Aprovecha estos siete días para preparar la vuelta al cole

Los expertos recomiendan ir incorporando desde justo una semana antes las nuevas rutinas

Por Yolanda Veiga

Esta es la verdadera operación retorno, la de la vuelta al colegio y a la oficina. A los niños aún les queda una semana de margen. Y conviene aprovecharlo. «Volver a clase implica ajustarse a ciertas rutinas y conviene empezar alrededor de siete días antes –o sea, hoy–. No puede ser que la noche antes los chavales estén danzando a las once de la noche», advierte la psicóloga Silvia Álava, del gabinete madrileño Álava y Reyes. Sueño, comidas, ocio… Hay que readaptar el cuerpo… y la cabeza. A propósito de esto último, nada de decirle al niño que no quiere volver a la escuela eso de: ‘Anda, si te lo vas a pasar muy bien…’, porque lograremos el efecto contrario.

Levantarse cada día diez minutos antes

El próximo jueves y viernes regresan al colegio la mayoría de los niños, así que aún estamos a tiempo. «Lo ideal es ir cambiando la rutina desde siete días antes. La prioridad es ajustar el horario de sueño. Y lo conseguiremos sin esfuerzo si cada día levantamos a los niños diez minutos antes y ganamos esos diez minutos para acostarles», recomienda la experta. Eso, durante una semana entera, implica adelantar el horario más de una hora.

Comidas más cortas

Lo mismo que hay que adelantar la hora de irse a dormir, hay que hacerlo con la de las comidas. «Además de ir adecuándolas al horario escolar, hay que acortar el tiempo que le dedicamos».

Una botella de agua en la mochila

«Tan importante como comer bien –menos chucherías y ultraprocesados–, es que los chavales estén bien hidratados porque un nivel de deshidratación del 1% o el 2%, que es cuando empezamos a notar sed, ya implica que procesemos los pensamientos de manera más lenta». Así que, recomienda Silvia Álava, «recordemos a los niños, que no siempre tienen bien adquirido el mecanismo de la sed, que vayan bebiendo más agua y que lleven cada día una botellita dentro de la mochila».

«Entiendo que estés triste por la vuelta a clase»

Habrá críos encantados con la perspectiva de la vuelta y otros menos. A estos últimos eso de: ‘No estés triste, que te lo vas a pasar muy bien’ no les sirve de nada, sostiene la especialista. De hecho «es contraproducente porque no les permitimos validar su emoción». Y ese es el primer paso para adaptar la mente a la vuelta. «Hay que validar lo que siente el niño con frases como: ‘Entiendo que estés triste porque hay que volver al cole’, ‘comprendo que estés enfadado porque se han acabado las vacaciones’». Identificada la emoción –tristeza, enfado, nervios…– conviene explicar la causa: está nervioso porque no sabe con qué compañeros le va a tocar, porque el año pasado lo pasó mal en clase… «Le vamos preguntando si es eso lo que les pasa. Y luego ideamos la estrategia para manejar esa emoción. Además de decirles que es obligatorio volver al cole, recordamos los momentos buenos del año anterior. ¿Y si no los ha habido? «Intentamos poner remedio a lo que ha ido mal: si le han puesto muchas faltas por llevar los deberes sin hacer, podemos comprar una agenda para apuntarlos, si ha suspendido varias asignaturas conviene establecer un plan de estudios…».

Y muy importante: «Si la madre dice: ‘Qué pereza me da ir a trabajar’, los niños identifican el trabajo o la escuela con lo malo y las vacaciones con lo bueno».

Consejos para el primer día en la oficina

  • Depende del trabajo «Si tu trabajo está muy estructurado, las tareas bien definidas y alguien te ha sustituido, no adelantes nada los días antes. Si, por el contrario, tu trabajo es más creativo o diriges un equipo de gente, conviene empezar a mirar el correo electrónico el día antes, incluso llamar a algún colega de la oficina para que nos cuente cómo van las cosas. Si no, nos encontraremos con mucho trabajo acumulado el primer día», advierte Elisa Sánchez, psicóloga especialista en trabajo y relaciones laborales.
  • Volver de vacaciones la noche antes, mala idea «Llegar la tarde antes supone una sobrecarga de la vida personal y familiar para ese primer día en la oficina. Así que, si tienes ocasión, ven uno o dos días antes, pon a punto la casa, visita a los familiares y así esa primera jornada el foco estará puesto en el trabajo».
  • El teletrabajo ayuda «Que alguno de los primeros días podamos teletrabajar, incluso trabajar menos horas, no cabe duda de que hace la vuelta más relajada. Porque pasar de estar ociosos a trabajar ocho horas es un cambio brusco», reconoce la experta.
  • No seas tan exigente Ese cambio «brusco» es, muchas veces, inevitable. Y tiene consecuencias. «Aunque no está considerado una patología, el bajón posvacacional afecta casi al 60% de los trabajadores», da la cifra Elisa Sánchez. Así que es frecuente. Lo que no es frecuente es que se alargue. «Si pasan diez días y seguimos igual hay que consultar con un profesional». Y luego hay que tener en cuenta la personalidad de cada uno. «Ese bajón afecta más a las personas muy exigentes o perfeccionistas, a las que también les cuesta desconectar en vacaciones, llevan mal los cambios en el trabajo…».

¿Se le ha olvidado la contraseña otra vez?

No es raro que se nos olvide la contraseña a la vuelta de vacaciones. Bien lo saben los ciberdelincuentes, que envían correos o mensajes al móvil con enlaces para pinchar y recuperar la contraseña o renovarla. «Lo están haciendo simulando ser los del banco, pero nunca se deben pinchar en esos enlaces», advierte Javier Aguilera, director general de Ikusi España, empresa de servicios de tecnología e infraestructuras de comunicación y ciberseguridad. Otra estafa habitual de estas fechas, alerta, es la del ‘mensaje del falso CEO’: «Como es habitual que en septiembre los consejeros delegados y los directores generales envíen comunicaciones a los trabajadores, hay delincuentes que simulan esos mensajes, muy creíbles, por cierto, y piden a algunos empleados que hagan una transferencia de dinero de la empresa alegando que es un tema confidencial y que lo hagan rápidamente».

FUENTE: elcorreo.com

¿Cómo conseguir que los niños sean más responsables sin enfados ni castigos?

Por Ana Camarero

Nos lo han dicho en casa y en la escuela

“Tienes la habitación como una leonera”. “Has vuelto a olvidarte las zapatillas de gimnasia en casa”. “Nunca recoges los juguetes”. “Nunca te responsabilizas de tus cosas”. Estas son algunas de las frases que todos, en algún momento de nuestra niñez o adolescencia, hemos escuchado de nuestros padres en un intento por hacernos más responsables en casa y también en la escuela. La RAE entiende por responsable a aquella persona que “pone cuidado y atención en lo que hace o decide”, y que está “obligada a responder” de ciertos actos.

Existen dos factores que influyen para que alguien sea o no responsable durante su infancia y adolescencia.

Uno es que el modelo paterno o materno sea especialmente sobreprotector e impida que los hijos asuman las responsabilidades que les corresponden. “Estaríamos hablando de una actitud aprendida”, explica la psicóloga infantil Silvia Álava. El segundo factor es su personalidad, pues “hay niños que desde pequeños son mucho más responsables, como rasgo de su carácter, y, sin embargo, otros lo son menos”, añade.

El niño irresponsable se comporta ante sus progenitores de dos maneras diferentes y muy definidas. “Hay niños que, cuando deben tener una responsabilidad, directamente se enfrentan con los padres. Y otros que no se oponen directamente a la petición que les hacen los mayores, pero al final eluden hacer lo que se les pide”, explica la también autora de los libros Queremos hijos felices y Queremos que crezcan felices.

La modificación de esos comportamientos necesita de una labor continuada de los tutores.

Una tarea que pasa por dejarles entrever que ser irresponsable tiene unas consecuencias que deben enfrentar y asumir. “En la mayoría de las ocasiones, si no hace las tareas o los encargos fijados por la madre o el padre, los progenitores caen en la actitud del ‘no pasa nada, ya lo hago yo’. De esta manera, el menor aprende que las cosas pueden dejar de hacerse perfectamente porque, aunque le regañen o castiguen, al final consigue no hacerlo”, explica Álava. Para combatir estos gestos es necesario sentarse con ellos y enseñarles que si no ayudan en casa, no recogen su ropa o se dejan la flauta olvidada cuando tienen la asignatura de Música, ocurren cosas: “No a través del castigo directo, sino con resultados directos, para que asuman lo que sucede cuando uno no se comporta con responsabilidad”. Eso sí, señala Álava, “sin enfados ni inquinas o castigos”.

Pero, a veces, no resulta fácil guiar a este tipo de niños

“para conseguir el equilibrio entre alimentar su autoestima, para que se sienta capaz e interesarle por el mundo que le proponemos los adultos, y la firmeza en los límites”, sostiene Carlos M. Jordán, psicólogo clínico del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Comunidad de Madrid). Esa mesura hay que lograrla en todos los ambientes, educativos y familiares. Sin embargo, añade Jordán, si el comportamiento inadecuado se ciñe a un solo ambiente, el problema estará en ese escenario, casi con seguridad, más que en la niña o el niño.

Observar el ambiente

Para poner soluciones a esas actuaciones se aconseja a los padres observar el ambiente. Analizar si hay problemas o cambios importantes en casa, si ha habido alguna pérdida significativa o si puede estar pasándole algo en el colegio. “Antes de buscar problemas en los niños tenemos que evaluar el entorno en el que crecen. Los niños son muy sensibles al ambiente, pues están en pleno desarrollo y un cambio en la dirección adecuada en casa puede tener efectos muy beneficiosos”, puntualiza Jordán. Si no hay nada que modificar, ni otros problemas obvios que requieran atención por sí mismos, “como el habitual uso excesivo de aparatos electrónicos y redes, algún tipo de abuso, etcétera, es conveniente consultar a un profesional que pueda hacer un diagnóstico adecuado”, argumenta el psicólogo. De ese modo, según explica por su parte Álava, el experto, en función de la edad, de la personalidad y de las características de cada uno de los hijos, analizará cuáles son las responsabilidades que deben asumir, pero de una en una. Para esta experta no se pueden cambiar los hábitos de la noche a la mañana: “Porque si no, el niño o adolescente puede colapsar y sentirse fracasado”, añade. Una vez que se han establecido las tareas que van a ser su responsabilidad hay que ir haciendo una labor de refuerzo que se prolonga en el tiempo según va comprometiéndose en las labores establecidas, añade Álava.

La complicidad de las familias

La complicidad de las familias con el resto de los entornos en los que se mueve al niño y el adolescente es también un elemento a tener en cuenta para encauzar su irresponsabilidad. “Hay que trabajar de manera conjunta en la familia, pero no solo los padres, sino también el resto de familiares o amigos, y el ámbito educativo”, afirma Álava. En el caso de la escuela, el diálogo entre los progenitores y los docentes debe ser fluido para que si, por ejemplo, están trabajando la autonomía en el aula, los padres trabajen en la misma dirección en casa. “Muchas veces, el adulto teme los efectos puedan tener sobre su hijo no llevar hechos los deberes o que olvide el estuche de lápices en casa. Lo único que sucederá es que aprenderá para próximas ocasiones. Ser responsable desde pequeño evitará las consecuencias de no hacer las cosas conforme van transitando hacia la edad adulta”, afirma esta experta.

FUENTE: MSN.COM

¿Cómo intentar ayudar a los huérfanos de la violencia de género?

Atravesamos un momento atroz en esta lacra que es la violencia en el entorno familiar, pero cuando ademas estos hechos suceden en presencia de los hijos, a la vista de los menores, las consecuencias psicológicas y emocionales son aún más demoledoras…

En esta entrevista para «La Linterna» intentamos dar algunos consejos para que el entorno más cercano a estos niños (abuelos, tíos, primos, profesores…) pueda de alguna manera ayudar a atenuar las consecuencias…


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Los expertos insisten en que lo digital aísla a los niños y la lectura los forma en valores

Aseguran que es “fundamental” que vean leer a los adultos y poner límites al uso de dispositivos

El verano puede ser la época perfecta para que los niños lean más o se inicien en la lectura, aunque muchos optan por utilizar todavía más dispositivos con pantallas. Así lo aconsejan expertos consultados por Servimedia que piden a los padres que ellos den ejemplo.

Leer es mucho más que la capacidad de reconocer letras, unirlas y formar palabras u oraciones. “Los beneficios de la lectura en niños son muchísimos, sabemos que es algo que mejora la comprensión lectora, que además mejora la riqueza y la fluidez del vocabulario y mejora también otra serie de procesos intelectuales, además de la empatía”, manifestó a Servimedia la psicóloga infantil Silvia Álava.

Los autores de los libros infantiles también quieren transmitir con sus historias valores y enseñanzas pedagógicas. La escritora Cristina Hermoso de Mendoza, que publicó recientemente su primer cuento infantil ‘Melón y Sandía’ con carácter solidario, explicó, en este sentido, que espera que su libro sea “una semilla de apertura, tolerancia y compromiso” y que conseguirlo en la infancia es “muy positivo”.

Aumento del uso de pantallas

Sin embargo, estudios nacionales, como el de la Fundación Gasol (Pasos 2022), apuntan que los niños y adolescentes aumentaron su uso de pantallas entre semana de un 54,8% en 2019 a un 64% en 2022. Este hábito está relacionado tanto con el excesivo sedentarismo como con la reducción de horas de sueño o la calidad de vida en general.

Un abuso de la tecnología produce también aislamiento entre los menores, un concepto que Álava denominó ‘desplazamiento digital’. “En verano los niños hacen mucho ocio online y esto está desplazando otro tipo de cosas como leer, quedar con amigos, estar en el parque…estamos dejando de hacer cosas que son especialmente beneficiosas”, remarcó.

Por este motivo, la psicóloga comentó que

“Es fundamental que los niños nos vean leer a los adultos, es muy complicado que se enganchen a la lectura si nosotros no leemos”.

La responsable de Comunicación de Penguin Infantil, Melca Pérez, subrayó que “lo más importante es que nos vean a los adultos leer. Si nos ven todo el día con el móvil, la lectura no se convertirá en su afición favorita nunca”.

No obstante, desde la editorial SM consideran que la literatura infantil y juvenil “está viviendo una edad de oro”. La gerente de Literatura Infantil y Juvenil de la editorial, Berta Márquez, afirmó que “se publica más que nunca porque se vende más que nunca, solo en los últimos dos años el mercado ha crecido un 20%”.

El uso de las pantallas en niños no siempre es malo.

Según Silvia Álava, “hay que tener en cuenta la variable de con quién está el niño viendo la pantalla y qué es lo que está haciendo. No es lo mismo, por ejemplo, estar viendo una película juntos en el salón que esté él solo en la habitación viendo un video de YouTube. No tenemos que guiarnos por el tiempo, minuto arriba, minuto abajo, sino qué es lo que estamos haciendo”. Para imponer límites digitales a los más pequeños, la psicóloga recomienda realizar un proceso de alfabetización digital, “los padres no pueden estar al margen del uso de los aparatos electrónicos de los niños, hay que estar al lado poniendo límites y enseñando qué es lo que hace o no se hace en este mundo online”.

En cuanto a la lectura, sea cual sea la opción de los niños, lo importante es tener en cuenta sus gustos y que sean ellos mismos quienes decidan los títulos que van a leer. Así la lectura no será una obligación, sino que se irá convirtiendo en un hábito que ellos mismos busquen.

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FUENTE: lavanguardia.com

Sharenting ¿Qué pasa con las imágenes de nuestros hijos que subimos a las redes sociales?

El 23% de los niños tienen presencia en la red incluso antes de nacer y el 81% están en las redes sociales antes de los 6 meses.

  • ¿Estamos respetando a nuestros hijos?
  • ¿Cómo puede afectarles esta sobrexposición en las redes sociales?
  • ¿Podemos contralar quiénes ven y qué hacen con esas fotos?

De todo ellos hablamos en esta entrevista.

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El abuso de las pantallas dispara los problemas de lenguaje en menores de tres años

Andrea Domene Lupiañez

Madrid, 6 jul (EFE).- Pediatras, psicólogos y logopedas han alertado de un gran incremento de niños menores de tres años con retraso psicomotor, lo que implica una disminución del uso del lenguaje, debido a una mala utilización de las pantallas en un momento en el que son «especialmente vulnerables».

DURANTE LOS 3 PRIMEROS AÑOS DE VIDA

«El 85 % del desarrollo neuronal en los niños -tanto en comunicación como en bienestar social- se produce en los tres primeros años de vida», advierte la psicóloga Silvia Álava, quien asegura que los menores tienen que experimentar en un entorno multisensorial que no son capaces de percibir con la tecnología.

Una opinión que comparte su colega del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, Mercedes Bermejo, al explicar que los niños dejan de recibir estímulos sensoriales muy importantes en la infancia, al tiempo que, con los aparatos tecnológicos, se enfrentan a una sobreestimulación para la que sus cerebros no están preparados, lo que puede tener graves consecuencias.

En este sentido, la pediatra de Atención Primaria, Pilar Mallada, destaca que esta estimulación de las pantallas lleva a los menores a confundir la realidad y la ficción.

Por ello, los expertos insisten en que los niños tienen que aprender en contextos naturales. De esa manera también se evitará que se aburran con los maestros en clase si estos «no llevan el ritmo al que se han acostumbrado con la tecnología».

CARRITOS CON LACTANTES VIENDO PANTALLAS

Aunque sea un problema que afecta en todos los ámbitos y a todas las edades, las pediatras revelan que las consultas se llenan cada vez más de «carritos con lactantes viendo una pantalla», así como que han detectado «más conflictos en las dinámicas familiares».

«Es tiempo en el que nos dejan en paz”, según la logopeda Sara Serrano Díaz, quien destaca que las familias están cada vez más ocupadas y, como no quieren renunciar a su tiempo, cada vez entregan antes un dispositivo a los niños para que se entretengan.

PROBLEMAS CON EL LENGUAJE

Serrano echa mano de estudios científicos que constatan una relación entre el número de horas de exposición a las pantallas y una disminución de la materia blanca del cerebro que perjudica el aprendizaje del lenguaje.

Además, esto influye en una disminución del tiempo de juego con iguales y el descenso de la comunicación en la familia, actividades que para la logopeda son esenciales para un correcto desarrollo del lenguaje.

RECOMENDACIONES DE USO

«Nada de pantallas antes de los dos años». Esta es la recomendación de los expertos consultados por EFE, de acuerdo a la pauta de la Academia Americana de Pediatría. Además, sugieren limitar a media hora al día el uso de la tecnología hasta los 12 años y con control parental sobre los contenidos.

Todos advierten de que el debate no se centra en si la tecnología es buena o mala, si no en el uso que hacen de ella los menores de tres años y las graves consecuencias que puede tener en el futuro.

PROBLEMAS FUTUROS

Mal manejo de las emociones, falta de concentración, poco autocontrol, inmadurez emocional, dificultad para las habilidades sociales e incertidumbre a la hora de la comunicación en la vida real son también problemas que puede generar el uso excesivo de las pantallas según crece la persona.

«A nivel emocional pasa factura desarrollando menos tolerancia a la frustración, no aprendiendo a demorar las recompensas y sin saber gestionar el auto control», advierte la psicóloga Silvia Álava, mientras la pediatra Mallada también resalta que pueden aparecer problemas físicos como hipertensión, obesidad y problemas oculares.

PEOR COMPRENSIÓN LECTORA

La logopeda insiste en que «no es lo mismo leer en pantalla que en papel», ya que la unidad espacial del libro favorece la representación mental, por lo que cada vez se aprecia peor comprensión lectora en los menores.

Según Serrano, el uso de las tabletas en clase para la lectura en niños menores de 8 años está haciendo que no se trabaje adecuadamente la comprensión lectora. «Esto conlleva falta de pensamiento crítico, de reflexión, así como peor rendimiento o dificultades de aprendizaje».

Pero además, implica que a los niños les guste menos la lectura porque les cuesta esfuerzo y «el esfuerzo en el aprendizaje es clave», insiste.

EFE

FUENTE: LAVANGUARDIA.COM

Jugar, cocinar o excursiones, otras maneras de que aprendan los niños durante el verano sin hacer deberes

Psicólogas, logopedas y asociaciones de padres y madres coinciden en que «hay otras rutinas y maneras de aprender que sirven para reforzar el nivel académico»

Por R.C.G.T

Deberes en verano, ¿sí o no?

Es uno de los dilemas que se plantean las familias en este periodo y enfrenta a los partidarios de no perder el hábito de estudio y a los que creen que es un momento para descansar, aunque hay otras actividades que ayudan a los niños a seguir aprendiendo durante las vacaciones.

Psicólogas, logopedas y asociaciones de padres y madres coinciden en declaraciones a EFE que «hay otras rutinas y maneras de aprender que sirven para reforzar el nivel académico», en palabras de la psicoterapeuta familiar y experta en infancia Mercedes Bermejo.

Poner en práctica

En su opinión, las excursiones, juegos de cartas, visitas a museos o ciudades«pueden ayudar a los niños a poner en práctica lo aprendido durante el curso».

En esta línea, la psicóloga Silvia Álava, coincide en que el juego es una manera de aprender diferente:

«Podemos automatizar procesos de lectura y escritura, con repetición, pero eso no significa que haya que estar horas haciendo deberes».

Al menos media hora

Ambas coinciden en que los días son largos y hay que buscar tiempo para que los niños lean o escriban durante un tiempo establecido, como puede ser media hora.

«Lo recomendable sería que durante el verano los niños pudieran dedicar su tiempo de ocio a aquellas actividades que les gustan y que durante el curso académico les resulta más difícil realizar», explica la logopeda Lidia Arroyo.

Asimismo, Mercedes Bermejo defiende fomentar la elección de los niños sobre estas tareas de lectura para que no sientan que es una obligación: «Son ellos quienes tienen que elegir, porque si obligamos a un niño a hacer deberes, va a perder la motivación».

Aburrirse y no hacer nada es importante

Tras venir de un periodo de exigencia académica, Bermejo considera que aburrirse y no hacer nada es importante y puede fomentar la creatividad de los niños.

«Si la enseñanza se da bien en clase, no deben llevar deberes a casa», es la opinión de la presidenta de la Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), María Capellán.

Con una campaña que sacan durante los periodos vacacionales, En la escuela me falta una asignatura: mi tiempo libre’, desde la CEAPA tienen claro que el objetivo de las vacaciones estivales es poder descansar.

Desde la organización consideran que los niños sufren bastante presión durante todo el año como para también tener que «estar preocupados» de los deberes en verano, lo que consideran que es un «castigo«, según dice María, tanto para los alumnos como para las familias.

A todos nos gusta descansar

Una desconexión necesaria durante los tres meses de verano ya que no lo hacen durante el resto del año: mañana, tarde y noche, fines de semana, vacaciones de Navidad y Semana Santa; siempre tienen tareas que hacer y entienden que «la educación durante todo el día no es de calidad».

Una idea que sostiene la logopeda Arroyo, ya que en la mayoría de los casos que se reúnen las familias, realizan desplazamientos y no disponen del tiempo suficiente para realizar las tareas.

«Si a los adultos nos gusta descansar en verano, ¿a los niños por qué no?», plantea tajante la presidenta de la CEAPA. EFE

FUENTE: tribunasalamanca.com

 “Hemos vendido a nuestros hijos una idea de la felicidad que no es cierta”

La psicóloga Silvia Álava estará en nuestro gran evento del 25 de noviembre y nos hablará sobre los mitos de la felicidad y de cómo podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices.

Como ya sabéis, el sábado 25 de noviembre vuelve nuestro evento: Educar es todo, el evento‘, al Teatro Lope de Vega de Madrid con 7 ponencias de 8 grandes expertos, entre ellos, la psicóloga Silvia Álava, que estará junto al psicólogo Rafa Guerrero, y en su ponencia nos hablarán sobre los mitos de la felicidad, de qué cosas hemos creído que harían felices a nuestros hijos que no tienen ninguna evidencia y de lo que la ciencia nos ha demostrado que sí que funciona para incrementar el bienestar emocional y la felicidad en nuestros hijos.

En esta entrevista, la experta Silvia Álava nos ha adelantado multitud de detalles que no dejarán indiferente a ningún asistente.

– Silvia, actualmente, da la impresión de que la sociedad está obsesionada con la felicidad y con ser felices. ¿Es contraproducente este afán por alcanzarla?

– Así es. Vivimos en un mundo en el que nos han vendido una idea de la felicidad que no es cierta, y por ende a nuestros hijos. Estamos confundiendo la emoción de la alegría, que es una emoción agradable, en la que nuestra energía incrementa y que a todos nos encanta sentir, con la felicidad, y la felicidad no es una emoción. La felicidad es un estado donde caben todas las emociones, tanto las agradables como las desagradables. Por tanto, si lo que pretendemos es que para ser felices solamente experimentemos emociones agradables y, a ser posible, de alta intensidad, es una falacia. Vamos a comprar todas las papeletas para ser infelices y, además, para que nuestros hijos también lo sean.

En la vida, las emociones desagradables igualmente forman parte de nuestra existencia, teniendo que lidiar con situaciones que no nos van a gustar y que nos van a provocar tristeza, enfado, frustración… Por lo cual, la felicidad tiene más que ver con entender todas las emociones y con tener las herramientas adecuadas para manejar aquellas situaciones que pueden ser desagradables o que no nos gustan, porque sabemos que nos van a acompañar en nuestra vida.

– Y, ¿qué pasa si realmente no somos felices? ¿Cómo podemos aprender a ser felices para poder así educar hijos felices?

– Muchas veces lo que me encuentro en la consulta son papás y mamás, que no solamente es que no sean felices, sino que tienen bastantes problemas para regular sus emociones. Es decir, cuando sienten emociones desagradables, cuando experimentan, por ejemplo, ansiedad, tristeza, rabia, ira… no son capaces de regularlas. Por tanto, si no saben controlar sus propias emociones, será muy poco probable que sepan cómo gestionar las de sus hijos.

La capacidad de los niños para aprender a regular sus emociones empieza en torno a los tres/cuatro añitos, que es cuando madura lo que se llama la ‘red de control ejecutivo‘, pero antes las tienen que regular sus padres por ellos. A partir de esa edad, empieza una fase que se llama ‘corregulación‘, es decir, cuando los padres tienen que estar al lado de sus hijos acompañándoles y enseñándoles estrategias para que sepan cuándo sienten algo que es desagradable, cuándo están enfadados, tristes, frustrados… Y este proceso no termina de madurar hasta entorno a los 25 años, por lo que esa parte de la corregulación la vamos a tener que hacer durante bastante tiempo.

Entonces, si nos encontramos con un papá o con una mamá que está desregulado y que no tiene estrategias para regular sus emociones, ¿cómo vamos a conseguir que sean capaces de hacerlo con sus hijos? Los niños necesitan tener una figura de referencia a la que copiar. Por eso es muy importante que primero aprendamos nosotros a regular nuestras emociones y seamos capaces de entender lo que sentimos para poder trabajarlo con nuestros hijos.

– ¿Podrías aconsejarnos algunos hábitos que nos ayudan a sentirnos felices?

– Vamos a empezar por lo más básico y por el principio de todo, lo que llamamos “los pilares de nuestro edificio”, que es algo tan básico como, por ejemplo, dormir. Sabemos que, si no dormimos lo suficiente, es un factor de predicción para desarrollar problemas tanto a nivel físico como a nivel de salud mental.

Cuando dormimos, el cerebro se tiene que regenerar porque de todas las conexiones sinápticas que vamos haciendo a lo largo del día, se segregan unas sustancias que son tóxicas para el propio cerebro. Y como este no tiene esa parte del sistema linfático que le vaya limpiando, se tiene que limpiar y autoregenerar él mismo por la noche durante las fases del sueño. Por lo que, si no dormimos lo suficiente, al día siguiente mi cerebro no va a aprender correctamente, no va a ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención. Asimismo, estaremos muy irritables y muy irascibles. Esto es lo que ocurre en un cerebro de un adulto. Pero, ¿qué pasa en el de los niños?

En el caso de los niños, la capacidad de aprendizaje es especialmente importante porque están en periodo escolar, entonces, si no están durmiendo lo necesario, muchas veces no son capaces de atender ni de concentrarse porque les faltan horas de sueño. Del mismo modo, están muy irritables y muy irascibles. Por si esto fuera poco, durante esa fase REM, que es la fase del sueño profundo, se segrega la hormona del crecimiento. En definitiva, si tanto los adultos como los niños no estamos durmiendo las horas necesarias, estamos comprando todas las papeletas para desarrollar problemas a nivel de salud física y de salud mental. Así que, lo primero de todo, los niños a su hora correspondiente en la cama para dormir y, por supuesto, evitando las pantallas por la noche, siempre se deben de quedar fuera de las habitaciones.

“Si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro no puede aprender correctamente, no puede ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención”, Silvia Álava

En segundo lugar, algo que también es fundamental es la alimentación. Tenemos que comer de manera sana y equilibrada, intentando evitar los azúcares y las comidas procesadas. Lo que no significa que los niños no puedan comer galletas, por supuesto que pueden, pero una o dos, no alimentarse solo a base de galletas.

Otro hábito imprescindible es hacer deporte, ya que nos ayuda en la regulación emocional. Y, por último, también es primordial trabajar la inteligencia emocional, es decir, ser conscientes de cuál es la emoción que estamos sintiendo y aprender a etiquetarla correctamente.

Cuando somos capaces de nombrar y mencionar lo que sentimos, estamos preparados para poder manejarlo. Asimismo, trabajaremos en entender que todas las emociones son buenas porque nos están dando información, nos dicen que nos ocurre algo, pero hay que saber interpretarlo. Tenemos que comprender por qué nos sentimos de una determinada manera, cuál es la causa y la consecuencia de esa emoción, y qué es lo que nos ha hecho actuar de ese modo. Cuando todo esto sepamos hacerlo, ya podremos regular nuestras emociones.

Los primeros que tenemos que poner en práctica estos hábitos somos nosotros, los adultos, porque los niños nos copian, somos su modelo. Y, sobre todo, porque si no sabemos hacerlo nosotros, es especialmente complicado que se lo podamos enseñar a nuestros hijos.

– Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿cómo debemos ofrecerles las herramientas correctas para que lo sean?

– Hay varias cosas que podemos hacer, pero lo primero es ver cómo estamos actuando. No hay ningún estudio ni ninguna evidencia que demuestre que si nuestros hijos tienen más juguetes y más cosas materiales van a ser más felices. Por tanto, comprarles muchas cosas pensando que esto les va a ayudar a ser más felices es un error porque, generalmente, los niños valoran más las cosas que les ha costado conseguir. Así que, tratemos de no comprarles muchas cosas para evitar esa hiperestimulación. Tenemos niños que están continuamente corriendo de una actividad a otra, y apenas tienen tiempo libre. Necesitan aprender a aburrirse y a estar a gusto con ellos mismos porque de esa forma, lo que van a madurar es la función ejecutiva, que es la capacidad de orientarnos a una meta, de saber cuál es nuestro objetivo y de ir organizándonos para conseguirlo. Esto está muy relacionado con la felicidad y con sentirnos bien y a gusto con nosotros mismos.

Además, es importante que les enseñemos a esperar, que las cosas no sean del todo inmediatas, porque, al final, en la vida muchas veces hay que esperar para conseguir lo que queremos.

Otro aspecto fundamental es que evitemos la sobreprotección, el hacerles las cosas para las que están preparados y ellos mismos pueden hacerlas por sí solos. Tenemos que trabajar con ellos mucho más la seguridad personal y la autonomía para que sientan que pueden conseguir sus objetivos.

– Como explicaste durante la presentación de tu libro ‘Queremos que crezcan felices’, la autoestima, la tolerancia a la frustración y el autocontrol son los tres pilares básicos para que un niño crezca adecuadamente y sea feliz. ¿Por qué? ¿Cómo podemos trabajarlo con ellos?

– Ayudamos a nuestros hijos a que tengan una buena autoestima, pero lo que hay que trabajar con ellos antes de esto, es el autoconcepto, que es tener en cuenta cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, saber cómo somos como personas. Una vez que tengamos este conocimiento de nuestros hijos, que va a ser de gran ayuda, podremos trabajar con su autoestima. Esta no se trabaja diciéndoles: “qué bien, lo has hecho genial, eres un campeón…”. Tal vez, con un niño de dos años puede estar bien, pero según van creciendo tienen que ser cosas muchísimo más concretas, tenemos que fijarnos en todo aquello que están haciendo bien y también entendiendo cuáles son las cosas que pueden hacer para mejorar. Siempre teniendo en cuenta que todos tenemos puntos fuertes y débiles, y conociendo ambos.

También es muy importante cuidar el lenguaje que utilizamos con ellos y no ponerles etiquetas, porque si les decimos: “es que eres un vago, es que eres malo, es que eres torpe…”, al final ese niño va a actuar en función de la etiqueta que le hemos puesto. Hemos de decirles aquello que no está correctamente hecho y cómo pueden corregirlo.

Por otra parte, el autocontrol tiene mucho que ver con todo esto que hemos hablado de la autorregulación. Implica pararnos, empezar a conocernos a nosotros mismos y así saber cómo reaccionamos para decidir. “¿Quiero reaccionar de esta forma automática ante esta situación o quiero cambiar y hacerlo de manera distinta?”. En el caso de que queramos cambiarlo, tenemos que plantearnos cómo hacerlo para poder empezar a trabajar en ello.

En cuanto a la frustración, muchos padres malentienden el amor paternal. Dicen: “ay,  mi niño, con lo duro que es el mundo, ya tendrá tiempo para frustrarse…”, e intentan, en la medida de lo posible, evitarles cualquier tipo de emoción desagradable. Sin embargo, lo que conseguimos de esta manera es impedir que adquieran un autocontrol y una tolerancia a la frustración, lo que es completamente necesario porque en la vida, por desgracia, nos van a ocurrir situaciones lo suficientemente complicadas en las que necesitaremos esa capacidad de tolerancia a la frustración. Por lo que, es importante trabajarlo con ellos para que estén preparados.

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Carlota Arellano Periodista y marketera + INFO

El aburrimiento – En RTVE

El verano es un tiempo para salir de la rutina, tener nuevas experiencias y descansar… pero tampoco pasa nada si los más pequeños de la casa se aburren en algún momento… El aburrimiento potencia la autonomía y la creatividad.

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Menores con discapacidad en campamentos de verano junto a otros niños

La falta de medios y entornos adaptados y la ausencia de monitores con formación dificulta el acceso a campamentos y actividades extraescolares de los menores con discapacidad

La Ley de Educación y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad defienden la no discriminación de las personas con discapacidad en el ámbito recreativo

Casi un tercio del alumnado con discapacidad asegura sentirse aislado, rechazado o excluido por sus compañeros

Los niños y niñas con discapacidad tienen dificultades para disfrutar del tiempo libre como el resto de menores. Cada verano se repiten historias de discriminación al negarles el acceso a ciertas actividades extraescolares o a los campamentos de verano organizados en municipios de todo el país. Pero la normativa vigente ampara sus derechos y organizaciones como el Cermi animan a denunciar cualquier desigualdad e injusticia.

En España, hay más de 172.000 menores de 2 a 16 años con alguna discapacidad o limitación, según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), que hacen referencia a 2020. La Ley de Educación establece que uno de los principios del sistema educativo español es la equidad, que “garantice la igualdad de oportunidades […] y actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que se deriven de cualquier tipo de discapacidad”.

Igual acceso con los demás niños y niñas

Además, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por España en diciembre de 2007, establece que los Estados deben adoptar las medidas necesarias para asegurar que los menores con discapacidad tengan “igual acceso con los demás niños y niñas a la participación en actividades lúdicas, recreativas, de esparcimiento y deportivas”.

Sin embargo, esta discriminación existe. Casi un tercio del alumnado con discapacidad (32,7%) asegura sentirse aislado, rechazado o excluido por el resto de compañeros, según recoge el informe del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) y la Fundación ONCE de 2019.

Frente a posibles casos de desigualdad o discriminación hacia los menores con discapacidad en campamentos de verano y actividades extraescolares, el Cermi recalca que estos pequeños tienen protegido por ley el derecho a participar en “las actividades extraescolares y de ocio y a no ser discriminados por razón de discapacidad”.

Asesoramiento y acompañamiento jurídico

La directora ejecutiva del Cermi, Pilar Villarino, explica en declaraciones a Servimedia que los organizadores no pueden excluir a este tipo de niños y, por eso, anima «a los padres y a las familias a estar vigilantes y a denunciar posibles vulneraciones”. “Que se pongan en contacto con nosotros, con el Cermi, que les ofreceremos asesoramiento y acompañamiento jurídico para defender sus derechos”, apostilla.

El posible aislamiento a los menores con discapacidad puede deberse, por un lado, a la existencia limitaciones en el acceso físico a los espacios en los que se desarrollan estas actividades. “A lo mejor tienen una discapacidad motora y esa actividad o campamento no está preparado, no cuenta con medios como una rampa de acceso”, matiza a Maldita.es la psicóloga infantil Silvia Álava.

Personal preparado

Tampoco se dispone de personal preparado en muchos de los casos. “No siempre se cuenta con monitores y monitoras que estén preparados para atender una determinada discapacidad”, asegura Álava. La clave radica en que las personas encargadas del cuidado de los menores deben conocer la discapacidad pero también la casuística del niño o niña. Según explica la experta, hay que elaborar “un traje a medida” para cada menor.

Esta falta de personal puede afectar a todos los menores que participan en la actividad en cuestión. José Paredes, trabajador social de la Asociación Niños con Amor (Andalucía), explica que “integrar en un campamento de verano a varias personas con discapacidad sin que los monitores tengan formación es complicado y puede repercutir en el resto de compañeros”.

Antecedentes de discriminación

Esta falta de personal es la que impidió que dos niños de Palma de Mallorca fueran a un campamento de verano en 2019, como acostumbraban en años anteriores. Solo pudieron acudir 15 días en vez del mes completo. Entonces, el diario ‘El Mundo’ publicó que un cambio de normativa implantado meses antes obliga a que en las actividades de tiempo libre infantil y juvenil en las que participen personas con discapacidad o necesidades especiales haya personal cualificado.

Si el grado de discapacidad es del 33% al 64% se requiere una persona con titulación adecuada y preparación para cada cinco menores, y si está entre el 65% y el 74% es necesaria la presencia de un profesional por cada tres menores. En aquellos casos en los que la discapacidad supere el 75%, se requiere un profesional para cada menor con discapacidad. Cumplir estos ratios supone un coste para las empresas o los centros que promueven estas actividades, que tienen que limitar el número de plazas destinadas a los menores con discapacidad.

Ambos niños de este caso tenían seis años, pero diferentes circunstancias: autismo y una discapacidad del 35% en un caso y parálisis cerebral y una discapacidad del 90% en el otro caso. Con esta nueva normativa, para que los dos niños pudieran ir al campamento de verano, eran necesarios un mínimo de dos monitores. Pero la organización sólo disponía de uno, por lo que las madres acordaron repartirse los días.

No es el único caso. Otra madre, que contó su experiencia en redes sociales y cuyo testimonio recogió Radio Televisión Española (RTVE), también tuvo que lidiar con la discriminación. En el verano de 2022, en el centro que organizaba el campamento de verano le dijeron que no podían admitir a su hijo pese a que quedaban plazas libres en su franja de edad. “Me dijeron que no había personal para atenderlo y que no iba a disfrutar de las actividades. No me dieron alternativa”, denunció en un tuit.

El coste económico

Los campamentos de verano y actividades extraescolares son, para muchas familias, una herramienta para la conciliación familiar. Pero el elevado coste económico y el reducido número de plazas ofertadas para los menores con discapacidad supone una traba para las familias. “Es complicado conciliar en verano con los niños y niñas sin discapacidad, pero cuando hablamos de menores con discapacidad se complica mucho más porque es difícil encontrar un campamento o una actividad en la que realmente puedan participar por la falta de medios, recursos y formación”, subraya Silvia Álava.

Pero no únicamente la conciliación durante las vacaciones. Los núcleos familiares con personas con discapacidad pueden presentar dificultades en situaciones tan cotidianas como ir al cine. José Paredes comenta que, entre los servicios de su asociación, se encuentra el cuidado de personas con discapacidad por horas. “Eso conlleva un coste económico y no todo el mundo puede permitírselo”, reconoce.

Perjuicio directo en el menor

Más allá del impacto en el bolsillo de las familias y las posibilidades de conciliación, estos casos de discriminación pueden suponer un perjuicio directo en el menor. “Puede tener un impacto muy fuerte en su estabilidad y bienestar emocional, acarreando una serie de emociones muy desagradables como sensación de desprecio o rechazo”, asegura la psicóloga infantil Silvia Álava. Estas situaciones pueden afectar a su estado de ánimo y, según explica la experta, generar problemas relacionados con ansiedad y depresión porque pueden sentir que no forman parte del grupo y que hay muchas actividades que no están pensadas para él.

También puede tener efectos negativos en la seguridad y autoestima del menor. “Es muy complicado para un niño entender que no puede ir porque [las actividades] no están preparadas para que vaya. Puede pensar que él está mal o es defectuoso”, asegura la psicóloga infantil.

Oportunidad de desarrollase

En definitiva, esta discriminación les arrebata la oportunidad de desarrollase de forma íntegra y plena con sus iguales. “No solo con los niños y niñas que puedan tener una discapacidad como ellos, sino también con menores que no la tienen”. Por ello, la experta indica que sería recomendable trabajar la inclusión de los menores con discapacidad desde la integración. “Les vendría muy bien, no solo a los niños y niñas con discapacidad, sino directamente a todos para que puedan ser mucho más empáticos y respetuosos”, asegura.

(SERVIMEDIA | MALDITA.es)22-JUN-2023 10:33 (GMT +2)PAI/

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FUENTE: lavanguardia.com