacen de ella los menores de tres años y las graves consecuencias que puede tener en el futuro.

        PROBLEMAS FUTUROS

        Mal manejo de las emociones, falta de concentración, poco autocontrol, inmadurez emocional, dificultad para las habilidades sociales e incertidumbre a la hora de la comunicación en la vida real son también problemas que puede generar el uso excesivo de las pantallas según crece la persona.

        «A nivel emocional pasa factura desarrollando menos tolerancia a la frustración, no aprendiendo a demorar las recompensas y sin saber gestionar el auto control», advierte la psicóloga Silvia Álava, mientras la pediatra Mallada también resalta que pueden aparecer problemas físicos como hipertensión, obesidad y problemas oculares.

        PEOR COMPRENSIÓN LECTORA

        La logopeda insiste en que «no es lo mismo leer en pantalla que en papel», ya que la unidad espacial del libro favorece la representación mental, por lo que cada vez se aprecia peor comprensión lectora en los menores.

        Según Serrano, el uso de las tabletas en clase para la lectura en niños menores de 8 años está haciendo que no se trabaje adecuadamente la comprensión lectora. «Esto conlleva falta de pensamiento crítico, de reflexión, así como peor rendimiento o dificultades de aprendizaje».

        Pero además, implica que a los niños les guste menos la lectura porque les cuesta esfuerzo y «el esfuerzo en el aprendizaje es clave», insiste.

        EFE

        FUENTE: LAVANGUARDIA.COM

         “Hemos vendido a nuestros hijos una idea de la felicidad que no es cierta”

        La psicóloga Silvia Álava estará en nuestro gran evento del 25 de noviembre y nos hablará sobre los mitos de la felicidad y de cómo podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices.

        Como ya sabéis, el sábado 25 de noviembre vuelve nuestro evento: Educar es todo, el evento‘, al Teatro Lope de Vega de Madrid con 7 ponencias de 8 grandes expertos, entre ellos, la psicóloga Silvia Álava, que estará junto al psicólogo Rafa Guerrero, y en su ponencia nos hablarán sobre los mitos de la felicidad, de qué cosas hemos creído que harían felices a nuestros hijos que no tienen ninguna evidencia y de lo que la ciencia nos ha demostrado que sí que funciona para incrementar el bienestar emocional y la felicidad en nuestros hijos.

        En esta entrevista, la experta Silvia Álava nos ha adelantado multitud de detalles que no dejarán indiferente a ningún asistente.

        – Silvia, actualmente, da la impresión de que la sociedad está obsesionada con la felicidad y con ser felices. ¿Es contraproducente este afán por alcanzarla?

        – Así es. Vivimos en un mundo en el que nos han vendido una idea de la felicidad que no es cierta, y por ende a nuestros hijos. Estamos confundiendo la emoción de la alegría, que es una emoción agradable, en la que nuestra energía incrementa y que a todos nos encanta sentir, con la felicidad, y la felicidad no es una emoción. La felicidad es un estado donde caben todas las emociones, tanto las agradables como las desagradables. Por tanto, si lo que pretendemos es que para ser felices solamente experimentemos emociones agradables y, a ser posible, de alta intensidad, es una falacia. Vamos a comprar todas las papeletas para ser infelices y, además, para que nuestros hijos también lo sean.

        En la vida, las emociones desagradables igualmente forman parte de nuestra existencia, teniendo que lidiar con situaciones que no nos van a gustar y que nos van a provocar tristeza, enfado, frustración… Por lo cual, la felicidad tiene más que ver con entender todas las emociones y con tener las herramientas adecuadas para manejar aquellas situaciones que pueden ser desagradables o que no nos gustan, porque sabemos que nos van a acompañar en nuestra vida.

        – Y, ¿qué pasa si realmente no somos felices? ¿Cómo podemos aprender a ser felices para poder así educar hijos felices?

        – Muchas veces lo que me encuentro en la consulta son papás y mamás, que no solamente es que no sean felices, sino que tienen bastantes problemas para regular sus emociones. Es decir, cuando sienten emociones desagradables, cuando experimentan, por ejemplo, ansiedad, tristeza, rabia, ira… no son capaces de regularlas. Por tanto, si no saben controlar sus propias emociones, será muy poco probable que sepan cómo gestionar las de sus hijos.

        La capacidad de los niños para aprender a regular sus emociones empieza en torno a los tres/cuatro añitos, que es cuando madura lo que se llama la ‘red de control ejecutivo‘, pero antes las tienen que regular sus padres por ellos. A partir de esa edad, empieza una fase que se llama ‘corregulación‘, es decir, cuando los padres tienen que estar al lado de sus hijos acompañándoles y enseñándoles estrategias para que sepan cuándo sienten algo que es desagradable, cuándo están enfadados, tristes, frustrados… Y este proceso no termina de madurar hasta entorno a los 25 años, por lo que esa parte de la corregulación la vamos a tener que hacer durante bastante tiempo.

        Entonces, si nos encontramos con un papá o con una mamá que está desregulado y que no tiene estrategias para regular sus emociones, ¿cómo vamos a conseguir que sean capaces de hacerlo con sus hijos? Los niños necesitan tener una figura de referencia a la que copiar. Por eso es muy importante que primero aprendamos nosotros a regular nuestras emociones y seamos capaces de entender lo que sentimos para poder trabajarlo con nuestros hijos.

        – ¿Podrías aconsejarnos algunos hábitos que nos ayudan a sentirnos felices?

        – Vamos a empezar por lo más básico y por el principio de todo, lo que llamamos “los pilares de nuestro edificio”, que es algo tan básico como, por ejemplo, dormir. Sabemos que, si no dormimos lo suficiente, es un factor de predicción para desarrollar problemas tanto a nivel físico como a nivel de salud mental.

        Cuando dormimos, el cerebro se tiene que regenerar porque de todas las conexiones sinápticas que vamos haciendo a lo largo del día, se segregan unas sustancias que son tóxicas para el propio cerebro. Y como este no tiene esa parte del sistema linfático que le vaya limpiando, se tiene que limpiar y autoregenerar él mismo por la noche durante las fases del sueño. Por lo que, si no dormimos lo suficiente, al día siguiente mi cerebro no va a aprender correctamente, no va a ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención. Asimismo, estaremos muy irritables y muy irascibles. Esto es lo que ocurre en un cerebro de un adulto. Pero, ¿qué pasa en el de los niños?

        En el caso de los niños, la capacidad de aprendizaje es especialmente importante porque están en periodo escolar, entonces, si no están durmiendo lo necesario, muchas veces no son capaces de atender ni de concentrarse porque les faltan horas de sueño. Del mismo modo, están muy irritables y muy irascibles. Por si esto fuera poco, durante esa fase REM, que es la fase del sueño profundo, se segrega la hormona del crecimiento. En definitiva, si tanto los adultos como los niños no estamos durmiendo las horas necesarias, estamos comprando todas las papeletas para desarrollar problemas a nivel de salud física y de salud mental. Así que, lo primero de todo, los niños a su hora correspondiente en la cama para dormir y, por supuesto, evitando las pantallas por la noche, siempre se deben de quedar fuera de las habitaciones.

        “Si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro no puede aprender correctamente, no puede ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención”, Silvia Álava

        En segundo lugar, algo que también es fundamental es la alimentación. Tenemos que comer de manera sana y equilibrada, intentando evitar los azúcares y las comidas procesadas. Lo que no significa que los niños no puedan comer galletas, por supuesto que pueden, pero una o dos, no alimentarse solo a base de galletas.

        Otro hábito imprescindible es hacer deporte, ya que nos ayuda en la regulación emocional. Y, por último, también es primordial trabajar la inteligencia emocional, es decir, ser conscientes de cuál es la emoción que estamos sintiendo y aprender a etiquetarla correctamente.

        Cuando somos capaces de nombrar y mencionar lo que sentimos, estamos preparados para poder manejarlo. Asimismo, trabajaremos en entender que todas las emociones son buenas porque nos están dando información, nos dicen que nos ocurre algo, pero hay que saber interpretarlo. Tenemos que comprender por qué nos sentimos de una determinada manera, cuál es la causa y la consecuencia de esa emoción, y qué es lo que nos ha hecho actuar de ese modo. Cuando todo esto sepamos hacerlo, ya podremos regular nuestras emociones.

        Los primeros que tenemos que poner en práctica estos hábitos somos nosotros, los adultos, porque los niños nos copian, somos su modelo. Y, sobre todo, porque si no sabemos hacerlo nosotros, es especialmente complicado que se lo podamos enseñar a nuestros hijos.

        – Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿cómo debemos ofrecerles las herramientas correctas para que lo sean?

        – Hay varias cosas que podemos hacer, pero lo primero es ver cómo estamos actuando. No hay ningún estudio ni ninguna evidencia que demuestre que si nuestros hijos tienen más juguetes y más cosas materiales van a ser más felices. Por tanto, comprarles muchas cosas pensando que esto les va a ayudar a ser más felices es un error porque, generalmente, los niños valoran más las cosas que les ha costado conseguir. Así que, tratemos de no comprarles muchas cosas para evitar esa hiperestimulación. Tenemos niños que están continuamente corriendo de una actividad a otra, y apenas tienen tiempo libre. Necesitan aprender a aburrirse y a estar a gusto con ellos mismos porque de esa forma, lo que van a madurar es la función ejecutiva, que es la capacidad de orientarnos a una meta, de saber cuál es nuestro objetivo y de ir organizándonos para conseguirlo. Esto está muy relacionado con la felicidad y con sentirnos bien y a gusto con nosotros mismos.

        Además, es importante que les enseñemos a esperar, que las cosas no sean del todo inmediatas, porque, al final, en la vida muchas veces hay que esperar para conseguir lo que queremos.

        Otro aspecto fundamental es que evitemos la sobreprotección, el hacerles las cosas para las que están preparados y ellos mismos pueden hacerlas por sí solos. Tenemos que trabajar con ellos mucho más la seguridad personal y la autonomía para que sientan que pueden conseguir sus objetivos.

        – Como explicaste durante la presentación de tu libro ‘Queremos que crezcan felices’, la autoestima, la tolerancia a la frustración y el autocontrol son los tres pilares básicos para que un niño crezca adecuadamente y sea feliz. ¿Por qué? ¿Cómo podemos trabajarlo con ellos?

        – Ayudamos a nuestros hijos a que tengan una buena autoestima, pero lo que hay que trabajar con ellos antes de esto, es el autoconcepto, que es tener en cuenta cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, saber cómo somos como personas. Una vez que tengamos este conocimiento de nuestros hijos, que va a ser de gran ayuda, podremos trabajar con su autoestima. Esta no se trabaja diciéndoles: “qué bien, lo has hecho genial, eres un campeón…”. Tal vez, con un niño de dos años puede estar bien, pero según van creciendo tienen que ser cosas muchísimo más concretas, tenemos que fijarnos en todo aquello que están haciendo bien y también entendiendo cuáles son las cosas que pueden hacer para mejorar. Siempre teniendo en cuenta que todos tenemos puntos fuertes y débiles, y conociendo ambos.

        También es muy importante cuidar el lenguaje que utilizamos con ellos y no ponerles etiquetas, porque si les decimos: “es que eres un vago, es que eres malo, es que eres torpe…”, al final ese niño va a actuar en función de la etiqueta que le hemos puesto. Hemos de decirles aquello que no está correctamente hecho y cómo pueden corregirlo.

        Por otra parte, el autocontrol tiene mucho que ver con todo esto que hemos hablado de la autorregulación. Implica pararnos, empezar a conocernos a nosotros mismos y así saber cómo reaccionamos para decidir. “¿Quiero reaccionar de esta forma automática ante esta situación o quiero cambiar y hacerlo de manera distinta?”. En el caso de que queramos cambiarlo, tenemos que plantearnos cómo hacerlo para poder empezar a trabajar en ello.

        En cuanto a la frustración, muchos padres malentienden el amor paternal. Dicen: “ay,  mi niño, con lo duro que es el mundo, ya tendrá tiempo para frustrarse…”, e intentan, en la medida de lo posible, evitarles cualquier tipo de emoción desagradable. Sin embargo, lo que conseguimos de esta manera es impedir que adquieran un autocontrol y una tolerancia a la frustración, lo que es completamente necesario porque en la vida, por desgracia, nos van a ocurrir situaciones lo suficientemente complicadas en las que necesitaremos esa capacidad de tolerancia a la frustración. Por lo que, es importante trabajarlo con ellos para que estén preparados.

        Educar es todo es el mayor evento de educación de nuestro país. En él, expertos de reconocido prestigio, como la Dra. María Velasco, la psicóloga Diana Jiménez, el psicólogo Marc Masip, el pediatra Carlos González, la psicóloga Silvia Álava, el psicólogo Rafa Guerrero, el neurocientífico Mariano Sigman y el docente Manu Velasco, a través de ponencias de 20 minutos de duración, nos ayudan a reflexionar y resolver esas dudas que nos surgen a la hora de educar a nuestros hijos. ¿Te apuntas? 

        Recuerda, el sábado 25 de noviembre en el Teatro Lope de Vega de Madrid, desde las 9:00 hasta las 14.00 (hora peninsular española).

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        Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

        Carlota Arellano Periodista y marketera + INFO

        El aburrimiento – En RTVE

        El verano es un tiempo para salir de la rutina, tener nuevas experiencias y descansar… pero tampoco pasa nada si los más pequeños de la casa se aburren en algún momento… El aburrimiento potencia la autonomía y la creatividad.

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        Menores con discapacidad en campamentos de verano junto a otros niños

        La falta de medios y entornos adaptados y la ausencia de monitores con formación dificulta el acceso a campamentos y actividades extraescolares de los menores con discapacidad

        La Ley de Educación y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad defienden la no discriminación de las personas con discapacidad en el ámbito recreativo

        Casi un tercio del alumnado con discapacidad asegura sentirse aislado, rechazado o excluido por sus compañeros

        Los niños y niñas con discapacidad tienen dificultades para disfrutar del tiempo libre como el resto de menores. Cada verano se repiten historias de discriminación al negarles el acceso a ciertas actividades extraescolares o a los campamentos de verano organizados en municipios de todo el país. Pero la normativa vigente ampara sus derechos y organizaciones como el Cermi animan a denunciar cualquier desigualdad e injusticia.

        En España, hay más de 172.000 menores de 2 a 16 años con alguna discapacidad o limitación, según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), que hacen referencia a 2020. La Ley de Educación establece que uno de los principios del sistema educativo español es la equidad, que “garantice la igualdad de oportunidades […] y actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que se deriven de cualquier tipo de discapacidad”.

        Igual acceso con los demás niños y niñas

        Además, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por España en diciembre de 2007, establece que los Estados deben adoptar las medidas necesarias para asegurar que los menores con discapacidad tengan “igual acceso con los demás niños y niñas a la participación en actividades lúdicas, recreativas, de esparcimiento y deportivas”.

        Sin embargo, esta discriminación existe. Casi un tercio del alumnado con discapacidad (32,7%) asegura sentirse aislado, rechazado o excluido por el resto de compañeros, según recoge el informe del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) y la Fundación ONCE de 2019.

        Frente a posibles casos de desigualdad o discriminación hacia los menores con discapacidad en campamentos de verano y actividades extraescolares, el Cermi recalca que estos pequeños tienen protegido por ley el derecho a participar en “las actividades extraescolares y de ocio y a no ser discriminados por razón de discapacidad”.

        Asesoramiento y acompañamiento jurídico

        La directora ejecutiva del Cermi, Pilar Villarino, explica en declaraciones a Servimedia que los organizadores no pueden excluir a este tipo de niños y, por eso, anima «a los padres y a las familias a estar vigilantes y a denunciar posibles vulneraciones”. “Que se pongan en contacto con nosotros, con el Cermi, que les ofreceremos asesoramiento y acompañamiento jurídico para defender sus derechos”, apostilla.

        El posible aislamiento a los menores con discapacidad puede deberse, por un lado, a la existencia limitaciones en el acceso físico a los espacios en los que se desarrollan estas actividades. “A lo mejor tienen una discapacidad motora y esa actividad o campamento no está preparado, no cuenta con medios como una rampa de acceso”, matiza a Maldita.es la psicóloga infantil Silvia Álava.

        Personal preparado

        Tampoco se dispone de personal preparado en muchos de los casos. “No siempre se cuenta con monitores y monitoras que estén preparados para atender una determinada discapacidad”, asegura Álava. La clave radica en que las personas encargadas del cuidado de los menores deben conocer la discapacidad pero también la casuística del niño o niña. Según explica la experta, hay que elaborar “un traje a medida” para cada menor.

        Esta falta de personal puede afectar a todos los menores que participan en la actividad en cuestión. José Paredes, trabajador social de la Asociación Niños con Amor (Andalucía), explica que “integrar en un campamento de verano a varias personas con discapacidad sin que los monitores tengan formación es complicado y puede repercutir en el resto de compañeros”.

        Antecedentes de discriminación

        Esta falta de personal es la que impidió que dos niños de Palma de Mallorca fueran a un campamento de verano en 2019, como acostumbraban en años anteriores. Solo pudieron acudir 15 días en vez del mes completo. Entonces, el diario ‘El Mundo’ publicó que un cambio de normativa implantado meses antes obliga a que en las actividades de tiempo libre infantil y juvenil en las que participen personas con discapacidad o necesidades especiales haya personal cualificado.

        Si el grado de discapacidad es del 33% al 64% se requiere una persona con titulación adecuada y preparación para cada cinco menores, y si está entre el 65% y el 74% es necesaria la presencia de un profesional por cada tres menores. En aquellos casos en los que la discapacidad supere el 75%, se requiere un profesional para cada menor con discapacidad. Cumplir estos ratios supone un coste para las empresas o los centros que promueven estas actividades, que tienen que limitar el número de plazas destinadas a los menores con discapacidad.

        Ambos niños de este caso tenían seis años, pero diferentes circunstancias: autismo y una discapacidad del 35% en un caso y parálisis cerebral y una discapacidad del 90% en el otro caso. Con esta nueva normativa, para que los dos niños pudieran ir al campamento de verano, eran necesarios un mínimo de dos monitores. Pero la organización sólo disponía de uno, por lo que las madres acordaron repartirse los días.

        No es el único caso. Otra madre, que contó su experiencia en redes sociales y cuyo testimonio recogió Radio Televisión Española (RTVE), también tuvo que lidiar con la discriminación. En el verano de 2022, en el centro que organizaba el campamento de verano le dijeron que no podían admitir a su hijo pese a que quedaban plazas libres en su franja de edad. “Me dijeron que no había personal para atenderlo y que no iba a disfrutar de las actividades. No me dieron alternativa”, denunció en un tuit.

        El coste económico

        Los campamentos de verano y actividades extraescolares son, para muchas familias, una herramienta para la conciliación familiar. Pero el elevado coste económico y el reducido número de plazas ofertadas para los menores con discapacidad supone una traba para las familias. “Es complicado conciliar en verano con los niños y niñas sin discapacidad, pero cuando hablamos de menores con discapacidad se complica mucho más porque es difícil encontrar un campamento o una actividad en la que realmente puedan participar por la falta de medios, recursos y formación”, subraya Silvia Álava.

        Pero no únicamente la conciliación durante las vacaciones. Los núcleos familiares con personas con discapacidad pueden presentar dificultades en situaciones tan cotidianas como ir al cine. José Paredes comenta que, entre los servicios de su asociación, se encuentra el cuidado de personas con discapacidad por horas. “Eso conlleva un coste económico y no todo el mundo puede permitírselo”, reconoce.

        Perjuicio directo en el menor

        Más allá del impacto en el bolsillo de las familias y las posibilidades de conciliación, estos casos de discriminación pueden suponer un perjuicio directo en el menor. “Puede tener un impacto muy fuerte en su estabilidad y bienestar emocional, acarreando una serie de emociones muy desagradables como sensación de desprecio o rechazo”, asegura la psicóloga infantil Silvia Álava. Estas situaciones pueden afectar a su estado de ánimo y, según explica la experta, generar problemas relacionados con ansiedad y depresión porque pueden sentir que no forman parte del grupo y que hay muchas actividades que no están pensadas para él.

        También puede tener efectos negativos en la seguridad y autoestima del menor. “Es muy complicado para un niño entender que no puede ir porque [las actividades] no están preparadas para que vaya. Puede pensar que él está mal o es defectuoso”, asegura la psicóloga infantil.

        Oportunidad de desarrollase

        En definitiva, esta discriminación les arrebata la oportunidad de desarrollase de forma íntegra y plena con sus iguales. “No solo con los niños y niñas que puedan tener una discapacidad como ellos, sino también con menores que no la tienen”. Por ello, la experta indica que sería recomendable trabajar la inclusión de los menores con discapacidad desde la integración. “Les vendría muy bien, no solo a los niños y niñas con discapacidad, sino directamente a todos para que puedan ser mucho más empáticos y respetuosos”, asegura.

        (SERVIMEDIA | MALDITA.es)22-JUN-2023 10:33 (GMT +2)PAI/

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        FUENTE: lavanguardia.com

        Deberes en verano, ¿sí o no? Hablan los expertos

        Hay madres y padres que opinan que no, que sus hijos deben tener tiempo para divertirse y aburrirse. Otros, en cambio, piensan que sí, que el verano es una buena oportunidad para recuperar lo perdido o afianzar lo aprendido.

        Por María Dotor

        Cada curso que finaliza se repite el mismo debate: deberes para el verano, ¿sí o no?

        Si preguntásemos a diferentes madres/padres, habría disparidad de opiniones. Algunos dirían que sí, que dos meses y medio de vacaciones son muchos. Otros, en cambio, pensarán que no, que el verano es un periodo para desconectar y descansar.

        Lo cierto es que el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. 

        Este artículo 31, a menudo no se respeta durante el curso escolar. La realidad es que las agendas de nuestros hijos están cada vez más cargadas de actividades dirigidas y, en consecuencia, ellos cada vez tienen menos tiempo libre para jugar o elegir en qué emplearlo.

        «Vivimos en una sociedad de consumo, de hacer y no parar, lo que nos lleva a sentirnos mal si no estamos haciendo cosas las 24 horas del día los 7 días de la semana. Y este estrés se lo trasladamos a los niños. Cayendo en la tentación de pensar que nuestros hijos no deben estar tanto tiempo sin hacer nada, pero que no hagan deberes no quiere decir que no hagan nada», nos dice la psicóloga Begoña Ibarrola.

        «Que los niños no hagan deberes no quiere decir que no hagan nada»

        Begoña Ibarrola – Psicóloga

        Entonces, en verano: ¿deberes sí o no? ¿Qué dicen los expertos?

        ¿Qué opinan los expertos de los deberes en verano?

        Para conseguir responder a la pregunta de cada verano, hemos hablado con tres expertos: los psicólogos Rafa Guerrero y Silvia Álava y el docente elegido Mejor docente de primaria de España en los premios Abanca 2021 Francesc Nogales.

        Ante la pregunta de: Deberes en verano, ¿sí o no?, el psicólogo Rafa Guerrero lo dejaba claro: «No, no soy partidario. Los niños tienen todo el derecho del mundo, después de un curso académico muy exigente, a descansar. Pero no solo el derecho, sino la necesidad».

        «No soy partidario de los deberes en verano. Los niños tienen todo el derecho del mundo, después de un curso académico muy exigente, a descansar. Pero no solo el derecho, sino la necesidad».

        Rafa Guerrero – Psicólogo

        Aunque todos los padres tenemos clarísimo que nuestros hijos merecen descansar, a menudo nos surgen miedos: ¿si no abre un libro en dos meses se le olvidará lo aprendido? ¿estará perdiendo un tiempo maravilloso en el que podría estar aprendiendo cosas? ¿Perderán el hábito de estudio?

        «En verano también aprendemos, pero de forma totalmente diferente. Podemos trabajar toda esa serie de procesos que se aprenden en el colegio (razonamiento lógico, atención, concentración, lectoescrituta…), pero en lugar de hacerlo a través de cuadernillos o fichas de deberes, lo podemos hacer a través del juego», asegura Álava.

        «En verano también aprendemos, pero de forma totalmente diferente. En vez de con cuadernillo, a través de actividades lúdicas»

        Silvia Álava – Psicóloga

        Algo similar opina Nogales: «Soy partidario de que los niños sigan aprendiendo, pero con actividades no académicas. Más que deberes, llamaría a estas actividades placeres. Algo así como ver una puesta de sol, ir a un museo, al zoo, hacer una ruta por la montaña, mirar las constelaciones por la noche, mandar una carta a un amigo…».

        «En verano vamos a buscar curiosidades, o investigar sobre cosas que les susciten interés porque estén relacionadas con el día a día. Por ejemplo, si vamos a la playa y hemos visto un caballito de mar, luego podemos investigar sobre esto. O con niños más pequeños, podemos trabajar la psicomotricidad escribiendo nombres en la arena de la playa», apunta Guerrero.

        Nogales también cree que, a menudo, los que más interés tenemos en que los niños hagan deberes somos los padres: «El motivo es que nos viene bien que los niños sigan teniendo rutinas establecidas. Pero no porque el niño necesite reforzar conocimientos, sino por nuestra dificultad de conciliar«.

        ¿Sin deberes les costará más volver a la rutina?

        Otro de los motivos por el cual algunos padres queremos que nuestros hijos hagan deberes es que pensamos que de no hacerlos, desconectarán tanto de la actividad académica que en septiembre les resultará muy difícil volver a la rutina.

        «Personalmente, a mí también me cuesta más volver a la rutina después de las vacaciones. Es decir, esto nos pasa a todos, no solo a los niños. Pero es que es necesario romper con la rutina, hacer cosas totalmente distintas a las que hacemos durante el año», nos cuenta Guerrero.

        Y Nogales nos hace una comparación para que reflexionemos: «¿Os imagináis que nuestro jefe nos dijera que nos llevemos trabajo en vacaciones porque de no hacerlo a la vuelta se nos habrá olvidado hacerlo o nos costará más volver a la rutina? Nadie vería esto normal, pues lo mismo pasa con los niños. Necesitan parar, desconectar, olvidarse de las obligaciones».

        ¿Hay excepciones?

        ¿Deberes no? ¿Tampoco con niños que han suspendido o que necesitan reforzar porque han aprobado muy justos?

        «No soy partidario de que los niños que van flojos aprendan las cosas por imposición y fuera del aula, es decir, si un alumno termina el curso cogido con pinzas, no me parece bien que tenga que ponerse al día haciendo cuadernillos. El aprendizaje debe generarse dentro del aula».

        Si un alumno termina el curso cogido con pinzas, no me parece bien que tenga que ponerse al día haciendo cuadernillos. El aprendizaje debe generarse dentro del aula».

        Francesc Nogales – Docente

        Además, apunta Guerrero: «Los que van «flojitos» en clase porque les cuesta más, seguramente han hecho un esfuerzo más grande que los que han sacado muy buenas notas. Todos merecen descansar, hayan sacado sobresalientes, notables o vayan justos».

        Álava sigue insistiendo en el juego como herramienta educativa: «Si tiene dificultades específicas en un área, por ejemplo, cálculo matemático, podemos trabajarlo, pero de una forma diferente a cómo se hace en el colegio. El juego tiene un potencial impresionante de aprendizaje. En verano es una oportunidad maravillosa para utilizarlo. ¿Y si nos acompaña a la compra y va sumando los precios de lo que echamos al carro? Hay muchas formas de hacer cálculo más entretenidas que a través de un cuadernillo».

        Amaya de Miguel, fundadora de ‘Relájate y educa’, nos lanza a través de sus redes sociales un reto: «Si los deberes en tu colegio son optativos, sé valiente y deja que tus hijos no los hagan». ¿Qué opinas? ¿Aceptas el reto?

        FUENTE: elperiodicodearagon.com