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5 actos que a nosotros nos facilitan la vida, pero que a nuestros hijos se la dificultan. En Faro de Vigo.

Darles el teléfono móvil cuando tienen emociones desagradables o no promover que ellos se resuelvan sus problemas son algunos de estos actos

Por María Dotor

Muchas de las cosas que hacemos en nuestro día a día van encaminadas a facilitarnos la vida. Es lógico, tenemos que compaginar el trabajo con la vida familiar, con las tareas domésticas, con nuestra vida social, en pareja… No hay horas en el día, y si no desarrollamos estrategias para facilitarnos esa cotidianidad, es imposible que lleguemos a todo, pero… ¿nos hemos parado a pensar en las consecuencias que tienen algunos de esos actos para nuestros hijos? Aunque, a corto plazo, puedan resultar beneficiosos, no lo son en absoluto a la larga. Lo entenderemos mejor viendo ejemplos:

1. Darles de comer, vestirles…

Te voy a proponer que realices un ejercicio utilizando Google imágenes. Se trata de que pongas en el buscador “niños autónomos” y le des a buscar. ¿Qué fotos te muestra? Sí, efectivamente, nos muestra fotos de niños de tan solo cuatro años comiendo perfectamente, sin marcharse o preparando un pastel solos, sin ayuda de sus padres…

También aparecen niños jugando con su tren mientras, al fondo, sus padres leen tranquilamente. Y ahora os pregunto: ¿estas fotos se corresponden con la realidad? El psicólogo Alberto Soler hizo este mismo ejercicio al inicio de una ponencia titulada ‘Educar niños autónomos’. Las risas entre el público no se hicieron esperar.

En realidad, matizaba Alberto, eso “no tiene mucho que ver con la autonomía. La autonomía se parece mucho más a un niño que está hasta arriba de espaguetis con tomate. Ese niño autónomo al que sus padres le han permitido comer solo, con sus manos, ponerse hasta las trancas de salsa de tomate”.

Puedo ver vuestras caras imaginándoos todo el tomate por el suelo. Sus manos, su cara, la mesa…toda la cocina manchada de tomate. Nuestro instinto nos lleva, inmediatamente a pensar: ¿qué necesidad tengo yo de esto? Mañana le doy yo de comer que, además, acabamos antes. ¿Es así? 

Sí, y es porque tenemos la falsa creencia de que la autonomía de los más pequeños implica una mayor comodidad para los padres, que cuando nuestros hijos sean autónomos podremos estar tranquilamente leyendo mientras nuestro hijo prepara bizcochos en la cocina sin manchar nada.

Pensamos que los niños autónomos se levantan solos, se preparan solitos el desayuno, se cepillan los dientes, se visten solos, mientras nosotros hacemos otra cosa. En realidad, aclara Alberto, “fomentar la autonomía de los niños implica lograr prácticamente lo mismo que lograríamos haciendo por ellos las cosas pero invirtiendo mucho más tiempo y esfuerzo”.

Es algo que a corto plazo no parece que nos sea rentable, pero que a medio y largo plazo sale mucho a cuenta. Si estamos dispuestos a fomentar la autonomía de nuestros hijos, al principio tendremos que limpiar mucho tomate. En definitiva, tendremos que dejar a un lado nuestra comodidad de darles nosotros de comer, asegurándonos que no manchan nada.

Lo mismo ocurre con otras actividades como vestirles. Es más fácil que lo hagas tú. En 3 minutos le habrás puesto el pantalón, la camiseta, los zapatos y te habrá sobrado tiempo para peinarle, pero… ¿qué estamos consiguiendo con esto, más allá de facilitarnos a nosotros la existencia? Nuestros hijos no aprender a vestirse si siempre les vestimos nosotros. Si queremos niños autónomos es esencial dejarles hacer.

2. Calmarles con elementos externos

Solo hay que ir a un restaurante a comer un sábado para ver un ejemplo. Niños sentados en la mesa entreteniéndose con un móvil o una tableta que le han dejado sus padres para que les deje comer a ellos tranquilos. Sí, es entendible, necesitamos un rato de paz, de conversación con nuestra pareja o amigos, y nuestro hijo no aguanta dos horas sentado en una silla sin moverse, en la misma posición, lo cual es más lógico aún. Cuando ha llorado ya un par de veces, le damos el móvil, que sabemos que le calma, y todos tranquilos.

El psicólogo Rafa Guerrero, en este sentido, habla de los dispositivos como “chupetes emocionales” para nuestros hijos. Y lo explica así:

“Creemos, de manera bien intencionada e inconscientemente, que dándole a nuestro hijo el móvil para no prolongar más su rabieta o tristeza le estamos haciendo un gran favor. Y desde luego que no es así. Si cada vez que tiene un mal día o siente una emoción desagradable, le doy el móvil o la tableta, le estoy anestesiando emocionalmente. Estamos perdido una gran oportunidad para que conecte con lo desagradable que es sentir miedo o tristeza, o incluso aburrirse y desarrolle elementos internos para calmarse”.

Rafa relaciona la calma que le proporcionamos a nuestros hijos con elementos externos, en este caso los dispositivos, con la adicción. Si nuestros hijos no aprender a calmarse por sí mismos, siempre buscarán la calma fuera, en otros elementos, que en este ejemplo puede ser un dispositivo, pero mañana podrían ser las drogas, la comida…

3. Restringir sus movimientos

¿Recuerdas cuando eras pequeña el parque de juegos en el que te metían tus padres? Era una especie de cuadrilátero del que no podías escaparte. Cuando estábamos allí, nuestros padres estaban tranquilos, podían, incluso, irse a otra habitación a hacer tareas domésticas. Pero ¿qué pasaba contigo? Te estaban restringiendo tu capacidad de movimiento, de explorar.

Bien, dicho esto, es lógico que, a veces, necesitemos dejar a nuestros niños en algún sitio “seguro” mientras nosotros hacemos otras cosas, pero no podemos convertir esto en la norma. Los niños necesitan movimiento para su correcto desarrollo psicomotriz.

Emmi Pikler fue una conocida pediatra nacida en Viena que ejerció en Budapest en los años 30. Creía en la importancia de que el niño fuera lo más autónomo posible y pensaba que era importante dejarles libertad para que resolvieran las situaciones por sí solos.

Una de las cosas que hacía era retirar todos los equipamientos que animaban la pasividad de los bebés, como los asientos o los andadores. “Si el niño está en una trona no puede jugar por su cuenta. Si algo se cae, no puede cogerlo y tiene que depender de que la madre lo rescate. Tiene que pedir ayuda en lugar de aprender cómo resolver un problema. Un niño limitado o confinado se convertirá en un niño pasivo o enfadado”, decía Emmi.

Así, dice su hija, «enseñaba cómo un niño pequeño, movido por su propia iniciativa, es capaz de estar activo, moviéndose continuamente, para explorar. A los padres les animaba a respetar la necesidad de los hijos de espacio y de su propio ritmo: Cada hito del desarrollo motor es alcanzado por la propia iniciativa del bebé como resultado de sus propios esfuerzos”.

4. No pensar en sus “tiempos”

Dejemos atrás el verano, volvamos a la época escolar, cuando teníamos que madrugar para llevar a los niños al cole y luego irnos nosotros al trabajo. Bien, cuando ponías el despertador, ¿cómo calculabas el tiempo que necesitabas para hacer todo y salir a tiempo de casa? La mayoría calculamos el tiempo pensando en lo que tardamos nosotros, los adultos, olvidándonos que el tiempo de los niños es mayor.

No tienen ni la misma destreza del adulto, ni la misma capacidad para hacer las tareas, y, además, los niños se distraen con una gran facilidad, y aunque reciban una orden muy clara, como por ejemplo vístete, basta que se encuentren un juguete o un hilito en la alfombra para ponerse a jugar con él.

Por ello, la psicóloga Silvia Álava nos recomienda “pensar en el tiempo que nuestro hijo necesita para realizar una determinada tarea en función de su edad, de su grado de autonomía y sus características, no lo que nosotros necesitamos, ni el tiempo en el que nosotros creemos que tendría que hacerlo”.

De esta forma, no tendremos que acabar haciendo nosotros tareas para las que ya están preparados ellos, como ducharse o prepararse la mochila y no les llevaremos siempre con prisas. Empezar el día agobiados no le gusta a nadie.

5. Adelantarnos a sus problemas

Decía la experta en talento y liderazgo Noelia López-Cheda en esta ponencia que “si resolvemos todos sus problemas de nuestros hijos, nosotros somos el problema” y nos contaba una anécdota que nos ha pasado a muchos.

Un día, su hija Emma le dijo a la llega del cole: “mamá, se me ha olvidado la hoja de los ejercicios de matemáticas, ¿lo dices en el grupo y que te lo manden?”. Ella, se dispuso a hacerlo mientras «dejaba las llaves en la entrada, soltaba el bolso en la silla, sacaba el teléfono del bolsillo y dejaba la bolsa de la compra en el suelo». Entonces, se dió cuenta. Y pensó: «pero ¿qué narices estoy haciendo? Y así se lo hizo saber a su hija.

  • Emma cariño, no es mi responsabilidad que se te hayan olvidado los deberes, es la tuya, por lo tanto, mañana dices a la profesora que no los llevas porque se te olvidaron y que la próxima no se te olvidarán.
  • Pero ¡¡¡mamá!!!! ¡¡me pondrán mala nota!!!!!
  • No pasa nada, la próxima seguro que ya no te la pone.
  • Y ¿por qué no lo pides al grupo, CON LO FÁCIL QUE ES?
  • Pues precisamente porque ese grupo no está para ser el paralelo de tu agenda sino para cosas urgentes del colegio. Tú no debes confiar en que el móvil de tu madre responda a tus olvidos ya que, es tu responsabilidad traer tu agenda con tus ejercicios. Yo tengo mi agenda y no te pido a ti que me recuerdes si tengo que responder a un cliente, si tengo que preparar un material….así que cada uno debe asumir su parte.

Y como esto, más cosas. Les metemos el bocata en la mochila para que no se les olvide y “pasen hambre” en el recreo, les recordamos que hoy es el último día para llevar el papel de la excursión… Y todo porque no soportamos la idea de que nuestros hijos fracasen, se equivoquen, sufran… y nos adelantamos a sus problemas.

Como dice la psicóloga Begoña Ibarrola “a nuestros hijos no les podemos quitar las piedras del camino para que no tropiecen, les tenemos que enseñar a saltarlas”. No lo olvidemos.

FUENTE: FaroDeVigo.es

Hidratación en las aulas. Colaboración con la revista Padres y Colegios

Mamá tiene un nuevo novio! Colaboración con la revista Gente Saludable

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De los seis millones largos de familias con hijos que hay en España, alrededor de medio millón son familias ‘reconstituidas’. Así es como se denominan esos hogares que nacen tras las nuevas uniones de padres o madres viudos o divorciados. Y todos, probablemente, se iniciaron con esta pregunta: ¿Cómo les digo a los niños que tengo una nueva pareja?

En los foros de Internet, padres y madres en esta situación comparten dudas y piden consejo para afrontar este momento: «Mi hija no acepta a mi nueva pareja. No quiere que venga a casa y mucho menos que se quede», cuenta una de ellas. Celos, rechazo, inseguridad o culpa son algunos de los sentimientos que experimentan los hijos cuando su padre o su madre viven una nueva oportunidad en el amor.

Las claves para que esta etapa se desarrolle de manera feliz para todos son tiempo, paciencia y comprensión. Con la ayuda de Silvia Álava, psicóloga del centro de psicología Álava Reyes y autora del libro Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron (JdeJ Editores), te damos cinco pautas para afrontarla:

Pinchar en el siguiente enlace para leer el PDF con el artículo completo: MAMÁ TIENE NUEVO NOVIO Silvia Álava – Revista Gente Saludable

Silvia Álava

 

Campamentos para niños: 6 ideas para elegir el campamento de verano perfecto para tus hijos. Colaboración con la revista Telva

Foto: Tomás de la Fuente

Foto: Tomás de la Fuente

Practicar la escalada, diseñar un videojuego, ensayar coreografías o meterse en la piel de un arqueólogo, son algunas de las propuestas que ofrecen los mejores campamentos de verano, sin olvidar las excursiones, el deporte o los idiomas. Te contamos lo que llevan dentro sus programas y cómo elegir el más adecuado para tu hijo.

Noches de verano con guitarra y hoguera, gymkanas, excursiones en modo explorador…
Estas son algunas de las imágenes más típicas asociadas a las acampadas estivales. Pero el concepto ha evolucionado mucho y los programas adoptan distintas modalidades e incorporan actividades,  muchas de ellas rompedoras. La amplia oferta y sus distintas versiones  -urbanos, talleres, camp day
– ofrece una buena solución al dilema de ¿qué hacemos con los niños? al que se enfrentan muchos padres.

Además está demostrado que vivir esta experiencia tiene muchos beneficios para los niños: «Aprenden a relacionarse con otros de distintas edades, a desarrollar su autonomía, convivir y respetar a los demás«, explica la psicóloga Silvia Álava, directora del Área Infantil del Centro de Psicología Álava Reyes y autora del libro Queremos hijos felices. Pero, ¿sabes cómo elegir el mejor campamento para tus hijos?

1. ¿A partir de qué edad puedo enviarle a un campamento?

Para la psicóloga, depende del tipo de campamento: «Si es urbano, con horarios parecidos al colegio, pueden ir desde muy pequeños (muchos los admiten a partir de 3 años). En cambio, si se trata de dormir fuera de casa, el momento adecuado dependerá del nivel de madurez y autonomía… en general, a partir de los 8 años no supone ningún problema«.

Para salir fuera de España y reforzar un idioma, la psicóloga aconseja esperar un poco más: «Es mejor que sea algo mayor, más independiente y dependerá del dominio del idioma que tenga. Es en torno a los 12 años cuando sería más adecuado«. Otro factor a tener en cuenta es la duración: «quince días sería lo idóneo«.

2. ¿Se niega a ir de campamento? Leer más

Angel Peralbo en el programa Dossier 30M titulado «Los hijos de la noche»

El reportaje hace referencia a cómo han cambiado los hábitos de ocio nocturno de los jóvenes en las últimas décadas: tipología de eventos, horarios prolongados… ¿En qué consiste? ¿Qué peligros existen? o ¿Qué buscan los jóvenes dentro del grupo? son algunas de las respuestas que se buscan en el vídeo:

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=DZPtb9EydCM&w=640&h=360]

Rebeldía en la adolescencia (III): ¿Hasta que punto es influenciable un adolescente hoy? ¿Cada vez son más o menos influenciables?

AdolescentesNo podemos olvidarnos que su identidad está en crisis,  que  en muchas ocasiones las decisiones y preferencias personales son sacrificadas en función de lo que el grupo tolere y del medio en el que se desarrolle. Por ello,  si todo el grupo fuma o lleva un determinado tipo de ropa, ellos también lo harán,  para no quedar apartados del mismo.  No obstante, los adolescentes actuales están más condicionados por ese bombardeo externo tan atroz al que están sometidos de forma constante e invasiva, por  ese acoso mediático que los avasalla,  que les crea múltiples necesidades,  que ellos quieren conseguir a toda costa,  para no sentirse excluidos del grupo, como  puede ser un móvil, una determinada consola, prenda de vestir… Hoy el consumismo  y la influencia de los medios de comunicación se ha potenciado al máximo, por lo que  los adolescentes actuales en gran medida son más influenciables.

¿Qué modelos siguen los adolescentes y porqué?

En la etapa infantil  los niños aprenden por modelado. Los padres son sus modelos a imitar,  por eso es tan importante mostrarse seguros, con confianza sobre lo que estamos haciendo o diciendo; de esta forma  les trasmitiremos seguridad y credibilidad.

Por el contrario, al llegar a la adolescencia, como consecuencia de la potenciación de su sentido crítico,  los adolescentes empiezan a cuestionar el modelo paterno, aunque  siguen necesitando un modelo de autoridad que les guíe, pero en esta etapa “los iguales”, es decir los otros adolescentes, sus amigos, adquieren un gran protagonismo e influencia de tal forma que buscarán este modelo   fuera de su familia, y se identificarán con algún líder, seguramente poco positivo, que se convertirá en su guía. Por eso es tan importante que los padres sepan adaptarse a las nuevas necesidades que tienen sus hijos y aprendan a ofrecerle el modelo que siguen necesitando.

Aparentemente los adolescentes rechazan estos modelos familiares, pero en realidad,  si sabemos tener la paciencia y la sensibilidad que necesitan,  terminaremos ejerciendo una influencia mucho más allá de lo que ellos parecen aceptar.

Precisamente muchos jóvenes que han tenido una adolescencia especialmente conflictiva, echan en cara a sus padres “el abandono” que sufren en esta etapa con frases de reproche como: “Me dejasteis por imposible y  no cumplisteis vuestra auténtica función de padres”; “teníais que haber insistido una y otra vez, porque en realidad aunque no lo pareciera si que os seguía escuchando”; “os necesitaba mucho más de lo que vosotros os creíais”; “hubiera necesitado más hechos y menos palabras”…

Rebeldía en la adolescencia (II): Se sienten “auténticos” para elegir ropa, música, amistades, formas de expresarse… pero ¿son auténticos para pensar?

adolescentesLo intentan al máximo, pero están muy influenciados por el factor grupal. Cuando están solos son capaces de hacer un ejercicio de introspección y generar sus propios pensamientos e  ideas, y estas pueden diferir de las del grupo pero, salvo que se sientan muy seguros y tengan un cierto rol de liderazgo,  raramente  las manifestarán al resto de los miembros,  ante el temor de sentirse excluidos.

 

¿Hasta que punto es influenciable un adolescente hoy? ¿Cada vez son más o menos influenciables?

No podemos olvidarnos que su identidad está en crisis,  que  en muchas ocasiones las decisiones y preferencias personales son sacrificadas en función de lo que el grupo tolere y del medio en el que se desarrolle. Por ello,  si todo el grupo fuma o lleva un determinado tipo de ropa, ellos también lo harán,  para no quedar apartados del mismo.  No obstante, los adolescentes actuales están más condicionados por ese bombardeo externo tan atroz al que están sometidos de forma constante e invasiva, por  ese acoso mediático que los avasalla,  que les crea múltiples necesidades,  que ellos quieren conseguir a toda costa,  para no sentirse excluidos del grupo, como  puede ser un móvil, una determinada consola, prenda de vestir… Hoy el consumismo  y la influencia de los medios de comunicación se ha potenciado al máximo, por lo que  los adolescentes actuales en gran medida son más influenciables.

Rebeldía en la adolescencia: ¿La adolescencia siempre ha sido históricamente una edad difícil o es algo relativamente nuevo?

Rebeldía en la adolescenciaLa pubertad, entendida como los cambios biológicos producidos en el cuerpo, siempre ha sido una etapa difícil, pues el adolescente, además de entender lo que le está pasando a su organismo, tiene que  llegar a  saber controlar ese desarrollo tan fuerte, esos cambios físicos que se producen de forma tan notoria y esas hormonas que parecen circular alocadamente. En cambio,  la adolescencia entendida como el periodo de tiempo  en el que los niños maduran hasta llegar a la edad adulta,  no siempre ha existido;  de hecho, en muchas culturas indígenas  no existe, y los niños pueden pasar a ser adultos en una noche,  tras una ceremonia de preparación.

Actualmente los adolescentes de hoy, por las circunstancias que les rodean,   lo tienen más difícil que los de generaciones anteriores. (Padres que pasan muchas horas fuera de casa, ausencia de normas y límites, una sociedad de consumo que “se ceba” con ellos bombardeándoles con miles de mensajes para que compren y compren…)

Consejos prácticos para mejorar la comida con niños (segunda parte), entrevista con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación

Silvia Álava y Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la AlimentaciónContinuamos con segunda parte de la entrevista con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación

¿Qué razones pueden llevar a un niño a portarse mal a la hora de comer?

Es verdad que hay niños que son más comilones, otros más inapetentes… y que determinados alimentos no les pueden gustar, pero cuando un niño se porta mal en todas las comidas, lo más habitual es que esté llamando la atención de los padres. Los niños saben que es un momento propicio para hacerlo, y a veces juegan con eso.

¿Cómo deben reaccionar los padres en estos casos? ¿Hay que castigar a los niños?

Si un niño está intentando llamar la atención, no tenemos que utilizar el castigo como estrategia, pues verá que aunque sea de forma negativa, sigue acaparando la atención del adulto; si no la EXTINCIÓN, que vea que así no te hacemos caso. Si tu no comes o te dedicas a hacer tonterías en la mesa, lo que haremos será dejar de prestarte atención, ni te miro, en cambio cuando si que comes o te comportas de forma correcta si que te hago caso, participas en la conversación…

¿Hasta qué punto es importante que padres e hijos compartan la hora de la comida?

Eso sería lo ideal. Quizás cómo o el coincidir a la hora de la comida entre semana puede ser muy complicado porque los niños están en el colegio, los padres trabajando… se puede intentar coincidir en la cena y los fines de semana. Compartiendo la comida, ayudamos a que los niños se sientan más integrados en la dinámica familiar, aprovecharemos el momento para conversar y que cada uno cuente sus cosas… Además lo ideal es mantener unos horarios que nos faciliten además de mantener una rutina que favorezcan la regularidad de las ingestas.

¿Puede verse la televisión mientras se come o es mejor que la familia charle durante la misma?

Es muchísimo mejor eliminar la tele de la comida, pues de esta forma favorecemos la comunicación durante la comida. Y no nos engañemos es más fácil mantener una conversación con la tele apagada. De esta forma, conseguiremos principalmente tres objetivos:

Que los niños tarden menos, pues eliminamos un elemento distractor, muchas veces los niños se quedan “abducidos” delante del televisor, además, con la tele puesta se premia la lentitud, pues cuanto más tarde en comer, más rato de tele veo.

Que los niños se centren en la comida, no solo en ingerir los alimentos, si no en conseguir buenos hábitos alimentarios, además de un comportamiento correcto en la mesa.

Darle importancia a la comunicación familiar. No podemos olvidar la parte social de la comida, durante la misma no solo ingerimos alimentos, si no que conversamos con nuestros compañeros de mesa. Si hemos dicho que es bueno realizar al menos una comida en familia, aprovechemos el momento para charlar, que cada miembro pueda contar sus vivencias del día…

Si tenemos dos hijos y uno come bien pero el otro se porta mal, ¿cómo deben actuar los padres? ¿Se puede comparar a los niños?

Tenemos que pararnos a observar a ambos hijos y sobre todo pensar ¿quién es el que tiene más atención? Lo habitual es que, precisamente el que peor se porta es él que acapara la atención del adulto con frases del tipo come…pórtate bien… y al hermano que está comiendo correctamente es al que no hacemos caso. Se trata de dar la vuelta a la situación, vamos a atender y hacer caso al que se porta bien.

Eso no implica el entrar a comparar a ambos, si no, dejarles muy claro que vamos a hacer caso al que se porte bien (y además tenemos que especificar que es eso de portarse bien en la mesa), y que con el que no esté comiendo, se esté distrayendo, o se dedique a jugar en la comida no queremos estar. De esta forma reforzaremos al hermano que se porta bien, pero sin entrar en comparaciones entre ambos.

¿Desde qué edad puede empezar a inculcarse a los niños el buen comportamiento en la mesa?

Desde el principio, incluso cuando todavía son bebés, conviene que ya tengamos claras las pautas a seguir en las comidas, y se las vayamos inculcando a nuestro hijo, por ejemplo, desde bien pequeñín podemos enseñarle que cuando comemos, estamos a eso “a comer”, y no distraerle con la tele, o con juguetes, o parar para realizar otra actividad como el cambio de pañal…  tiene que aprender que estamos comiendo.

Consejos prácticos para mejorar la comida con niños, entrevista con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación

Cuentos para comer sin cuentosPasar del “este niño no me come nada” al “¡Qué bien que come!” no es sencillo. Pero este paso puede ser más fácil de la mano de la psicólogía, en esta ocasión, y a raiz de la colaboración con la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, os ofrezco unos consejos prácticos para que la vida alrededor de la mesa familiar con niños pequeños sea más feliz. Y nutritiva.

¿Qué estrategias o “trucos” puede dar a los padres para que sus hijos coman mejor o, al menos, sin que haya una guerra de cubiertos en cada comida?

Lo primero que tenemos que hacer es que el niño sepa que se espera de él en la comida. Una instrucción del tipo “pórtate bien” es demasiado ambigua y no le estamos explicando que tiene que hacer.  Por eso nos puede funcionar hacer una listado con las reglas que tenemos en la mesa. Como pueden ser:

  • Se come todo lo que está en el plato. Hay padres que sirven mucha comida a sus hijos y luego negocian cuanto se comen. El niño no tiene que entrar en este juego, sino que el adulto le servirá una cantidad adecuada y razonable, y eso es lo que se come. No negociamos con él. Si quieres más se puede repetir.
  • Pondremos un tiempo para la comida, y que los niños aprendan a comer en ese tiempo, pues otro de los problemas habituales, es que los niños tienden a alargar mucho las comidas, entre otras cosas porque saben que así tendrán un mayor rato de atención.
  • No se hacen tonterías en la mesa. Tienen que saber que cosas se permiten y cuales no, y que entiendan que estar comiendo o cenando con los mayores, implica tener un comportamiento correcto durante la comida, y que si no lo tienen no les vamos a hacer caso.

Enseñemos al niño a comer sólo desde pequeño, no dejemos que este aprendizaje lo haga exclusivamente en el comedor del colegio, pues será más fácil hacerlo en casa, donde puede disponer de más atención, tiempo… de tal forma que cuando llegue al cole, ya sepa manejarse con los cubiertos, y no dependa del adulto. Son muchos niños, y no hay una cuidadora por niño.

Intentemos que los niños lleven una dieta sana, equilibrada y variada desde pequeños, lo ideal es que los nuevos alimentos, ya han sido introducidos desde casa, “no descubrir la fruta y la verdura en el colegio”.

No sobreprotejamos al niño, y no le demos de comer, de esa forma no le estamos permitiendo entrenar el hábito, y que se vaya haciendo autónomo en el mismo. En el colegio tendrá que comer él solito, y no se lo va a dar una cuidadora.

Armémonos de paciencia, el aprendizaje es difícil, y se van a manchar, se les va a caer… es normal, no les regañemos, es importante que desde pequeños aprendan a manejar los cubiertos, y no les demos la sopa, porque se le va a caer se van manchar lo va a poner todo perdido…, hagamos con uno de esos simpáticos “baberos-chubasqueros”, y que el niño aprenda aunque se manche.

No olvidemos que la tarea de aprender a comer, es responsabilidad de los padres, no del colegio. Los niños no van al comedor a aprender a comer y a comer de todo, eso se tiene ir haciendo también desde la familia.