Presentamos El Arte de Educar Jugando en Mijas Hoy
Os comparto la entrevista realizada para la televisión de Mijas en la que presentamos nuestro último libro: El Arte de Educar Jugando
Os comparto la entrevista realizada para la televisión de Mijas en la que presentamos nuestro último libro: El Arte de Educar Jugando
Nuestros expertos y expertas suelen estar de acuerdo: la sobreprotección es uno de los mayores errores en la educación de nuestros hijos e hijas hoy en día. Os contamos por qué como mejor sabemos hacerlo: con una historia, la de Marta y sus padres.
Marta es una niña de nueve años de temperamento muy intenso. Sus padres, Lola y Manuel, creen que todo le afecta demasiado y que eso es un problema. Cuando encuentra algún obstáculo se frustra de tal manera que, muchas veces, Lola y Manuel van corriendo a buscar la solución y servírsela en bandeja, ya sea preparar un examen con ayuda, resolver un conflicto con alguna amiga, recoger su habitación para encontrar un juguete sepultado en una montaña de caos… Manuel y Lola esperaban que con el tiempo su hija fuese más autónoma y pudiera ir superando sus retos, creían que su papel era ayudarla hasta que estuviera preparada. Hasta que un buen día se dieron cuenta de que tal vez su responsabilidad era prepararla para ser autónoma en lugar de poner parches para que no se frustrara.
Ese buen día, Marta tenía que preparar una exposición oral para el día siguiente. Lo había ido dejando, porque, claro, ya la ayudarían sus padres e iría más rápido, con una tarde bastaba. Pero justamente ese día sus padres estaban con muchísimo trabajo y no pudieron ayudarla. Como ella no les había comentado nada hasta ese día porque siempre parecían disponibles y dispuestos a ayudarla, no pudieron organizarse. Imaginaos qué frustrada se debió de sentir Marta, que se vio incapaz de investigar sobre curiosidades de las serpientes y protestó por la injusticia que suponía que sus padres no le prestaran la “ayuda” que ella siempre había recibido.
-Mamá, ¿no puedes entregar ese informe más tarde? Yo mañana tengo la exposición y no he empezado, no puedo hacerla sola – decía a su madre indignada.
– Pero Marta, ¿cómo se te ocurre dejarlo para el último momento? – contestaba Lola, muy nerviosa. – Yo esta tarde lo tengo imposible. No te puedo ayudar.
-¿Y tú, papá? ¡Venga, que solo necesito dos horas para tenerlo listo, como siempre! ¡Por favooooor!
-No, cariño, tengo una reunión muy importante ahora.
Los padres se sentían culpables por no poder sacar un hueco para ayudar a su hija, estaban muy nerviosos por el contratiempo y trataron de buscar una solución: tal vez si Manuel pidiera aplazar la reunión…, tal vez si Lola entregaba el informe un poco después y se acostaba a las mil… Tal vez así podrían encontrar un hueco, porque pobre Marta, no era capaz, no iba a saber hacerlo y tenían que ayudarla. Sabían que otros niños de la clase de Marta preparaban casi toda la presentación solos, pero es que Marta no parecía estar preparada…
En esas estaban, debatiendo cómo encajar el puzzle, cuando Lola pegó un brinco:
-Manuel, es que no puede ser. No podemos estar haciendo lo imposible para que Marta no se enfrente a sus retos. Me da mucha pena que se sienta tan incapaz y no quiero fomentarlo.
Cambiando totalmente de rumbo, los dos padres se sentaron con Marta y le dijeron:
-Cariño, sabemos que puedes organizar tú la presentación un poco y luego, cuando acabemos nuestro trabajo, podremos ayudarte a terminar. Confiamos en ti y sabemos que lo puedes hacer.
Marta al principio se enfadó mucho, le parecía muy injusto que le tocara hacerlo a ella sola. Pero al final vio cómo sus padres habían organizado las anteriores exposiciones orales, pensó un esquema y fue buscando información. Poco a poco se fue sintiendo más capaz y luego pudo rematar sin problemas la presentación con sus padres. Y tuvo que admitir que hacer la mayor parte de la presentación ella sola le había hecho sentir muy muy bien, porque como dijo Silvia Álava en una entrevista a Educar es Todo, “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad,. Un niño seguro y autónomo es más probable que sea feliz. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”. Y Manuel y Lola se dieron cuenta de que, como decía Heike Freire en otra entrevista para Educar es Todo, “sin autonomía no hay autoestima. Si no fomentamos que los hijos hagan las cosas por sí mismos, no se sentirán capaces y no se valorarán”.
Os ofrecemos aquí unas claves para dejar atrás la sobreprotección de nuestros hijos y fomentar su autonomía:
1. Tengamos muy muy claro antes de empezar el proceso que la autonomía es la base de la autoestima de nuestros hijos. Y que de hecho nuestros hijos quieren ser autónomos (¿por qué, si no fuera así, repiten bien pequeños: “yo solito, yo solita”) y para avanzar en este camino lo mejor es escucharlos. Como dice Alberto Soler en una entrevista a Educar es Todo la clave para educar niños autónomos está en escucharlos: “Se trata más bien de dejarles a ellos guiarnos en cuáles son los pasos que necesitan dar, porque si les escuchamos, normalmente ellos nos lo van diciendo”
2. Como casi todo, esto empieza con una pregunta, tal como nos contaba Noelia López-Cheda en una entrevista a Educar es Todo: “Hazte la pregunta de qué pueden hacer. Por ejemplo, ¿puede mi hijo pequeño meter el tenedor en el lavavajillas? Si la respuesta es sí, que lo haga”.
3. Es importante transmitir un mensaje de confianza, de que lo pueden lograr. Como nos decía Noelia López-Cheda en su ponencia viral en un evento de Gestionando hijos: “El mensaje que quería transmitiros hoy es que confiéis en vuestros hijos, que confiemos en la Humanidad, en que lo van a poder hacer, que van a superar problemas. Pensemos que son seres humanos completos, que tienen los recursos para crecer”. Alberto Soler, en otra ponencia del mismo proyecto, nos decía: “La confianza es la base para el crecimiento. Confiemos en la capacidad que ellos tienen a nivel físico, a nivel emocional, a nivel cognitivo… Porque si no lo que estamos haciendo es limitar su automía y bajar su autoestima”
4. Dejemos de ver el error como un drama y empecemos a verlo como un motor de aprendizaje. Nuestros hijos se van a equivocar, como lo hacemos nosotros también. “Nos estamos olvidando de que cuando nuestros hijos prueban y fallan, aprenden“, resume Noelia López-Cheda.
Para dar respuesta a estas y otras preguntas, un total de 15 psicólogos, coordinados por la psicóloga infantil Silvia Álava, han escrito el libro El arte de educar jugando, una obra en la que se abordarán varias temáticas primordiales en la Educación de los niños de hoy en día como, por ejemplo, cómo estimular su atención y su inteligencia; cómo trabajar la seguridad y la autoestima; cómo promover una correcta Educación afectivo-sexual; cómo enseñarle a cuidar de su cuerpo o qué pautas hay que seguir para introducir las nuevas tecnologías, entre otras muchas cuestiones.
Cada capítulo ha sido escrito por un psicólogo diferente, experto en cada materia, que va sugiriendo una metodología, con juegos y dinámicas con las que, además de pasar un divertido tiempo en familia, se trabajan otras áreas fundamentales en el correcto desarrollo de los menores.
El libro está diseñado para ponerlo en práctica en familia ya que permitirá estimular las habilidades sociales, la autoestima y la seguridad de los menores, ya que se dan las claves a los menores para saber cómo superar los miedos y ser felices a la vez.
Os adjunto mi última colaboración con la revista Padres y Colegios: SOS: mi hijo es perfeccionista, en la que hablamos sobre los rasgos que caracterizan a las personas perfeccionistas y sobre ciertas pautas para ayudarlas a que no se convierta en un problema:
Presentamos nuestro nuevo libro «El Arte de Educar Jugando» en el programa de radio Tarde o Temprano, de la radio pública de Canaria.
El arte de educar jugando, dos conceptos, educar y jugar, comentados con ejemplos por 14 especialistas en diversas temáticas. Ya seas padre, madre o docente, lo importante es que eres consciente de que has iniciado un viaje apasionante y a la vez de gran importancia y responsabilidad: ocuparte de la educación de uno o varios niños.
Seguro que observando a tus hijos e hijas, o a tus alumnos y alumnas, te has dado cuenta de que mientas a algunos les motivan los retos, se crecen ante la adversidad, y les gusta enfrentarse a nuevas tareas, hay otros que no quieren enfrentarse a los desafíos, se bloquean ante los retos y el miedo al fracaso hace que no quieran hacer tareas, a priori, más difíciles, porque creen que pueden fallar y que la gente se dará cuenta de que no son tan inteligentes. ¿Sabes que el tipo de mentalidad que tiene cada uno de ellos podría explicar estas reacciones? por eso hoy nos preguntamos ¿Qué es la mentalidad de crecimiento y cómo potenciarla?
Según la investigadora Carol Dweck, a la hora de enfrentarnos a los retos de la vida podemos tener dos tipos de mentalidades, no te pierdas este vídeo para enterarte de todo:
Silvia Álava, doctora en Psicología y autora de «Queremos Hijos Felices. Lo que nunca nos enseñaron», considera que es habitual que los padres se preocupen por las necesidades fisiológicas de sus hijos, pero no tanto de las emocionales. «Es verdad que lo primero de todo es que estén bien atendidos en su alimentación, pero la pandemia ha dejado patente que la salud mental en la infancia también es muy importante». Y lo es, según explica, porque todo lo que ocurre en la primera etapa de la vida determina el desarrollo del niño y su forma de ser en la vida adulta, en sus relaciones de pareja, con sus futuros hijos, el entorno…
«La cuestión es que las necesidades emocionales de los niños no están cubiertas. No tiene capacidad de manejarlas y necesitan que un adulto de referencia (ya sea padres o docentes) les atienda en para entender qué les pasa en ciertos momentos cuando están enfadados, tristes…, y así poder actuar en consecuencia con una respuesta adecuada».
Sin embargo, lo habitual es que, por ejemplo, cuando un niño tiene una rabieta, los padres le pregunten «¿qué te pasa?», cuando, en realidad deberían ser los padres los que le explicaran al pequeño lo que le ocurre para que pueda entenderlo. «En este caso, es mejor esperar a que la rabieta haya pasado para que los adultos expliquen al menor las razones de su sentimiento de rabia para que sepan qué es, porqué se siente así y qué pueden hacer para gestionarla con el objetivo de que la próxima vez, ante una situación parecida, no esté desconcertado, no sufra y sepa salir airoso. El problema, no obstante —matiza esta experta— es que en muchas ocasiones, son los padres los que no tienen herramientas para saber argumentar a sus hijos lo que les ha ocurrido».
Si es así, Álava recomienda que en pleno enfado se intente pensar en otra cosa para calmar la situación. También aconseja respirar y relajarse y no reprochar nada en el momento. Una vez que hay una vuelta a la tranquilidad, lo mejor es reflexionar juntos qué ha pasado y los motivos que han llevado al pequeño a reaccionar de esa manera tan desmesurada. Para los que tengan dudas sobre cómo manejar estas emociones con los hijos, esta psicóloga les invita a que lean libros sobre tema siempre que tengan evidencia científica, «y que no se dejen llevar por lo que le ha ido bien a una vecina. También pueden acudir a profesionales de la salud mental para aclarar sus ideas y conocer los pasos a seguir. No hay duda de que la pandemia nos ha ayudado a que los padres sean conscientes de las necesidades emocionales de sus hijos y a darse cuenta de su fragilidad y vulnerabilidad. Es un primer paso para tomarse en serio este asunto que tanto influirá en su bienestar emocional futuro».
En este nuevo vídeo colaboración con BAPNE hablamos sobre la importancia del clima emocional en el aula y cómo realizar su mejora, también de su relación con la indefensión aprendida. Al final os compartimos un decálogo para la mejora del ambiente y promover el sentido de pertenencia.
Cuántos padres suspenderían los exámenes que hacen sus hijos en el colegio. Cuántos volvieron a la escuela (en sentido figurado) cuando comprobaron que no sabían hacer los deberes de los niños. Una opción es disimular tus carencias, otra (la más apropiada) tomar medidas para poder ayudar a tus hijos o hijas.
Está abierto, desde hace tiempo, el debate acerca de la conveniencia o no de mandar deberes a los niños y, en caso de respuesta positiva, respecto al tiempo que deben dedicar a ellos. No hay controversia, sin embargo, en que tan importante como la enseñanza y el aprendizaje es el tiempo libre, el descanso y el esparcimiento.
En la web Etapa Infantil muestran las horas que deben estudiar los niños según su edad:
En el informe Panorama de la educación – Indicadores de la OCDE 2019, del Ministerio de Educación y Formación Profesional, se apunta que “el número total de horas obligatorias de clase en Educación Primaria es para los alumnos españoles ligeramente inferior a la media de la OCDE. En cambio, en la primera etapa de Educación Secundaria, España supera en más de 130 horas la media de la OCDE. En ambos casos, los alumnos españoles superan la media de la UE23”.
También presenta controversia el hecho de hasta qué punto deben implicarse los padres en la realización de los deberes de los niños. En general, el consejo habitual, como apunta M. Carmen Bouzas Cabello, directora de Remonta Pedagogía, es que “los padres podrán resolver dudas y supervisar el trabajo de los pequeños, pero no sentarse en la silla de al lado para hacerlos con ellos”. En la misma línea opina Jesús Alonso, profesor del IES Arturo Soria de Madrid: “El papel de los padres debe limitarse a proporcionarle a su hijo un espacio adecuado y un tiempo suficiente para que pueda hacer por él mismo los deberes, pero en ningún caso ocuparse directamente de ellos”.
Varias universidades españolas realizaron un estudio que medía el rendimiento académico de estudiantes de Infantil, Primaria y Secundaria. Una de las conclusiones que extrajeron es que los padres han de leer con los niños, preguntarles por las clases y confiar en ellos. Se comprobó que ayudarles directamente en la realización de los deberes no mejora los resultados académicos.
Con un enfoque muy similar al anterior, el informe La implicación familiar en la educación: una herramienta de cambio, elaborado por diversos profesores de la Universidad de Oviedo para el Observatorio Social de La Caixa, señala que “los hijos de familias más comunicativas muestran mejor desempeño escolar, todo lo contrario que los casos en los que los progenitores adoptan un estilo más controlador”.
“Los deberes son responsabilidad de los niños”, la psicóloga educativa Silvia Álava lo deja muy claro en una entrevista en la web de BBVA. Si los deberes los hacen los padres, subraya, “los niños entienden que nos es su responsabilidad. Hay padres que ves que les importa más a ellos la nota que a los propios niños. Se puede ayudar de manera puntual, pero no hacerlos. Y si dicen que no lo entienden, pero resulta que no han hecho nada, no es que no lo entiendan, sino que quieren que se los hagas”.https://www.youtube.com/embed/bCyHwhybIVU?feature=oembed&enablejsapi=1&origin=https%3A%2F%2Fwww.businessinsider.es
Los padres han de generar una rutina para hacer los deberes de los niños. Transmitir a sus hijos el mensaje de que el trabajo escolar es una prioridad y establecer reglas básicas, que tengan que ver con un horario y un espacio. Así lo apuntan los expertos de KidsHealth.
La pedagoga M. Carmen Bouzas apunta que es conveniente “cambiar las riñas, protestas e insistencias en que hagan los deberes por un tiempo de juego cuando ha terminado de hacerlos”. Además, resalta lo importante que es marcar unos horarios, no sólo en el sentido de estatuir rutinas, sino en el de poner unos límites al tiempo que le dedica a los deberes. Algo que tiene mucho que ver con lo comentado anteriormente acerca de cuánto aguantan los niños concentrados según su edad.
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Las nuevas generaciones nunca habían tenido la posibilidad de acceder tan rápido a las nuevas innovaciones tecnológicas, y este proceso se produce sin apenas mediación de los adultos. Los niños de hoy en día son “nativos digitales”, desde que nacen están rodeados de tecnologías y saben cómo utilizarlas, pero hay que enseñarles a gestionarlas. Por eso es tan importante saber cómo educar en la era digital. Te invitamos a escuchar algunas claves en el siguiente podcast. Haz click en la imagen para escucharlo:
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