El juego también tiene su propio ‘menú saludable’

Cada tipo de juego es importante para el desarrollo infantil, pero ¿Cuánto tiempo hay que dedicar a cada uno? Para guiar a las familias, el Observatorio del Juego Infantil ha adaptado el famoso plato de Harvard al juego

Por Adrián Cordellat 

Ayuda al desarrollo cognitivo, la psicomotricidad, la coordinación y protege la salud mental, entre otros. No hay dudas de que el juego es un pilar básico en el crecimiento de niños y niñas, aunque cada vez le dedican menos tiempo. Las pantallas o las actividades extraescolares han hecho que los pequeños jueguen menos y, con ello, pierdan sus beneficios. Y cada tipo de juego tiene los suyos. Para orientar a las familias sobre el tiempo que los menores deberían dedicar a cada juego, el Observatorio del Juego Infantil ha creado el plato de Harvard del ocio durante la infancia.

Parece que cada vez tenemos más claro que los hábitos saludables se construyen con una alimentación equilibrada, el descanso y la actividad física. Además, durante la infancia hay otra pieza importante para el correcto desarrollo físico y mental de los menores: el juego. Y esa pieza presenta cada vez más deficiencias en su estructura.

Según el ‘Estudio sobre el comportamiento de los consumidores de juegos y juguetes (8-12 años)’, elaborado por el Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la Universidad de Valencia, solo uno de cada cuatro niños y niñas españoles dedica más de dos horas al día a jugar; y apenas uno de cada cinco juega al salir de clase. “Al privar o reducir los tiempos de juego, les estamos privando de un derecho recogido en la Declaración de los Derechos del Niño”, afirma Silvia Sánchez, profesora en el Departamento de Estudios Educativos de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid.

Una infancia adultizada

La pregunta que surge es: ¿Qué está robando el juego a los niños? Los expertos consultados aluden a diversas razones, pero todos coinciden en señalar dos motivos esenciales.

  • Por un lado, la irrupción imparable de las pantallas. Según datos del estudio ‘La falta de juego en la infancia’, elaborado por la Fundación Crecer Jugando y el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio (AIJU), casi el 70 % de los niños y niñas españoles supera el límite de tiempo máximo de exposición a las pantallas recomendado por los expertos —60 minutos diarios—. Ese porcentaje es todavía mayor entre los niños de 1 a 3 años (84 %) y entre los de 4 a 6 años (88 %).
  • Por otro lado, las agendas cada vez más cargadas de los menores, algo que Silvia Sánchez considera que es un ejemplo claro de infancias cada vez más “adultizadas”, con multitud de actividades calendarizadas —deportes, idiomas, clases de música…— que son las que ocupan el tiempo libre.

“El día solo tiene 24 horas y no hay tiempo para todo, cuando hay que elegir, parece que el juego pierde la partida. Esto ha llevado a un fenómeno en el que los menores no solo juegan menos, sino que juegan peor y están perdiendo los beneficios fundamentales que esta actividad proporciona en términos de desarrollo integral”, comenta Sánchez.

Beneficios del juego qué se están perdiendo

Perder los beneficios del juego no es algo que pueda tomarse a la ligera. “Un niño que no tiene tiempo para jugar es un niño que no va a tener tiempo para desarrollarse correctamente”, asegura la psicóloga Silvia Álava, para quien el impacto del juego en ese desarrollo es crucial. “A través del juego los niños maduran un proceso fundamental del cerebro, la función ejecutiva, que es imprescindible para tener éxito, ya que implica planificación, supervisión, memoria de trabajo, atención… Todo esto es básico y se consigue a través del juego libre”, añade.

Pero no solo eso. El juego es esencial a nivel socioemocional, actúa como protector de la salud mental, ayuda a desarrollar la psicomotricidad, la fuerza, la coordinación y el equilibrio, permite comprender el mundo y desarrollar la empatía, el vocabulario, la memoria, la atención, el razonamiento lógico o el pensamiento abstracto. “Cuando no se deja espacio al juego, lo que vemos en consulta en muchos niños y niñas es que determinados procesos que se tendrían que desarrollar sin ningún problema llevan cierto retraso”, advierte la psicóloga.

El ‘Plato de Harvard’ del juego

Para concienciar sobre esta realidad, el Observatorio del Juego Infantil desarrolló el ‘Menú del juego saludable’, una iniciativa que toma como punto de partida el famoso plato de Harvard de la alimentación y lo adapta al juego. La parte más importante del plato (40 %) corresponde al juego exterior. A continuación, con un 25 % del peso cada uno, estarían el juego libre y el reglado. Por último, con un 10 % se encuentran los juegos tecnológicos, que implican las pantallas.

plato Harvard juego saludable
Imagen: EROSKI Consumer

“Queríamos poner en relieve la importancia de los tiempos de juego en la infancia y recalcar que deberían seguir jugando hasta edades más avanzadas, el máximo tiempo posible. Hoy, por ejemplo, a partir de los ocho años es muy habitual que te digan ‘yo ya no juego, que eso es de pequeños’; y que ese juego se desplace con pantallas. Eso no puede ser así. Con ocho años hay que seguir jugando”, explica Silvia Álava, que ha participado en el desarrollo de la iniciativa.

Las expertas consultadas destacan también la importancia de adaptar ese modelo de plato a la edad y el desarrollo de cada uno. Hasta los 3 años, destacan que las pantallas deberían quedar fuera del menú. Y a esas edades tempranas, el plato debe estar compuesto básicamente por juego exterior y juego libre.

“Fijar tiempos y porcentajes específicos puede ser arriesgado, sobre todo cuando se trata de niños y niñas en diferentes etapas de su desarrollo. En estos casos, prefiero apelar al sentido común. El menú del juego saludable es una propuesta orientativa, que puede adaptarse según la edad, las necesidades y las circunstancias de cada menor. Lo importante es mantener un equilibrio saludable entre los distintos tipos de juego, asegurándonos de que el tecnológico no monopolice la dieta lúdica”, añade Silvia Sánchez.

40 %: el juego exterior

El juego exterior no es solo el más importante por su impacto en el desarrollo integral del niño, sino probablemente el más afectado por la pérdida de tiempo para el juego, aquel en el que la distancia entre la teoría —el tiempo recomendado— y la práctica es mayor. Una encuesta reciente así lo certifica: solo uno de cada cuatro niños juega regularmente en la calle, una cifra que no admite comparación con la generación de sus abuelos. Entonces casi tres de cada cuatro niños jugaban afuera varias veces a la semana.

Y el problema no son solo las pantallas. “Ha habido muchos cambios arquitectónicos en las ciudades. Está todo mucho más edificado, hay mucho más tráfico. Hoy en día las familias ya no dejan solos a los niños en la calle, y si los menores no tienen esa autonomía, al final sí o sí están menos tiempo jugando al aire libre”, reflexiona Clara Pons-Mesman, experta en Derecho de la Infancia y divulgadora del juego libre.

Beneficios

El problema de esta falta de juego al aire libre es que los menores dejan de disfrutar de todos sus beneficios. “A nivel físico es un juego que promueve la actividad física y el desarrollo de habilidades motoras. También están los beneficios de la exposición a la luz del sol (absorción de vitamina D, mejora del ciclo del sueño, de desarrollo ocular…) y para la estimulación del sistema inmune. A nivel emocional, cuando se juega afuera, especialmente en la naturaleza, se reduce el cortisol y, por lo tanto, los niveles de estrés. Además, a nivel social, cuando sales a jugar es mucho más fácil encontrarte con el otro y tejer relaciones”, apunta Pons-Mesman.

25 %: juego libre y simbólico

Como explica Manu Sánchez, profesor de Educación Primaria en el CEIP Maestra Ángeles Cuesta (Marchena, Sevilla) y autor de ‘El gran libro de los juegos’, el juego libre es el primero que surge en la vida y del que se disfruta durante muchos años. “Aunque de adultos no lo hagamos de forma física, sí lo hacemos con nuestra imaginación en momentos de ocio”, afirma. Se trata de un juego que permite a los niños y niñas procesar sus experiencias y emociones a través de la imaginación .

Su mejor representación se encuentra en el juego simbólico, ese en el que los menores juegan a ser profesores, médicos o papás y mamás. “El juego simbólico es una forma en la que experimentamos roles sociales, situaciones y mundos fantásticos, lo que nos ayuda a comprender mejor nuestro entorno. Los niños y las niñas imitan lo que ven a su alrededor, ya que de esta manera se sienten seguros y aceptados por los otros. Somos seres sociales que necesitamos tener confianza y reafirmación en nosotros mismos”, sostiene Sánchez.

La psicóloga Silvia Álava, por su parte, añade que el juego simbólico también les permite “crearse una narrativa sobre su mundo, sobre lo que les está pasando”, algo que, señala, constituye un “factor protector” de la salud mental en la infancia.

25 %: juego de reglas

Los reglados y con normas son aquellos que tienen un conjunto de reglas preestablecidas, como los juegos de mesa o los deportes. “Nos enseñan autocontrol, a perder y ganar, a aceptar normas y a trabajar de forma autónoma o en equipo”, afirma Manu Sánchez. Además, dependiendo del juego pueden trabajar otras muchas habilidades, desde el vocabulario hasta la memoria de trabajo, la atención sostenida, la atención dividida o la planificación, pasando por el pensamiento estratégico o la coordinación ojo-mano.

Para Sánchez, este tipo de juego debería ser un ingrediente con un mayor porcentaje dentro del “plato lúdico”, ya que, con sus normas y reglas que hay que aceptar y respetar, es una base para mejorar la convivencia. “Si hubiéramos jugado más tiempo y de mejor calidad, muchos de los problemas actuales se podrían solventar de una manera muy distinta. Jugar nos hace ser más respetuosos con los demás”, argumenta.

Todos los expertos consultados coinciden en señalar que el juego tecnológico no es estrictamente necesario para el desarrollo de niños y niñas. Sin embargo, como explica Silvia Álava, hay que ser realistas: “No es razonable intentar que nuestros hijos no vean estos juegos ni en pintura”, afirma.

La psicóloga, no obstante, recomienda limitar lo máximo posible su uso para que las pantallas no canibalicen al resto de juegos. “Y, sobre todo, actuar de filtros. Antes de que tu hijo juegue, juega tú, mira los valores del juego; y a partir de ahí, decide en función del conocimiento que tienes de tu hijo. Aquí, a diferencia de otros juegos en los que la idea es promover la libertad del niño, hay que estar mucho más encima, tener más supervisión, para saber si a lo que están jugando es acorde a su edad, si el juego les altera mucho, si cambia sus rutinas…”, señala.

Su opinión la comparte Silvia Sánchez. “No rechazo las pantallas, pero sí creo que es crucial que los adultos desempeñen ese papel mediador”, apunta la investigadora, que considera fundamental que madres y padres acompañen, guíen y supervisen el uso de la tecnología para asegurarse de que esté equilibrado con otras formas de juego. “Las pantallas pueden ser una herramienta, pero no la única y ni siquiera la principal fuente de entretenimiento o aprendizaje”, concluye.

FUENTE: CONSUMER.ES

El impacto del mal uso de la tecnología en adolescentes

Más de la mitad de los adolescentes de España han utilizado Internet alguna vez para sentirse mejor cuando han estado tristes o enfadados. Este es uno de los datos que muestra el I Estudio sobre la percepción de la salud mental en adolescentes y el mal uso de la tecnología, realizado por la aseguradora DKV en colaboración con la comunidad de madres y padres Educar es todo. Este informe nace para observar la posible relación entre los problemas de salud mental en ese sector de la población y el uso de la tecnología, para el que ha encuestado a 1.476 adolescentes, 1.630 madres y padres y 105 docentes, que respondieron preguntas sobre hábitos de vida y su manera de relacionarse.

El informe muestra entre sus resultados una probable vinculación entre una mayor posibilidad de sufrir ansiedad, estrés y depresión cuando se hace un mal uso de la tecnología. Entre los datos recopilados, siete de cada diez adolescentes asegura que utiliza el móvil gran parte del tiempo cuando está con amigos, el 35% de los encuestados admite que come o cena mientras ve la televisión, el móvil o la tableta. Además, el 45,1% de los adolescentes encuestados asegura tener problemas para desconectarse de la tecnología.

Por otro lado, el estudio muestra como el 30% de madres y padres tienen la percepción de que sus hijos pasan demasiado tiempo ante las pantallas, mientras que el 89,5% de los docentes considera que los adolescentes tienen dificultades para controlar el tiempo de uso de dispositivos conectados a Internet.

Uso saludable

En la presentación del informe, los doctores Silvia Álava y Rafael Guerrero ofrecieron una serie de recomendaciones, desde no introducirlas hasta pasados los tres años de edad, limitarla a 30 minutos hasta los cinco y establecer unas pautas cuando el adolescente tenga móvil propio.

Fuente: elpais.com

Cuanto más constante, significativo y práctico sea el aprendizaje, más duradero es

Utilizar el juego durante la época de vacaciones hace que el aprendizaje sea más entretenido y atractivo para los niños y les permite hacer un repaso de todo lo aprendido durante el curso escolar.

Por Alba Bartolomé

“El cerebro no deja de aprender en vacaciones”, dice Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología clínica y de la salud y directora del centro Álava Reyes, que asegura que durante las vacaciones escolares es necesario “intentar que los niños aprendan de una forma más lúdica, utilizando, por ejemplo, el juego para el aprendizaje”. De esta manera, el aprendizaje es más entretenido y atractivo, lo que puede aumentar la motivación y el interés de los niños por adquirir nuevos conocimientos y, en la época de vacaciones, permitirles hacer un repaso de todo lo aprendido durante el año.

Desde MAGISTRIO hablamos con la con la Dra. Álava para conocer las ventajas y desventajas del estudio durante el verano, cómo encontrar un equilibrio adecuado entre descanso y aprendizaje, y las mejores estrategias para mantener el interés de los niños durante los meses de julio y agosto.

¿Deben los niños mantener una rutina de estudio durante el verano?

–Si es el propio docente quien ha dicho que tiene que hacerlo, sí que es importante que nos planifiquemos para que los niños tengan una rutina y hagan sus fichas o cuadernillos. Sin embargo, lo más importante es que los adultos no nos obsesionamos con los deberes y con que los niños van a perder durante el verano todo el aprendizaje del curso; el nivel desciende en comparación con junio, pero se recupera enseguida.

No es necesario estar todo el verano haciendo deberes, sino consolidar el aprendizaje desde un punto de vista mucho más práctico.

¿Cómo podemos hacerlo?

–En verano es momento de aprovechar y no enfocarnos tanto en deberes, sino en un aprendizaje más práctico. Leer un libro, ir a un restaurante y que sea el niño quien lea la carta o calcule las vueltas de la cuenta son algunos de los ejemplos que permiten al niño seguir aprendiendo durante el verano y poner en práctica lo aprendido durante el curso escolar.

Cuanto más constante, significativo y práctico sea el aprendizaje más duradero es.

¿Varía la recomendación de estudio durante el verano según la edad del niño?

 –Claro que sí. Lo más importante para los niños de Infantil es jugar, interactuar con otros niños y realizar actividades creativas esenciales para su desarrollo. Sería ridículo que estuvieran durante el verano haciendo fichas.

A partir de los 6-8 años, es recomendable fomentar la lectura y la escritura de manera lúdica. Es importante que los niños elijan libros que les interesen para que descubran el placer de la lectura. También se puede incentivar la escritura a través de actividades divertidas, como escribir cartas a familiares o llevar un diario de vacaciones.

Cuando ya estamos hablando de ciclos de Primaria más superiores, depende mucho de cada niño. Si el niño ha tenido dificultades durante el curso, puede ser necesario realizar un repaso para ponerse al nivel. Esto debe ser consensuado con el centro educativo.

¿Y si el niño presenta dificultades en el aprendizaje?

–Hay que valorar cada caso particular, pero lo más efectivo suele ser buscar ayuda profesional. Cuando existe un trastorno del aprendizaje, no significa que el niño no pueda aprender, sino que su sistema natural de aprendizaje está dañado y necesita que le expliquen los conceptos de forma diferente.  Cuando el sistema natural de aprendizaje no está dañado, pero sí se aprecia un ritmo de aprendizaje más lento en el niño, conviene que durante el verano le dejemos descansar y, poco a poco, ir metiendo alguna serie de conceptos para reforzar, pero sin transmitir el agobio.

¿Qué recomendarías a las familias con hijos con dificultades específicas?

–Los programas de estudio de verano estructurados vienen muy bien para niños con dificultades específicas.

¿Influyen las emociones de la familia en el aprendizaje de los hijos?

 –Está demostrado que las emociones agradables fomentan el aprendizaje mientras las emociones desagradables lo entorpecen. Además, la emoción que más favorece el aprendizaje es la curiosidad y el verano es el momento idóneo para fomentarla y permitir que los conceptos se consoliden mucho mejor.

Está demostrado que las emociones agradables fomentan el aprendizaje mientras las emociones desagradables lo entorpecen

¿Qué tipo de actividades o métodos recomiendas para que los niños repasen de manera efectiva sin que se sientan sobrecargados?

–Yo soy una gran defensora del juego en la infancia, de hecho soy miembro del Observatorio del Juego Infantil, donde se insiste mucho en cómo a través del juego se puede aumentar algunos procesos cognitivos fundamentales para el aprendizaje como, por ejemplo, la función ejecutiva, que engloba un amplio abanico de habilidades cognitivas dirigidas al logro de una meta y orientadas al futuro.

¿Cómo podemos fomentar esta función a través del juego?

–Cuando los niños son pequeños es importante dejarles espacios de juego libre en los que sean ellos quienes decidan a qué van a jugar. A través de juegos tradicionales como pueden ser las cartas, los niños pueden trabajar desde la memoria, hasta el cálculo o la atención sostenida. Con los juegos de mesa, por ejemplo, también pueden aprender a seguir instrucciones o a respetar los turnos. De esta manera, se trabaja más en los procesos que en el contenido, algo que ya hacen a lo largo del curso escolar.

¿Qué señales pueden indicar que un niño está experimentando estrés o ansiedad relacionada con el estudio durante las vacaciones?

–Si el niño comienza a llorar o expresar negatividad ante la idea de estudiar, esto puede ser una señal de que está experimentando una sobrecarga emocional. En lugar de forzarlos a realizar más tareas, lo cual podría incrementar su estrés, es mejor planificar un regreso gradual y positivo al estudio. A partir de septiembre, se puede establecer un plan de trabajo equilibrado que incluya un poco de estudio diario y la realización de los deberes. Forzar más trabajo puede resultar contraproducente, aumentando la sensación de agobio y estrés.

¿Qué papel juegan los campamentos y actividades extracurriculares en el desarrollo del aprendizaje durante el verano?

–El verano se hace especialmente largo y, en ocasiones, los campamentos y actividades extracurriculares no solo ayudan a que los niños se lo pasen bien sino también a la conciliación de los padres. Es importante elegir los campamentos alineados a la personalidad de nuestros hijos, pero son muy positivos y especialmente interesantes para el desarrollo personal de los niños.

¿Qué consejos prácticos darías a las familias que desean apoyar a sus hijos en el aprendizaje durante el verano?

–El juego es una excelente manera de desarrollar habilidades importantes como el razonamiento lógico, el pensamiento abstracto, la memoria y la atención. Juegos de mesa, puzzles, y actividades al aire libre pueden ser muy efectivos para estimular estas capacidades. Además, pueden aprovechar momentos cotidianos para despertar la curiosidad de los niños para fortalecer el aprendizaje autónomo, por ejemplo, si surge una pregunta o un tema interesante, se puede investigar juntos para encontrar respuestas.

FUENTE: MAGISNET.COM

Expertos alertan del impacto de la tecnología en la salud mental de los adolescentes

Según un estudio de DKV y Educar es Todo, más de la mitad de los adolescentes usan Internet para sentirse mejor cuando están solos, tristes o enfadados

Uno de cada dos adolescentes afirma tener el móvil en su habitación por las noches

Por R.N.

DKV y Educar es Todo han presentado el I Estudio sobre la percepción de la salud mental de los adolescentes y el mal uso de la tecnología, cuyos resultados arrojan luz sobre el impacto negativo que el uso problemático de dispositivos electrónicos tiene en la salud emocional de los jóvenes.

Según el informe, que ha analizado datos de 1.475 adolescentes de entre 10 y 17 años, así como de padres, madres y docentes, más de la mitad de los adolescentes utiliza Internet como mecanismo para sentirse mejor cuando están solos, tristes o enfadados, lo que incrementa el riesgo de padecer trastornos como depresión, ansiedad y estrés.

El estudio destaca que cuanto mayor es la autopercepción de un uso incorrecto de la tecnología por parte de los adolescentes, mayores son los índices de trastornos emocionales como preocupación, somatizaciones, infelicidad y nerviosismo.

Asimismo, revela que el 45,1% de los adolescentes admite tener problemas para desconectarse de los dispositivos, una cifra que asciende al 89,5% según la percepción de los docentes. Este uso excesivo también interfiere en hábitos básicos como el sueño y la alimentación. Uno de cada dos adolescentes confiesa tener el móvil en su habitación por las noches, lo que afecta la cantidad de horas de descanso, y el 35% asegura comer o cenar frente a pantallas, como la televisión, tabletas o móviles.

Carmen Llopis, directora de Educar es Todo, subrayó durante el acto de presentación que “los datos al respecto son cada vez más preocupantes” y destacó el compromiso de la organización con la sensibilización sobre este tema. En la misma línea, el consejero delegado de DKVFernando Campos, aseguró que “el bienestar mental de los jóvenes es uno de los retos más urgentes de nuestra sociedad” y afirmó que este estudio refuerza el compromiso de la aseguradora de seguir impulsando iniciativas que fomenten un futuro más saludable para las próximas generaciones.

En cuanto a las relaciones sociales, el informe señala que el 75% de los docentes percibe que los adolescentes pasan menos tiempo con sus amigos en persona y se relacionan más a través de Internet. Por otro lado, 7 de cada 10 adolescentes reconocen estar pendientes del móvil incluso cuando están con amigos, lo que pone de manifiesto el impacto de la tecnología en sus interacciones sociales.

La presentación del informe, que estuvo a cargo de la pediatra y divulgadora Dra. Lucía Galán, contó con intervenciones de la psicóloga Silvia Álava y el psicólogo educativo Rafa Guerrero. Ambos aportaron recomendaciones clave para detectar problemas de adicción a las pantallas y fomentar un uso saludable de la tecnología. Álava enfatizó que “la variable más importante no es el tiempo de uso, sino el nivel de interferencia que genera en la vida diaria, como el sueño, los estudios y las relaciones sociales y familiares”.

Guerrero, por su parte, afirmó que “los adolescentes que tienen una adicción tecnológica se muestran más inatentos, hiperactivos e infelices, además de menos empáticos”, y destacó la importancia de establecer límites claros y de acompañar a los menores en el uso de dispositivos electrónicos.

Una de las principales conclusiones del estudio es que el modelo de comportamiento de los adultos juega un papel crucial. “Nuestros hijos nos copian. No les exijamos lo que nosotros no hacemos”, señalaron los expertos. Esta llamada de atención pone de manifiesto la necesidad de un enfoque conjunto entre familias y educadores para garantizar un uso responsable de la tecnología y proteger la salud mental de los adolescentes.

FUENTE: EUROPASUR.ES

Sharenting. El peligro de publicar fotos de tus hijos en las redes sociales

El término “nativos digitales”, acuñado por Marc Prensky en 2001, ha sido ampliamente malinterpretado. Se refiere a las generaciones que han nacido en la era digital y parecen manejar la tecnología con facilidad. Sin embargo, nacer rodeado de tecnología no significa automáticamente comprender los riesgos que conlleva habitar el mundo online.

Los niños necesitan supervisión, pero ¿están los padres realmente preparados para acompañarlos y guiarlos en su alfabetización digital?

La realidad es que no siempre es así. Afortunadamente, todos podemos educarnos para proteger a los menores de los peligros que acechan en las redes sociales. Uno de estos riesgos es el sharenting, un término que combina las palabras en inglés share (compartir) y parenting (paternidad). Este fenómeno se refiere a la tendencia de muchos padres a compartir fotos y vídeos de sus hijos en redes sociales. Tan común se ha vuelto esta práctica que en 2016 el diccionario británico Collins incluyó el término.

Los riesgos del sharenting

A pesar de su aparente inocencia, el sharenting no está exento de peligros, y los padres no siempre son conscientes de ellos. Por ejemplo, la Policía Nacional advierte que muchas de las imágenes incautadas en redes de pedófilos provienen de fotos compartidas por los propios padres. Una vez que algo se publica en Internet, deja de ser completamente nuestro; se convierte en propiedad de la plataforma y puede ser accesible para personas con intenciones nada apropiadas, como el uso en pornografía infantil, ciberacoso o suplantación de identidad.

Además, cada foto y vídeo que publicamos contribuye a la creación de la huella digital de nuestros hijos, una marca que los acompañará el resto de sus vidas. Lo que hoy puede parecer una imagen tierna o divertida, mañana podría ser motivo de vergüenza para ellos. Cada vez más menores expresan su incomodidad o descontento con el contenido que sus padres comparten sobre ellos, y algunos, al llegar a la adolescencia, exigen que se borren esas publicaciones, lo que no siempre es fácil de lograr.

Amor y orgullo

¿Significa esto que los padres que practican el sharenting quieren menos a sus hijos? En absoluto. En muchos casos, esta práctica nace del amor y el orgullo que sienten por ellos.

Los padres quieren compartir esos momentos especiales con el mundo, pero a veces olvidan los riesgos que esto conlleva. Es posible sentirse igualmente orgulloso sin necesidad de exponer la vida de los hijos en redes sociales.

Un tema más delicado surge cuando los padres utilizan las imágenes de sus hijos para obtener seguidores, likes o incluso beneficios económicos. Los psicólogos advertimos que es fundamental estar orgullosos de los hijos y decírselo, pero es muy distinto utilizar su imagen como medio para obtener reconocimiento personal.

Realizarse a través de los hijos no es saludable, ya que les impone una carga emocional y una responsabilidad que no les corresponde, generando una presión innecesaria.

La perspectiva de los hijos

A menudo, los padres no son conscientes de los peligros del sharenting. Algunos piensan que no es “tan grave” o que sus hijos disfrutan apareciendo en las redes. Incluso muchos les crean cuentas personales. Sin embargo, que algo les parezca divertido a los niños no significa que estén a salvo de los riesgos. Además, lo que hoy les parece un juego, mañana puede incomodarles o afectar su vida social y emocional, tanto en el presente como en el futuro.

Un ejemplo preocupante es la tendencia de compartir vídeos de fiestas como los baby showers, donde los padres descubren el sexo del bebé ante la cámara. Aunque estas celebraciones parecen inocentes, en algunos vídeos se observa la decepción o tristeza de los padres, emociones que quedan grabadas y compartidas en redes.

Con el tiempo, estos niños pueden ver esos vídeos y sentirse no deseados o poco valorados. Peor aún, esos momentos íntimos quedan expuestos a miles de personas en Internet.

En algunos vídeos salen los hermanos que ven la cara de alegría de sus padres por tener un hermanito con expresiones del tipo “¡qué bien!, ¡yo siempre quise una niña!” cuando ellos son chicos y de nuevo pueden sentirse no queridos y, además, emocionalmente desatendidos.

Con el agravante de que ese momento tan íntimo y vulnerable ha quedado expuesto a todo el mundo en las redes sociales.

Conclusión

Antes de subir esa foto de tus hijos e hijas a las redes sociales, tómate un momento para reflexionar: ¿realmente eres consciente de los riesgos que conlleva esta práctica?

Publicar fotos de tus peques no es solo compartir un momento bonito con los demás, también puede poner en peligro su seguridad y bienestar emocional a largo plazo. Es por eso que, educarse y ser consciente de estos riesgos es fundamental para protegernos en este mundo digital en el que nos movemos hoy en día.

Las cápsulas que acompañan este texto están extraídas del webinar Sharenting. ¿Dónde está el límite? con Sílvia Álava, autora del texto. Para ver el seminario web completo, haz clic aquí.

Tenemos a los padres más preparados de la historia y más perdidos que nunca

Tenemos a padres y madres muy deseosos y concienciados sobre la importancia que tiene conectar emocionalmente con sus hijos», asegura la psicóloga infantojuvenil y escritora

Por Sergio Fernández

La prestigiosa psicóloga infantojuvenil Silvia Álava, autora de libros como “¿Por qué no soy feliz?” visitó ayer el Colegio Apóstol Santiago invitada por el anpa para ofrecer una charla sobre los autocuidados en la familia.

¿Qué temas abordó  en esta charla?

Hablamos sobre cómo muchas veces los padres quieren hacerlo lo mejor posible y están muy concienciados de que tienen que estar ahí para sus hijos pero están cansados. En ocasiones no han sido capaces de regular sus propias emociones y eso dificulta enormemente a la hora de acompañar a los hijos en su proceso educativo, porque no nos hemos cuidado a nosotros mismos. Tenemos a padres y madres muy deseosos y concienciados sobre la importancia que tiene conectar emocionalmente con sus hijos y atendiendo a sus necesidades, tremendamente cansados que luego se sienten culpables de, por ejemplo, soltar un grito cuando no debían porque vienen cansados del trabajo u otras circunstancias. Si no nos paramos a regularse y ver cómo estamos, va a ser difícil que podamos hacer lo mismo con nuestros hijos. Cuando hablamos de niños y adolescentes, estamos hablando con personas cuyo cerebro está en formación. La parte que regula las emociones es lo último que termina de madurar en el cerebro, no lo hace hasta los 25 años. A lo largo de ese proceso van a necesitar que su adulto de referencia le ayude a corregular esas emociones que a veces no saben muy bien cómo. Hay que acompañarles, explicándoles por qué creemos que se sienten como se sienten. Es un proceso fundamental a lo largo de la educación. Pero no vamos a poder hacerlo si nosotros no estamos bien regulados.

La educación de los más pequeños es una preocupación que está en constante cambio con métodos innovadores. Como psicóloga, ¿qué cree que es lo básico a la hora de educar a nuestros hijos?

Dos cosas. Una es que se fijen mucho en su intuición y sentido común porque nadie conoce a sus hijos como ellos mismos. También hay que huir de las fórmulas mágicas y universales. Una segunda recomendación es fijarse muy bien en ver quién avala las teorías que estás siguiendo. Hay algunos que ni tan siquiera son padres o madres. ¿Esas teorías están avaladas por la ciencia? En educación se hacen muchísimas cosas que van en contra de la evidencia empírica, hay que ver muy bien que lo que estamos haciendo está avalado por la ciencia. En redes sociales tenemos a gente buenísima que nos aconseja desde la evidencia, pero a la vez hay influencers sin formación que hacen lo mismo.

La salud mental es un problema cada vez más presente a edades más tempranas, como indica en uno de sus últimos libros, “Por qué no soy feliz”. ¿Cómo se debe tratar este asunto en casa con los más pequeños?

Lo primero que tenemos que pensar es que desde la pandemia se han incrementado los trastornos mentales un 47% en menores. Según la OMS, el 20% de los adolescentes europeos tendrían un problema de salud mental. La familia tiene un factor protector de la salud mental, pero también puede ser de riesgo. Tenemos que ser conscientes de cómo estamos actuando y de los mensajes que les damos a nuestros hijos, tanto de forma verbal como no verbal. Es importante hablar con ellos y poder entender esas emociones, dejar espacio para la validación emocional y trabajar las habilidades socioemocioanles, que pueden ser una herramienta para evitar trastornos.

Según su experiencia profesional, ¿cuál es el error más común que cometen los padres a la hora de educar a sus hijos?

Quizás sea la sobreprotección. Malentendemos el amor paternal y en lugar de estar allí acompañándolos, resolvemos sus problemas y les evitamos el mal rato. Cuando necesiten esas herramientas no las van a tener. Estamos hablando de esas estrategias de autorregulación emocional que son fundamentales.

El acoso escolar, desde hace unos años, ha dejado de estar invisibilizado. ¿Cree que al fin se está combatiendo con las herramientas adecuadas?

Lo que sabemos que funciona para prevenir el acoso escolar es hacer programas dirigidos a todo el colegio y entorno educativo, y además que sean a lo largo de toda su vida educativa. Programas SEL (social emotional learning), en los que trabajamos inteligencia emocional con todo el colegio, no solamente dirigidos a víctima y agresor, incluidos profesores y personas que trabajan en el cole. Se trata de empatizar, priorizar el respecto y aprender a comportarnos de forma asertiva sin tener ese comportamiento agresivo. Cuando esto se trabaja con todo el centro escolar, tiene un efecto muy positivo porque son los propios alumnos quienes, si ven que un niño se está propasando con un compañero, les dicen que pare. Evitamos esos testigos mudos. Es una filosofía que se tiene que tener en los centros escolares, es lo que está probado que funciona.

FUENTE: atlantico.net

Menores adictos a las pantallas: «Han venido a consulta niños de 8 años que se despiertan a las 4 de la mañana para estar con el móvil»

Para dormir, para comer, para socializar, para entretenerse, para estudiar o para buscar refugio emocional. Ya no hay casi ámbitos de la vida en los que las tecnologías y, en concreto, las pantallas, no jueguen su papel. El problema es que, como todo, usarlas sin conciencia puede derivar en adicción, y el riesgo es mayor cuanto menor sea la edad. Los pediatras y psicólogos llevan un tiempo alertando de un uso problemático de los dispositivos digitales y las aplicaciones móviles entre menores de edad, que llegan a las consultas con retrasos en su desarrollo cognitivo y conductas adictivas que acaban repercutiendo en su salud mental. 

Pero, aunque se han llegado a crear unidades especializadas para tratar estos casos entre los más pequeños, la adicción a los móviles y a los dispositivos digitales no está todavía recogida en la clasificación oficial de trastornos mentales, lo que dificulta mucho la recopilación de datos que muestren la verdadera envergadura de la cuestión. «Aun así, vemos que es algo que interfiere cada vez más en el día a día de los chicos y a edades más tempranas. Al final, muchos dispositivos electrónicos y muchas aplicaciones están precisamente hechas para enganchar. Si ya los adultos perdemos la noción del tiempo, pues los niños, con un cerebro que todavía no está completamente formado, aún más», cuenta a 20minutos Silvia Álava, psicóloga sanitaria y educativa. 

Álava participó en un estudio elaborado por DKV y la ONG Educar es Todo que evidencia la relación entre un uso incorrecto de la tecnología y los trastornos emocionales de los adolescentes. Tras entrevistar a más de 1.400 niños de entre 10 y 17 años, 1.600 familias y una centena de docentes, la investigación reveló que el 45% de los adolescentes reconoce tener problemas para desconectarse de la tecnología y más de la mitad acude a los dispositivos electrónicos (móviles, tabletas, ordenadores, etc.) para estar mejor cuando se han sentido solos, tristes o enfadados. Además, más de uno de cada tres asegura que come o cena con un dispositivo tecnológico y la mitad que se lleva el móvil a la habitación al irse a dormir. 

Cuando se convierte en el centro de su vida

«Aunque no esté reconocido en el manual de trastornos psiquiátricos, sí que vemos que cada vez son más los padres y madres que vienen preocupados porque intuyen que su hijo puede tener un problema de adicción a la tecnología», explica la psicóloga. ¿Cómo lo detectan? Porque los niños tienen ataques de ira o cambios bruscos de humor cuando no se pueden conectar o jugar a un determinado videojuego, por ejemplo. La cuestión, detalla Álava, no reside tanto en la cantidad de tiempo que dedican a las pantallas, sino más bien a la interferencia que el uso de esa tecnología está causando en sus vidas. «Empiezan a bajar las notas escolares, no hacen los deberes, dejan de quedar con sus amigos o de estar con la familia porque pasan a estar metidos en la habitación con la tableta o el móvil», apunta.

Otra señal de alarma es que el menor entre en un bucle en el que no pueda parar de pensar y hablar sobre la tecnología a la que está enganchada, que pasa a ser un elemento elemental en su vida. «Hay chicos y chicas que están continuamente hablando de ese videojuego, de esa red social o buscando el huequito para grabar un vídeo y subirlo a TikTok. Yo he tenido a niños en consulta que se han despertado a las cuatro de la mañana para jugar a Brawl Stars», señala la psicóloga educativa. 

Síndrome de abstinencia y trastornos en el ánimo

Además, añade, esas conductas van agravándose a la larga, ya que cada vez quieren más tiempo, más complementos del videojuego, más likes en la red social; y, cuando no están en ello, piensan en el momento en el que podrán estarlo. «Llega un punto en el que no tienen autocontrol. Muchas veces incluso ellos mismos te dicen que quieren dejar de usar esa herramienta porque son conscientes de que les atrapa. Sufren hasta el síndrome de abstinencia, cuando se la quitas, lo pasan muy mal. Y ese sufrimiento se transforma en ira», dice Álava, que asegura también que en ocasiones utilizan esos dispositivos como «chupete emocional» para «tapar sus emociones desagradables, como demuestra el estudio en el que participó. 

En la investigación, destaca, se observa también una correlación del mal uso de la tecnología e internet con una mayor probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo, es decir, más depresión, más ansiedad, más estrés, más hiperactividad. Y, como consecuencia, menos relación con sus iguales e incluso «un menor desarrollo del índice prosocial», porque pierden la capacidad de empatizar. De hecho, según el informe, el 70% de los adolescentes encuestados asegura que está con el móvil casi todo el tiempo que pasa con los amigos y rara vez no lo usan cuando están con sus familiares.

Retrasar la edad del primer móvil 

En España, los niños tienen un móvil, de media, antes de los 11 años. Una edad muy temprana todavía para poder enfrentarse a todo el mundo online sin las herramientas suficientes. «Cuanto más temprana es la edad, menos desarrollado está el cerebro y más sensibles son a todo aquel contenido que está generado precisamente para impactar o generar esa adicción. Por eso insistimos siempre en que hay que intentar retrasar lo máxima la llegada del dispositivo electrónico, y sobre todo de móviles inteligentes», subraya la psicóloga. 

Lo ideal, dice, es que antes de los 3 años no haya prácticamente ningún contacto con las pantallas; que de los 3 a los 5 se limite el tiempo de uso a unos 30 minutos al día; y que no se les conceda su primer dispositivo hasta, mínimo, los 14 años. «Estoy convencida de que muchos padres que dejan a sus bebés viendo dibujos cuando comen realmente no saben el daño que les puede hacer», añade. Para Álava, el término con el que han acuñado a estas nuevas generaciones como «nativos digitales» ha hecho «mucho daño», porque, según sostiene, «da la sensación de que como son nativos no hay que enseñarles a usar la tecnología de forma correcta».

Hechas para la adicción: «Los números enganchan»

La psicóloga incide en que la mayoría de aplicaciones móviles están creadas para enganchar a sus usuarios y casi todas tienen un denominador común para ello: su faceta social. «Todas tienen una sala de chat, un espacio donde puedes hablar con otros», asegura. Además, también están pensadas para generar cierto «alivio emocional» y permiten marcarse objetivos. 

«Nos enganchamos a los relojes inteligentes porque nos dicen cuántos pasos llevamos, cuantas calorías quemadas, etc. Pues esto es parecido. Los números enganchan. Instagram se iba a quitar los likes y no lo ha hecho porque lo saben. Es como un concurso de a ver si llego a tener más ‘me gusta’ que tú, si puedo redondear el número en el siguiente post que suba. Y luego están las recompensas de los videojuegos, que son además imprevisibles y los avatares que pueden ir perfilándose», señala. En esa línea, Álava explica que otra de las características de estas plataformas es que permiten jugar con la identidad, con hacerte pasar por otra persona. «Te puedes crear un avatar completamente diferente, lo que hace que los chicos que no se encuentren especialmente bien con ellos mismos tengan muchas más probabilidades de engancharse». 

«El mejor control parental son los padres»

Al final, de lo que se trata sobre todo es de acompañarles y enseñarles a utilizar correctamente la tecnología, siendo conscientes de los riesgos que acarrea y de que no todo lo que se encuentran es real. Incluso aunque muchos adolescentes ya sepan cómo saltarse el control parental, Álava defiende en la utilidad que tiene instalarlo de todos modos, más de una forma simbólica, para que les llegue el mensaje de que no están haciendo algo bien. «Pero el mejor pin parental son los padres», asevera la psicóloga, que asegura que los padres deben estar supervisando en todo momento qué es lo que ven o en qué páginas entran. 

Aunque, sostiene, «tendríamos que empezarnos a plantear que quizás esto se tiene que regular y que no podemos poner el 100% del peso en las familias». Álava echa en falta leyes que prevengan esos usos adictivos de las tecnologías entre los más pequeños y recrimina la poca colaboración de las plataformas y empresas tecnológicas.

FUENTE: 20MINUTOS.ES

Colecciones de cromos: cuando la falta de información puede convierte un juego inocente en un peligro

Varias asociaciones de consumidores denuncian a empresas como Panini o juegos como Fornite por no ser transparentes con sus clientes.

Por Minerva Marcos López_minervamarcos

Es una de las colecciones más tradicionales que aparecen en las estanterías de los kioscos y de las librerías a finales de verano. Con su llegada, anuncian que queda poco para la vuelta a la rutina y son, especialmente, los más pequeños los que los esperan con ansias. Los cromos, generalmente de fútbol, son unos de los coleccionables más habituales y que han pasado, en muchos casos, de generación en generación. El principal objetivo de quienes compran el álbum es llegar a obtener todas las estampas, pero, conseguirlo, no siempre es una tarea fácil. Algunos, que normalmente coinciden con los jugadores más deseados, pueden tardar mucho en salir y, mientras tanto, el gasto de las familias, poco a poco, sobre a sobre, aumenta sin darse cuenta.

Ocurre algo similar con algunos videojuegos

Ocurre algo similar con algunos videojuegos muy populares, como son Fortnite o Minecraft, que se presentan como gratuitos. Los menores se los descargan, se enganchan y pronto aparece la primera trampa. Sí, es gratis, pero se pueden tener más ventajas si compras alguna de las múltiples mejoras que están a disposición del usuario y que son infinitas. Pagas con dinero, pero en el mundo virtual se refleja de manera muy distinta: se quita cualquier referencia económica, como el símbolo del euro o dólar, y se cambia por otros iconos que, visual y mentalmente, eliminan por completo la sensación de gasto real.

Estas dos situaciones tienen varios nexos de unión. La primera es que los menores, usuarios habituales tanto de cromos como de este tipo de videojuegos, son un público vulnerable que, en muchas ocasiones y a menor edad, no son conscientes del dinero que están destinando a esta forma de ocio. La segunda es que los propios comercializadores tampoco son transparentes con el producto que ofrecen y las consecuencias que puede acarrear para el bolsillo de los clientes. Esta realidad ha llevado a algunas asociaciones de consumidores a actuar por la falta de transparencia en lo referente al gasto. En el caso de los cromos, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) estima que completar un álbum puede costar 600 euros.

Un rincón para los coleccionistas

Eros tiene solo ocho años y el brillo en su mirada le delata. Es domingo por la mañana y ha acudido junto con sus padres a uno de los puntos de encuentro más concurridos de Madrid. En medio del Rastro, entre puestos cargados de antigüedades, la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo se alza como un templo para los coleccionistas. Decenas de personas van allí cada fin de semana a conseguir las estampas que se les resisten. Los hay que van directamente a lo fácil. Varios puestos, montados de manera improvisada en el suelo, venden los cromos más codiciados, en algunos casos, a precio de oro. Otros, a la vieja usanza, apuestan por el intercambio de toda la vida.

Entre ellos, está Eros. «Llevo dando la lata para que me traigan…», confiesa. Es su primera vez y no puede estar más emocionado porque, como afirma su madre, Ana Muñoz, ha tenido mucha suerte. «Nos han regalado cromos», cuenta. Nada más llegar al punto de encuentro, esta familia ha conocido a Daniel Vergara. Roza la treintena, pero también ha caído en la fiebre de los cromos, en este caso, la colección de LaLiga. «Nos regalaron el álbum cuando estábamos de vacaciones. Vinimos un primer día a ver cómo funcionaba esto y ya nos hemos enganchado hasta que hemos terminado», apostilla.

Iniciativas entre familias

En solo dos meses, Vergara ha conseguido terminar la colección. «Ha sido poquito tiempo. Pero porque hemos cambiado mucho. Si no cambias y te gastas el dinero en cajas, sí que se te va el sueldo y el tiempo», confiesa. En su caso, estima que ha gastado unos 100 euros. Aunque ya ha completado el álbum, había vuelto al Rastro para regalar a los niños que quisieran todos los cromos que le habían sobrado. Alrededor de él, hay varios menores que, con la ayuda de sus padres, repasan en un cuaderno cuáles necesitan. «Ese no lo tengo. Mamá, táchalo», ordena Eros a su progenitora.

Este tipo de iniciativas son muy positivas para las familias, ya que, de esta forma, cumplen el deseo de sus hijos, pero no gastan más de lo previsto. Ahora, un sobre con ocho cromos de LaLiga, la colección más popular, cuesta un euro. Muñoz admite que ella intenta dosificar las compras, pero hay veces que se le escapa de las manos. «Intento pocos, a lo mejor dos o tres [sobres], pero es que su abuela cada vez que va a comprar, se va con ella y [le compra] bastantes. Es que dices, ‘bueno, es un euro, mamá’ y tú vas a comprar el pan y venga un euro, un euro… Pero cuando ves todos los cromos, cuando los tiene en el álbum, dices ‘madre mía'».

Ellos no han hecho cuentas, pero creen que llevan más de 100 euros gastados y acaba de empezar la colección. Es complicado saber cuánto dinero se va a necesitar para completar un álbum porque hay estampas que se resisten o salen con menos frecuencia. Por este motivo, OCU ha interpuesto una denuncia contra Panini, empresa que comercializa los cromos de LaLiga, entre otros, porque considera que la marca no está siendo transparente con sus clientes y se les está ocultando información que necesitan saber.

Una denuncia a Panini y a sus álbumes de «600 euros»

«Desde OCU consideramos que Panini está vulnerando la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios al no ofrecer esta información clara y detallada sobre el coste y proceso final de las colecciones. Nosotros, desde luego, calificamos esta práctica como engañosa, ya que además se da el hecho de que son consumidores vulnerables, en su mayoría menores de edad y pueden no tener una visión global de lo que significa ese gasto», explica Ileana Izverniceanu, directora de Comunicación de OCU.

Según un estudio que ha hecho la organización, el coste medio de completar esta colección ronda los 600 euros. Lo que pide OCU es que Panini indique en sus álbumes o en los propios sobres de cromos la estimación de lo que una persona se puede gastar en total. Una iniciativa que a padres como Juan Molano, que también ha acompañado a su hijo, de 8 años, para intercambiar estampas en el Rastro, le parece bien, aunque no sabe si realmente servirá para mucho. «Al final te pueden poner una estimación, pero como no te toque un cromo puede multiplicarse por dos, por tres o por lo que sea, porque si no te sale uno vas a ir a por él. Habrá gente que tenga suerte y que le toque cuando lleva 200€ y otros que llevarán 1.200 y no les llegará nunca», apostilla. En su caso, calcula que lleva 200 euros gastados y aún no ha terminado.

«Lo que hacen empresas como Panini es que los cromos que son más codiciados, que son los que son más difíciles de encontrar, los introducen a los sobres en cantidades muy, muy limitadas. Con esto se obliga al consumidor a comprar más y más sobres con el objetivo de encontrar esos cromos», apostilla Izverniceanu. De hecho, la propia empresa pone a disposición de los clientes a los que solo les quede uno o dos cromos para terminar, que directamente se pongan en contacto con ellos para comprar, por un coste más elevado, esa estampa en concreto.

Videojuegos «casi» gratis

En los cromos el dinero se va gastando poco a poco, igual que ocurre con videojuegos como Fortnite o Minecraft. A ellos juegan millones de personas en todo el mundo, muchas de ellas menores de edad. Pueden descargarse de manera totalmente gratuita, pero una vez comienzan a introducirse en ellos, hay mejoras que solo pueden conseguir pagando. Se emplea dinero real, pero la manera que tiene de presentarse en la pantalla es muy diferente. Esto hace al usuario desvincularse de la realidad y no ser consciente de cuánto lleva realmente gastado.

La Asociación de Usuarios Financieros (Asufin) y otras 22 asociaciones de consumidores han denunciado estas prácticas. «Con las monedas premium tenemos problemas porque suelen presentarse como gemas, oro u otros elementos vistosos que se alejan del dinero real y que se puede perder la percepción de lo que realmente te está costando. Pierdes, por tanto, la noción de lo que estás pagando. Estimula el gasto y crea patrones adictivos. Está demostrado», argumenta Patricia Suárez, presidenta de Asufin.

Más transparencia

La organización denuncia que los clientes deberían conocer «de manera transparente y clara cuánto se están gastando en cada momento». Según apunta Suárez, los niños europeos desembolsan, de media, 39 euros al mes en compras. «Ojo, estamos hablando de menores de edad, pero te puedo dar más datos. El 84% de los que tienen entre 11 y 14 años juegan a videojuegos», añade.

Iván, el hijo de María José García, empezó a jugar a Fortnite a los 10 años, al igual que el resto de sus amigos. Su madre afirma que sí le han comprado extras para el videojuego y estima que se han gastado alrededor de 50 euros. «Me parece fatal que se presente el juego como gratuito y luego sea un sacadineros, porque para las mejoras, para subir de nivel… Claro, como todos los niños o sus amigos lo tienen, ¿cómo se va a quedar sin pase de batalla?», apostilla García.

«Si tengo que dejar mi videojuego, mi ánimo cambia, me vuelvo más apático e irritable»

Silvia Álava, doctora en Psicología y experta en menores, advierte sobre este aspecto. «Tienen la sensación de que ‘si no lo compro voy a fracasar porque no voy a ser capaz de pasarme la pantalla y el resto de mis amigos sí’. Entonces están jugando con ese sentido de pertenencia del grupo y con esas emociones de ‘si no lo haces, vas a fracasar’ y, en cambio, ‘si lo haces, vas a conseguir pasarte esa pantalla'», afirma. Esto genera en ellos un sentimiento de «frustración» y puede dar lugar a una adicción en algunos de ellos, que, incluso, compran a espaldas de los padres.

García admite que su hijo ha podido ser insistente muchas veces para comprar más mejoras del videojuego, pero cuando ella se ha negado, el menor ha aceptado y nunca lo ha hecho sin su consentimiento. Pero Álava sí conoce menores que han ido más allá. «Vemos casos en los que directamente cogen la tarjeta de sus padres y lo están comprando sin esa autorización, o que la tarjeta se queda grabada dentro del videojuego y entonces ni tan siquiera ya tienen que pedir autorización y de repente llegan cargos especialmente altos, que es cuando los progenitores se enteran», añade la experta.

Un público vulnerable y el rol de los padres

Álava insiste en que al ser menores son un público vulnerable porque no son conscientes del gasto que están haciendo y, además, al ser virtual y no ver el dinero de manera física todavía es más complicado concienciarse. En este sentido, la experta asegura que el papel de los padres es fundamental para hacer comprender a sus hijos la importancia del dinero tanto en el caso de los cromos como en el de los videojuegos. Además de guiarles para distingir si se trata de «deseo o de necesidad».

En el caso de los cromos, una de las cosas que, sostiene, «siempre» recomiendan es que sean los menores los que administren su propia paga en lugar de recibirlos comprados por sus padres o abuelos, donde no ven la transacción económica. «Es muy importante que sean ellos quienes vayan al kiosco, lo pidan y que salga de su dinero, de esa propina, para que sean capaces de valorarlos y estimen si les merece la pena o no. En el caso de los videojuegos, una cosa súper importante es nunca dejar las tarjetas asociadas a el videojuego», agrega.

La experta lanza un recordatorio para los progenitores: «Si nosotros no somos capaces de valorar el dinero, de valorar lo que nos estamos gastando en los videojuegos, en los cromos, ¿Qué es lo que ocurre? Que a ellos no les vamos a enseñar a que hagan esa correcta valoración del dinero».

FUENTE: cadenaser.com

«Estar» también significa ser capaces de escuchar y sostener emocionalmente a los demás

Qué buen sabor de boca nos ha dejado el XVII Congreso de Escuelas Católicas.
Bajo el lema “Ser, estar, educar… con nombre propio”. Este evento congregó a más de 2.000 educadores de España y otros países durante tres días de reflexión e inspiración sobre la importancia de poner a la persona en el centro de la educación.

Fué durante la segunda jornada, donde tuve la oportunidad de intervenir hablando sobre la importancia de «estar» en el ámbito educativo. Durante la entrevista, destacamos que este acto va más allá de la simple presencia física y se convierte en una toma de consciencia que involucra a docentes, alumnos y directivos. “Estar implica educar con conciencia, reconociendo nuestras emociones y necesidades, así como las de los alumnos». «Estar» también significa ser capaces de “escuchar y sostener emocionalmente a los demás”, una práctica clave en tiempos donde, paradójicamente, nos sentimos más solos que nunca a pesar de estar constantemente conectados a nivel tecnológico. “Sostener al alumno supone que los chicos y chicas sientan que si lo necesitan siempre va a estar alguien para escucharle”.

También hablamos sobre la creciente prevalencia de problemas de salud mental entre los adolescentes y la necesidad urgente de un enfoque educativo integral. En la actualidad, el 20% de los adolescentes europeos sufre trastornos mentales, y en España, la situación en las aulas se ve reflejada en trastornos como ansiedad, depresión y conductas autolesivas. «No se trata de alarmar, sino de tomar conciencia para poder actuar».
También es importante cuidar a los docentes, ya que el 38,4% de ellos presenta síntomas de depresión. “Cuidar de los profesores es esencial para que ellos puedan cuidar a los alumnos; necesitamos crear un modelo de cuidado mutuo dentro de los centros educativos para afrontar estos desafíos”.

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Día Internacional de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo: 10 de noviembre

La ciencia es la herramienta que el ser humano ha creado tanto para comprender el mundo que le rodea, como para aplicar esos conocimientos en su beneficio. Los avances científicos nos permiten hallar soluciones a los nuevos desafíos económicos, sociales y medioambientales con los que construir un futuro sostenible. La ciencia tiene, además, un papel en la construcción de la paz al fomentar la cooperación internacional para alcanzar el desarrollo sostenible.

Conocimientos necesarios

Acercar la ciencia a la sociedad es fundamental para que los individuos tengan los conocimientos necesarios y, de esta forma, puedan elegir sus opciones profesionales, personales y políticas. Además, sirve para atraer a los ciudadanos hacia el apasionante mundo de la investigación.

En este contexto, cada año, el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo promueve que los ciudadanos estén informados sobre los avances científicos, creando sociedades más sostenibles, al tiempo que favorece la comprensión sobre la fragilidad del planeta en el que vivimos.

El Día ofrece la oportunidad de movilizar a todos los actores en torno al tema de la ciencia para la paz y el desarrollo, desde los funcionarios gubernamentales hasta los medios de comunicación y los alumnos de las escuelas. La UNESCO anima encarecidamente a todos a unirse a la celebración del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo organizando su propio evento o actividad ese día.

La juventud a la cabeza

Este año, el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo se celebra en el marco del Decenio Internacional de las Ciencias para el Desarrollo Sostenible (2024-2033). Brinda la oportunidad de implicar a un público muy variado, con especial atención a los jóvenes y a los participantes no pertenecientes al ámbito científico, en el descubrimiento y la exploración del papel de la ciencia en nuestro mundo digitalizado en constante evolución. La gente joven podrá hacer preguntar directamente a distinguidos científicos sobre el modo en que la ciencia afecta a nuestra vida cotidiana y contribuye a encontrar soluciones a los retos más acuciantes a los que se enfrenta el mundo, tanto a nivel local como global.

Más info en: UN.org