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Hoy 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud

Desde 1948 la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el 7 de abril como el Día Internacional de la Salud en reconocimiento a la salud como un derecho básico y universal, así como para fomentar el acceso a la atención sanitaria de calidad en todas las regiones del mundo, especialmente en la población con menos recursos.

¿Cómo define la OMS la salud?

«La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».

  • El desarrollo saludable del niño es de importancia fundamental; la capacidad de vivir en armonía en un mundo que cambia constantemente es indispensable para este desarrollo.
  • La extensión a todos los pueblos de los beneficios de los conocimientos médicos, psicológicos y afines es esencial para alcanzar el más alto grado de salud.

Lema año 2022: «Nuestro Planeta, Nuestra Salud»

En la celebración de esta efeméride, anualmente se escoge un tema basado en las necesidades y sugerencias realizadas por los Estados miembros, tomando en cuenta las áreas de salud prioritarias.

Para el año 2022 el tema central del Día Mundial de la Salud es «Nuestro Planeta, Nuestra Salud».

Mediante la campaña «Nuestro planeta, nuestra salud», la OMS instará a los gobiernos y a la ciudadanía a que cuenten las medidas que están adoptando para proteger el planeta y su salud y para dar prioridad a las sociedades del bienestar.

Más información en la web de la Organización Mundial de la Salud

Mi hijo no quiere ir al colegio. Razones que puede haber detrás.

Cuando los niños no quieren ir al colegio necesitamos saber las razones que se esconden detrás para poder ayudarles

Por Silvia Sánchez para Educar Es Todo

Cuando escuchamos a nuestro hijo decir “no quiero ir al cole”, pensamos que es un caso aislado y que se puede deber a la desidia por ir al centro. Cuando ya es algo reiterado y que implica un cambio en su comportamiento, es ahí cuando debemos prestar mucha atención. En este artículo trataremos algunas de las posibles razones que están detrás de la frase “no quiero ir a clase”.

CUÁNDO DEBO PREOCUPARME SI MI HIJO NO QUIERE IR AL COLEGIO

Somos las madres y padres de nuestros hijos, los observamos durante todo el día y convivimos con ellos. Sabemos cuándo están tristes, felices o cuándo ha ido algo mal. Esta es la primera herramienta que debemos utilizar para discriminar información: la observación.

Si nuestro hijo manifiesta que no quiere ir al colegio, pero observamos que está feliz, tranquilo, integrado y disfruta, podemos estar tranquilos, todo fluye con normalidad. Conocemos a nuestro hijo, si es un niño extrovertido que juega y se relaciona con el resto de compañeros, podemos relajarnos. Si por el contrario, es más tímido e introvertido, pero que tiene un grupo más reducido de amistades o que incluso, se acerca a niños cuando desea interactuar con ellos de forma sana, también podemos relajarnos.

Cuando debemos empezar a preocuparnos, o estar más pendientes de ellos, es en el momento en el que lo repiten de forma reiterada y hay un cambio en su comportamiento, por ejemplo, diciendo que se encuentran enfermos, estando más apático o triste.

ALGUNAS RAZONES POR LAS QUE NO QUIERE IR AL COLEGIO

No querer ir al colegio puede ser un tema de preocupación para muchas madres y padres, por lo que tendremos en cuenta algunas situaciones que pueden explicar su rechazo.

No quiere ir al cole, pero está contento

Incluso si se siente bien en el colegio, salir de casa puede suponer un gran esfuerzo. Amaya de Miguel, fundadora de Relájate y educa, nos explica en su libro “Relájate y educa” que esto suele ser algo muy frecuente en los niños. De la misma forma que a muchos de nosotros nos cuesta ir a trabajar cada mañana, a nuestros hijos, igual.PUBLICIDAD

La experta explica que esto puede deberse a la dificultad de separarse de nosotros. Tengan la edad que tengan, en casa se está mucho mejor que desarrollando nuestras responsabilidades. Ella nos aconseja no convencerlos de lo contrario diciendo que ir al colegio es estupendo, su sentimiento no va a cambiar por muchas explicaciones que les demos.

Lo que sí podemos hacer es darle la vuelta a la situación. Cada día, cuando vayamos a recogerlos, les podemos decir: “veo que tienes una gran sonrisa. Me parece que ha sido un buen día para ti, ¿es así o me equivoco?”. Cuando nos despidamos de ellos también les puede ayudar lo siguiente: “Sé que la despedida es difícil, también sé que cuando hoy te recoja vas a estar muy contento”. Amaya de Miguel menciona que a los niños les ayuda mucho contar cada día algo positivo, podemos decirles que cuando vayamos a por ellos nos deben decir algo bueno que les haya ocurrido.

Ella también nos propone dos acciones más:

  1. Llevar un objeto personal nuestra. Cuando les cuesta separarse de nosotros puede ser de gran ayuda que lleven un collar, un llavero o incluso un pañuelo. Así cuando nos echen de menos pueden tocarlo y no se sentirán tan tristes.
  2. Dejar una nota especial. Esta es una técnica que utiliza mucho Lucía, mi pediatra. Consiste en dejar una nota con el almuerzo y que lo lea cuando esté en el recreo o en clase. Puede ser simplemente decirles que les queremos, un chiste o un dibujo, no importa el contenido, para ellos será un regalo especial.

No quiere ir al cole, creo que está sufriendo acoso escolar

Sin duda alguna este es el momento que más tememos como madres y padres. En el curso de la plataforma Educar es todo “cómo mejorar la relación con los profesores“, Carmen Cabestany, fundadora de NACE, nos habla sobre cómo debemos proceder en el caso de que nuestro hijo o hija sufra bullying. Como educadora y experta, menciona que lo primero que tenemos que hacer es acudir al centro y poner la situación en conocimiento del profesorado y el equipo directivo para que pongan solución al problema de manera inmediata.

Natalia de Agustín, autora de “Resistiré” y víctima de acoso, relata que “en el momento en el que el menor regresa del colegio padeciendo episodios que se salen de la normalidad y se repiten. Los padres pueden detectar el acoso teniendo comunicación con el menor y observando su estado de ánimo. Es imprescindible crear un clima de confianza para que el menor pueda expresar lo que le sucede sin sentirse juzgado”. Para ella la clave reside en arropar al menor con ayuda profesional para recomponer el daño que ha sufrido, aquí la ayuda psicológica es necesaria.

Por su parte, la psicóloga Úrsula Perona propone que la prevención es la mejor herramienta contra el bullying. Desde los colegios es fundamental incorporar programas de prevención que incluyan la inteligencia emocional, la resolución de conflictos o las habilidades sociales.

Por supuesto, también tener tolerancia cero con la violencia, tanto desde casa como desde los centros educativos. Para eso es necesario tener unas normas y valores claras sobre la violencia, y saber trasladarlas al alumnado. Demasiadas veces toleramos en niños y adolescentes conductas que jamás toleraríamos en adultos. Por ejemplo: nunca consentiríamos que un compañero de trabajo nos insultara, nos zarandeara o nos gastara bromas pesadas. Tampoco que nos humillara en redes sociales.

Otro aspecto importante es tener protocolos claros de actuación en los colegios ante casos de bullying. Lamentablemente muchas veces los equipos docentes no saben bien cómo deben actuar ante un caso así.

Ha discutido con sus amigos y no quiere ir a clase

Puede que este sea otro de los motivos por los que no quiere ir al centro. No importa si es adolescente o no, a partir de los 7 años los amigos comienzan a ser personas importantes en sus vidas, por lo que una discusión les afecta al ánimo. La psicóloga Silvia Álava en su libro “queremos que crezcan felices”, expone la importancia de que los conflictos entre iguales los resuelvan ellos mismos, no nosotros. Eso sí, hace un apunte, siempre que sean de la misma edad y no mayores. A no ser que sea algo que se produzca de forma repetitiva, las madres y padres no debemos intervenir.

Cosas que podemos hacer madres y padres para enseñar a nuestros hijos a resolver conflictos con sus amigos:

  • Aprender a ceder y a negociar. Algo fundamental para nuestras relaciones sociales es saber que en ocasiones hay que ceder y en otras, negociar. Por ejemplo: “Ahora eliges tú a qué jugamos, pero luego me tocará a mí” o “Cómo antes has elegido tú, ahora me toca a mí elegir el juego”.
  • Aprender a controlar la envidia. La experta resalta este aspecto como algo fundamental para regular sus emociones y por supuesto, para evitarles muchos futuros conflictos. Como siempre, nosotros somos sus referentes. Debemos tener cuidado con quitar el mérito a amigos o terceras personas por sus logros. Lo positivo para ellos es ver cómo nos alegramos por el éxito de los demás.
  • Actuar bajo sus propios valores. Otro buen consejo para nuestro hijo que propone Silvia, es defender los derechos de aquellos niños a los cuales el líder de la clase no deja jugar. Aquí es clave la empatía, hay que hacerle ver que él sabe cómo se siente ese niño al que no le dejan jugar y así, cuando le ocurra a él, también le apoyarán. El role playing es una buena herramienta para trabajar diversas situaciones y buscar soluciones creativas.
  • Ser modelos de comportamiento asertivo. Nuestro hijo o hija debe aprender a decir lo que piensa, siente y quiere, pero sin enfadarse ni imponerlo. De nuevo, somos su referentes, por lo que en casa debe haber climas de confianza y asertividad donde se traten los conflictos y se respete las emociones del otro.

FUENTE: elperiodico.com

Ser feliz no implica estar alegre todo el día

Ser feliz no implica estar #alegre todo el día, sino que está más relacionado con entender las #emociones, saber lo que nos ocurre, el porqué y cómo manejarlo, todas ellas, habilidades de la inteligencia emocional

#Libro: #porquénosoyfeliz Encuentra más información sobre el libro en este enlace: https://bit.ly/3uJMUez

Niños más independientes y menos sobreprotegidos, ¿Cómo lo hacemos?

Hablamos con Hola.com para dar con las claves sobre cómo evitar la sobreprotección y crear niños seguros, capaces y que puedan desarrollar habilidades socioemocionales. En definitiva, niños que sean felices.

Por POR MARTA DÍAZ DE SANTOS

Todos los niños atraviesan una etapa, durante aproximadamente los dos años de edad, en la que descubren que ellos también pueden hacer las cosas por sí mismos y se sienten con ganas de indagar e investigar. “Muchos lo identifican como la etapa del: “yo”, “solito”, “a mí”, es un momento muy especial que debemos de aprovechar para fomentar su autonomía y que se sientan más capaces”, asegura Silvia Álava Sordo, doctora en psicología clínica y de la salud y autora del libro ‘Dani quiere ser mayor’.

Nos cuenta que el deseo natural de los padres es que sus hijos sean felices y tengan una buena autoestima. “Sin embargo, no siempre somos conscientes de que está en nuestra mano hacer mucho para que se desarrollen correctamente y sean unos niños seguros, o todo lo contrario”.

Hay adultos que malentienden el amor hacia sus hijos y piensan que, haciéndoles todo, serán más felices. Detrás de este comportamiento, suelen estar ideas del tipo: “ya crecerá y tendrá tiempo de sufrir”, “si a mí no me cuesta nada”… sin ser conscientes de las implicaciones que esto tendrá en su desarrollo.

La experta concluye que los niños cuyos padres tienen un estilo educativo más sobreprotector suelen desarrollar menos competencias emocionales, desarrollan menos herramientas para desenvolverse con éxito en la vida, son más inseguros, pueden tener más problemas de autoestima y es más probable que sean víctimas de bulling y que desarrollen trastornos de ansiedad. Como conclusión, a la larga pueden ser más infelices.

“Sin embargo, cuando los adultos les acompañamos desde que son bebés y les vamos enseñando a valerse por sí mismos, les estamos dotando de herramientas y estrategias para que: se sientan seguros y capaces, para que desarrollen habilidades socioemocionales, aprendan a sentirse seguros y queridos, con una mayor autoestima, y en definitiva sean más felices”, indica.

Cómo evitar la sobreprotección: acompaña a tu hijo

La protección es algo normal, natural e instintivo, además de necesario para nuestra propia supervivencia”, indica Silvia Álava Sordo. El problema, nos confiesa, es cuando estamos demasiado encima y pasamos de proteger a nuestros hijos a sobreprotegerlos.

“No se trata tampoco de no atenderlos o dejarlos solos y que ellos no cuenten con nuestra ayuda. Hay que acompañar al niño, estar a su lado, escuchando de forma atenta sus problemas y alentándole para que los resuelva. El mensaje a trasmitirles es tú puedes. Se trata de estar a su lado, permitiéndole que haga las cosas solo, que coma solo, aunque se manche, que investigue por el parque, pero sin perderle de vista…”, sostiene la experta.

Decálogo para evitar la sobreprotección

  • Deja que el niño experimente: “Los bebés necesitan explorar y conocer el mundo que les rodea, y esa necesidad sigue vigente cuando el niño crece. Permítele que lo haga, y vigila, sin que él lo note, que no hay ningún peligro”.
  • Fomenta su independencia: “Que aprenda a jugar él solo, a entretenerse sin que un adulto esté las 24 horas del día encima de él”.
  • Trabaja su autonomía: “Que el niño aprenda a resolver sus necesidades fisiológicas básicas, como el control de esfínteres, el comer, que aprenda a vestirse solo, a dormir…”
  •  No hables por él: “Si estamos en un restaurante, que pida él las cosas al camarero, si vamos al parque, que pregunte él si puede jugar con los otros niños”.
  • Ayúdale a reflexionar sobre cuál es la mejor solución: “En ocasiones los niños no saben cómo resolver sus problemas. Prueba a escucharle, a preguntarle cómo cree que lo podría solucionar y ayúdale a reflexionar sobre la mejor solución. Tiene que aprender a proponer opciones, a valorarlas y a elegir la más adecuada”.
  • Fomenta su pensamiento crítico: “No le des la solución a sus problemas, pregúntale su opinión y ahonda con él sobre el porqué de las cosas”.
  •  Fomenta que juegue con otros niños: “Que cuando está con los demás, permitas que se vaya con otros niños, que se aleje y que disfrute con los demás”.
  •  Permite que colabore en casa asignándole tareas adecuadas para su edad: “Con un año puede dejar la ropa sucia en el cesto, con dos años puede llevar el pan o las servilletas a la mesa… se trata de ir asumiendo sus responsabilidades según vayan creciendo y que vean que pueden hacer las mismas cosas que los demás”.
  • Respeta su ritmo de aprendizaje: “No todos los niños aprenden a la misma velocidad, se trata de alentarle a que haga las cosas y se enfrente a pequeños retos, pero sin presionarle. Puede que su hermano con dos años y medio llevara una bicicleta sin ruedines y que él no lo consiga hasta los cuatro”.
  • Que practique nuevos deportes o actividades que le supongan un cierto esfuerzo, constancia y rutina.

Propuestas de la experta:

En definitiva, no se trata de dejarles solos y que terminen frustrándose, ya que hay cosas que no saben hacer, sino que deberemos de acompañarlos en el proceso, para que aprendan durante el mismo. Para ello, debemos de incluir dos elementos esenciales en la ecuación: tiempo y paciencia. Los niños tardan en aprender y sabemos que las prisas no son buenas.

  • La psicóloga nos plantea planificar las tareas que pueden hacer tus hijos: “Dependiendo de la edad y de sus características, podrán hacer más o menos”.
  • Reservar el tiempo necesario para que puedan hacerlas: “El tiempo que el menor necesita, no en el que tú crees que debería haberlo hecho”
  • Trabajar la persistencia y el sentido del esfuerzo: “Las cosas rara vez salen bien a la primera, se trata de enseñarles el valor del esfuerzo, que adquieran tolerancia a la frustración y que vean cómo van mejorando y cómo, al final, lo consiguen”.
  • Tener paciencia: “El estrés no ayuda a aprender, de hecho, interfiere en el mismo llegándonos incluso a bloquear tanto a los niños como a los adultos”.
  • Trabajar desde la emoción: “La neuroeducación nos ha demostrado que los aprendizajes se generan y consolidan mejor, a través de las emociones positivas, como, por ejemplo, la calma, la curiosidad, la satisfacción…”
  • Utilizar la motivación extrínseca: por ejemplo, con refuerzo social, “mostrándoles nuestro reconocimiento ante su esfuerzo y lo mayores que se están haciendo”.
  •  Y, sobre todo, la motivación intrínseca: “Es decir, que reconozcan las emociones asociadas al proceso del aprendizaje, por ejemplo, reconociendo lo orgullos que están cuando consiguen hacer las cosas ellos solos y se esforzaron haciéndolo lo mejor posible”.
  • Tener muebles y los espacios adaptados a ellos para favorecer su autonomía, de manera que no dependan de un adulto. Cosas sencillas como colgar el abrigo al entrar en casa, guardar la ropa en su sitio, colgar la toalla después del baño… “Así, las podrán hacer ellos solos y no necesitarán la ayuda de un adulto”.

FUENTE: Hola.com

Niños felices: claves para fomentar la felicidad en nuestros hijos

Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿les estamos dando las herramientas que les van a permitir alcanzar el tan ansiado bienestar emocional?

Por María Dotor

Si hay que algo que queremos las madres y padres por encima de todo es que nuestros hijos sean felices. Pero ¿qué es realmente ser feliz? Solo si sabemos lo que se esconde detrás de la felicidad podremos ayudar a nuestros hijos a disfrutar de ella. A averiguarlo nos ayudó la psicóloga Silvia Álava en un IGLIVE con motivo de la publicación de su último libro: ‘¿Por qué no soy feliz?’

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¿Qué es realmente ser feliz?

«Tenemos una idea equivocada de lo que es la felicidad. Tendemos a pensar que ser felices es no tener problemas, que todo a nuestro alrededor vaya bien, estar alegres 24/7, pero esta idea es la que nos aleja de la felicidad y nos lleva a frustrarnos», nos decía Silvia Álava, según la cual la felicidad «tiene que ver más con encontrarnos bien, a gusto, en calma y en paz con nosotros mismos». Por tanto, el objetivo, «más que la felicidad, es el bienestar emocional, y el bienestar emocional no viene de serie, se trabaja».

Este fue uno de los primeros aprendizajes que nos dejó el encuentro con Silvia Álava: la felicidad no depende tanto de nuestras circunstancias, sino de cómo afrontamos nosotros estas circunstancias, por tanto, es algo en lo que se puede trabajar. «Para ser feliz no necesitamos cambiar las circunstancias de la vida. Necesitamos cambiar la forma de entenderla y de enfrentarnos a ella».

«Para ser feliz no necesitamos cambiar las circunstancias de la vida. Necesitamos cambiar la forma de entenderla y de enfrentarnos a ella».

Silvia Álava – Psicóloga y autora de ‘¿Por qué no soy feliz?’

¿Qué hay del componente genético? ¿Hay algo en nuestro ADN que nos predisponga a la tristeza o a la felicidad? «Sí, se sabe que el 50% de nuestra capacidad para ser felices se debe a nuestra genética. El 10% a las circunstancias que nos rodean y el otro 40% está en nuestra mano. Pongámonos a trabajar sobre este 40%, ahí está la clave», nos dice Silvia.

El origen de la infelicidad de nuestros hijos

Uno de los errores más comunes que cometemos en la educación es sobreproteger a los niños, de tal forma que procuramos evitar que sientan cualquier emoción desagradable. «Algunos padres malinterpretan el amor y piensan que es mejor proteger a sus hijos de cualquier emoción desagradable, o intentan protegerse ellos mismos del dolor que supone verles sufrir».

¿Por qué hacemos esto? «Solemos creer que la vida es muy complicada y que ya tendrán tiempo de sufrir, mientras puedan que disfruten y que sean lo más felices posible. Sin embargo, cuando hacemos esto, no nos damos cuenta de que no estamos permitiendo a nuestros hijos aprender regular esas emociones y cuando aparezcan, estarán desprotegidos, no sabrán qué hacer. Y este es, sin duda, el origen de su infelicidad.»

La sobreprotección es un enemigo de la felicidad. Sobreprotegiendo a nuestros hijos les dejamos sin recursos emocionales para desenvolver en la vida

Silvia nos ponía un ejemplo: «Si mi hijo llega a casa del cole llorando porque ha perdido su pelota y nosotros le decimos que no debe llorar, que no pasa nada, que ahora mismo vamos a comprar otra, lo que estamos haciendo es, en primer lugar, negar su emoción, y en segundo lugar anestesiarle emocionalmente, haciéndole «feliz» otra vez dándole otra pelota». ¿Qué debemos hacer entonces? Silvia nos proponía que «aprovechemos las pequeñas situaciones del día a día para hacer esa educación emocional».

Ante el ejemplo anterior, es conveniente, nos decía, hacer cuatro cosas:

  1.  Nombrar la emoción: «Estás triste».
  2.  Validar la emoción: «Es lógico que estés triste, yo también lo estaría»
  3.  Explicar la causa: «Estás triste porque has perdido tu pelota favorita».
  4.  Buscar una solución juntos: «¿Qué se te ocurre que podemos hacer para arreglarlo?». Podemos darle pistas: «Mañana podemos ir a buscarla a objetos perdidos del cole, y si no está, pediremos una por tu cumple. Mientras podemos jugar con la raqueta».

«No se trata de hacer sufrir a los niños inúltimente, ni de frustrarles de manera gratuita, sino de permitirles sentir sus emociones sin juzgarles, enseñándoles a identificar la causa y la consecuencia de su emoción y enseñarles a regularlas. O lo que es lo mismo, enseñarles habilidades de la inteligencia emocional, tan necesarias en la vida».

Enseñar a nuestros hijos a valorar lo que tienen es un aprendizaje que les acercará a la felicidad FREEPIK

Los enemigos de la felicidad

Aunque la felicidad, en palabras de la propia Silvia Álava, es algo interno que nadie «nos puede dar y que nadie nos puede quitar», sí que existen personas, circunstancias, cosas que pueden alterar nuestro bienestar emocional y el de nuestros hijos, una de estas cosas es la comparación social. «En ocasiones, dicha comparación viene propiciada por los propios padres y entorno familiar, que nos instan a «ser los mejores» o que preguntan no solo qué nota hemos sacado, sino también la nota que han sacado el resto de compañeros de clase. Sin ser conscientes, este modelo de comparación continua con los demás es otorgar a nuestros hijos una fuente de insatisfacción permanente».

«El modelo de comparación continua con los demás es otorgar a nuestros hijos una fuente de insatisfacción permanente».

Silvia Álava – Psicóloga

Por supuesto que en la vida es aconsejable querer mejorar, alcanzar meta… El problema, dice Silvia, es cuando «el objetivo no es sentirse orgulloso y satisfecho con respecto a lo que haces, sino hacer más que los demás». En este caso, nuestros hijos estarán desarrollando una autoestima externa, que depende de la validación de los otros, y no una autoestima interna, en la que tú te valoras sin tener en cuenta lo que hacen los demás.

El falso «Si quieres, puedes»

Otro gran enemigo de la felicidad es la filosofía del «si quieres, puedes», que transmite la idea de que debemos perseguir nuestros sueños, luchar por ellos y, si no los conseguimos es que somos unos fracasados o no lo hemos intentado con todas nuestras fuerzas. Silvia nos advierte de los riesgos de transmitir esto a nuestros hijos: «Se nos olvida que cada persona es un mundo, con su casuística y sus circunstancias, y que no siempre va a poder conseguir lo que sueña. A veces, porque no es realista en lo que quiere, tiene que ajustar sus expectativas». Por tanto, sería fundamental enseñar a nuestros hijos que, como dijo Ortega y Gasset «Yo soy yo y mis circunstancias», y que estas me condicionan profundamente. De no hacerlo, cuando no llegue a algo, se frustrará.

«Hay que enseñar a nuestros hijos que cada persona es un mundo, con su casuística y sus circunstancias, y que no siempre va a poder conseguir lo que sueña. Este aprendizaje le va a evitar muchas frustraciones»

Silvia Álava – Psicóloga

¿Y qué hay de disfrutar y amar lo que tenemos y dejar de anhelar lo que no tenemos? Silvia Álava recuperó una cita de San Agustín: «La felicidad es seguir deseando todo lo que uno ya posee», por tanto, centrarnos en lo que no tenemos en vez de valorar lo que tenemos puede llevarnos a entrar en un estado de «inconformidad constante».

FUENTE: FarodeVigo.es

El libro que desvela cómo disfrutar de la vida y ser felices a pesar de las dificultades

Por CARMEN RAYA

Con motivo de la celebración el 20 de marzo del Día internacional de la Felicidad, y pese a las circunstancias que estamos viviendo, Silvia Álava quiere que aprendas a ser feliz (o a potenciar al máximo dicho sentimiento) y para eso ha formulado una serie de consejos, 10 para ser exactos, que pueden contribuir a incrementar nuestra felicidad y que además cuentan con el respaldo de la investigación científica. Todas están en el libro ‘¿Por qué no soy feliz?’ de la psicóloga Silvia Álava.

1.    Pasar tiempo con amigos o familiares. Todas las personas nos sentimos más felices cuando estamos con otras personas, cuando nos sentimos integrados y sentimos que pertenecemos a un grupo o una familia. Si tuviéramos que traducir toda la literatura científica de las causas de la felicidad humana en una sola palabra sería “social”. Somos con diferencia la especie más social de la Tierra. Si tuviera que predecir tu felicidad y solo pudiera saber una cosa de ti, no me interesaría conocer tu sexo, religión o ingresos. Querría saber sobre tu red social: amigos, compañeros de trabajo, familiares… y la solidez de tus lazos con ellos.

2.    Hablar con los amigos y compañeros. Cuidar las relaciones sociales. Cuidar y quedar con los amigos y hacer nuevas amistades también se relaciona con la felicidad.

3.    Llevar un “Diario de Gratitud”, anotar cada día, al menos, tres cosas por las que estamos agradecidos, o aquello que más nos han gustado del día, tomando el tiempo de reflexión necesario para ser conscientes de las cosas buenas. Aumentará nuestra satisfacción general y nos ayudará a dormir con un espíritu más positivo.

4.    Trabajar por una causa mayor. Tener un fin, un objetivo en la vida que nos mantenga con energía, por el que levantarse cada mañana.

5.    Realizar actos altruistas. Ofrecer nuestro tiempo y/o nuestro dinero es una vía para alcanzar la felicidad, compartir, dar lo que no necesitamos y que para otros puede significar todo un tesoro, es una gran labor que todos podemos realizar.

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6.    Enviar mensajes positivos. Reforzar los comportamientos positivos de los demás y aprender a enviar mensajes de refuerzo y en positivo, incrementará nuestras emociones positivas y hará que nos sentimos más felices.

7.    Hacer como mínimo 30 minutos de ejercicio al día. Cuando nos movemos segregamos endorfinas que hacen que nos sintamos mejor.

8.    Dar las gracias. La gratitud es uno de los mayores predictores de la felicidad. Cuando agradecemos las cosas que hacen por nosotros las personas que nos rodean, incrementamos nuestra felicidad.

9.    Tener ilusión porque llegue algo. Crear y fomentar nuestras propias ilusiones: las cosas tienen la importancia que nosotros les damos, no hace falta que sean cosas materiales en las que tengamos que gastar dinero, incluso, mejor si el dinero no interviene: dar un paseo, charlar con un amigo, disfrutar de una buena comida…

10.     Reforzar nuestras virtudes. Cada vez que utilizamos una habilidad, sea la que sea, experimentamos un subidón de positivismo. Especialmente cuando ejercitamos una fortaleza de nuestro carácter, un rasgo propio y arraigado en nosotros. Por eso es importante pararnos a observar, saber cuáles son nuestras fortalezas y ser conscientes de que las estamos poniendo en práctica.

FUENTE: Stilo.es

Celebramos el Día Internacional de la Felicidad con 10 Consejos prácticos para ser felices (Importante!! basados en la evidencia científica)

Dicen que la felicidad no se busca, que se encuentra y, sin lugar a duda, uno de nuestros objetivos en la vida es dar con ella. Desde la publicidad, las redes sociales, las revistas, nos instan a conseguirlo, pero no siempre lo que nos proponen está basado en la evidencia científica. Las estanterías de las librerías están repletas de libros de autoayuda y manuales que te ofrecen caminos que se pueden tomar para alcanzar este bien tan preciado, pero dado que no hay un patrón que sirva para todos lo seres humanos, cada individuo debe ir descubriendo qué es lo que le hace feliz.

Silvia Álava, autora de ‘ Por qué no soy feliz’, revela a continuación cuáles son

 las situaciones que más nos hacen felices a las personas, es decir, las que compartimos casi todos los seres humanos. Pese a las circunstancias que estamos viviendo, hemos querido rescatar una serie de consejos que pueden contribuir a incrementar nuestra felicidad y que además cuentan con el respaldo de la investigación científica.

La felicidad existe aún en las situaciones más difíciles. Hoy más que nunca, disfrutemos de las pequeñas cosas que nos proporciona la vida y trabajemos cada día, de forma proactiva, por incrementar nuestra felicidad. Para aumentar nuestra felicidad debemos pasar a la acción, y este 20 de marzo, Día Mundial de la Felicidad, podemos empezar a avanzar en este camino:

1. Pasar tiempo con amigos o familiares.

Todas las personas nos sentimos más felices cuando estamos con otras personas, cuando nos sentimos integrados y sentimos que pertenecemos a un grupo o una familia. Si tuviéramos que traducir toda la literatura científica de las causas de la felicidad humana en una sola palabra sería ‘social’. Somos con diferencia la especie más social de la Tierra. «Si tuviera que predecir tu felicidad y solo pudiera saber una cosa de ti, no me interesaría conocer tu sexo, religión o ingresos. Querría saber sobre tu red social: amigos, compañeros de trabajo, familiares… y la solidez de tus lazos con ellos», confiesa Silvia Álava.

2. Hablar con los amigos y compañeros.

Cuidar las relaciones sociales. Cuidar y quedar con los amigos y hacer nuevas amistades también se relaciona con la felicidad.

3. Llevar un ‘Diario de Gratitud’

Anotar cada día, al menos, tres cosas por las que estamos agradecidos, o aquello que más nos han gustado del día, tomando el tiempo de reflexión necesario para ser conscientes de las cosas buenas. Aumentará nuestra satisfacción general y nos ayudará a dormir con un espíritu más positivo.

4. Trabajar por una causa mayor.

Tener un fin, un objetivo en la vida que nos mantenga con energía, por el que levantarse cada mañana.

5. Realizar actos altruistas.

Ofrecer nuestro tiempo y nuestro dinero es una vía para alcanzar la felicidad, compartir, dar lo que no necesitamos y que para otros puede significar todo un tesoro, es una gran labor que todos podemos realizar.

6. Enviar mensajes positivos. 

«Reforzar los comportamientos positivos de los demás y aprender a enviar mensajes de refuerzo y en positivo, incrementará nuestras emociones positivas y hará que nos sentimos más felices», explica la experta.

7. Hacer como mínimo 30 minutos de ejercicio al día.

Cuando nos movemos segregamos endorfinas que hacen que nos sintamos mejor.

8. Dar las gracias.

La gratitud es uno de los mayores predictores de la felicidad. Cuando agradecemos las cosas que hacen por nosotros las personas que nos rodean, incrementamos nuestra felicidad.

9. Tener ilusión porque llegue algo.

Crear y fomentar nuestras propias ilusiones: las cosas tienen la importancia que nosotros les damos, no hace falta que sean cosas materiales en las que tengamos que gastar dinero, incluso, mejor si el dinero no interviene: dar un paseo, charlar con un amigo, disfrutar de una buena comida…

10. Reforzar nuestras virtudes.

Cada vez que utilizamos una habilidad, sea la que sea, experimentamos un subidón de positivismo. Especialmente cuando ejercitamos una fortaleza de nuestro carácter, un rasgo propio y arraigado en nosotros. Por eso es importante pararnos a observar, saber cuáles son nuestras fortalezas y ser conscientes de que las estamos poniendo en práctica.

La felicidad existe aún en las situaciones más difíciles; Hoy más que nunca, disfrutemos de las pequeñas cosas que nos proporciona la vida y trabajemos cada día, de forma proactiva, por incrementar nuestra felicidad;

¡Para aumentar nuestra felicidad debemos pasar a la acción!

FUENTE: ABC Bienestar

No soy feliz aunque soy mamá

Madres y padres debemos reflexionar sobre qué es para nosotros la felicidad verdadera.

Por Adriana Méndez

Muchas mujeres piensan que, para ser totalmente felices, necesitan ser madres. Sin embargo, cuando ya tienen a su bebé en brazos, les sorprende descubrir que aún se siguen sin sentir plenas. No son felices aunque son mamás porque han volcado su felicidad en la llegada de sus hijos, en lugar de buscarla por ellas mismas. Esto, además, les lleva a preguntarse: si yo no soy una madre feliz, ¿mis hijos tampoco serán dichosos?

A continuación analizamos todas estas cuestiones y reflexionamos sobre cuál es el verdadero significado de la felicidad plena.Índice

  1. ¿Por qué no consigo ser feliz aunque soy madre?
  2. Si yo no soy una mamá feliz, ¿mis tampoco serán dichosos?
  3. Los padres debemos reflexionar sobre qué es la felicidad

¿Por qué no consigo ser feliz aunque soy madre?

Soy mamá pero no soy feliz

Debido al abrumador sentimiento de mantener el balance de ser madre, mujer, trabajadora y pareja, muchas mujeres pueden tener bajones emocionales que las hagan sentirse desanimadas o incluso tristes. A menudo, esto les lleva a sentir culpabilidad por ello y dejan de disfrutar de su maternidad de una forma saludable.

Una de las grandes preguntas que se hacen las madres cuando por fin tienen a su bebé en brazos y se encuentran cara a cara con la maternidad es: ‘¿acaso es normal sentirse triste en lugar de feliz aunque tengo a mi hijo en brazos?‘ La respuesta es SÍ. Estas emociones son más comunes de lo que podemos pensar y pueden darse por diversas razones.

A menudo, se escucha eso de que ‘para ser felices hay que tener un hijo‘. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. De hecho, el proceso debería ser el contrario: primero debemos tratar de encontrar la felicidad (si bien tenemos que reflexionar sobre cómo definimos la felicidad) y luego, tener un hijo. La felicidad tiene que ser personal y venir desde el interior de cada quien, los hijos no pueden ser esa fuente de alegría que esperas recibir.https://be22a1bfe7de90ae9a3278e3fd0c81cf.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

Es cierto que los niños son un motivo para aumentar esa satisfacción personal que ya poseemos, pero esto deviene al buscar la alegría por nuestra cuenta y no a través de otras personas. Y no hablamos solo de los hijos; las mamás tampoco podemos basar nuestra felicidad en nuestra pareja, en otros familiares o en nuestros hijos. De manera que, cuando una mujer se sienta realizada por quién es, al momento de decidir tener hijos, estos magnifiquen su dicha.

Si yo no soy una mamá feliz, ¿mis tampoco serán dichosos?

Hijos dichosos de madres infelices

Más allá de darle una vuelta a nuestro concepto de ‘ser feliz’, existe un miedo perpetuo en las mamás que no se sienten felices o están en un momento de desánimo en su maternidad: se preguntan (y a veces hasta se culpabilizan) si, dado que ellas no son felices, no saben si sus hijos llegarán a ser dichosos.

Si bien, nuestro ánimo repercute en los niños, hay que aclarar que ser feliz y tener un bienestar emocional no implica estar contentas todo el día, todos los días, con una gran sonrisa en el rostro. Este es un modelo de felicidad que es imposible de lograr.

Lo que como madres y padres debemos buscar es mantener una paz y balance emocional, lo que nos lleva a tener un bienestar físico y psicológico ideal para sentirnos a gusto con nosotros mismos. Ese es el modelo de felicidad que debemos enseñar a nuestros niños: el disfrutar de los días buenos sin negar la existencia de los días malos, donde está bien sentirnos decaídos.

Todas las emociones (las que son muy agradables pero también las que nos hacen sentir incómodos) son válidas. Porque estas son emociones que nos ayudan a apreciar los buenos momentos cuando llegan y magnificar esos sentimientos de fortuna.

Los padres debemos reflexionar sobre qué es la felicidad

Tener hijos dichosos aunque no seas feliz

En conclusión, debemos ser consciente de que es completamente normal que haya momentos en los que nos sintamos con los ánimos más altos y otros en los que nos sintamos más decaídas; porque la felicidad no es sinónimo de sentirse contenta las 24 horas del día. Cada mamá debe reflexionar sobre cuál es su concepto de felicidad y tratar de alcanzar esa dicha por ella misma (sin volcarla en la gente que le rodea, ni siquiera en sus hijos). Este es el modelo de felicidad que debemos trasladar a nuestros hijos, ya que será el que les haga verdaderamente dichosos.

Lo más importante para los padres es intentar mantener una actitud positiva, en lugar de tener una visión fatalista de la vida. Esto se logra potenciando las emociones agradables del día a día. Cuando logramos hacer esto, estamos enseñando a los niños a ser más felices, porque saben cómo manejar sus emociones.

Cabe resaltar que la mejor forma de lograr esto es teniendo como ejemplos a sus padres. Hay que recordar que los niños aprenden todo de primera mano imitando a sus progenitores, pues son las personas más cercanas e importantes para ellos.

Y para ti, ¿qué es la felicidad?

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FUENTE: Guiainfantil.com

Mamá, ¿Por qué hay guerras? ¿Cómo explicar a los niños los conflictos bélicos? En Guiainfantil.com

Cómo hablar con los niños de las guerras del mundo sin exponerles a las terribles imágenes del televisor

Por Beatriz Martínez Periodista

¿Tus hijos también te preguntan por la guerra? Ven una noticia, nos oyen hablar a los mayores y en ellos, que no se les escapa nada, se crean las dudas. ‘Mamá, ¿por qué hay guerras en el mundo?‘, y a mamá le cuesta mucho encontrar las palabras (porque tampoco entiende cómo aún hay conflictos bélicos). Por eso, a continuación te damos algunas claves sobre cómo explicar la guerra a los niños sin atemorizarles y tratando de calmar la incertidumbre que sientan.

Explicar a los hijos que hay un país que está en guerra no es nada fácil; a lo complejo del conflicto bélico en sí mismo se suman las dudas de educadores y padres. Unos optan por evitar que los niños sepan nada sobre este tema, otros hablan abiertamente sin tener muy en cuenta que la sensibilidad de los niños puede ser mayor que la de los adultos. ¿Qué es mejor para ellos? Lo vemos a continuación.

Índice

  1. Cómo explicar a los niños por qué hay guerras y qué son
  2. ¿Prohibir a los niños ver imágenes de guerra en la televisión?
  3. Pautas para explicar la guerra a tus hijos sin que tengan miedo
  4. Si tus hijos te preguntan por la guerra de Ucrania y Rusia

Cómo explicar a los niños por qué hay guerras y qué son

Explicar las guerras a los niños

Ya sea porque escuchan las noticias, los comentarios de los padres o lo que se habla en el patio de la escuela, a oídos de nuestros hijos también va a llegar información de lo que está ocurriendo ahora mismo en el mundo. Por mucho que nos empeñemos en lo contrario, es posible que nuestros niños acaben escuchando algo de que ha estallado una guerra en algún lugar del mundo, que ha habido un atentado en otra ciudad, que se ha agravado el conflicto bélico de esta otra zona…

Por ello, sería un error hacer caso omiso y pretender ante los niños que no pasa nada, ya que en su mente las dudas irán creciendo. Y, lo que es peor, no se atreverán a hacernos todas esas preguntas que tienen en la cabeza porque entienden que para nosotros no ocurre nada. Como consecuencia, sacan sus propias conclusiones sobre qué es una guerra (que pueden ser aún más terroríficas).

Es importante que los padres informemos a los hijos de lo que está sucediendo, pero de forma sencilla y con palabras acordes a su edad para que lo puedan comprender bien. Y es que, hacerles entender qué es lo que está pasando, procurando que tengan todo nuestro apoyo, servirá para preservar su infancia e inocencia. Por supuesto, les ahorraremos los detalles más escabrosos y las tan terribles imágenes.

Nuestros hijos necesitan de un adulto de referencia, sus padres sin ir más lejos, que les expliquen qué es lo que está pasando en el mundo ahora mismo.

¿Prohibir a los niños ver imágenes de guerra en la televisión?

Prohibir las imágenes de guerra en la televisión para los niños

El hecho de que hablemos con los hijos acerca de la situación de guerra que están viviendo algunos países no quiere decir que tengamos que permitir que vean en la televisión todas las noticias que hay al respecto. Los informativos o telediarios están cargados de durísimas imágenes de violencia y muerte que, si hieren nuestra sensibilidad como personas adultas, imagínate la de nuestros hijos.

Vídeos y fotos en las que se ven edificios destruidos, familias enteras escapando de su país y gente herida a causa de los bombardeos… Todas estas noticias pueden ser traumáticas (incluso podrían causar estrés postraumático, a pesar de no haberlo vivido en primera persona) para un niño o niña de cualquier edad, por eso es importante limitar al máximo el contenido relacionado con las guerras que vean en los distintos medios de comunicación.

También es importante que los padres tengamos cuidado con las conversaciones que tenemos entre nosotros al respecto de este tema ya que, como decimos, los niños lo van a escuchar y a interpretar a su modo creándoles más inseguridad.

Pautas para explicar la guerra a tus hijos sin que tengan miedo

Cómo hablar de los conflictos bélicos con tus hijos

Los niños tienen una excelente capacidad de observación, ¡se dan cuenta de todo incluso cuando parecen estar distraídos! Pero, en cambio, su capacidad de interpretación y comprensión todavía no es la adecuada ya que les falta desarrollo y conocimientos. Por eso, para evitar que en su mente se formen ideas erróneas es importantes explicar en casa y en la escuela el conflicto bélico de la siguiente manera:

1. Puedes empezar por hacer a tus hijos esta pregunta: ¿Qué crees que está pasando? Así tendrás el punto de partida sobre el que iniciar la conversación.

2. Usa palabras sencillas que puedan entender y, en el caso de que introduzcas una palabra nueva para ellos como ‘bélico’ o ‘invasión’ cuéntales cuál es su significado o consultad juntos el diccionario.

3. No se trata de restar importancia al conflicto, debemos mostrarnos serios cuando hablemos del tema como los niños, pero tampoco debemos infundirles miedo o temor. Hablarles sobre la figura de ‘los buenos’, los que ayudan a esas personas (tanto luchando por ellos, como dándoles refugio, comida, etc.), en oposición de los malos, podría ayudar a los niños a tener esperanza.

4. Propicia un ambiente distendido y permite que hagan todas las preguntas que quieran, serán muchas ya que es una situación que escapa a su control y entendimiento. Nunca le digas eso de ‘esto es cosas de adultos, así que no te interesa’.

5. Para evitar que las malas noticias se queden grabadas en nuestra memoria y nos hagan daño hay que ‘ventilar las emociones‘, es decir, contar abiertamente cómo nos sentimos, qué nos inquieta o preocupa y de qué modo nos afecta todo esto emocionalmente.

6. Recuerda que los niños son muy empáticos y que resulta fundamental validar sus emociones sean las que sean, sobre todo si lloran o se muestran tristes, ¡los padres también debemos ser empáticos con los sentimientos de nuestros hijos! En caso de que sea una guerra, suele resultarnos más sencillo ya que nosotros mismos también compartimos esas emociones de tristeza, miedo, preocupación, etc.

7. Y para validar esas emociones y sentirnos mejor con nosotros mismos lanzamos a los niños la siguiente pregunta: ¿crees que nosotros podemos hacer algo para ayudar a las familias que lo están pasando mal por la guerra? Pequeños gestos como acercarse a una ONG y ofrecer nuestra ayuda desinteresada o escribir una carta de aliento a los niños de ese país, además de ser de mucha utilidad, nos hará estar más tranquilos.

Si tus hijos te preguntan por la guerra de Ucrania y Rusia

Explicar a los niños la guerra de rusia y ucrania

Cuando estalla una guerra, el mundo se detiene por un momento y se convierte en un lugar más triste e inhóspito en el que vivir. Es posible que tus hijos te pregunten por la guerra de Ucrania y Rusia, ya que han escuchado hablar de ella en el colegio o en la televisión. Hay algunos medios de comunicación que se están haciendo más eco de este conflicto bélico puesto que la tecnología del momento les da más posibilidad de acercarse al campo de batalla y porque culturalmente se sienten más cercanos a las poblaciones de estos países. En este sentido nos puede resultar más fácil empatizar con el sufrimiento de estas familias.

Además de tener en cuenta los puntos anteriores, para explicar a los niños la guerra de Ucrania y Rusia podemos empezar cogiendo un mapamundi para situarlos geográficamente. A partir de ahí, podemos explicarles que antes, hace algunos años, Rusia y Ucrania (además de otras zonas) eran un mismo país, pero con el paso del tiempo se separaron y formaron lo que hoy en día son. Sin embargo, ahora, el señor que manda en Rusia ha decidido que Ucrania vuelva a su control.

Es importante que adaptemos nuestro discurso a la edad de los niños, pero también a los valores que tengamos en casa. Debes estar preparado, porque es muy posible que tu hijo o hija te haga muchas preguntas a partir de ahí. Intenta responder con claridad, pero con tacto. Si no sabes responder a alguna de sus cuestiones puedes decirle algo como: Cariño, esa es una pregunta muy interesante, pero mamá no sabe la respuesta; voy a investigar y más tarde te cuento (o, si es más mayor, le podemos invitar a investigar con nosotros).

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FUENTE: Guiainfantil.com

¿Cómo conseguir el bienestar emocional? Entrevista en el Diario de Mallorca

Desgranamos en nuestro último libro qué nos impide ser felices

La psicóloga Silvia Álava desmitifica la idea idílica de felicidad y defiende en su lugar el bienestar emocional, un concepto más realista y accesible para las personas.

Así lo expone en su último libro ¿Por qué no soy feliz? (Ed. HarperCollins), en el que repasa cuáles son los enemigos de la felicidad y presenta un método para incrementar el bienestar emocional.

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«Si entendemos la felicidad como estar alegres, contentos, haciendo cosas satisfactorias las 24 horas del día los 365 días del año, ya vamos por mal camino porque es completamente imposible», valora Silvia Álava. En su opinión, «hay que ajustar muy bien la definición de felicidad. La felicidad es sentir calma, paz, estar a gusto con nosotros mismos, y tener cuidado con los mitos e ideas erróneas que nos han vendido. Más que de felicidad, se trata de conseguir bienestar y equilibrio emocional».

¿Se puede ser feliz en una pandemia?, preguntamos a esta experta. «Vamos a ser sinceros y realistas: es más difícil ser feliz en medio de una pandemia. La pandemia nos ha pasado una factura enorme a nivel emocional y de salud mental, a todos, lo vemos desde los niños pequeños, los adolescentes, muy afectados, y los adultos».

La psicóloga enumera diferentes enemigos de la felicidad, un asunto que analiza en un amplio bloque de capítulos del libro.

La rumiación, que es engancharte dando vueltas y vueltas a algo, poniendo el cerebro en modo centrifugadora; las ideas irracionales y los pensamientos automáticos; la comparación social; la envidia y los celos; las películas que nos montamos a modo de director de cine, o el móvil como anestesiador emocional.

«Tenemos que aprender a vivir de forma más pegada a la tierra, ver las cosas desde la realidad, no existe el país de la piruleta», destaca Silvia Álava.

El peso de la genética

La genética, expone la experta, tiene en la felicidad «mucho más peso del que puede creerse, para bien o para mal, hasta el 50 por ciento». Las circunstancias solo influyen en un 10 por ciento, y hay un 40 % de mejoría que «depende de nosotros», añade. Es aquí donde entra el método que la psicóloga propone para incrementar el bienestar emocional. En él, herramientas como la flexibilidad, fomentar la resiliencia, lograr que nuestras acciones y tareas fluyan, desarrollar la gratitud y la amabilidad, o interiorizar el sentido del humor son aliados muy útiles.

¿Y las redes sociales?, preguntamos a Silvia Álava. «Las redes sociales pueden aportar mucho para bien, pero también para mal. ¿Dónde está la diferencia? En el tipo de uso que hace cada persona. Si utilizas las redes como escaparate de comparación social, es un problema, pero si es para informarte o entretenerte, ningún problema», sostiene.

Álava plantea que para avanzar en el bienestar emocional y mejorar la salud mental, además de dar herramientas a la población para que sepa gestionar sus emociones, es necesario «incrementar la ratio de psicólogos en el Sistema Nacional de Salud; lo ideal es que en cada centro de Atención Primaria haya un psicólogo que pueda intervenir para atender a la población». Sobre el bienestar emocional y la felicidad en los próximos años, la psicóloga se muestra optimista y espera que, con lo aprendido en la pandemia y el desarrollo de las habilidades emocionales en la sociedad, la década de los años 20 resulte más feliz que las anteriores de este siglo. 

FUENTE: Diariodemallorca.es