Viernes de Podcast: Hablamos de pareja en Gestiona Radio
Os adjunto el enlace al podcast de la charla en Gestiona Radio sobre la pareja y el amor.
Pincha en la imagen para escuchar la entrevista:
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No existen estudios científicos que certifiquen que una persona con dinero sea más afortunada en el amor. Pero lo que sí afirman las investigaciones es que si a alguien le toca la lotería, cuando pasan dos años vuelve al mismo nivel de felicidad de antes de que recibiera el premio. Conclusión: el dinero no da la felicidad, aunque al comienzo suponga un estímulo importante de alegría por tener una vida sin deudas, por poder cambiar la casa por el chalet, viajar más o estar rodeado de chicas y chicos con cuerpos esculturales.
Sin embargo, el dinero sí supone un atractivo para algunas personas,aquellas que anteponen lo material a los sentimientos. Por este motivo, una persona que ostenta de su riqueza es un punto de mira y objeto de deseo para quienes dan más importancia a mantener un alto nivel de vida.
Cada persona, según señala la psicóloga Silvia Álava Reyes, debe pensar qué quiere de verdad en su pareja para que la relación sea verdadera. «Si el requisito es que tenga dinero es obvio que será más fácil estar con alguien a quien le ha tocado la lotería. Pero no nos engañemos, será una unión egoista, y esa persona nunca se sentirá llena a nivel emocional, con todo lo que ello supone para el equilibrio personal».
El dinero puede resultar un gran atractivo en un comienzo, pero no hay que perder de vista «que todos los días vemos en los medios de comunicación a millonarios, empresarios, actores o deportistas que se separan o divorcian de sus parejas. Lo material —incide Silvia Álava Reyes— no es un elemento de conexión, no garantiza el amor por la sencilla razón de que el amor no se compra».
Esta psicóloga señala que lo importante a la hora de buscar pareja es «poner los pies en la tierra y tener en cuenta los principios, valores y orígenes de cada uno. Llevar una vida cómoda, sin problemas económicos, no es garantía de estar sentimentalmente pleno. Lo malo es que, en la mayoría de los casos, las personas se dan cuenta de esto a posteriori».
En el libro “Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron”, (JdJ Editores), la psicóloga Silvia Álava provee consejos y técnicas para solventar los principales problemas que pueden surgir en el día a día de padres e hijos, en orden cronológico, desde el nacimiento hasta alcanzar los seis años de edad combinados con casos prácticos que ejemplifican las distintas situaciones.
Silvia Álava asesora de forma clara y concisa sobre el bienestar de los hijos desde su experiencia profesional como directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes; los derechos de autor serán donados a la Asociación Nuevo Futuro.
Desde la educación de los niños al establecimiento de normas, pasando por cómo dirigirse a ellos, todo para mejorar la calidad de vida de las familias. La psicóloga recalca que para educar a los hijos es esencial usar el sentido común y que saber actuar ante determinadas situaciones requiere pararse a observar qué sucede y analizar tanto la forma de actuar del niño, como la de los padres.
En la segunda sección del libro, se desarrollan las cuestiones principales hasta los dos años como los hábitos de sueño, higiene, alimentación hasta cómo estimular su inteligencia; en la tercera trata cuestiones como la adaptación al colegio, miedos, celos o desobediencia; el libro cierra con un capítulo dedicado a los distintos tipos familias y un epílogo sobre la importancia de transmitir valores a los niños.
Entre los obstáculos que se pueden presentar, se encuentran las separaciones, una realidad en la que muchas veces los hijos son los principales perjudicado; la psicóloga Silvia Álava da pautas para que los niños convivan con el divorcio de sus padres de la mejor manera posible.
Silvia Álava apunta que “muchos padres consiguen salvar sus diferencias individuales por el bien de sus hijos”; esto no implica que arreglen su matrimonio, pero sí que mantengan el objetivo principal: el bienestar del hijo. Estos son algunos de los errores a evitar para lograrlo.
La psicóloga es contundente al afirmar que cuando se trata de niños el afecto se gana en el día a día. “Los bienes materiales se pasan de moda y con ello su efecto, sin embargo, tener un buen lazo afectivo con el niño es un vínculo mucho más estable, seguro y duradero”.
Cuando se produce un divorcio, las vidas de los miembros de la pareja toman rumbos distintos; sin embargo, no debe suceder igual con la educación de los hijos. Álava afirma que cuando se trata de educar, los padres han de estar de acuerdo en los aspectos esenciales porque “los niños son sensibles a las incongruencias educativas”.
La psicóloga sostiene que si cada padre actúa de una manera diferente y los niños son pequeños “se pierden, ya que desconocen qué es lo que realmente se espera de ellos y se preguntan: ¿por qué con mamá es de una manera y con papá de otra?”
Asimismo, si hay más de una línea educativa y los niños son mayores, “su capacidad de observación hace que usen estas incongruencias para su propio beneficio; aprenden qué cosas pedir a mamá y qué cosas a papá.”
Para evitar estas situaciones y facilitar que los padres vayan en la misma dirección educativa, la experta aconseja “establecer con claridad las normas y consecuencias tanto si el comportamiento del niño es bueno como si no”.
La psicóloga indica que con frecuencia los niños tienen la fantasía de que sus padres van a arreglar su matrimonio y el hecho de que el padre o la madre comiencen una nueva relación les supone tener que asumir que la separación es definitiva.
Según la especialista, la otra persona tiene que asumir bien el rol que le corresponde: el de pareja de la madre o del padre, “nunca el de padre o madre, porque el niño ya los tiene”.
Silvia Álava insiste en la importancia de que se establezcan estos roles porque la pareja del padre o de la madre, no deja de ser un adulto de referencia. “Si conviven juntos, van a ser quien marque las normas y que no sean sus padres no implica que no les tengan que obedecer”.
Por mucho que se quiera que los niños se adapten, “no hay que forzar las situaciones y hay que darles tiempo, con la convivencia se establecerán buenos lazos afectivos”.
Álava hace hincapié en la importancia de que todos los adultos de referencia del niño conozcan cuál es su realidad, entre ellos, profesores y cuidadores. La meta de comunicar la situación del menor no es que se le etiquete y reciba un trato distinto, sino normalizar la situación lo máximo posible.
Pero, cuidado, la psicóloga advierte que el hecho de todas las personas que están en contacto conozcan su realidad, “no significa que les tengamos que contar nuestra vida”.
Os adjunto el enlace al programa Cazamariposas en el que hablo sobre los celos en la pareja, pincha en la imagen para ir a la web, mi intervención comienza en el minuto 14,24 de programa
De los seis millones largos de familias con hijos que hay en España, alrededor de medio millón son familias ‘reconstituidas’. Así es como se denominan esos hogares que nacen tras las nuevas uniones de padres o madres viudos o divorciados. Y todos, probablemente, se iniciaron con esta pregunta: ¿Cómo les digo a los niños que tengo una nueva pareja?
En los foros de Internet, padres y madres en esta situación comparten dudas y piden consejo para afrontar este momento: «Mi hija no acepta a mi nueva pareja. No quiere que venga a casa y mucho menos que se quede», cuenta una de ellas. Celos, rechazo, inseguridad o culpa son algunos de los sentimientos que experimentan los hijos cuando su padre o su madre viven una nueva oportunidad en el amor.
Las claves para que esta etapa se desarrolle de manera feliz para todos son tiempo, paciencia y comprensión. Con la ayuda de Silvia Álava, psicóloga del centro de psicología Álava Reyes y autora del libro ‘Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron’ (JdeJ Editores), te damos cinco pautas para afrontarla:
¿Es necesario que también quede un poco de tiempo para cada uno (por ejemplo, para hacer deporte) y los dos contribuyan en que esto sea posible?
Si hacemos un buen reparto de las tareas, podremos encontrar pequeños huecos libre que cada uno pueda utilizar de forma personal, para hacer deporte, hablar con un amigo… lo que nos ayudará a estar mejor con uno mismo y con la pareja. Dejarnos un hueco para nosotros mismos, siempre va a tener efectos positivos. Necesitamos un espacio para el autocuidado personal.
¿Cómo actuar cuando no se cumple lo acordado para las tareas? ¿Hay que ser tolerantes con los fallos o el ritmo de la pareja a la hora de hacer estas tareas?
Hay que entender que en ocasiones se puede fallar, y que hay días en los que ha resultado imposible hacer lo acordado. Pero no se debe de permitir que esto ocurra, para que no se generalice. Y sobre todo, en la medida de lo posible, no hacerle el trabajo a la pareja, que lo haga después, cuando pueda o cuando tenga tiempo. Nos es más difícil responsabilizarnos de una tarea, cuando sabemos que hay otro que la ha asumido dicha responsabilidad por mí.
¿Deberíamos las mujeres bajar el nivel de exigencia?
No se trata tanto de bajar el nivel de exigencia, como de saber que cuando delegamos el trabajo en otra persona, esta lo puede hacer de forma diferente. No es que esté peor hecho; pero sí de forma distinta. De nuevo se puede llegar a un acuerdo sobre la forma de realizar la tarea.
¿Debemos tratar de que estas tareas no agobien a la pareja ni la vida familiar?
Si las tareas han quedado planificadas en nuestra agenda diaria, según los acuerdos a los que habíamos llegado, será mucho menos probable que interfieran en la vida familiar y o en la de pareja, de todas formas siempre debemos dejar un grado de flexibilidad.
¿Hay que reforzar la conducta cuando se hagan las cosas? Es decir, con frase tipo «me ha gustado mucho tal o cual cosa», «Qué bien, ahora tenemos más tiempo para estar juntos o disfrutar con los niños»…
A todos nos gusta que nos refuercen, y las leyes del comportamiento nos dicen que cuando a una conducta le sigue un refuerzo (algo positivo), se incrementará su frecuencia. No dejemos de utilizar el refuerzo, aunque hayamos pactado lo que hará cada uno, y cuales son sus responsabilidades; no dejemos de reforzar las conductas cuando algo se haga bien. Veremos que de esta forma todos nos encontraremos mejor. (El refuerzo tiene efectos positivos tanto en la persona elogiada como en la que lo administra).
¿Es necesario, incluso, para que no haya despistes seguir una agenda donde cada uno apunte qué debe de hacer y horarios?
Tras la negociación dentro del hogar, es necesario que haya un compromiso personal, que quede claro qué va a hacer cada uno, y cuándo lo va a hacer; y si es necesario, incluso lo podemos dejar apuntado. No se trata de firmar un contrato, pero sí de asumir la responsabilidad de la tarea asumida.
¿Debe ser una tarea diaria? Es decir, es mejor establecer una rutina para hacer las cosas de casa. Por ejemplo, dedicar cada uno una hora al día?
Cuando se introducen las tareas dentro de la rutina diaria, nos será mucho más fácil cumplirlas, por varios motivos: el hueco ya está hecho, y comprometido. Además cuando se hace algo durante 21 días seguidos se convierte en un hábito y nos costará mucho menos realizarlo.
Se trata de planificar en nuestra agenda diaria, el hueco para realizar las tareas acordadas, darles la importancia que tienen, y no dejar de hacerlas porque nos surge otra cosa. Siempre hay algo más interesante que hacer que la plancha, la lavadora, limpiar…
¿Cómo hacer ver a tu pareja («normalmente hombres») que debe colaborar en casa?
Se trata de cambiar el enfoque, no es tanto, que tiene que ayudar o colaborar en casa, como que «esto es un equipo, y hay que hacer el trabajo entre todos«, no que me tienes que ayudar a mí. Para eso será fundamental que la mujer de partida, no asuma todas las responsabilidades del hogar, y no pida ayuda como un favor personal en momentos puntuales, si no que se enfoque como un trabajo de equipo.
¿Cómo repartir las tareas? ¿Según las destrezas, habilidades y gustos de cada uno?
Sería lo ideal, pero hay que ser conscientes que hay tareas que puede que no les guste a ninguno, y no quedará más remedio que sentarse a negociar qué hará cada miembro de la pareja. Eso sí, hay que negociar teniendo claro el objetivo, que en este caso, no es hacer «yo» la tarea que quería y que «tú» hagas la que a mí no me gusta; sino que el objetivo es: ser capaces de distribuir de forma equitativa y razonables las tareas.
No obviemos que, un factor que puede limitar mucho la tarea a realizar cada uno, es el horario. Hay tareas que se repartirán no por las destrezas, gustos o habilidades de cada uno, sino por el horario disponible de cada miembro de la pareja.
Os adjunto el enlace al artículo de la revista SOS Mamá en el que hablamos sobre las pautas para integrar de la mejor forma posible a los hijos de parejas anteriores en la nueva estructura familiar:
Enlace al artículo: Hijos de parejas anteriores-Silvia
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