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¿Quién acude a las consultas de psicología? Colaboración con Agencia EFE Salud

Más mujeres que hombres; los jóvenes, cada vez más; los problemas de niños y adolescentes representan el 30 por ciento; las dificultades de pareja, laborales, de conducta y de ansiedad, sin trastornos patológicos, han aumentado en los últimos años. ¿Y en que meses se inician más terapias? En enero y septiembre

Hay un cambio de paradigma desde hace unos años en las visitas y consultas que la gente hace a los psicólogos. Si tradicionalmente se acudía a estos profesionales de la salud por trastornos patológicos, en la actualidad no es necesario sentirse enfermo para poner en marcha esta decisión.

Un alto porcentaje de las personas que acuden pueden considerarse “normales” y solicitan ayuda no tanto para curarse porque estén enfermos, sino para superar las dificultades que se les presentan en su vida diaria y cotidiana.

EFEsalud ha hablado con Silvia Álava, del Centro de Psicología Álava Reyes, donde en 2015 se atendieron casi 2.500 consultas.

Más las mujeres que los hombres, en una proporción 70 a 30. “Este dato -dice Silvia Álava- no solo refleja en nuestras consultas, sino que está avalado por la literatura científica”.Silvia recorre con nosotros la ruta del perfil de las personas que acuden y los problemas y dificultades que les llevan allí.

“Acuden más las mujeres, pero ellas están más acostumbradas a pedir ayuda cuando algo se escapa de su control o tienen ansiedad, depresión o tristeza”, añade.

¿En los últimos años cómo ha evolucionado la demanda de asistencia psicológica?

Ha bajado la media de edad, desde hace unos ocho años es habitual ver gente joven, de entre 20 y 35 años; suponen el 37 por ciento de las consultas. En personas del entorno de 30 años detectamos mucha autoexigencia y poca tolerancia a la frustración.

Y los niños y adolescentes son el 30 por ciento de las visitas, que también han aumentado. Acuden más por dificultades de conducta que por problemas de aprendizaje,  además de los casos de psicología clínica infanto-juvenil.

¿Y el perfil de las visitas?

El perfil es de mayor normalidad. Antes abundaban mas los casos en los que había un problema de salud mental o una patología, estos siguen teniendo un diagnóstico claro, y lógicamente siguen acudiendo, y contamos con psiquiatras en el Centtro; pero ahora viene gente sin un diagnóstico de enfermedad, que quieren mejorar y trabajar aspectos como educar bien, las emociones, las habilidades sociales o, por ejemplo, no gritar.

¿Cuáles son los problemas que más se abordan?

Una pareja celebra el Día de San Valentín en México. Efesalud.com

EFE/MARIO GUZMÁN

La ansiedad se ha multiplicado en psicología y también en atención primaria. La depresión es frecuente.

Las terapias de pareja son la cuarta parte de todas nuestras actuaciones, y los tratamientos los solicitan más hombres que mujeres.

Los problemas laborales se han multiplicado, cada vez hay más. No son problemas de “no se que hacer en el trabajo, o de corte técnico, son problemas relacionados con las habilidades y competencias emocionales, estrés, relaciones con los compañeros o con el jefe. Hay que trabajar la asertividad y la comunicación. Se vive todo de forma muy intensa y personal”.

¿En qué época del año hay más consultas?

En enero y septiembre, son dos momentos en los que aumenta la proactividad con carácter general, en el arranque de nuevas etapas o nuevos ritmos; son los puntos altos.

Terapias eficaces y compromiso de la persona afectada

Silvia Álava explica que en el Centro apuestas por las terapias eficaces y efectivas, sin estar años averiguando cuál es el problema, sino buscando una mejora y una solución lo antes posible.

“Nosotros les guiamos, les explicamos como funcionan sus emociones, cómo regularlas, qué técnicas y estrategias usar de forma práctica, pero les insistimos en que una variable fundamental es su colaboración, implicación y compromiso. No solo queremos aliviarles, queremos darles una salida a su problema”, expone Silvia.

Según Silvia Álava, en casos de ansiedad pueden producirse mejorías claras en un plazo de tres meses; y en casos de anomalías en la conducta de niños o miedos, en pocas sesiones.

“Cada vez acuden padres con niños más pequeños; si antes era a los 4 años, ahora lo hacen padres con niños que tienen meses, con problemas de sueño o comida; o por ansiedad de los propios padres, que no se relajan en el cuidad de sus pequeños hijos. Y hay niños con dificultades de conducta desde los dos años”, completa.

«Mamá: ¿por qué no viene papá este verano con nosotros?» Colaboración con el diario ABC

Claves para que los niños no sufran estas vacaciones la separación de sus padres

Niños y divorcioLa alegría que supone para la mayoría de los niños la llegada de las vacaciones, para otros se torna en incertidumbre. Es el caso de los hijos de padres recién divorciados. Por primera vez no pasarán el verano todos juntos. No planificarán en común un destino ni prepararán a la vez las maletas haciendo esfuerzos para que todo quepa en el coche. Este año habrá un asiento vacío.

Se trata de una situación nueva tanto para los progenitores como para los niños, por eso es importante tener en cuenta una serie de aspectos para queesta nueva experiencia sea vivida de la mejor manera posible para, fundamentalmente, evitar que los más pequeños sufran.

Lo que está claro, según apunta Nora Rodríguez, directora y fundadora deHappy Schools Institute, es que después de la separación o divorcio, los niños pasan mucho estrés por las tensiones y discusiones de las que son testigos, por la propia separación, la mudanza, la readaptación… Tardan una media de dos años en quitarse de la cabeza su sueño de que sus padres volverán a estar juntos. Por eso, durante el verano, podrán insistir en ir a ver a mamá para que les acompañe a ir a la playa.

destacar los aspectos positivos

Para Silvia Álava, directora del Área Infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, un buen punto de partida es pensar siempre en positivo y explicarles a los niños los aspectos buenos de pasar las vacaciones por separado y cómo estar la mitad del verano con papá y la otra mitad con mamá puede ser también divertido. «Harán cosas diferentes, tendrán posibilidad de hacer el doble de amigos… », asegura.

En la otra cara de la moneda están los padres, que tras meses de conflictos hasta que se materializa la separación, perciben el verano como una épocapara retomar su actividad social, como una vía de escape y de liberación. Por este motivo, es importante que cuando el padre o madre esté con su hijo tenga en cuenta y acepte que no le apetezca seguir el ritmo adulto de tanta fiesta, barbacoas o cenas de amigos de uno de su progenitores. «En el caso de hijos adolescentes –explica Nora Rodríguez– será más habitual que no quieran irse con uno de sus padres bajo el argumento de que si ahora sus padres hacen lo que quieren también ellos tienen derecho y libertad para elegir dónde ir en vacaciones. Hay que dejarles las cosas claras».

Para evitar este tipo de situaciones, Rodríguez recomienda estrechar vínculos afectivos con los hijos con mucha anterioridad y llegar a pactos con ellos sobre el tipo de vacaciones que les apetece. «Una buena opción es ofrecerles ir a algún destino donde puedan practicar aquellas actividades que más les gusten, hacer algo diferente a lo que hacían cuando viajaba la familia unida y que les haga sentir que son tenidos en cuenta en esta nueva realidad que les toca vivir».

Los protagonistas

El verano es una época de grandes posibilidades para un mayor acercamiento a los hijos que han sufrido un proceso de separación o divorcio en la familia. «No se trata de que los lleven al cine, a comer, al parque de atracciones, a cenar… Es un buen momento –prosigue– para compartir actividades cotidianas en las que el padre, o madre en su caso, haga sentir al niño protagonista, por ejemplo, al hacer la cena, la compra, solucionar un problema doméstico o ir a tomar un helado después de un paseo en bici juntos. No hay que olvidar que el niño necesita reescribir su biografía y cualquier momento es bueno para establecer un diálogo que haga que la relación se estreche».

Llegado el momento también es positivo recordarle las vacaciones cuando iban todos juntos porque no puede renunciar a su vida pasada y porque le ayudará a asimilar su nueva situación.

Es habitual afirmar que los niños se adaptan a todo «pero no es cierto», puntualiza Rodríguez. Matiza que no lo hacen hasta que han pasado cuatro años desde el divorcio o, quizá, no se adapten nunca. «Ellos sufren mucho la ruptura de la relación de sus padres, que son sus modelos de referencia y seguridad. Por ello este periodo debe plantearse como de acercamiento y deber hacerse esfuerzos para evitar situaciones absurdas que hacen más daño a los hijos».

Nora Rodríguez hace referencia a cuando, por ejemplo, el padre le hace un regalo al niño y cuando llega a casa de la madre se lo tira, o cuando la madre le compra unas zapatillas y el padre le compra otras de marca para que no use las anteriores… Esta guerra lo único que consigue es desorientar a los pequeños, que no entienden lo que ocurre. Los expertos recomiendan a los progenitores que dejen al niño su propio espacio.

Silvia Álava recomienda, además, poner un especial cuidado en no descalificar la figura del otro progenitor. «Los conflictos de pareja son de la pareja, no de los niños, por lo que siempre deben de permanecer fuera de su ámbito. No olvidemos que por muy mal marido o esposa que una persona sea, no deja de ser la madre o el padre del niño, y que, por tanto, como tal, se merece un respeto. La regla de oro a seguir en las separaciones tanto en vacaciones como en periodo escolar será no hablar mal del excónyuge delante del niño. El padre o la madre –prosigue– debe respetar que el ex conyuge se comporte de forma diferente, y cuando los niños dicen es que con mamá hacemos esto o con papá hacemos lo otro, la mejor respuesta es no entrar a criticar ni a comentar. Sonríe al niño o a la niña y simplemente dile, “muy bien, pero ahora estás con papá/mamá, y lo vamos a hacer de esta forma”», apunta.

FUENTE: Diario ABC

Niños estresados. Colaboración con la revista Mujer Hoy

Niños estresadosOs adjunto el Pdf del artículo resultado de la colaboración con B. Navazo para la revista Mujer Hoy

Pincha en el siguiente enlace para leer el artículo:

Mujer Hoy – Artículo – Niños estresados

Un verano sin prisas. Colaboración con la revista MujerHoy

Tras un fin de curso casi agónico,ha llegado el momento de parar. Los niños han acabado agotados. ¿Por qué te empeñas en convertir sus vacaciones en otra carrera? ¿Están acabando los hiperpadres con el verano?

Un verano sin prisas

Así se han pasado los niños españoles los últimos nueve meses: engullendo el desayuno a toda prisa, vistiéndose a matacaballo, saliendo de casa a toda velocidad para no llegar tarde al colegio; encadenando cinco horas de clases con otras dos (como media) de extraescolares, siempre volando de una obligación a otra porque el coche está en doble fila. Y después a casa corriendo porque todavía hay que hacer los deberes, bañarse, cenar… Y así un día tras otro, tras otro, tras otro.

Cumplen con un agenda tan apretada que pondría en serios apuros a muchos adultos. ¿Resultado? Los escolares han llegado a la meta del verano con la lengua fuera. Lo hemos comprobado. Después de un fin de curso casi agónico, con exámenes y tareas un día sí y otro también, Amanda, de 13 años, no encuentra las fuerzas para salir de la cama el primer día de las vacaciones.

Ni rastro de ese entusiasmo lleno de energía que le presuponemos a la recién estrenada libertad. «¿Qué es lo primero que harás ahora que no hay que ir a clase?», preguntamos. «Nada, no quiero hacer nada», es su respuesta mientras deambula, en modo zombie, de la cama directamente al sofá. Su lenguaje verbal y corporal lo está diciendo a gritos. Está agotada.

Los «hiperpadres» están creando un nuevo tipo de niñez, la del «hijo dirigido»

Según la Sociedad Española de Estudios de Ansiedad y Estrés, más del 8% de la población infantil y el 20% de los adolescentes es víctima de estos males, y la cifra sigue aumentando. Las consultas de psicólogos han notado el incremento y eso, advierten, que muchos menores ni siquiera saben que eso que les pasa se llama estrés. Y como no saben verbalizarlo tampoco pueden pedir ayuda.

«Pretendemos que lleven el ritmo de vida de los adultos y no nos damos cuenta de que no están preparados, de que no tienen ni los mecanismos de los mayores, ni sus estrategias para regular el estrés y la ansiedad», advierte la psicóloga Silvia Álava, directora del Área Infantil Centro de Psicología Álava Reyes y autora del libro Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia (JdeJ Editores).

Por eso, cuando soportan una gran carga de presión, es muy habitual que lo somaticen y su malestar acabe manifestándose en forma de irritabilidad, tics, comportamientos regresivos (chuparse el dedo o hacerse pis en la cama) y también de dolor de tripa, de cabeza… En los adolescentes se acentúa ese carácter huraño y esquivo, se cierran (aún más) en sí mismos, se vuelven desafiantes, rehúyen la comunicación y resuenan los portazos. Es su manera de decir: «¡Estoy harto!».

Las causas son muchas veces inevitables: separaciones, mudanzas y cambios de todo tipo (de casa, de ciudad, de colegio, de amigos y hasta las transformaciones físicas que implica crecer) son terreno abonado para el estrés, que no es otra cosa que la manifestación de la dificultad para adaptarse. Pero, sobre todo, hay que buscarlas en la falta de sueño, las prisas y «unos padres con niveles de ansiedad muy altos», señala Álava.

¿Hasta el infinito… y más alla?

Está claro que la preocupación por «el futuro» de nuestros hijos multiplica su nivel de competitividad a edades cada vez más tempranas: se les exigen cada vez más conocimientos, cada vez mayores aptitudes, cada vez mejores resultados.

Carl Honoré, que se hizo célebre por su libro Elogio de la lentitud, escribió también Bajo presión, en el que señala cómo el empeño por sacar lo máximo de los hijos ha llegado a límites exagerados. «Queremos que sean los mejores en todo: que sean artistas, buenos estudiantes y deportistas, y que su vida discurra sin dificultades, dolor ni fracasos».

El tiempo libre es tan escaso que, cuando lo tienen, no saben gestionarlo.

El autor, que también es padre, defiende la tesis de que la infancia ha sido secuestrada por una generación de «hiperpadres», que están creando un nuevo tipo de niñez que califica como la del «niño dirigido»: los pequeños son ahora objeto de mayor preocupación e intervención por parte de los adultos que en cualquier otro momento de la historia, y son educados según un plan maestro en el que el fracaso no está previsto.

Y así las cosas, sentirse incapaces de cumplir con tantas expectativas puede interferir en su correcto desarrollo y provocar frustración y rabia, baja autoestima, dependencia, inseguridad y falta de confianza, pobre asertividad, tristeza, insomnio, bajo rendimiento, miedo, angustia, ansiedad, depresión… ¡STOP! Estamos en vacaciones, el momento de vivir los días en slow motion, de apagar el fuego de esa olla a presión y de volver a poner a cero el contador del estrés.

A Carla, la hermana pequeña de Amanda, le gusta montar a caballo, patinar, sacar a pasear a su perro, nadar… Pero ante la pregunta de a qué quiere dedicar el largo estío, reniega de sus aficiones y responde en la misma dirección que su hermana: «A descansar», dice escueta y clara. Aunque muchas de sus intenciones se estampan contra los planes y las necesidades organizativas de los padres, que van, directamente, en la dirección opuesta: campamentos, deportes, cursillos, idiomas, talleres, viajes, cuadernos de repaso…

Aún no han hecho más que empezar y todas las vacaciones de los niños ya están programadas. Es cierto que, en la mayoría de los casos no queda otra porque hay que hacerlas encajar, sí o sí, con el trabajo de los padres y otras circunstancias. Pero, en la medida de lo posible, conviene no alejarse demasiado de algunos requerimientos mínimos.

Por ejemplo, la elección de actividades debe realizarse de forma conjunta entre padres e hijos, teniendo en cuenta sus gustos, sus preferencias y su carácter. Además, el contenido debe ser eminentemente lúdico y, a ser posible, al aire libre. Otras pautas básicas: respetar el horario de las comidas y los ritmos de sueño de los niños, y proponerles actividades al aire libre y deportes… «Conocemos los beneficios del deporte tanto en la salud como en el estado de ánimo – afirma Álava-, y también es una buena herramienta para liberar el estrés acumulado. Pero no le sobrecargues de actividades, no es necesario ir corriendo de un sitio a otro. Procura que esté siempre con más niños. Recuerda que la risa también ayuda a relajarnos y liberarnos del estrés».

Los niños siguen necesitando sus rutinas, sus límites y sus obligaciones

Las vacaciones, para ellos como para nosotros, son para desconectar de las tareas cotidianas y saltarse algunas normas, pero sin perder de vista que, para sentirse seguros y felices, los niños siguen necesitando sus rutinas, sus límites y sus obligaciones: si se ha comprometido con alguna actividad, tendrá que asistir y también cumplir con las tareas domésticas o responsabilidades que le sean asignadas.

¿Y qué pasa con los famosos cuadernillos de vacaciones y las tareas de repaso? La experta responde: «En vacaciones los niños tienen que descansar del curso, pero eso no significa que el cerebro no siga trabajando o que se tenga que frenar el aprendizaje. Los niños pueden seguir aprendiendo a través de los juegos: con las cartas, por ejemplo, trabajan la atención dividida; los juegos de mesa son muy buenos para trabajar la atención sostenida y el seguimiento de las normas; y el tres en raya para mejorar la planificación y el uso de estrategias…».

Esa es la clave: jugar. Porque jugando se instruyen en valores, entrenan aptitudes y, además, fulminan el estrés. Aunque también hace milagros la opción contraria: el aburrimiento.

Vacaciones reales, no virtuales

Para nadie es un secreto que los niños pasan ya más tiempo navegando en internet que viendo la televisión. Lo realmente alarmante es que el tiempo que pasan diariamente delante de una pantalla llega a una media de cinco horas. Atención: los profesionales advierten que, antes que relajarlos, el abuso de la tecnología puede generar también mucho estrés.

  • Dónde, cuándo y cómo. Ni en la mesa, ni en la cama, ni en clase. Los hábitos se forman en la infancia y perduran para toda la vida. Por eso conviene establecer normas sobre el uso de la tecnología. No prohibir su uso, sino establecer límites.
  • Predicar con el ejemplo. ¿Qué autoridad puede tener un padre que le pide a su hijo que coma verduras si él mismo no las prueba? Con la tecnología pasa igual: los chavales no soltarán el móvil si los padres nos pasamos todo el día enganchados a la pantallita.
  • Tiempo muerto. Las actividades no virtuales, individuales o en familia, tienen que primar en el tiempo de ocio: un deporte, un juego, charlar, cocinar… Se puede, incluso, ver una película, pero sin ningún dispositivo electrónico a mano.
  • Atento a las señales. Si abandona aficiones que antes le encantaban, si se aísla y deja de ver a sus amigos, si pasa mucho tiempo hablando del juego de moda, si se enfada, se pone triste o violento cuando le pides que apague cualquier aparato… ¡Ojo! Estás ante una posible adicción y hay que tomar medidas: poner una clave de acceso a los dispositivos, para controlar su uso; no permitir juegos que no sean aptos para su edad; dejárselos solo cuando haya cumplido su obligaciones; y pactar la hora en que se va a terminar el juego sin derecho a prórroga.

Dolce far niente…

No nos costará mucho rememorar esas laaaaargas tardes de verano de nuestra infancia. La hora de la siesta en la que teníamos la impresión de que los minutos no pasaban nunca y el mundo entero parecía aletargado y sumido en un silencio apenas interrumpido por retazos del Tour de Francia en alguna televisión cercana. Era el momento más tedioso del día. Con demasiado calor para hacer cualquier cosa, los niños dejábamos transcurrir el tiempo viendo pasar las moscas. Literalmente. Calor, moscas y aburrimiento. Hoy, el tiempo libre es para los chavales un bien tan escaso que, cuando lo tienen, acaban por no saber gestionarlo.

Cuando un niño se aburre nos saltan todas las alarmas… Padecemos horror vacui parental. Pero la realidad es que no pasa nada porque se aburran. «La única persona que tenemos garantizado que nos va a acompañar el resto de nuestra vida somos nosotros mismos, así que conviene que ellos aprendan a estar a gusto consigo y a ser autónomos a la hora de entretenerse», recomienda Álava.

Los ratitos de soledad y aburrimiento suponen un descanso necesario para la mente, que, al desconectarse de las tareas impuestas (aunque sean de ocio), puede vagar libremente, soñar, fantasear, improvisar… Y pueden ser enormemente productivos: estimulan la creatividad, la autonomía, la resistencia a la frustración, la capacidad de resolución de problemas y la motivación. Cualidades, todas ellas, por cierto, muy valoradas en cualquier MBA ejecutivo. Por si a algún padre le parece que su hijo está perdiendo un tiempo precioso y necesita justificar su aburrimiento.

 

FUENTE: Revista MujerHoy

Hablando de campamentos de verano en «Madrid Contigo» de TeleMadrid

Silvia Álava - TeleMadrid - Madrid ContigCampamentos de verano

¿Es correcto besar a tu hijo en los labios? Colaboración con SModa

Victoria Beckham ha publicado una foto besando a su hija en Instagram que ha generado mucha polémica. Consultamos a dos psicólogos infantiles si hay algo de malo en esta práctica.

FUENTE: SModa

Alcohol y drogas degradan el ocio entre los jóvenes durante el verano. Colaboración con el diario ABC

Los expertos advierten de que el consumo de sustancias dispara la violencia y las salidas en grupo diluyen la sensación de responsabilidad

«Lo que me apena es que los festivales son cada vez más una excusa para el desfase». La frase es de Esther B., una de los miles de jóvenes que asisten cada verano a alguna de las más de 110 macrocitas lúdicas que se celebran en España y que van, desde el BBK Live de Bilbao o el Arenal de Burriana, en Castellón, hasta el FIB del vecino Benicasim.

La joven de 23 años lamenta, al igual que los expertos consultados, cierta devaluación en la forma de ocio y modelo de diversión, sobre todo entre los más jóvenes. «La mezcla que ofrecen los festivales de verano-apunta- es casi perfecta: son baratos, con cabezas de cartel de primer nivel, destinos atractivos y casi siempre con playa». En ellos no faltan tampoco el alcohol y las drogas.

Psicólogos y estudiosos del ocio juvenil coinciden en que la conjugación fatal llega de la mano de las sustancias y también de la irresponsabilidad. No es un ingrediente novedoso que el consumo desmesurado de alcohol y de estupefacientes amargue a más de uno un festival o fiestas populares, como los sanfermines de Pamplona, pero sí lo es que repentinamente un año una fiesta como la navarra o el festival de la Semana Grande de Bilbao acumulen decenas de denuncias por agresión sexual. En los siete días que llevan las fiestas de San Fermín se han registrado 42 denuncias por agresión y abusos sexuales. Quince personas han sido detenidas por estos motivos.

 Arena Sound

Para el director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Ignacio Calderón, estos «actos irracionales tienen mucho que ver con la pérdida del control» de los jóvenes, aunque, señala, «muchos de ellos ya lo han perdido antes de empezar a beber».

Tras el consumo de drogas la gente puede hacer cosas impensables y, en estos casos, cuando la consecuencia es un abuso sexual, estas personas se suelen arrepentir, a pesar de que la ingesta «no les exime de la culpa». Cabe destacar que, ante un juez, un abuso sexual o una violación bajo los efectos del alcohol es un atenuante para la condena contra el acusado. En todo caso, Calderón se lamenta de que la relación de alcohol y abusos sexuales sea tan estrecha.

Sobre lo sucedido en San Fermín, por ejemplo, fuentes policiales atribuyen el aumento de las denuncias por agresiones sexuales, paradójicamente, al hecho de que se hayan reforzado tanto las medidas de vigilancia y se haya producido tal labor de concienciación previa que, según su opinión, se tiene menos temor a la hora de denunciar. Y así se han contabilizado por decenas las denuncias, en casi su totalidad efectuadas por mujeres. Ocho personas están en prisión por violar y agredir en grupo en la última semana en Pamplona.

Este elemento de que la «responsabilidad en grupo se diluye» es uno de los factores clave que apunta la psicóloga y sexóloga del Grupo IESP Clinic Granada, Carmen Montoro. «Hombres y mujeres sienten que hasta un delito, en grupo, es fácil. Entre ellos se dan más casos de agresión sexual, como en San Fermín, y entre ellas se registran más peleas» que antes.

Más de un millar de mujeres son violadas cada año en España desde 2009, según recuerdan a ABC las mismas fuentes policiales dedicadas a la lucha contra este tipo de delitos. En el último lustro se registró una agresión sexual con penetración cada ocho horas, tres al día. El Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) observó el repunte los fines de semana, y también que estos abusos se disparan durante los del estío.

Como opinión particular, Esther B. confirma que año tras año se percibe una sensación de mayor agresividad y violencia entre los asistentes. «A un amigo le dieron un mordisco y avisó a seguridad, pero estaban todos tan borrachos que poco se pudo hacer para reprender la actitud de la agresora. En el Arenal, por ejemplo, están a la orden del día los robos y agresiones, también en parte porque la gente va muy puesta, y porque cada vez hay más niños de 18 años que no saben medirse».

Entre los jóvenes preguntados, se da la opinión generalizada de que en elViña Rock, por poner otro ejemplo, se da un trasiego constante de drogas. El festival de Burriana, celebrado junto a la playa, traslada las noches de «borrachera» en los escenarios a las playas cercanas. «Apenas se duerme, unes la juerga, la música alta, lo que se bebe… y al final todo eso se paga», dice Esther. «El problema -asiente Montoro- es que en este país está muy normalizado el consumo de alcohol».

Poner límites en casa

Para Silvia Álava, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes, la base es poner límites a los hijos. «Yo traslado a los padres la siguiente pregunta. Si es un menor de edad, tú eres el responsable legal, y si les pasa algo, les pilla un toro en San Fermín, o les golpean en un festival, el responsable eres tú como tutor legal», comenta.

La psicóloga pide a los padres «sentido común» en torno a la manga ancha que se deja a los hijos para acudir a un evento de este tipo, así como a la sociedad que «cuide los valores» que inculcan a los jóvenes. «Se tiene que tener cuidado con permitirles que vivan la vida deprisa, cuando la tienen toda por delante; decirles que respetan sus amigos y planes, pero también que hay un límite, que está muy bien salir y tener una red social, pero hay muchas formas de ocio, y el que da un paseo y no se emborracha, no es un pringado».

No, el hijo favorito no es el mayor de los hermanos. Colaboración para SModa

La relación de los padres con sus hijos varía según la edad y las vivencias con los mismos, pero es importante tener claro cómo evitar los celos entre hermanos.

Modern family - Hermanos - Hijos favoritos

Premio de Comunicación en la 34ª Edición del Premio de Periodismo del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

Todavia estoy dando saltos de alegría!! Muchas gracias!!

El jurado de la 34ª edición del Premio de Periodismo del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, compuesto por psicólogos y periodistas, ha valorado un gran número de trabajos presentados en esta nueva edición.

Se han otorgado los siguientes premios en relación a contribuciones realizadas a lo largo del año 2015 a la difusión y promoción del la Psicología en los medios de comunicación.

Primer Premio.

D. Javier Jiménez Cuadros. Por la divulgación científica que realiza de la Psicología en diferentes medios digitales y singularmente por la calidad de los artículos: «Solos y conectados, la paradoja de la soledad en la época de los mil ”amigos” en redes» y «Con depresión y conectado: qué hacemos en Internet cuando lo vemos todo negro», que han sido publicados en la publicación digital Xataka y que han sido reproducidos en diferentes medios.

Premio de Comunicación.

Dª Silvia Álava Sordo. Por sus numerosas y brillantes colaboraciones e intervenciones en los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, revistas, medios digitales y agencias de información, durante el año 2015: 21 entrevistas en televisión, 121 colaboraciones en radio, 116 colaboraciones en revista y diarios nacionales, 44 intervenciones en medios digitales, 18 colaboraciones con agencias de información.

Mejor Labor de Divulgación

Al espacio de radio Guía de Padres, que se emite en el programa nacional «Hoy por Hoy» de la Cadena Ser.

Este espacio está presentado por la psicóloga Dª Rocío Ramos-Paúl Salto y el periodista D. Carles Capdevila i Plandiura.

Guía de Padres comenzó su andanza en 2013 y se emite todos los martes dentro del programa «Hoy por Hoy» en la franja horaria que presenta la periodista Dª Gemma Nierga.

Durante el programa se intenta resolver con destreza los problemas o diferencias que surgen entre padres e hijos.

 

Accésit Honorífico.

Al programa «DIVERPAPIS» emitido por la emisora de Radio Sol XXI (99.8 FM y www.radiosol.com) y presentado y dirigido por los periodistas D. Víctor Rodríguez Alfaro y Dª Alicia Puente Carrasco.

Este programa se emite todos los días lectivos de 9 a 10 horas y está dirigido a padres de niños y niñas entre 0 a 12 años. Su objetivo es compartir experiencias y dar pautas a los padres para mejorar la educación de sus hijos.

Bofetada, cara a la pared, pellizco: castigos más habituales en España y cuándo son delito. Colaboración con el diario 20 Minutos

  • La bofetada sigue siendo el castigo físico más habitual. Los expertos dicen que los padres ahora confunden «buena educación con el abuso de castigos».

  • En España sacar a un niño del coche como castigo y dejarlo abandonado sería delito y podría acarrear hasta cuatro años de prisión.

  • Los correctivos, además de no estar permitidos, son contraproducentes para los niños, según los psicólogos infantiles.

AMAYA LARRAÑETA @alarraneta

Castigos para niñosSi Yamato Tanooka, el niño japonés abandonado en un bosque como castigo, viviera en España, sus padres se enfrentarían a un delito de «abandono» y cabría imponerles una «pena de prisión de 2 a 4 años» porque las circunstancias —pasó seis días enteros completamente solo en un bosque— pusieron «en concreto peligro la vida, salud e integridad del menor», explican fuentes policiales.

La Policía española especializada en delitos en el seno de la familia, la UFAM, informa también de que, ante un caso como el del niño japonés de siete años, «el juez además podría inhabilitar a los padres para el ejercicio de la patria potestad y la Comunidad Autónoma puede decretar la situación de desamparo y proceder a su tutela».

En España los policías que más saben sobre abusos infantiles aprovechan para recordar que, dentro de nuestras fronteras, «muchos episodios de maltrato infantil no afloran porque la violencia doméstica queda en el ámbito de lo privado, los niños no conocen los recursos asistenciales y menos aún el de denuncia».

Aun así, al menos 3.349 niños fueron víctimas de malos tratos en el ámbito familiar en 2014 (último año con datos oficiales disponibles). Esto es 287 más que en 2013. Pero pueden no ser más que la punta del iceberg. Por ese motivo, los agentes resaltan la importancia de que los profesionales que trabajan con menores (en la escuela, en la pediatría, como entrenadores…) «adquieran conocimientos y habilidades para detectar situaciones de maltrato y canalicen la información a quienes puedan reprimir este tipo de conductas violentas».

Save The Children editó en el año 2004 un estudio comparativo de las formas de castigo universales más comunes (la bofetada, el azote, la sacudida, la patada, el golpeo con el cinturón, tirón de pelos y orejas, insultos , gritos, humillaciones públicas, culpabilización, motes, rechazo o silencio) e investigó su prevalencia en catorce países, entre ellos España. Su informe concluía que ser golpeado por los padres se consideraba algo normal. En España, en concreto, el 46% de los niños veían «innecesario» pegar para educar, pero el 47% de los menores opinaba que sus padres tenían derecho a pegarles.

Y así era, porque hasta 2007 no se eliminó del Código Civil la frase: «Los padres podrán corregir razonada y moderadamente a sus hijos«. Fuentes policiales aseguran que todavía hay progenitores que esgrimen como excusa «el derecho de corrección» cuando se les imputan castigos físicos contra sus hijos. Esas mismas fuentes recuerdan que ese derecho «ya no existe» en el ordenamiento jurídico español.

El correctivo ya no es legal

Catalina Perazzo es analista de derechos de infancia en la ONG Save The Children, organización que lleva varios años reclamando que España apruebe una Ley contra la violencia infantil. «En lugar de hacer intentos desagregados y parciales para acabar con las situaciones de violencia, creemos que hay que prohibir con una ley de manera absoluta e incondicional toda violencia contra la infancia», expone.

A falta de una ley integral que persiga la violencia contra la infancia, el Código Penal prevé que se pueda perseguir el castigo físico y psicológico como «maltrato en el ámbito familiar». Normalmente las penas que acarrea son trabajos en beneficio de la comunidad y órdenes de alejamiento, aunque en casos graves también puede haber condena una condena a prisión.

Para Save The Children es muy importante que la nueva regulación sobre violencia infantil tenga en cuenta «la frecuencia, la intención y la gravedad» de los castigos y agresiones para la proporcionalidad de las medidas. «Hay quienes argumentan que puede ser poco beneficioso para una niña que le alejen dos semanas de sus progenitores por una bofetada. Es preciso valorar el interés superior del menor», explican. La nueva ley podría aprobarse en la próxima legislatura, al menos el proyecto está en todos los programas electorales.

Silvia Álava: Consecuencias sí, castigos no

La psicóloga infantil Silvia Álava —autora del libro ‘Queremos hijos Felices’— considera que en España «los padres siguen confundiendo una buena educación con abusar del castigo«. Álava clama contra el castigo físico y psicológico y aboga por sustituirlos por «el refuerzo de las conductas en positivo». También Save the Children defiende la llamada «parentalidad positiva» que, centrada en los derechos d elos niños, en el afecto y en el establecimiento de normas y límites, busca educar en el buen trato y sin recurrir a castigos ni a humillaciones».

«Eso no quita para que los niños tengan consecuencias por las cosas que están haciendo mal«, puntualiza la psicóloga infantil Silvia Álava. «Pero démosle la vuelta», pide, «y en lugar de decir al niño que cómo has hecho algo mal voy y te quito algo que te gusta, por ejemplo, la tablet o el ver la tele un rato, deberíamos hacerlo al revés: cuando te lo ganas porque actúas bien, entonces puedes jugar al ordenador o con la tablet o ver la tele».

La psicología infantil propugana que, ante un conflicto o un mal comportamiento de un niño, lo primero es pararse a observar la situación y detectar si se está buscando atención extra y lo segundo evitar que el adulto pierda el control de la situación. Álava recuerda que los niños «copian a sus adultos de referencia» y en los comportamientos de los progenitores debe primar el cuidado.

Esta experta es defensora de la ‘teoría de la extinción‘, que consiste en que los progenitores no hagan nada, más bien le retiren la atención, cuando un niño se porta mal. «Siempre y cuando no haya un ambiente peligroso», puntualiza Álava, «si el niño está teniendo un mal comportamiento en una carretera y está en peligro, primero le saco de esa situación y después le retiro la atención, en dosis ajustadas a su edad». Esto es lo que ella hubiera recomendado a los padres del menor nipón abandonado en el bosque.

«Los padres ahora suelen ser poco constantes,  permiten mucho y si consideran que el niño se ha pasado le castigan con todo»

El estudio de Save The Children sobre el castigo identificaba entre los más habituales en los hogares en España la bofetada, golpes en la cabeza, humillar públicamente, encerrar a oscuras, poner cara a la pared, ridiculizar, mostrar indiferencia, sacudir, insultar, golpes con cinturón, pellizcar, amenazar o hacer comparaciones entre hermanos. Álava describe los principales efectos perniciosos que tienen esta prácticas en la infancia.

  • La bofetada: «Es uno de los castigos más comunes, pero no es lícito bajo ningún concepto. Demuestra que hemos perdido, como progenitores y adultos, el control de la situación. Sin olvidar que los niños copian a sus adultos de referencia y si le pegamos luego no puede extrañarnos que el niño también agreda. Lo más efectivo es procurar intentar no hacer caso al menor, retirarse antes de caer en el castigo físico». La especialista recomienda idéntico consejo para los golpes en la cabeza o los pellizcos, en definitiva para cualquier agresión física.
  • Humillar o ridiculizar públicamente: «Las consecuencias de humillar y ridiculizar son nefastas. Es tremendo. Puede entrar en conflicto con la autoestima y seguridad del menor. Es posible que como padre tengas que corregir una conducta del niño, pero si es en público, será mucho mejor que te acerques al oído y se lo digas solamente a él. Suele funcionar mejor. Aunque lo recomendable es que si por ejemplo si vamos a salir a un encuentro social, conviene dar a los niños las pautas antes de salir de casa y en positivo: «Así es como espero que te comportes. Sé que te vas a portar bien», se les dice. Si no lo hiciera después, no conviene humillar. La primera vez es mejor acercarse y decirle al oído cómo debe comportarse». Encerrar a oscuras: Silvia Álava considera que este castigo fomenta un determinado tipo de miedos. La psicóloga infantil apuesta por retirar al menor a un lado para que pueda calmarse, eso sí, pero nunca a oscuras, porque el niño puede generar una fobia y «las relaciones hijos y padres no pueden estar basadas en el miedo y la inseguridad».
  • Cara a la pared: «Es un castigo muy del siglo pasado. En determinados momentos en los que están muy, muy alterados, y sabemos que si seguimos interactuando vamos a terminar en un gran enfado, se puede llevar al niño a otro lugar, pero no tiene porqué ser mirando hacia la pared. Como tampoco veo bien que se castigue «a pensar» a una esquina. Pensar no tiene por qué ser un castigo. El niño va a asociarlo con algo malísimo y le vamos a condicionar. Es mejor decirle: «cuando te portas así no te vamos a hacer caso», pero no decirles que están castigados a pensar».
  • Sacudir: «Cuando un adulto sacude a un niño es el adulto el que ha perdido el control de sus emociones. Impropio en todo caso».
  • Hacer comparaciones con sus hermanos: «Hay que insistir en que comparar es nefasto. Cada niño es un mundo y hay que pedirle exactamente lo que realmente puede hacer. Las normas tienen que estar muy claras, pero no se debe entrar en comparaciones nunca».
  • Golpear con el cinturón: «Es todavía más agresivo que el coscorrón, la sacudida o el azote. Todavía peor».
  • Indiferencia: «Tenemos que tener cuidado con cómo la aplicamos. El niño tiene que ver que consigue más atención cuando su comportamiento es positivo, que si es negativo. Si te portas correctamente estoy presente, interactuamos. Y justo cuando no lo haces es cuando te dejo de hacer caso. Es la mejor de las opciones planteadas. Calculamos un minuto por edad, evitamos que la situación se descontrole y que el padre termine gritando porque tampoco se ha conseguido regular.

Por su experiencia en el gabinete de psicología infantil, Álava considera que «los padres ahora suelen ser poco constantes y permiten mucho, mucho y si consideran que el niño se ha pasado le castigan con todo». Sin embargo no promovemos que tengan alicientes. las cosas se las tienen que ir ganando cada día. Los errores deben tener consecuencias, pero no absolutas«. También advierte del error de aplicar castigos muy largos que hacen que el niño se desespere o no sean factibles.

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