¿Nos ha ayudado la tecnología a superar la pandemia?

¿Nos ha ayudado la tecnología a superar la pandemia? Colaboración con Internet Seguro

Después de un año de confinamiento y de restricciones todos hemos cambiado, con independencia de la edad y del sexo. Hemos cambiado nuestros hábitos de higiene, ya no nos parece raro salir a la calle con mascarilla, hemos normalizado echarnos gel en las manos antes de tocar cualquier cosa fuera de casa, incluso hemos aceptado no tocarnos y no abrazarnos. Son cambios en nuestras rutinas que nos ayudan a no contagiarnos y a vivir con una cierta normalidad las restricciones y medidas sanitarias provocadas por la pandemia por la Covid-19.

La pandemia ha cambiado nuestras vidas

La pandemia ha cambiado nuestras vidas, y las nuevas tecnologías nos han ayudado a paliar los efectos de las restricciones provocadas por la Covid-19 y poder continuar de la forma más eficiente posible sin tener que parar al 100% nuestra vida. Hemos podido seguir estudiando, trabajando, manteniendo el contacto con familiares y amigos…

El teletrabajo ha aumentado y según un estudio realizado por BBDO & Proximity, denominado “Rituales tras un año de pandemia”, el 37% de los encuestados teletrabaja de manera total o parcial. El teletrabajo y la formación online han llegado para quedarse, quizás es el momento de pararnos a plantearnos cómo queremos regular esto en nuestras vidas. Así, teletrabajar nos permite poder seguir con nuestra actividad laboral pese al virus. No obstante, eso no debe implicar no diferenciar horarios y espacios, que es la principal problemática asociada a esta nueva situación.

Hemos cambiado nuestros hábitos.

Además, el no poder ver a nuestros familiares y amigos nos pasa factura a nivel emocional. Para superarlo el poder hablar con ellos a través de videoconferencias o de las redes sociales ha sido una válvula de escape en los momentos más difíciles. Por eso hemos cambiado nuestros hábitos. Los resultados del estudio de BBDO & Proximity también muestran que el 24% de los encuestados han incrementado su tiempo de uso en las redes sociales, quizás para seguir sintiéndonos en contacto con los nuestros. Sin embargo, aunque estas videollamadas han sido como un balón de oxígeno durante el confinamiento y han hecho que muchas personas puedan llevar mejor su soledad, la mayor parte de la población piensa que no es lo mismo, y que no sustituyen el poder vernos y estar compartiendo nuestro espacio. Quedar a comer, a tomar algo, poder reunirse con todos los amigos que nos apetezca, es algo que echamos de menos.

El ocio también ha cambiado

Nuestro ocio también ha cambiado y ante la imposibilidad de estar fuera, de nuevo hemos incrementado el consumo de las pantallas, ver la televisión, series o películas se ha convertido en el pasatiempo favorito para un porcentaje grande de la población.

Como medida paliativa, que nos está ayudando a llevar esta situación lo mejor posible, está muy bien. No obstante, debemos evitar el llamado “desplazamiento digital”, es decir, dejar de hacer otras actividades que antes hacíamos, por estar con las pantallas. Por ejemplo, entrenar o realizar deporte. Es cierto que hay que utilizar la mascarilla, que los gimnasios no siempre están abiertos, pero debemos impedir que eso sea una excusa para dejar de hacer ejercicio. O valorar qué otras formas de ocio seguro podemos seguir practicando o hemos dejado de hacer estos últimos meses, como por ejemplo salir a pasear, o leer un buen libro…

Piensa que los mejores momentos de la vida, no se publican, se disfrutan.

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Los beneficios de hablar con tu hijo de diversidad sexual

Inculcar que existen muchas maneras de amarse facilita que el menor se muestre tal y como es. Los cuentos pueden ser de gran ayuda a la hora de iniciar esta conversación.

CAROLINA GARCÍA|CAROLINA PINEDO

Este lunes 28 de junio se celebra el Día del Orgullo Gay, una fecha reivindicativa de gran relevancia, ya que el sexo, la identidad y la diversidad sexual siguen siendo tabú en muchas familias. Y la educación y la crianza pueden ayudar mucho a que deje de ser un tema prohibido en estos hogares y se convierta en algo cotidiano y normal. La realidad es que amamos todos, y da igual a quién: este debería ser el punto de partida. ¿Cuáles son los beneficios de educar en diversidad sexual a nuestros hijos desde edades tempranas y de vivir en una casa que normaliza la sexualidad?

Normalización y conocimiento

“La normalización y el conocimiento hacen que poco a poco se acabe con el tabú que sigue existiendo en torno a la sexualidad. Y, además, ambas actitudes despiertan la curiosidad de los niños, lo que promueve que hagan preguntas y que los padres les contesten y les apoyen. No hacerlo tiene riesgos, porque puede provocar que estos niños y adolescentes busquen información en Internet, y todos sabemos lo que van a encontrar allí”, explica Silvia Álava Sordo, psicóloga infantil y autora de libros como Queremos que crezcan felicesQueremos hijos felices.

“Hay bastante investigación que indica, por ejemplo, que los niños que nacen en familias con un modelo diferente, menos numeroso, como es tener dos mamás o dos papás, no crecen con ningún prejuicio, sino más bien al revés, suelen ser pequeños más abiertos y tolerantes”, prosigue Álava. Si los padres hablan con su hijo abiertamente de su relación de pareja, se dan besos y abrazos, “están creando un ambiente agradable y de confianza en el que el niño se siente también libre para hablar de sus sentimientos y emociones”, añade.

Confianza para hablar y preguntar.

De esta forma, según el pequeño vaya creciendo, se sentirá más confiado para hablar y para preguntar: “Los dos puntos fundamentales de la educación sexual son el apoyo y el respeto. Educar en la diversidad a edades tempranas hace que el menor sepa que somos diferentes y que es algo totalmente normal. Que hay chicos que quieren a chicos, chicas a chicas o que hay niños que tienen dos padres o dos madres. Que, al final, todas son formas de amar y que todos los modelos son familias”.

“En definitiva, cuando hablamos de educación sexual, los expertos nos referimos a una educación afectivo-sexual; el afecto no puede estar despegado de la sexualidad, y eso lo deben tener en cuenta los padres. Hablar de diversidad sexual con nuestros hijos desde pequeños hará de ellos personas más abiertas para contarnos sus emociones y dudas, y más tolerantes con ellos, con nosotros y con los demás”, termina Álava.

Ambiente cómodo

Efectivamente, “es adecuado crear un ambiente que sea cómodo para que los hijos puedan hablar sobre su orientación sexual y no dar nada por sentado. Un hogar en el que las niñas y niños puedan desarrollarse con libertad, tanto si están buscando todavía su tendencia sexual, como si ya lo tienen claro”, añade Axel Matías Sarraillé, coordinador general de la asociación ARCÓPOLI, asociación LGTB de Madrid que promueve muchas campañas de ayuda a estos niños y jóvenes. “En mi opinión, esto es incluso más necesario si hablamos de un hijo transexual, ya que muy probablemente estará pasándolo mal, sin saberlo los padres, al ser tratado con unos pronombres y un género que no le corresponden”, añade Sarraillé.

Según mantiene este experto, la búsqueda de la identidad sexual de un niño no es lineal, y resulta normal que se tengan dudas: “Cuando estás creciendo y no sabes que puede existir una alternativa a la heterosexualidad que sea válida”, prosigue, “muchas veces es difícil entender tus propios sentimientos”. “Ahora vemos a gente joven que nunca ha tenido que salir del armario y piensas en todo lo que hemos avanzado. Luego miras al otro lado y te das cuenta de que sigue habiendo personas a las que echan de sus casas, que sufren discriminación o insultos, y piensas en todo lo que nos queda por trabajar hacia la igualdad, hacia la diversidad real”, termina Sarraillé.

Recomendaciones para ayudar a las familias

A este respecto, una encuesta realizada en 2018 por la Asociación Americana de Psicología concluía que muchos adolescentes padecen estrés cuando expresan a sus progenitores su identidad sexual. Y lanzaba algunas recomendaciones para ayudar a las familias. Los expertos explicaban que “salir del armario puede ser algo difícil” y aconsejaban que los progenitores intentaran apoyarles en todo momento: “Algunos jóvenes pueden volverse más conscientes de su identidad a medida que pasan a la pubertad, mientras que otros pueden reconocer cómo se sienten de manera diferente a sus compañeros a una edad mucho más temprana”. Además, incidían en la importancia de aceptar a los hijos totalmente; evitar todo tipo de bromas al respecto; buscar ayuda profesional, si la situación les supera; y acudir a grupos de padres que estén pasando por lo mismo que ellos, si lo necesitan. Porque, si no, el chico o chica puede sufrir.

Aceptación de nuestros hijos tal y como son

La aceptación de nuestros hijos tal y como son es un pilar básico para que construyan su sexualidad de manera sana. “Conviene dejar espacio a los niños y jóvenes para que se muestren tal como son y puedan descubrir y vivir sus deseos, sin importar cuáles sean, ya que estos no responden a una voluntad, sino a un descubrimiento”, añade Miriam Sobrino Olmedo, matrona, enfermera y sexóloga del Hospital Rey Juan Carlos en Móstoles. “Yo sigo viendo dificultad para que chicos, chicas, hombres y mujeres puedan vivir su sexualidad al margen de lo que debería ser”, opina la experta. “Y las consecuencias de reprimir la tendencia sexual derivan en que nuestros hijos se sientan inadecuados, porque lo que desean o aman es inaceptable, equivocado e inoportuno. Este es el riesgo de que los niños y jóvenes traduzcan de nuestras actitudes que la sexualidad, la suya en concreto, no es un valor maravilloso a cultivar y piensen que es algo que deben temer, ocultar o evitar”, concluye la sexóloga.

Cómo y cuándo hablar de diversidad en casa

Son muchos los expertos que han elaborado distintas guías para ayudar a iniciar este tipo de conversaciones con los niños. Esta del hospital infantil de los Ángeles, por ejemplo, es muy práctica, y resume los pasos a seguir en cinco:

  • Conversar con ellos lo antes posible. Hacerlo a una corta edad facilitará conversaciones futuras.
  • Escucha activa: esto posibilitará que el pequeño pueda preguntar lo que quiera, y que los padres entiendan bien lo que está preguntando.
  • Ser honesto: la honestidad en las respuestas creará una relación de confianza que propiciará, además, que su hijo siga preguntando.
  • Propiciar que la conversación continúe en el tiempo: los padres pueden usar recursos que ayuden a que su hijo vaya resolviendo sus dudas y pregunte cosas nuevas.
  • Adecuar la información a la edad del niño. Por ejemplo, en menores de tres a cinco años las respuestas deben ser concretas y concisas, y en un lenguaje que él pueda entender; el uso de canciones o cuentos puede ayudar. Pero de seis a 12, las preguntas de tu hijo serán más concretas y las respuestas tendrán que ser extensas. Los expertos recomiendan usar ejemplos que el menor pueda vivir o experimentar en su día a día.

Estos expertos, además, recomiendan que la conversación se desarrolle en un sitio seguro en el que niño se sienta cómodo, y no interpretar como algo personal lo que esté expresando el menor. Los padres deben tomarse su tiempo para asimilar la situación y así poder ayudar a sus hijos adecuadamente; y si no saben cómo reaccionar o responder a la situación, buscar siempre ayuda profesional.

Cuentos infantiles para hablar de diversidad sexual con tus hijos

Los cuentos pueden ser una gran herramienta para hablar con los niños sobre diversidad sexual. Proponemos estos cuatro, pero hay muchos más:

  • Por cuatro esquinitas de nada (Juventud, 2004), cuyo protagonista es un cuadradito al que le gusta divertirse con sus amigos redonditos, pero no puede reunirse con ellos en la casa grande porque la puerta es redonda. Es un libro sobre la amistad, la diferencia y la exclusión.
  • Billy y el vestido rosa: Una mañana, Billy se despertó convertido en una chica. Su madre le puso un vestido y lo mandó al colegio. Billy no salía de su asombro. ¡Todo había cambiado desde que llevaba un vestido rosa! ¿Lo tratarán distinto por tener aspecto de niña? En este relato, para menores a partir de ocho años, se ponen sobre la mesa muchos de los prejuicios que siguen existiendo en la sociedad en torno a la diversidad y la libertad sexual.
  • ·Dos mamásNormalizar la realidad de las familias homoparentales. Es un cuento sencillo y divertido, que pone en el foco de atención, tanto en los pequeños de la casa como en los adultos, una realidad social que hay que afrontar con total normalidad.
  • I am Jazz: Cuenta la historia de Jazz, quien desde los dos años supo que tenía el cerebro de una niña, pero el cuerpo de un niño. Esta es la historia real de Jazz Jennings, una niña transgénero que nos enseña tolerancia y respeto.

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¿Cómo decidir qué carrera estudiar?

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Estos son los motivos por los que la mejor manera de aprender es… jugando

Las actividades lúdicas son un elemento imprescindible para el buen desarrollo cognitivo de los niños

Por Rocío Navarro Macías.


Cuenta el biólogo y activista animal Mark Bekoff que el juego es un entrenamiento para lo inesperado. Pero la adaptación al cambio, no es la única aptitud que los momentos de ocio basados en la diversión fomentan. Enfocar la enseñanza desde el paradigma del juego conlleva numerosos beneficios como que los conocimientos se graban mejor en la memoria. Este tipo de experiencias nutren su imaginación y les dota de aptitudes y herramientas esenciales para la vida.

“A través del juego estamos trabajando procesos cognitivos como la atención, la planificación, la memoria. También la función ejecutiva, que es la capacidad de organizar la conducta y dirigirnos a una meta. Significa que planificamos, organizamos, mantenemos la atención y vamos controlando si obtenemos los objetivos. Algo fundamental en el colegio, pero también en la vida adulta”, comenta Silvia Álava, psicóloga infantil y autora de El Arte de Educar Jugando (J de J Editores, 2021). Repasamos los motivos por los que se aprende mejor jugando.

El Arte de Educar Jugando

Un elemento vital. Pero, ¿qué es el juego?

Puede que el concepto se asocie mentalmente a determinados recursos o dinámicas establecidas, pero no se circunscribe a estos parámetros. Se trata de una actividad lúdica en la que se disfruta. En la emoción que despiertan está la clave de su definición. “El juego es el proceso en el que el niño se está divirtiendo. No tiene por qué estar relacionado con materiales o una actividad concreta. El desencadenante de un juego para un niño puede ser una pelusa o sus propias manos”, comparte Álava.

Son momentos de vital importancia para los menores, a través de los que expanden su imaginación, interactúan con otras personas y desarrollan su espíritu de aventura. “Es un elemento básico en la vida de los niños e imprescindible para su desarrollo. Asimismo, es un valioso instrumento para educar, ya que permite aprender de forma espontánea mientras los niños se divierten, sin sentirse evaluados ni presionados”, comparte Aroa Caminero, neuropsicóloga y especialista en psicología infantil.

La recomendación de las expertas es que cuanto más pequeños sean los niños, más jueguen. “Hasta los 6 años se aconseja que dediquen la mayor parte de su tiempo a actividades lúdicas”, añade. A partir de este momento, es deseable que realicen actividades lúdicas al menos una hora y media diaria.

Todos tienen beneficios. ¿Juego libre o dirigido?

Los padres no deben empeñarse en pautar este tipo de actividades. De hecho, uno de los recursos más valiosos desde este paradigma es el juego libre. “Es imprescindible que permitamos a los niños tiempos mayoritarios de juego libre, en el que de forma espontánea deciden a qué jugar, en qué momento, con qué y con quién. A través del mismo, potencian su personalidad y favorecen procesos cognitivos como la creatividad”, afirma la neuropsicóloga.

No obstante, la modalidad dirigida también tiene su razón de ser. “Favorece la consecución de objetivos concretos como la estimulación de ciertos procesos cognitivos que el menor necesite mejorar. El adulto puede proponer estrategias para mejorar y contribuir a la regulación emocional durante su aprendizaje”, añade. En la práctica, si a un niño le cuesta controlar su conducta, el juego con cartas dirigido por el adulto le ayudará a entrenar el seguimiento de instrucciones, paciencia, atención y planificación en las jugadas. 

También puede aprender a tolerar la frustración y perseverar en la propuesta. “La vida tiene todos los colores y todas las emociones, si lo que hacemos es evitar que sientan las desagradables estamos enseñando un modelo de vida irreal. Esto hace que les sea muy duro afrontar los momentos en los que se sienten mal”, matiza Álava.

Modula el estrés. Emociones positivas para aprender mejor

La ciencia ha demostrado que a través del juego se reducen los niveles de estrés, algo que mejora la adquisición de capacidades. “Las emociones agradables favorecen el aprendizaje y hace que las cosas se memoricen mejor. Con emociones desagradables los niños sufren ansiedad y se bloquean”, indica Álava. En la neurociencia está la explicación a este beneficio. “El juego desarrolla la curiosidad y todo lo que se aprende a través de ella activa las bases cerebrales del placer y libera endorfinas. 

Este proceso permite consolidar mejor los aprendizajes”, expone Caminero. Algo que se ve también favorecido por la motivación inherente al juego, que implica estados de máxima atención y memoria. “Se mejoran desde aptitudes sensoriales y motoras, hasta procesos más complejos como la capacidad de planificación”, continúa la neuropsicóloga

Según su nivel de desarrollo. Un juego para cada etapa

Uno de los aspectos más importantes para maximizar las ventajas de aprender jugando es adaptar las propuestas lúdicas a cada rango de edad. “Un niño pequeño que juegue a algo de mayores se va a frustrar porque no lo va a entender. Y uno mayor se aburrirá con otro indicado para edades inferiores. Aunque sí podría jugar con uno pequeño porque entiende que están jugando juntos”, aconseja Álava. Asimismo, los adultos deben ajustar sus expectativas a la etapa evolutiva en la que se encuentra el niño. “Por ejemplo, los niños de 2 y 3 años atienden uno o dos minutos, no se puede pretender que lo hagan durante más tiempo”, añade la psicóloga.

De 0 a 2 años

Observar el tipo de juego que aparece de forma espontánea en los niños puede dar muchas pistas sobre las capacidades que necesitan desarrollar en cada etapa. “Por ejemplo, desde el nacimiento hasta los dos años, predomina lo que se conoce como juego funcional o de ejercicio. Es algo que consiste en una acción repetitiva por el placer de obtener un resultado inmediato. Puede ser morder, chupar, golpear objetos, arrastrarse, caminar, esconderse, sonreír o tocar a personas. Este tipo de juego beneficia el desarrollo sensorial, la coordinación óculo manual, el desarrollo del equilibrio, …”, sugiere Caminero. De hecho, de estas experiencias motoras y sensoriales depende el desarrollo cerebral de los primeros años de vida y son la base para otros procesos más complejos.

Hasta los seis

A partir de los 3 años, aparece el juego simbólico:“ Es aquel que permite al niño imitar, representar, ensayar, proyectar o fantasear a través de juguetes o conductas. Por ejemplo, jugar a papás y mamás”, comparte Caminero. Son dinámicas mediante las que comprenden el entorno y comienzan el aprendizaje sobre los diferentes roles, lo que favorece el desarrollo del lenguaje y de la memoria. “A partir de los 4 años se inicia la teoría de la mente o la capacidad de entender las opiniones, ideas e intenciones de los demás”, añade.

Un poco más adelante, entre los cinco y los seis adquieren la capacidad de planificación y el control de la conducta. “Aparece en los niños el juego de reglas, que favorece el aprendizaje de la espera de turnos y de seguimiento de normas entre otras cosas”.

Buscar el ‘momentum’. Aprovechar la vida cotidiana

En su libro, Álava y sus colaboradores animan también a integrar el juego en las rutinas de la vida cotidiana y mejorar, a partir de ellas, los procesos cognitivos. “Por ejemplo, utilizar el momento de hacer la compra para fomentar la organización, haciendo la lista. Los más pequeños pueden trabajar la paciencia contribuyendo a buscar los alimentos”, indica Álava. 

Otro beneficio colateral de integrar el juego es mejorar la comunicación entre padres e hijos. “El momento de irse a la cama es muy bueno, ya que se adquiere un estado de relajación en el que los niños están más abiertos a compartir sus vivencias. Por ejemplo, se puede adelantar 15 minutos el momento de ir a dormir para obtener información que en otras circunstancias no se conseguiría”, analiza Álava. Los adultos pueden iniciar este intercambio contándoles alguna experiencia que les haya ocurrido a lo largo del día y, a continuación, dejar que los niños cuenten aquello que les apetezca.

Confiar en la sabiduría popular

Quienes hayan vivido en su propia piel el juego de las sillas habrán experimentado emoción, descarga de estrés y diversión. Pero esta dinámica está también acompañada de beneficios cognitivos. “Entre ellos el proceso de inhibición, que es fundamental para el autocontrol. Le estás diciendo a tu cerebro que la orden que tenías marcada de caminar en círculos hay que desactivarla e iniciar otra que es buscar una silla. En la sabiduría popular hay mucha ciencia”, comenta Álava. Asimismo, las cosquillas también desencadenan procesos deseables en los pequeños. “Regulan las emociones, desestresan y, como implican contacto físico, refuerzan vínculos”, concluye Álava.

FUENTE: LaVanguardia.com

Libro escrito por: Lucía Boto, Aroa Caminero, Carolina Cárcamo, Tatiana Fernández, Manuel Gámez, Bárbara Martín, Estíbaliz Mateos, Margarita Montes, Raquel Prieto, Isabel Quesada, María Rosa del Rincón, Sara Ríos, Nicolás Sánchez, Gema Valenzuela y Silvia Álava.

#Vídeo 3 Preguntas clave que tienes que hacerte antes de decidir qué estudiar

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Ya han pasado los exámenes de la EVAU, ahora es el momento de tomar la decisión sobre ¿qué quieres estudiar? En este vídeo que presentamos 3 preguntas clave que tienes que hacerte antes de decidirte.

¿Y si aprovecháramos el verano para aprender de forma diferente? Colaboración con Padres y Colegios

Os adjunto mi última colaboración con la revista Padres y Colegios titulada ¿Y si aprovecháramos el verano para aprender de forma diferente?

Haz click en la imagen para leer la revista:

Las emociones son las grandes olvidadas del sistema educativo. Entrevista para Sapos y Princesas

Silvia Álava es doctora en psicología clínica y de la salud, psicóloga sanitaria y educativa, escritora y conferenciante. Combina esta actividad con la docencia universitaria, así como con la divulgación de la psicología en diversos medios de comunicación. Asimismo, es la directora del área infantil Centro
de Psicología Álava Reyes.

Hablamos con ella sobre el libro El arte de educar jugando, del que es coordinadora. Un ejemplar que aborda temáticas clave en la educación de los niños de hoy en día: la estimulación de su atención y su inteligencia; la autonomíalos límites; la seguridad y la autoestima o la educación afectivo-sexual, entre otras, y que aglutina valoraciones y propuestas de 14 expertos en psicología infantil

 Escucha aquí la entrevista completa:

Sapos y Princesas · Entrevista- Silvia Álava – El Arte de Educar Jugando


El arte de educar jugando

El arte de educar jugando

Si tienes este libro en tus manos, ¡enhorabuena! El arte de educar jugando, dos conceptos, educar y jugar, comentados con ejemplos por 14 especialistas en diversas temáticas. Ya seas padre, madre o docente lo importante es que eres consciente de que has iniciado un viaje apasionante y a la vez de gran importancia y responsabilidad: ocuparte de la educación de uno o varios niños. Como habrás oído en multitud de ocasiones, es un proceso precioso, pero no exento de dudas, momentos difíciles y cierta incertidumbre; ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Hay una forma más fácil de conseguir los resultados esperados? ¿Estoy dándole a mis hijos o alumnos lo que necesita?

Es normal sentir inseguridad y es bueno admitirlo, ya que es lo que nos anima a buscar respuestas y a mejorar. A lo largo de este libro iremos abordando varias temáticas que entendemos primordiales en la educación de los niños de hoy en día; por ejemplo, cómo estimular su atención y su inteligencia; cómo trabajar la seguridad y la autoestima; cómo promover una correcta educación afectivo-sexual; cómo enseñarle a cuidar de su cuerpo o qué pautas debemos de seguir para introducir las nuevas tecnologías, entre otras muchas cuestiones. Cada capítulo ha sido escrito por un psicólogo diferente, experto en el tema, que nos va sugiriendo cómo hacerlo, con juegos y dinámicas con las que además de pasar un divertido tiempo en familia, trabajaremos áreas que son fundamentales en el correcto desarrollo de los menores.

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Silvia Álava también es autora de otras obras como Queremos hijos felices o Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia.

FUENTE: Sapos y Princesas

Aprender jugando, vital para que los niños crezcan felices y seguros de sí mismos

‘El arte de aprender jugando’ es una iniciativa conjunta de 15 psicólogos para favorecer el desarrollo integral de los menores de una manera entretenida y adaptada a cada franja de edad.

Por NACHO MENESES Madrid 

Criar a un hijo de la mejor manera posible, cubriendo sus necesidades y facilitando un desarrollo pleno y feliz, es sin duda un objetivo irrenunciable para cualquier padre o madre. Una carrera de fondo llena de incertidumbres en la que es común cuestionarse si podríamos hacerlo mejor, especialmente cuando la pandemia que vivimos impone desde hace más de un año una carga sin precedentes para grandes y pequeños: estrés, inseguridad, falta de contacto social, trabajo y educación a distancia… “Hay un montón de necesidades emocionales que atender, y eso hace que los niños nos necesiten más que nunca, que estemos presentes en su vida”, afirma Silvia Álava, psicóloga infantil y autora, junto a otros 14 especialistas, del libro El arte de educar jugando (JdeJ, 2021).

No se trata de ofrecer fórmulas mágicas

No se trata de ofrecer fórmulas mágicas, sino de resaltar la importancia del juego como herramienta educativa: “Los menores pasan gran parte de su vida jugando y cuando lo hacen desarrollan muchos procesos, no solamente a nivel cognitivo (la concentración, la atención, la memoria, el razonamiento lógico…), sino también a niveles de seguridad, autoestima o habilidades sociales”, explica Álava. “Podemos conseguir educarles poniendo en valor los juegos o las actividades y la familia, porque al final no es solo el valor educativo de lo que aprenden, sino la cohesión que existe en el hogar, la conexión que conseguimos con ellos y cómo podemos fomentar ese apego, ese vínculo”.

Estimular su cerebro; fomentar el desarrollo de la atención, de las habilidades sociales o de la inteligencia emocional; o desarrollar su autoestima, su seguridad y su pensamiento crítico son algunos de los aspectos que se abordan en esta obra, sin olvidar el educarles en las nuevas tecnologías e igualdad de género y cómo conseguir una correcta educación afectivo-sexual. A través de actividades y juegos en familia, se trabajan áreas que son fundamentales para el desarrollo de los menores, de la mano de psicólogas y psicólogos expertos en cada área. Y se hace aprovechando muchas veces situaciones cotidianas, para que ello no constituya una carga adicional para los padres.

Una habilidad por capítulo

En cada capítulo, se presenta una habilidad, se explica por qué es importante y se proponen juegos y actividades para hacer todos juntos y divididos por edades (de cero a tres, de tres a seis, de seis a nueve y de nueve a 12). “En el de la inteligencia emocional, por ejemplo, explicamos que es esa capacidad que todos tenemos para percibir las emociones en nosotros mismos y en los demás. Todas las emociones son buenas, porque nos dan información para tomar decisiones, comprenderlas y poder regularlas”, cuenta Álava. “Cuando los niños tienen un problema emocional o de autorregulación, el aprendizaje puede verse afectado en un 30 o 40 %”, añade la experta.

Para trabajar el autocontrol con los más pequeños, por ejemplo, hay un juego llamado Esta vez gana el último, que consiste en una carrera de caracoles en la que el objetivo es ir despacito sin llegar a quedarse parados, y que puede alternarse añadiendo otras órdenes para que de repente sean liebres (y vayan deprisa) o ranas (y vayan saltando). “Y en el capítulo de hábitos de vida saludables, introducimos actividades lúdicas para conseguir que los niños aprendan a irse a la cama a su hora, a no protestar y el por qué es necesario ir ralentizando el ritmo de nuestra rutina en las últimas horas de la tarde, proponiendo tareas como leer un cuento”, añade.

La psicóloga Silvia Álava.
La psicóloga Silvia Álava.

Estimular su cerebro y su capacidad de atención

El hecho de que el cerebro de los niños esté en constante evolución hace que las capacidades que tienen a nivel sensorial, motor, cognitivo o socioemocional sean diferentes en cada momento vital. “Por lo tanto, va a ser fundamental que, a la hora de educar, nos ajustemos a esas características y a esas capacidades”, explica Aroa Caminero, neuropsicóloga infantil y coautora del libro. Además, “sabemos que se aprende mucho mejor a través de las emociones positivas y que los niños, cuando hacemos con ellos juegos y otras actividades lúdicas, están activando las áreas cerebrales del placer, de la curiosidad y de la motivación”.

El momento de ir al supermercado es una buena oportunidad para estimular estos procesos cognitivos. “Los papás de niños pequeños pueden llevarlos cuando la compra sea un poco rapidita, y si pueden ponerles en un carrito de su tamaño, mejor, porque estarán entretenidos y además estimularán la parte motora”, explica. “A partir de los seis años, podemos aprovechar para que nos ayuden a hacer la lista de la compra, y que sean los encargados de ver lo que tenemos que coger y lo que no. Y en la última etapa, cerca de los 12 años, nos pueden ayudar no solamente a ahorrar, sino también a hacer un planning de los gastos domésticos para que podamos utilizarlo de manera conjunta y que aprendan también toda la parte de razonamiento matemático, de priorización…”

Capacidad de prestar atención

Otra de las habilidades que se trabajan es la capacidad de prestar atención, una herramienta que dotará a estos niños de constancia y perseverancia para sus actividades diarias, lo que les permitirá a la larga llegar a conseguir mayores éxitos. “Además, prestar atención es una condición necesaria para que puedan aprender conceptos nuevos y memorizarlos”, argumenta Tatiana Fernández, doctora en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Autónoma de Madrid y coautora de esta obra. Un aspecto que, como con el resto de áreas, se trabaja de diferente manera según la edad del menor.

De cero a seis años, por ejemplo, la atención es principalmente involuntaria, de manera que las actividades se centran en trabajar el autocontrol y la paciencia, para que aprendan a esperar para conseguir aquello que desean (por ejemplo, una pintura). A partir de los tres, pueden practicar encontrando la salida de laberintos con lápiz y papel, o pintando mandalas que deben terminar usando distintos colores; de seis a nueve se puede entrenar la atención selectiva, retándoles a que encuentren cosas; y de nueve a 12, cultivar la atención al detalle a través de, por ejemplo, distintos tipos de manualidades.

La importancia del pensamiento crítico y de la autoestima

El pensamiento crítico se refiere no solo a la capacidad de identificar, evaluar, clasificar e interpretar lo que está a nuestro alrededor, sino que influye también en el desarrollo de la creatividad, la resolución de conflictos, la empatía, la autonomía, la autocrítica y la adaptación a las situaciones nuevas. “Cuando un niño no ha sido educado en el pensamiento crítico, aumenta la posibilidad de que sea arrastrado, por ejemplo, por manipuladores emocionales, el abuso de sustancias o comportamientos delictivos solo por la necesidad de aprobación de sus iguales”, afirma Bárbara Martín, coautora. “Fake news, phishing, viralidad, cultura de la posverdad… Dotar a los niños de pensamiento crítico les ayudará a no creer todo lo que ven, leen y escuchan, y podrán formular sus propias conclusiones para decidir de una manera informada”, explica.

Fomentar un correcto desarrollo de su autoestima es otro de los aspectos fundamentales. “Un niño con una fuerte autoestima es un niño que se siente satisfecho, que se quiere a sí mismo y que es capaz de disfrutar en las diferentes situaciones, encajar en el grupo y aprovechar los recursos de los que dispone. En definitiva, se convierte en una persona feliz, que es lo que evidentemente queremos para nuestros hijos”, explica Lucía Boto, autora de este capítulo. Según mantiene la experta, es necesario validarles, dedicarles tiempo en exclusiva y hacer que se sientan importantes para reforzar su seguridad en sí mismos.

Vencer el miedo y fomentar las habilidades sociales

Para Silvia Álava, resulta fundamental dotar a los niños de estrategias y herramientas para que puedan enfrentarse a situaciones de la vida cotidiana, porque en caso contrario “no se sienten capaces de aprender igual que los demás, o creen que necesitan siempre a sus padres para que les resuelvan las situaciones del día a día”. “Herramientas entre las que no se puede obviar una gestión adecuada del miedo”, prosigue, “ya que esta emoción es parte de su desarrollo evolutivo”. Según mantiene Álava, las actividades del libro tienen como objetivo que los padres y madres comprendan cómo sus hijos pueden manifestar esta emoción, y que los puedan acompañar de forma adecuada a través del juego.

Pero ¿qué pueden hacer los adultos al respecto? “Primero, recordar que cada niño o niña puede manifestar más un miedo que otro, o ser más sensible, y eso no nos tiene en principio que preocupar”, cuenta Gema Valenzuela, especialista en conducta infantil, trauma y apego. “En estas situaciones es importante estar calmados (…) y ofrecerles seguridad para que vayan interiorizando la creencia de que el mundo es un lugar seguro. Y el juego mejora la percepción que tienen de nosotros como figura de seguridad”, incide.

Contacto con los demás

Si hay un aspecto de nuestras vidas que se ha visto mermado a causa de la covid es el contacto que tenemos con los demás. “Y precisamente por eso cobra especial relevancia el que, como padres, se trabaje este aspecto con los niños, porque, al final, no son habilidades innatas, y si no las trabajamos con ellos, no las van a aprender de una manera adecuada”, explica Sara Ríos, psicóloga sanitaria del Instituto Psicoeducativo Elea: “Tanto en lo que respecta a las habilidades sociales básicas (cómo escuchar al otro, iniciar o terminar una conversación sin ser brusco) como complejas (toma de decisiones, el saber decir que no y hacerlo de una manera correcta…)”.

“Aunque de cero a tres años los niños no son socialmente activos, es bueno que le vayamos acostumbrando a que estén con gente. De tres a seis empiezan a tener sus primeras relaciones sociales, y se puede enseñarles a saludar y presentarse a los demás a través de actividades como un teatro de presentaciones”, detalla Ríos. “De seis a nueve, sus relaciones son algo más intensas y van apareciendo conflictos y, según nos acercamos a los 12, las relaciones sociales ya son algo vital, y por eso es bueno que las consolidemos y que las trabajemos con ellos”, termina esta experta.

FUENTE: ElPaís.es

Libro escrito por: Lucía Boto, Aroa Caminero, Carolina Cárcamo, Tatiana Fernández, Manuel Gámez, Bárbara Martín, Estíbaliz Mateos, Margarita Montes, Raquel Prieto, Isabel Quesada, María Rosa del Rincón, Sara Ríos, Nicolás Sánchez, Gema Valenzuela y Silvia Álava.

Efectos psicológicos del confinamiento en la infancia y en la adolescencia #Manualdescargable

Los efectos psicológicos del confinamiento en la infancia y en la adolescencia: Prevención e Intervención desde el profesorado

Este manual forma parte de un curso realizado por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y dirigido al profesorado durante al pandemia COVID19.

«En estos días en los que la escuela se ha trasladado a las casas y estáis intentando llegar a los hogares de vuestros alumnos para evitar que se descuelguen del curso, sólo podemos alabar vuestra excelente labor. Nadie está preparado para esto, no nos han formado para enseñar sin medios, sin clases, en medio de una pandemia.

La crisis del COVID-19 y el confinamiento asociado al mismo está cambiando nuestra forma de entender la enseñanza y el mundo.

¿Qué efectos psicológicos está teniendo el confinamiento en nuestros alumnos y profesores?

Analizaremos los efectos a nivel de aprendizaje, emocional y conductual en los alumnos y propondremos herramientas que nos ayudarán a mitigarlos.

Durante el confinamiento, incluso cuando los alumnos vuelvan a las aulas, una parte extra del trabajo como profesor será dar soporte emocional a los alumnos, comprender cómo se están sintiendo y detectar si puede haber alguna situación de vulnerabilidad o problemas emocionales. En absoluto vamos a pediros que hagáis terapia con los alumnos, pero sí hemos querido introducir un apartado con síntomas que podrían ser indicadores de un problema que haga necesario pedir ayuda.»

Podéis descargar el documento en PDF.

Silvia Álava Sordo(link is external)Directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes.

Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.(link is external)Archivos adjuntos: PDF iconefectospsicologicosconfinamientoinfanciaadolescencia_prevencionintervencionprofesorado_2.pdf

«El aburrimiento es clave y fundamental para el correcto desarrollo de los niños» Entrevista en elconfidencial.com

La psicóloga infantil, junto a 14 especialistas, acaba de publicar ‘El arte de educar jugando’. Charlamos con la experta sobre niños criados entre algodones, la sobreestimulación de los niños y otras cuestiones.

Por Fran Sánchez Becerril

¿Estoy educando bien a mi hijo?; ¿estoy dándole todo lo que necesita? Estas son algunas de las muchas preguntas que todo padre y madre se ha hecho en algún momento a lo largo de su vida. Unas dudas que son completamente normales, ya que los niños no vienen con una manual de instrucciones.

Para dar respuesta a estas y otras muchas cuestiones, un total de 15 psicólogos, coordinados por la psicóloga infantil Silvia Álava, han escrito el libro ‘El arte de educar jugando’ (JdeJ, 2021). Se trata de una obra en la que se abordarán varias temáticas primordiales en la educación de los niños de hoy en día como, por ejemplo, cómo estimular su atención y su inteligencia; cómo trabajar la seguridad y la autoestima; cómo promover una correcta educación afectivo-sexual; cómo enseñarle a cuidar de su cuerpo o qué pautas hay que seguir para introducir las nuevas tecnologías, entre otras muchas cuestiones.

Cada capítulo ha sido escrito por un especialista diferente, experto en cada materia, que va sugiriendo una metodología, con juegos y dinámicas con las que, además de pasar un divertido tiempo en familia, se trabajan otras áreas fundamentales en el correcto desarrollo de los menores.

Charlamos con la coordinadora del libro sobre la importancia de los juegos en la educación, los hijos criados ‘entre algodones’, la sobreestimulación de los niños y la autonomía de los más pequeños, entre otras cuestiones.

PREGUNTA. ¿Los padres tienen alguna forma de saber si están educando bien a sus hijos?

RESPUESTA. Si se están planteando si están educándoles bien o no, eso significa que van por el buen camino. Si somos capaces de pararnos a reflexionar y pensar si hay otro tipo de educación posible, o si hago lo que mi hijo necesita, significa que tenemos el foco puesto en hacerlo bien.

Eso sí, no hay que quedarse solamente en el planteamiento. Tenemos muchísima información, así que vamos a preocuparnos de hacer lo correcto para uno de los trabajos más importantes de nuestra vida, criar a nuestros hijos. Igual que para nuestro entorno laboral hacemos un montón de máster y cursos; para la educación de los pequeños hay que leer, estar informados y, sobre todo, saber que lo que estamos haciendo sigue una evidencia científica.

P. ¿Cómo de necesarios son los juegos en la educación?

R. En este libro hemos querido destacar el valor potencial que tiene el juego como herramienta de aprendizaje. No somos conscientes de que cuando los niños están jugando no solo se divierten, también están trabajando muchísimos procesos de aprendizaje, como puede ser la planificación, la organización, la memoria, la velocidad con la que procesan la información, temas emocionales, entrenar las habilidades sociales, fomentan la creatividad…

Hemos querido rescatar todo este potencial que el juego tiene en el aprendizaje y también más allá del aprendizaje. Podemos utilizar también los juegos para educar a los niños en determinados valores, como la importancia del perdón o a cuidar su cuerpo.

Contra la idea antigua de que ‘la letra es que sangre entra’, la evidencia científica y la neurociencia señalan todo lo contrario. Las emociones negativas bloquean el aprendizaje, incluso se puede llegar a dar una indefensión aprendida, que provoque que el niño se bloquee tanto que no llega aprender. Y, sin embargo, las emociones agradables potencian los aprendizajes.

P. ¿Hay alguna forma de saber cuánto tiempo y recursos debemos invertir en la educación de los niños?

R. Tenemos que pensar que no existen fórmulas mágicas, ni consejos que valgan para todos los niños por igual. Lo primero que hay que hacer es pararse y analizar muy bien qué es lo que necesita tu hijo, porque dos niños pueden necesitar dos cosas diferentes.

«No existen fórmulas mágicas, ni consejos que valgan para todos los niños por igual»

Se trata de dejar ir de en automático, que es lo que solemos hacer por las prisas del día a día. Debemos educar desde la conciencia y utilizando la rutina a nuestro favor, trabajando una serie de procesos de aprendizaje. Pero también debemos utilizar el juego y hacerlo desde la conciencia. Es tan importante que me pare a observar muy bien qué hace y dice mi hijo, como qué no hace y no dice. Tendemos a darles más atención en negativo, cuando no obedecen, que cuando sí que están haciendo lo correcto.

P. ¿Cómo de importante es estimular el cerebro de los niños independientemente de la edad que tengan?

R. Es fundamental tener una estimulación constante. Para que los niños crezcan sanos, felices y se desarrollen correctamente es necesaria esta estimulación, que muchas veces los padres no saben que pueden hacer con juegos en las rutinas cotidianas. Por ejemplo, cuando son bebés lo que más necesitan es la estimulación multisensorial. En este caso, podemos aprovechar el tiempo del masajito después del baño para hacer toda esta estimulación. Según van creciendo podemos utilizar otro tipo de juegos en las rutinas.

Es fundamental caer en la cuenta de que nosotros vamos estimulando los procesos de aprendizaje de los niños y esto no significa que tengamos que hacer de profesor. No somos el maestro, somos sus padres, y debemos entender que a través del juego muchos de los procesos se van a consolidar. El niño necesita explorar, llevarse cosas a la boca cuando es bebé, luego hacer torres con las que va trabajando la coordinación, trabajar la memoria haciendo puzles… No se trata tanto de enseñar conceptos teóricos, sino utilizar esos juegos para trabajar aprendizajes básicos.

También hay que entender muy bien, como mostramos en el libro, que no tiene nada que ver el cerebro de un niño de 2 años y cómo se estimula, con el de uno de 10. Siempre tenemos que entender el proceso madurativo que está siguiendo cada niño y qué podemos exigir en cada momento.

P. ¿Cómo podemos conseguir que los hijos presten atención?

R. Las fórmulas mágicas no existen. Lo único que es fundamental es entender muy bien qué podemos pedir en cada edad. Que un niño de dos años nos preste atención un minuto es una maravilla y eso hay que reforzarlo. Se trata de ir pidiéndole con cada edad lo que pueden hacer e irlo fomentando.

«En el tema de atención es fundamental evitar elementos de distracción»

En el tema de atención hay una cosa que es fundamental: evitar elementos de distracción. Hay ocasiones en las que pedimos que nos presten atención con la televisión encendida, la música puesta y mientras enredan con la ‘tablet’; y, claro, tienen tantos estímulos que tienen que aprender a centrarse en uno solo para prestar atención.

P. ¿Y qué hacemos con esta cantidad de estímulos que pueden tener y qué hacen que les cueste prestar atención?

R. No se trata de quitarles los estímulos, pero sí de ir buscando determinados momentos en los que no estén sobreestimulados para captar su atención. Tenemos el problema de que intentamos constantemente que no se aburran, pero no pasa nada porque en un determinado momento se aburran y aprendan a entrenarse ellos solitos. Por ejemplo, pueden jugar por ellos mismos o hacer ciertas actividades para trabajar la lógica.

P. ¿Debemos reclamar la importancia del aburrimiento en el aprendizaje?

R. El aburrimiento es clave y fundamental para el correcto desarrollo de los niños. Es muy típico lo de escuchar la frase de “papá, mamá, me aburro”, que dé un miedo espantoso y rápidamente tratar de entretenerle. No hay documentada todavía ninguna muerte por aburrimiento. No pasa nada porque los niños se aburran. De hecho, es muy bueno. De este modo aprenden a desarrollar la creatividad, entretenerse por ellos mismos y, sobre todo, es fundamental aprender a estar solo con ellos mismos, sin necesidad que una persona o una cosa (una pantalla) les entretenga.

«Los niños tienen que estar a gusto consigo mismos y ser capaces de quererse solos»

Hay algo que es fundamental, la única persona que tenemos garantizada que nos va a acompañar durante toda nuestra vida somos nosotros mismos. Si no somos capaces de estar a gusto con nosotros mismos, en el momento que fallan los estímulos y necesitamos alguien, tenemos un problema, uno grave. Tenemos que enseñar a los niños en función de la edad, desde que son pequeños, a que tienen que estar a gusto consigo mismos y que tienen que ser capaces de quererse solos.

P. ¿Qué consejos darías a los padres para que sus hijos desarrollen la inteligencia emocional y el autocontrol?

R. Le damos mucha importancia a los aprendizajes formales y no nos damos cuenta de que cuando los niños no tienen una buena capacidad de regulación emocional, interfiere en el aprendizaje. También es una de las cosas fundamentales para tener una buena salud mental y equilibrio emocional.

Lo primero que tenemos que hacer es poner las emociones sobre la mesa. Vamos a hablar de emociones, qué es lo que estamos sintiendo y qué es lo que están sintiendo. Lo primero que tenemos que tener claro es que somos los adultos de referencia y lo que hacemos les sirve de modelo.

«Hay que enseñarles estrategias para que puedan ir regulando sus emociones»

También debemos enseñarle un vocabulario emocional básico. Por ejemplo, saber responder al “¿cómo estás?”, no solo de modo políticamente correcto. Entender las emociones, empezado por las básicas y después siguiendo con las complejas, comprendiendo para qué sirve cada emoción. Sobre todo, hay que enseñarles las estrategias para que puedan ir regulando sus emociones. Les vamos a tener que acompañar, porque hasta los 3-4 años no madura ese control ejecutivo que regula las emociones. Hasta entonces le acompañas y vas dando pequeñas herramientas, como pueden ser estrategias de relajación.

P. ¿Cómo de importante es fomentar la autonomía de los hijos?

R. Es fundamental. Queremos que los niños sean felices, pero si no son autónomos va a ser muy complicado. Será difícil que te sientas feliz y seguro si no eres capaz de resolver las cosas por ti mismo. Debemos irles acompañando para que ellos aprendan a hacer las cosas solitos.

En este sentido, podemos utilizar la metáfora de enseñar a un niño a montar en bicicleta. Primero le das un triciclo, luego una bici con ruedines, después le quitas uno, luego el otro y todo este proceso le acompañas y supervisas hasta que lo sepa hacer solo. Habría que actuar así con casi todo. Aunque sea más cómodo vestirle cada mañana, lo mejor es levantarle a una hora adecuada para que lo pueda hacer él mismo y aprenda.

«El mayor error que cometemos hoy en día en educación es la sobreprotección»

P. ¿Están criando cada vez más padres a sus hijos ‘entre algodones’?

R. El mayor error que cometemos hoy en día en educación es la sobreprotección. Malentendemos el amor paterno y materno y sobreprotegemos a los niños. Un ejemplo son los padres que dicen aquello de “es que no me cuesta nada prepararle la mochila y llevársela”. Pero en esta situación tenemos que analizar dos cosas: la primera es que no aprende y la segunda es que interfiere en su autoestima. Cuando el niño ve que ese “ya lo hago yo” y que le tienen entre algodones, el mensaje con el que se queda es “tú no puedes hacer esto, pero yo sí”; y esto es tremendo para el desarrollo de su autoconcepto y su autoestima. Tener a un hijo entre algodones es uno de los mayores errores que se cometen en educación.

P. ¿Un padre puede llegar a hacer ‘inútil’ a su hijo?

R. En nuestro centro de psicología vemos en algunas ocasiones niños que vienen porque aparentemente tienen un problema de aprendizaje o de otro tipo. Pero al final observamos que en realidad no son problemas de aprendizaje, sino que no le han enseñado cómo hacer las cosas. No le han dotado de estrategias, ni herramientas para que pueda desenvolverse por él mismo. Hay que tener mucho cuidado, porque a veces hacemos a los hijos inútiles funcionales. Si no se enseña, el niño no aprende.

P. En esta sociedad tan polarizada, ¿cómo de importante es fomentar que los niños tengan un pensamiento crítico, en lugar adoctrinarlos con los pensamientos de sus padres?

R. Tenemos que fomentar el pensamiento crítico con preguntas como “¿Tú que crees, qué piensas?”. Ese, “tienes que pensar como yo” es tremendamente nocivo. La pandemia es un buen ejemplo. Es necesario el pensamiento crítico para saber diferenciar un hecho de una opinión. Además, deben aprender a tomar decisiones, desde las más pequeñitas a las grandes. Tenemos que enseñarlos a que lo hagan, porque si decidimos por ellos, vamos a tener una sociedad de niños y niñas tremendamente manipulables. Lo que queremos es que tengan su propia voz y un pensamiento crítico atendiendo a lo que ellos opinan; sabiendo hacer algo que es fundamental, diferenciar un hecho de una opinión.

P. Entonces, si fomentamos este pensamiento crítico en los más pequeños, tendremos una sociedad más rica intelectualmente hablando…

R. Más inteligente y, sobre todo, menos manipulable, que es lo más importante. E, incluso, mucho más justa.

P. ¿Cómo de importante de realizar educación afectivo-sexual con los hijos?

R. Es tremendamente importante. En primer lugar porque los niños son curiosos por naturaleza y van a ir a buscar la información a otros sitios. Tienen a su disposición aparatos electrónicos, donde van a buscar preguntas y no van a recibir educación afectivo-sexual; sino que reciben las respuestas directamente del porno, con la falta de valores y ética que tiene. Además de no verse en ningún momento una parte efectiva y no ser real.

Es importante que los niños vean que hablamos con cierta normalidad de los temas afectivo-sexuales. Que entiendan que los padres y las madres se quieren, se cuidan y que eso forma parte de valores.

Pero, sobre todo, hay que trasmitir la importancia del respeto al propio cuerpo y al de los demás. Hago lo que yo quiero y el otro también. Y no dejo que me fuercen, fuerzo o hago lo que no quiero por los demás. Además, si los niños están correctamente informados es mucho menos probable que sean víctimas de un abuso sexual, porque en cuanto vean algo raro, van a ser capaces, por lo menos, de decirlo.

P. ¿Cómo hablamos a los niños de la existencia del abuso como prevención, pero sin asustarlos?

R. Por ejemplo, podemos utilizar la diferencia de “secreto bueno o secreto malo”. Los buenos son decirle “es el cumpleaños de un amigo y vamos a comprarle un regalo. Es secreto, no se lo puedes decir porque queremos sorprenderle y es algo bueno para él”. Pero los secretos malos se producen cuando alguien le dice que “no le digas a nadie el secreto”, que además es negativo para él. Por ejemplo, un acosador que toque a un niño o si alguien hace algo no le está gustando y le dicen que no lo cuenten o le amenazan.

Esta educación afectivo-sexual debe darse desde que son pequeños, ajustada siempre a la edad. No empezamos directamente con la prevención del abuso, sino que vamos educando y explicándoles.

P. ¿Por qué es tan importante fomentar hábitos de vida saludable en los más pequeños?

R. Es fundamental. Solamente tenemos un cuerpo, pero cuando eres pequeño y adolescente, no te das cuenta de la importancia que tiene el cuidado del cuerpo. Hay que ir concienciando a los niños desde pequeños de que solo tienen un cuerpo y hay que cuidarlo; igual que cuando tienen un juguete nuevo, que quieren cuidar para que dure. Pues con el cuerpo igual, cómo no van a cuidar del cuerpo con el que van a vivir el resto de nuestros días. Tú te vas a apagar porque tu cuerpo se va a apagar.

Desde que somos pequeñitos necesitamos conocer aspectos básicos como la higiene, pero no solo el lavado de manos y cepillado de dientes por estar limpios, también por las bacterias. Y el covid lo ha dejado más que claro. Tenemos que ir proponiendo actividades que sean rutinas y explicar el porqué de estas, concienciando de que están cuidando su cuerpo. Igualmente es importante trabajar una alimentación equilibrada y la importancia que tienen el sueño, porque uno de los males de los adolescentes niños es que se duerme poquísimo, lo que les puede hacer más irascibles y ponerles más difícil atender en clase.

FUENTE: elconfidencial.com

Libro escrito por: Lucía Boto, Aroa Caminero, Carolina Cárcamo, Tatiana Fernández, Manuel Gámez, Bárbara Martín, Estíbaliz Mateos, Margarita Montes, Raquel Prieto, Isabel Quesada, María Rosa del Rincón, Sara Ríos, Nicolás Sánchez, Gema Valenzuela y Silvia Álava.