Así se contiene ahora la tensión en las aulas

Yoga, mindfulness, pintar mandalas e incluso técnicas como sujetar un hielo en la mano para que el alumno se calme

Por MARTA FDEZ. VALLEJO

«Coge el hielo con la mano hasta que se derrita». El escolar ha perdido los nervios en el aula y grita alterado a su profesor. Agarra el hielo y centra su atención en cómo se derrite dentro de su puño… Se calma. Es una de las técnicas que los docentes aplican para hacer frente a los momentos de tensión en las aulas, cada vez más numerosos por las secuelas del covid. Los colegios han introducido nuevas actividades que ayudan a atajar conflictos y a rebajar el estrés y la ansiedad: yoga infantil, ejercicios de respiración, juegos de relajación, mindfulness, música, dibujar mandalas…

Los problemas de convivencia en clase «han aumentado con la pandemia», advierte Laura Sequera Molina, coordinadora estatal del Servicio de Defensor del Profesor del sindicato Anpe. «El clima de tranquilidad que es necesario para aprender está amenazado. Se pierde mucho tiempo en el aula en calmar situaciones de tensión, un tiempo que se debería dedicar a aprender», advierte. El último informe del Defensor del Profesor, que se presentó el pasado miércoles, muestra que un 23% de los alumnos causan conflictos en el aula. Escolares que se enfrentan a sus profesores, peleas entre compañeros, chavales más impulsivos… 

Un estudio realizado por Unicef muestra la dimensión de esta factura emocional que ha pasado el confinamiento y las restricciones en la relación a los menores. Durante la pandemia «la mitad de los niños se angustiaban fácilmente, se enojaban más que antes, estaban irritables, ansiosos y tenían altibajos emocionales». Uno de cada diez menores recibieron atención psicológica, un porcentaje que se eleva al 18% en el caso de los adolescentes.

El 23 % de alumnos tienen actitudes conflictivas o enfrentamientos con profesores que rompen el ritmo de la clase. En el último curso, tras la pandemia, ha aumentado un 2%

La técnica del hielo para calmar a un alumno forma parte del curso que han impartido psiquiatras a docentes del País Vasco, en el que han aprendido actividades para controlar la tensión en las aulas. Enseñar a niños y adolescentes a respirar de forma pausada es otra de las medidas para afrontar momentos de nerviosismo. La actividad es sencilla: cuatro segundos de inspiración abdominal por la nariz y seis segundos de expiraciones por la boca. Los profesores reparten también pelotas antiestrés para que los chavales puedan rebajar su ansiedad.

Cantar los problemas

Garazi Munain es profesora en una escuela de Lemoa, en Bizkaia, y aplica estas técnicas para calmar a los escolares y trabajar sus habilidades emocionales, aprendidas en los cursos del Gobierno Vasco. «Utilizo una música relajante a primera hora cuando llegan, al subir del patio y por la tarde. A la vez pueden dar un pequeño masaje en la espalda al compañero que tienen delante», cuenta. Pone en práctica también ejercicios de respiración. «Lo hacemos con garbanzos, inspiran mientras cogen un garbanzo de un vaso y lo dejan sobre la mesa y expiran el tiempo que pasa mientras lo recogen de la mesa y lo depositan de nuevo en el vaso. Les relaja», asegura.

En clase trabajan también los sentidos. «Por ejemplo, miramos durante 30 segundos un objeto del aula que hemos elegido y luego hablamos sobre sus detalles, una dinámica que ayuda a fijarse en las cosas y superar miedos», añade. Por otro lado, los pequeños aprenden a expresar sus problemas «cantando» para rebajar la importancia que le dan. Y hay más actividades que buscan mejorar la convivencia en el aula:«Una vez a la semana escriben de forma anónima algo bueno que ven en un compañero y lo meten en un sobre. Después se leen esos mensajes en clase». Para ayudar a los pequeños a expresar sus sentimientos usan «un semáforo con colores que indican los estados de ánimo: rojo, naranja, azul, verde… Al entrar colocan una pinza en el color que define mejor cómo se encuentran».

Formación en la Universidad

El Colegio de la Psicología de Madrid y la Consejería de Educación de esa comunidad también han formado ya a más de 1.300 profesores para detectar y hacer frente a las secuelas emocionales de la pandemia en las aulas. «Han aumentado los estallidos de rabia de alumnos, la agresividad contra los profesores y compañeros, que son fruto de la situación traumática que han vivido. Las técnicas de respiración, relajación y mindfulness ayudan a prevenir estas situaciones y a regular sus emociones», señala la psicóloga Silvia Álava, que ha participado en el programa. Los expertos han visitado institutos de Madrid para aplicar técnicas de «ventilación emocional». «Se trata de enseñar a los adolescentes a mostrar lo que sienten, eso que hace que se disparen y pierdan el control», explica.

De 8 a 11 minutos tarda de media el docente en calmar el aula y crear un clima adecuado para poder dar clase. El tiempo también ha aumentado tras la crisis sanitaria.

La Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), especializada en estudios relacionados con la enseñanza, incluye la formación en mindlfuness a futuros docentes. «Son técnicas que se utilizan desde hace años en colegios de Estados Unidos y están ya validadas, se ha comprobado que obtienen muy buenos resultados», comenta la profesora de la UNIR Marian Cobelas. «Sirven para calmar a los escolares y para mejorar la atención y el rendimiento académico».

Así, la pandemia ha abierto las puertas a actividades que no se hacían antes en los colegios y que se han integrado en los programas escolares. El yoga infantil o la relajación aparecen ya en los horarios de muchos centros y también pintar mandalas para ayudar a la concentración.

Juegos de mindfulness para calmar a los más pequeños

Escuchar el corazón

Consiste en que los niños salten durante un minuto en el sitio. Luego hay que pedirles que se sienten con los ojos cerrados y pongan las manos en el pecho para que puedan sentir su corazón y su respiración. Mientras están en esa posición se les pregunta qué notan en sus cuerpos. Hay que explicarles cómo el movimiento les puede ayudar a cambiar su estado de ánimo.2

El ruido de las abejas

Este ejercicio tomado del yoga es muy bueno para tranquilizar a los niños. Deben taparse las orejas con los dedos índice, cerrar los ojos e imitar el sonido de las abejas: bzzzzzzzz. Este ejercicio permite trabajar el control de la respiración y es un recurso fantástico para practicar con los más pequeños y calmar sus ánimos en momentos de nerviosismo.3

Soy una rana

Hay que adoptar la postura de una rana y notar cómo aumenta y disminuye la tripa con cada respiración. Es uno de los ejercicios más populares de mindfulness y consigue que los niños se centren en su respiración. Mientras hacen el ejercicio se les explica que la rana da grandes saltos, pero también sabe quedarse quieta observando y atenta para cazar una mosca.4

Disfruto de una fruta

Esta actividad entrena a los niños a comer lentamente, atentos a los estímulos sensoriales, y contribuye a desarrollar una relación placentera con la comida. Es recomendable hacerlo con fruta, ya que son fragantes, vistosas y con texturas muy variadas. Consiste en invitar a los pequeños primero a observar el aspecto, la textura, los olores con la fruta en la mano. Luego se les pide meter el trozo de comida lentamente en la boca, con los ojos cerrados, sin morderlo y explorarlo con la lengua. Finalmente, poco a poco, ir masticándolo conectando con las sensaciones que se despiertan. Hay otros ejercicios de observación muy beneficiosos. Se trata de mirar fijamente 30 segundos cualquier objeto como un bolígrafo, una planta… y después hablar de sus detalles.

Rutinas diarias en los colegios

  • Las actividades para mejorar el bienestar emocional de los alumnos y rebajar tensiones en el aula pueden ser «rutinas diarias» que se hacen en pocos minutos. La Universidad Internacional de la Rioja propone algunas.
  • Ejercicios de respiración Es bueno hacerlos a primera hora del día o después de una actividad de movimiento e intensidad, como es el juego al aire libre en el recreo. Es suficiente con cinco minutos. El maestro puede hacer juegos con los alumnos, decirles que piensen que son un árbol y, mientras mueven los brazos como si fueran ramas, inspiran y expiran. Los ejercicios de respiración se pueden hacer a la vez que se escucha música relajante.
  • Sonidos relajantes El niño se sienta con los ojos cerrados mientras el profesor hace sonar una campana, un cuenco tibetano, un palo de lluvia o cualquier sonido relajante. Los escolares se irán tranquilizando en sintonía con el sonido.
  • El frasco de la calma El frasco de la calma se elabora con agua, glicerina y purpurina. Si no se mueve el frasco, el agua se ve clara; pero si se agita, la purpurina se extiende y ya no se ve. El mensaje para el niño es que «cuando estamos agitados no podemos ver las cosas claras ni pensar». En algunos colegios utilizan también el rincón de la calma, con cojines, cuentos y este frasco para momentos de crisis.
  • El parte meteorológico Una actividad en el aula que busca que los niños expresen cómo se sienten y puedan liberar tensiones es el juego del parte meteorológico. Los alumnos dibujan su situación: una tormenta, lluvia, nubes, sol.. según el estado anímico en que se encuentran.

FUENTE: elcomercio.com

Ayuda al Duelo: ¿Cómo explicar a los niños la pérdida de un ser querido?

En este vídeo, colaboración con Funespaña, hablamos de ¿Cómo explicar a los niños la pérdida de un ser querido? y ayudarles, de esta forma a superar el duelo:

Agotamiento emocional en la crianza: ¿Qué es el ‘burnout’ parental?

Siete de cada 10 progenitores españoles admiten sentirse muy cansados por el esfuerzo diario de ser unos padres perfectos, según una encuesta de Lingokids.

Por NACHO MENESES Madrid – 19 NOV 2021 – 05:38 CET

Conciliación familiar

Decir que la crianza es un proceso agotador requiere de una reflexión más profunda. Porque, por mucho que se haya avanzado, sigue sin ser un esfuerzo equilibrado entre uno y otro género; porque la sociedad no termina de facilitar la conciliación familiar y porque los ideales que se reflejan en la televisión y en las redes sociales en poco o nada se parecen a la realidad. Según una encuesta elaborada por Lingokids a 600 familias españolas con hijos de dos a ocho años, un 67 % de los consultados admite “que la importancia que conceden a ser un buen padre o madre y el esfuerzo que destinan a ese fin llega a ser agotador”. Siete de cada 10 progenitores admiten también sufrir estrés laboral (23 % en un grado muy elevado y el 49 % por temporadas), y casi la mitad de ellos (un 46 %) considera que ese sentimiento afecta negativamente a su vida familiar y a su relación con sus hijos.

Burnout o agotamiento parental

Combinar el cuidado de los hijos con un amplio abanico de responsabilidades y circunstancias laborales y familiares puede llevar al conocido como burnout o agotamiento parental, un síndrome en el que el distanciamiento emocional con respecto a los hijos y los sentimientos de estrés, culpa y frustración por no ser capaces de darles todo el cuidado y la atención que les gustaría, se unen a otros síntomas como la tristeza, la irritabilidad, los conflictos con la pareja o los trastornos del sueño. De acuerdo con la misma encuesta, ocho de cada 10 padres se sienten culpables, en mayor o menor medida, por no tener tiempo suficiente para sus hijos (de manera constante para el 18 % de ellos y frecuente para el 27 %) ni para ellos mismos.

Las presiones que rodean a la crianza

Las presiones que rodean a la crianza son muchas, y se perciben desde múltiples ámbitos: “La sociedad actual impone a los padres un grado de perfección marcado por las imágenes idílicas que vemos en la televisión y en las redes sociales, que no es fácil de conseguir. Empeñarse en ser padres perfectos termina debilitando nuestra resistencia, provocando cuadros de estrés, cansancio físico y mental que, agravados por un exceso de intensidad laboral, pueden convertirse en un problema que llegue a afectar a la relación con nuestros hijos”, sostiene Rhona Anne Dick, educadora y directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids, app que ofrece contenidos en inglés para edades tempranas.

Las mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrirlo que los hombres

Estudios previos sobre el agotamiento parental han concluido que las mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrirlo que los hombres, consecuencia del rol que las mujeres han asumido tradicionalmente como cuidadoras de los hijos en la familia, y que la pandemia no ha hecho sino empeorar: “Creo que está cambiando, pero en muchos hogares las mujeres siguen ocupándose de la mayoría del trabajo relacionado con la cocina, la limpieza, llevar a los niños al cole… incluso si la pareja se ofrece para ayudar”, afirma Dick. Una idea que también hace suya Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres: “Siete de cada 10 mujeres madres se sienten solas en la crianza, y eso lleva a la incomprensión y al agotamiento extremo. Porque, además, criar en una sociedad que no prioriza la familia y que no valora la maternidad se hace aún más duro”.

Permisos de maternidad más largos

El peso de la crianza, cuenta Baena, no está repartido de manera equitativa, y los distintos agentes sociales todavía tienen mucho que hacer para que esto mejore: “Si no contamos con permisos de maternidad más largos; si no tenemos flexibilidad horaria; si no trabajamos por objetivos o tenemos mecanismos formales que apoyen la crianza en los primeros años; si las empresas no se corresponsabilizan y se dan cuenta de que ellas también tienen mucho que hacer y decir en este tema; y si las instituciones no dan un paso adelante, se hace muy complicado ser madre o padre en España”. Como también es clave, añade, hacer equipo con la pareja, si se tiene; y practicar el autocuidado, “aunque nos cueste y lo hagamos con culpa. Porque sin esos momentos de respirar, de recargar pilas, muy difícilmente llegamos al fin de semana sin sentirnos superadas y superados”. El apoyo mutuo es por eso fundamental, para que ambas partes puedan disfrutar de momentos de desconexión individual.

El impacto de las redes sociales

Las fuentes consultadas para este reportaje coinciden en señalar el impacto negativo que las redes sociales pueden ejercer sobre la maternidad. “Piensa, por ejemplo, que en la época de nuestros abuelos las únicas con quienes podían compararse eran otras personas del barrio, o sus propios padres. Ahora nos comparamos con toda una red global de familias, amigos, gente que ni siquiera conocemos, influencers, expertos… Llegar a sentir que estás haciendo un buen trabajo es todo un desafío”, esgrime Dick. La solución, apunta Baena, pasa por conectar con lo que realmente queremos y no tanto con lo que se espera: “Tenemos que ser fuertes y vivir un poco al margen. Olvidarnos de la presión social de llegar a todo y llegar bien, priorizar lo realmente importante para cada familia y entender que es mucho más importante educar en valores que llenar la agenda de actividades deportivas, de eventos sociales y de visitas culturales. Hay que despertar el espíritu crítico, intentar vivir en pequeño, sin que nos arrastre lo que nos imponen desde fuera”.

Cómo prevenir el ‘burnout’ parental

Lo primero, y aunque parezca una obviedad, es tratar de que ese agotamiento parental no llegue nunca a producirse: “No quieres llegar a ese punto en el que sientes que te derrumbas, porque muchos de los síntomas acaban relacionados con la distancia emocional con tu hijo, y el sentirse culpable por ello”, recuerda Dick. Es necesario recordar que el agotamiento parental no solo sucede por falta de tiempo; sino también por no tener los conocimientos, las estrategias o los recursos suficientes, “no solo sobre cómo educar, sino educar en positivo; sobre cómo establecer límites desde el sentido común (pocos, ajustados a la edad y con consecuencias lógicas y coherentes)”, afirma la psicóloga Silvia Álava. Por eso, apoyarse en las experiencias previas de otros padres y madres siempre puede ser útil.

Educación emocional

“La mejor forma de prevenirlo es con educación emocional, empezando por nosotros mismos. Vamos a pararnos y observar lo que está ocurriendo, no solo a mi hijo o hija, sino a mí. Porque lo que estamos viendo ahora es que prácticamente todos estamos bastante fuera de lo que es nuestra ventana de tolerancia, ese margen donde nos sentimos en control de las cosas”, argumenta Álava. “Con todo lo que hemos vivido en pandemia, en el confinamiento y las restricciones, la incertidumbre de no saber lo que va a pasar… Todo eso hace que nos cueste mucho regular nuestras emociones y, por tanto, las de nuestros hijos”. Se trata, añade, de ver si estamos en condiciones de educar, o si estamos tan desregulados que lo primero que hay que hacer es parar y regularse para, desde ahí, educar de forma diferente, desde la calma y la serenidad, explicándole a mi hija lo que ocurre y sin recurrir al grito, que nos termina por agotar.

Actividades extraescolares

Entre las estrategias más prácticas, Dick recomienda la posibilidad de organizar citas de juegos con las familias de los amigos del colegio, “de manera que puedas llevarle a la casa de su amigo o amiga y que su padre o madre les cuide por dos o tres horas, y te vas turnando con dos o tres familias haciendo eso mismo, y no te cuesta nada”. Las actividades extraescolares son otra de las herramientas disponibles, si el presupuesto familiar lo permite, “aunque también es necesario tener en cuenta que tampoco quieres que el niño se queme, si además de la escuela cada día tiene una actividad diferente: eso hará que estén agotados y se porten mal, lo que te complicará la vida”.

Las pantallas

Las pantallas, por supuesto, son recursos que también están disponibles, siempre que se haga con mesura. Un 30 % de los padres que respondieron a la encuesta de Lingokids afirmaron querer disponer de una fuente de entretenimiento autónomo para sus hijos, mientras ellos se ocupaban de otras tareas: “A la hora de enlazarlo con nuestra app, trabajamos duro para conseguir que los niños no sean zombis enfrente de la pantalla, sino que interactúen con contenidos educativos”, señala Dick. Otros factores reductores del estrés citados por los progenitores fueron buscar más actividades que realizar fuera de casa los fines de semana y contar con ayuda externa para las tareas del hogar o el cuidado de los niños, así como tener tiempo individual para salir a correr o caminar, leer o escuchar música, ver la televisión o ir al gimnasio.

FUENTE: el país.com Puedes seguir De mamas & de papas en FacebookTwitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter quincenal.

Rutinas en niños: beneficios y cómo crearlas

¿A tu hijo le cuesta seguir una rutina? Atentos a estas claves

Por Alicia Mendoza

A muchos y muchas de nosotros nos sonará esta situación. Despertamos a los niños, pero se quieren quedar más rato en la cama. Cuando ya se levantan, ponen impedimentos para ponerse la ropa para ir al cole. A la hora del desayuno tardan mucho en comer. Por la tarde no respetan la hora de estudio y cogen antes el videojuego…

Y como estas situaciones se dan muchas otras en las que tenemos que poner en práctica nuestra paciencia con los hijos e hijas para que el día a día salga adelante. Aquí es donde entra la importancia de educar y criar a nuestros hijos con unas rutinas fijas. Como nos cuenta Silvia Álava Sordo en este vídeo de la Comunidad Educar es Todo “los niños funcionan muy bien cuando tienen bien marcadas las rutinas […] porque les da mucha seguridad”.

Las rutinas son esenciales para los niños para su día a día: les ayuda a organizarse, les proporciona seguridad y estabilidad. Pero estas rutinas también vienen muy bien para los padres y madres, ya que son el eje que vertebra el núcleo familiar.

BENEFICIOS DE LAS RUTINAS EN NIÑOS

Tanto los niños como las familias se van a beneficiar de la creación de rutinas en su día a día.

Bienestar familiar

Las rutinas permiten crear un ambiente de bienestar familiar, tanto emocional como funcional.

Asimilación de reglas y normas

Esta investigación que aborda cómo las rutinas y rituales repercuten en el día a día de la familia y en la adquisición de habilidades de los niños, señala que “las rutinas contribuyen a la definición no sólo de las reglas internas de la familia sino también de la dimensión del significado del mundo social alrededor de la familia y de las relaciones que la familia instaura con el mismo”.

Se acatan las órdenes y se dejan atrás los gritos

Amaya de Miguel, experta de la comunidad Educar es Todo y creadora de “Relájate y Educa”, cuenta que para que los niños y niñas obedezcan “los días deben ser lo mas parecidos entre sí que se puedan», es decir debe haber rutinas iguales todos los días para los niños. “Todos los días te acuestas y te levantas a la misma hora, la comida es de esta manera, se cumplen los horarios… Todos los días recoges la mesa, también cuando estás cansado. Hay una rutina en todo muy marcada en los niños, también con los dulces y con los extras».

Responsabilidad

Las rutinas y los hábitos les enseñarán a ser responsables, que se deben respetar las dinámicas de la familia. Para ello, debemos dar ejemplo. Si nosotros como padres y madres no nos saltamos unas rutinas, nuestros niños también obedecerán los ritmos que deben llevar.

Ayuda al desarrollo del niño y de su autonomía

Esta investigación explica cómo “al crear un ambiente óptimo tanto en la escuela como en el hogar, el niño aumenta su seguridad emocional, desarrolla su autonomía, capacidad de interactuar y aprendizaje”. Y es que si les damos seguridad y estabilidad en su día a día, nuestros hijos comenzarán a realizar estos hábitos ellos mismos como una forma de ser independientes y autónomos.

TRES PILARES SOBRE LOS QUE IR CREANDO RUTINAS

  • Higiene: Muchos padres y madres se encuentran con la situación de que llegada una edad los niños no les apetece entrar en la ducha, lavarse las manos o cepillarse los dientes. Por eso, desde pequeños debemos educarles en el hábito de la higiene, para que así tengan en cuenta de que ducharse o lavarse las manos es algo beneficioso para su salud, y así no pondrán tantos impedimentos para seguir esta rutina.
  • Alimentación: Debemos intentar al menos comer una vez al día en familia a la misma hora.
  • Sueño: Fijar un horario de fijo no solo le va a permitir tener una rutina de sueño, sino que también va prevenir problemas de sueño como el insomnio.

También podemos establecer rutinas para el estudio, el juego al aire libre, el cuento, el videojuego, etc.

CÓMO CONSEGUIR IMPLANTAR RUTINAS

Os damos algunos consejos para que los niños y niñas acaten sus rutinas.

Mediante el juego

La psicóloga Patricia Ramírez nos contaba cómo jugar desde primera hora puede ayudar a que los niños hagan sus rutinas. “Por la mañana cuando me levanto y preparo el desayuno yo ya empiezo jugando con mis hijos. Mi hijo es un poco perezoso. Entonces pongo mi cronómetro de runner y le digo: Pablo, te estoy cronometrando el tiempo que tardas en salir de la cama. Y el tiempo que tardas en vestirte, y el tiempo que tardas en asearte y bajar a desayunar. Y cuando baja le doy los tiempos y hago como que lo anoto en una libreta para compararlo con otros días”. Esta estrategia de educar jugando permite que los niños hagan sus rutinas a tiempo y que desde por la mañana el día en familia funcione correctamente

Dar ejemplo

¿Cómo nos comportamos delante de nuestros hijos? ¿Nos vamos a dormir cada día a una hora? ¿A veces desayunamos y otros días no? Si queremos que nuestros hijos cumplan las rutinas que les decimos, también nosotros tenemos que cumplir con nuestra parte y no saltarnos aquello que obligamos a nuestros hijos e hijas.Noticias relacionadas

Respetar las rutinas

Relacionado con lo anterior, nosotros mismos tenemos que respetar las rutinas de los niños. Muchas veces tenemos la mentalidad que ejemplifica Silvia Álava Sordo: “no pasa nada si hoy retrasamos un poquito el tiempo de la ducha o el tiempo de la cena, pero cuando nos damos cuenta son las diez y el niño está sin meter en la cama y entonces nos entran las prisas y los agobios, cuando hemos sido nosotros mismos quienes hemos ido posponiendo esa situación”.

FUENTE: elperiodico.com

¿Por qué debo animar a mis hijos a jugar al ajedrez?

El ajedrez es el deporte estrella para trabajar la función ejecutiva. Las funciones ejecutivas son las capacidades mentales que permiten a una persona controlar su propio comportamiento, anticipar el posible futuro, y a la vez, preparar y dirigir su conducta hacia la consecución del plan o tarea. Las funciones ejecutivas son fundamentales para el éxito tanto a nivel académico como profesional, y por ello es importante que podamos trabajarlas con nuestros hijos y alumnos.

Las funciones ejecutivas son, entre otras, las siguientes:

La Inhibición.

Es decir, la capacidad de frenar una conducta una vez que ya la hemos lanzado. Por ejemplo, ser capaces de callarnos cuando vemos que el comentario que estamos haciendo no es oportuno, o que cuando hemos empezado a hacer una tarea, si alguien nos para o nos corrige, somos capaces de parar en ese momento.

La Monitorización.

Se trata de ir controlando y comprobando que lo que estamos haciendo está bien. A través de este proceso somos capaces de supervisarnos a nosotros mismos para, a partir de ahí, corregir nuestros propios errores. Por ejemplo, si tengo que resolver un problema en el que me dicen que tenemos 20 caramelos y 10 niños, y me preguntan que ¿Cuántos caramelos corresponderían a cada niño? Si mi respuesta es 30, el proceso de monitoreo y supervisión me haría ver que no pueden tocar a más caramelos de los que tenía en un inicio.

La flexibilidad cognitiva.

Es un proceso cognitivo que nos ayuda a cambiar de forma rápida nuestra forma de actuar y nuestra forma de pensar. Ser flexible implica que cuando los parámetros cambian, yo me adapto y cambio. Sería como cuando una vez conectado el GPS no puedes seguir la ruta indicada o hay que cambiar las coordenadas de destino, ¿qué hace el GPS? Recalcular. Nosotros también. Es lo que nos permite cambiar los planes, si ocurre algo imprevisto, y no podemos continuar con la planificación inicial. Muchas veces la flexibilidad está en la clave de éxito de los aprendizajes a todos los niveles, escolar, social, emocional… La flexibilidad cognitiva, por ejemplo, es la responsable de poder corregir una tarea o un trabajo, o pensar otras posibles soluciones a un problema. Hay personas que son muy rígidas y poco flexibles y cuando los planes iniciales se tuercen y no salen bien, se frustran. O se quedan bloqueados a la hora de resolver un examen, si se atascan en un ejercicio, porque no son capaces de buscar otras alternativas.

La Organización y planificación. 

Tan importante es tener claro nuestro objetivo, como organizar y planificar los pasos debemos llevar a cabo para conseguirlo. Así, por ejemplo, observamos muchas veces, que los chicos tienen muchas dificultades a la hora de organizar su estudio. El error puede venir porque no planifican qué asignatura van a estudiar cada día, durante cuánto tiempo, o cuál es el objetivo que hay que cumplir. ¿Qué ocurre después? Que llega el examen y no da tiempo a estudiarlo y muchos alumnos van apenas sin dormir, porque no se organizaron en el estudio.

En el deporte del ajedrez el órgano que más ejercitamos es el cerebro.

Y ahora, con el éxito de la serie “Gambito de dama”, está más de moda que nunca.  Con este juego se trabajan multitud de procesos mentales como:

  1. La capacidad de atención. Con el ajedrez se trabaja la atención sostenida. Es fundamental que el jugador mantenga la atención a lo largo de la partida. La “atención selectiva”, focalizando sólo hacia el objetivo, los movimientos para ganar la partida. La “atención dividida”, estando atentos tanto a nuestros movimientos, como a los de nuestro adversario.
  2. El autocontrol. En el juego es clave controlar tanto los movimientos automáticos, poco planificados, como las emociones. Mantener un estado de relajación ayudará tanto a no precipitarse, como a mantener el nivel de concentración.
  3. La planificación es clave. Las jugadas se representan en la cabeza de los jugadores o jugadoras antes de ser ejecutadas.
  4. La flexibilidad. Hay que mantener varios escenarios posibles en la cabeza acorde a las distintas posibilidades de la jugada y reaccionar de forma rápida a un cambio de planes.
  5. La memoria, empezando por lo básico, memorizar cómo se mueve cada una de las fichas, a lo más complejo, las diferentes jugadas posibles.
  6. La orientación espacial, imaginando los movimientos de las piezas.
  7. El razonamiento fluido. Para avanzar en el ajedrez es necesario resolver las situaciones que se van presentando, utilizando los conocimientos que el jugador ya tiene.
  8. El ajedrez también ayuda a que los niños y niñas aprecien juegos tranquilos. en los que emociones como la calma y la serenidad están presentes.
  9. A través del ajedrez también se aprende a tolerancia a la frustración. Los jugadores se enfrentan a numerosos retos y en ocasiones fracasan. Es un deporte excelente para aprender del error, dado que podemos hacer un análisis de las jugadas y ver otras posibles opciones para otras partidas.
  10. Ayuda a estructurar el pensamiento. Para ir avanzando hay que aprender nuevas tácticas y estrategias, con lo que se potenciará el pensamiento lógico.

FUENTE: PadresyColegios.com

«La espiritualidad ayuda a dar sentido al trauma»

Los progenitores de la niña que murió en el siniestro mandan una carta de agradecimiento a las familias del colegio y piden oraciones para la madre que causó el siniestro

Por Carlota Barcala SEGUIR

Cuatro días después de que María R. C. perdiese la vida en un atropello a las puertas del colegio Montealto, sus padres, Alejandro y María, decidieron compartir una carta con el resto de progenitores y personal del centro educativo. La misiva, que hicieron llegar el lunes por la tarde, agradece las muestras de cariño y oraciones dedicadas a su hija, de cinco años, pero en ella piden también que recen por las otras dos niñas heridas en el accidente y por la conductora que lo causó. «Los padres tienen puesto el foco en el agradecimiento, tanto hacia los mensajes recibidos como en la actuación del colegio y en el trabajo de Samur y Policía. También en los cinco años vividos junto a su hija.

Tener el foco en esto facilita el duelo», analiza a ABC Silvia Álava, psicóloga infantil.

Otra de las partes principales del texto la dedican a la religión. «En el tanatorio nos han contado varios testimonios de personas que estaban lejos de la fe y que gracias a nuestra pequeña María han ido a rezar el Rosario, les invitamos a que no lo dejen», es uno de los extractos. «El amor humano es finito, pero el amor de Dios es infinito», añaden. En este sentido, Álava afirma que «la espiritualidad –no solo la religión católica– ayuda a dar sentido a un trauma, en este caso, tras una pérdida». «Para estos padres, poder pensar que la niña está en el cielo con Dios supone un alivio, porque ayuda a integrar esa experiencia traumática en su día a día. Es importante que el trauma quede integrado en el relato vital», subraya la especialista.

Agradecimiento

Hace referencia también al último párrafo de la carta redactada por los padres de la víctima. «Mariquilla –como la llamaban ellos– está gozando más que nunca en el cielo porque era una disfrutona de la vida y yo creo que ella sabía que solo allí podía estar mejor, con su verdadero Padre y su verdadera Madre», escriben al final, justo antes de agradecer a Dios por los cinco años «maravillosos» que les ha «regalado» al lado de su hija. «Cuando una persona tiene la espiritualidad alta les facilita el relato para da un sentido a lo ocurrido. Hace más fácil para la persona empezar a aceptarlo e integrarlo. Ellos no dicen que mañana vayan a estar bien, al contrario, pero el hecho de poder narrarlo e integrarlo en su vida les ayuda», continúa Álava, que menciona que escribir la carta es otra forma también de dar un sentido a lo ocurrido.

No culpar

«Pero sobre todo, lo importante, es el no culpar. Es bonito e importante la parte en la que piden a los demás que recen, pero también reclaman que se acuerden de la madre que iba conduciendo el coche que provocó el atropello. ‘No la culpéis, nosotros no lo hacemos. Ella está viviendo su propio trauma’, se entiende de las palabras que le dedican en la carta», prosigue Álava, refiriéndose a la siguiente frase de Álex y María: «Os ruego muchas oraciones por María, la madre que le ha tocado, a nuestro parecer, el peor trago del accidente, y una vez más le repetimos que se abandone al Señor para darse cuenta de que no tiene culpa alguna y que, aunque sea incomprensible, Nuestro Dios lo ha permitido para sacar bienes mayores».

Un propósito

La especialista en Psicología Infantil hace énfasis también en otro punto: el proceso de aceptación no implica negar lo ocurrido. «Ellos cuando dicen en el texto ‘Estamos metidos en nuestra cueva intentando curarnos unos a otros’, ‘no nos vemos capaces de leer tantos mensajes de cariño porque estaríamos todo el día llorando’ y ‘para poder dormir compartimos a Dumbo, el elefante peluche de nuestra bebé’ reconocen las emociones tan desagradables que están atravesando», dice Álava. «Es necesario llorar y también respetar los tiempos de cada uno», indica. Asimismo, recalca la necesidad de encontrar otro sentido a la vida: «En este caso, son los otros cinco hijos de los que tienen que cuidar. La muerte de un hijo nunca se supera, pero sí se integra en la vida».

FUENTE: Diario ABC

“¡Mamá, me aburro!” ¿Hay que sobreestimular a los niños para que no molesten?

Pasar momentos de hastío es necesario para un desarrollo cognitivo y emocional saludable

Por ROCÍO NAVARRO MACÍAS

Antes de que los niños lancen la señal de alarma del aburrimiento, muchos padres hacen lo que está literalmente en su mano, para que no se despierte la temida emoción. La respuesta más habitual suele ser ceder a los pequeños el dispositivo móvil, pero son muchas las herramientas a las que acuden los adultos para evitarles el tedio. De forma contraria a lo que se piensa, alimentar a los menores con novedad constante provoca estrés, sensación de agobio y frustración entre otras consecuencias negativas que pueden comenzar a verse en el corto plazo y cuyos efectos los acompañarán hasta la edad adulta.

“Vivimos en una sociedad de consumo muy rápido. Que un niño se aburra genera alarma porque existe un miedo a que experimenten sensaciones desagradables. Pero tienen que aprender a tolerar el aburrimiento. Eso va a ayudar a mejorar la creatividad, tolerar la frustración y que aprendan a guiar la propia conducta y el propio juego”, explica la psicóloga infantil Silvia Álava, autora del libro El arte de educar jugando (J de J Editores, 2021).

Que se aburran sirve para fomentar su creatividad, que aprendan a tolerar la frustración y guíen su propia conducta

Silvia Álava

La razón de que el aburrimiento resulte desagradable está en la naturaleza del cerebro. “Los niños vienen con un cerebro preparado para el aprendizaje y esto, provoca que busquen continuamente pasarlo bien y divertirse de muchas maneras. Es su forma de aprender y descubrir el mundo”, explica Alba María García, psicóloga infantil en Center Psicología Clínica. No obstante, desde el hastío no solo se adquieren habilidades cognitivas, también se aprende a tolerar la soledad.

Que los niños no puedan pasarse la tarde centrados en un juego o una actividad y que surja el hastío es algo habitual. “Es una emoción normal que aparece cuando no nos satisface la actividad que tenemos que realizar. Desde el aburrimiento se pone en marcha la imaginación y surge la creatividad”, dice García. Son diversas las variables que llevan a un niño al aburrimiento. La primera es la edad del pequeño. Ningún adulto debe pretender que un menor de dos años transite por una misma actividad más allá de unos minutos. “Antes de los tres años, no conocen cuáles son las metas, logros, niveles y recompensas del juego. 

No pretendamos que un menor de dos sea capaz de mantener la atención durante más de 5 minutos

Alba María GarcíaPsicóloga infantil en Center Psicología Clínica

Solo están interesados por los colores y los objetos en movimiento. No son capaces de mantener la atención durante más de 5 minutos”, añade García. Esto se debe a que su capacidad de control ejecutivo aún no se ha desarrollado. A medida que crecen, el proceso madura de forma natural, siempre que no se interfiera. “La explicación neuropsicológica, es que cuando los niños están jugando deben ser ellos quienes realicen ese proceso de atención sostenida. Tienen que estar pendientes del juego, a qué juego, cómo lo hago… Si son muy pequeños y no la tienen muy entrenada, se cansarán antes”, sugiere Álava.

Además de la edad y del entrenamiento del proceso, el tipo de personalidad también determina el grado de aburrimiento que pueda provocar un juego o situación. “Existen una serie de variables de personalidad. Hay niños que son más tranquilos, que no necesitan tanta actividad física. Otros son de juegos más físicos. Eso no es bueno ni malo, sino un tipo de preferencia. Es importante que los padres las conozcan”, continúa Álava.

¿Cómo manejar aburrimiento?

No es saludable que los niños siempre estén entretenidos por una máquina o por adultos

Aunque es esencial que los padres se impliquen de forma activa en el juego, los niños también necesitan tiempo para desarrollarlo en solitario. Es una de las formas de que entrenen la atención sostenida. “Al principio se les puede dar alguna indicación y dejarles que ellos dirijan el juego”, comenta Álava. La psicóloga anima a permitirles hacerlo por sí mismos con consignas del tipo: Espera que yo no puedo seguir ahora, enseguida vuelvo y me cuentas lo que has hecho. “No es saludable que los niños siempre estén entretenidos por una máquina o por adultos. Deben tener momentos de juego ellos solos. A través, por ejemplo, del juego simbólico en el que el niño coge un objeto y se inventa actividades, juega a profesiones… Es algo fundamental para el correcto desarrollo de habilidades socioemocionales y para entender los roles. También es importante para la creatividad, el lenguaje…”, aconseja Álava.

Otra de las herramientas que favorecen el desarrollo de esta capacidad son los juegos tradicionales a través de las reglas, algo que puede integrarse a partir de los seis años. “Es una forma de que aprendan que el juego más divertido es la imaginación. No hace falta ningún objeto en particular, solo montar historia con lo que se tenga a mano”, continúa la también autora.

Puede que las pantallas eviten el aburrimiento, pero integran procesos poco saludables. El problema que plantean los juegos digitales respecto a la atención sostenida, es que la dirige el propio contenido, no la persona que los consume. “Aquellos juegos con una gran complejidad de incentivos (como los digitales) desencadenan esa sensación de estímulo, pero no favorecen el desarrollo neurológico. 

Cuidado con la sobreestimulación

Cuando les inculcamos los estímulos de las pantallas, los niños terminan perdiendo el interés de otros más naturales

Además, cuando exponemos de un modo muy continuado a esos estímulos que ofrecen las pantallas, los niños terminan perdiendo el interés de otros más naturales, con un ritmo más lento (el desarrollo de los juegos tradicionales es más lento que un videojuego)”, advierte García. Asimismo, los contenidos digitales inciden en otro factor cuestionable para la salud del cerebro. “Utilizan un sistema de recompensa intermitente como las máquinas tragaperras, que hacen que te enganches.

Con un juego tradicional el proceso de atención lo haces tú solo y el sistema de recompensa no es intermitente”, sugiere Álava. La atención se ve favorecida por la novedad, ya que activa el sistema de recompensa. “A nivel cerebral, cada vez que se presenta un estímulo novedoso, nuestro cerebro está programado genéticamente para liberar dopamina, un neurotransmisor relacionado con el aprendizaje”, manifiesta García.Lee también

Esto se relaciona con un fenómeno psicológico conocido como inhibición latente, que expone cómo los estímulos familiares requieren de mayor cantidad de tiempo para producir algún efecto. “En consecuencia, centrar la atención en un juego tradicional (la comba, la naturaleza, las piezas de un puzle…) se necesita más cantidad de dopamina que para un videojuego que cada nivel presenta un escenario diferente y con un sinfín de estímulos”, aclara García.

Aburrimiento, frustración y soledad

Una de las consecuencias de la constante búsqueda de novedad es el miedo a la soledad

Además de las consecuencias que para el correcto desarrollo cognitivo conlleva no tolerar el aburrimiento, existe otra secuela emocional muy frecuente a medio y largo plazo. “Una de las consecuencias de la constante búsqueda de novedad o el aburrimiento es el miedo a la soledad. Últimamente, nos encontramos adultos que no toleran pasar tiempo consigo mismos porque temen esa introspección al silencio”, comparte García. 

El aburrimiento favorece la introspección, un acto fundamental para el autoconocimiento y la gestión emocional. Un aspecto que también enfatiza Álava: “Es importante ser capaz de mirar hacia dentro para ver cómo nos sentimos, relacionarnos con nosotros mismos de manera sana. Ir buscando siempre novedad constante en la adolescencia desencadena problemas. En esa escalada las novedades ofrecen cosas peligrosas”.

Junto a esa falta de capacidad introspectiva, no aceptar el aburrimiento conlleva también una falta de resistencia ante la frustración “En otras palabras, no tenemos paciencia. En cuanto sentimos el más mínimo aburrimiento recurrimos al móvil o a la Tablet… En definitiva: a la inmediatez”, matiza García. Crear momentos de ruptura con el ritmo vertiginoso de estímulos al que los niños están sometidos y, que se aburran de vez en cuando, es la llave para que en el futuro sean adultos autónomos, pacientes y creativos.

FUENTE: LaVanguardia.com

¿Por qué el disfraz de «El juego del calamar» no, y el de otros personajes monstruosos y asesinos sí?

Hay colegios en los que no se permite a los niños acudir con el disfraz de la polémica serie. Esto es lo que explican los psicólogos al respecto.

Laura PeraitaPor Laura Peraita

Avisos en los colegios

Durante las últimas semanas algunos colegios están avisando a los padres para que sus hijos no vayan a la celebración de Halloween con el disfraz de la polémica serie de El juego del Calamar. Se trata de una medida, según apunta Sonia Castro, psicóloga en el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP), que pretende «no fomentar y evitar posibles conductas violentas y comportamientos agresivos entre los más pequeños».

Según esta psicóloga, existen numerosos estudios que confirman una relación entre la exposición a la violencia en distintos contextos (colegio, vecindario, casa y televisión) y el desarrollo de conductas agresivas en la infancia y adolescencia, puesto que aprenden conductas agresivas a través de la imitación de modelos agresivos.

Mayor conciencia sobre proteger a los más pequeños

Pero, ¿por qué el disfraz de esta polémica serie no y el de otros personajes sádicos y monstruosos sí? «La actualidad de esta serie tan criticada por la facilidad de acceso a la que han tenido los menores de 16 años la ha puesto en el punto de mira —asegura la Doctora en Psicología Silvia Álava Sordo—. Lo cierto es que parece que hay mayor conciencia sobre proteger a nuestros menores o, en el caso de no haber la suficiente, se pretende con este tipo de medidas comenzar a crearla. Si los niños pequeños ven este disfraz, querrán saber más y buscarán donde sea para conocer qué representa. De este modo, tendrán acceso a imágenes terribles que, por edad, no están en condiciones de gestionar ni cognitiva ni emocionalmente. Les quedarán grabadas en su cerebro y les pasará factura».

Considera que es lógico que en los colegios lo prohiban «debido a que los profesores están observando que en los patios de recreo los niños reproducen los juegos que aparecen en esta serie televisiva, que tienen una apariencia infantil, pero un final violento y de muerte. Si los niños van disfrazados como en la serie, se les está dando «permiso» a este tipo de juegos. Los colegios que lo han prohibido están dando un mensaje de coherencia puesto que no pueden emular jugar a algo que se ha mostrado en una serie no apta para su edad».

Los padres deberían evitar algunos personajes

Destaca Silvia Álava Sordo que otros personajes como Freddy Krueger o la niña de El Exorcista no están ahora tan de moda «y los niños no tienen tanto interés por disfrazarse de ellos, pero igualmente —advierte— los padres deberían evitar que sus hijos fueran con este tipo de disfrazaces y optar, según las edades, por los típicos de una calabaza, un esqueleto o una bruja, por ejemplo».

Esta advertencia la realiza en virtud de su experiencia profesional. «En mi consulta he tenido niños que después de Halloween tenían muchos episodios de terror y un miedo incapacitante porque al disfrazarse de uno de estos personajes sanguinarios y asesinos han buscado más referencias en internet y han accedido a imágenes para las que nos estaban preparados».

Las modas

De la misma opinión es Sonia Castro al asegurar que en estas semanas la serie El juego del calamar está de moda, puesto que muchos líderes de opinión, instagramers y streamers están hablando de ella. «El efecto que esto provoca en los adolescentes es que quieran saber, conocer y sea referente para ellos». Señala que «otros disfraces terroríficos no están de moda, no están en el candelero, su momento culmen ya pasó y, por lo tanto, no tienen el mismo interés y no tendrán el mismo efecto».

Castro también matiza que, además, si un niño ve a sus compañeros de clase vestidos con el disfraz de esta serie para adultos se puede producir como efecto, muchas veces inconsciente y desapercibido, «una presión social ejercida por el grupo y puede hacer que el alumno considere que sea una moda, quiera ser parte del grupo, se normalice y quiera disfrazarse de lo mismo en Halloween. Aquí entra en juego el concepto de “desindividualización”; es decir, disminución de la responsabilidad al estar dentro de un grupo que lleva a las personas a mostrar comportamientos desinhibidos, violentos, anti-normativos, criminales e irracionales. A los niños y a los adolescentes les es difícil separar lo que es ficción de lo que es real por su estructura cognitiva».

FUENTE: DiarioABC

Consejos si tu hijo ve ‘El juego del Calamar’

Se ha convertido en la serie de moda entre los pre-adolescentes, a pesar de estar indicada para mayores de 16 años. Hablamos con esta especialista en psicología infantil para que nos aconseje sobre cómo abordar y tratar este tema.

Escrito por BEATRIZ G. PORTALATÍN

¿Qué hacer si sé que mi hijo ve ‘El juego del Calamar’?

No hay duda de que El juego del calamar es la serie de moda y tampoco hay duda alguna de que no es en absoluto un buen ejemplo para los niños y niñas. A pesar de que la serie está indicada para mayores de 16 años, se ha vuelto toda una tendencia entre los pre-adolescentes. De hecho, ya hay colegios (en España) que alertan que los chavales en el patio del recreo están imitando los juegos de la serie. Algo según los expertos, nada bueno ni recomendable para su desarrollo. Y los padres y madres deben actuar.

«La serie tiene una estética muy infantil, los protagonistas (adultos) juegan a juegos infantiles que recuerdan a los que hemos jugado todos de niños, pero el problema es que el contenido es muy, muy, muy agresivo. Hay mucha violencia. Y además una violencia muy gratuita: se recrean en ella», explica a laSexta Silvia Álava, doctora en psicología, directora del área de psicología infantil del centro de psicología Álava Reyes y escritora de varios libros, ‘El arte de aprender jugando’ es su último libro.

No están preparados cognitivamente

Aunque es una serie para mayores de 16 años, lo están viendo fundamentalmente preadolescentes, pero también niños y niñas y «a esas edades no se está preparado cognitivamente para entender y procesar tanta violencia. Ni tampoco para entender el sentido de la serie», explica la doctora. Y el problema viene, porque en ocasiones, «hay niños y niñas que no son capaces de digerir esa violencia ni esas escenas tan agresivas y pueden quedar grabadas en la memoria como un elemento traumático. Y esto ocurre», dice Álava.

«Hay niños y niñas que vienen luego a consulta porque una serie o una película les ha dado mucho miedo y se han quedado enganchados a ese miedo, porque no han sabido digerirlo, no han sabido procesarlo bien, y al final, ese miedo acaba repercutiendo en su vida diaria. Todas estas modas pueden interferir y repercutir de forma negativa», cuenta la experta. Así, es importante, respetar la edad a la que se deben ver contenidos con tanta violencia y agresividad.

1. Proteger a nuestros hijos e hijas

Seguramente, muchos niños vean la serie porque «todos la ven». ¿Y cómo voy a ser yo el único/a que no vea ‘El juego del calamar’, si toda mi clase la ve, y además, juegan todos a imitarla en el recreo? En este sentido, es importante recordar a los padres que aunque cueste, y cueste mucho, deben proteger a sus pequeños.

«Es importante, como adultos, como padres y madres, explicarles a nuestros hijos que aunque el resto de la clase vea la serie, no tenemos que hacerlo nosotros también. Y sobre todo hacerles ver que nuestro deber como padres es protegerles, e indicarles que determinados contenidos visuales no son buenos para ellos, para su edad. Que es lo mismo que cuando no les dejamos ir a determinados sitios o a unas horas determinadas», sostiene Álava.

2. Hablar con ellos de los valores que importan

Si ya han visto la serie o les pillamos viendo la serie, sería importante hablar juntos, con nuestros hijos, sobre los «valores» de los que en ella se hablan. Según explica Álava, es clave y fundamental que hablemos con ellos y abordemos juntos lo que han visto o están viendo, que les expliquemos que eso que se muestra esa ficción no está bien, que esos no son los valores que como padres, les queremos transmitir.

Y aprovechar así ese momento -aconseja la experta- para hablarles, nosotros, de los valores que sí queremos transmitirles: que no todo vale por un premio, que el valor de las personas, la lealtad y la amistad están por encima de cualquier juego. Porque ¿de verdad quieres fallar a tus amigos por un premio? Es importante mostrarles como padres lo que está mal del la serie, corregir lo que ya hayan visto e inculcarle nosotros, los verdaderos valores.

3. Y explicarles que sí hay segundas oportunidades

Una de las cosas más sorprendentes de la serie es que no da pie al error, quien falla, directamente, muere. No existen las segundas oportunidades. Y esta ‘lección’ no es precisamente, nada, nada buena. Es importante que los pequeños sepan que el error es fundamental para aprender, que la vida está llena de oportunidades, que para ganar, hay que fallar una y mil veces. Y que como dice Michael Jordan, uno de los mejores deportistas de todos los tiempo, «en mi vida he fracasado una y otra vez y es por ello por lo que he tenido éxito».

«Vivimos en una sociedad en que el error es algo muy penalizado y estas series además, no ayudan. A muchos jóvenes les genera problemas de ansiedad. Los niños no quieren fallar por miedo, porque piensan que los demás les considerarán inferiores y esto les llevará a la inseguridad y reducirá su autoestima… «Es por ello que debemos trabajar en el error, explicarles y enseñarles a nuestros hijos que no pasa nada por fallar, que es parte del proceso de aprendizaje. Que vamos a fallar una y mil veces en nuestra vida», concluye Álava.

FUENTE: LaSexta.com

A mi hijo no le gusta disfrazarse, ¿Qué le pasa?

Todo lo que debes saber si tu hijo no disfruta vistiéndose para representar a otro personaje y cómo evitar que tenga pesadillas nocturnas.

Por Laura Peraita

Ante la llegada de Halloween hay algunas familias que se sorprenden cuando su hijo no disfruta nada disfrazándose, puede incluso pasarlo mal, sufrir mucho y, por lo tanto, tiende a evitarlo. ¿Qué le pasa? ¿Es normal?

Disfrazarse no es un juego

El motivo fundamental, según Sonia Castro, psicóloga en el Instituto Europeo de Psicología Positiva, (IEPP), es que estos menores no tienen asociado disfrazarse con momentos de juego. «Podemos encontrarnos a niños a los que les dé miedo este tipo de disfraces (ver a otras personas con ropa y prendas tan diferentes a las habituales, tan chocantes, llamativas, mosntruosas…) les puede hacer sentir inseguros y es comprensible que no lo entiendan y les de miedo. Por otro lado, también hay pequeños que son tímidos a los que les cuesta más de lo habitual enfrentarse a las relaciones sociales. Para ellos, el hecho de ponerse un disfraz puede hacerles sentir ridículos, con mucha vergüenza».

Respetar las decisiones

Ante casos así, la Doctora en Psicología Silvia Álava Sordo recomienda no obligar nunca «bajo ningún concepto» a que se disfrace porque hay que respetar la opinión del menor. «La mayoría de los niños disfrutan en este tipo de fistas, pero no ocurre nada si tu hijo se siente incómodo con un traje extraño con el que no se identifica ni reconoce cuando se mira al espejo. Debe ser siempre una decisión voluntaria del niño. Por ello, los padres deben respetar su individualidad y permitir, en el caso de que acceda, a que sea el pequeño el que elija su disfraz, nunca el que decidan los padres. Y, eso sí, cuidado con las máscaras que el cubren todo su rostro cuando son muy pequeños porque les suelen resultar muy incómodas y les pueden causar dificultades al respirar».

Conocer los motivos

Para afrontar este miedo ante todo lo que representa Halloween, Sonia Castro añade que es necesario conocer los motivos, qué piensa y siente exactamente el niño para que no quiera disfrazarse. Para indagar, una buena comunicación en casa por parte de los padres es imprescindible. También recomienda hablar sobre ello y respetar su decisión, que también es importante; recordarles que los miedos se superan enfrentándolos, y nunca obligarles o forzarles a ponerse un disfraz. «Una buena estrategia —sugiere Castro— es que los padres también se disfracen con ellos, para que no se sientan solos y generar seguridad».

Evitar pesadillas

Para evitar que les quite el sueño o tengan pesadillas y terrores nocturnos, que son frecuentes a partir de los 2 años de edad, Sonia Castro recomienda poner en práctica ciertas pautas para disminuir su frecuencia, sobre todo en fechas como Halloween en la que estamos rodeados de monstruos, telas de araña y disfraces sangrientos.

Explica que si el niño es muy pequeño, probablemente no sepa aún diferenciar realidad de la ficción, por lo que todo lo que vea y observe le puede generar un gran impacto. «Aquí es importante recordarle que lo que está viendo no es real, es de mentira y que los monstruos no existen».

También aconseja tener en cuenta las siguientes pautas:

—Seguir con la misma rutina y repetir las tareas habituales con el pequeño a la hora de acostarse (leer cuento, lavar dientes, etc.). Las rutinas son momentos seguros para los más pequeños.

—Intentar respetar los mismos horarios en la medida que sea posible.

—Evitar pantallas, juegos excitantes y que vean dibujos o películas que los puedan alterar o dar miedo a última hora de la tarde.

— Utilizar lámparas quitamiedos (que emiten luz tenue) ayudan a no estar en total oscuridad.

—Intentar que el niño exprese de manera correcta sus emociones.

FUENTE: Diario ABC