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Cuando el director de un centro está solo ante el peligro

“Los directores también necesitamos apoyo, ayuda y sostén de las administraciones públicas, formación específica, así como trabajar en equipo con colegas de otras instituciones”, afirma Anabel Valera, directora ejecutiva en España de la Red de Directivos de Instituciones Educativas (REDIE), quien advierte de la soledad que no pocas veces le acompaña en su tarea (el verbo parece contradictorio en sí mismo).

El suicidio en 2022 de Ruth Perry, directora de la escuela primaria de Caversham, en la localidad inglesa de Reading (Berkshire), ha vuelto a la actualidad, tras conocerse este mes de diciembre el informe forense final, entre cuyas conclusiones se señala al “deterioro significativo” que sufrió su salud mental tras una inspección educativa que calificó de “inadecuado” el centro bajo su responsabilidad.

Su caso abrió en su momento un debate sobre los procedimientos y modos de la inspección educativa, hasta el punto de observar la idoneidad de formar a los inspectores en aspectos no exclusivamente técnicos. Lo que la forense ha descrito como una “ausencia casi total” de capacitación de los inspectores para tratar con signos de angustia, al menos lo que pudo haber ocurrido en aquel caso. El objetivo ahora es prever, y evitar, casos similares.

Valera recuerda que “liderar bajo presión no es tarea sencilla”, entre otras razones porque “los retos a los que nos enfrentamos los directivos escolares son múltiples y salpican de forma diaria nuestra labor”.

Porque, como apunta, “si ya de por sí la gestión de personas es compleja, y aún más en el caso de las escuelas en las que trabajamos con menores y sus familias, aspectos como los cambios sociales, los vaivenes legislativos que afectan tan directamente a la educación, la irrupción de la IA, las nuevas tecnologías, el cambio en la forma de aprender de los alumnos, cuyos tiempos de atención mantenida se han reducido… etcétera, suponen para el ‘capitán del barco’ del colegio, el director, un reto muy considerable”.

Apoyo, ayuda, formación…

En el análisis que hace para ÉXITO EDUCATIVO, Valera subraya que los directores también “necesitan apoyo, ayuda y sostén de las administraciones públicas, formación específica, así como trabajar en equipo con colegas de otras instituciones”.

No desencaminado va en este contexto José Ignacio Jiménez, profesor del Máster de Dirección y Gestión de Centros Educativos de la UDIMA y con una amplia experiencia como director de colegio para quien “conjugar las obligaciones, los intereses y las distintas situaciones personales introduce una tensión que, en ocasiones, es difícil de sobrellevar”.

Con todo, Jiménez, en declaraciones a ÉXITO EDUCATIVO, ve el vaso medio lleno y afirma que “todas las situaciones difíciles pueden ser convertidas en elementos impulsores que mejoren la labor directiva”. “Lo mejor, sin duda”, subraya, “es buscar qué es lo que más ayuda a nuestros alumnos y alumnas cuando las situaciones se pongan complicadas”.

En este sentido, en su opinión, “buscar el sentido de una decisión administrativa, tender puentes de comunicación con las familias o procurar un buen ambiente familiar mejorará la efectividad de la práctica docente de nuestro colegio”.

Doble carga psicológica para los directivos

Silvia Álava, doctora en Psicología Clínica y de la Salud, psicóloga educativa y miembro del Consejo Editorial de ÉXITO EDUCATIVO, pone el acento en que, dentro de la comunidad educativa, el director es, por encima de todos los demás agentes, incluidos los docentes, el que enfrenta “situaciones estresantes muchísimo más altas”.

¿Por qué ocurre esto?, se pregunta esta especialista. La respuesta es, piensa, bien sencilla: Todo está en su doble carga, la de docente, que lo suele ser, y todo lo que eso conlleva, y la de ser “un poco responsable emocional de los alumnos, junto con la carga de cuidar a sus equipos y al resto de los profesores, de escuchar a todos”.

A todo eso hay que sumar las familias de los alumnos, donde las hay que entienden muy bien que hay que trabajar como un equipo y en la misma dirección, pero otras “que parece que lo que tenemos que hacer los directivos es hacer más, y esta es una presión que, muchas veces, es muy complicada de gestionar, y que, en no pocas ocasiones, los directores se enfrentan sin haber tenido ningún tipo de formación específica”. Todo eso, agrega, “por no hablar de la ingente carga administrativa que conlleva la tarea de director”, avisa en declaraciones a ÉXITO EDUCATIVO.

“¿Todo eso podría explicar lo que está ocurriendo?”

Como el dramático caso de la directora inglesa de Primaria. Álava señala que “no nos tenemos que quedar solamente con la explicación, sino con lanzar esa llamada de auxilio de que hay que hacer algo para cuidar la salud mental de los docentes y algo también para cuidar específicamente a los directores, porque los directores tienen a su vez la labor, no solamente de cuidar a los alumnos, sino también de cuidar al equipo”.

Álava, también recuerda que los datos del I Estudio Nacional sobre el Estado de Ánimo de los Docentes en España ya alertaba del alto porcentaje de profesores con síntomas de depresión y que en este mismo estudio impulsado por ÉXITO EDUCATIVO, Educar es Todo y la UDIMA, la labor de los equipos directivos era fundamental para el bienestar de los docentes. Cabe entonces preguntarse ¿Quién cuida entonces a quienes deben cuidar a los demás?.

FUENTE: exitoeducativo.net

¿Cómo disfrutar de las comidas y cenas de Navidad sin acabar discutiendo con la familia?

Estos días las agendas están llenas de celebraciones, comidas de empresa, cenas familiares, reencuentros con personas que hacía mucho tiempo que no veíamos… una oportunidad para disfrutar de la compañía o un peligro para que viejas rencillas salgan a la luz de nuevo…

¿Cómo podemos evitar esas situaciones incómodas? ¿Qué consejos podemos poner en práctica?

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Estas son las razones por las que cometer errores y fracasar puede ser muy beneficioso para los niños.

¿Por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños?

Alguna vez te has preguntado ¿por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños? ¿Suena contradictorio? Realmente no lo es, porque de los errores se aprende y aquí te lo diremos más a detalle, ya que no siempre fracasar es sinónimo de derrota o de dejarse caer, ¡al contrario! Es la oportunidad perfecta para salir victorioso, esforzarse y hacer las cosas mucho mejor. ¿Quieres saber más?

Por qué cometer errores y fracasar SÍ ayuda a los niños a ser mejores

¿Por qué solemos esconder nuestros errores? Es una pregunta muy común que todos nos hemos hecho alguna vez y esto es porque tenemos el error asociado a la idea de fracaso. Parece que cuando una persona se equivoca es que ha fracasado, lo ha hecho mal y sienten que el resto de las personas le van a juzgar para mala. Por eso es bastante habitual que cuando cometemos un error lo primero que hacemos es intentar que las demás personas no se den cuenta.

Casi siempre, como adultos, intentamos esconder de los demás los errores que cometemos de los demás y sin querer esto es lo que les enseñamos a nuestros hijos: a hacer como que ‘no pasó nada’. Justamente ahí estamos mal como papás porque los niños cuando se equivocan lo que buscan es ver cuál es la reacción de sus padres y como muchas veces lo que ven es que los padres les regañan o incluso los llegan a castigar por el error cometido, mejor intentan evitar que se enteren y llegan a usar la mentira como defensa.

Por eso es importante entender que error no es igual que fracaso, sino que el error es una fuente de aprendizaje. Incluso existe el aprendizaje por ensayo y error, y se llama así precisamente por cómo se produce: cuando acertamos intentamos reproducir esas conductas que hemos hecho para conseguir el éxito y las que hemos errado y que no conllevan el éxito son las que dejamos de hacer.

Para que este aprendizaje por ensayo y error sea efectivo es fundamental dejar que los niños se equivoquen y analicen sus errores, no hay que demoniza esos errores, no hacer énfasis en que han errado, porque entonces volvemos al primer punto: en lugar de corregir el error, ellos creerán que la estrategia correcta es esconderlos y hacer de cuenta que no ha sucedido nada. Y eso NO es lo correcto.

¿Debemos dejar que nuestros hijos se equivoquen para que así aprendan?

¡Por supuesto! Hay que dejar que los niños, que las niñas, que los adolescentes e incluso los adultos nos equivoquemos porque es una forma de aprender. Tan así es una manera de aprender que como curiosidad el 13 de octubre se celebra en Finlandia el Día Nacional del Fracaso y lo que hacen allá es que invitan a grandes directivos de empresa, seres tremendamente exitosos a los colegios y universidades no para contar su éxito, sino para contar los errores que han cometido y qué hicieron para solventarlos. Increíble, ¿no?

Todo esto se trata de visualizar que detrás del éxito no hay una carrera en la que todo sale bien, sino que muchas veces nos equivocamos y qué hacemos para aprender de los errores. Hay una frase muy bonita de Michael Jordan, él decía: ‘He fallado más de 9 mil tiros en mi carrera, he perdido casi 300 partidos, 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que tengo éxito: porque he analizado los errores y por eso me ha permitido el éxito‘.

¡Qué palabras tan poderosas! De eso se trata precisamente: de enseñar a los niños que cometer errores y fracasar SÍ les ayuda a ser mejores. En caso de error hay tres pasos que vamos a seguir:

  1. No demonizar el error. Parece que cuando alguien se equivoca no hay nada más que hacer, un ‘ya está, ya te equivocaste y no hay marcha a atrás’. Por ejemplo, ‘es terrible rehacer los deberes‘, ‘cómo váis a corregir una redacción?’, ‘¡qué de tiempo vamos a perder en rehacer la cama si está mal hecha!’. Así es como demonizamos el error cuando los niños se equivocan: parece que han hecho algo imperdonable. Así que nunca lo hagas, hay que relativizar y permitirnos fallar
  2. Asumir nuestros errores. Como adultos no tenemos que ocultar nuestros errores, todos los humanos nos hemos equivocado no una ni dos veces ¡incluso mil veces!, y por eso es importante entender que el error es una fuente de aprendizaje, al asumirlo es reconocerlo y trabajarlo. Si yo oculto un error, por mínimo que sea, para que nadie se entere, entonces no estoy aprendiendo nada de ello.
  3. Aprender del error. Cuando nos equivocamos hay que analizar muy bien en qué hemos fallado porque el objetivo es buscar cómo arreglarlo y cómo aprender de esa situación. Los primeros que lo debemos hacer somos nosotros los adultos y solo así podremos enseñar a los niños a hacer lo mismo, a ser críticos con la secuencia de acciones que se han llevado a cabo y hacerlo de manera distinta para conseguir un resultado que sea mucho más exitoso.

Tips para ayudar a nuestros hijos a aprender de sus propios errores

Lo principal es la actitud con la que nos enfrentemos a ese error. Y digo enfrentemos porque es un trabajo propio del adulto, ya que si nosotros lo hacemos desde la regañina, desde decirle frases como ‘lo hiciste mal, te tengo que regañar’ hay que saber que del mal tono y las malas palabras hacia los niños no vamos a aprender, sino que será todo lo contrario,

Para aprender hay que hacerlo desde otro tipo de emociones, por ejemplo desde la calma, desde la serenidad y desde la curiosidad. Justamente esta es otra de las emociones que más fomenta el aprendizaje: la curiosidad, ya que pueden volverse unos detectives. ¿Qué te parece decirle a tu hijo ‘vamos a buscar exactamente dónde estuvo el fallo para no volverlo a cometer’? Esta estrategia te funcionará muy bien.

Hago énfasis en la actitud con la que nosotros como adultos les enseñaremos a buscar dónde está ese error y a ver cómo analizarlo de forma completamente diferente. ¿Por qué insisto en el tema de la actitud? Porque de esta depende mucho la manera con que estaremos trabajando la solución de problemas y el aprendizaje de los errores con los niños.

Con ellos siempre hay que hablar desde la calma, desde la serenidad y fomentando su curiosidad. El querer hacerlo bien como padres para aprender de los errores no se trata de fustigar, no se trata de regañar ni de castigar, sino de ver y analizar dónde está el fallo para la próxima vez no cometerlo. Y lógicamente eso se hace mucho mejor desde la calma y las ganas de hacerlo bien en el futuro.

Puedes leer más artículos similares a ¿Por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños?, en la categoría de Aprendizaje en Guiainfantil.com.

La importancia de trabajar las emociones con los niños

Las psicólogas Silvia Álava Sordo y Ruth Castillo Gualda publican ‘Inteligencia emocional en familia’, un libro donde hablan de la inteligencia emocional y la educación socioemocional y ofrecen herramientas a los padres y educadores para que sepan entender lo que sienten sus hijos.

Publicado por Ana M. Longo

Las emociones son respuestas involuntarias a estímulos y forman parte de nosotros. Los padres queremos que nuestros hijos sufran lo menos posible, pero las emociones desagradables también están.

Hablamos con las autoras del manual ‘Inteligencia emocional en familia’ (Editorial Síntesis, 2023)Silvia Álava Sordo y Ruth Castillo Gualda, quienes afirman que no hay que tratar de ser unos padres perfectos, sino mediante el ejemplo, mostrar que también se poseen las estrategias para manejar todas las emociones.

4 habilidades

La inteligencia emocional como apunta Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología clínica y de la salud, profesora de universidad y divulgadora científica, está compuesta por cuatro habilidades desde el modelo de Mayer y Salovey (psicólogos norteamericanos, que, en 1990, desarrollan la Teoría de la Inteligencia Emocional) que siguen en su obra:

  • La primera es la de la percepción emocional, esto es, ser capaz de reconocer las emociones, primero en uno mismo -y expresarlas adecuadamente- y también, reconocer las que sienten quienes te rodean.
  • La segunda es la facilitación emocional: Somos conscientes de que no hay emociones buenas ni malas, sino que todas son buenas porque nos dan información que aprendemos a leer y que constata que algo sucede.
  • La tercera es la comprensión emocional, es decir, entendemos la causa y la consecuencia de una emoción y también lo descubrimos en los demás. Además, disponemos de un vocabulario para exponer cómo nos estamos sintiendo.
  • La cuarta es la regulación/manejo emocional: Cuando somos conscientes de la emoción, en lugar de actuar en automático, diciendo o haciendo algo de lo que puede que nos arrepintamos o quedándonos colapsados, de forma consciente elegimos cómo vamos a actuar; también implica regular las emociones de los demás, ayudarlos.

Como refiere la psicóloga sanitaria y educativa,

Existe suficiente evidencia científica acerca de la importancia de trabajar la educación emocional en los niños.

Si como progenitores pretendemos evitar constantemente el dolor o la tristeza a nuestros hijos, la escritora destaca que no se les ejercitará en una óptima educación emocional: “No les permitiremos experimentar las emociones menos placenteras ni que aprendan a convivir con ellas; tampoco les proveeremos de las estrategias más acertadas para regularlas”. Y añade que es crucial hacerlo para prevenir determinados trastornos emocionales, como la ansiedad y el estrés.

Ayudar al niño a regularse emocionalmente

Ruth Castillo Gualda, doctora en Psicología, experta en educación emocional, profesora y consultora del Yale Center for Emotional Intelligence, relata que: “La educación socioemocional es un proceso de acompañamiento por parte del adulto, desde el ámbito familiar o educativo, para favorecer las habilidades de reconocimiento, comprensión, expresión y regulación de las emociones”.

Puntos importantes en la educación emocional en una familia

A modo de conclusión, las autoras señalan los siguientes puntos a tener en cuenta las familias en la educación con sus hijos:

  • Educar en inteligencia emocional, pero primero como adultos sería necesario haber aprendido a identificar y regular las propias emociones.
  • Los niños necesitan que sus padres o profesores hagan una labor de corregulación. Al adulto desde la calma le resultará más fácil ayudar al hijo a regularse. Hay que recordar que el cerebro de niños y adolescentes está en un proceso madurativo; la parte que regula y maneja las emociones no termina de madurar hasta los 25 años.
  • Los adultos hemos de estar receptivos y presentes y generar un clima de confianza, un espacio seguro y respetar lo que dicen. Hablar de emociones no es de débiles.
  • Aceptar consiste en no rebelarse contra aquello que experimentamos. Hay que poner el foco en lo que depende de nosotros y en los aspectos que sí podemos controlar de nosotros mismos o de la situación.
  • Para favorecer la comprensión emocional, con el vocabulario emocional favoreceremos en nuestros hijos su autoconocimiento, su conversación interna y su capacidad para empatizar y captar las emociones de los demás.

FUENTE: SERPADRES.ES

¿Sabías que practicar la gratitud es una llave hacia la felicidad y el bienestar?

Practicar la gratitud va más allá de las palabras; es una llave hacia la felicidad y el bienestar.

¿Sabías que la ciencia respalda los beneficios de la gratitud? Reduce el estrés, aumenta la felicidad y mejora las relaciones.

Pantallas sí o no: “Lo que debería preocupar es el uso fuera de la escuela”

Por Pablo Gutiérrez de Álamo Periodista especializado en educación. Director de El Diario de la Educación. Antes en Periódico Escuela

Las peticiones de prohibición o de control de los teléfonos móviles en los centros educativos están creciendo en las últimas semanas. Varias autonomías ya los han prohibido, mientras diferentes expertos y estudios no ven problemas en las pantallas y piden mayor formación en su uso.

Según quienes intentan estudiar los efectos, sean positivos o negativos, de las tecnologías, todavía queda mucho por hacer. Mientras que parece que algunas cosas pueden ser perjudiciales, otras pueden ser positivas. Ayer mismo se publicaba en la revista Nature un metanálisis de 2.400 estudios previos con una población total de casi dos millones de jóvenes. Entre los muchos resultados cabría destacar el escaso impacto, en un sentido u otro, de buena parte de los estudios.

La revisión, firmada por una veintena de académicos y académicas, ha repasado decenas de efectos de las pantallas en la educación para llegar a determinar cosas como que el uso generalizado de pantallas puede tener un efecto negativo en el aprendizaje, también ver la televisión o los videojuegos. Eso sí, “si el uso de pantalla involucraba la visualización conjunta (por ejemplo, ver con un padre), o si el contenido de los programas de televisión era educativo, la asociación con la alfabetización era positiva y significativa al nivel de confianza del 95%”.

En cualquier caso, explican las y los autores de esta revisión, “todos los efectos creíbles relacionados con los resultados educativos fueron de pequeños a moderados. Las intervenciones basadas en pantalla diseñadas para influir en un resultado (por ejemplo, un programa informático diseñado para mejorar el aprendizaje) tendían a tener tamaños de efecto más grandes que las exposiciones que no estaban específicamente destinadas a influir en ninguno de los resultados medidos (por ejemplo, la asociación entre ver televisión y aprender)”.

Para el biólogo e investigador en psicología cognitiva de la memoria y el aprendizaje, Héctor Ruiz, la evidencia que tenemos hasta ahora en relación al efecto de las pantallas en el aprendizaje o en la salud mental da niñas, niños y adolescentes tiene todo que ver con el uso que se hace de los dispositivos, y no con estos en sí mismos. Para este experto, en los últimos tiempos se están confundiendo, en no pocos momentos, causas con efectos.

Correlación no es causalidad

Este es, para Ruiz, uno de los problemas fundamentales cuanto se oyen voces críticas en relación al uso de dispositivos y pantallas en los centros educativos y, en general, cuando su uso lo protagonizan niñas, niños y adolescentes (NNA).

Por ejemplo, cuando se dice que provocan desórdenes en el sueño o sedentarismo y obesidad entre las personas jóvenes. “La investigación dice que puede haber causalidad entre el sueño y las pantallas cuando las utilizas antes de ir a dormir, sobre todo, cuando se trata de redes sociales y videojuegos, que pueden provocar activación emocional”.

Dentro de estas situaciones, Ruiz asegura que no debe confundirse qué pasa dentro de la escuela y fuera de ella y llama a las familias a que piensen en los centros educativos como aliados a la hora de educar a NNA en usos apropiados de las tecnologías, no simplemente basados en el ocio y la distracción. La escuela “es el mejor aliado de las familias para enseñar a los niños a gestionar este tema, a desarrollar la competencia digital. Decirle a la escuela que deje de usar la tecnología y de educar en ella es tirar piedras sobre el propio tejado. Es en la escuela donde se hace esta labor”.

Otra de las confusiones entre correlación y causalidad estaría la idea de la pérdida de la atención. “Nuestra arquitectura cognitiva no cambia por dedicar mucho tiempo a una actividad -asegura Ruiz. Para que pasara eso necesitamos un proceso evolutivo”. Lo que sí ha cambiado es, dice este investigador, es la cantidad de estímulos a los que nos vemos expuestos, principalmente, por las redes sociales.

En este sentido, la psicóloga especialista en infancia Silvia Álava asegura que “si un adulto coge el móvil y no puede parar de utilizar las redes sociales por culpa del scroll infinito, imagínate un niño con cerebro no maduro, más ávido a estímulos novedosos” que, además no tienen descanso y sí mucha velocidad.

En este sentido, Ruiz comenta que uno de los mayores problemas en este sentido es que nuestro cerebro da mucha importancia a la información social, entre otras cosas por sentirnos parte de un grupo, sentirnos aprobados. Y las redes sociales, sobre todo, no dejan tiempo entre un estímulo y otro.

Familia

En las últimas semanas se han publicado diferentes informaciones sobre la petición de familias, muchas de ellas en Cataluña, para que de alguna manera se regule el uso de los móviles antes de cierta edad. La presión social que se ejerce sobre ellas y sobre sus hijas e hijos para que ya en los primeros años de la secundaria tengan acceso a la telefonía móvil, pone contra las cuerdas a muchas personas que no quieren tener que lidiar con estas cuestiones tan pronto y que entienden que hasta ciertas edades no es positivo que NNA tengan un móvil en las manos.

Silvia Álava tiene claro que no puede recaer toda la responsabilidad de estas cuestiones en las familias, que van ya sobrepasadas de muchas cuestiones. Por eso mira hacia las empresas multinacionales que desarrollan las redes sociales e incluso los videojuegos. “Necesitamos transparencia”, asegura. Una transparencia que pasa por algo parecido a lo ocurrido con los paquetes de tabaco. Debería avisarse de que los algoritmos que utilizan las compañías en muchos casos están basados en el “refuerzo intermitente”, muy similar, asegura esta psicóloga infantil, al que se utiliza en las máquinas tragaperras.

Además de esta transparencia, aboga por que las familias acompañen a sus hijos e hijas en su alfabetización digital. Que vayan mostrando cómo se utilizan, que aclaren que el teléfono es de la persona adulta y que, por lo tanto, se acompañe al menor durante su uso. “La tecnología no es mala, pero hay que aprender a utilizarla” y, para ello, Álava no solo mira hacia las familias, sino que, como Héctor Ruiz, ve en los centros educativos un aliado importante.

Álava también reclama que se haga caso de los códigos PEGI a la hora de decidir sobre el consumo de pantallas que hacen NNA. Recuerda que estos códigos no tienen relación, por ejemplo, con la dificultad de utilizar, por ejemplo, un juego, sino con el contenido al que se exponen. “Con el consumo de ocio digital somos permisivos y nos saltamos el código”.

En este sentido, también recuerda las recomendaciones de la Asociación Americana de Pediatría que establece que antes de los dos años de edad no debería haber contacto con las pantallas y entre los 3 y los 5 no debería llegar a la media hora diaria.

Educación

Para Ruiz una de las cuestiones clave es que la tecnología se use dentro del sistema educativo pero no como una sustitución del libro de texto, convertido en un PDF y proyectado en una pizarra digital o emitido por una televisión inteligente.

“Digitalizar un aula no es poner libros en pantallas”, asegura, sino tener la posibilidad de utilizar, cuando sea pertinente, dichas tecnologías. Tecnología que, además, no tienen porqué ser pasivas. “Entiendo a las familias que se quejan si llega el caso en el que se usa el ordenador en clase como si fuera un libro. “Si es así, bienvenida sea la queja, tenemos que exigir un uso más productivo” de los dispositivos.

Ruiz señala que las tecnologías al servicio de la educación pueden suponer tener al alcance de la mano la posibilidad de dar un feedback personalizado al estudiante o que el profesorado tenga información clave para poder tomar las mejores decisiones posibles.

Este experto entiende que la tecnología en educación debe tener un sentido, haber pensado en qué uso se le quiere dar y hacerlo de la manera más adecuada. “Forzar su uso no tiene sentido”, dice, “cuando no hace falta o cuando no tienes las herramientas adecuadas”.

Como recuerda, además, la escuela es el mejor aliado para que las familias puedan desarrollar una alfabetización para sus hijas e hijos. “Los profesionales de la educación se dedican a eso, a apoyar en uso responsable y productivo. A apreciar las TIC como herramienta de aprendizaje, no solo de ocio”.

Como señala Ruiz, (y quienes firman el estudio en la revista Nature), ya hace 5.000 años Platón ponía en boca de Sócrates la queja por el hecho de que la escritura, como tecnología, podría suponer una merma en la capacidad de memoria de los aprendizaje. “En el siglo XVI, publican en Nature, reinaba la histeria en torno a una nueva tecnología que amenazaba con ser ‘confusa y perjudicial’ para la mente. ¿La causa de tanta preocupación? La amplia disponibilidad de libros derivada de la invención de la imprenta”.

“Con la comida, recuerda Ruiz, hemos aprendido a autorregularnos, a elegir la ensalada en vez del azúcar o la grasa (en otros tiempos, tan importantes para la supervivencia). Vamos a tener que autorregularnos” en lo relativo al uso de las pantallas también.

FUENTE: eldiariodelaeducación.com

10 maneras de ayudar a ese amigo en depresión

No digas “anímate”: mejor haz esto para ayudar a alguien con depresión

POR: DULCE ADALID

Si te has cuestionado varias veces cómo ayudar a alguien cercano en depresión, seguramente sabrás que no sólo se trata de decir “tú puedes”. Pero aún cuando hablamos de un trastorno de salud mental, debes saber que tu amistad —sin sacrificar tu propia salud mental— puede marcar la diferencia en su proceso de recuperación.

¿Qué cosas específicas puedes hacer para acompañarle y motivar su sanación? Aquí te compartimos lo que dicen los expertos.

Desde el primer año del confinamiento por COVID-19, la depresión aumentó un 25%, según la OPS. La buena noticia es que, día a día se le va dando la visibilidad que se merece con las redes llenas de información para aquellos que buscan ayuda… pero ¿qué pasa cuando eres tú quien quiere dar esa ayuda desde una amistad positiva? Recopilamos algunas medidas que Mayo Clinic recomienda para ofrecer apoyo a esa amiga que sabes que lucha contra la depresión y te necesita.

10 maneras de ayudar a ese amigo en depresión

1-Haz tu research

Siempre, antes de querer ayudar, la buena información es clave para llegar por el camino correcto. Tan simple como googlearlo y leer noticias y estudios avalados por medios como Medline Plus o American Psychiatric Association. Te podrás enfocar en síntomas, causas y opciones de tratamiento como conocimiento general para entender mejor desde dónde está parada la otra persona. También puedes consultar libros como ¿Por qué no soy feliz? (2022) de Silvia Álava, y El papel de pared amarillo (1892) de Charlotte Perkins Gilman.

La depresión no siempre se manifiesta de la misma manera, por eso es una gran alternativa leer y escuchar distintos casos, para no solo abordarlo desde la teoría, sino del lado más humano, siempre abordándola con la seriedad y la sensibilidad que merece.

2-Comunicación abierta: la clave para cualquier relación

Iniciar una conversación sobre la depresión puede ser intimidante e incómoda al no querer decirlo, pero es un paso que lo define todo. Comienza expresando tu preocupación de manera genuina y sin juicio. Hazle saber que estás allí para escuchar, incondicionalmente (incluso si sólo quiere tu presencia).

Toma una actitud abierta y no “yo tengo la razón” durante estas conversaciones. Evita dar soluciones rápidas o minimizar sus sentimientos con el típico “por eso estás así” o “ya no te sientas mal, mejor haz esto…”. En lugar de eso, crea un ambiente donde pueda expresar sus emociones sin temor al rechazo.

3-Ofrece tu compañía

La soledad realmente puede hacer que todo se sienta más difícil y eso afecta con o sin depresión. Tu simple presencia significa mucho. Invita a tu amiga a hacer cosas juntas o hasta “cuélate” en su casa si puedes, ya sabes, como para dar un paseo o simplemente compartir una comida. Es en esos momentos donde a veces se encuentra el consuelo.

Solo asegúrate de mostrar que realmente te importa, sin presionar. Se trata de dejar un recordatorio de que no tiene que enfrentarlo sola.

4-Siempre considera la ayuda profesional

Aunque tus intenciones de estar siempre ahí sean buenas, siempre recomienda la asesoría, porque este método será lo único que le dará herramientas y estrategias específicas para atacar la enfermedad desde la raíz. A veces, las personas saben que necesitan ayuda pero no tienen energía para buscarla solas. Como amiga, lo ideal es considerar encontrar a alguien profesional.

Puedes hacer una lista con todas las opciones, para que ya nada más vea y decida por dónde comenzar; incluso podrías acompañarle a la primera cita.

5-Hábitos y más hábitos

La depresión puede afectar las rutinas diarias (tan simple como lavarse los dientes), lo que puede empeorar la situación. Por eso ayúdale a tener y mantener hábitos saludables: una dieta equilibrada, ejercicio regular y un sueño adecuado. Por ejemplo, planea una morning run y “compromete” a tu amiga para que no se eche para atrás. Al final va a liberar endorfinas, mejorando su estado de ánimo. Conseguir esos pequeños cambios en el estilo de vida es relevante.

6-Sé paciente

La recuperación de la depresión es un proceso que se da poco a poco. A veces parece que se avanza y luego hay un retroceso. Por eso debes saber que la paciencia es clave para apoyarle en cada paso. Tu objetivo es ser ese respaldo firme que le ayude a sentirse en una zona segura. De nuevo, básicamente es decirle: estoy aquí para ti.

7-Evita dar consejos (aunque parezca contradictorio)

Puede parecer muy fácil abrir Pinterest, buscar frases y luego hacer copy-paste, pensando que esto le va a ayudar y cambiar su mood… la verdad es que no. Evita frases como “anímate” o “piensa en cosas positivas”… la depresión es más que eso.

Una condición compleja no se puede superar con meras afirmaciones positivas. En vez de eso, ofrece tu apoyo siendo una mejor oyente. Dale un espacio seguro para expresarse y validar sus experiencias.

8-Más actividades

Ahora, ¿con qué actividades se combate esta crisis? Las que son las más normales y comunes posibles. Salir a caminar, ir al parque, ver una película (de comedia de preferencia), ir a comer o tomar un café. Se trata de descubrir pasatiempos que antes disfrutaban pata contrarrestar los efectos de la depresión. Estarás también trabajando en su conexión emocional contigo y con lo su perspectiva de la vida cotidiana.

9-Mantén la confianza

La confianza es fundamental en cualquier relación, especialmente cuando se trata de apoyar a alguien con depresión. Respetar la privacidad de lo que te cuenta y ves, hará su relación de confianza más fuerte y creará una comunicación abierta. Ser vulnerable requiere de valentía… devuelve la misma energía y apertura como un acto de apoyo continuo.

10-¡Cuida de tu batería emocional!

Este punto es tal vez el más revelador cuando hablamos de todo esto. Apoyar a alguien con depresión puede ser emocionalmente agotador, porque no solo sufre esa persona, también tú. Asegúrate de cuidar tu propia salud mental, poniendo límites saludables y hasta buscando apoyo si es necesario. De ahí la importancia de tener una vida con tus propias actividades e individualidad. Haz tus hobbies, trabaja, sal de vez en cuando y diviértete: renovarás tu energía para compartirla con esa persona que te necesita.

FUENTE: instyle.mx

Dismorfia dental, cuando la búsqueda de la perfección se convierte en obsesión

lcanzar una sonrisa sana y bonita es cada vez más asequible gracias a las nuevas técnicas digitales y a los tratamientos odontológicos mínimamente invasivos. Sin embargo, en las clínicas dentales estamos viendo un aumento de pacientes para quienes la sonrisa perfecta se ha convertido en un estándar inalcanzable. Estos pacientes nunca quedan contentos con los resultados y exigen tratamientos que no necesitan. Este trastorno psicológico, conocido como «dismorfia dental», está impulsado, en gran medida, por la presión de las redes sociales y las imágenes retocadas con filtros que están afectando a la percepción de la belleza y a la autoestima de muchas personas. Pero, ¿cómo podemos detectar, abordar y apoyar a los pacientes que llegan a la clínica dental con esta preocupación obsesiva? ¿Qué hacer para promover sonrisas auténticas y saludables, en lugar de estándares artificiales e inalcanzables?

Sonsoles García Garrido

Cuando hablamos de dismorfia dental nos referimos a un trastorno psicológico en el que una persona tiene una preocupación excesiva y obsesiva por la apariencia de sus dientes, a menudo percibiendo defectos que en realidad son mínimos o inexistentes. La persona que padece dismorfia dental puede estar constantemente preocupada por la forma, el tamaño, el color o la alineación de sus dientes, a pesar de que su odontólogo puede no encontrar ningún problema clínico real en su salud o estética bucal.

Quien más o quien menos se ha encontrado este perfil de paciente en la clínica y resulta fundamental poder detectarlo cuanto antes para tratar de actuar de forma correcta.

Cómo detectar a un paciente con dismorfia dental

«Hay que entender que cuando hablamos de un paciente con dismorfia dental, lo más probable es que tenga un trastorno dismórfico corporal», explica Silvia Álava, doctora en Psicología.

Silvia Álava, doctora en Psicología.

«Se trata de un trastorno obsesivo compulsivo que está muy relacionado con buscar la perfección del cuerpo. Cada persona localiza esa obsesión en una parte del cuerpo (arrugas, labios, pecho, etc.) y hay personas que la van a focalizar en la sonrisa, en los dientes. Por tanto, tenemos que entender que posiblemente haya un trastorno asociado a un problema de salud mental y que, por mucho que arreglemos la boca y la sonrisa de esta persona, lo más probable es que no se quede satisfecha porque la idea que tiene en su cabeza no suele ser muy realista. Es, sin duda, un paciente difícil de contentar. Y no será porque el odontólogo no haya sabido hacer su trabajo, sino porque lo que el paciente quiere es irreal, y porque esa persona tiene un trastorno dismórfico que hace que siempre encuentre pegas y problemas a su cuerpo», añade Silvia Álava.

Para el Dr. Simón Pardiñas, odontólogo y divulgador científico en Dentalk.tv, el mayor canal dental de YouTube, «es importante diferenciar entre los deseos realistas de los pacientes sobre su boca y la dismorfia dental como un problema psicológico. Por ejemplo, cuando un paciente expresa el deseo de tener una sonrisa similar a la de Jennifer López o George Clooney, es esencial comunicarle que, al igual que no puede cambiar su altura (por ejemplo, medir 1.90m), también existen limitaciones y características únicas en su boca con las que debe contar. Sin embargo, cuando nos encontramos ante un caso de dismorfia dental genuina, en el que el paciente percibe defectos menores, ya sean reales o imaginarios, es fundamental considerar la derivación a una consulta con un psicólogo especializado».

«Los pacientes que padecen esta afección –continúa el Dr. Simón Pardiñas- tienen obsesión con los dientes y pueden pasar largos períodos de tiempo mirándose en el espejo, comparándose con los demás y buscando constantemente procedimientos dentales para corregir supuestos defectos. Es muy posible que se hayan sometido a numerosos tratamientos dentales, como blanqueamiento, ortodoncia o cirugía dental estética, a pesar de tener dientes sanos. Y, puesto que no están a gusto con su apariencia y sienten vergüenza, a menudo evitan sonreír o hablar en público. También pueden experimentar un malestar significativo y ansiedad debido a su preocupación obsesiva por sus dientes».

«ES IMPORTANTE DIFERENCIAR ENTRE LOS DESEOS REALISTAS DE LOS PACIENTES SOBRE SU BOCA Y LA DISMORFIA DENTAL COMO UN PROBLEMA PSICOLÓGICO»
DR. SIMÓN PARDIÑAS

Para la Dra. Daniela Carranza, odontóloga y directora médica en Pelegrina & Co, «el perfil del paciente con dismorfia dental es superexigente y muy analítico con lo que quiere conseguir. Están muy obsesionados por la perfección e incluso han llegado a traer dibujos y croquis detallando al milímetro cómo quieren su diente, o con fotos de actrices o actores. También son pacientes que utilizan la terminología clínica, lo cual te hacen sospechar que ya han revisado Internet y se han informado (bien o mal, ya es otra cosa)». A este respecto, la psicóloga Silvia Álava advierte que «estos pacientes, cuanto más jóvenes son, más informados están, pero no correctamente informados porque la información que les llega por las redes sociales no siempre está contrastada o realizada por profesionales. De ahí que acudan a la clínica sobreinformados, utilizando terminología muy técnica y científica».

Además de todos estos signos que alertan de un posible paciente con dismorfia dental, hay uno que es clave, según explica el Dr. Alberto Fernández Fernández, director médico de la Clínica Dental Fernández Abarca. Se trata de la angustia. «Este tipo de pacientes siente angustia por un defecto que no tiene mucha importancia y su comportamiento es demasiado obsesivo a la hora de presentarte el problema, piden tratamientos innecesarios y nunca están satisfechos con el resultado».

Claves para orientar y ayudar al paciente con dismorfia dental

Para la Dra. Daniela Carranza «lo primero es conocer las expectativa que tiene el paciente antes de iniciar el tratamiento. Para ello, podemos hacer pruebas estéticas, diseño de sonrisas, pruebas en el ordenador, con el fin de que el paciente sepa cuál va a ser el resultado final del tratamiento. Y también esto nos sirve a los profesionales para saber que lo que le estamos ofreciendo al paciente es lo que él espera de ese tratamiento, y no que tenga expectativas ideales. Gracias a la fotografía, vídeos e imágenes digitales podemos mostrarles la importancia de diseñar una sonrisa personalizada y única, y así conseguir que sus expectativas sean más realistas».

Sin embargo, el Dr. Alberto Fernández advierte que «a pesar de las nuevas tecnologías, no es fácil convencer al paciente de cuál es el tratamiento más adecuado y cuál conviene que sea el resultado final porque, al ser un trastorno obsesivo compulsivo, es difícil de hacer entender. Además, hay que tener cuidado con las pruebas de diseño digital porque esta prueba es orientativa de cómo va a ser el resultado final y, en ocasiones, este mock up le puede dar falsas esperanzas y frustrar si el resultado no es idéntico».

«A PESAR DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, NO ES FÁCIL CONVENCER AL PACIENTE DE CUÁL ES EL TRATAMIENTO MÁS ADECUADO»
DR. ALBERTO FERNÁNDEZ

No obstante, es posible seguir un protocolo de actuación cuando tenemos en el sillón dental a un paciente con dismorfia. Según explica el Dr. Simón Pardiñas, existen unos pasos clave:

1. Evaluación exhaustiva. Realizar una evaluación completa de la salud bucal del paciente, incluyendo radiografías, fotografías y escaneos, para proporcionar una visión objetiva de su situación dental. Esto ayudará al paciente a comprender mejor su condición real y las limitaciones de cualquier tratamiento.

«EL PERFIL DEL PACIENTE CON DISMORFIA DENTAL ES SUPEREXIGENTE Y MUY ANALÍTICO CON LO QUE QUIERE CONSEGUIR»
DRA. DANIELA CARRANZA

2. Comunicación abierta. Establecer una comunicación abierta y compasiva con el paciente. Escuchar sus preocupaciones y expectativas de manera activa y empática es fundamental para construir una relación de confianza.

3. Educación y realismo. Explicar de manera clara y sencilla las opciones de tratamiento disponibles y sus posibles resultados. Destacar las limitaciones y riesgos potenciales de procedimientos innecesarios o excesivos. Utilizar elementos visuales, como fotografías, vídeos y modelos, para ayudar al paciente a comprender mejor su situación.

4. Mantener límites éticos. Si el paciente persiste en buscar tratamientos innecesarios o poco realistas, a pesar de la educación y el asesoramiento, es importante mantener límites éticos y no continuar con procedimientos que puedan poner en riesgo la salud bucal del paciente. La integridad profesional y la ética médica deben prevalecer.

«LA PERSONA CON DISMORFIA DENTAL PUEDE ESTAR CONSTANTEMENTE PREOCUPADA POR LA FORMA, EL TAMAÑO, EL COLOR O LA ALINEACIÓN DE SUS DIENTES»

Y si el paciente insiste, ¿Conviene derivarle al psicólogo?

«Si se sospecha que el paciente podría estar experimentando dismorfia dental o una preocupación excesiva por su apariencia dental, se debe considerar la derivación a un profesional de salud mental especializado en trastornos de imagen corporal. El psicólogo puede ayudar al paciente a abordar las preocupaciones subyacentes y trabajar en la gestión de la ansiedad y la insatisfacción», comenta el Dr. Simón Pardiñas.

«No he llegado a derivar a un paciente al psicólogo -explica el Dr. Alberto Fernández-, pero cuando el paciente tiene unas expectativas inalcanzables y tras una conversación con él ves que está cerrado en banda, lo más recomendable es derivarle a un especialista de la salud mental. No obstante, como esto puede resultar agresivo, creo más sensato decirle al paciente que no realizo ese tipo de tratamientos o, simplemente, que no veo adecuado lo que me pide. Lo importante es identificar al paciente y los signos de alarma y tener una conversación para conocer sus expectativas. Si encontramos un camino correcto y común, adelante, y si no es así, es mejor invitarle a buscar a otro profesional, y evitar los excesos y sobretratamientos que van en contra de nuestra ética y moral».

Por su parte, la Dra. Daniela Carranza admite que «en alguna ocasión he derivado al paciente al psicólogo. Esto no lo he hecho en la primera visita, pero cuando ya vas cogiendo confianza y con mucha mano izquierda, desde el cariño, les he sugerido que quizás necesitan atención de otro especialista. O se lo he comentado a su acompañante. De igual modo, cuando vienen con los dientes muy desgastados y erosionados, podemos sospechar de bulimia y, por tanto, debemos tratar de hacerles ver que necesitan ayuda psicológica».

El papel de las redes sociales

«Las redes sociales están poniendo en bandeja el llamado «efecto de comparación social». Hasta hace poco siempre nos comparábamos con gente de nuestro entorno, de nuestra clase, del instituto, de la universidad…, y luego estaban los actores, modelos que eran para nosotros inalcanzables. Hoy en día, esta comparación social la hacemos con el móvil y ya no solo te comparas con modelos y artistas inalcanzables, sino con compañeros que salen «perfectos» en las fotos de las redes sociales debido a filtros y retoques», explica la psicóloga Silvia Álava.

Pero en las redes sociales también publican muchas clínicas dentales sus casos de éxito, por no hablar de la publicidad de las propias clínicas y de determinados tratamientos que engrosan esa sensación de sonrisas imposibles de alcanzar. «Ciertamente, –argumenta el Dr. Simón Pardiñas-, aparte de la presión social y la obsesión por la estética, también debemos considerar la presencia de publicidad engañosa en la industria dental. Esta publicidad engañosa puede manifestarse de diversas maneras, como la promoción de tratamientos dentales que se presentan de manera errónea o confusa, como carillas que en realidad son coronas, o la comercialización de blanqueamientos dentales que en realidad son procedimientos de carillas. Además, en el mundo digital y las redes sociales, vemos cómo se utilizan herramientas como Photoshop o filtros fotográficos para crear sonrisas «perfectas» que, en la vida real, pueden ser inalcanzables. Estas representaciones idealizadas pueden fomentar un deseo irreal de perfección en los pacientes, contribuyendo así al aumento de la presión por lograr una estética dental que se ajuste a estos estándares poco realistas».

«COMPARTIR LOS CASOS DE ÉXITO DE LA CLÍNICA EN LAS REDES SOCIALES PUEDE CREAR FALSAS EXPECTATIVAS A LOS PACIENTES, QUIENES ACUDEN A LA CLÍNICA HACIENDO REFERENCIA A ESOS CASOS»

A este respecto, el Dr. Alberto Fernández también admite que «compartir los casos de éxito de la clínica en las redes sociales puede crear falsas expectativas a los pacientes. De hecho, los pacientes con dismorfia dental vienen a la clínica haciendo referencia a esos casos, por eso siempre hay que explicar que cada caso es diferente y que los tratamientos son individuales y personalizados. Hay que dejar las cosas muy claras porque, para un paciente, un determinado tratamiento ha funcionado muy bien, pero es posible que, para su caso, no sea lo más aconsejable. Por tanto, sí creo que pueda ser contraproducente subir casos de éxito a las redes sociales para este tipo de pacientes, y esto es algo que debemos cuidar y tener en cuenta», concluye el Dr. Alberto Fernández.


Consejos para utilizar las redes sociales de la clínica y no crear falsas expectativas

«En redes sociales siempre tendemos a subir lo más bonito y espectacular, para buscar la interacción del usuario y/o captar posibles pacientes», explica el Dr. Simón Pardiñas. Algunos consejos para que los dentistas utilicen sus perfiles en RRSS de manera responsable y no contribuyan a exacerbar el problema de expectativas poco realistas son:


1. Educación y transparencia. Utiliza tus redes sociales como una plataforma educativa. Comparte información sobre procedimientos dentales, salud bucal y estética dental de manera transparente. Explica las limitaciones y los requisitos específicos para lograr ciertos resultados.

2. Casos reales y éticos. Si muestras casos de pacientes, asegúrate de que sean reales y éticos. Evita utilizar imágenes exageradamente retocadas o alteradas digitalmente para mejorar la apariencia dental de los pacientes.

3. Historias de pacientes. Comparte historias reales de pacientes que destaquen su experiencia y el proceso detrás de un tratamiento dental. Esto puede ayudar a mostrar el esfuerzo y el tiempo involucrado en lograr resultados exitosos.

4. Consejos generales. Publica consejos generales de cuidado bucal y prevención de problemas dentales. Fomenta la importancia de la salud oral en lugar de centrarte únicamente en la estética dental.

5. Alienta la consulta profesional. Siempre sugiere que los interesados consulten a un profesional dental antes de tomar decisiones sobre tratamientos. La orientación personalizada es esencial para evaluar la idoneidad de cualquier procedimiento.

6. Evita la «pornografía dental». Sé consciente de cómo presentas los casos exitosos en tus redes sociales. Evita exagerar los resultados y resalta que cada paciente es único, con circunstancias dentales individuales.

7. Promoción de expectativas realistas. En tu contenido y comunicación, enfatiza la importancia de expectativas realistas y cómo la consulta dental puede ayudar a los pacientes a mejorar su salud y estética dental de manera apropiada para su situación.

8. Interacción responsable. Cuando los usuarios comenten o hagan preguntas en tus publicaciones, responde de manera profesional y honesta, brindando información útil y evitando promesas exageradas.

9. Ética y credibilidad. Mantén siempre la ética profesional y la credibilidad en tus redes sociales. La confianza es fundamental para establecer relaciones sólidas con los pacientes y colegas.

FUENTE: gacetadental.com

¿Cómo ser más altruista y mejorar nuestra felicidad ayudando a los demás?

En la vida estamos en un proceso de aprendizaje permanente, en cada fase debemos seguir creciendo, ensanchando nuestro crecimiento personal de manera continua.

Cuando hacemos cosas por los demás se incrementa nuestro bienestar emocional, pero no vale cualquier cosa, hay que hacer un número suficiente de cosas, si por otro lado llegue a ser una carga.

Tenemos que ayudar a los demás desde la empatía, qué es lo que necesita la otra persona, no lo que a mí me viene bien… y por supuesto, sin esperar nada a cambio…

No siempre la ayuda ha de ser mediante cosas materiales, en ciertos momentos es más importante dar tiempo, escuchar, acompañar…

Frente a la vida hay 3 posiciones: el lamento, la evasión o el compromiso… ¿Cómo te sientes en estos momentos?

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Jóvenes y discursos de odio en redes sociales

Basta con dar un vistazo a las diferentes redes sociales para comprobar cómo los discursos de odio se han instalado en ellas, siendo algo que afecta a toda la sociedad y, en especial, a los jóvenes.

Como sociedad hemos avanzado mucho en la defensa de los derechos sociales y en la aceptación de las minorías. Sin embargo, todavía queda mucho por realizar, y los discursos más polarizados los tenemos en las redes sociales. Estas permiten volcar nuestros odios, nuestras frustraciones y nuestros instintos más viscerales sin apenas consecuencias. De hecho, las voces más críticas y extremistas se esconden tras el anonimato, no muestran su nombre ni su rostro.

¿Por qué cada vez hay más jóvenes que fomentan los discursos de odio en las redes?

Y precisamente el no poner rostro, junto con el hecho de no tener a la persona delante, hace que se produzca una despersonalización que provoca que digamos o escribamos comentarios que seguro que no seríamos capaces de realizarlos cara a cara. Es una situación a la que sucede dentro de un campo de fútbol, donde la impunidad de la muchedumbre arropa los comportamientos más antisociales…

El hecho de interactuar con una pantalla hace que se nos olvide que detrás hay una persona de carne y hueso, que, como todos, siente emociones, y que determinados comentarios pueden herir sus sentimientos. Sin embargo, esto se nos olvida y por eso en una red social se dicen cosas que rara vez se atreverían a decir si tuviésemos a la persona enfrente.

Además, las ideologías más intolerantes encuentran un espacio en las redes sociales, donde generan una cultura de odio, con insultos, lenguaje agresivo, y falsas acusaciones contra las minorías, o los derechos humanos. No se trata de opiniones en contra, o puntos de vista diferentes.

Este tipo de discurso se basa en el desprecio, la animadversión y el deseo del mal ante una colectividad entera. E Internet les ha dado un altavoz visible y la posibilidad de conectar con personas que pueden pensar parecido, o que sienten tanta rabia y tanto malestar que necesitan buscar culpables contra los que cargar por su mala suerte o su frustración. Con la “democratización” de las comunicaciones a través de las redes sociales, cualquiera puede verter su opinión, y convertirse en algo viral llegando a millones de usuarios.

¿Qué tipo de mensajes utilizan?

Si analizamos este tipo de mensajes, veremos que es raro que se basen en hechos objetivos o en teorías que permitan avalar su discurso. Se trata de opiniones, la mayor parte muy polarizadas, que destilan odio hacia un colectivo, que a su vez es el supuesto culpable de muchos de los males que sufrimos.

¿Cuánto de cierto tienen estos mensajes? Nada, el problema es que no están dirigidos a convencer desde la razón, sino que su objetivo es dañar a la persona o al colectivo que esta persona representa y conseguir adeptos a la causa, gente que siente un gran malestar y necesita buscar culpables a los que atribuir el mismo, en lugar de ahondar en la causa y ver qué es lo que ellos pueden hacer para solucionarlo.

¿Por qué encuentran adeptos entre la gente joven?

El desencanto está presente entre la gente joven. La incertidumbre sobre su futuro, el alto coste del nivel de vida, las dificultades de acceso al mercado laboral y un sinfín de factores hace que haya un porcentaje importante de la población sufriendo y pasándolo mal. Muchos de ellos harán todo lo posible por mejorar y salir adelante.

Sin embargo, una minoría serán un blanco fácil para que cale en ellos estos discursos, que permiten volcar la frustración y los problemas en los demás, fomentando una actitud de buenos y malos. Nosotros somos los buenos, las víctimas, y la minoría contra la que van dirigida los ataques son los culpables de nuestros males.

El hecho de no ver todo tipo de perfiles y seguir en las redes solo a personas con ideologías y discursos parecidos a nuestra forma de pensar, hace que cueste mucho más empatizar, tanto a nivel emocional (siendo consciente de las emociones que este tipo de mensajes pueden generar en los demás), como a nivel cognitivo (entiendo que se puede tener un punto de vista diferente al nuestro).

Además, de producirse un sesgo de confirmación, es decir, atender única y exclusivamente a las opiniones que concuerdan las ideas previas y que encajen sin dificultad en el sistema de creencias de la persona. Sesgo que se ve reforzado por las propias redes sociales que nos muestran perfiles y publicaciones similares a aquellos que más vemos o consultamos.

Al ignorar otras ideas posibles, y solo seguir cuentas con el mismo ideario, puede generar la falsa ilusión, de que ellos son quienes tienen la razón, dado que obvian escuchar ideas contradictorias. Además, el sentimiento de pertenencia a un grupo también es muy valorado en ciertos rangos de edad.

Por otro lado, como sociedad, no estamos trabajando un pensamiento crítico con los jóvenes que les haga menos manipulables a este tipo de discursos. En el caso de las redes sociales, falta formación para que la sociedad aprenda a discriminar que fuentes son fidedignas, se basan en hechos y en estudios constatados con suficiente evidencia empírica y a distinguir entre lo que es un hecho y una opinión. En definitiva, para hacer un buen uso de las redes sociales.

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

A nivel de sociedad hay que fomentar el pensamiento crítico y formar en el correcto uso de las tecnologías. Sin embargo, también es necesario trabajar el autocontrol y la autorregulación a nivel personal. Antes de colgar algo en las redes sociales es necesario pararse a reflexionar:

  • ¿Estoy teniendo en cuenta las emociones que este comentario puede generar en los demás? ¿Podría herir a alguien?
  • ¿He valorado que otras opciones de respuesta existen? ¿Realmente las cosas tienen que ser como yo lo digo o existe otra posibilidad?
  • Si yo fuese la persona a la que estoy contestado, o perteneciese a dicho colectivo, ¿Cómo me sentiría ante este tipo de comentarios?

En definitiva, se trata de dejar espacio para el diálogo en las redes desde la tolerancia y el respeto.

FUENTE: blogthinkbig.com