Webinar ¿Estás preparado para la vuelta al cole? Asiste gratis el 2 de septiembre 18:00h (España)

¿Estás preparado para la vuelta al cole? Descubre de la mano del Instituto de Investigación Agua y salud cómo afrontar la Vuelta al Cole. Veremos las principales recomendaciones para recuperar con menos esfuerzo las rutinas después de las vacaciones, cómo ser más receptivos con las emociones de los más pequeños o cómo afrontar un nuevo curso con medidas COVID, sin olvidarnos del papel de la hidratación para asegurar un regreso a las aulas con todas las garantías.

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Niños responsables, niños más felices

La responsabilidad se educa, pero se aprende cuando permitimos que los niños verdaderamente interioricen y hagan propias sus obligaciones, y esto, los ayuda a ser más felices.

Por Claudia Guimaré

«¡Qué niño tan responsable y obediente!» decía mi tía Olga cuando veía un niño que para ella era merecedor de su máximo halago. Mi tía había sido maestra toda su vida, y para ella, la obediencia y la responsabilidad eran el summum de las cualidades del ser humano, especialmente en la infancia.

Para ella, ser obediente era ser responsable, porque la responsabilidad era inculcada en casa, por los padres. Y por ello, “los buenos niños” se reconocían rápidamente por obedecer sin chistar las reglas que los hacían ser ordenados, como no ensuciar la túnica, llevar los lápices con punta recién sacada en la cartuchera, no interrumpir a los mayores y hacer siempre los deberes.

Obediencia no es responsabilidad

Sin embargo, si lo pensamos un poco más, obediencia no es responsabilidad. Más aun, es todo lo contrario. Cuando obedecemos, no estamos siguiendo nuestro propio criterio. Estamos aceptando de buena gana el criterio de otro y asumiendo que tiene razón y que lo que nos sugiere debe ser la mejor opción. O en su defecto, estamos aceptando de mala gana esa indicación porque no nos queda más remedio. Pero la responsabilidad surge de la interiorización de un mandato porque nos reconocemos como los principales afectados de las consecuencias de nuestro accionar. Y sabemos por ende, que si hacemos esto, pasará esto otro. Y todos sabemos que a veces no nos basta con que otro nos adelante ese vaticinio para que nosotros lo creamos y adoptemos como propio.

Por ello, sin experimentación, sin decisión propia, sin verdadera conciencia de los resultados de nuestros actos y valorización de sus consecuencias, no podemos decir que hay genuina responsabilidad y es por esto que los niños no necesitan seguir a pie juntillas lo que se les dice. Lo que necesitan es entender de verdad y por motu propio lo que “deben” hacer ante cada situación.

El aprendizaje empieza en casa

Lo complicado es que ese aprendizaje empieza en casa desde la más tierna infancia, cuando todavía no logran imaginar cabalmente las consecuencias de sus actos por falta de experiencia: están aprendiendo. Y por eso los padres nos agarramos la cabeza cuando ante una indicación clara y simple como “no te subas ahí que te vas a caer”, el niño va corriendo a subirse y pum… se cae. Y aunque esto sea a diario para los padres un quemadero de cabeza, en el fondo sabemos bien que sólo una vez que se cayó, aprendió de verdad a que subirse ahí no es buena idea o al menos, conlleva sus riesgos.

Por eso decimos que la responsabilidad comienza en casa. Porque se la empieza a ejercitar en el día a día desde muy pequeños, mucho antes de que lleguen al jardín y sean las maestras también, quienes además de nosotros, les ayuden a desarrollar esa habilidad, ordenado juguetes y cuadernos, cuidando sus útiles y ordenando la fila para salir a jugar.

¿Y por qué los niños terminan más que obedeciendo, interiorizando estas conductas? Pues porque les hace sentir bien. Porque les hace sentir capaces. Porque les hace sentirse “grandes”. Todo lo contrario a cómo se sienten cuando se ven obligados a seguir una regla o cumplir con algo simplemente porque no tienen opción.

Cuando los hacemos responsables, genuinamente responsables, les estamos diciendo que confiamos en ellos plenamente, confiamos en sus capacidades y en su criterio. Y nada nos hace sentir mejor que eso, seamos grandes o pequeños.

Hiperpaternidad

Queremos Hijos Felices - Silvia Álava

Eva Millet, escritora, autora del libro “Hiperpaternidad” (donde habla de las consecuencias de lo que llama los padres “helicóptero), dice que cuando dejamos de hacer algo por nuestros hijos y les dejamos en libertad para hacerlo ellos, les estamos diciendo “tú puedes!” y por ende, siguiendo este silogismo, cuando por el contrario lo hacemos todo por ellos (“porque son chiquitos y no entienden aun lo que les conviene”), les estamos diciendo lo contrario, les estamos diciendo “déjame a mí que lo hago mejor” “no confío en ti para esto”. Y eso, claramente no los hace felices.

Silvia Álava, Psicóloga y autora del libro “Queremos hijos felices”, dice “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad” y sostiene que “cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”; y a su vez, el psicólogo infanto-juvenil Antonio Ortuño deja claro que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia”.

¿Cómo fomentar la responsabilidad desde pequeños en casa?

Fácil de decir y difícil de hacer, aquí te dejo mis 3 principales recomendaciones para logarlo.

1. Sé el ejemplo.


El primer paso es como siempre decimos, dar el ejemplo. La semana pasada la mamá de una compañera de mi hija de la escuela me contaba que fue a hablar con la Directora para expresarle que en su familia, no eran capaces de levantarse tan temprano por lo cual su hija iba a continuar yendo una hora tarde todos los días como hasta hoy.

Más allá de las problemáticas y dinámicas de cada familia, y de que las mañanas no son fáciles en casi ningún hogar con niños pequeños, queda claro que cuando estamos educando a nuestros hijos, debemos prepararlos para el camino y no el camino a ellos.

Mostrarles desde pequeños que pueden incumplir reglas importantes como el horario de entrada porque no les queda cómodo, permitirles interrumpir la dinámica de la clase que las maestras tanto preparan, llegando a media mañana o pretender que los demás se adapten a nosotros siempre, no puede ser el camino correcto. Si nosotros no valoramos el pertenecer a un grupo y respetar sus reglas y acuerdos básicos, difícilmente nuestros hijos puedan más adelante hacerlo.

2. Permite que se equivoquen.


Hace unos días mi hija de 6 años decidió cortarse sola el cerquillo… El resultado fue una mala imitación del personaje Amelie después de volver de la guerra. Cuando le dije por qué había hecho eso sin pedir ayuda me contestó que simplemente porque ella podía sola. Y cuando le dije “pero es que así te quedó feo”, me miró y me dijo “esa es tu opinión mamá, pero acordate que es mi pelo, y a mí me gusta cómo me quedó”.

Seguramente mi madre o mi tía Olga habrían reaccionado distinto a mí en esa situación, pero la verdad es que yo, no pude más que reírme y decirle “tenés razón”. Porque al fin y al cabo la tiene. O acaso yo le consulto cómo cortarme el pelo a mi vecino de al lado y sigo su consejo aun si no me gusta su opinión? Días más tarde me dijo “en este pedacito la verdad se me fue la mano” y yo entendí que la próxima vez que quiera cortárselo, seguramente me pida ayuda, o no, pero lo haga mejor.

3. Que realmente vivan las consecuencias de sus decisiones u omisiones


Hace 15 años atrás, cuando mis hijastros eran pequeños, tuve que llevarlos un día yo al colegio. Cuando bajamos, me preguntaron dónde estaban sus mochilas puesto que ellos no las agarraban nunca, porque su madre las cargaba por ellos. Yo, en mi inexperiencia de madrastra joven y el apuro de la salida, nunca chequeé que llevasen sus mochilas porque el portafolios lo revisaba yo cada noche en casa y lo cargaba yo a la escuela.

Entonces, recuerdo que les dije “vamos a volver a casa a buscarlas y por ello yo voy a llegar tarde a mi trabajo, pero ustedes van a venir conmigo y llegarán tarde a la escuela porque las mochilas son responsabilidad de ustedes”. Mi intención no era el castigo de la llegada tarde, sino que realmente se hicieran cargo del olvido y sus consecuencias, y puedo asegurar que nunca más se olvidaron de ellas.

En el otro extremo, una amiga me decía entre risas hace poco que como habitualmente se olvidaba de ponerle postre a la hija en la lonchera, ahora su hija, de 6 años, revisa sola su mochila cada mañana antes de salir de casa para cerciorarse de que lo lleva.

El mensaje está muy claro: si sé que realmente me tengo que hacer cargo de la consecuencia de una acción, pongo atención y me encargo de hacerla.
Los niños son esponjas y aprenden a velocidad crucero. Lo que necesitan es adultos disponibles que den buenos ejemplos. Y lo que necesitamos los padres es constancia y paciencia.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA

Claudia Guimaré

Claudia Guimaré
La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

FUENTE: ElPais.com.uy

Así afecta al cerebro del menor estar enganchado a la pantalla del móvil. Colaboración con La Vanguardia

Que los niños utilicen los móviles o tablets puede ser un salvavidas para muchos padres cuando tienen cosas que hacer. Pero pueden venir cargados de efectos adversos, como una menor empatía y habilidades sociales.

«Existe mucha literatura científica a favor y en contra de las pantallas, pero quizá el problema lo tenemos, no en el dispositivo, sino en el exceso de horas de exposición», afirmó la psicóloga educativa y autora, Silvia Álava Sordo consultada por La Vanguardia.

(…)

Por su parte, un estudio realizado por George y Odgers, la pregunta ya no es si los niños van a utilizar tecnología digital, sino cómo, por qué y con qué efectos.

¿Cómo afecta el tiempo en el que los niños utilizan pantallas sobre su bienestar, relaciones sociales y actividad física?

Pregunta el estudio realizado por Unicef y aclara: «La tecnología digital ofrece muchos beneficios potenciales para los niños, permitiéndoles conectarse con sus compañeros o acceder recursos educativos o entretenimiento. Al mismo tiempo, existen preocupaciones.

Cuando el tiempo de pantalla invade el espacio deseable para disfrutar de la vida analógica, ciertas habilidades se desvanecen, una de ellas es la inteligencia emocional.  «Es la capacidad que tenemos para percibir las emociones en nosotros mismos y los demás, comprender por qué ocurren, utilizar la información que nos da la emoción y regularla. Lo que se ha visto en estudios es que los adolescentes que pasan más tiempo con pantallas, pierden la capacidad de percibir esas emociones porque la interacción no es cara a cara y las emociones se expresan, sobre todo, de esta forma», matiza Álava.

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Desarrollo integral

 «Los niños han de mantener un desarrollo integral, a todos los niveles: cognitivo, motor, comunicativo, social… Cuanto más pequeño es el niño, más vulnerable es su cerebro. Justo durante esos dos primeros años, es necesario estimularlos en el mundo real, no a través de una pantalla, porque esa estimulación determinará el tipo de conexiones nerviosas que se van a formar», explicó Álava.  

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Uso responsable

Por último, un uso responsable de los dispositivos digitales puede utilizarse en beneficio de la curiosidad innata de los niños. «Gracias a las pantallas se favorece el aprendizaje porque es posible conseguir información sobre cualquier interés, fomentar la curiosidad… pero deben estar mediadas por los padres», recomienda Álava.

Haz click aquí para leer el artículo completo en la web de la Vanguardia

Cómo preparar a los pequeños para la vuelta al cole (física y emocionalmente): lo mejor es empezar una semana antes

Los niños y niñas necesitan un tiempo para adaptarse a los horarios, por ello en esta última semana antes del comienzo de curso, es aconsejable comenzar a adaptar las rutinas. Es clave hablar de emociones, nervios, miedos…

Por Beatriz G. Portalatín

Estamos a punto de cerrar las vacaciones, a punto de comenzar un nuevo curso escolar, a punto de volver a empezar… La vuelta al cole está a la vuelta de la esquina y los pequeños necesitan su proceso de adaptación en cuanto a horarios, pero también, abordar esos nervios típicos de final del verano y esos nervios por volver a empezar. Más aún en otro año de pandemia por COVID-19.

Con antelación

Lo mejor, dicen los expertos, es comenzar al menos una semana antes del primer día de clase a adaptar rutinas y horarios para que los niños y niñas no se vean agobiados, cansados, irritables o muertos de sueño.

“Tanto los niños como los adultos necesitamos tiempo para poder adaptarnos a los nuevos horarios y rutinas. En vacaciones los horarios se relajan, no tenemos que andar tan pendientes del reloj, vamos más despacio, con más tiempo. Por ello, y sobre todo en los más pequeños, es importante evitar los cambios bruscos”, afirma a laSexta Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología, psicóloga en el Centro de Psicología Álava Reyes y miembro de la comunidad Educar es todo.

Tanto los niños como los adultos necesitamos tiempo para poder adaptarnos a los nuevos horarios y rutinas, sobre todo los más pequeños. Por ello, es importante evitar los cambios bruscos

Dra. Silvia Álava Sordo

Debemos saber -explica la experta- que los adultos podemos cambiar la velocidad con la que hacemos las cosas. Por ejemplo, es habitual que en verano dediquemos mucho tiempo a desayunar, vestirnos, etc. Sin embargo, cuando empieza el periodo laboral, aceleramos y somos capaces de reducir estos tiempos y hacerlo todo mucho más deprisa. Pero los niños, sobre todo los más pequeños, no tienen esa capacidad. De ahí la importancia de hacer ese proceso de adaptación y que no haya cambios bruscos de horarios ni tiempos, y que puedan tener tiempo para hacer tareas tan esenciales y rutinarias como desayunar o vestirse.

Horarios de sueño y comidas

Está claro que no es fácil para nadie, adultos incluidos, volver a madrugar y a tener horarios, pero los niños y niñas lo notan mucho más. Por ello, las recomendaciones es la de una semana antes comenzar a acostarlos algo más temprano y comenzar de nuevo a instaurar unas rutinas de comidas.

Según aconseja Álava, podemos acostar a los pequeños a una hora razonable para poder levantarse bien por las mañanas. Y esto es algo que deben de hacer tanto los niños como los adolescentes. “Nos encontramos muchos niños y adolescentes que están muy irascibles, irritables, que incluso les cuesta mantener la atención por periodos largos de tiempo, y la explicación está en que les faltan horas de sueño”.

La semana de antes de volver al colegio, conviene también que el desayuno, la comida y la cena se realicen en el mismo horario que se realizan durante el periodo escolar

Dra. Silvia Álava Sordo

También es importante adaptar el horario de las comidas. “La semana de antes de volver al colegio, conviene que el desayuno, la comida y la cena se realicen en el mismo horario que se realizan durante el periodo escolar”, añade Álava, también autora del reciente libro ‘El arte de educar jugando’.

Igualmente, Pilu Hernández Dopico, maestra, formadora de formadores y Ceo de El Pupitre de Pilu, aconseja además, ir poniendo el despertador para que se vayan acostumbrando de nuevo al sonido. Y con respecto a las comidas sería también muy positivo, además de ir regulando -como hemos comentado- los horarios de comida, también “ ir introduciendo alimentos más saludables o platos más parecidos a los que solemos comer durante el curso. En verano, también relajamos más las comidas o comemos más veces fuera de casa”.

Emociones, nervios… y COVID-19

De forma general, «los pequeños tienen ganas de volver al colegio, de ver a sus amigos, de volver a socializar, tengamos en cuenta que durante el verano muchos niños y niñas están más solos o no están todo el día con niños y niñas de su edad», sostiene Hernández. Sin embargo, es normal que en esa semana antes de comenzar al curso haya un cóctel de emociones normales y esperables.

Es importante crear espacios con los niños en los que hablar sobre todo esto, preguntarles cómo se sienten en la vuelta al colegio, que lo verbalicen, que podamos validar sus emociones

«Las emociones están presentes todos los días de nuestra vida, y al volver al colegio es normal sentir un sinfín de emociones contradictorias: alegría por ver a los amigos, tristeza porque se acabaron las vacaciones, enfado por no querer estudiar, sorpresa por conocer en qué clase o qué profesor les tocará, y este año, al igual que el pasado, también el miedo, porque seguimos en pandemia y hay que seguir cumpliendo las medidas de seguridad. Por eso es importante crear espacios con los niños en los que hablar sobre todo esto, preguntarles cómo se sienten en la vuelta al colegio, que lo verbalicen, que podamos validar sus emociones y decirles que los entendemos, sin dejar de buscar lo positivo de la vuelta al colegio», aconseja Álava.

Con respecto al COVID-19 -tercer curso escolar consecutivo de pandemia- y con respecto a las medidas de prevención que van a seguir instauradas al igual el año pasado en las escuelas, Hernández aconseja que como madres y padres que «las normas sanitarias de los colegios (mascarillas, distancia social, higiene de manos…) se expliquen a los más pequeños de forma positiva y no de manera dramática: “Nada más ajeno y extraño para un niño que la mascarilla – salvo que sea una fiesta de disfraces-, la distancia social – ellos que necesitan el contacto… El juego, en gran medida, se basa en el contacto. Como de momento parece que estas medidas han llegado para quedarse un tiempo, es bueno que no las cuestionemos delante de ellos y se las comuniquemos como parte de un juego”.

Es bueno que como padres y madres no cuestionemos las medidas de prevención en las escuelas delante de ellos y se las comuniquemos como parte de un juego

Pilu Hernández, maestra

En positivo

También, apunta Álava por su parte, es aconsejable que este tema se trate desde un enunciado en positivo. Es decir, tenemos que decirles, informarles o recodarles que de momento las medidas de seguridad van a ser como las del año pasado y que según vaya avanzando el curso escolar, ya se verá si se pueden relajar, pero hacerlo en positivo: ‘El pasado lo hicisteis genial y nos demostrasteis como los niños seguisteis todas las normas y apenas hubo contagios en las escuelas e institutos. Se que no te apetece seguir con la mascarilla, los grupos burbuja… pero sabemos que puedes hacerlo muy bien porque de momento es lo que nos toca’.

«Además es necesario que nuestros hijos vean que los primeros que cumplen todas estas medidas somos los padres y las madres. Que no es algo sólo para hacer el colegio y durante la jornada escolar. Que los adultos debemos dar ejemplo», añade.

No solo con el COVID, también los padres y profesores -figuras de referencia para los pequeños y jóvenes- «debemos evitar transmitir desánimo ante la reincorporación al trabajo, sino que será bueno que nos mostremos con ilusión ante los nuevos proyectos y el inicio del nuevo curso. Marcarnos nuevos objetivos para las próximas semanas que mantengan el espíritu de las vacaciones, con alguna visita dentro de nuestra ciudad o la práctica de actividades deportivas, hará que ese salto desde las vacaciones a los estudios no se vea como un castigo», finaliza Álava.

LaSexta/ Bienestar/ Psicología

FUENTE: LaSexta.com

¿Cómo mitigar los efectos de la pandemia en los más pequeños?

¿Cómo mitigar los efectos de la pandemia en los más pequeños? Os adjunto esta colaboración con el programa «Hoy por Hoy» de la Cadena Ser, donde hablamos sobre los efectos que los meses de pandemia están teniendo, especialmente sobre los más pequeños de la casa, y donde damos algunos consejos para mitigarlos.

Hablamos sobre educación infantil en el programa «Crecer» con Paloma Hornos

Hablamos sobre educación infantil en el programa «Crecer» con Paloma Hornos

“No olvidemos que el objetivo final de la educación es mitigar los defectos y potenciar la virtudes del niño y nadie como su padre y su madre, que son las personas que mejor le conocen en este mundo, para realizar esta tarea.

Así que mucho ánimo y no olvides que la más larga caminata comienza con un paso. Hoy es el día de dar ese paso en la educación de tus hijos.”

Adolescentes y vacuna del COVID: cómo ayudarles frente al miedo, la incertidumbre o los nervios por el pinchazo

Los adolescentes están respondiendo muy bien a la llamada de la vacunación, sin embargo también hay miedos y nervios ante los posibles efectos secundarios o incertidumbre por el qué pasará ahora una vez vacunados.

Por Beatriz G. Portalatín

Los adolescentes, mayoritariamente, se han portado muy bien durante toda la pandemia por el COVID-19 y ahora también, están respondiendo muy bien a la llamada de la vacunación. Sin embargo, como es lógico, hay miedo o nervios por el pinchazo que van recibir, por los posibles efectos secundarios, incluso por la incertidumbre del qué pasará ahora que estamos vacunados.

En España se está vacunando a todos los niños mayores de 12 años, una vez cumplidos (personas nacidas en 2009 o antes) con las vacunas de Comirnaty (Pfizer & BioNTech) y Spikevax (Moderna) -vacunas ARNm- las mismas vacunas usadas hasta ahora en los adultos. En cuanto a los efectos secundarios de estas vacunas, según explica el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), como todos los medicamentos, pueden provocar efectos secundarios. “La mayoría son leves y de corta duración y no todas las personas vacunadas los padecen. Los más comunes son: dolor y sensación de pesadez en el hombro y el brazo donde se ha inyectado la vacuna; sensación de cansancio, malestar general y escalofríos; dolor de cabeza y fiebre de bajo grado”.

La mayoría de los efectos secundarios son leves y de corta duración y no todas las personas vacunadas los padecen. Los más comunes son: dolor y sensación de pesadez en el hombro y el brazo donde se ha inyectado la vacuna, malestar general, dolor de cabeza y fiebre

CAV-AEP

“Es importante minimizar los efectos secundarios de las vacunas que son, como de casi todas las vacunas, realmente leves y pasajeros. Duran uno o dos días como mucho y no afectan de forma general a la vida de los pacientes. Además, para paliarlos, poder tomar analgésicos como el paracetamol”, afirma a la Sexta Ángel Hernández Merino, pediatra y miembro del CAV-AEP.

Vacunarnos es fundamental y en España la respuesta de los adolescentes en general está siendo muy buena, “si la comparamos con otros países cercanos como Francia o como Reino Unido donde no tienen esa respuesta tan buena. En España, la historia y la confianza hacia las vacunas es muy buena”, añade.

No obstante, hay que comprender y ser conscientes de que “la vacuna es un paso importante, pero necesitamos que la vacuna esté extendida por todo el planeta, no sólo en mi ciudad o en mi país, con lo cual hay que tener paciencia y seguir aún con las medidas de prevención, sobre todo con la mascarillas, con la distancia social, y evitar aglomeraciones», sostiene el doctor.

Es fundamental que «los adolescentes no pierdan la paciencia, que no se desengañen con respecto al valor de las vacunas a pesar de que tengamos que seguir aplicando un poco más todavía, as medidas de seguridad. De cara, al curso que viene, los expertos abogan por seguir aplicando de momento, y en el contexto de la variante Delta, mucho más contagiosa que las anteriores, las mismas medidas de prevención que había el curso pasado.

Nunca le digas: «No tengas miedo»

Como padres y madres, es importante que dejemos que los adolescentes expresen su miedo, «que les dejemos verbalizarlo porque sentirlo es licito y nadie puede cuestionar nuestro miedo a vacunarnos, al pinchazo o los efectos secundarios. Otra cosa es que queramos, para tranquilizarles, darles información y evidencia científica y explicarles que no pasa nada, que esos efectos secundarios son normales, y además pasajeros, en todas las vacunas, pero sentir la emoción de miedo es lícita y válida», explica Silvia Álava, doctora en psicología clínica y de la salud, psicóloga en el centro Álava Reyes y autora de varios libros, el más reciente ‘El arte de educar jugando’.

Es importante que no les neguemos su miedo, que les dejemos sentirlo y que lo verbalicen. Que les digamos «entiendo que tengas miedo y es normal tenerlo», y que después le demos información científica sobre la realidad de los efectos secundarios o las vacunas

Silvia Álava, doctora en Psicología

«Como consejo, es mucho más efectivo decirles: ‘entiendo que tengas miedo y es normal, pero ahora, vamos a ser realistas: la formula para que acabe esta pandemia pasa por vacunarnos. Es normal que haya efectos secundarios, pero éstos durarán como mucho dos días. Porque ¿qué son dos días de tu vida?», aconseja la experta.

El miedo, los nervios (y también la alegría por supuesto), es normal. No hay que olvidar que “los adolescentes lo han pasado muy mal durante la pandemia, no solo en el confinamiento sino también con las medidas de restricción. Es cierto que todos estamos ya cansados, que a todos nos afecta el no socializar como antes, pero los adultos tenemos ya formada nuestra identidad, mientras que los adolescentes aún no”, afirma Álava.

En la adolescencia -continúa la experta- esa identidad está en proceso y para ello es fundamental la figura de su grupo de referencia. De su grupo de iguales. Cuando eres niño/a se hace más a través de la familia pero durante la adolescencia, la familia pierde importancia (aunque sigue siendo importante) y pasa a tener más peso el grupo social y de iguales. Es por ello que en este caso, al no tener el contacto de siempre, las emociones se regulan peor.

De hecho, han aumentado en los adolescentes las urgencias psicológicas, los problemas de conducta y de estados de ánimo, también incluso “aquellos que ya tenían rasgos más ansiosos o más obsesivos de personalidad, la pandemia ha hecho que aumenten y que aparezcan trastornos obsesivos por miedo a la enfermedad o al contagio. También, hay otros adolescentes que sin llegar a tener un problema clínico como tal, tienen miedo y una preocupación más acusada al contagio, tanto hacia ellos como a sus familias”, añade la doctora. Además de todo esto, «se les ha dado en muchas ocasiones mensajes contradictorios, incluso se les ha culpabilizado y criminalizado en muchas ocasiones de los contagios«.

Hacerles sentir parte de algo

No hay duda de que «el final de la pandemia pasa por la vacuna», afirma Álava. No sabemos cuándo llegará el final de la pandemia (ojalá lo sepamos) pero lo que está claro que el camino pasa por vacunarnos», afirma Álava. Por eso, es importante que nuestros adolescentes entiendan «que esto es una inversión a medio-largo plazo, que por estar vacunado tu vida inmediata no va a cambiar porque vamos a tener que seguir aplicando las medidas de seguridad seguridad y prevención, pero que amedio-largo plazo, sí será el final de la pandemia. Y nosotros, con la vacuna, habremos contribuido a ello».

Es importante hacerles ver que es un objetivo mundial, que estamos viviendo algo histórico y que todos podemos contribuir

Dr. Ángel Hernández Merino, miembro del CAV-AEP.

Por ello, también es el momento de trabajar la empatía -continúa exponiendo Álava- que nos vacunamos por nosotros mismos y por los demás, que es necesario vacunarnos y que pensemos que los estamos haciendo por todos.

Realmente, afirma por su parte el doctor Hernández Merino, «es importante pensar y hacerles ver a nuestros adolescentes que estamos contribuyendo a una causa muy importante para ellos, para su familia y para el mundo entero. Que es un objetivo mundial y global, que estamos viviendo lago histórico y que todos tenemos que ayudar y empujar. Que ellos -los adolescentes- también forman parte de ese algo».

Y esto en las enfermedades y sobre todo en su erradicación o en manejo clínico, es algo muy relevante. «Todos los adolescentes y jóvenes no están vacunados contra la viruela porque hace 30-40 años atrás, todas las personas se vacunaron para erradicar el virus», concluye el doctor. Y que «ahora nosotros también, en esta pandemia podemos contribuir con nuestro pequeño granito de arena».

FUENTE: LaSexta

El regreso del Tamagotchi: «Los niños de carácter obsesivo pueden verse perjudicados»

El regreso del Tamagotchi: «El ‘bichito’ que demandaba mimos, se deprimía e incluso moría, ha resucitado. Aunque objeto de culto, hay expertos que advierten de los riesgos para la infancia de hoy en día.

Por ELENA G. DIEZ. @elenagdiez

Retroceda 25 años, cuando lo más parecido a una red social era aquella vecina con una oreja en el patio y un guiso en la olla; los móviles tenían las teclas incrustadas y no estaban permanentemente conectados a internet. El juego del Snake era la gran moda tecnológica, lejos de las aplicaciones actuales que nos traen la comida hasta la puerta de casa, nos permiten ligar y alquilar un coche con un solo clic. El mundo de las mascotas también era diferente, las familias convivían con animales tradicionales: periquitos, perros y gatos. Ningún famoso paseaba con el exótico cerdo vietnamita, ni se veían peluquerías o tiendas de ropa caninas.

Aki Maita, una japonesa de 31 años

Fue en ese escenario cuando a Aki Maita, una japonesa de 31 años, se le ocurrió inventar un dispositivo electrónico que funcionaba con pilas y se convirtió en líder de ventas:el Tamagotchi. Se trataba de un animal virtual, que vibraba para solicitar cariño. Pero también tenía su lado oscuro: enfermaba si no recibía suficiente atención, se deprimía e, incluso, moría.

Este juego comenzó a quitar el sueño a padres y profesores debido a la fascinación de los niños, que lo cuidaban como si fuese un ser vivo. «El usuario tiene que estar pendiente todos los días, dedicar a la máquina el número de horas que requiera y si no lo hace recibe un estímulo negativo. Esa demanda continua hace que se genere mucha dependencia», explica Amparo García Méndez, experta en Neuropsicología.

La adicción fue la clave del éxito

La adicción fue la clave del éxito y también de la discutida reputación. Tras años de olvido del tamagotchila marca Bandai lo acaba de resucitar en el 25º aniversario de su nacimiento. Algo que despierta recelos en la comunidad educativa. Muchos de los antiguos consumidores serán los progenitores de la nueva era de aficionados, que se encuentran mucho más familiarizados con las nuevas tecnologías y el mundo de las pantallas. Desde Empantallados, asociación de educación digital para padres, alertan sobre un posible nuevo boom del efecto tamagotchi: «Un apego desordenado hacia algo, en vez de hacia alguien. Una mascota virtual que a priori pudiera parecer generador de empatía se vuelve contraproducente».

Confirma este riesgo Eli Gotchi (nombre de su avatar en redes sociales), coleccionista de más de 60 tamagotchis: «Cuando eres mayor sabes gestionar, a mí me da igual dejar el juego pausado para ir a trabajar e incluso durante semanas» -y añade-: «Pero a un niño de seis años le puede viciar e incluso llegar a frustrarle». Aunque no solo la edad, también la personalidad influirá en la gestión sentimental, según afirma la psicóloga Patricia Díaz Seoane: «Perfiles con carácter obsesivo, rígido o exigente pueden verse perjudicados. Otros más, flexibles o pasotas, jamás se van a ver en esa situación».

No es lo mismo preparar la comida, cepillar o ponerle agua a una mascota real; que hacerlo en una aplicación, que se basa en darle a un botón

Es conveniente que los niños aprendan a distinguir lo que es real de lo que es fantasía

Según los expertos, aunque el cuidado de una mascota genera en los más pequeños hábitos de responsabilidad, es conveniente que aprendan a distinguir lo que es real de lo que es fantasía. «No es lo mismo preparar la comida, cepillar o ponerle agua a una mascota real; que hacerlo en una aplicación, que se basa en darle a un botón. La realidad no tiene emoticonos o instrucciones que te explican cómo funciona el animal», advierte Silvia Álava Sordo, psicóloga experta en educación.

Hace más de 20 años la propia Aki Maita ya advirtió de que el tamagotchi era algo diferente. Para ella, según declaró a EL MUNDO, se trataba de una alternativa para quien, por diversos motivos, no pudiese disfrutar de animales de compañía.

La pandemia ha aumentado la demanda de mascotas, plantas y huertos urbanos

En estos momentos, la pandemia ha aumentado la demanda de mascotas, plantas y huertos urbanos. Todo el mundo quiere cuidar a un ser vivo. ¿Serán estos bichos tecnológicos una manera de implicarse en nuevos retos?

El perfil del usuarios de estos personajes interactivos es de lo más variado. Desde amantes del vintage hasta fanáticos del estilo Kawaii, un movimiento de la cultura japonesa que se asocia con aquello extremadamente tierno e infantil. El regreso del tamagotchi está en marcha y sus clientes serán nativos digitales, pero también mucho nostálgico. Según afirman fuentes de Bandai, la empresa juguetera ha recibido multitud de correos de adultos, que ya acudieron a la preventa. «Tamagotchi es mayor, no a todos los que nos gusta tenemos siete años, muchos somos coleccionistas de juguetes antiguos, yo voy a hacer 39 y no soy de las más mayores. Tenemos chats donde nos avisamos de los nuevos lanzamientos», reconoce Eri Gotchi, quien ya tenía su nuevo modelo reservado desde enero.

FUENTE: Diario El Mundo

Claves para educar a hijos responsables, que serán más felices

¿Cómo podemos fomentar la responsabilidad en nuestros hijos? El psicólogo infanto-juvenil Antonio Ortuño deja claro que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia” y nos ofrece claves para construir esa responsabilidad día a día.

Por Educar es Todo

Seguramente cuando nuestros niños son pequeños y rebeldes desearíamos que fueran más obedientes. Pero si miramos más allá de esta primera infancia, nos daríamos cuenta de que no querríamos que nuestros hijos, el día de mañana, fueran sumisos, sino que tuvieran criterio propio y decidieran conociendo o anticipando las consecuencias de sus actos. En definitiva, seguramente querríamos que nuestros hijos fueran responsables. ¿Cómo podemos fomentar la responsabilidad en nuestros hijos? El psicólogo infanto-juvenil Antonio Ortuño deja claro que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia” y nos ofrece claves para construir esa responsabilidad día a día.

¿Por qué los hijos responsables son más felices?

Si pensamos en hijos a los que les damos todo hecho, que no tienen apenas responsabilidades ni decisiones que tomar, podríamos pensar que les estamos haciendo la vida más fácil y eso les haría felices. Incluso si pensamos en niños a los que les pedimos obediencia a nuestras normas podríamos pensar que también les estamos haciendo la vida más llevadera al dejarles bien claro qué tienen que hacer, cuándo, cómo…

Pero lo cierto es que nuestros hijos quieren ser protagonistas de su propia vida, sentirse capaces, útiles y competentes. Y que, en la medida en que se sienten capaces y protagonistas, tienen una autoestima más alta. Según Eva Millet, cuando nos resistimos al muy habitual gesto de coger a nuestros hijos “les estamos diciendo: tú puedes”. Por esa regla de tres, al no fomentar que nuestros hijos se responsabilicen de su vida les estamos diciendo: “tú no puedes”, “déjame a mí, que yo sé” o “no confío en ti”.

Lo que está claro es que los hijos responsables son capaces de tomar decisiones, de asumir riesgos y de reconocer sus propios errores. En definitiva, son más autónomos. Y, como nos dice Silvia Álava, experta que también participa en nuestra plataforma, “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”.

Hijos que aprenden a tomar decisiones

Nos recuerda Antonio Ortuño que “la responsabilidad se construye de forma progresiva. A diario tenemos multitud de ocasiones para fomentarla”. Y se fomenta la responsabilidad, especialmente, dejando tomar decisiones. Porque lo cierto es que si pretendemos la obediencia (por ejemplo, que nuestro hijo nos haga caso y ordene su habitación) no dejamos al niño margen de decisión y, si no cumple lo que ordenamos, nos enfadaremos, estaremos desbordados emocionalmente… Esta escena tan típica, dice Antonio Ortuño, “es una oportunidad perdida para educar en la responsabilidad”.

¿Cómo podríamos dar la vuelta a esta situación? Podríamos dejar que nuestro hijo decidiera si recoge o no la habitación, pero controlando las consecuencias: si recoge puede ver la tele, si no recoge no podrá verla. Pero Antonio Ortuño deja muy claro que “las emociones deben ser las mismas, decida una cosa o la otra”.

Claves para educar hijos responsables

  1.  Dejar que nuestros hijos tomen decisiones y vivan las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, si no ha cogido el almuerzo para el colegio por mucho que se lo hayamos recordado, fomenta más su responsabilidad dejar que viva la consecuencia natural de este olvido (no tiene almuerzo) que volver corriendo a casa a cogerlo y llevárselo al colegio.
  2.  Hablar de las consecuencias que pueden tener sus actos si no cumplen una norma. Por ejemplo, si en casa creemos que no pueden ver la tele hasta que ordenen el cuarto, deberíamos dejarlo claro, explicar esa norma y su consecuencia y dejar que experimenten la consecuencia si no cumplen dicha norma.
  3.  Conversar con nuestros hijos sobre sus responsabilidades y dejarles que se hagan cargo. Educar es extenuante y más aún si tenemos que hacernos cargo de una logística que nuestros hijos pueden asumir. Para liberarnos de tanto peso, podemos decir a nuestros hijos que se deben hacer cargo de preparar la mochila con los materiales y equipación que necesitan para su extraescolar, por ejemplo natación o hockey.
  4.  Permitir que resuelvan sus pequeños problemas, debatiendo con ellos sobre posibles consecuencias o repercusiones que anticipamos para apoyarles a tomar la decisión que ellos creen más acertada. Por ejemplo, si tienen una pelea con un amigo y no saben cómo actuar con el amigo al día siguiente, podríamos hablar con ellos de las posibles alternativas y apoyarles para que elijan la que más les satisfaga.
  5.  Entender que nuestro objetivo educativo ha de ser enseñarles a elegir bien y no obedecer, y menos aún en función de nuestro desborde emocional. Esta idea nos puede ayudar a rebajar la tensión (tal vez así entendamos sus retos como formas de aprender, no como afrentas personales) y a dejar de estar detrás de ellos, porque lo que queremos es que decidan ellos mismos.

FUENTE: El Periódico de Aragón

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