«Quienes lo sufren no saben qué hacer ni cómo desconectar»
Este síndrome puede dar lugar a «problemas psicosomáticos», como gastrointestinales, fiebre o resfriados.
Por ALEJANDRO SÁNCHEZ DE LA BLANCA
Llega el verano, y con él, las tan ansiadas vacaciones, uno de los momentos más esperados durante todo el año. La playa, la montaña, incluso la propia ciudad suelen ser sinónimo de relajación, disfrute y desconexión del trabajo y las tareas diarias.
No obstante, algunas personas, más allá de evadirse y pasarlo bien, pueden llegar a encontrarse mal sufriendo estrés, ansiedad, frustración, incluso enfermando a la hora de enfrentarse al tiempo libre de las vacaciones. Detrás de esta sintomatología se encuentra un concepto cada vez más habitual: el síndrome del ocio.
Este no está catalogado bajo los criterios médicos ni psicológicos como una enfermedad. Los expertos, sin embargo, sí que han detectado diversos síntomas que encuadran dentro de este concepto, del cual culpan directamente a la sociedad actual y al exceso de trabajo.
¿Qué es y cómo se manifiesta?
El síndrome del ocio aflora cuando las personas se enfrentan a periodos de tiempo libre como vacaciones o puentes, pues algunas «no saben qué hacer ni cómo desconectar de las responsabilidades diarias», según explica a 20minutos.es Silvia Álava, doctora en psicología y autora del libro Por qué no soy feliz.
Esta dificultad para evadirse y la falta de costumbre de enfrascarse en periodos sin tareas que hacer «da lugar a problemas psicosomáticos«, los cuales manifiestan físicamente un malestar psicológico.
Esto se traduce en «altos niveles de estrés o ansiedad», según ha explicado a 20minutos Oceanía Martín, psicóloga general sanitaria. En los casos más graves se pueden llegar a padecer algunos dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, fiebre o resfriados, según la persona.
¿Por qué sucede?
Hay diversos factores que influyen en este síndrome del ocio, pues obedece a múltiples causas. Uno de los más importantes «tiene que ver con la sociedad occidental actual«. La gente está centrada en una manera de «vivir y funcionar muy enfocada en el hacer, en la constante realización de tareas». Sin embargo, esto resulta «castrante para las personas», pues «estar muy enfocados en quehaceres produce una desconexión interna», lo que también conlleva una falta de descanso.
Como consecuencia, en el momento en el que hay vacaciones y hay que parar, la persona debe evadirse «para estar consigo misma». Sin embargo, esta incapacidad de desconexión, debido al ritmo impuesto por la sociedad, puede generar frustración, «pues la gente no sabe qué hacer», según comenta Martín. Como consecuencia, esto deriva en los síntomas mencionados.
Además de esta presión provocada por la sociedad actual, hay personas que sufren una gran carga de trabajo a lo largo el año y «fuerzan su organismo durante prolongados periodos de tiempo», abusando de lo que se denomina estrés positivo, que ayuda a una mayor productividad. Esto conlleva una falta de descanso «que resulta necesario para el propio cuerpo», explica Álava.
Sin embargo, este estrés puede llegar a convertirse en negativo «cuando llegan los periodos de vacaciones». No haberse tomado pausas a su debido tiempo para recargar pilas y desconectar deriva en malestar y síntomas como los mencionados.
¿A qué tipo de personas afecta más?
Este síndrome «es cada vez más habitual» en todo tipo de perfiles debido a la presión social. Sin embargo, tiene una mayor presencia en personas que sufren una gran carga de trabajo o soportan muchas responsabilidades.
También es habitual en personas que son «más perfeccionistas, y que están más orientados a objetivos y son más competitivos», asegura Álava. Se trata de «gente que tiene mucha autoexigencia, anteponiendo el trabajo a su propio bienestar».
Estas manifestaciones en periodos vacacionales también puede afectar a aquellos que «están viviendo una situación de ansiedad puntual«. No son personas muy exigentes, pero están pasando por un periodo realmente complicado, por lo que «es normal» que su falta de descanso pueda «derivar en estos síntomas».
No obstante, hay que hacer una valoración concreta de cada caso, pues también «hay personas a las que ya de por sí les cuesta mucho desconectar».
Posibles soluciones y tratamientos
«Lo primero que recomendaría es que la gente escuche a su cuerpo«, asegura Álava, haciendo hincapié en la importancia de tomarse descansos de la vida diaria que permitan conectar con uno mismo, dejando a un lado el trabajo y recargando pilas. «Tenemos que dejar de pensar que estar descansando o estar sin hacer nada es estar perdiendo tiempo o vida».
Paliar este tipo de problema es «a veces muy difícil«, confirma Martín. Para ello recomienda hacer «cosas pequeñas que resulten fáciles» para que la persona puedan conectar con ella misma, «dejando de lado todos los estímulos que proceden del exterior».
De esta manera insta a hacer cosas que a la persona le guste hacer. «Si alguien disfruta sentándose a observar la puesta de sol, hay que empezar por ahí», realizando una actividad que aísle a la persona consigo misma, «sin tener el móvil al lado, sin elementos distractores«.
En último lugar, también es importante que las personas sepan detectar «cuáles son las responsabilidades de cada uno, y cuáles se han ido asumiendo sin ser competencia de esa persona», asevera Álava. Para ello recomienda un ejercicio llamado ‘Abre tu mochila emocional’, que tiene como objetivo detectar con qué responsabilidades hay que cargar: «Hay que aprender a ser selectivos».
FUENTE: 20minutos.es