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Madres separadas, cómo llevar bien las primeras Navidades sin los niños: «¿Por qué tengo que estar con mi padre si no sabe ni hacer una tortilla?

Por MARISA DEL BOSQUE

La Navidad es una fecha complicada cuando una pareja se rompe, especialmente si hay hijos en común. Más aún la primera, porque es el momento de establecer nuevos rituales. Dos psicólogas expertas en familia, Isabel Serrano-Rosa y Silvia Álava, explican qué hacer para que nada se tuerza.

Si se han separado, ¿qué demonios hace mi padre vestido de Papá Noël el día de Nochebuena dándonos los regalos en casa de mi madre al soniquete del ho, ho, ho?». María L. (nombre ficticio), no entendía nada. Le había costado asumir que su familia se había roto y que no volvería a vivir una Navidad tradicional, con todos reunidos entorno a la misma mesa, pero en esa primera, las cosas volvían a ser como antes. Tenía siete años, y más allá de pensar que se habían vuelto locos, albergó la secreta esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes y el divorcio pasara a la historia. «Para entonces, ella ya había asumido la situación, había hecho el duelo, tocaba estar unos días con su padre y otros con su madre, pero aquel Santa Claus en el salón le rompió todos los esquemas», asegura Isabel Serrano-Rosa, psicóloga, terapeuta de parejas y directora y fundadora del centro de psicología EnpositivoSI. María L., una de sus pacientes, hoy con 18 años, todavía recuerda aquella noche y el trastorno que le supuso.

En España se rompe un matrimonio cada 6,2 minutos

lo que afecta a 214 menores al día, según las cifras del informe ‘Evolución de la Familia en España 2023. Indicadores Sociales’ elaborado por el Instituto de Política Familiar (IPF), que alerta de que nuestro país vive una auténtica quiebra familiar: desde 1975 se rompen uno de cada tres matrimonios, lo que supone un porcentaje del 33%. Los divorcios en España son hoy día la forma casi unánime de ruptura y 5 de cada 9 parejas que pasan por este proceso tienen hijos: en los últimos 10 años 900.000 menores se han visto afectados. Y para todos ellos, padres e hijos, transitar la primera Navidad se convierte en un reto. «Hay de todo, muchos tipos de situaciones diferentes, pero el mensaje general que escucho en consulta es unánime: va contra el mundo Disney», explica Serrano-Rosa.

¿Cómo lo gestionamos?

En cualquier caso, ¿cómo lo gestionamos?, ¿en tu casa o en la mía?, que diría un boomer. Pues depende del escenario. «En situaciones de maltrato no es negociable, nunca hay que salirse de lo que estipule el convenio regulador; hay que cumplir estrictamente con lo dictado por un juez. En Navidad el maltratador puede situarse en una posición seductora, en lo que llamamos ‘luna de miel’, con ese discurso de ‘por los niños’ que nunca hay que escuchar. Por mucha pena que sientas, haz como en los aviones: ponte el cinturón y no te levantes de tu sitio hasta que se apague la señal luminosa«, advierte la experta.

Detrás de un divorcio siempre existe una situación de conflicto

Sin malos tratos de por medio, detrás de un divorcio siempre existe una situación de conflicto, y en esa primera Navidad de la pareja lo habitual es que no esté resuelto. «Aunque ya no haya convivencia, los roces que han provocado la ruptura seguirán presentes. Y lo mejor para evitarlos es cortar de forma radical, para todos. Si no se hace, los niños pueden confundirse, hacerse la ilusión de que todo va a solucionarse y la familia volverá a estar unida. No hay que dejar espacio a esas fantasías; harán que el duelo no termine y se viva una y otra vez. Es mejor aterrizar en la realidad y acelerar el proceso«, explica Serrano-Rosa.

¿Y si la separación ha sido de mutuo acuerdo y ambos cónyuges se llevan bien? «Incluso en estos casos es mejor dejar clara la nueva situación; lo que consideramos la familia tradicional se ha esfumado, no hay que llevarse a engaño«, afirma la experta. Y si los niños tienen una cierta edad, dejarles elegir. «¿Por qué tengo que estar con mi padre en Navidad si no sabe ni hacer una tortilla y me aburre?, se preguntaban muchos de mis pacientes».

¿Las madres llevan la peor parte?

Los niños no son tontos y es mejor no enredarles. ¿Pero qué pasa con las madres? «No digo que los padres no sientan que estas fechas son especiales y que se pierden algo, pero en este sentido ellas son las que suelen llevarse la peor parte, porque se anticipan», apunta Isabel Serrano-Rosa. «A muchas la sola idea de pasar la Navidad sin sus hijos les hace echarse para atrás a la hora de plantear un divorcio. No es que ellos no sufran, simplemente son capaces de distanciarse más».

No se trata sólo de estar lejos de los niños; en el fondo, subyace otro duelo: «Por el sueño roto de constituir una familia feliz y unida. Es a lo que toda mujer aspira cuando comienza una vida en pareja, lo que nos han vendido las películas de Disney y los anuncios navideños. Conecta con la sensación de fracaso, con el sentimiento de que no lo has conseguido, porque puedes estar muy contenta de haberte separado de ese hombre que no aguantabas, pero nunca lo estarás de haber perdido la posibilidad de crear la familia que deseabas; renunciar a ese proyecto es duro».

¿Qué hacemos para llevarlo mejor?

«Algo diferente», responde Serrano-Rosa, «son los rituales de la primera vez. Si estás sola en una fecha señalada, intenta ir de viaje, salir con amigos… cualquier cosa completamente distinta a lo de antes y que vaya especialmente dirigido hacia ti misma, para que puedas ir sanando tu propia herida, la que ocasiona el fracaso de tu proyecto». Como norma, pensar que todo se puede cambiar, «saltar sobre los prejuicios» y decir no a lo que no te guste. «Si vas a sentirte arropada por tu familia, ve con ellos; si no, evítalo. Hay que buscar lo que yo llamo el ‘bien-estar’, que no es lo mismo que bienestar, de este último no habrá. Necesitarás cuidar mucho de ti misma, de tu propio daño, de tu malestar y de tu identidad lejos de ser madre, porque en ese momento no será tu papel».

Los niños tienen muchos recursos para superar esas primeras Navidades si los padres son claros y coherentes, insiste la experta, porque esa actitud les generará seguridad y confianza. «Las cosas tienen que ser claras: te has separado, pues ya está».

Cómo hacerlo más fácil a los niños

En este punto, ¿Cuáles son los recursos para hacerlo todo más fácil y ahorrarnos malos tragos? Preguntamos a otra experta, Silvia Álava, psicóloga educativa y especialista en Psicoterapia.

«Van a ser fechas difíciles para todos, pero especialmente para los niños. Los adultos lo pasarán mal, porque van a echar de menos a sus hijos, pero tienen desarrollados mecanismos de regulación emocional: pueden hacer un viaje, estar con amigos… Los niños no tienen esos recursos y hay que buscar que estén bien, aunque eso incluya aceptar cosas que no nos apetezcan», explica la experta.

Lo ideal es que «las vacaciones ya estén pactadas, y cuanto más cerrado esté por convenio, mejor, porque evitará conflictos posteriores», insiste Silvia Álava. «No obstante, hay que ser razonables: si en una familia se celebra más una fecha que la otra, debemos respetarlo e intentar adaptarse«. Sentido común, dice la experta, pensando en «dónde van a estar ellos mejor en esas fechas tan señaladas».

Es importantes mantener el ambiente lo más cordial posible.

«En esas reuniones familiares no puedes hablar mal del otro progenitor, algo muy habitual cuando las separaciones se complican. Los menores siempre tienen que quedarse al margen, porque por pésimo que haya sido para ti como pareja, no deja de ser el padre o la madre de tus hijos. Si tenemos familiares que hablan mal de tu ex delante de los niños hay que pararles y decirles que su padre, o su madre, se merece un respeto y no opinamos. Mucho cuidado con esto», advierte Silvia Álava, que añade que los niños deben saber qué días están con cada uno de los padres. «Si son muy chiquititos, se pueden pintar en un calendario con un color los días de mamá o los de papá, o poner una foto de la casita donde van a estar; eso les va a dar mucha seguridad. No saber qué es lo que vamos a hacer, eso del ‘ya veremos o ya lo hablaremos’, genera mucha incertidumbre, a un adulto y sobre todo a un niño».

La llegada de Papá Noël y de los Reyes Magos también es otro foco de conflicto.

¿Cuándo y en qué casa se dejarán los regalos? «Tenemos que negociar muy bien, poniendo por delante el bien de los menores. Quizá ese día tengan que ir a ambas casas, aunque sea sólo un ratito. Y ponernos de acuerdo en qué se va a pedir en cada familia. A veces nos metemos en un concurso de ‘yo tengo que ser más’ y no es bueno inundarles con cosas que no necesitan. Tampoco atribuirse uno de los dos todo lo que les hace ilusión. Siempre será más fácil cuando la separación es amistosa, pero si no lo es, tenemos que evitar que los niños, o incluso adolescentes, paguen los platos rotos para que tengan la mejor Navidad posible. Y eso implica dejar nuestras diferencias a un lado», concluye Silvia Álava.

FUENTE: ELMUNDO.ES

¿Qué errores no debemos cometer en una separación cuando hay niños?

En la mayoría de los casos, son ellos, los hijos, los que más sufren cuando una pareja se separa… Son los daños colaterales cuando la brecha se hace insalvable…

Pueden llegar a vivirlo como una situación de abandono, sus figuras de referencia dejan el hogar, temen que ellos sean los culpables y que acaben por quedarse solos.

Nunca deben convertirse en el arma arrojadiza en medio de la separación, no pueden verse afectado el vínculo con su padre o con su madre.

¿Qué líneas rojas no debemos cruzar?

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¿Seguir viviendo con tu ex tras la ruptura?

Hay ocasiones en las que pese a la ruptura, las parejas deben seguir viviendo bajo el mismo techo, por necesidad económica, por miedo a la soledad, por la falta de acuerdo…

Cuando llega el momento de la ruptura es porque algo no va bien, con lo que seguir viendo a la persona con la que has compartido tu vida, no suele ser una buena idea.

De ello hablamos en «Juntos» este programa de TeleMadrid.

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Qué hacer para que los niños no sufran en los divorcios: «Que no reciban las balas de la guerra de sus padres»

Sí, con una buena gestión del divorcio o de la separación de los padres, es posible que los niños no sufran o no tengan problemas psicológicos por la ruptura. La psicóloga Silvia Álava nos cuenta todas las claves a tener en cuenta.

Por Beatriz G. Portalatín

Cuando se produce una ruptura sentimental en una pareja con hijos, ésta deja de serlo pero ninguno de los dos dejan de ser padres o madres. Por eso, y según los expertos es importante que haya un buen divorcio y una buena gestión de la separación para que los niños/as sufran lo menos posible.

Y clara-mente mucho se está hablando de todo esto durante las últimas 48 horas, por la famosa canción queShakira ha dedicado a Piqué, pero sin hacer valoraciones sobre este caso (que bastantes cosas hay ya) y extrapolándolo a lo mundano y cotidiano de nuestro entorno, expliquemos las claves para tener un buen divorcio.

Porque sí, es posible que los niños no sufran con las rupturas de sus progenitores, siempre y cuando haya una buena gestión de la separación, que sabemos que no son nada fáciles y que como ya explicamos en este artículo, también deben atravesar su duelo. Y ese duelo siempre lleva consigo una fase de dolor muy importante.

«La evidencia nos dice que, si sabemos separarnos cuando tenemos hijos pequeños, no tendría por qué haber problemas con los niños/as», afirma a laSexta.com Silvia Álava (@silviaalava), doctora en Psicología y directora del área de psicología infantil del Centro Álava Reyes (Madrid).

Sin embargo, «cuando no hay una buena gestión de la separación, los estamos utilizando para hacer daño al otro progenitor o están los niños recibiendo las balas perdidas de la guerra de sus padres, las probabilidades de que desarrollen problemas psicológicos se incrementan mucho más», asegura esta experta, autora de Queremos hijos felices (donde precisamente hay un capítulo dedicado a esto).

Y es que al final, muchas veces, «son los hijos los que se quedan en medio de la guerra que tienen sus padres y ellos tienen que estar a otra cosa, y sobre todo tienen que estar protegidos por sus propios padres. No tienen ellos que recibir esas balas».

Claves para gestionar un buen divorcio cuando hay niños

Fundamentalmente, podemos decir que, según Silvia Álava, existen 4 claves básicas que debemos tener en cuenta cuando tenemos hijos pequeños, sean niños o adolescentes (no olvidemos que los adolescentes no son adultos) y nos estamos separando o divorciando de nuestra pareja.

1. Explicarle bien a los niños que sus padres se van a separar

Esto es fundamental. Contarles bien a los pequeños que sus padres/madres se van a separar pero que ellos no tienen culpa ninguna y que les van a seguir queriendo igual. De hecho, «muchas veces con los más pequeñitos funciona muy bien la palabra novios: vamos a dejar de ser novios, vamos a vivir en casa separadas, pero te vamos a querer igual… Con los más mayores, sí podemos decir pareja», señala Álava.

Pero es muy importante insistir en que «son cosas de pareja y que nada tienen que ver los niños«; y esto hay que dejarlo claro porque a veces tienden a pensar que es por su culpa y no es así, debemos decirles que las cosas de pareja son precisamente eso, cosas que pertenecen solo a dos personas».

2. Explicarles a los niños cómo va a ser su vida a partir de ahora

Algo fundamental para los pequeños es que, una vez les contamos que sus padres/madres van a separarse, les expliquemos muy bien cómo va a ser su vida a partir de ahora: en qué casa van a vivir, quién los va a llevar ahora al colegio… Todo lo que necesitan saber para su día a día, todas esas cosas prácticas. Y además es importante que les involucren en esto. Por ejemplo, «si van a tener un segundo dormitorio en casa del otro progenitor, que sean ellos quienes vayan a elegir la decoración y que se sientan parte de su nuevo hogar».

Y así lo explicaban también aquí varias expertas en psicología y mediación: es importante «formular la separación procurando que sus hábitos cambien lo menos posible y que sigan en relación con las respectivas familias (abuelos, tíos, primos…)». La estrategia común que tenga en esto la pareja es fundamental, es decir, tal como aseguraban las expertas, para que los hijos/as sufran lo menos posible, la pareja tiene que llegar a un buen acuerdo en la forma en que se van a separar y a una buena planificación y organización de cómo será ahora la vida de sus hijos/as.

3. Nunca contarles los motivos de la ruptura (son cosas de pareja)

«No, nunca debemos contarles a los niños los motivos de la ruptura», asegura Álava. «Nunca tenemos que contar el porqué se ha roto la pareja, los niños/as no tienen que tener más información de la que les atañe a ellos mismos», insiste la experta. Y es que «hay muchos adultos que están dolidos porque su ex ha tomado la decisión de terminar y cuando se lo cuentan a sus hijos/as no son capaces de discernir con claridad y tienen que darse cuenta de que esto es un tema de adultos».

Porque por mucho que deje de ser tu pareja, «no va a dejar de ser el padre/madre de tus hijos y necesitamos que la relación sea lo mejor posible. Necesitamos una relación buena y sana, por ello en ningún momento podemos descalificar a la expareja, porque al final ese niño/a se va a quedar con los dos», señala.

4. Que no haya o que no sigan las faltas de respeto

Normalmente, antes de que la pareja se separe, hay malos momentos, probablemente palabras duras, faltas de respeto… pero cuando la pareja decide romper, «no tiene que haber ya esas faltas de respeto hacia el otro/a delante de los hijos, porque la pareja ya no existe, para algo nos hemos separado».

Y esto es importante porque «la mala relación con nuestra expareja puede afectar al vínculo de seguridad y de apego que queremos que nuestros hijos desarrollen con los dos progenitores. Por eso es importante dejar siempre a los niños al margen», asegura Álava. Al margen del dolor y de todo lo que podamos sentir nosotros, como pareja, con la ruptura y la separación.

FUENTE: lasexta.com

Cómo funciona el anidamiento: cuando los niños se quedan en la casa y los padres divorciados se la turnan

Por Aldara Martitegui

Explicamos qué es el anidamiento: una solución para separaciones en la que los padres se turnan para cuidar a los hijos en el domicilio familiar

Los expertos coinciden en la complejidad de esta solución aparentemente fácil y cómoda para padres e hijos

Las psicólogas Silvia Álava y Alicia Navarro comparten sus impresiones sobre esta modalidad que va en aumento

Luis y María anidaron a su hija Carla durante 8 meses, cuando por fin tomaron la decisión de separarse. Tardaron en hacerlo porque los dos tenían miedo a que la separación afectara a la niña. “Cuando ocurrió, explica Luis, cuando dimos el paso de sentarnos a hablar del divorcio como un hecho inevitable, los dos pensamos que anidar a Carla en nuestra casa de siempre iba a ser lo mejor para ella. ¡Es que en la práctica llevábamos tiempo haciéndolo! María y yo ya no compartíamos habitación desde hacía meses. Lo teníamos todo a nuestro favor para anidar: Teníamos espacio en casa para tener una habitación cada uno. Yo me alquilé un estudio para vivir la semana que me tocaba estar fuera de casa y María se instaló en casa de sus padres”.

El anidamiento o Birdnesting, es la fórmula en la que cuando los padres se separan,

Los niños permanecen en el hogar familiar y son los progenitores los que se turnan para pasar tiempo con los hijos. La fórmula va en aumento en los países occidentales, pero dado que es una tendencia bastante nueva, aún no hay datos comparativos sobre el bienestar de los niños y de los padres en este tipo de familias respecto a otras soluciones de custodia compartida.

“Cuando nos separamos, continúa Luis, la niña estaba a las puertas de la adolescencia. El anidamiento nos pareció la solución perfecta para no desestabilizar emocionalmente a nuestra hija. Pero eso sí, los dos teníamos clarísimo que el anidamiento iba a ser una solución temporal, como mucho de un año, para que Carla se adaptara mejor a la nueva situación”.

La solución del anidamiento, que había sido tomada por estos padres como medida supuestamente beneficiosa para su hija, resulta que se convirtió en su peor pesadilla

¿El anidamiento puede ser un obstáculo?

Finalmente, el año de anidamiento que Luis y María habían planificado para Carla, se adelantó a 8 meses cuando la niña empezó a tener problemas digestivos. Estuvo ingresada varias veces por molestias que no tenían explicación médica… Al tercer ingreso, los médicos recomendaron a sus padres llevar a la niña a un psicólogo.

Carla fue un caso claro de fracaso de anidamiento. A pesar de la buena comunicación que había entre Luis y María, la niña no comprendió la nueva relación de sus padres. El anidamiento fue para ella como un obstáculo para aceptar que sus padres se habían divorciado y le hizo vivir en un constante estado de ansiedad, preguntándose si volverían algún día e interpretando incorrectamente señales de que sus padres se estaban reconciliando.

La solución del anidamiento, que había sido tomada por estos padres como medida supuestamente beneficiosa para su hija, resulta que se convirtió en su peor pesadilla. Ahora bien, la pregunta que surge aquí es: ¿Cómo habría respondido Carla a otra fórmula de separación?, ¿habría aceptado antes el divorcio de sus padres y se habría evitado toda esa ansiedad? Es difícil saberlo.

Ni la mejor ni la peor solución: hay que valorar muchos aspectos

La psicóloga Silvia Álava insiste en que en el tema de las separaciones nunca hay una fórmula que sea la buena, nunca hay una fórmula que sea la correcta, “Siempre hay que pararse a hacer un análisis en profundidad de cada caso, de cada familia, de cómo son esos progenitores, de cómo se llevan, de cómo es ese niño y esa niña, de si hay hermanos o no, de cómo es nuestra situación económica para, a partir de ahí, parar y decir, mira: esta es la mejor de las opciones”.

A priori el anidamiento no tiene por qué ser una fórmula peor que otras, recalca la psicóloga y mediadora Alicia Navarro dado que “Una separación es normalmente un proceso doloroso que genera una montaña rusa emocional. Así que, no solo los niños y niñas, sino también los adultos van a tener que lidiar con esos altibajos emocionales, independientemente del modo como decidan terminar su relación. Por eso, no creo que el anidamiento sea más perjudicial para la salud mental de las personas implicadas que cualquier otra manera de separase (…) el anidamiento es un fenómeno muy nuevo y todavía no disponemos de datos suficientes para saber de qué modo puede afectar a los niños y niñas y tampoco a los adultos. No obstante, creo que se trata de una de las muchas opciones que se pueden barajar en una familia a la hora de decidir cómo la pareja va a separarse. Me parece una buena solución si lo que se persigue es minimizar los conflictos y maximizar la estabilidad emocional y psicológica de la familia”.

La estabilidad del niño no la da la vivienda, sino los padres

Silvia Álava insiste en la idea de que la estabilidad del niño no la da la vivienda, sino los padres. “El anidamiento, si lo pensamos fríamente, se puede pensar que quizás para los niños puede ser la mejor opción (…) Porque lo que estamos haciendo es que el niño, la niña o los hermanos son los que se quedan en la misma casa y son los padres los que están cambiando. ¿Esto qué implica? Pues que evitamos a los niños ese cambio de tener que hacer maletas o tener que llevarnos sus cosas o los libros del colegio cada vez que hay que cambiar de un progenitor a otro. Desde el sentido común, pensando en el niño, podríamos decir que parece muy razonable”. Pero el papel lo aguanta todo, insiste Álava…la realidad es que luego en el día a día la situación es mucho más compleja.

El anidamiento; una forma más de convivencia

El anidamiento -esta supuesta fórmula tan beneficiosa para los niños- se puede volver en su contra, como ocurrió en el caso de Carla. Pero puede fracasar por muy diferentes motivos…uno de ellos porque no deja de ser una forma de convivencia.

Por eso, apunta la psicóloga y mediadora Alicia Navarro,” creo que esta opción solo puede tomarse de mutuo acuerdo y en el caso en que ambos miembros de la pareja estén preparados para tolerar mantener cierta relación de convivencia: no olvidemos que van a compartir un espacio aunque sea por turnos y que eso puede generar tensiones si las normas no están muy claras”.

Un detalle importantísimo -esto de no olvidar que el anidamiento sigue siendo una manera de convivencia- con el que coincide Silvia Álava, que insiste en que “muchas veces es una solución poco viable porque a nivel convivencia, aquellas cosas que nos llevaron a la separación porque la convivencia no funcionaba, todavía aún se incrementan mucho más porque el roce sigue estando ahí”.

La importancia de la buena relación de la expareja

Una de las premisas de la que hablan los expertos para que el anidamiento pueda funcionar es por tanto que la relación entra la expareja sea excepcionalmente buena.

“Tiene que ser solo en casos de familias que se lleven excepcionalmente bien y que los dos tengan el mismo grado de responsabilidad respecto a los niños y respecto a la casa para que realmente funcione, porque si no, en la vida real es muy complicado”, recalca Álava.

Para evitar conflictos, la mediadora Alicia Navarro recomienda acudir a un profesional de la salud mental que ayude a la familia a entender sus propias emociones y a un mediador que ayude a la expareja a adoptar los acuerdos necesarios y a poner sobre la mesa normas que regulen la situación; “Normas para temas muy cotidianos como por ejemplo el orden y la limpieza, o qué zonas de la casa o elementos particulares no son compartidos -como ordenadores personales, documentos, algunos armarios con enseres privados etc- o qué personas están autorizadas a entrar en la casa cuando el otro miembro no está”.Si, por ejemplo, es una separación en la que uno de los dos se ha separado pero el otro no quería, pues eso hace que se enganche todavía más a la posibilidad de volver (Silvia Álava, psicóloga)

Las dificultades económicas que vienen aparejadas al anidamiento también pueden afectar indirectamente a la estabilidad emocional de los niños. “Hay familias en las que me lo puedo permitir porque esto implica tener tres casas: una en la que que vive el niño y a la que cada uno vamos cada dos semanas y luego la semana que no estamos, cada uno tiene que tener otra casa u otro sitio donde vivir y las complicaciones económicas, pueden influir luego en la relación con el niño”, resalta Silvia Álava.

Porque los padres tendemos a volcar en nuestros hijos nuestras frustraciones y preocupaciones…

Por eso, en una separación, es importante pensar en el bienestar del niño, pero también en el de los padres. Así está emocionalmente el progenitor, así lo va a proyectar en sus hijos.

“No podemos olvidar que estamos hablando de una pareja en proceso de separación, por lo que, emocional y psicológicamente hablando, se trata de un proceso vital complejo para cada uno de los miembros de esa pareja, incluso cuando se trata de una separación por mutuo acuerdo” explica Alicia Navarro.

Un proceso que se agravaría más aún si uno de los miembros de la expareja no ha terminado de aceptar la separación.“Si, por ejemplo, es una separación en la que uno de los dos se ha separado pero el otro no quería, pues eso hace que se enganche todavía más a la posibilidad de volver, de recuperar a la pareja”, puntualiza Silvia Álava.

La importancia de la estabilidad emocional de los progenitores

Esa situación de incertidumbre, inestabilizará emocionalmente a uno de los progenitores y es muy posible que termine salpicando a los hijos.

Álava recuerda que «los adultos somos los responsables de que ese menor esté bien y hay que procurarle y darle todo lo que necesite, tanto a nivel fisiológico, de darle de comer, de llevarle al colegio, de ayudarle con los deberes, pero también a nivel emocional. Y tenemos que ver si la casa que vamos a compartir, a nivel emocional nos ayuda a nosotros a estar bien en esta situación o no. ¡Cuidado! Porque es que si resulta que yo voy a estar todo el día enfadada porque resulta que mi expareja cada vez que llego lo deja todo manga por hombro y yo lo dejo todo recogido y encima tengo que recoger lo suyo… esto puede que llegue a afectar a cómo estoy yo luego con mi hijo o con mi hija”.

Los plazos

En el caso de que la pareja cumpliera todos los requisitos para que el anidamiento funcione, Navarro incluye una premisa importante a la hora de diseñar u organizar un anidamiento: los plazos.

“Todavía no tenemos estudios al respecto, pero creo que, si la intención de anidamiento es buena, es decir, persigue maximizar el confort y el bienestar de todos, se trata de una decisión compartida por la pareja, consciente, meditada, con unos plazos lo más concretos posibles y no demasiados extensos, entonces, se pueden minimizar las consecuencias negativas a nivel emocional (…) y cuando hablo de plazos consensuados y no demasiado extensos, precisamente estoy contemplando la posibilidad de que algún miembro de la expareja -o ambos- comience una nueva relación. Creo que, en este caso, sería muy complejo mantener el anidamiento demasiado tiempo».

Creo que el anidamiento debería ser un proceso de adaptación y quizás no tanto una solución definitiva (Alicia Navarro, psicóloga y mediadora)

¿Qué solución ayuda a tener una mejor estabilidad emocional?

Ambas psicólogas insisten en que quienes tienen la responsabilidad de procurar una estabilidad emocional a los hijos son siempre los padres y las madres y son ellos quienes tienen que ver qué solución es la que ayuda a tener una mejor estabilidad emocional.

En cualquier caso, insiste Alicia Navarro, por muy bien que se alineen los astros a favor del anidamiento, es preferible tomárselo como una solución con fecha de caducidad. “Creo que un anidamiento temporal puede beneficiar a que la familia asimile poco a poco la nueva situación, quizás de una forma menos traumática, y a que los adultos puedan acordar de qué forma proseguir con su separación. Creo que el anidamiento debería ser un proceso de adaptación y quizás no tanto una solución definitiva. De hecho, su nombre, Birdnesting, recuerda a ese proceso en el que las aves cuidan de sus polluelos en el nido mientras no se valen por sí mismos para volar y alimentarse y son los adultos los que van y vienen. Pero fíjate cómo esa situación es siempre temporal».

FUENTE: NiusDiario.es

Expertas explican cómo decirle a tus hijos que te divorciarás de su padre

Por Lorena Martinez – para Tiempo Digital

En ocasiones, la relación que llevas con el papá de tus hijos no es necesariamente la más óptima ni brinda la felicidad que necesitan. Puede tratarse de un sentimiento recíproco en el que ninguno de los dos se siente cómodo con la compañía del otro, pero ¿cómo decirle a mi hijo que me divorciaré de su padre?

Pues bien, antes que nada, debes tener en cuenta que no es el fin del mundo y que son muchas las parejas con hijos que deciden seguir una vida por separado.

Recuerda que eso no es malo ni bueno. Es una circunstancia de vida que se debe enfrentar como cualquier otra.

A pesar de que pienses que separarte de tu pareja puede ser una acción negativa para tus hijos, la realidad es que si entre ustedes crean un ambiente tóxico en casa, el mejor regalo que pueden brindar a los pequeños, es que cada uno continúe por su lado. Eso será de gran ayuda para que no vivan en un ambiente denso y lleno de toxicidad.

Sobre el tema, la psicopedagoga Laura Aguilera da algunos consejos para que sepas cómo informarle a los hijos de la manera más asertiva la decisión de divorciarte de su padre.

Según la experta, informar a tus hijos sobre una noticia de tal índole, es algo que debe planificarse con delicadeza, pues deberás tener respuesta a cualquier pregunta que puedan hacer al respecto. Sobre todo, deben dejar bien claro que la separación no es para nada, culpa de él/ella (el hijo).

En ese sentido, recomienda dar el tiempo para que independientemente de la edad que tengan, los hijos asimilen la situación de una manera tranquila y serena.

¡Déjalos que se expresen!

Por otro lado, la especialista en Psicología Infantil Silvia Álava, aconseja que le permitas a tus hijos expresarse libremente; aún sabiendo que esa reacción no será nada positiva.

Los niños son muy inteligentes, y es muy importante que los escuches y no reprimas sus ideas y sentimientos, y más cuando se trata de temas tan delicados como un divorcio, dice Álava.

Nunca trates de imponer ideas tuyas acerca de la situación o de su padre. Por ejemplo, -dice la psicopedagoga Laura Aguilera, «el niño tiene que poder sentir la libertad de decir que echa de menos a su padre o a su madre cuando no está con él o con ella».

Eso no tiene por qué hacerte enojar o ponerte nerviosa. Entre otras cosas, eso implica, «no luchar por el papel del bueno de la película», sino más bien lograr que la decisión acerca de la separación de sus padres ha sido con el fin de buscar el bienestar de todos.

A renglón seguido, las expertas recomiendan que digan a sus hijos mensajes como: “Los dos te queremos y siempre vamos a estar contigo acompañándote, aunque ya no estemos juntos, siempre seremos tus padres”.

FUENTE: Tiempo digital

Cuando los hijos pagan por las peleas de sus padres. Colaboración con el diario El País

Reglas básicas para comunicar a los hijos el divorcio de los padres. Colaboración con la revista SModa del diario El País

Decírselo los dos juntos, no hablar mal del otro y no caer en comprarle con regalos son algunas de las claves.

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El amor muchas veces no dura para toda la vida. A veces porque la pareja se deteriora por los roces de la convivencia, porque ha aparecido otra persona o simplemente porque ya no sois los mismos que eráis cuando empezasteis la relación. El problema está en que lo que parece un asunto de dos, se convierte en algo más complejo cuando hay hijos de por medio. Porque vuestra separación no solo supone un cambio en vuestras vidas, sino también en las suyas. Aunque seguir por los hijos no parece una opción lógica, si al final solo vamos a hacerles vivir en un ambiente tenso e incluso podemos hacerles cargar con esa culpa, lo que sí debemos tener en cuenta es cómo hacer las cosas lo mejor posible. Empezando por el principio, es decir, cómo vamos a contarles que “mamá y papá se separan”.

Sí, es cierto que ya no se trata de una noticia tan impactante como hace unos años, principalmente porque seguro que no va a ser el único niño de clase con padres separados. Ahora lo raro es casi que sigan casados. Sin embargo, la psicopedagoga Laura Aguilera aporta que “que los padres se separen es un aspecto muy importante para los niños, tanto ahora como hace años, que no se veía con tanta frecuencia. La idea de que los padres se separen implica un cambio en su rutina diaria, a la que al inicio les cuesta adaptarse”, por lo que siempre hay que planificar cómo vamos a abordarlo. Igualmente, también depende de cómo sea nuestra separación, ya que “no es lo mismo la separación de unos padres que simplemente han dejado de quererse en el sentido del amor romántico, pero se respetan mutuamente y llevan una separación civilizada”, que los padres que se separan por algo razones complicadas como una infidelidad o incluso en casos extremos unos malos tratos.

Lo que debemos decir y lo que debemos evitar

“Es fundamental comunicárselo al niño de la forma correcta, a ser posible los dos juntos y evitando que los niños piensen que es por ellos, por su mal comportamiento, por lo que han hecho o han dicho, pero sobre todo tenemos que dejarles tiempo para que lo asimilen”, aporta la especialista en psicología infantil Silvia Álava. Entre las cosas que debemos hacer está el “responder a las preguntas que hagan. En el momento de dar la noticia de la separación, los niños más pequeños pueden dar respuestas sorprendentes, como ‘vale, y ahora, ¿puedo jugar con mis juguetes?’, pero poco a poco irán entendiendo la nueva situación”.

Otra idea que destaca la psicóloga es la de dejar que durante el proceso el niño pueda expresarse libremente y no imponerle nuestras ideas. Por ejemplo, “el niño tiene que poder decir que echa de menos a su padre o a su madre cuando no está con él o con ella”, sin que nos pongamos todos nerviosos. Eso implica, entre otras cosas, “no luchar por el papel del bueno de la película”, sino intentar ser un bando unido y darle mensajes juntos del estilo: “Los dos te queremos y los dos queremos estar contigo”.

Por supuesto, habrá que controlar nuestras propias emociones y evitar que nuestro hijo/a oiga descalificaciones de nuestro ex. “No olvidemos que por muy mal marido o esposa que una persona sea, no deja de ser la madre o el padre del niño”. Eso también significa que no hay que caer en usar tretas del estilo “llenar al niño de regalos, pensando que de esa forma no nos echará de menos, o que con eso conseguiremos que nos prefiera ante el otro progenitor”. Silvia Álava aclara que así, “lo único que estamos haciendo es llenarle de cosas, lo que de verdad será duradero es que sepa que sus padres están ahí para quererle, escucharle, ayudarle a resolver sus problemas”. Pese a ello, sí que es positivo remarcarle todo aquello que pueda ver como positivo de la nueva situación. Por ejemplo el “tendrás dos casas, dos habitaciones, y harás un montón de cosas con mamá y con papá, pero por separado”, ya que como explica la psicóloga “se trata de que el niño aprenda a ser feliz en la nueva situación”.

La edad del niño importa

Aunque tengamos cuarenta años e hijos propios, que nuestros padres nos digan que se separan es una noticia que impacta, porque al final es un cambio en la propia estructura de nuestra vida. Incluso aunque no vivamos con ellos, supondrá un cambio en nuestras rutinas. Sin embargo, la edad que tiene el niño cuando se entera de que sus padres ya no van a seguir siendo una pareja es un factor bastante determinante.

En este punto Laura Aguilera hace una distinción de cómo llevará el niño la situación y qué tener en cuenta según los años que tenga, para que ciertas reacciones no nos pillen por sorpresa, teniendo en cuenta que siempre influye el grado de maduración del mismo.

  • Hijos menores de 5 años: En este caso las explicaciones deben ser muy sencillas, concretas, cortas y claras, ya que todavía no comprenden lo que sucede del todo. “Tanto el padre como la madre se perciben por el hijo como una unidad inseparable. En estos casos, lo adecuado es explicarle brevemente al hijo qué progenitor será el que deje el domicilio, se le presentará el nuevo hogar de éste, así como se le expondrá cuándo lo verá y en qué entornos”, apunta Aguilera.
  • Hijos de cinco a ocho años: Ahora ya necesitan más información, porque la separación de sus padres les afecta a nivel emocional y personal. La psicóloga aclara que “en estas edades es cuando hay riesgo de que los niños se culpen a ellos mismo por la separación de sus padres, así como fantasear con que algún día volverán a estar juntos”.
  • Hijos de nueve a doce años: “A estas edades los niños pueden ver el divorcio de sus padres como algo que no pueden controlar, por lo que no interiorizan un sentimiento de culpa”, aclara Álava. Quizás por ello, suelen culpar más a los padres y se plantean aspectos morales de lo que está bien y lo que está mal. “En ocasiones pueden tomar partido en un bando de los dos progenitores, pero todo dependerá del tipo de relación que mantengan y de cada caso en particular”, insiste la experta.
  • Hijos adolescentes: Ya sabemos que esta es una etapa de emociones y comportamientos contradictorios, por lo que no es de extrañar que estos salgan en una situación de divorcio. “Son capaces de asimilar esta ruptura familiar de forma más madura, pero como adolescentes que se enfadan y experimentan frustración ante la situación, volviéndose más introvertidos, como forma de expresión de su inconformidad ante la separación de sus padres” concluye la psicóloga.

Otros factores a tener en cuenta pueden ser por ejemplo el sexo, a lo que Aguilar aclara que “no tiene por qué tener una reacción diferente el hecho de que el niño de padres separados sea de género masculino o femenino. Si bien es cierto que los niños podrían ser más propensos a tener una conducta más disruptiva y oposicionista, mientras las niñas pueden ser más introvertidas y optar por sentirse culpables de la separación”. Igualmente, el hecho de ser hijo único o de tener hermanos también ha de ser tenido en cuenta, puesto que como aporta la psicopedagoga “es más complejo si hay más hermanos, por un motivo muy claro, y es el hecho de que la edad de cada hermano implicará un tipo de explicación de la separación diferente, debido a su capacidad de entender la situación”. Así su recomendación pasa por reforzar el vínculo entre ellos en contrapartida, ya que “en una buena relación entre hermanos, éstos pueden ver uno en el otro, un apoyo importante”.

 

FUENTE: http://smoda.elpais.com/belleza/reglas-basicas-comunicar-los-hijos-divorcio-los-padres/

¿Cómo actuar si papá nos lleva de vacaciones con su novia? Colaboración con el diario ABC

Los hijos de padres separados no siempre establecen buenas relaciones con la nueva pareja. Claves para una mejor convivencia

LAURA PERAITA

divorcio vacaciones hijosEl verano se presenta para muchos padres o madres separados o divorciados como una gran oportunidad de pasar unos días juntos con sus hijos… y también con su nueva pareja. ¿Cómo actuar al estar todos juntos? Según la psicóloga Silvia Álava es importante que los padres tengan un mínimo de seguridad y de confianza en que la nueva pareja va a tener una reacción positiva con los niños y que la relación entre ambos adultos tiene una mínima viabilidad para convertirse en algo estable.

Explica que «antes de que la nueva pareja del padre o de la madre veranee con los niños, es importante que estos la conozcan, que hayan podido verse con anterioridad para verificar que el niño va aceptando y asumiendo la nueva situación como normal».

De lo contrario, esta especialista añade que los niños pueden acusar mucho encontrar que el padre o la madre acude a pasar las vacaciones con una nueva pareja que ellos no conocen, lo que puede acarrear enfados. Por eso es mejor introducirles poco a poco y, sobre todo, avisarles que van a compartir unos días.

Nora Rodríguez, pedagoga y escritora, aconseja que los nuevos acompañantes no intenten sustituir a nadie. «Nunca hacer que llamen papá o mamá a la nueva pareja. Deben llamarle por su nombre».

Cuando hay más hijos de por medio

En los casos en los que la nueva pareja del padre o de la madre vaya también acompañada de sus propios hijos, hay que dar tiempo a los niños de ambos progenitores. Todos ellos tienen que adaptarse a la nueva situación y aprender a relacionarse y a llevarse entre sí. «Los padres no deben de forzar la situación pensando que, como tienen edades similares, enseguida se van a llevar bien y se harán amigos –advierte Silvia Álava–, hay que darles tiempo, que marcarán los niños, no los padres. Lo ideal es que rápidamente se hagan amigos y se lo pasen bien juntos, pero por desgracia no siempre tiene que ser así. Será de gran utilidad establecer las normas de la casa, que regirán para todos los miembros de la familia, y las reglas básicas de convivencia».

Nora Rodríguez insiste en que no se les puede obligar a quererse. «Solo deben compartir lo que deseen. Eso sí, deben respetarse». En su opinión puede ser una buena idea empezar por planificar actividades por separadopara cada hijo y poco a poco ir compartiendólas. No hace falta hacer todo juntos. «Tampoco se debe caer en el error –advierte Rodríguez– en obligar al mayor de todos los hermanos a cuidar de todos los peuqeños.

FUENTE: Diario ABC

¿Cómo afecta a la salud de los hijos el divorcio de sus padres? Colaboración con el diario El Mundo

Divorcio 2En salud, los cambios sociales no se pasan por alto y uno de los más relevantes en la actualidad es el aumento de divorcios. Cada año, en nuestro país se rompen más de 100.000 parejas. En 2014 (según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística), se produjeron 105.893 rupturas, que engloban divorcios, separaciones y nulidades. A estos datos, hay que sumar el fin de las parejas que viven juntas pero que no están registradas. Esta situación no pasa desapercibida para casi nadie, ni siquiera para los pediatras de Atención Primaria que cada vez atienden más casos de niños que acuden con síntomas físicos derivados del divorcio de sus padres, y no por ninguna enfermedad.

Para los niños un divorcio es una situación estresante, y es frecuente que somaticen estos hechos porque no tienen aún los recursos suficientes para expresar sus emociones. Es decir, que lo manifiesten con síntomas físicos como dolores de barriga, fiebre, irritabilidad, cambios de comportamiento, etc. Incluso también afecta a los más ‘peques’ de la casa: «Los niños pequeños también sufren el divorcio. Aunque no lo entiendan, son como esponjas que absorben las tensiones. Los más pequeños lo suelen manifestar con retrocesos en sus logros, como volver a utilizar el pañal o comer y dormir peor. Por su parte, los mayores casi siempre tienen alteraciones de conducta y peor rendimiento escolar», explica a EL MUNDO Carmen Martínez González, pediatra de Atención Primaria y profesora asociada de Pediatría en la Universidad Complutense de Madrid.

No cabe duda de que en muchas ocasiones la mejor solución para la pareja es romper, terminar la relación. Para los niños la separación de sus padres siempre será dolorosa pero las consecuencias serán muy diferentes en función de cómo se realice. Según expone Jesús García Pérez, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social(SEPS) y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), si un divorcio se lleva a cabo deforma adecuada la adaptación para los niños será mucho más rápida y los síntomas serán leves y transitorios. Si por el contrario la separación es traumática, los síntomas serán más graves y perdurarán en el tiempo. Por ello, es fundamental que los padres actúen de forma correcta con sus hijos durante el proceso de divorcio sin olvidar que pareja e hijos son dos cosas diferentes. «No hay muchos divorcios difíciles, pero sí hay muchos padres que no se ponen de acuerdo entre ellos y esto repercute en algunas decisiones sanitarias, como por ejemplo, vacunar o no al niño», señala Martínez.

El tema de los divorcios y su abordaje en las consultas de pediatría fue una de las ponencias más destacadas en el 13º Curso de actualización de Pediatría de Atención Primaria, celebrado recientemente en Madrid. En su charla, Martínez manifestó la importancia de atender desde las consultas no sólo los problemas físicos sino también su contexto social: «Somos pediatras de familia (…) los niños no viven solos, no vienen solos a la consulta, dependen absolutamente de su núcleo familiar, aunque tengan padres separados. Y esta realidad obliga al pediatra más biologicista a unir lo biológico con lo biográfico, pues no es posible aislar artificialmente órganos y funciones de muchas de las circunstancias sociales que influyen en la salud». Por tanto, «un hecho biográfico relevante, a tener en cuenta ante cualquier niño con síntomas psicológicos, es la separación reciente de sus padres, sobre todo si es conflictiva», señala.

Síntomas físicos

Desde su larga experiencia, García Pérez defiende que «el pediatra tiene que añadir a la historia clínica del niño una historia social porque siempre que hay una alteración de conducta, hay que preguntar el contexto familiar». En ocasiones, lo padres cuentan en consulta lo que está pasando, pero otras veces no es así, señala este especialista, y es el médico quien tiene que preguntar. A veces basta simplemente con escuchar.

«Los pediatras sabemos que, por ejemplo, el destete, un cambio de domicilio o el comienzo de la escuela infantil pueden ser circunstancias más importantes para un niño que una viriasis. No obstante, las historias clínicas, plagadas de episodios banales, toses y estornudos, raramente recogen estos datos, ni otros tan relevantes como la muerte o la enfermedad grave de un progenitor, el divorcio reciente o conflictivo de sus padres, etc. Hechos trascendentes que conocemos sin necesidad de hacer un tercer grado a la familia si tenemos una actitud de escucha activa en la consulta», añade Martínez.

Sin embargo, a veces, llegar a todo no es fácil, sobre todo por la falta de profesionales que tiene el Sistema Nacional de Salud en la actualidad. Los datos reflejan que el 30% de la población infantil está siendo atendida por médicos no especialistas en Pediatría. Así, y según señala una nota de prensa de la AEPap, «para garantizar la calidad en la atención, son precisas ratios máximas de 1.000 tarjetas sanitaria por pediatra».

«En general, los pediatras podemos manejar los síntomas normales en la consulta, y sólo en algunos casos derivar a un psicólogo», afirma Martínez. Está claro que los problemas psicosociales aumentan las consultas y es preciso atenderlos, «pero evidentemente no somos psicólogos, jueces, ni trabajadores sociales con fonendoscopio. Además, es importante desmedicalizar los problemas de la vida y, en este sentido, la mayoría de las separaciones no requiere atención por expertos de ningún tipo. Solo acompañamiento y comprensión», sostiene esta profesional.

Por su parte, Marta Carulla, psiquiatra infantil del Hospital Sant Joan de Déu en Barcelona afirma que «se recomienda derivar a un especialista de salud mental cuando existe afectación psicopatológica del niño». De este modo, añade «no deberíamos psiquiatrizar situaciones vitales frecuentes». En estos casos, el entorno del niño (padres, pediatras, escuela) debería observar cómo se va adaptando el pequeño progresivamente a la nueva situación y detectar si hay signos de alarma. Un divorcio, como hemos dicho anteriormente, es una situación estresante de la vida, «un estresor importante que implica cambios en los referentes principales del niño y requiere un proceso de adaptación; la reacción de los niños a este cambio dependerá del manejo adecuado que hagan los padres y de la vulnerabilidad individual», asegura Carulla.

DivorcioPautas

Lo importante de todo es tener la información necesaria para saber gestionar la situación y que los niños sufran lo menos posible. «Hay padres que vienen a consulta justo cuando han tomado la decisión de separarse para saber qué es lo que tienen que hacer ante sus hijos. Para que les demos unas pautas de cómo actuar y saber gestionar el divorcio. También es verdad que estos casos de prevención son menos frecuentes que aquellos que vienen tras las consecuencias de un mal divorcio», afirma Silvia Álava, psicóloga infantil del centro Álava Reyes de Madrid y autora de los librosQueremos hijos felices y Queremos que crezcan felices.

En este caso, Álava habla desde el ámbito privado, donde sí es muy frecuente que los niños y/o los padres acudan a consulta por estos temas, bien por recomendación o por consejo de sus médicos o de sus profesores pero, sobre todo, por la voluntad de los propios padres, para ayudarles en el proceso», explica.

Las consecuencias para los niños son mucho peores cuando hay una mala gestión del divorcio: cuando ambos padres descalifican al otro miembro de la pareja delante del niño; cuando éste está en mitad de las discusiones de los mayores y lo utilizan como árbitro; cuanto le piden que tome posición por alguno de los dos progenitores; o cuando no hay un buen entendimiento entre la ex pareja. Por ello, los adultos deben ser conscientes de que no se debe mezclar nunca a los hijos en los problemas de la pareja, porque ahí es cuando los pequeños sufren.

«Los niños necesitarán ayuda de un profesional, sobre todo, cuando los síntomas sean intensos, por ejemplo, si tienen una ansiedad muy elevada. Desde las consultas se trabaja siempre a la vez, con el niño y con los padres», apunta Álava. Sin embargo, «si un divorcio se hace de forma sana, la adaptación del niño a la nueva situación no tendría por qué conllevar problemas emocionales. Por tanto, la clave de todo está en que los padres sepan gestionar bien el divorcio», concluye.

¿Qué deben hacer los padres?

Las consecuencias en los niños pueden ser más o menos graves dependiendo de varios factores. Influye el grado de conflicto previo entre los padres, si se ha criado o no conjuntamente a los hijos y la capacidad económica de ambos progenitores así como su estilo de vida. Del mismo modo, añade Jesús García Pérez, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social , las reacciones de los niños dependerán de la edad, de las explicaciones recibidas, si se mantiene o no relación con ambos padres, si hay acuerdos entre los progenitores, si hay entre ellos un cierto grado de hostilidad, etc. Este especialista ofrece 14 pautas para orientar a los padres en cómo ayudar a los niños en su divorcio:

  1. Exprésele su cariño constantemente y hable con ellos todas las veces que sea necesario de forma clara y honesta, escuchándoles bien y comprobando que no les queda ninguna duda.
  2. Dedique al menos unos minutos para estar con sus hijos, preferentemente haciendo algo que les guste.
  3. Recuérdeles que no tienen la culpa de la separación, y que tampoco pueden hacer nada para unirles de nuevo.
  4. Observe los cambios de conducta que puedan tener.
  5. Mantenga la misma estructura, límites y disciplina de siempre, pues esto les dará tranquilidad y seguridad.
  6. Apoye las relaciones de sus hijos con la familia de su ex pareja, a menos que sean perjudiciales para ellos.
  7. Busque ayuda en familiares y amigos para manejar las emociones.
  8. Cuanto mejor esté con su ex pareja, mejor se encontrarán los niños.
  9. No deje que su hijo esté en mitad del conflicto, ni mucho menos que sea un árbitro.
  10. No hable mal de su ex pareja delante de ellos.
  11. No use a sus hijos para averiguar cosas de su ex pareja.
  12. No compita con su expareja por el amor de sus hijos.
  13. No se refugie en los niños para sentirse mejor (si necesita hablar, busque un amigo, no use a los niños como confidentes).
  14. No les mienta ni les engañe, en este momento, deben saber que pueden confiar en usted.

 

FUENTE: Beatriz G. Portalatín. Diario El Mundo