Instagram Live con Laura Monge de la Escuela Lemon. Jueves 30 a las 13h hora española
No os perdáis hoy a las 13 horas el Instagram Live que emitiremos junto con Laura Monge y la Escuela Lemon:
No os perdáis hoy a las 13 horas el Instagram Live que emitiremos junto con Laura Monge y la Escuela Lemon:
Llevamos muchos meses de pandemia y esto nos hace sentirnos muy cansados. El verano no ha sido suficiente para «recargar las pilas», el estrés se va acumulando y las ilusiones empiezan a difuminarse, pero dentro de cada día podemos sacar la parte positiva que nos ayude a dejar atrás esta situación de cansancio. Así que ¿Qué hacer para abandonar la sensación de cansancio cuando la pandemia continúa?
No te pierdas los consejos que os damos en este vídeo
¿Cómo afrontar mentalmente las nuevas restricciones aplicadas en España para frenar los contagios?
Debemos «ser realistas» pero a la vez «mantener la ilusión y la esperanza» de que se puedan celebrar, aunque no sean como las de otros años. «El objetivo es celebrar otras Navidades y que estemos todos»,
Debemos centrarnos en las actividades que sí podemos hacer y no en aquellas limitadas, que no es posible desarrollar en estos momentos.
Pincha en la imagen para ver el vídeo:
Esta es una duda que nos preguntan muy frecuentemente en consulta. ¿Qué hacemos ante una rabieta de nuestra hija o hijo?
La respuesta: «depende»… porque nuestra actuación no será la misma si es un niño de dos años, de cuatro o de seis. También dependerá de las circunstancias y del tipo de rabieta que sea.
Un ejemplo:
La mamá de Ana, que tiene 5 años, me contaba que Ana en cuanto algo no salía como ella quería o tenía que esforzarse o pedir algo, en lugar de pedir ayuda o decirlo con un tono de voz normal se dedicaba a lloriquear con el objetivo de que se lo hiciesen. Por eso, una las pautas que pusimos fue explicarle a Ana que con el lloriqueo no la entendían y que tenía que decirlo sin llorar.
¿Cuál fue la respuesta de Ana? Al principio lloriqueaba y gimoteaba más alto, y sus padres le decían Ana, así no te entiendo. En cuanto lo repetía con un tono de voz normal, entonces Ana recibía toda la atención y la ayuda.
La estrategia funcionaba muy bien. Sin embargo, un día a Ana se le cayó un helado recién comprado y se echo a llorar. La estrategia no funcionó ¿porqué? Por que en este caso Ana no lloriqueaba como estrategia de llamada de atención o de bajo control de la frustración, lloraba por su helado y porque no tenía estrategias para solventarlo. En este caso, tendremos que consolar a Ana y si fuese necesario incluso se podría valorar comprar otro helado.
No es lo mismo llorar que lloriquear. Nunca le diremos a un niño NO llores, porque detrás puede haber una emoción que el niño necesita que le ayudemos a gestionar.
5. ¿Qué hacemos después?
Cuidado porque sin queremos muchas veces con nuestra actuación reforzamos conductas inapropiadas en lugar de las que queremos instaurar. Recordar que los niños siempre tienen que tener más atención en positivo que en negativo.
Redes sociales: ¿Tenemos un problema? Las redes sociales nos dan un gran poder, pero ello exige cierta responsabilidad. En ocasiones nos resulta más fácil echarles la culpa de algunos de nuestros problemas, en lugar de pensar en nuestra forma de uso. Planifica el tiempo que pasas en ellas. Cuida y entrena tu autoestima, no te compares…
¿Y para el caso de los niños? Ofrezcámosles alternativas y seamos su modelo para seguir.
Te invitamos a ver el video:
Educar a nuestros hijos no es tarea fácil. En muchas ocasiones nos sacan de quicio y, cuando ocurre, solemos reaccionar con gritos, regañinas y castigos que no suelen resultar muy eficaces. ¿Y si probamos a razonar con ellos y a hacerles entender las consecuencias de sus actos, en lugar de castigarles?
Es lo que propone la disciplina positiva, de la que ha hablado EFEsalud con la psicóloga Silvia Álava,, quien asegura que la clave está en reforzar más lo que hacen bien y alentarles a mejorar cuando lo hacen mal.
Estamos en un restaurante. Nuestro hijo o nuestra hija no para de gritar y correr entre las mesas y, por más que le repetimos que se esté quieto y se porte bien, pasa olímpicamente de nosotros. Incluso notamos que, ante nuestras advertencias, lo hace con mayor intensidad.
Hasta que perdemos la paciencia, le pagamos un grito y le castigamos sentado en la mesa, sin postre o sin ver la tele al llegar a casa.
¿Te suena? Pues es, precisamente, la reacción que debemos evitar si queremos que nuestros hijos aprendan realmente de sus errores y no repitan esas conductas en futuras ocasiones.
La psicóloga Silvia Álava propone en esos casos aplicar la disciplina positiva, una forma de educar a los niños basada en el respeto mutuo, la comunicación y el refuerzo de las conductas positivas.
De eso precisamente trata el libro que ha publicado el Centro de Psicología Álava Reyes, de cuyo área infantil es directora Álava: Seis cuentos para educar en disciplina positiva.
Así lo explica la especialista: “La disciplina positiva se basa en una comunicación respetuosa con los niños -la misma con la que ellos nos tratarán luego a nosotros- y en poner el foco más en las cosas que hacen bien que en las que hacen mal. Cuando tienen un mal comportamiento debemos hacérselo saber y explicarles cuáles van a ser las consecuencias de sus actos, porque tiene que haberlas, pero siempre desde razonamientos lógicos y no desde el castigo”.
Estos, como expone, pueden ser desproporcionados, muy largos en el tiempo o muy difíciles de cumplir, y, muchas veces, acabamos levantándolos.
“Además, el castigo en sí mismo no enseña nada; no le estás explicando la conducta correcta que quieres fomentar en él”, añade.
Aunque, como aclara, eso no significa, en ningún caso, que no haya normas o límites y que puedan hacer lo que quieran.
La psicóloga explica cómo podemos aplicar la disciplina positiva con los siguientes ejemplos:
Caso 1: Es habitual que los niños pequeños a veces insulten, sobre todo cuando son más chiquititos. En ese caso, aplicando la disciplina positiva, habría que decirle: `papá y mamá se ponen tristes cuando les insultas, así que entiende que ahora no nos sintamos bien´. Le estás explicando cuál es la consecuencia de esa acción y, además, que tiene la posibilidad de repararlo. ¿Cómo? En este caso, pidiendo perdón.
Caso 2: Nuestros hijos están jugando y empiezan a pelearse. Podemos decirles `como no sabéis jugar juntos, lo vais a hacer un rato por separado; hasta que estéis preparados para volver a jugar juntos´.
Caso 3: Estamos comiendo en la mesa y nuestro hijo no para de jugar con el vaso. Le repetimos varias veces que lo va a tirar y, al final, lo tira. Ya no sirve de nada el enfado, lo que debemos decirle es: `ahora tienes que recoger lo que has tirado´. Y si eso ocurriese de forma reiterativa durante varias comidas, podemos decirle `vamos a ensayar unos días y vas a comer tú solito hasta que estés preparado para comer con nosotros´.
“Lo que no funciona -apunta Silvia Álava- es que sus actos no tengan ningún tipo de consecuencia, porque entonces no aprenden. Ahora bien, tampoco tiene mucho sentido que les castiguemos con cosas como no jugar; no es coherente con lo que ocurre”.
“En todo momento deben ser consecuencias lógicas, razonables, derivadas de la situación, reveladas con anterioridad y siempre dirigidas a reparar lo que han hecho“, explica la psicóloga.
En este sentido debemos, además, fomentar la autonomía y no caer en la sobreprotección del “te lo hago yo”. De esa manera, cada vez irá haciendo mejor las cosas él solo y podrá tomar consciencia de sus capacidades.
Por otra parte, con las prisas del día a día, y teniendo en cuenta que a los adultos también les cuesta bastante gestionar sus emociones, los niños reciben mucha más atención cuando hacen las cosas mal -en forma de regañinas y castigos- que cuando las hacen bien.
Sin embargo, Álava propone hacer todo lo contrario: “Debemos reforzar más lo que hacen bien y alentarles para que mejoren sus conductas; los niños necesitan escuchar `sé que lo puedes hacer´”, advierte.
La psicóloga celebra que, en medio de una crisis como la que estamos viviendo con la COVID-19, nos estemos dando cuenta de lo necesaria que es la educación emocional.
“Nuestras vidas han cambiado; estamos en standby y no sabemos lo que va a pasar. Necesitamos tolerar la frustración y gestionar la incertidumbre, y nos hemos encontrado con que no sabemos cómo hacerlo”, apunta.
Ahora, como explica, nos damos cuenta de que hemos puesto siempre el foco de la educación en áreas mucho más centradas en los conocimientos y nos hemos olvidado de esa parte emocional tan necesaria.
“Si tuviéramos estrategias emocionales para potenciar nuestras emociones agradables y saber regular las desagradables, nos iría mejor. Sin ir más lejos a la hora de gestionar esta pandemia”, subraya Álava.
Eso, además, es fundamental enseñárselo a los niños desde la heterorregulación; ellos no saben regular sus emociones cuando son pequeños y tienen que hacerlo a través de la figura de los padres.
Por eso, si nosotros a la primera de cambio nos ponemos a dar gritos y a montar broncas, no les estamos enseñando la forma correcta de gestionar esa emoción.
La COVID-19, indudablemente, afectará a los niños, que no pueden compartir, relacionarse con normalidad ni expresar sus emociones a través del contacto físico con sus iguales, como hacían hasta ahora.
“Por eso insistíamos tanto en que tenían que volver al colegio, aunque no se puedan tocar. El mundo es un sitio muy complejo con unas normas sociales especialmente complicadas. El hecho de que los niños estén en contacto con los demás les ayuda a ir interiorizándolas”, destaca la directora del área infantil del centro Álava Reyes.
De la misma manera, ahora tienen que entender que hasta marzo era importante compartir pero ahora, como está el virus, no podemos hacerlo, igual que tampoco podemos coger las cosas de los demás.
Lo importante para que lo entiendan es, como afirma Álava, que los niños lo vayan trabajando y entendiendo desde la lógica con un razonamiento adaptado siempre a su edad y al desarrollo cognitivo que tienen en ese momento.
“Es hora de reinventarnos para poder trabajar la gestión emocional, aunque sea en la distancia, con el menor contacto físico posible y con distancia de seguridad”, concluye la especialista.
Os adjunto mi última colaboración con la revista Padres y Colegios, la revista digital para familias con hijos en edad escolar centra en la educación desde los 5 años hasta la mayoría de edad.
¿Hemos aprendido algo de la crisis por Covid-19 en la educación?
Pincha en la portada de este número de octubre para leer gratis toda la revista:
Presentación del libro “Seis cuentos para educar en disciplina positiva”
Os presentamos nuestro último libro ilustrado, va dirigido a toda la familia con el trasfondo de un tema que interesa muchísimo a los padres: la disciplina positiva.
Hoy a las 22:00h estaré con Francisco Castaño @francasta1, profesor y asesor familiar hablando sobre #emociones y #educación
No os lo perdáis!
Madrid, (EFE).-
Los niños necesitan moverse y jugar al aire libre. Por eso, psicólogos y pediatras aplauden que el cierre de los parques infantiles no se haya incluido entre las restricciones para los municipios con mayor incidencia de contagios de covid.
«Es una decisión muy acertada, la transmisión del virus en los espacios al aire libre es muy inferior a la transmisión en espacios cerrados. Los parques, al fin y al cabo, no dejan de ser uno de los pocos sitios que quedan abiertos al aire libre para que los niños puedan salir, correr y jugar», asegura a Efe el epidemiólogo Quique Bassat.
Aunque en un principio el Ministerio de Sanidad contempló la posibilidad de cerrar los parques infantiles entre las medidas restrictivas para intentar controlar la expansión de la pandemia y reducir la presión asistencial sobre el sistema sanitario, finalmente el acuerdo publicado este jueves en el Boletín Oficial del Estado (BOE) no lo incluye.
No obstante, la suspensión de la actividad de los parques infantiles es una de las restricciones que la Comunidad de Madrid ha impuesto a 45 áreas sanitarias con alta incidencia de la pandemia, por lo que el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, ha defendido la conveniencia de cerrar estos espacios para «evitar la concentración de personas» y frenar la propagación del coronavirus.
Un cierre que, de producirse, podría influir negativamente en los pequeños, advierte a Efe la psicóloga infantil Silvia Álava, que hace hincapié en que dentro de las medidas de seguridad e higiene que deben adoptarse, «cuanto más normalizada puedan hacer la vida» los niños, será mucho mejor.
Para Bassat, coordinador del Grupo de Trabajo de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para la Reapertura de la Escolarización, resulta «absolutamente innecesario» cerrar los parques infantiles, más aún cuando hay otras actividades que «hacemos los adultos con mucha libertad» y que, a su juicio, contribuyen bastante más a la transmisión comunitaria, como son los gimnasios o restaurantes.
Admite que existe «un cierto riesgo», pero cree que es «muy bajo y asumible»: «Si no tendríamos que cerrar la calle», opina el epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que incide en que los niños han sido «los más perjudicados en esta pandemia sin ser los más vulnerables».
Silvia Álava defiende la importancia del juego para los niños en su desarrollo tanto a nivel emocional como cognitivo, y subraya que está demostrado que los beneficios para los pequeños son mayores «cuando son juegos que implican deporte o movimiento».
«Los niños necesitan moverse, necesitan estar al aire libre, jugar al aire libre, necesitan tener un espacio donde puedan jugar y relacionarse con otros», sostiene la psicóloga, que argumenta que con el juego se trabaja la lógica, la memoria, las habilidades sociales y la motricidad gruesa y fina, entre otros aspectos.
No obstante, hace un llamamiento a la responsabilidad de los padres para concienciar a los niños sobre cómo hay que jugar en esta nueva realidad que, a su juicio, «tienen muy interiorizada».
El doctor Bassat defiende los derechos de los niños e insiste en que el confinamiento por el que tuvieron que pasar fue el más duro: «Nos olvidamos completamente de ellos hasta un día que, de repente, nos acordamos que estaban encerrados en casa», recuerda.
Cree que «costó mucho» que pudieran volver a salir y a recuperar su actividad normal y que no se puede retroceder. Además, está convencido de que los niños «juegan un rol muy pequeño» en la transmisión que está ocurriendo ahora mismo. EFE.
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