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Juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo y perseverancia a los niños

Potenciar la valentía y la persistencia en los niños podrá dejar un poco de lado la competitividad que puede ser dañina para ellos

A veces pensamos que debemos enseñar a los niños a ser competitivos, ya que, de este modo, garantizamos que sea exitoso a lo largo de su vida. Ahora conocerás los juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo y perseverancia a los niños, para desterrar la arraigada y vieja creencia de que si no enseñamos a los niños a ser competitivos no van a conseguir nada en la vida, aunque esta afirmación es poco válida, pues la competitividad no garantiza el éxito. Además, fomentarla puede tener grandes consecuencias en el desarrollo de los niños.

https://youtu.be/MZaTpKZ51gA

Ideas de juegos para fomentar el esfuerzo y la constancia en los niños

Juegos que nos ayudan a enseñar esfuerzo a los niños

Como bien sabes, el juego es una de las herramientas más poderosas que tenemos los padres y las madres a la hora de fomentar valores en nuestros hijos y no es diferente cuando queremos educarles en el esfuerzo más que en la competitividad. En este sentido, hay una serie de estrategias que podemos utilizar cuando estamos jugando en familia.

Un primer paso para fomentar el esfuerzo en los niños y ayudarles a tolerar mejor la frustración es no dejarles ganar siempre. Eso tampoco quiere decir que debamos ser excesivamente duros con ellos. Se trata de encontrar un equilibrio en el que los niños no vean su autoestima afectada, pero que tampoco crean que siempre van a ganar.

Para lograr lo anterior de manera efectiva, los juegos de mesa y los deportivos son los que mejor enseñan a nuestros hijos a ganar y a perder. Es decir, a través del juego diario podemos fomentar el valor del esfuerzo y también la persistencia para obtener lo que se desea. Los niños aprenden de manera efectiva muy rápidamente a través de la imitación y eso lo obtienen con el juego.

Un ejemplo de este esfuerzo es el que se da cuando los niños aprenden a ir en bici: primero deben ir en triciclo, luego ya con los ruedines y, por último, sin pedales. En este caso, por ejemplo, es importante hacerles ver a los niños que no porque se caigan una vez, ya deben dejar la bici de lado. Todo lo contrario: deben esforzarse y, finalmente, conseguirán ir en bici como auténticos profesionales. Así, les enseñamos que equivocarse está bien y que debemos aprender de los errores.

Otro ejemplo es cuando estamos jugando a un juego de mesa. Cuando los niños van perdiendo, es muy posible que se enfaden y que empiecen a protestar, incluso a tirar los tableros y alejarse de la zona de juego. En este caso, es relevante hacerles ver que, cuando ellos van ganando, no se quejan, pero que no hacen lo mismo cuando es al revés. Así que debemos trabajar con ellos para que aprendan a reconocer y a gestionar sus emociones, a la vez que les hacemos ver que lo importante no es ganar, sino pasar tiempo con la familia.

Aun si con esta reflexión el niño no cambia de actitud, es muy saludable darle un tiempo fuera del juego para que gestione esta emoción negativa que está sintiendo. En ningún caso, sin embargo, los padres debemos parar el juego, ya que esto le daría el poder al niño de decidir cuándo empieza y cuándo acaba el juego. Es dejarle claro que solo se trata de un tiempo fuera.

Valorar el esfuerzo que hacen nuestros hijos es fundamental para que estos crezcan en valores como la perseverancia. Hacerles ver que en la vida todo es una competición y que solo siendo los mejores llegarán al éxito es un error de muchos padres que, lejos de ayudarles a ser exitosos, solo mina la autoestima infantil y destruye los vínculos familiares.

Por qué NO se debe fomentar la competitividad en los niños

Por qué no fomentar la competitividad en los niños

La competitividad, lejos de ayudarnos a ser los mejores, tiene graves consecuencias, sobre todo, en el desarrollo infantil. Por un lado, exigir a los niños mucho y educarles para que sean competitivospuede llevar a una gran falta de autoestima. Cuando un niño ve que es incapaz de cumplir con lo que se espera de él, siente que no tiene la capacidad suficiente para realizar las tareas que se le encomiendan y se ve minimizado.

Por otro lado, esta sensación de no poder cumplir con lo que le exige, puede afectar al vínculo entre padres e hijos, ya que estos se sentirán alejados o poco valorados por sus figuras de referencia. A los niños se les queda la idea grabada de que sus padres solo los querrán si siempre sobresalen en la escuela, en el deporte o hasta en casa, por ejemplo.

Las comparaciones también merman a los niños y más cuando son entre hermanos. Situaciones como: ‘Tu hermano ya obtuvo una medalla en atletismo y tú llegas en último lugar’, lejos de estimularlo a mejorar puede mermar en su autoestima, ya que al compararlo el niño pensará que valoran más a su hermano o a cualquier otra persona por los resultados obtenidos y no por sí mismo.

Para evitarlo se debe dejar de lado la competitividad como recompensa o como el único camino para ser reconocido como alguien exitoso. El éxito de los niños se mide de distintas maneras, quizá un pequeño sobresale más en matemáticas pero para las manualidades no es experto y habrá otros que en el arte encontrarán mayores logros que en los deportes. De ahí que la competitividad entendida como camino para triunfar está mal aplicada.

Los valores que SÍ se deben potenciar: la perseverancia y el esfuerzo

Potenciar el esfuerzo y la perseverancia

Los especialistas siempre recomiendan centrarse en el proceso y valorar el esfuerzo, más que en el resultado final. Así, es importante que los padres dejemos de poner el foco en el ‘tienes que ganar’ y cambiarlo al ‘vas a esforzarte’. Del mismo modo, debemos reforzarles la idea de que confiamos en ellos, de que sabemos que van a hacer todo cuanto puedan para conseguir lo que se proponen. Sin embargo, también debemos reforzarles la idea de que no siempre van a ser los primeros en todo. Y está bien…

Adicionalmente, también debemos enseñar a nuestros hijos a identificar la sensación de orgullo que nos invade cuando hacemos las cosas bien hechas, independientemente del resultado final. Esta emoción de orgullola sensación de satisfacción es de energía alta y hará que los pequeños de la familia se sientan mucho mejor aún cuando no consigan ser los primeros.

Hacer énfasis en que lo que logren es por su propio mérito, por sí mismos y que es el resultado de su propia persistencia, que no importa si ganan una competencia o si no sacan una nota sobresaliente en algún examen o materia del cole. Los niños que comprenden que sus logros son resultado de su propio esfuerzo entienden que es el camino para aprender a valorarse a sí mismos.

Estos dos valores son los que deben fomentarse siempre en los niños y no porque la competitividad en sí misma sea mala, no, pero entendida como la única manera de llegar al éxito es lo que no beneficia a un pequeño que aún está desarrollándose, porque afectará su manera de tolerar la frustración y siempre tendrá la sensación de no poder complacer a quienes le presionan. ¡Evítalo siempre!

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La polémica de Carlos Ríos y los chicles reductores de Mercadona: cómo no caer en los productos milagro para adelgazar. Colaboración con Telva

  • Por PALOMA SANCHO

Ha vuelto a suceder: el dietista y nutricionista Carlos Ríos (creador del Realfooding) ha publicado un vídeo en sus redes sociales desmontando los nuevos chicles reductores de Mercadona. Y no es el único experto que lo ha hecho. Hablamos con una psicóloga y un doctor en ciencia y tecnología de los alimentos que nos explican por qué no caer en la trampa de los productos milagro.

repite conmigo, escríbelo en un post-it o póntelo como fondo de pantalla: no hay productos milagrosos para adelgazar. Ni chicles, ni batidos, ni barrritas. Dicho esto, ¿por qué caemos en este tipo de productos-trampa? En esta ocasión ha sido la cadena de supermercados Mercadona, que acaba de lanzar un nuevo producto que se anuncia como reductor: unos chicles con edulcorantes y aromas añadidos, probióticos y zinc, entre sus ingredientes. Supuestamente este último es el que ayuda a metabolizar la grasa, de ahí que el producto se anuncie como reductor. Sin embargo, tal y como explica Carlos Ríos en su cuenta de Instagram, «un puñado de almendras tiene más zinc que estos chicles, mezcladas con un yogur natural sumas los probióticos y así estás tomando comida real, con mayores beneficios y sin los aditivos de los chicles». Yo ya estoy convencida, pero por si acaso tú todavía, no hablamos con dos expertos que nos ayudan a evitar caer en este tipo de productos milagro. Y vamos a concienciarnos de que la única solución es aprender a comer sano, tal y como nos cuenta el nutricionista Guillermo Rodríguez en nuestro podcast, que puedes escuchar pinchando aquí:https://omny.fm/shows/la-belleza-es-nuestra/e02-aprende-a-comer-saludable-sin-obsesionarte-con/embed

NO CAIGAS EN LA TRAMPA

«La preocupación, la desesperación o el desconocimiento, sumados a la desinformación y la publicidad engañosa, nos llevan a buscar soluciones fáciles a problemas complejos, como son el sobrepeso y la obesidad«, nos explica Miguel A. Lurueña, doctor en ciencia y tecnología de los alimentos, divulgador científico y autor del blog Gominolas de petróleo.

Y es que todos hemos caído alguna vez en la trampa de las dietas milagro. La doctora en psicología, psicóloga, profesora de Universidad, conferenciante y escritora Silvia Álava nos explica por qué: «No somos tan racionales como nos gustaría. Somos más emocionales y muchas veces creemos lo que queremos creer. Y caemos en lo que se denomina sesgo de información. Es decir, en creer aquella información que de forma inconsciente nos viene bien, como adelgazar sin esfuerzo. Y nos reforzamos en nuestra decisión con argumentos tipo total, qué voy a perder, es un simple chicle… Tenemos sesgos que nos llevan a tomar estas decisiones».

También nos explica que «puede haber una disonancia entre lo que yo quiero y lo que hago. Quiero adelgazar pero no hago nada (comer más sano y hacer ejercicio). Y este tipo de productos milagro entran como solución. Hay una parte de nosotros que sabe que no funcionan, pero aún así los probamos. Parece que nos alivia la conciencia tomar esos chicles». Y nos advierte que «para evitarlo, una máxima: huye de todo lo que sea sin esfuerzo. Lo único que funciona es un cambio de hábitos y aprender a comer de forma saludable«, sentencia.

LOS CHICLES DE LA POLÉMICA

Analizando la etiqueta de los famosos chicles vemos dónde está la trampa. Según nos cuenta Miguel A. Lurueña, «para que en la etiqueta de un alimento se puedan incluir declaraciones de salud (por ejemplo, «el zinc y los probióticos adelgazan»), deben haber sido aprobadas previamente por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en base a la existencia de evidencias científicas que lo respalden. En el caso de los probióticos no hay ninguna declaración aprobada en este sentido. Para el zinc sí hay declaraciones aprobadas, como «el zinc contribuye al normal metabolismo de las grasas». Esto no significa que ayude a adelgazar. Lo que quiere decir es que para metabolizar las grasas necesitamos zinc, igual que lo necesitamos para muchas otras cosas, como la síntesis de proteínas o el mantenimiento de los huesos. Si no lo tenemos en cantidad suficiente, nuestro organismo no funcionará correctamente. Pero consumir más cantidad no va a hacer que funcione mejor, es decir, no va a hacer que adelgacemos. Además, ese mineral podemos obtenerlo sin problema a partir de muchos otros alimentos que forman parte de una dieta normal (como la carne o las almendras, por poner dos ejemplos). En definitiva, ni los probióticos ni el zinc son adelgazantes».

NI ADELGAZAR, NI PESO… LOS HÁBITOS SON LO IMPORTANTE

Si quieres adelgazar no hay fórmulas mágicas. «La solución pasa por adquirir unos hábitos saludables y mantenerlos de por vida«, recomienda Miguel. Es decir, seguir una dieta saludable (basada principalmente en alimentos frescos o poco procesados, sobre todo de origen vegetal: frutas, verduras, legumbres, hortalizas… a los que podemos sumar otros saludables de origen animal, como huevos o pescado), realizar actividad física y evitar el tabaco y el alcohol. «Todo esto es fácil de decir pero a veces muy difícil de aplicar. Por eso a veces es necesario buscar ayuda profesional. En este caso, el profesional de referencia es el dietista-nutricionista», aconseja. También puedes empezar por los trucos que nos da en su libro y que te recomiendo leer: Que no te líen con la comida (2021, Ed. Destino).

FUENTE: TELVA.COM