Estamos en verano, llegan las vacaciones y se pasa más tiempo juntos, en familia, en pareja… pero tras el verano se incrementa el número de rupturas, ¿qué nos ocurre?
En verano aumenta el tiempo de convivencia y con eso los roces pueden aparecer, las pequeñas manías de la pareja, que apenas interferían en nuestra vida durante la rutina diaria, en verano, se pueden llegar a hacer insoportables.
El frenético ritmo diario, el trabajo, los niños, la compra, la casa… no nos deja tiempo para reflexionar sobre la relación de pareja, no ha habido tiempo para pensar qué queremos, qué esperamos de una pareja y ese tiempo no llega hasta verano, que tras realizar el balance, en ocasiones, sale negativo. Hemos dejado tiempo para nosotros, para saber cómo estamos, cómo nos sentimos, y no nos gusta lo que hemos descubierto.
Muchas veces los intereses son diferentes, y no se ha realizado una buena negociación de los mismos, uno cede con la sensación de haber perdido la batalla, y puede terminar pensando que su pareja, no le deja espacio, o no le permite realizar lo que él o ella quiera.
En el próximo posts las posibles soluciones