Alerta: nuestra salud mental se tambalea, y los diferentes síntomas de la ansiedad han pasado formar parte de la vida de muchos, sobre todo de los jóvenes.
La salud mental es sentir que tenemos las suficientes capacidades para poder resolver con éxito las situaciones de nuestro día a día». Esta es la definición que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que nos recuerda la psicóloga Silvia Álava, con la que hablamos para dilucidar qué nos está pasando para que la salud mental preocupe a los españoles, en una escala de 0 a 10, un 6,8. Una proporción que sube hasta el 7,1 si miramos las respuestas de las mujeres y, atención, al 7,8 cuando son los jóvenes de 18 a 29 años quienes miran en su interior.
¿Qué está ocurriendo para que se den estas cifras? Que somos conscientes de que nuestra salud emocional no pasa en estos momentos por un estado óptimo, pues la valoramos en 6,7 sobre 10. Y otra vez es el dato de los jóvenes el más preocupante: dan a su salud mental únicamente un aprobado (5,9).
Más de 7 de cada 10 españoles ha tenido síntomas de ansiedad
ENTRE LAS MUJERES LA CIFRA SUBE HASTA EL 77,2% Y ENTRE LAS PERSONAS DE 30 A 44 AÑOS, AL 81,3%
Un problema entre los más jóvenes
«Estamos viendo el incremento de problemas de trastorno del estado de ánimo e incluso de ideación suicida en esta franja de edad», afirma Silvia Álava, a quien preguntamos las posibles causas. Advierte con cautela que «lo primero que tenemos que saber es que resulta necesario siempre un análisis pormenorizado de cada caso, porque se trata de hacer una especie de traje a medida, de ver exactamente qué es lo que le está ocurriendo a cada persona y elaborar un análisis funcional correcto».
Hecha esta puntualización, y considerando las cifras «a nivel macro», la experta vuelve a la definición que hace la OMS de salud mental: suficientes capacidades para resolver con éxito las situaciones de nuestro día a día. «¿Y qué es lo que nos está ocurriendo?», prosigue. «Que esas situaciones han incrementado en dificultad: dos años de pandemia que han pasado factura a nivel emocional, la inflación, la inseguridad, la inestabilidad… La gente joven debe ser capaz de sentir que tiene esas capacidades en un ambiente muy difícil, viendo que muchas veces no consigue el trabajo que le gustaría o que el sueldo no le llega. Y eso puede llegar a ser muy frustrante».
Silvia Álava da un paso más y se cuestiona si les hemos dado, si alguien nos ha dado, esas capacidades, esas herramientas necesarias para enfrentarnos al día a día: «¿Realmente alguna vez nos han enseñado, por ejemplo, cuáles son las emociones que estamos sintiendo? ¿Por qué me siento en un determinado momento como me siento? ¿Cómo puedo manejar todo esto que me está ocurriendo? Por eso es tan importante implementar programas de educación socio-emocional en los colegios».
Avance de la ansiedad
Volviendo a los datos, la encuesta arroja otras cifras alarmantes, como que más de 7 de cada 10 personas ha tenido alguna vez síntomas de ansiedad –las mujeres un 77,2%; los hombres un 65,6%-, y los jóvenes de 18 a 29 años un 77,4%, y los de 30 a 44, el 81,3%. El síntoma que más se identifica con la ansiedad es el nerviosismo, que afecta al 78% de quien afirman haberla padecido.
El 78% ha padecido alguna vez nerviosismo, uno de los síntomas de la ansiedad
EL 53,5%, AUMENTO DEL RITMO CARDIACO; EL 47,4%, CANSANCIO; EL 46,5%, RESPIRACIÓN ACELERADA
¿Qué provoca que tantos estemos al borde de un ataque de nervios? La familia surge en primer lugar (la nombra el 54,1%). ¿Afecta el uso de las redes sociales? Sí para cada 7 de cada 10 personas, y para más de 8 si hablamos de los jóvenes.
Visitas al psicólogo
Para paliarlo, el 34,8% de los encuestados ha acudido al psicólogo en alguna ocasión en busca de ayuda. De ellas, 6 de cada 10 lo hace al menos una vez al mes. Mientras el 71,3% de los entrevistados cree que consultarlo es muy útil o bastante útil, la nota que les ponen los que lo han hecho baja hasta el 6,5 sobre 10.
Los jóvenes de 18 a 29 años son los que más acuden al psicólogo
EL 34,8% DE LA POBLACIÓN HA IDO AL GUNA VEZ EN SU VIDA; EL 63,8%, NUNCA
Eso sí, se ha roto un tabú y solo el 20,3% cree que ir al psicólogo podría suponer un estigma. Es más, 6 de cada 10 se lo contaría a sus superiores. Pero, para que eso sea una realidad, la Seguridad Social debería aumentar los recursos para la asistencia psicológica según el 92%.
* Población: de 18 años en adelante. Ámbito: España. Técnica de recogida de información: a través del panel Sigma Dos by Trust Survey. Metodología mixta telefónica (CATI)/on line (CAWI)/RRSS. Cuestionario: estructurado. Fecha de campo: 12 al 13 de enero de 2023. Muestra: 1.140 entrevistas. La muestra permite trabajar con un margen de error de +3% para datos globales, con un nivel de confianza de 95% y el caso más desfavorable de variables dictómicas con dos categorías igualmente probables (p=q=0,5).
Que no se nos note
LOOLA PÉREZ
Es evidente que la visibilidad social sobre los problemas de salud mental ha aumentado tras la pandemia. No estamos hechos para poder con todo y tampoco para poder con ello solos. Querer no es siempre poder y la actitud no resulta suficiente para aliviar el dolor. Nos deshumanizamos cada vez que medicamos nuestro sufrimiento para hacerlo compatible con los ritmos del mercado o para encajar en esa imagen cool que nos venden las redes sociales.
No es que queramos estar bien, es que queremos que no se note que hemos tocado fondo. Pero estar bien no es una decisión personal. Como exponen Eva Illouz y Edgar Cabanas en su libro ‘Happycracia’ (Paidós, 2019), practicar el optimismo evadiendo todo contexto social no hará a nadie más feliz.
Las claves no están en los libros de autoayuda o en las charlas motivacionales: el éxito y la salud mental no caben en la receta mágica del gurú de turno. Lo que puede inspirarnos no debería nunca sustituir la atención profesional. ¿Por qué muchos se decantan por seguir los consejos y patrañas de esta cultura de la felicidad cuando necesitan el cuidado de los profesionales?
Ir a terapia se ha convertido en un privilegio. El colapso de los servicios de salud mental en el sistema público ha incentivado no solo el auge del sector privado, también la búsqueda de soluciones más accesibles, crédulas e inmediatas. La inversión en la prevención y la promoción de la salud mental no solo es escasa, también deficiente. El modelo biomédico resulta insuficiente.
No creo que quienes confían en la cultura de la felicidad lo hagan simplemente por cuestiones económicas o por un rechazo unánime a la medicalización. El estigma y autoestigma con respecto a los trastornos continúa a la orden del día. Aunque el tabú ha comenzado a romperse, hay que seguir insistiendo: ningún malestar se soluciona poniéndole una mordaza ni bajo las directrices morales del positivismo tóxico.
FUENTE: YoDona