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Psicólogos, filósofos y escritores se darán cita en Madrid para defender las humanidades en la escuela

Fernando Savater, Santiago Posteguillo, Javier Urra, Silvia Álava, Isabel San Sebastián y Andreas Schleicher son algunos de los rostros conocidos que participarán en #ProfesoresdeHumanidades, un espacio promovido por Siena Educación que celebrará en CaixaForum Madrid tres encuentros para el millón y medio de docentes de Religión, Historia y Filosofía de habla hispana.

CaixaForum Madrid acogerá en los meses de abril y mayo tres encuentros iberoamericanos de profesores organizados por Siena Educación —editora de MAGISTERIO— en el marco de #ProfesoresdeHumanidades, un espacio que tiene como objetivo impulsar iniciativas en favor de la enseñanza de las humanidades en la escuela. “En tiempos de supremacía de las STEM y de las competencias digitales, se hace más crítico si cabe fortalecer las competencias humanísticas de los alumnos; competencias que, a modo de brújula, les orienten en un mundo marcado por la incertidumbre, la ambigüedad y el pensamiento líquido”, explica José María de Moya, director general de Siena Educación y responsable del proyecto.

El pasado 23 de noviembre se presentaba el espacio anunciando la celebración de tres encuentros para el millón y medio de docentes de humanidades de habla hispana. Estos son: el II Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión (15 y 16 de abril), el I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Filosofía (22 y 23 de abril) y el I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Historia (6 y 7 de mayo). Todos ellos se celebrarán en CaixaForum Madrid y en formato híbrido. Para 2024 está proyectado, además, un cuarto encuentro para docentes de Literatura: “El objetivo a largo plazo es convertir #ProfesoresdeHumanidades en un espacio permanente de encuentro, formación e innovación de las humanidades”, explica De Moya.

La parte medular de estos encuentros serán las presentaciones de dinámicas y proyectos innovadores a cargo de 30 de los mejores docentes de humanidades de España, Portugal y Latinoamérica. Entre ellos figuran algunos de los youtubers e influencers más conocidos del ámbito humanístico y educativo, como José Antonio Lucero (La cuna de Halicarnaso), Carlos Javier González Serrano (@Aspirar_al_uno), Enric F. Gel (Adictos a la Filosofía), Eduardo Infante (@eledututor), Daniel Rosende (Unboxing philosophy), David Pastor Vico (@granvico), Carlos González (Historia en comentarios) o Guillermo Balmori (Esto es otra historia).

Fernando Savater, Santiago Posteguillo y Andreas Schleicher, entre los ponentes

Un centenar de organizaciones educativas ya respalda estos encuentros, que contarán, además, con la intervención de varios rostros conocidos del ámbito de la psicología, la filosofía y la literatura. Será el filósofo y teólogo Francesc Torralba quien pronuncie, el 15 de abril, la conferencia inaugural del encuentro de Religión, que contará también con un Conversatorio de psicología y espiritualidad a cargo de Javier UrraSilvia Álava y Noël Sèmassa Hinvo, mejor teólogo joven del año galardonado con el V Premio de Ensayo Teológico Joven PPC. En el acto inaugural también intervendrá Carlos Osoro, arzobispo de Madrid y en la ceremonia de clausura Miguel Cabrejos, presidente del CELAM.

El 22 de abril es el turno del encuentro de Filosofía, que será inaugurado por Fernando Savater con la conferencia Los exploradores del espíritu. Intervendrán, además, Andreas Schleicher, director del área educativa de la OCDE; Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI); Carlos Goñi, autor de Educar con filosofíaEsperanza Rodríguez, presidenta de la Sociedad Española de Profesorado y Plataforma de Filosofía (SEPFi); Miquel Seguró, filósofo y autor de Vulnerabilidad; y Encarna Cuenca, presidenta del Consejo Escolar del Estado. Habrá también un Conversatorio titulado Filosofía, Ciencia y Tecnología, en el que participarán el físico y novelista Juan José Gomez-Cadenas, el catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra Ignacio López Goñi y la profesora de investigación en el Instituto de Robótica CSIC-UPC Carme Torras.

El escritor y Premio Planeta Santiago Posteguillo será quien ponga el broche, el 6 de mayo, al encuentro de Historia, que acogerá, además, un Conversatorio de novela histórica con las intervenciones de Jesús MaesoAntonio Pérez Henares e Isabel San Sebastián, de la asociación Escritores con la Historia. En el marco del encuentro, y con la colaboración de Vicens Vives y Puy du Fou, también se han convocado los premios Haz apasionantes tus clases de Historia, donde profesores de esta materia pueden presentar sus metodologías y estrategias para hacer atractiva la enseñanza de la Historia a una generación de jóvenes marcada por la dispersión y la tecnología. 

FUENTE: magisnet.com

Hablamos de educación y docencia en «Juntos» de TeleMadrid

Los docentes sienten que la educación ha empeorado, que existe una menor implicación por parte de los alumnos y también menos tolerancia a la frustración. Por su parte los alumnos piensas que estudiar ya no es sinónimo de una mejor situación laboral. Ha habido muchos cambios a nivel de sociedad y eso se transmite en el aula. Los profesores son los encargados de formar a las nuevas generaciones, por eso debemos cuidar a un colectivo con tanta incidencia en nuestra sociedad.

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La filosofía del ‘querer es poder’ ha hecho mucho daño

La escuela no está dando respuestas a las grandes preguntas de la vida y eso, para Silvia Álava, es un problema: «Para ir a la raíz tenemos que aprender desde pequeños a entender nuestras emociones». Tras más de 20 años trabajando como psicóloga, llega a una conclusión: «Trabajar competencias socioemocionales en los colegios es una forma de vacunar contra determinados problemas de salud mental».

Por RUBÉN VILLALBA @entrevistologo_

Preside la consulta de Silvia Álava la pregunta estrella, esa que en algún momento uno se ha hecho y que, precisamente por evitarla, acaba en consulta. «¿Por qué no soy feliz, Silvia?». Le formulo la pregunta mientras la observo en la portada de su último libro, que mira desafiante —aunque de buen rollo, como su autora— a través del ventanal, como queriendo contestar a un Madrid frenético que, como todos hoy, no tiene tiempo para preguntas, aunque busque respuestas. Se hallan, dice Silvia, en el propósito de vida, eso que en teoría tan bonito suena y que en la práctica se torna a veces vago y oscuro. Más allá de la palabrería, la ciencia habla: quien halla un propósito, o sea, un sentido, le encuentra sentido a la vida. Antes, al parecer, hay que aprender a hacerse preguntas; y a que hacérselas no es malo. ¿Nos lo enseña la escuela? El debate, para el II Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión, está servido.

Silvia, ¿ha oído hablar del Ikigai?
—Sí, es esa filosofía japonesa que nos insta a encontrar una razón por la que levantarse cada mañana. En realidad, es lo que llamamos propósito de vida, que tenemos que descubrirlo nosotros mismos.

¿Quien tiene un propósito vive más o mejor?
—La evidencia científica nos dice que ambas cosas. Pero lo cierto es que se vive mejor porque cuando uno descubre su propósito sabe hacia dónde quiere ir.

¿Pero se pregunta la gente para qué está aquí?
—Muchas personas vienen a consulta precisamente porque nunca se lo han preguntado y sienten que se ahogan. La autotrascendencia nos ayuda a estar mejor con nosotros mismos y también a conectar con los demás. Hoy uno de los problemas es el individualismo: nos olvidamos de que somos parte de una sociedad. Fíjate, hay estudios que certifican que las personas religiosas gozan de buena salud mental porque encuentran un mayor apoyo en su grupo, en su comunidad: cuando les sucede algo, sienten que pueden contar con alguien.

«Las personas espirituales suelen reportar mayor bienestar emocional y se ha demostrado que, ante una situación traumática, se reponen más fácilmente porque le encuentran un sentido al trauma «

¿La fe mueve montañas?
—Las personas espirituales suelen tener una mayor longevidad y reportan mayor bienestar emocional. Se ha demostrado, por ejemplo, que se reponen más fácilmente ante una situación traumática porque le encuentran un sentido al trauma.

¿El individualismo surge o se crea?
—Depende, aunque es cierto que la sociedad, paradójicamente, nos lo vende.

En cambio luego nos sentimos solos…
—Hemos malinterpretado la soledad y pensamos que estar solo es terrible. Sin embargo, la soledad es buena. Lo malo es cuando nos sentimos solos, que es distinto.

¿Por qué la evitamos entonces?
—Porque tenemos miedo a que nos visiten nuestros fantasmas interiores.

¿Uno es su peor enemigo?
—A veces, sí. Tendríamos que pararnos a pensar, por ejemplo, cómo nos hablamos a nosotros mismos. En ocasiones, nos decimos cosas que jamás se las diríamos a nuestro peor enemigo. El bienestar emocional pasa por tratarnos a nosotros mismos como si fuésemos amigos.

«El miedo nos lleva a buscar herramientas que puedan ‘anestesiarnos’, por ejemplo, el móvil. Pero cuidado: la introspección es positiva; la ‘rumiación’, dar vueltas en bucle, no «

¿Por qué enferma la mente?
—El origen suele estar en emociones que no hemos resuelto.

O sea, conviene pensar y no evitar.
—El miedo nos lleva a buscar herramientas que puedan “anestesiarnos”, por ejemplo, el móvil. Pero cuidado: la introspección es positiva; la rumiación, dar vueltas en bucle, no.

¿Por qué se le pierde el sentido a la vida?
—Muchas veces por situaciones complejas en las que sentimos que no tenemos recursos para solventarlas. Uno se ve en un hoyo sin salida, en una situación que piensa que nunca va a pasar.

Hay muchos que quieren y no pueden…
—La filosofía del “querer es poder” ha hecho mucho daño. Intentar cambiar problemas que no tienen solución agota nuestros recursos y energías. Si no podemos cambiar las cosas, lo importante es trabajar las emociones desagradables que la situación nos provoca.

«Está demostrado que el 50% de la felicidad es genética. Pero ojo, también influye la epigenética, es decir, nuestros genes pueden ‘apagarse’ y ‘encenderse’ en función de nuestros hábitos «

¿A vivir se aprende?
—A vivir, a disfrutar, sí.

Pero parece que unos nacen más felices que otros…
—Estudios que se han realizado con gemelos monocigóticos demuestran que el 50% de la felicidad es genética. Pero ojo, también influye la epigenética, es decir, nuestros genes pueden “apagarse” y “encenderse” en función de nuestros hábitos.

Quiere decir que uno puede aprender a ser más feliz.
—En algún punto de nuestras vidas todos vamos a sentir emociones desagradables. Nos han vendido que hay emociones “malas”, pero nada más lejos de la realidad: esas emociones “malas” son “buenas” porque nos dan información de lo que nos pasa. Tradicionalmente la sociedad ha invalidado las emociones: si hablábamos de ellas, parecía que éramos débiles. Pero no: hay que poner las emociones encima de la mesa.

¿Y se están poniendo?
—Para ir a la raíz tenemos que aprender desde pequeños a entender nuestras emociones. No se trata de decir a los niños que la vida es idílica, pero sí de dotarlos de herramientas para que puedan afrontar las situaciones adversas en la vida adulta. Trabajar competencias socioemocionales en los colegios es una forma de vacunar contra determinados problemas de salud mental, sobre todo, trastornos emocionales. También se ha demostrado que reduce la incidencia de otros problemas, como el acoso escolar.

Y esto, supongo, tendrán que acometerlo expertos en la materia.
—Deberían hacerlo profesionales formados y habilitados. Cuando trabajas con las emociones, hay que distinguir la psicoeducación o alfabetización emocional de lo terapéutico. Pero una cosa está clara: podremos mejorar las técnicas, los protocolos, pero sin un sistema público que responda, y el nuestro está saturado, nada sirve. Hay un dato que me llama la atención: según varias encuestas, la salud mental se sitúa ya por encima del cáncer entre las preocupaciones de la población.

«Podremos mejorar las técnicas, los protocolos, pero sin un sistema público que responda, y el nuestro está saturado, nada sirve «

¿La gente era antes más feliz?
—La mente nos juega malas pasadas y hace que no seamos del todo objetivos al analizar la felicidad en tiempos pasados.

¿Se puede morir uno sin descubrir su propósito?
—Puede pasar, pero también ocurre que cuando nos ponemos a buscar un propósito o un sentido nos ponemos muy serios y pensamos que tiene que ser grande o que trascienda a la sociedad. El sentido también consiste en disfrutar de un café, entrenar o estar con tus hijos. El sentido no es alcanzar el éxito, como ahora lo pintan las redes sociales. E importante: se puede cambiar de opinión.

Hay quien dice, Silvia, que el sentido de la vida es que no tiene sentido…
—¿En qué sentido?

FUENTE: magisnet.com

Hablamos de apego y vínculo entre padres e hijos

Como humanos necesitamos que nuestras figuras de referencia, que principalmente son nuestra madre y nuestro padre nos reconozcan como hijos. Nunca es tarde para construir una relación de padre e hijo y es muy importante recuperar el tiempo sin reproches, teniendo una buena actitud.

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¿Por qué el bienestar físico y emocional es tan importante?

Sentirnos satisfechos con nosotros mismos depende, en gran parte, de muchos factores, biológicos, psicológicos y contextuales, y pasa necesariamente por una buena salud del cuerpo y de la mente.

El bienestar emocional era como, haciendo uso de la expresión metafórica, tener un elefante gigante en medio del salón. Estaba allí, pero no queríamos verlo. Daba vueltas por todos lados, se agitaba con fuerza, cambiaba de humor, saltaba de una habitación a otra, no nos dejaba en paz. Hasta que un día llegó la pandemia y tuvimos que hacerle frente.

“Lo que ha hecho la COVID-19 en esos dos años de restricciones ha sido destapar un problema de salud mental que ya teníamos”, deja claro la psicóloga Silvia Álava Sordo casi al comienzo del encuentro ‘Salud y bienestar emocional, en el punto de mira’, organizado en Sevilla por el Grupo Joly en colaboración con BBVA. Ya en 2019, antes de que estallara la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que un 25% de la población mundial estaba afectada,

“lo que pasa es que no hablábamos de ello”,

dice Álava.

Íbamos tirando, más o menos, con pequeñas estrategias de regulación emocional —quedo con un amigo si tengo un mal día de trabajo, hago un viaje si me veo muy estresado—, hasta que la crisis sanitaria bloqueó esas vías de escape. Y todo saltó por los aires.

Entendemos el concepto de bienestar no como una dicotomía entre enfermedad y salud. Nuestro enfoque es más holístico y tiene en cuenta factores biológicos, psicológicos y contextuales, llámense sociales, económicos, laborales, de expectativa de vida o de dificultades derivadas de la transición a la vida adulta”, describe Beatriz Martín Padura, directora general de la Fundación FAD Juventud. Al final, se trata de si la persona está satisfecha (o no) con su vida, resume.

“La mitad de los españoles opinamos que nuestra salud mental podría ser mejor”, comenta Francisco Rey Blázquez, director comercial y de Desarrollo de Negocio en BBVA Seguros, a tenor de una encuesta de Sanitas. Pero la incertidumbre — agravada por el incremento del Índice de Precios de Consumo (IPC) y la crisis energética, que se han desatado por la invasión rusa en Ucrania— no ha ayudado mucho a que el panorama mejore.

¿Estás durmiendo bien?

Álava cuenta que una de sus primeras preguntas en terapia es: “¿Estás durmiendo lo suficiente?” La falta de sueño provoca irritabilidad y merma la capacidad de control sobre las emociones. “Hemos de cuidar de nuestro cuerpo y de nuestras emociones”, recalca. Hacer deporte, tener una buena red social de amigos y familiares, alimentarse de manera saludable y consciente, “perder el miedo a mirar hacia dentro”, aprender a parar, y a gestionar mejor lo que sentimos, y a vivir en el presente, y a pedir ayuda…, así, todo mezclado porque todo suma para atrapar ese intangible que llamamos bienestar.

“El bienestar físico y el emocional están totalmente relacionados, máxime cuando hablamos de autopercepción”, subraya Padura. Una discapacidad, una enfermedad, una dolencia, un estilo de vida y una alimentación incorrecta impactan en el bienestar emocional, y a la inversa, lo que pasa por la mente afecta al cuerpo.

Sentirse mal física y emocionalmente limita la vida de quienes se encuentran en esa situación. Muchas, a tenor de los datos: a mediados de 2020 había en España 2,1 millones de personas con un cuadro depresivo (el 5,25% de la población mayor de 15 años), según la Encuesta Europea de Salud. Unas 230.000 de ellas habían caído en una depresión grave.

Los colectivos de mayor riesgo son las mujeres y los jóvenes, estos últimos han hecho frente a una tormenta perfecta de inestabilidad económica y sanitaria, paro, incertidumbre ante el futuro y pérdida de relaciones sociales debido a la pandemia. Y en los mayores, los problemas de soledad han hecho mella, según defiende el Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

En el último Barómetro Juvenil Salud y Bienestar de la Fundación FAD (de 2021), un 50% de los jóvenes entrevistados declaró tener estrés, ocho de cada diez había experimentado algún síntoma de malestar emocional en el último año (tristeza, apatía, problemas de concentración) y un 16% reconocieron sufrir problemas de salud mental “con mucha frecuencia”, 10 puntos más que en el barómetro anterior, de 2017. En paralelo, se ha ensombrecido la autopercepción sobre la propia salud: el porcentaje de quienes manifiestan disfrutar de una buena o muy buena salud ha bajado del 86,7 % al 54,6% en cuatro años.

En opinión de la directora de la Fundación Fad Juventud, las soluciones pasan por ofrecer a la población afectada herramientas de autoayuda y mayores recursos públicos para atender a la salud, así, sin apellidos, tanto física como emocional. Y concede que la pandemia, al menos, ha servido, si no para avanzar en quitar los tabúes o dar a los trastornos mentales la importancia que merecen, sí para tomar conciencia de su importancia.

Aunque aún falta mucho por hacer, las familias españolas están cada vez mejor informadas y, sobre todo, están pidiendo ayuda a los expertos. Para muestra un botón: el de salud ha sido el segmento que más ha crecido dentro del ramo seguros, destaca Francisco Rey, lo que en su opinión demuestra una demanda al alza.

FUENTE: bbva.com

«Los niños deben hablar de sus pesadillas, temores y miedos»

Ellos son los que mejor se adaptan, pero que hay que estar vigilantes ante posibles secuelas tras este duro confinamiento, aconseja la psicóloga infantil / «La actitud de los niños dependerá de la nuestra, lo que perciban es determinante»

Por MIGUEL LORENCI

–¿Tienen los niños herramientas para enfrentarse al confinamiento?

–No. Lo que sí tienen es una mayor capacidad de adaptación. Se acomodan a las nuevas situaciones, a una adversidad como el confinamiento, antes y mejor que un adulto. Pero necesitan que nosotros les proporcionemos herramientas para facilitarlo.

–¿Asimilan lo que está pasando?

–Son conscientes de que ocurre algo, escuchan muchas cosas, pero necesitan procesarlo con nuestra ayuda. Es fundamental explicarles la situación de forma clara y sencilla, acorde a su lenguaje, a su desarrollo cognitivo y emocional, para transmitirles que vamos a salir de esto.

–No es lo mismo explicárselo a un crío de dos años que a uno de doce.

–Al de dos años habrá que insistirles una y otra vez, porque se les olvida y se quedarán, sobre todo, con que no pueden salir a la calle. Decirles que no es que papá y mamá no quieren salir, sino que un virus no nos deja. Buscar un ‘malo de la película’ para evitar la pataleta. Con los mayores, ser positivos sin mentirles, y pedirles que sean proactivos y colaboren.

–¿Cómo gestionar y aplacar sus miedos?

–Logrando que los verbalicen, que sean capaces de hablar sobre lo que les atemoriza, que sepan que les entendemos. No vale decir «no tengas miedo, que no pasa nada». Primero te escucho, valido y acepto tu miedo, y te explico que es normal sentirlo. Que todos lo tenemos. Cuando hemos empatizado con él y validado la emoción, podemos decirle con delicadeza y serenidad que sabemos que los abuelitos están bien, que no vamos a verles para no contagiarlos y que no se pongan malos. Que es bueno que les llamen y que hablen con ellos y que verles por videoteléfono les ayudará a sentirse mejor.

–¿Los niños son el espejo de nuestros sentimientos?

–Sí. Su actitud dependerá de la nuestra. Es determinante lo que perciban en los adultos. Reaccionarán en función de cómo nosotros vivamos la situación. Transmitir calma en lugar de estrés es primordial. Necesitan un entorno seguro. Si nuestra actitud es de nerviosismo, si oyen decir «¡ay Dios mío! ¿qué nos va a pasar?», lógicamente se inquietarán.

–¿Saldrán de esta más fortalecidos o afectados emocionalmente?

–Nunca hemos atravesado por una experiencia como está. No hay estudios sobre un confinamiento tan masivo y tan largo que nos aporten criterios. Dependerá de las características y variables de personalidad de cada crío. Los hay más vulnerables y preocupones; tendentes a obsesionarse con algunas cosas, y con ellos debemos tener más cuidado. Hay otros que lo llevan razonablemente bien. Padres y educadores tendrán que estar muy atentos. Calibrar qué hacen o dejan de hacer distinto de lo que hacían antes del confinamiento.

–¿Les dejará secuelas el confinamiento?

–Podría haberla en algún caso. Por eso hay que observar muy bien si están más retraídos, retadores, irascibles, tristes o apáticos. Si se ve alterado el apetito, el ritmo del sueño o si tienen pesadillas.

–Los más peques tendrán un recuerdo difuso pero, ¿Qué pasa con los niños más mayores?

–Es difícil que se consoliden los recuerdos antes de los dos años. Todo dependerá de cómo lo vivan la familia y cómo les ayudamos los padres a superarlo.

–¿Van a aprender los papás de los hijos, y viceversa?

–Sí. Es una situación dura e inédita para las dos partes. Hay que sacar lo más positivo. Debemos hacer que esta convivencia sea enriquecedora y afiance los lazos familiares.

–En la educación ‘online’, ¿ven un regalo o un castigo?

-Es una buena herramienta que permite seguir con sus horarios y sus rutinas. Es la menos mala de las alternativas.

FUENTE: laverdad.es

La generación sándwich: agotada a nivel emocional y económico

En los últimos años han tenido lugar muchos cambios en la sociedad que han afectado tanto a la generación de mayores como a sus hijos.

Por Gema Figueroa

Las causas por las cuales se comenzó a hablar de la ‘Generación sándwich’ son que la maternidad se ha ido retrasando, se tienen los hijos cada vez más tarde; y el aumento de la esperanza de vida, la Organización Mundial de la Salud señaló que una de cada seis personas en 2050 tendrá más de 65 años en todo el mundo.

La ecuación resultante de estos dos aspectos ofrece un panorama poco alentador para el grupo de personas que se encuentra entre los 30 y los 55 años.

Se dedican a cuidar a los hijos y a los padres simultáneamente 

«La maternidad se ha retrasado. Esto significa que en este momento hay muchas mujeres que se están encontrando que tienen que cuidar de sus hijos, porque todavía son pequeños, y que ya empiezan a tener unos padres mayores que empiezan a tener achaques, en ocasiones relacionados con la edad y en otras porque tienen algún tipo de enfermedad y necesitan un cuidado» afirma Silvia Álava, psicóloga y directora del área infanto-juvenil en el Centro de Psicología Álava Reyes.

No eres ‘superwoman’ es que es imposible que puedas con todo lo que te has echado encima 

Principalmente son mujeres, que se sienten tremendamente agotadas, que ya no pueden más porque el espacio para ellas se ha reducido completamente porque se dedican a cuidar a los hijos y a los padres simultáneamente.

Compaginar cuidados simultáneos de menores y adultos

Parece que si las mujeres no ejercen el rol de cuidadora aparece la culpa, porque se tiene un alto nivel de exigencia.

«La mujer es cuidadora porque es el rol que se le ha asignado a nivel social. Es verdad que hay mujeres que sí que pueden tener esa vocación, pero hay muchas otras que no es una vocación y se espera que sea la mujer la que cuide de los hijos» nos cuenta Silvia.

Esto puede llegar a generar un alto nivel de estrés y ansiedad, porque son muchos los temores a los que se están enfrentando.

La mujer es cuidadora porque es el rol que se le ha asignado a nivel social 

El papel de la corresponsabilidad

En el cuidado infantil sí vamos viendo una progresiva involucración de los hombres. Hablamos de corresponsabilidad.

«A nadie le sorprende en un determinado momento que un padre no esté porque está trabajando o haciendo otras cosas. Pero que no esté una madre ya no es lo mismo» nos cuenta la psicóloga.

Y en el cuidado de los padres también se ha asociado a que es la mujer la que cuida, es un tema cultural.

Muchas veces no es elegido, es lo que toca y se espera 

El conflicto de género no se da solo en la pareja

A veces el conflicto de género no se da solo en pareja, también se da entre hermanos. Incluso muchas veces son los propios padres, que pertenecen ya a otra generación superior, los que esperan que tiene que ser la hija la que los cuide.

«Antiguamente incluso se tenían hijas porque eran las que luego se tenían que quedar al cuidado. ‘Hay que ir a por la niña que sino nos vamos a quedar sin esa persona que nos cuide’. Y eso, que es algo que ahora nos puede llamar muchísimo la atención, cuidado, porque las generaciones anteriores era algo que podía ser incluso habitual, estaba bien visto y se opinaba así. Y parece ser que al final nos sigue pesando y son las mujeres las que tienden a cargar mucho más con el cuidado de los padres» nos cuenta Silvia.

La emoción que más sienten estas mujeres es la culpa. La culpa por no llegar a todo, por no tener bien cuidados a los padres, a los hijos… «Y ¿Qué es lo que ocurre? No estamos diciendo en ningún momento ‘deja de cuidar’, ni muchísimo menos, sino es ‘no te olvides de ti misma‘» asevera.

Una cosa que es fundamental y que a veces se nos olvida: ‘Puedes pedir ayuda’ 

La importancia del autocuidado

«Al final la primera persona que tiene que estar bien cuidado eres tú, aquí hablamos mucho los psicólogos de esa parte del autocuidado. Yo tengo que reconocer cuáles son mis necesidades, cuáles son mis deseos, dejarme ese espacio porque si yo estoy bien cuidada podré cuidar a los demás» asegura. Pero cuando eso lo abandonamos, porque no existe el tiempo ni el espacio, al final muchas mujeres van a tener problemas a nivel de trastornos emocionales de ansiedad, de depresión, porque no dejan ningún espacio para ellas, porque no pueden en esos momentos y además eso también repercute en la calidad del cuidado que pueden hacer hacia sus padres o hacia sus hijos.

Si yo estoy bien cuidada podré cuidar a los demás 

Muchas mujeres se ven obligadas a dejar de trabajar

Incluso en casos más graves hay determinadas mujeres que tienen que dejar de trabajar porque están al cuidado de los hijos, porque están al cuidado de sus padres, porque tienen que cuidar a los dos a la vez en esto que llamamos ‘Generación Sándwich‘.

«Eso no solamente implica una pérdida a nivel económico, sino incluso una pérdida de identidad, de dejarme a mí misma por cuidar. Por eso decimos que hay que dejar reservado ese espacio en el que tú sigues siendo una mujer que decide en un determinado momento ‘Voy a cuidar’, pero desde la decisión y dejando ese espacio reservado para cuidarnos a nosotras mismas, esa parte del autocuidado. Y una cosa que es fundamental y que a veces se nos olvida: ‘Puedes pedir ayuda‘. Hay muchas mujeres que piensan, aunque sea de forma inconsciente que pedir ayuda es como reconocer que no puedo con todo, que no lo estoy haciendo bien… y no, no eres ‘superwoman’ es que es imposible que puedas con todo lo que te has echado encima. Se puede pedir ayuda» asegura Álava Sordo.

Un estudio del Journal of the American Geriatrics Society apunta a que los cuidadores de esta generación tenían el doble de probabilidades afrontar dificultades financieras y emocionales.

Consecuencias psicológicas

Pertenecer a la generación sándwich puede traer algunas consecuencias negativas, ya que estar a cargo tanto de los niños como de personas mayores puede ocasionar mucha carga emocional y de trabajo.

Lo más habitual para las personas que están en estas situaciones es:

  • Se encuentran tremendamente cansadas, entrando en el nivel de lo que se llama fatiga. Cuando hablamos de fatiga el problema es que descansas y después de dormir un poco sigues exactamente igual de cansada, porque no recuperas.
  • Con el estado de ánimo muy flojo, incluso algunas que va a acusar trastornos del estado de ánimo con depresión o con ansiedad.

Es importante pararse y observar 

«Resulta muy importante pararse a observar qué es lo que está ocurriendo y tomar consciencia de las cosas. Porque por querer llegar a todo, se da al automático» asegura Silvia.

FUENTE: ondacero.es

Juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo y perseverancia a los niños

Potenciar la valentía y la persistencia en los niños podrá dejar un poco de lado la competitividad que puede ser dañina para ellos

A veces pensamos que debemos enseñar a los niños a ser competitivos, ya que, de este modo, garantizamos que sea exitoso a lo largo de su vida. Ahora conocerás los juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo y perseverancia a los niños, para desterrar la arraigada y vieja creencia de que si no enseñamos a los niños a ser competitivos no van a conseguir nada en la vida, aunque esta afirmación es poco válida, pues la competitividad no garantiza el éxito. Además, fomentarla puede tener grandes consecuencias en el desarrollo de los niños.

https://youtu.be/MZaTpKZ51gA

Ideas de juegos para fomentar el esfuerzo y la constancia en los niños

Juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo a los niños

Como bien sabes, el juego es una de las herramientas más poderosas que tenemos los padres y las madres a la hora de fomentar valores en nuestros hijos y no es diferente cuando queremos educarles en el esfuerzo más que en la competitividad. En este sentido, hay una serie de estrategias que podemos utilizar cuando estamos jugando en familia.

Un primer paso para fomentar el esfuerzo en los niños y ayudarles a tolerar mejor la frustración es no dejarles ganar siempre. Eso tampoco quiere decir que debamos ser excesivamente duros con ellos. Se trata de encontrar un equilibrio en el que los niños no vean su autoestima afectada, pero que tampoco crean que siempre van a ganar.

Para lograr lo anterior de manera efectiva, los juegos de mesa y los deportivos son los que mejor enseñan a nuestros hijos a ganar y a perder. Es decir, a través del juego diario podemos fomentar el valor del esfuerzo y también la persistencia para obtener lo que se desea. Los niños aprenden de manera efectiva muy rápidamente a través de la imitación y eso lo obtienen con el juego.

Un ejemplo de este esfuerzo es el que se da cuando los niños aprenden a ir en bici: primero deben ir en triciclo, luego ya con los ruedines y, por último, sin pedales. En este caso, por ejemplo, es importante hacerles ver a los niños que no porque se caigan una vez, ya deben dejar la bici de lado. Todo lo contrario: deben esforzarse y, finalmente, conseguirán ir en bici como auténticos profesionales. Así, les enseñamos que equivocarse está bien y que debemos aprender de los errores.

Otro ejemplo es cuando estamos jugando a un juego de mesa. Cuando los niños van perdiendo, es muy posible que se enfaden y que empiecen a protestar, incluso a tirar los tableros y alejarse de la zona de juego. En este caso, es relevante hacerles ver que, cuando ellos van ganando, no se quejan, pero que no hacen lo mismo cuando es al revés. Así que debemos trabajar con ellos para que aprendan a reconocer y a gestionar sus emociones, a la vez que les hacemos ver que lo importante no es ganar, sino pasar tiempo con la familia.

Aun si con esta reflexión el niño no cambia de actitud, es muy saludable darle un tiempo fuera del juego para que gestione esta emoción negativa que está sintiendo. En ningún caso, sin embargo, los padres debemos parar el juego, ya que esto le daría el poder al niño de decidir cuándo empieza y cuándo acaba el juego. Es dejarle claro que solo se trata de un tiempo fuera.

Valorar el esfuerzo que hacen nuestros hijos es fundamental para que estos crezcan en valores como la perseverancia. Hacerles ver que en la vida todo es una competición y que solo siendo los mejores llegarán al éxito es un error de muchos padres que, lejos de ayudarles a ser exitosos, solo mina la autoestima infantil y destruye los vínculos familiares.

Por qué NO se debe fomentar la competitividad en los niños

Por qué no fomentar la competitividad en los niños

La competitividad, lejos de ayudarnos a ser los mejores, tiene graves consecuencias, sobre todo, en el desarrollo infantil. Por un lado, exigir a los niños mucho y educarles para que sean competitivospuede llevar a una gran falta de autoestima. Cuando un niño ve que es incapaz de cumplir con lo que se espera de él, siente que no tiene la capacidad suficiente para realizar las tareas que se le encomiendan y se ve minimizado.

Por otro lado, esta sensación de no poder cumplir con lo que le exige, puede afectar al vínculo entre padres e hijos, ya que estos se sentirán alejados o poco valorados por sus figuras de referencia. A los niños se les queda la idea grabada de que sus padres solo los querrán si siempre sobresalen en la escuela, en el deporte o hasta en casa, por ejemplo.

Las comparaciones también merman a los niños y más cuando son entre hermanos. Situaciones como: ‘Tu hermano ya obtuvo una medalla en atletismo y tú llegas en último lugar’, lejos de estimularlo a mejorar puede mermar en su autoestima, ya que al compararlo el niño pensará que valoran más a su hermano o a cualquier otra persona por los resultados obtenidos y no por sí mismo.

Para evitarlo se debe dejar de lado la competitividad como recompensa o como el único camino para ser reconocido como alguien exitoso. El éxito de los niños se mide de distintas maneras, quizá un pequeño sobresale más en matemáticas pero para las manualidades no es experto y habrá otros que en el arte encontrarán mayores logros que en los deportes. De ahí que la competitividad entendida como camino para triunfar está mal aplicada.

Los valores que SÍ se deben potenciar: la perseverancia y el esfuerzo

Potenciar el esfuerzo y la perseverancia

Los especialistas siempre recomiendan centrarse en el proceso y valorar el esfuerzo, más que en el resultado final. Así, es importante que los padres dejemos de poner el foco en el ‘tienes que ganar’ y cambiarlo al ‘vas a esforzarte’. Del mismo modo, debemos reforzarles la idea de que confiamos en ellos, de que sabemos que van a hacer todo cuanto puedan para conseguir lo que se proponen. Sin embargo, también debemos reforzarles la idea de que no siempre van a ser los primeros en todo. Y está bien…

Adicionalmente, también debemos enseñar a nuestros hijos a identificar la sensación de orgullo que nos invade cuando hacemos las cosas bien hechas, independientemente del resultado final. Esta emoción de orgullola sensación de satisfacción es de energía alta y hará que los pequeños de la familia se sientan mucho mejor aún cuando no consigan ser los primeros.

Hacer énfasis en que lo que logren es por su propio mérito, por sí mismos y que es el resultado de su propia persistencia, que no importa si ganan una competencia o si no sacan una nota sobresaliente en algún examen o materia del cole. Los niños que comprenden que sus logros son resultado de su propio esfuerzo entienden que es el camino para aprender a valorarse a sí mismos.

Estos dos valores son los que deben fomentarse siempre en los niños y no porque la competitividad en sí misma sea mala, no, pero entendida como la única manera de llegar al éxito es lo que no beneficia a un pequeño que aún está desarrollándose, porque afectará su manera de tolerar la frustración y siempre tendrá la sensación de no poder complacer a quienes le presionan. ¡Evítalo siempre!

Puedes leer más artículos similares a Juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo y perseverancia a los niños, en la categoría de Valores en Guiainfantil.com.

‘Telefonofobia’, la ansiedad de los jóvenes a hablar por teléfono

Antes descolgábamos el teléfono y marcábamos el número para hacer una llamada. Ahora con un simple ‘clic’ enviamos el mensaje que queremos y respondemos cuando queremos. La manera de comunicarnos cambia generación tras generación. Y eso hace que algunos jóvenes sufran «telenofobia», ansiedad que nos puede producir el hablar por teléfono.

Los tiempos cambian, y cómo no, la manera de comunicarnos. Antes levantábamos el teléfono y marcábamos el número para contactar con un familiar o amigo. Ahora con un simple ‘clic’ decimos lo que queremos a nuestros conocidos. Escribimos cuando queremos pero también respondemos cuando consideramos oportuno. Cada vez más jóvenes rechazan las tradicionales llamadas y optan por mandar un mensaje de texto. Algunos por comodidad, otros en cambio, porque descolgar el móvil les produce ansiedad. Esto es la «telenofobia«.

Miedo a coger el teléfono

El miedo a coger el teléfono es una realidad cada vez más común entre las personas jóvenes. Y no tan jóvenes. Se llama «telenofobia» y este fenómeno ocurre porque consideran que es una pérdida de tiempo. Pero también porque creen que hay otras formas de comunicarse más directas y efectivas. Pero a veces este rechazo a una llamada puede llegar a provocar ansiedad. Con síntomas como náuseas, hiperventilación y ataques de pánico en los casos más extremos. No son casos aislados, esto le pasa a 7 de cada 10 ‘millennials’ y a 4 de cada 10 ‘boomers’.

Hablamos con los jóvenes

En Antena3 Noticias salimos a la calle para hablar con los más jóvenes. Encontramos un par de casos en los que – aún en 2023 – prefieren seguir hablando por teléfono. Existen pero son una minoría. El resto nos asegura que en cuanto les llaman hacen como que ni lo han visto. “Ni lo miro, rechazo directamente la llamada”, “Estas tranquila y no te apetece contestar”, así argumentan por qué no cogen la llamada dos veinteañeros. ¿Y entonces cómo salir de esta? Nos responden otros universitarios con los que damos. “Escribo un ‘whatsapp’ y digo que no podía” o “digo que no lo he visto o que no he podido cogerlo justo en ese momento”. Excusas que todos hemos utilizado en algún momento.

¿Qué dicen los psicólogos?

El ‘smartphone’ se ha convertido en el centro de sus vidas. Se comunican con el móvil, eso sí, a su manera. Los jóvenes y adolescentes ya casi no llaman. Las aplicaciones y las redes sociales se han convertido en su nueva arma de guerra. Y la pantalla en su escudo. “Mientras yo estoy manteniendo una conversación escrita, o a través de una red social, yo controlo lo que digo. Sin embargo, con una conversación real, cara a cara o telefónica, dejo de controlar”, nos explica la Doctora en Psicología Silvia Álava.

Adiós al tú a tú

Como toda arma de guerra la tecnología también tiene sus riesgos. Sin darnos cuenta se están perdiendo muchas cosas. Y muy importantes. Es el trato cercano, el tú a tú. Nos lo aclara el psicólogo Juanan Tejero. “Al escuchar el tono de voz yo puedo demostrar que estoy enfadado, que estoy triste, que estoy preocupado. Y eso de alguna forma me identifica. Pero en muchos casos yo lo que no quiero es que me identifiquen. Lo que yo quiero es mandar un mensaje que la otra persona tenga que interpretar”. Pero donde hay que interpretar puede haber doble lectura. Ya sabemos que la doble lectura puede llevarnos a la confusión. Y entonces no nos quedará más remedio que descolgar el teléfono y llamar para para aclararlo y pedir perdón.

FUENTE: Antena3.com

3 de cada 10 niños se sienten tristes por efecto de la post pandemia

La pandemia acrecienta los malos hábitos entre los niños. En muchos casos, el elevado uso de las pantallas está detrás de que «duerman menos y coman peor», explican los expertos a COPE

Cada vez más niños y adolescentes se sienten tristes, infelices o preocupados. Hemos pasado del 19,5% en 2019 al 32,2% en 2022, concluyendo que los hábitos saludables de los niños relacionados se han deteriorado de forma relevante en los últimos tres años. Son los resultados de la segunda edición del estudio ‘PASOS’ de la Gasol Foundation, para el que se han evaluado casi 3.000 niños y adolescentes de 8 a 16 años de más de 200 centros educativos repartidos por toda España. Un informe que nos alerta del creciente número de niños y adolescentes que no se sienten bien a nivel emocional tras la pandemia de la COVID 19.

Según los expertos consultados por COPE, esta tristeza comenzó durante la pandemia y se ha ido agravando con los problemas que se han sumado en los últimos años.

Así lo explica Silvia Álava, Doctora en Psicología Clínica y de la Salud: “tenemos una sociedad que no facilita la salud mental, porque resulta que las circunstancias cada vez se complican más. Hemos tenido una pandemia, una guerra, tenemos la inflación por las nubes y una vida que no facilita esa salud mental, pero esa parte de gestionar que los niños y las niñas tengan herramientas para sentir que pueden afrontar con éxito su día a día no la hemos mejorado. Entonces quizás tenemos que poner el foco ahí, en que “se nos ha olvidado dotarles de esas herramientas y capacidades” para superar los pequeños problemas del día a día.

Disminución de las horas de sueño en favor de las pantallas

Prácticamente la mitad de los niños y adolescentes españoles no cumple con las horas de sueño recomendadas, y el porcentaje ha aumentado casi un 6% desde 2019. Lo más aconsejable es que los niños de 6 a 13 años duerman entre 9 y 11 horas cada noche. Mientras que, para los adolescentes de entre 14 a 17 años se recomienda un descanso de entre 8 y 10 horas de sueño diarias.

Uno de los aspectos que más ha interferido en la reducción de las horas dedicadas al sueño ha sido el uso de las pantallas y el tiempo que pasan los niños pegados a ellas. Pantallas de dispositivos como ordenadores, móviles, tabletas y televisiones que cada vez están más presentes en la vida de los menores de edad. Un hecho que se traduce en más de 3 horas al día entre semana (superando la recomendación de un máximo de 2 horas) y casi 5 horas durante los fines de semana.

La comparación entre los datos prepandemia y los actuales es muy significativa

El porcentaje de niños que incumplían la recomendación del uso de pantallas entre semana en 2019 era del 54 por ciento, mientras que en 2022 alcanzó el 64 por ciento. En el caso de los fines de semana también ha habido un incremento, pero no tan elevado.

En 2019, el 79 por ciento incumplían esta recomendación, frente al 83 por ciento de los últimos datos. Así lo valora para COPE Álava: “hay hábitos que son fundamentales, pero lo primero de todo es dormir las horas necesarias. En ese sentido las pantallas han pasado factura porque, ¿cuántos niños y adolescentes ven pantallas por la noche? un porcentaje muy elevado, cuando sabemos perfectamente que su uso interfiere en el descanso a la hora de conciliar el sueño”.

Casos reales

Todos estos datos se ven reflejados en casos reales como el de Sonia Navas. Es la madre de Natalia, una niña de 12 años que como muchos de sus compañeros de clase, pasa demasiado tiempo delante de las pantallas: “precisamente, hemos ido a la médico para la revisión de los 12 años hace unos días y nos ha echado la bronca a la niña y a mí también. Que más de dos horas en pantallas no deben estar, que eso es muy perjudicial a la hora de la concentración y muchísimo más a la hora del descanso”. Pero no es algo que le pase solo a Natalia, su madre asegura que es algo extendido: “si es por ellos estarían a todas horas con las pantallas de los dispositivos móviles o los ordenadores. Incluso por la noche. Así que hay que buscar otras inquietudes, ya sea alguna extraescolar o quedadas con compañeros, para disuadirles un poco de tantas pantallas”.

Deterioro de la actividad física y empeoramiento de la alimentación

Hasta el momento, los resultados relacionados con el ejercicio físico son preliminares y el consorcio PASOS continúa recogiendo datos para conocer con mayor precisión la actividad física de los menores en España. Sin embargo, ya se ha constatado que el promedio del tiempo dedicado a estas prácticas ha disminuido en 23 minutos diarios desde el 2019, incumpliendo el promedio recomendado de 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa para niños y adolescentes.

Además, el bienestar físico también implica conocer el tipo de alimentación que sigue este grupo de edad en nuestro país. La adherencia a la dieta mediterránea se está deteriorando. Tan solo el 36,7 por ciento de niños y adolescentes tienen un nivel de adherencia alto a la dieta mediterránea, la mejor dieta del mundo según la clasificación de la revista estadounidense ‘US News & World Report’.

El estudio revela un deterioro general en la calidad de vida de los más jóvenes. 

Un hecho que demuestra la necesidad de seguir reforzando las intervenciones que contribuyan a promocionar un estilo de vida saludable entre los más jóvenes: “tenemos que actuar en dos ámbitos. En la prevención y promoción de la salud, implantando programas de educación socio-emocional acompañado por la familia, pero luego también incrementando el número de psicólogos clínicos en el sistema nacional se salud para que se pueda atender a todos aquellos niños y niñas que ya vemos que necesitan ayuda”, explica Álava.

El Colegio Oficial de Psicología de Madrid estima que el Sistema Nacional de Salud cuenta con unos 550 Psicólogos Clínicos en el ámbito infanto-juvenil. 1 por cada 100.000 niños y adolescentes y los psicólogos reclaman una mayor inversión para ayudar en esta problemática.

FUENTE: cope.es