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¿Tienen que llevarse bien por el hecho de ser hermanos?

Hoy queremos hablar de las relaciones entre hermanos, que pueden ser muy intensas tanto para lo bueno como para lo malo. Por el hecho de ser hermanos, ¿hay que llevarse bien?

El vínculo que se establece con un hermano se hace desde una edad muy temprana y genera emociones muy fuertes y muy intensas, por lo que es importante procurar que sean emociones agradables en lugar de desagradables.

Un hermano es una persona con el que compartes un porcentaje importante de genes, pero eso no implica que tengáis que ser personas compatibles, los hermanos y hermanas no se eligen, los amigos sí. Hay personas que se llevan muy bien con sus hermanos y esa relación perdura cuando son adultos y otros no.

La relación entre hermanos, al crecer, puede cambiar radicalmente por muchos motivos: puede tratarse de formas de entender ciertos aspectos de la vida que no se comparten o de elecciones personales que, en determinadas circunstancias, pueden desembocar en relaciones difíciles entre hermanos.

El enfado y la envidia entre hermanos pueden surgir por diversos motivos y, cuando no se pueden superar, pueden llevar a tal indiferencia entre hermanos que se pueden pronunciar frases como «ya no quiero tratar con mi hermano», «ya no hablo con mi hermana», «tengo una hermana tóxica, no quiero que forme parte de mi vida». ¿Qué hay detrás de estas frases sobre «hermanos que te decepcionan»?

¿De qué depende que se lleven bien o mal? ¿Y qué pasa con los celos entre hermanos? ¿Cuáles son las causas de esos celos?

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Family Game, iniciativa de Movistar y Malasmadres para el uso responsable de los videojuegos

Movistar y el Club de Malasmadres han puesto en marcha el proyecto Family Game, una iniciativa para acompañar a las familias a hacer un buen uso de la tecnología y de los videojuegos en casa, y con ellos hemos colaborado.

Os dejo el vídeo del evento en el que tuve la oportunidad de participar:

¿Cómo evitar que nuestros hijos se queden enganchados a las pantallas?

Los menores pasan cada vez más tiempo delante de las pantallas, son casi unas 4 horas diarias repartidas entre televisión, redes sociales y videojuegos… lo que trae consigo ciertos riesgos de adicción, además de la consecuente falta de ejercicio físico y sedentarismo…

Te cuento algunos consejos a la hora de poner normas y límites en el uso de las pantallas dentro del entorno familiar.

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I Encuentro Family Game: cómo educar en un uso saludable de la tecnología

Educar en un buen uso de la tecnología es uno de nuestros retos. Para ayudaros celebramos el I Encuentro On Line Family Game con Movistar

Un evento en el que contaremos con Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres y con cuatro expertas y expertos: Sonia López, autora y experta en adolescencia, Silvia Álava, psicóloga clínica y de la salud, Carlos Gonzalez Tardón, especialista en videojuegos, y María Zabala, experta en familia y tecnología y Luis Filgueira, director deportivo de Movistar Koi.

Con ellas hablaremos de establecer límites y fomentar el pensamiento crítico, entender la adicción y la salud mental, cómo nosotros, como madres y padres, podemos formarnos para proteger y guiar a nuestros hijos en el mundo digital. Además, discutiremos la importancia de la seguridad en la red.

¿Por qué es tan importante limitar el acceso de contenidos para adultos a los menores?

Con el acceso a internet desde los teléfonos inteligentes y tabletas cualquier contenido puede estar al alcance de la mano de cualquier persona, esto que es una gran noticia, se convierte en un problema en el caso de menores y contenidos destinado para adultos.

El acceso a estos contenidos por parte de menores hace normalizar ciertos comportamientos y actitudes influyendo en cómo entienden las relaciones y en su desarrollo, en un momento el que emocionalmente no están preparados para asimilar ese contenido.

Por eso es tan necesario poner en marcha nuevos límites y barreas al acceso de estos contenidos a menores de edad.

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¿Por qué no hay que sentirse culpable si se tiene un hijo favorito?

Más que de favoritismos, hay que hablar de compatibilidades. Tener predilección por uno de los vástagos es algo normal, aunque es importante criar en el equilibrio para evitar comparaciones y perjuicios entre hermanos

Por CRISTINA BISBAL DELGADO

Si se pregunta a cualquier niño y, más aún, a un adolescente si sus padres tienen un hijo favorito, hay muchas posibilidades de que su respuesta sea afirmativa y que no se señale a sí mismo, sino a otro hermano como el elegido. Hacer la prueba es sencillo. Y los resultados son casi siempre los mismos. Cristina Prestel (50 años, dos hijos de 18 y 13 años) estaba segura de que el resultado sería que cada uno de sus dos hijos señalara al otro. Y así fue. Eva Carmona (45 años, dos hijos de 14 y 12 años) no lo ha preguntado, pero está convencida de que la respuesta sería la misma.

Conductas, emociones y deseos

De hecho, un estudio publicado en 2020 por la empresa británica de estudios de mercados YouGov afirma que más de un tercio de las personas ha percibido que sus padres tenían hijos favoritos, y la mayoría insiste en que no eran ellos. Esa misma investigación asegura que hasta el 10% de los progenitores ha reconocido tener un hijo favorito. En este punto es importante entender que eso no significa que se le quiera más. Estas emociones van en otra dirección. Lo afirma Natalia Ortega, psicóloga sanitaria y directora de Activa Psicología y Formación: “Creo que habría que hablar de aquel hijo con el que encajamos más por carácter, lo que hace que el nivel de empatía sea mayor, que la comunicación fluya con mayor facilidad y, por tanto, que los choques sean menores; que entendamos mejor sus conductas, emociones y deseos que las de otro hijo. Por lo tanto, no lo enfocaría como el hijo favorito, sino con aquel con el que somos más compatibles”.

Carmen Osorio propósitos Año Nuevo

Querer por igual

Silvia Álava, doctora en Psicología y experta en salud y educación, es categórica en ese sentido: “Querer, querer, se quiere igual a todos los hijos”. “En algunos momentos, por la situación vital en la que nos encontramos, con una problemática en concreto, como puede ser una enfermedad, y teniendo en cuenta rasgos de nuestra personalidad, se puede tener una mayor afinidad con un hijo que con otro. Aun así, no podemos generalizar”, matiza. Eva Carmona reconoce tener la suerte de que con cada uno de sus retoños siente afinidad en un campo: “Con mi hijo, en el amor por los deportes; con mi hija, en el carácter y la sensibilidad”. A pesar de ello, está convencida de que cada uno de ellos cree que mima más al otro.

Las emociones no son estáticas

Todas estas emociones cambian con el tiempo. “Las relaciones entre padres e hijos no son estáticas”, prosigue Álava, “van variando a lo largo de la vida y en función de la edad de los padres, de los niños, de las circunstancias vitales, pero sobre todo de cómo interaccionan entre ellos”. “Nuestro comportamiento genera emociones en los demás, que se van a comportar conmigo en función de esas emociones. Y es algo que los hijos deben aprender, porque también les va a pasar a ellos. Tienen que entender que su conducta va a afectar en los demás”, añade la psicóloga. Para Álava, la conducta de los hijos puede hacer que sus padres estén bien, alegres, orgullosos, satisfechos, pero también lo contrario: “Que se sientan mal, estén tristes, disgustados. Y aunque es algo que nos cuesta mucho asumir, es importante saber que la relación entre padres e hijos se va a ver mediatizada por las emociones que se generan. Y esto va en ambas direcciones: de padres a hijos y viceversa”.

El orden de nacimiento y el género pueden influir

La similitud en el temperamento y las aficiones no son lo único que influye en tener un hijo favorito. “Según diversos estudios, como uno publicado en el Journal of Family Psychology en 2016, titulado Reciprocal links among differential parenting, perceived partiality, and self-worth: a three-wave longitudinal study [Vínculos recíprocos entre crianza diferencial, parcialidad percibida y autoestima: un estudio longitudinal de tres ondas, en español], el primogénito puede ocupar el lugar de favorito por ser el primer hijo deseado, por depositar en él mayores responsabilidades y porque puede existir más complicidad por haber menor diferencia de edad con los padres. Aunque otros concluyen que es el menor por la tendencia a sobreprotegerle. No hay una conclusión firme”, explica la psicóloga Natalia Ortega. Respecto al género, por ejemplo, “las madres a menudo sienten más predilección por el varón y los padres por la mujer, quizás por la atracción que supone el desconocimiento del otro sexo”, incide Ortega.

No debemos sentirnos culpables

En cualquier caso, los padres y madres no deben sentirse culpables por tener predilección por un hijo. “Hay que tratar de normalizar estos pensamientos y emociones como progenitores porque, cuanto más aceptado esté y más conscientes seamos, más fácil resultará no relegar a un segundo plano al otro hijo, sino tratar de equilibrar la atención a todos por igual”, asegura Ortega. En efecto, esta situación podría ser perjudicial tanto para ese hijo como para los demás, según retoma Álava. En concreto, podría afectar en la autoestima de quien se siente relegado. En este sentido, esta última experta afirma que este podría sentir que su hermano vale más o hace las cosas mejor. “Además, podría crecer con mayores inseguridades y más inhibido en sus respuestas y con dificultades en su asertividad”, añade Ortega. Por otro lado, para Álava también podría afectar a la relación entre hermanos cuando son niños, más aún cuando son adolescentes, llegando a ser grave cuando son adultos.

Consejos para criar en el equilibrio hacia todos los hijos

Es habitual que cada hijo piense que el favorito es el otro. «Tendemos a fijarnos más en lo que tienen los demás que en lo que tenemos nosotros. Además, cuando mi papá está con mi hermano, el tiempo pasa muy despacio. Pero cuando está conmigo, pasa mucho más deprisa, por lo que la percepción no tiene que ver con la realidad», asegura la psicóloga Silvia Álava. 

A pesar de ello, es importante tratar de criar a los hijos sin favoritismos.

Según Álava y Natalia Ortega, psicóloga también, es posible si se siguen algunos consejos como estos:

  • No hacer comparaciones entre los hermanos porque favorece su rivalidad y fomenta los celos. 
  • Mostrar afecto incondicional hacia todos.
  • También es relevante potenciar la autoconfianza y autoestima de cada uno de ellos, validando su individualidad y sus emociones.
  • Establecer normas similares para todos los hijos por igual, incluyendo a los padres, aunque teniendo en cuenta las circunstancias de cada uno de ellos. 
  • Es fundamental también dar un espacio y un tiempo a cada hijo.

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¿Cómo hacer que nuestros hijos sean felices?

Si nos preguntaran qué queremos para nuestros hijos, la mayoría de los padres y madres responderían “que sean felices”. ¿Verdad?

Pero hemos de saber que la felicidad constante y permanente no existe. Que la vida es una sucesión de circunstancias y acontecimientos que nos provocan diferentes emociones.

Hemos de aprender a manejar y a experimentar todas ellas, tanto las que nos son más agradables como las que nos son más desagradables, porque todas ellas son útiles.

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Crema antiarrugas para los que no tienen arrugas

En este reportaje de Crónica 24/7 te hablamos de otro fenómeno relacionado con el uso, sin control, de las redes sociales entre los adolescentes. El «skincare», el cuidado de la piel que es conveniente entre los adultos, puede suponer un problema para los menores que lo usan porque lo ven en Tiktok.

La experta en cosmética Ana Adrián, el dermatólogo Juan García y la psicóloga Silvia Álava nos cuentan como niñas y adolescentes de entre 12 y 18 años, enganchadas a los videos virales de las influencers, están empleando productos que pueden dañar su piel y además minan su autoestima.

Lo esencial a la hora de marcar propósitos de año nuevo con los hijos es no exigirles nada que como padres no vayamos a hacer

La autora y también experta en salud y educación señala que los niños pueden empezar a plantearse metas a partir de los ocho años y que la labor de los padres, además de ser un ejemplo, es motivarles, ayudarles a reconocer sus emociones y a marcarse objetivos realistas.

Por CAROLINA GARCÍA

La Nochevieja es una velada en el que todos, grandes y pequeños, se llenan de esperanza para entrar con buen pie en el nuevo año. Una celebración que, además, suele ir acompañada de buenos propósitos o metas que se pretenden cumplir en los siguientes 12 meses. Los adultos suelen hacerlo, y algunos los cumplen y otros no. Entonces, ¿es positivo que los niños también se marquen objetivos? “Va a depender mucho de la edad del menor, porque marcar unos propósitos implica tener un nivel de metaconciencia bastante alto”, señala Silvia Álava Sordo (Valladolid, 44 años), doctora en Psicología y experta en salud y educación.“Tengo que tener claro quién soy, cómo me comporto, cuáles son mis puntos fuertes y débiles”, prosigue.

Acompañar a sus figuras de referencia

Para la también autora de libros como Queremos hijos felices: lo que nunca nos enseñaron de 0 a 6 años (Liberespacio, 2022) y El arte de educar jugando (Todostuslibros.com, 2021), esto significa que solo a partir de tener esa conciencia el niño podría saber qué cosas mejorar: “Muchas veces los pequeños quieren acompañar a sus padres y también marcarse propósitos, pero es fundamental tener en cuenta la etapa de madurez en la que se encuentra”. ¿Cuál sería la edad para iniciar este tipo de charlas con ellos? Según la experta, a partir de los ocho años ya se puede conversar sobre cuestiones como: ¿Cómo te ha ido el año? ¿Cuáles crees que han sido tus puntos positivos? “Pero de una forma bastante light. En la adolescencia es cuando realmente se puede incluir más contenido”, agrega.

Hacer balance juntos

Álava señala que es importante que los padres y madres también hagan el trabajo de resumir a sus hijos cómo ha sido su año, en qué cosas han mejorado y en cuáles les gustaría hacerlo. “Cuando hablemos con ellos para que nos cuenten sus vivencias estos meses, lo ideal sería que se alejasen de lo material y que mirasen hacia dentro, que piensen en las cosas que les han hecho felices, mucho más allá de haber tenido un móvil nuevo o una consola”. La psicóloga pone varios ejemplos: “Hemos conseguido aprobar el curso; hacer o mantener los amigos, hemos pasado buenos momentos en familia, en definitiva, poner en valor aquellas cosas que, aunque pueden parecer pequeñas, son enormes”. Lo ideal, asegura, es transmitirles lo importante: “Si, por ejemplo, a tu hijo le ha costado un montón sacar el curso, pero al final lo ha conseguido, debe sentirse orgulloso. Es cierto que esto no es un buen propósito, pero sí que lo sería que se intente organizar mejor para que el nuevo año le cueste menos”.

Marcar los objetivos

Una vez explicado todo esto llega la segunda parte de la conversación: “Bueno, ya sabemos lo que hemos conseguido, ¿y ahora que nos gustaría conseguir este 2024? ¿Y qué es lo que puedes hacer para obtenerlo?”, ejemplifica. “A lo mejor, un buen propósito es mantener los amigos”, prosigue Álava, “que, por cierto, sería uno genial, porque fidelizar las amistades en la infancia y la adolescencia no suele ser tan complicado como para los adultos”. “¿Cómo lo puedo hacer?”, se pregunta la experta, “pues voy a ofrecerles mi ayuda, me voy a alegrar por sus éxitos o simplemente llevar un día al cole mis patatas favoritas y compartirlas con ellos…”. Otro ejemplo que señala es si el niño o adolescente quiere sacar buenas notas: “En este caso, habría que marcar pasos muy concretos como que intente estar más atento en clase para que cuando llegue a casa tarde menos en hacer los deberes o que el menor tenga una agenda en la que apunte todo y así no se despiste y pueda planificarse y organizarse mejor”.

Propósitos para toda la familia

Pero el propósito no tiene por qué ser solo a nivel individual, también puede implicar a toda la familia. Un ejemplo que menciona Álava son las tareas que implica tener una mascota: “Si el hijo es mayor, puede proponerse sacar al perro una vez al día para ayudar en casa, pero, en cambio, si es más pequeño, puede participar en tareas más sencillas como limpiarle las patitas o estar pendiente de ponerle el agua. Cosas fáciles, pero que pueden aliviar la carga sobre los otros miembros del hogar”. “En casa somos un equipo y todos somos parte de ese equipo”, incide la experta.

Para que los niños y mayores no se olviden de los propósitos que se han marcado para este 2024 se pueden apuntar, pero para Álava, sobre todo, lo más importante es que estos salgan del propio niño: “Al igual que los adultos se los marcan ellos mismos, también tienen que ser una necesidad propia del menor, un querer mejorar desde el propio yo, no desde el otro”.

¿Cómo pueden fomentar padres y madres que sus hijos quieran mejorar?

“Lo primero que hay que hacer es diferenciar entre motivación intrínseca y extrínseca”, señala Álava. La extrínseca, según refiere la psicóloga, es aquella que viene del exterior, de los otros. Los niños son sensibles a que a sus padres les vean y les refuercen la buena conducta que hacen con frases como “estoy contento porque te estás esforzando”, según la psicóloga. Pero también hay que trabajar con ellos la parte interior, la motivación intrínseca. ¿Cómo? “Preguntarles cómo se sienten al ver que el perro está contento o al mejorar sus notas. Y explicarles que esa emoción se llama orgullo, satisfacción, y que lo va a sentir siempre y cuando se esfuerce en hacer algo”.

Para Álava es importante no poner el foco únicamente en conseguir el objetivo, sino en el esfuerzo de intentar hacerlo: “Esforzarse en conseguirlo es lo realmente relevante”. La psicóloga también aclara que todo lo mencionado hay que ir inculcándolo desde que los niños son muy pequeños y hay que hacerlo poco a poco.

La importancia del ejemplo

Los niños hacen lo que sus padres hagan, copian los comportamientos, por lo que lo importante es que los progenitores sean un buen ejemplo para sus hijos. “Tú imagínate que hablamos todo esto en familia, lo apuntamos en un papel y yo como padre dije que iba a dejar de fumar, y a los dos días vuelvo hacerlo. Esto no puede ser”, relata Álava. “Hay que tener mucho cuidado, yo no te puedo pedir que tú mejores cada año, que tengas una lista de propósitos, si yo luego no hago lo mismo”. Así que lo esencial a la hora de marcarse propósitos de año nuevo es no exigir nada a los hijos que el padre o la madre no vaya a hacer: “Y no solo porque no vayas a ser un buen ejemplo, sino porque le vas a crear en el menor mucha rabia y frustración”.

Álava recalca que educar sobre la premisa de “es que tú tienes que hacer lo que yo te diga, no lo que me ves hacer a mí” crea una presión bastante importante en el niño y en el adolescente y sentimientos de injusticia. En definitiva, prosigue, si los padres y madres no están dispuestos a cumplir y plantearse objetivos que vayan a hacer y que impliquen que ellos mejoren cosas, incluso, estando dispuestos a que sean los hijos quienes marquen esas metas, “mejor que no los hagan”. Los propósitos de año nuevo tienen que ser reversibles y en ellos tienen que participar ambas partes, padres e hijos, con el mismo nivel de responsabilidad: “Si no se hace así puede ser hasta contraproducente”.

FUENTE: elpais.com

¿Sigues la regla de los 4 regalos para hacer la carta perfecta a los Reyes Magos?

«Es fundamental enseñar a los niños a elegir entre todos sus deseos para que pidan solo lo que necesitan o les hace verdadera ilusión», señalan los expertos

Por Carmen Barreiro

La carta a los Reyes Magos no siempre es fácil de gestionar. Ni por los niños, a los que les cuesta decidirse abrumados por tanta oferta; ni tampoco por los propios padres, preocupados por la cantidad de paquetes que pueden llegar a abrir sus hijos en estas fechas, pero a los que también les hace ilusión cumplir sus deseos. «Lo ideal es que haya pocos regalos, pero bien elegidos», subraya la psicóloga infantil Silvia Álava. Pero ¿cuánto es poco? La teoría dice que cuatro, cinco como máximo. «Más no sería positivo para su formación. Al final, no tienen ni tiempo para jugar con ellos y eso hace que no valoren lo suficiente todo lo que les traen. Es fundamental enseñar a los críos a elegir entre todos sus deseos y a poner en la carta solo lo que necesitan o les hace verdadera ilusión», aconseja la experta.

Pero la realidad es otra. La media de regalos por niño en los hogares españoles es de diez, una cantidad que los especialistas consideran desorbitada. «Las fiestas navideñas se convierten muchas veces en un bufet libre de juguetes que no beneficia al desarrollo de los más pequeños. Están hiperregalados e hiperestimulados, con una cantidad de planes impresionante. Tenemos que tener cuidado con este tipo de situaciones porque estamos criando niños insaciables, con muy poca tolerancia a la frustración», lamentan los expertos. De ahí que limitar el número de regalos que los críos piden a los Reyes les parezca una buena estrategia para evitar precisamente este síndrome del niño hiperregalado.

No pueden decidir solos

Por eso es importante que tanto niños como padres tengan claros una serie de requisitos antes de empezar a escribir la carta. «En primer lugar, el catálogo se mira juntos y se seleccionan los juguetes entre todos. Muchos padres piensan que los críos tienen capacidad para elegir ellos solos y no es así. Los niños enloquecen con tanta oferta y es necesario guiarles».

«Además, la publicidad online que consumen en plataformas como YouTube, casi siempre sin supervisión por parte de un adulto, puede llegar a ser muy persuasiva», advierte María del Mar Grandío, profesora de Comunicación de la Universidad de Murcia. En este sentido, la experta alerta sobre el fenómeno de los niños influencers, «que aparecen en los vídeos jugando con productos de determinadas marcas que los críos que los ven son incapaces de identificar como publicidad. De hecho, varios estudios destacan que esta manera de presentar los productos incide directamente en el consumo de los más pequeños, especialmente de los menores de 6 años».

¿Y si lo tuvieses que pagar tú?

Los expertos también aconsejan ponerse de acuerdo con el resto de la familia (abuelos, tíos…) y pedirles que colaboren para consensuar tanto el número de regalos como qué se regala a cada niño. Otra recomendación: para saber hasta qué punto el crío quiere un regalo o simplemente se trata de un capricho, pregúntale si se lo compraría con el dinero de su hucha. Si la respuesta es negativa, bórralo de la lista. Tampoco es malo dejar un regalo pendiente para el año siguiente. «Es una manera de aprender a gestionar la frustración. Tienen que entender que las cosas no siempre suceden cuando ellos quieren».

Un libro, siempre

Teniendo en cuenta los consejos de los expertos, estas son las claves para elaborar «una carta con cabeza» siguiendo la regla de los cuatro regalos. «Uno de ellos debe servir para ponerse (ropa, zapatos…), otro para leer, un tercero que sea algo que necesite (una mochila para hacer deporte, unas botas de fútbol, un kimono para judo, lápices de colores para reponer los rotos…) y, por último, un regalo que le haga muchísima ilusión», resume Silvia Álava. La psicóloga recomienda incluir en esta lista de deseos un juego de mesa para toda la familia. «Aprenden a gestionar la frustración, pero también a respetar las reglas, valores… Y pueden jugar con sus padres, que es una de las cosas que más le gusta a los niños». También es una buena oportunidad para regalar experiencias: una tarde de cine y palomitas con toda la familia, una entrada para ver a su equipo favorito, una merienda especial con los primos…

¿Los Reyes se han pasado?

Si la mañana de Reyes, el niño se ha cansado del regalo a los quince minutos, juega más con los envoltorios que con los juguetes, no le termina de convencer ninguno y quiere más, hay paquetes sin abrir y ni se ha dado cuenta… claramente Melchor, Gaspar y Baltasar se han pasado.

FUENTE: elcorreo.com