La diferencias de percepción de desigualdad de género en las niñas comienzan a los seis años. Colaboración con EFE Salud

Por Javier Tovar

Entre los 0 y 5 años no hay visos de percepción de desigualdad por género entre niñas y niños. Sin embargo, a partir de los 6 años, comienza a producirse. La psicóloga Silvia Álava subraya esta circunstancia en una entrevista con EFEsalud donde repasa los riesgos de las redes sociales en relación con el feminismo, y alerta sobre el mito del amor romántico y lo que significan los celos.

La psicóloga Silvia Álava, doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y directora del Área Infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, analiza en primer lugar cuando comienza la desigualdad en la percepción de género entre niñas y niños. Se acerca al feminismo desde la psicología.

“La literatura científica y la evidencia científica habla de las diferencias de género, pero también de las similitudes, que son muchas”, inicia su planteamiento.

“No hay diferencias de inteligencia entre mujeres y hombres, pero en el tipo de educación si se observan diferencias, en el papel que desempeñan, por ejemplo, los juguetes, los disfraces, la ropa… la tendencia es el rol de la cuidadora en la mujer, y del abastecedor de la economía familiar, el hombre”, expone.

La frontera de los seis años

Silvia Álava
La psicóloga Silvia Álava/ Foto cedida

La psicóloga se apoya en estudios que demuestran que cuando niñas y niños son pequeños, no se observan diferencias, pero “a partir de los seis años, las niñas muestran un menor autoconcepto de sí mismas, se da una mayor participación de los chicos en tareas vinculadas a la inteligencia, y las chicas dudan de su capacidad. Esto empieza a partir de los 6 años”.

Los resultados de los exámenes no muestran ni mucho menos superioridad de los niños en matemáticas, pero las carreras de Ciencias acaban contabilizando menos chicas.

“Los niños -precisa Silvia Álava para mostrar reacciones diferentes de género- si fallan en un examen culpan al profesor porque les tiene manía, o a la mala suerte, o la dificultad de la prueba, mientras las niñas piensan que quienes fallan son ellas. No se puede generalizar de manera total, ni mucho menos, pero esta es una tendencia general clara”.

En las guarderías y escuelas infantiles hay muchas más profesoras que profesores; en primaria, empieza a haber profesores; en el instituto, se iguala; y en la universidad, solo el 20 por ciento son catedráticas, expone la experta.

Su conclusión es clara: “A medida que se asciende en el nivel de dificultad y responsabilidad establecidos socialmente, la mujer va desapareciendo, y en los niveles considerados más bajos, hay más. Todavía no hemos llegado a un trasvase equitativo de mujeres en roles tradicionales de hombres y de hombres en roles tradicionales de mujeres. Falta muchísimo por andar. Mujeres directivas en el Ibex 35 hay poquísimas”.

Silvia Álava no cree que el machismo se esté rearmando, ni que la igualdad esté retrocediendo, pero si lanza un aviso en relación con informes recientes de este mismo mes de julio: “Es alarmante que en pleno siglo XXI haya adolescentes que, por ejemplo, validen conductas de control sobre su pareja, control del móvil o la ropa. Es un riesgo para la sociedad que jóvenes de 14 o 15 años establezcan estas conductas”.

Informes como el Barómetro Juventud y Género 2019 del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, de la Fundación Ayuda contra la Drogadicción (FAD), presentado hace dos semanas, señala que hay más mujeres con conciencia feminista, y también hombres, pero permanecen ideas y patrones machistas, tanto en chicos como en chicas.

Amor romántico, dependencia emocional y celos

Álava no duda en poner de manifiesto con claridad los elementos negativos que tienen tanto el amor romántico como la dependencia emocional y los celos. No ve nada bueno en ello.

“Hay que tener cuidado con el amor romántico. La idea de la media naranja y de que uno es incompleto y tiene que encontrar la otra parte para alcanzar la plenitud es muy peligrosa y perjudicial. Todos somos naranjas completas, todos venimos completos de serie; podemos encontrar una persona con quien estemos especialmente bien, pero no porque seamos incompletos y necesitemos la otra mitad. No, en absoluto”, afirma.

“El tópico dice que el amor lo puede todo, lo cambia todo. El amor es bonito y poderoso, pero ni puede todo ni cura todo”, añade.

La psicóloga prosigue analizando apego, dependencia emocional y celos: “El apego hay que distinguirlo de la dependencia emocional. Las relaciones de dependencia son peligrosas y pueden activar relaciones tóxicas que, a su vez, pueden desembocar en celos”.

celos pasado
Viñeta humorística sobre el comportamiento del celoso retrospectivo/EFE/Cedida por José María Martínez Selva

¿Tienen algo bueno los celos?, preguntamos a la experta.

“No, es el mito a desterrar, más en los adolescentes, cuidado con las conductas de control -insiste- porque se puede llegar a pensar que los celos tienen una parte positiva, aquella de que me quieres mucho, y, en absoluto. Los celos no tienen una parte positiva. El celoso cree tender derecho a algo de la otra persona que no tiene, y se frustra, enfada y siente celos, que no tienen nada ni de positivo, ni de romántico, ni de bueno. En una relación sana y libre, sin dependencias ni toxicidades, los celos no tienen cabida”.

Redes sociales, feminismo y amor

Silvia Álava también opina sobre este asunto: “En las redes sociales están todas las posturas, y muy polarizadas, desde la defensa del feminismo hasta la defensa del machismo. Insisto una vez más con el tema del control desde las redes, su efecto puede resultar muy negativo”.

Y advierte: “Cuidado con las letras de algunas canciones o series televisivas. Hay letras de canciones actuales que cosifican a la mujer, y corremos el riesgo de que se normalicen pautas en la relación que son muy negativas. También en algunas series de televisión se cosifica a la mujer y se legitiman a veces los celos, las relaciones tóxicas y tormentosas, que se muestran para dar continuidad a las tramas, pero que son patológicas, con emociones extremas, tanto cuando se está bien como cuando se está mal”.

La psicóloga defiende fomentar el sentido crítico desde las series, las músicas y sus letras, y también los valores.

FUENTE: EFE Salud

La preadolescencia, una edad olvidada por la televisión. Colaboración con el diario El País

La oferta para ver series y programas es cada vez mayor para todos los públicos, pero los contenidos destinados a jóvenes entre 10 y 14 años escasean.

Álvaro P. Ruiz de Elvira Twitter

En televisión, hay una división clara: está el público infantil y el adulto. Entre medias, hay un espacio un poco más vago que se puede calificar como familiar. Lo que venga antes de la adolescencia es una dimensión desconocida. Hay productos para los adolescentes en la parrilla y plataformas actuales, la mayoría dibujos animados, pero no parece haber una oferta general que la englobe como ocurre con la infantil. Cada año parece haber más sitios donde encontrar contenidos, y se va asentando el cambio de hábitos con los dispositivos móviles, lo que complica la supervisión de los padres sobre el contenido que ven sus hijos en una época de maduración diferente para cada niño.

¿Qué debería ver un niño preadolescente? La franja entre los 10 y los 14 años tiene demasiadas variables para determinar qué tipo de programas y series están destinados a estos niños, pese a que las plataformas y canales tienen avisos de recomendación de edad al principio de los capítulos. “Con la preadolescencia y la adolescencia nos encontramos desde niños que tienen conductas muy infantiles que todavía disfrutan viendo dibujos, a otros que van más avanzados y que lo que quieren ver son cosas de mayores”, apunta la especialista en psicología educativa Silvia Álava.

“Hace unos años, los padres sabían qué veían sus hijos. Actualmente, al tratarse de una televisión a la carta y por el cambio de hábito de ver la televisión en solitario y no en familia, los adultos escogen su programación y los hijos, otra”, explica Rebeca Díez Somavilla, profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Politécnica de Valencia. Más del 40% de los niños españoles ve contenidos en dispositivos móviles u ordenadores, según un estudio de finales de 2018 de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación sobre hábitos televisivos de niños entre 6 y 13 años. Un análisis que determina que en esta franja los niños pasan casi cinco horas frente a algún tipo de pantalla.

“La preadolescencia está cambiando de edad. Parece que hasta los 12 años hay una programación infantil, que tiene sus canales contenedores y que tienen también las plataformas, pero no hay una oferta para los preadolescentes. Entre los 11 y los 16 años no hay una programación específica. La infantil se les queda muy ridícula. Como no tienen ese intermedio, pasan a consumir productos que en principio son para adultos. Ocurre lo mismo con las películas, como con Marvel, que tienen una violencia tremenda. Es a lo que nos hemos acostumbrado”, dice Díez Somavilla.

Existen canales infantiles en abierto como Clan, Boing o Disney Channel que tienen programas juveniles bien detectables (División 0, Gumball y Entre hermanos, respectivamente, son buenos ejemplos). En las plataformas, el repaso es más complicado. En su cuenta normal, no la dedicada a público infantil, Netflix tiene una docena de etiquetas para series juveniles, pero en la búsqueda de ficciones los resultados incluyen también productos más de adolescentes y adultos como Élite o La casa de papel. En contenidos para adolescentes la plataforma sí que destaca por la ingente cantidad de ficciones que ofrece.

Control parental

En HBO España se pueden encontrar series como H2O: Las sirenas de Mako, Los Thunderman, Henry Danger o la sensación francesa de animación Código Lyoko. En Filmin se pueden recuperar para preadolescentes clásicos como Érase una vez el hombre. Amazon Prime Video sí que trata de nutrir con programación propia el espectro preadolescente con ficciones como Dino Dana, Just Add Magic, Gortimer Gibbon o The Kicks. Todas las plataformas incluyen un sistema de control parental para impedir que el usuario pase de la cuenta infantil a la normal.

“El principal cambio es que dedicamos menos tiempo a ver la televisión en familia, por lo que el miedo a la elección que puedan hacer los hijos se acrecienta”, expone la profesora de comunicación. “Te puedes dejar llevar bien por el código que tienen las series de edad recomendada, pero hay que sentarse y ver al lo menos un capítulo con ellos y hablar del tema de lo que se esté viendo, así se puede decidir si es para su edad o no”, añade Álava.

La psicóloga también apunta a que se debe estimar si las series que se ven con los hijos fomentan los valores que se quieren tener en la familia y en el proceso de educación. “Educar no es ir al colegio o elegir qué instituto es bueno. Educar no es aprender un determinado examen o sacar una determinada nota. Todos educamos. También a través del modelo de los dibujos y series que ven nuestros hijos”, finaliza.

Ver series de adultos con los hijos

«Al igual que a los adultos nos pasó con el cine, las series actualmente sirven para introducir a los preadolescentes y adolescentes en una cultura audiovisual de más calidad», comenta Díez Somavilla. La experta habla de ficciones como La maravillosa señora Maisel («se puede compartir en familia como conocimiento de la situación social de la mujer en los años 50 y 60»), This is Us («el paralelismo de la vida familia de los años 70 con la actual»), Buenos presagios («por la temática de la lucha entre el bien y mal, además de la ironía») o incluso Black Mirror («en muchas ocasiones se trabaja la temática general de cómo la tecnología puede cambiar o alterar nuestras vidas en aulas de la ESO»).

FUENTE: Diario El País

El debate continúa: vacaciones de verano ¿con o sin deberes? Colaboración con YoDona

  • Por MARISA DEL BOSQUE

¿Cuánto tiempo deberían emplear los niños en hacer los deberes?

Inmersos ya en plenas vacaciones escolares, llega la hora de preguntarse: ¿qué hacer con la larga lista de actividades que recomiendan en muchos colegios? La respuesta no es fácil y oscila entre un amplio abanico de posibilidades que van desde obligar a los niños con mano firme a relajar la exigencia y liberarles de toda responsabilidad contraviniendo las indicaciones de los profesores que intentan que los chicos no pierdan el hábito durante los meses de parón.

¿Qué es lo mejor? Pilu Hernández Dopico, reconocida maestra y preparadora de oposiciones, rechaza tajante el argumento del ‘hábito’ para defender ese trabajo extra en vacaciones. «Cuando hay un cumpleaños, compramos un regalo, comemos tarta y no por eso lo hacemos todos los días», dice. «Cuando llueve el niño sabe que tiene que ponerse una ropa determinada y coger un paraguas. ¿Hacemos que lo coja todos los días para que no pierda el hábito? No, porque no es necesario. Con los deberes ocurre lo mismo», concluye.

En este sentido, la maestra rechaza de forma contundente los deberes. «¿Acaso los adultos en vacaciones estamos dos horas haciendo cosas de nuestros trabajos para no olvidarnos?», se pregunta, «es mucho mejor que los niños lean por placer, lo que sea, pero que lean. Y que jueguen a ensuciarse, a mojarse y a caerse con sus padres, hermanos, primos y amigos». Así, Dopico elabora su particular lista de deberes: «Sueña despierto, quiérete y mímate, ayuda a los demás, saluda al entrar y despídete al salir, lee, escribe, salta en los charcos, báñate bajo la lluvia, aprende a escuchar, anda descalzo por la hierba, juega con globos de agua, acaba lo que empiezas y comparte».

Sin embargo, los deberes escolares ordinarios también tienen sus defensores, generalmente profesores que entre sus virtudes destacan que «mejoran la autodisciplina, la organización del tiempo, generan curiosidad y favorecen el desarrollo de atributos personales positivos en los niños», tal y como se recoge en un informe sobre sus pros y sus contras elaborado por la Xunta de Galicia.

Así las cosas, el debate lejos de cerrarse continúa muy vivo. Y los argumentos a favor o en contra parecen bastante distantes entre sí. «Desde mi propia experiencia como madre, y lo confirman luego los profesores, se nota mucho cuando un niño ha estado reforzando los conocimientos en casa y cuando no. En el último caso, tardan en arrancar a principio de curso, van más lentos, tienen que volver atrás en temas que ya tenían dominados y se les hace más cuesta arriba el inicio del ciclo escolar que a los que estuvieron practicando y reforzando lo aprendido el año anterior», afirma Katy Gutiérrez Herrera, madre, psicóloga, monitora de tiempo libre y autora del blog De orugas y mariposas. En su opinión, las ventajas de los deberes son claras: «Los niños afianzan lo aprendido en el curso anterior, adquieren responsabilidades y una rutina sana, y aprenden a distribuir su tiempo porque entienden que no les da para todo».

En esta línea se encuentra la especialista en Psicología Educativa y Psicología Clínica y de la Salud Silvia Álava, quien asegura que «el cerebro no entiende de vacaciones, le da igual que sea lunes, domingo, verano o invierno, lo que quiere decir que los niños siguen aprendiendo durante estos meses». No obstante, asegura que esto no tiene por qué suponer un sufrimiento, también se puede hacer de manera entretenida. «Tenemos que dejar de pensar en los deberes tradicionales: fichas, cuadernos…», dice Silvia Álava. «Es una época en la que podemos aprovechar para aprender de manera mucho más lúdica, jugando. Por ejemplo, utilizando los ratos en familia para hacer juegos de mesa en los que practicar la atención sostenida, el seguimiento de reglas, sumas y restas jugando a las cartas o a las tiendas para que tengan que darnos el cambio correcto… Se trata de hacer otro tipo de ejercicios con los que va a ser divertido aprender», afirma.

En esto coincide también Katy Gutiérrez: «Hay aplicaciones para las tablets muy buenas para repasar, y otras alternativas que refuerzan el aprendizaje, por ejemplo escribir un diario ilustrado de su día a día durante las vacaciones, realizar experimentos científicos caseros que refuercen lo aprendido en la teoría durante el curso, aprovechar momentos de juego para asentar conceptos como sumar o multiplicar, visitar museos… y leer y leer». En este punto, la lectura, insisten también hasta los férreos detractores de los deberes. «Pero deben hacerlo por placer, no como una obligación, y para eso tienen que ver a sus padres leyendo», puntualiza Silvia Álava.

Una cuestión de tiempos

Incluso para los defensores de los deberes, hacerlos o no depende mucho de la edad del niño y de la etapa escolar que esté cursando. Así, cuando están «en proceso de aprender, es decir, primero y segundo de Primaria, deben afianzar la lectoescritura y leer un poquito en verano sí que es necesario, porque ese proceso tiene que quedar completamente automatizado», asegura Silvia Álava. «Sucede igual con el cálculo o con las tablas de multiplicar. En esos cursos está justificado seguir trabajando todos esos conceptos en verano. Los niños más pequeños, los de Infantil, realmente no tendrían que hacer nada, y si hablamos de Secundaria los deberes tampoco tienen tanto sentido ya que la parte de contenidos queda terminada a lo largo del curso. No obstante, esto cambia si existen dificultades específicas de aprendizaje o los profesores nos explican la necesidad de reforzar un área determinada. Un buen criterio es respetar el del profesor: si nos dice que hay presentar una serie de trabajos a la vuelta del verano, tendremos que hacerlo», concluye Silvia Álava.

Y ya puestos a hincar codos, ¿cuánto tiempo debemos dedicar? En esto sí parece haber acuerdo: «Entre 20 minutos y una hora, de lunes a viernes, en función de la edad y de la capacidad de concentración del niño; lo importante es que no le parezca que dedica toda una mañana», dice Katy Gutiérrez.

Por su parte, Silvia Álava introduce un término más en la ecuación: «No debería ser mucho tiempo, pero sí que hay que tener muy en cuenta la hora a la que se hacen. Lo ideal es por la mañana, después de desayunar, de tal forma que primero terminamos lo que debemos hacer para luego ya tener todo el día libre para disfrutar. Se trata de enseñar a los niños que tenemos que cumplir con nuestras obligaciones para luego disfrutar de nuestros derechos (bajar a la piscina, a la playa, jugar…). Los niños pequeños, de seis a ocho años, no deben dedicar más de 25 minutos, si hay alguno mayor con dificultades de aprendizaje puede alargarse hasta una hora, nunca más», concluye Silvia.

FUENTE: elmundo.es

Los jóvenes y el feminismo. Participación en La Linterna, de la cadena COPE

Hay más jóvenes españoles que se declaran feministas pero aumentan algunas conductas contrarias como por ejemplo, espiar el móvil.

Es una de las conclusiones del Barómetro Juventud y Género de la FAD, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Una encuesta que nos deja otro dato para reflexionar: la mitad de los jóvenes cree que la situación de las mujeres es mucho peor que la de los hombres en materia de salarios pero el 45% de los chicos considera que el trabajo de las madres fuera del hogar puede resentir la vida familiar más que el de los padres. Conclusiones que nos ha llevado a preguntarnos: ¿los jóvenes españoles presumen de ser más feministas porque está de moda o porque realmente lo piensan? ¿hay un retroceso en algunas conductas? ¿cómo influyen las nuevas tecnologías en estos comportamientos? ¿cuáles son los ciberdelitos sexuales más habituales y cómo se combaten? Es el tema del día de este martes: jóvenes y feminismo. Para hablar de jóvenes lo hacemos con la profesora Carmen Guaita.

Eulalia Alemany, es directora técnica de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción y aprovechamos para charlar con ella acerca de estos datos que arroja el informe. El barómetro de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción nos deja una de cal y una de arena. Hay más jóvenes que se declaran feministas, pero aumentan conductas que parecen sacadas de una película romántica del siglo pasado. Vamos a analizar ahora en nuestro TEMA DEL DÍA cómo se relacionan nuestros jóvenes con Silvia Álava, psicóloga Infantil y Juvenil.

Esto ocurrió en Asturias hace solo unos meses. 20 chicas de entre 14 y 17 años, de dos colegios de Avilés fueron víctimas de la difusión de fotografías íntimas. Ellas mismas compartieron con algunos de sus compañeros fotos íntimas, semidesnudas por Whatsapp. Y estos estudiantes comprimieron todas las fotos en un archivo y las difundieron. Algunas de las menores comunicaron a sus familias lo que estaba sucediendo y fueron a denunciarlo, pero el daño ya estaba hecho. Las chicas ponen el foco en uno o dos menores, compañeros, que fueron los que se encargaron de conseguir las fotos para luego compartirlas entre sus compañeros.

Te puedes imaginar que el caso ha provocado muchísima alarma y preocupación sobre todo por dos motivos: el elevado número de chicas afectadas y la facilidad con la que compartieron imágenes íntimas.

Las redes sociales pueden ser un medio bastante útil para comunicarse con tus conocidos PERO… si no se hace un buen uso, pueden ser muy dañinas y peligrosas… Lo saben muy bien en el Instituto Nacional de Ciberseguridad, el INCIBE. Manuel Ransán, es coordinador en el área de menores de este organismo y nos explica los riesgos en los que pueden caer los jóvenes en las redes sociales.

Seguro que recuerdas esta noticia. Un hombre de 39 años es detenido tras secuestrar durante 24 horas a una menor de 13 con la que había contactado por Internet cinco meses atrás. Ocurrió el pasado mes de noviembre en Madrid. El agresor primero le dijo a la pequeña que tenía 17 años, luego 26 y finalmente su edad real, 39. Lo hizo el día que se dirigía a su casa para recogerla.

Cerramos este TEMA DEL DÍA sobre los jóvenes y el feminismo adentrándonos en la lucha contra los abusos a menores que realizan en la Brigada de Investigación Tecnológica de la POLICÍA NACIONAL. Eduardo Casas, es miembro de esta unidad y está especializado en delitos sexuales contra menores. Advierte de los peligros que hay en la red.

¿Sabías que es fundamental estar bien hidratado durante tu jornada laboral?

Con estos días de calor es fundamental mantener una buena hidratación, pero también en nuestro puesto de trabajo, ya que nuestra memoria y concentración empeorarán por la falta de líquidos. No te pierdas esta vídeo donde lo explicamos:

El Baile como medio para subir nuestro estado de ánimo! En Saber Vivir

Baile de Saber Vivir

No se nos ocurría mejor manera de despedir la temporada que con la coreografía del programa. Se le ha ocurrido a nuestra profesora de baile Helen Canadell, y nos la ha enseñado con cierto esfuerzo a Marta, Miriam y a mí.

Y es que es importante bailar para subir nuestro estado de ánimo! Nuestra energía aumenta y además generamos emociones positivas.

Que no te dé vergüenza, lo importante no es tanto el resultado como pasarlo bien! y sino te lo crees… mira el vídeo! jajajaja

Con los hijos, sentido común y esfuerzo para el verano. Colaboración Educando que es gerundio, de Plaza Radio

Os contamos una serie de pautas para la familia de cara a mantener el orden en las vacaciones.

En pleno verano nos adentramos en los retos que se presentan durante estas fechas en lo que hace referencia a la educación de los más pequeños. En esta entrega de ‘Educando que es gerundio’ tratamos sobre si pueden los progenitores ser más flexibles con los horarios de las comidas, cenas y demás, y hasta qué punto. 

Hablamos, sobre todo, de cómo usar ese regalo que es pasar más tiempo con los hijos. 

Pautas y consejos para disfrutar sin perder el norte:

¿Cómo mejorar nuestro sentido del humor? en Saber Vivir de La2

Tener un buen sentido del humor es fundamental para ser felices.

La risa tiene beneficios tanto a nivel físico como psíquico: hace que disminuya la sensación de dolor y otras molestias, nos relajamos, aprendemos a relativizar… Y por eso en el programa Saber Vivir nos va a enseñar cómo podemos mejorarlo.

Pros y contras de llevar a los hijos con los abuelos o de campamento. Colaboración con el diario ABC

Laura Peraita@Pros y contras de llevar a los hijos con los abuelos o de campamento. Colaboración con el diario ABC

Las vacaciones escolares ya están aquí. Los niños están dispuestos a disfrutar de un merecido descanso después del esfuerzo realizado durante el curso. Sin embargo, muchos padres, inmersos en su rutina laboral, se encuentran con la incertidumbre de qué hacer con sus hijos mientras están en el trabajo: ¿Dejarles con los abuelos?, ¿apuntarles a un campamento?, ¿pagar a una “canguro” que les cuide en casa? ¿Dividirse los padres los días libres por lo que no podrán disfrutar de tiempo todos juntos en familia?… El dilema está servido.

Lo cierto es que el tema económico suele tener bastante peso a la hora de decidir porque no todas las familias pueden costear actividades de ocio o deporte durante varias semanas.

No obstante, Francisco Muñoz, presidente de la Asociación de Abuelas y Abuelos de España, matiza que los hijos deben tener en cuenta que «las personas mayores, aunque estemos jubiladas tenemos muchas cosas que hacer a diario y que el cuidado de los nietos no debe ser considerado como una obligación nuestra. La única obligación es el cariño».

Explica que cuando hay una urgencia o necesidad «dejamos todo y salimos corriendo para atender a los nietos, pero no se puede disponer de nuestro tiempo sin contar con nuestros intereses y ocupaciones. Lo ideal es hablarlo, negociar, que no lo den por sentado, y que las dos partes estemos de acuerdo y entendamos las necesidades del otro».

Uno de los problemas que añade es que muchos hijos dejan a los nietos bajo la excusa de que así los abuelos están entretenidos, hacen ejercicio… «Y no les falta razón. Nos encanta estar con los niños, pero también exige un gran esfuerzo, sobre todo para aquellos que no están en plenas condiciones físicas porque lo primero que dicen los pequeños al llegar a nuestras casas es “abuelo, ¿a qué jugamos?”».

Condiciones físicas

Aún así, apunta que «no cabe duda de que somos también un gran apoyo para aquellos hijos que pasan por dificultades económicas y que, además, somos personas que fomentamos mucho los valores como la honradez, el respeto, el esfuerzo, la entrega…».

Al margen de la cuestión económica, y respetando las condiciones físicas de los mayores, Silvia Álava Sordo, psicóloga del Centro de Psicología Álava Reyes y autora, entre otros, del libro «Queremos hijos felices», apunta que «no hay ninguna norma escrita» respecto a quién cuida de los pequeños, y depende más de los intereses del niño y posibilidades de los padres.

Pese a todo, esta experta defiende la idea de que los menores puedan pasar estos días con los abuelos, ya que, en muchos casos, tienen una residencia en un pueblo o en la playa. «De esta forma, los niños pueden estar al aire libre, relacionarse con otros amiguitos de su edad, montar en bici, hacer caminatas y disfrutar de las posibilidades que ofrece la naturaleza».

Encerrados en casa

En el caso de que los abuelos estén en la ciudad, Silvia Álava reconoce que la idea no resulta tan atractiva, «puesto que es más probable que los pequeños pasen más tiempo encerrados en casa, lo que reduce sus posibilidades de relacionarse con otros niños y favorezca que se enganchen a las pantallas para matar el aburrimiento, lo que es muy poco enriquecedor. Los niños necesitan a otros niños, moverse…».

La opción del campamento también se presenta, según esta experta, como una posibilidad muy positiva, «puesto que las actividades, el juego, la interacción con otros niños y la diversión están garantizados». Señala que el tiempo de ocio es muy buena ocasión para las relaciones sociales entre iguales porque «aunque los niños estén guiados por monitores, se encuentran en situaciones en las que deben aprender a negociar a qué jugar, a respetar determinar reglas del juego, turnos… y es una cuestión de convivencia muy provechosa», explica.

Planes para adolescentes

Cuando se trata de hijos adolescentes, Silvia Álava señala que es habitual que al principio renieguen de ir al pueblo o la playa con los abuelos, «pero al final disfrutan y lo agradecen. No obstante, los campamentos también son muy buena opción porque ellos mismos son los que acuerdan con sus amigos apuntarse para ir juntos, lo que les motiva mucho por estar todo el día unos en compañía de otros. Siempre es mejor opción a que se queden en casa solos, se levanten a las 12 y se tumben en el sofá para conectarse con sus amigos a través del móvil», apunta.

Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de Orientación de Brains International School, coincide con Silvia Álava en que la posibilidad de estar con abuelos en aldeas o pueblos es una opción estupenda y que ofrece más posibilidades que cuando viven en grandes urbes.

Mucho más que ocio

Sin embargo, considera que los campamentos ofrecen mucho más que ocio. «Los padres deben ser conscientes de que a los niños que van a campamentos, sobre todo si pernoctan en ellos, se les da la oportunidad de adaptarse al nuevo entorno, desarrollar muchos recursos para establecer relaciones sociales con monitores y niños que no conoce, de organizar su propia higiene, ropa, gestionar su propia autonomía… Habilidades todas ellas que estando con abuelos o con una cuidadora en casa es más difícil que desarrollen. Es decir, los campamentos son un motor de crecimiento personal a todos los niveles».

Esta experta señala que, además, es una excelente ocasión para que los padres, sobre todo los que son muy protectores, asuman que su hijo es capaz de desenvolverse por él mismo y que no les necesita «para todo las 24 horas», como suele ser habitual que piensen. «Y, cómo no, también es una estupenda ocasión para que los padres puedan disfrutar más como pareja».

¿Cómo saber si tu hijo está preparado para ir a un campamento de verano?

Desde el departamento de Orientación de Brains International School recomiendan hacerse la siguientes preguntas:

—¿Tiene interés el niño en ir al campamento?

El mejor indicador es que él muestre entusiasmo en asistir. Si es demasiado pequeño, lo mejor es que vaya a un campamento con un hermano mayor o amigo y empezar por opciones que le permitan dormir en casa.

—¿Respeta las normas en casa?

El pequeño tendrá que seguir las directrices de los monitores para garantizar la seguridad y orden de todos. Si respeta los límites en casa, seguramente también lo hará en el campamento de verano, lo que aporta tranquilidad a los padres.

—¿Le gusta estar solo o relacionarse?

Si prefiere estar solo, quizá sea excesivo que pase un largo periodo de tiempo con otros niños las 24 horas del día. En estos casos la mejor opción es un campamento urbano para que poco a poco desarrolle habilidades sociales.

—¿Se vale por él mismo?

Para quedarse en un campamento debe tener cierto nivel de autonomía, aunque no pasa nada si necesita algo de ayuda que le darán los monitores. No obstante, si no realiza tareas básicas (atarse cordones, recoger su plato…), mejor esperar al próximo año.

—¿Ha dormido ya fuera de casa?

Si ha dormido en casa de un amigo y la experiencia fue positiva es buena señal de que está preparado. Si no es así, es preferible que pruebe antes de ir a un campamento para que sepa lo que es no estar junto a sus padres.

FUENTE: Diario ABC

Cómo superar la depresión. En Saber Vivir

Aunque el verano es por lo general una época de ilusión y alegría, por las vacaciones, el buen tiempo… No es raro que algunas personas se sientan un poco alicaídas.

Es muy importante hacer distinción entre estar triste en momentos puntuales, algo muy normal y que nos pasa a todos, y la depresión, algo más serio y que es necesario superar con ayuda.

No te pierdas los consejos que os traigo junto a Fernando Fabiani para mejorar nuestro estado de ánimo.