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¿Cómo hacer que nuestros hijos sean felices? «Educar es todo», vuelve a Madrid

Educar es todo es el mayor evento de educación de nuestro país.  

En él, expertos de reconocido prestigio, a través de ponencias de 20 minutos de duración, nos ayudan a reflexionar y resolver esas dudas que nos surgen a la hora de educar a nuestros hijos. ¿Te apuntas? 

5 horas, 8 expertos, 7 ponencias. Haz click en la imagen para comprar las entradas:

Bullying y salud mental: las secuelas de haber sufrido acoso en la infancia

Las secuelas del bullying va a más allá de la etapa escolar. De hecho, según el último estudio que hemos llevado a cabo junto a Totto:

  • El 93% de los españoles que sufrieron bullying en su etapa escolar, afirman que este hecho tuvo consecuencias en sus vidas.
  • El 11% afirma que le produjo depresión.
  • El 20% afirma que le marcó para siempre.

Os comparto el vídeo del evento en el que presentamos los datos:

En la comunidad de Educar es Todo encontrarás muchos más vídeos como este y cursos impartidos por los mejores expertos que te ayudarán a saber cómo educar a tus hijos.

 “Hemos vendido a nuestros hijos una idea de la felicidad que no es cierta”

La psicóloga Silvia Álava estará en nuestro gran evento del 25 de noviembre y nos hablará sobre los mitos de la felicidad y de cómo podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices.

Como ya sabéis, el sábado 25 de noviembre vuelve nuestro evento: Educar es todo, el evento‘, al Teatro Lope de Vega de Madrid con 7 ponencias de 8 grandes expertos, entre ellos, la psicóloga Silvia Álava, que estará junto al psicólogo Rafa Guerrero, y en su ponencia nos hablarán sobre los mitos de la felicidad, de qué cosas hemos creído que harían felices a nuestros hijos que no tienen ninguna evidencia y de lo que la ciencia nos ha demostrado que sí que funciona para incrementar el bienestar emocional y la felicidad en nuestros hijos.

En esta entrevista, la experta Silvia Álava nos ha adelantado multitud de detalles que no dejarán indiferente a ningún asistente.

– Silvia, actualmente, da la impresión de que la sociedad está obsesionada con la felicidad y con ser felices. ¿Es contraproducente este afán por alcanzarla?

– Así es. Vivimos en un mundo en el que nos han vendido una idea de la felicidad que no es cierta, y por ende a nuestros hijos. Estamos confundiendo la emoción de la alegría, que es una emoción agradable, en la que nuestra energía incrementa y que a todos nos encanta sentir, con la felicidad, y la felicidad no es una emoción. La felicidad es un estado donde caben todas las emociones, tanto las agradables como las desagradables. Por tanto, si lo que pretendemos es que para ser felices solamente experimentemos emociones agradables y, a ser posible, de alta intensidad, es una falacia. Vamos a comprar todas las papeletas para ser infelices y, además, para que nuestros hijos también lo sean.

En la vida, las emociones desagradables igualmente forman parte de nuestra existencia, teniendo que lidiar con situaciones que no nos van a gustar y que nos van a provocar tristeza, enfado, frustración… Por lo cual, la felicidad tiene más que ver con entender todas las emociones y con tener las herramientas adecuadas para manejar aquellas situaciones que pueden ser desagradables o que no nos gustan, porque sabemos que nos van a acompañar en nuestra vida.

– Y, ¿qué pasa si realmente no somos felices? ¿Cómo podemos aprender a ser felices para poder así educar hijos felices?

– Muchas veces lo que me encuentro en la consulta son papás y mamás, que no solamente es que no sean felices, sino que tienen bastantes problemas para regular sus emociones. Es decir, cuando sienten emociones desagradables, cuando experimentan, por ejemplo, ansiedad, tristeza, rabia, ira… no son capaces de regularlas. Por tanto, si no saben controlar sus propias emociones, será muy poco probable que sepan cómo gestionar las de sus hijos.

La capacidad de los niños para aprender a regular sus emociones empieza en torno a los tres/cuatro añitos, que es cuando madura lo que se llama la ‘red de control ejecutivo‘, pero antes las tienen que regular sus padres por ellos. A partir de esa edad, empieza una fase que se llama ‘corregulación‘, es decir, cuando los padres tienen que estar al lado de sus hijos acompañándoles y enseñándoles estrategias para que sepan cuándo sienten algo que es desagradable, cuándo están enfadados, tristes, frustrados… Y este proceso no termina de madurar hasta entorno a los 25 años, por lo que esa parte de la corregulación la vamos a tener que hacer durante bastante tiempo.

Entonces, si nos encontramos con un papá o con una mamá que está desregulado y que no tiene estrategias para regular sus emociones, ¿cómo vamos a conseguir que sean capaces de hacerlo con sus hijos? Los niños necesitan tener una figura de referencia a la que copiar. Por eso es muy importante que primero aprendamos nosotros a regular nuestras emociones y seamos capaces de entender lo que sentimos para poder trabajarlo con nuestros hijos.

– ¿Podrías aconsejarnos algunos hábitos que nos ayudan a sentirnos felices?

– Vamos a empezar por lo más básico y por el principio de todo, lo que llamamos “los pilares de nuestro edificio”, que es algo tan básico como, por ejemplo, dormir. Sabemos que, si no dormimos lo suficiente, es un factor de predicción para desarrollar problemas tanto a nivel físico como a nivel de salud mental.

Cuando dormimos, el cerebro se tiene que regenerar porque de todas las conexiones sinápticas que vamos haciendo a lo largo del día, se segregan unas sustancias que son tóxicas para el propio cerebro. Y como este no tiene esa parte del sistema linfático que le vaya limpiando, se tiene que limpiar y autoregenerar él mismo por la noche durante las fases del sueño. Por lo que, si no dormimos lo suficiente, al día siguiente mi cerebro no va a aprender correctamente, no va a ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención. Asimismo, estaremos muy irritables y muy irascibles. Esto es lo que ocurre en un cerebro de un adulto. Pero, ¿qué pasa en el de los niños?

En el caso de los niños, la capacidad de aprendizaje es especialmente importante porque están en periodo escolar, entonces, si no están durmiendo lo necesario, muchas veces no son capaces de atender ni de concentrarse porque les faltan horas de sueño. Del mismo modo, están muy irritables y muy irascibles. Por si esto fuera poco, durante esa fase REM, que es la fase del sueño profundo, se segrega la hormona del crecimiento. En definitiva, si tanto los adultos como los niños no estamos durmiendo las horas necesarias, estamos comprando todas las papeletas para desarrollar problemas a nivel de salud física y de salud mental. Así que, lo primero de todo, los niños a su hora correspondiente en la cama para dormir y, por supuesto, evitando las pantallas por la noche, siempre se deben de quedar fuera de las habitaciones.

“Si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro no puede aprender correctamente, no puede ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención”, Silvia Álava

En segundo lugar, algo que también es fundamental es la alimentación. Tenemos que comer de manera sana y equilibrada, intentando evitar los azúcares y las comidas procesadas. Lo que no significa que los niños no puedan comer galletas, por supuesto que pueden, pero una o dos, no alimentarse solo a base de galletas.

Otro hábito imprescindible es hacer deporte, ya que nos ayuda en la regulación emocional. Y, por último, también es primordial trabajar la inteligencia emocional, es decir, ser conscientes de cuál es la emoción que estamos sintiendo y aprender a etiquetarla correctamente.

Cuando somos capaces de nombrar y mencionar lo que sentimos, estamos preparados para poder manejarlo. Asimismo, trabajaremos en entender que todas las emociones son buenas porque nos están dando información, nos dicen que nos ocurre algo, pero hay que saber interpretarlo. Tenemos que comprender por qué nos sentimos de una determinada manera, cuál es la causa y la consecuencia de esa emoción, y qué es lo que nos ha hecho actuar de ese modo. Cuando todo esto sepamos hacerlo, ya podremos regular nuestras emociones.

Los primeros que tenemos que poner en práctica estos hábitos somos nosotros, los adultos, porque los niños nos copian, somos su modelo. Y, sobre todo, porque si no sabemos hacerlo nosotros, es especialmente complicado que se lo podamos enseñar a nuestros hijos.

– Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿cómo debemos ofrecerles las herramientas correctas para que lo sean?

– Hay varias cosas que podemos hacer, pero lo primero es ver cómo estamos actuando. No hay ningún estudio ni ninguna evidencia que demuestre que si nuestros hijos tienen más juguetes y más cosas materiales van a ser más felices. Por tanto, comprarles muchas cosas pensando que esto les va a ayudar a ser más felices es un error porque, generalmente, los niños valoran más las cosas que les ha costado conseguir. Así que, tratemos de no comprarles muchas cosas para evitar esa hiperestimulación. Tenemos niños que están continuamente corriendo de una actividad a otra, y apenas tienen tiempo libre. Necesitan aprender a aburrirse y a estar a gusto con ellos mismos porque de esa forma, lo que van a madurar es la función ejecutiva, que es la capacidad de orientarnos a una meta, de saber cuál es nuestro objetivo y de ir organizándonos para conseguirlo. Esto está muy relacionado con la felicidad y con sentirnos bien y a gusto con nosotros mismos.

Además, es importante que les enseñemos a esperar, que las cosas no sean del todo inmediatas, porque, al final, en la vida muchas veces hay que esperar para conseguir lo que queremos.

Otro aspecto fundamental es que evitemos la sobreprotección, el hacerles las cosas para las que están preparados y ellos mismos pueden hacerlas por sí solos. Tenemos que trabajar con ellos mucho más la seguridad personal y la autonomía para que sientan que pueden conseguir sus objetivos.

– Como explicaste durante la presentación de tu libro ‘Queremos que crezcan felices’, la autoestima, la tolerancia a la frustración y el autocontrol son los tres pilares básicos para que un niño crezca adecuadamente y sea feliz. ¿Por qué? ¿Cómo podemos trabajarlo con ellos?

– Ayudamos a nuestros hijos a que tengan una buena autoestima, pero lo que hay que trabajar con ellos antes de esto, es el autoconcepto, que es tener en cuenta cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, saber cómo somos como personas. Una vez que tengamos este conocimiento de nuestros hijos, que va a ser de gran ayuda, podremos trabajar con su autoestima. Esta no se trabaja diciéndoles: “qué bien, lo has hecho genial, eres un campeón…”. Tal vez, con un niño de dos años puede estar bien, pero según van creciendo tienen que ser cosas muchísimo más concretas, tenemos que fijarnos en todo aquello que están haciendo bien y también entendiendo cuáles son las cosas que pueden hacer para mejorar. Siempre teniendo en cuenta que todos tenemos puntos fuertes y débiles, y conociendo ambos.

También es muy importante cuidar el lenguaje que utilizamos con ellos y no ponerles etiquetas, porque si les decimos: “es que eres un vago, es que eres malo, es que eres torpe…”, al final ese niño va a actuar en función de la etiqueta que le hemos puesto. Hemos de decirles aquello que no está correctamente hecho y cómo pueden corregirlo.

Por otra parte, el autocontrol tiene mucho que ver con todo esto que hemos hablado de la autorregulación. Implica pararnos, empezar a conocernos a nosotros mismos y así saber cómo reaccionamos para decidir. “¿Quiero reaccionar de esta forma automática ante esta situación o quiero cambiar y hacerlo de manera distinta?”. En el caso de que queramos cambiarlo, tenemos que plantearnos cómo hacerlo para poder empezar a trabajar en ello.

En cuanto a la frustración, muchos padres malentienden el amor paternal. Dicen: “ay,  mi niño, con lo duro que es el mundo, ya tendrá tiempo para frustrarse…”, e intentan, en la medida de lo posible, evitarles cualquier tipo de emoción desagradable. Sin embargo, lo que conseguimos de esta manera es impedir que adquieran un autocontrol y una tolerancia a la frustración, lo que es completamente necesario porque en la vida, por desgracia, nos van a ocurrir situaciones lo suficientemente complicadas en las que necesitaremos esa capacidad de tolerancia a la frustración. Por lo que, es importante trabajarlo con ellos para que estén preparados.

Educar es todo es el mayor evento de educación de nuestro país. En él, expertos de reconocido prestigio, como la Dra. María Velasco, la psicóloga Diana Jiménez, el psicólogo Marc Masip, el pediatra Carlos González, la psicóloga Silvia Álava, el psicólogo Rafa Guerrero, el neurocientífico Mariano Sigman y el docente Manu Velasco, a través de ponencias de 20 minutos de duración, nos ayudan a reflexionar y resolver esas dudas que nos surgen a la hora de educar a nuestros hijos. ¿Te apuntas? 

Recuerda, el sábado 25 de noviembre en el Teatro Lope de Vega de Madrid, desde las 9:00 hasta las 14.00 (hora peninsular española).

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Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

Carlota Arellano Periodista y marketera + INFO

Estas son las habilidades sociales que debemos entrenar en nuestros hijos desde pequeños

El éxito de sus relaciones personales dependerá de lo desarrolladas que tengan estas habilidades sociales.

Por María Dotor

Los seres humanos somos seres sociales. Desde que nacemos, nos relacionamos con otras personas, y nuestra felicidad depende, en gran medida, de cómo de satisfactorias sean estas relaciones.

Para que nuestros hijos tengan relaciones satisfactorias hace falta que dispongan de buenas habilidades sociales. Estas habilidades no son innatas, sino que se aprenden a través de la observación de los demás, de las enseñanzas de otras personas, de la interacción directa con el medio…etc.

Para que nuestros hijos tengan relaciones satisfactorias hace falta que dispongan de buenas habilidades sociales. Estas habilidades no son innatas, sino que se aprenden.

¿Qué habilidades sociales son las más importantes? ¿Cuáles deberíamos inculcar a nuestros hijos? Las repasamos con la ayuda de la psicóloga Sara Ríos Gil, quien las recoge en un capítulo del libro ‘El arte de educar jugando’, de Silvia Álava.

Habilidades sociales básicas y habilidades sociales complejas

Para Ríos Gil, las habilidades sociales se dividen en dos grupos: las básicas y las complejas.

Habilidades sociales básicas

  • Saber escuchar: aquí es fundamental el lenguaje no verbal: mirar a los ojos, asentir con la cabeza, sonreír cuando sea oportuno… «Esto es algo que tenemos que enseñarles sobre todo con el ejemplo», nos dice Ríos Gil.
  • Iniciar una conversación: es básico saber identificar si es un buen momento para iniciar una conversación o la persona no está disponible.
  • Mantener una conversación: una vez que hayamos iniciado una conversación, hay que saber mantenerla. «Una buena escucha activa es fundamental para que el otro se sienta atendido y eso dé pie a seguir la conversación haciendo nuevas preguntas. También hay que saber cómo introducir un tema nuevo sin interrumpir al otro».
  • Terminar una conversación: «evitando ser bruscos y tratando de no cortar a la otra persona».
  • Presentarse adecuadamente: «podemos ayudar a nuestros hijos a entender qué cosas se dicen en una primera presentación y qué cosas nos guardamos para nosotros».
  • Dar las gracias en las ocasiones correctas: aquí nuestro ejemplo es vital. «Somos modelos de conducta. Si nos ven que somos agradecidos con los demás, les será más fácil serlo a ellos».
  • Hacer un cumplido: los cumplidos nos ayudan a establecer relaciones positivas con los demás, no obstante, nos dice Ríos Gil, «conviene intentar no excedernos en los cumplidos porque puede verse como exagerado y poco natural».

Habilidades sociales complejas

  • Saber decir ‘no’ adecuadamente: no siempre tenemos que estar de acuerdo con lo que nos dicen los demás, ya que cada uno tenemos nuestra forma de pensar, y tenemos derecho a decir ‘no’, pero «teniendo en cuenta no ser bruscos ni ofender a los demás, sino expresar nuestra negativa con respeto».
  • Realizar una petición: sin exigir, de manera adecuada. «Y si la otra persona dice que ‘no’, aceptarlo sin enfadarnos ni alterarnos».
  • Tomar decisiones: nos cuesta mucho tomar decisiones, en cambio, es algo a lo que nos tendremos que enfrentar muchísimas veces a lo largo de nuestra vida. Debemos entrenar a nuestros hijos para ello «ayudándoles a definir las opciones, los pros y contras de cada una de ellas, buscar alternativas o soluciones…».
  • Defenderse correctamente de una crítica: hay diversas maneras de reaccionar ante una crítica. «Hay que enseñar a los niños a defenderse de ellas sin alterarse ni enfadarse».
  • Expresar alguna queja: debemos dejarles claro que no pasa nada por expresar aquello que no les guste, pero «hay que enseñarles a hacerlo correctamente, desde el respeto, explicando bien el por qué no le ha gustado y ofreciendo una alternativa».

¿Cómo entrenamos estas habilidades sociales?

Para entrenar las habilidades sociales de nuestros hijos, Ríos Gil da una serie de claves:

  • Los adultos somos referentes de nuestros hijos; constantemente nos están observando y copiando. Por ese motivo debemos ser un buen ejemplo a nivel social y hacer con los demás las cosas que queremos que hagan ellos.
  • Es fundamental que desde pequeños fomentemos que estén con otras personas de confianza además de nosotros y también con otros niños de su edad.
  • El desarrollo social de un niño tiene lugar poco a poco, y esto hay que tenerlo en cuenta para saber qué pedirle en cada etapa de su vida.
  •  Utilicemos el juego para inculcar estas habilidades. Por ejemplo, podemos hacer un teatro de presentaciones para enseñarles de manera amena y divertida la importancia de presentarse a los demás y cómo hacerlo correctamente. También podemos jugar con una pelota en la mano a respetar los turnos de palabra. Sacaremos un tema, debatiremos sobre él, pero solo podremos hablar cuando tengamos la pelota en la mano.

FUENTE: laopiniondemurcia.es

Finaliza la baja maternal. Y, ahora, ¿con quién dejo a mi bebé?

Esta es una de las dudas más frecuentes de las que nos asaltan a las madres y padres. Silvia Álava nos da siete claves para que encontremos la respuesta.

Aunque en los últimos años se han ampliado los permisos de maternidad y paternidad, cuando nuestros hijos cumplen aproximadamente 8 meses, tenemos que reincorporarnos al trabajo. En esta situación tenemos que decidir cuál de las opciones disponibles es mejor para nuestro bebé: si apuntarle a la escuela infantil o dejarle con un familiar o con alguien a quien podamos tener en casa.

Existen muchas dudas sobre qué implica cada una y los beneficios que les pueden aportar a los bebés.

¿Las escuelas infantiles pueden potenciar la socialización y las capacidades psicomotrices de nuestros hijos, o es mejor que estén con cuidados exclusivos con un familiar de confianza o, incluso, si podemos permitírnoslo, con alguien formado que podamos tener en casa?

Estas y otras dudas nos las resolvió la psicóloga Silvia Álava en un webinar en directo en el que, además, nos dio claves a tener en cuenta a la hora de realizar la elección.

CLAVES A TENER EN CUENTA A LA HORA DE TOMAR LA DECISIÓN

«Como todo en la vida, la respuesta a la pregunta si es mejor llevarle a la escuela infantil o dejarle con un familiar o alguien de confianza en casa, dependerá de nuestra situación familiar. No hay una respuesta correcta que valga para todas las familias», comenzaba diciendo Álava. Teniendo claro esto, habrá que tener en cuenta otras claves para tomar la decisión. Las repasamos:

1.Fuera culpa

De un día para otro, pasamos de estar 24 horas con nuestro bebé a tener que irnos al trabajo. «Esto nos genera un sentimiento de culpa tremendo que tenemos que trabajar. Porque si tomamos decisiones desde un sentimiento tan negativo como es la culpa, perdemos la objetividad y no vamos a ser capaces de ver cuál de las opciones que se nos plantean es la más acertada para nuestra familia», nos dice Álava.

«La decisión perfecta no existe. Todas tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y esto es algo que tenemos que asumir desde el principio».

Silvia Álava, Psicóloga

2.La decisión perfecta no existe

De la misma forma que Álava nos recordaba que cada familia tendrá que valorar cuál es la mejor opción para ellos concretamente, también nos quiso dejar claro que la decisión perfecta no existe: «Todas tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y esto es algo que tenemos que asumir desde el principio».

3.Confianza

Álava nos decía que la persona o las personas que vayan a quedarse con nuestro bebé deben ser de absoluta confianza. «Esto en el caso de dejarle en casa con un familiar es más sencillo, pero en la escuela infantil también tenemos que aspirar a esto». ¿Cómo? Informándonos bien del centro al que vamos a llevar a nuestro bebé. «No podemos dejar a nuestro bebé con alguien que nos genere dudas, porque no va a salir bien».

4.Información

Aunque ya hemos dicho que la decisión perfecta no existe, para tomar la nuestra Álava nos recuerda que «la información es poder». Debemos buscar información, acudir a escuelas infantil y preguntar por sus metodologías. En caso de decidir contratar a una persona para que venga a casa, lo mismo, tener en cuenta su formación, preguntarle cómo actuaría en determinadas situaciones…

«Cuanta más información tengamos, mejores decisiones tomaremos».

Silvia Álava

5.Ofrecimiento voluntario

Una de las opciones a la que más familias recurren es dejar a los niños al cuidado de los abuelos. «Es una opción muy buena, puesto que la confianza existe, ellos ya tienen experiencia en el cuidado y la crianza de niños y, además, aumenta el vínculo entre ellos, pero ojo, y esto es fundamental, tienen que haberse ofrecido ellos», nos dice Álava. Es muy diferente que nosotros se lo pidamos a que ellos se ofrezcan. «La obligación de educar a nuestro hijo es nuestra, no es de los abuelos, por tanto, nunca se les debe imponer, porque la formula no funcionará».

Si aceptan, llega el segundo paso: «entender que no lo van a hacer como nosotros. Que los abuelos, a menudo, no tienen la misma forma de educar que nosotros. Podemos hablar con ellos, explicarles porqué para nosotros esto o lo otro es importante, pero si no llegamos a un entendimiento, tendremos que valorar otras opciones».

6.Los niños necesitan estimulación para desarrollarse

«Los seis primeros años de vida de nuestros hijos son clave para su desarrollo. Por eso debemos tomárnoslo en serio. Un niño, aunque no nos guste a nosotros, necesita parque, jugar al aire libre, ir descubriendo cosas, relacionarse con otros niños…». Esto no nos obliga a llevarlos a la escuela infantil, en absoluto, pero sí a tener claras cuáles son sus necesidades para cubrirlas.

7.Cuidado con los mitos

«Cuidado con esas ideas que nos llevan a pensar que tenemos que llevar a nuestro hijo a la escuela infantil porque, de no hacerlo, cuando llegue al colegio con 6 años lo hará en desigualdad de oportunidades o retrasado respecto a otros niños. Esto en absoluto es así», nos dice Álava.

FUENTE: elperiodico.com

Cómo consigo que mi hijo se porte bien

Los malos comportamientos de nuestros hijos nos preocupan y desgastan, pero a la vez, sentimos que no tenemos herramientas para hacerlos frente.

La mayor parte de las conductas problemáticas se dan en los primeros años de nuestros hijos y lo paradójico es que como madres y padres nos empezamos a preocupar cuando son preadolescentes. Sin embargo, cuando echamos la vista atrás, nos preguntamos por qué hemos acudido a un profesional cuando tienen 12, 14 o 16 años. Sentimos que ya es demasiado tarde y no tenemos herramientas. Para hacer frente a estos primeros momentos de la infancia podemos contar con un diario de conducta, en este caso, de la mano de la psicóloga Silvia Álava.

Descargar: Registro Diario de Conducta

Si te preocupan y desgastan los malos comportamientos de tus hijos, aquí podrás descargar gratuitamente esta herramienta útil para cualquier problema o conducta que desees cambiar.  Puedes descargar el Diario de Conducta haciendo clic sobre la imagen de debajo.

¿Qué es y para qué sirve un registro diario de conducta?

El diario de conducta es un recurso que se suele utilizar tanto en el ámbito de la psicología como en el aula. En definitiva, es una tabla que nos permite observar los comportamientos de nuestro hijo y revisar cómo estamos reaccionando. Silvia Álava, en su libro “Queremos hijos felices”, nos recuerda que los niños aprenden por modelado, es decir, copian a sus figuras de referencia. Además, si tenemos en cuenta las bases de la disciplina positiva, los niños y los adultos buscamos la pertenencia al grupo y para ello, adaptamos nuestro comportamiento en función a nuestras creencias.

Este recurso permite entender el contexto donde se produce el mal comportamiento, a veces no somos conscientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que decimos. Cuando nuestra hija llora por las mañanas para ir al colegio porque quiere ir al parque de al lado, y aunque tratamos de explicarle que no puede, sigue llorando, quizá no nos paramos a pensar que podemos buscar una ruta alternativa para evitarlo. Como adultos, nos permite recuperar el control de la situación y ofrecernos una disciplina personal para parar, reflexionar y tomar consciencia del problema.

Cuando vivimos un conflicto con nuestro hijo o hija no nos damos cuenta de lo que ocurre, ni antes ni durante, pero cuando nos obligamos a escribir tenemos la posibilidad de revisar y observar. Puede que veamos que con nuestra reacción le estamos dando un matiz más grave al asunto y quizá, solo requiere de más paciencia u otra organización por nuestra parte. Por ejemplo, si hay conflictos durante el desayuno, quizá no nos percatemos de que el tiempo establecido para ese momento del día sea insuficiente para nuestros hijos, que con la edad que tienen les estamos poniendo la ropa, los zapatos o el desayuno, y que para hacerlo autónomamente necesitan levantarse antes. En ocasiones, vemos las cosas desde un punto de vista adultocentrista y no desde las necesidades de los niños.

¿Cómo utilizo el diario de conducta?

La mayoría de las conducta problema pasan inadvertidas o no les damos la suficiente importancia. Por eso importante observar las conductas de nuestros hijos, sus emociones, qué le ha provocado ese malestar. Para ello contamos con esta herramienta: el diario de conducta. ¿Qué necesitamos para utilizarlo?

  1. La observación será nuestra principal herramienta de evaluación en las primeras edades.
  2. La información clara y precisa será crucial en nuestra intervención.
  3. La delimitación de las “conductas problema” será clave.
  4. Realizarlo, mínimo, durante una semana y observar cómo respondemos ante sus conductas. Después de este tiempo, veremos muy claro qué es lo que está ocurriendo. Evaluaremos la situación y nos daremos cuenta de cosas como que siempre terminamos cediendo cuando tiene una rabieta o que repetimos las cosas 17 veces y terminamos haciéndolo por él porque perdemos la paciencia.
  5. Escribirlo en el momento, no dejarlo para después. Si lo dejamos para más tarde es probable que se nos olviden detalles significativos. Cuando son pequeños y nos ven escribiendo es probable que se queden parados y no hagan nada. Se darán cuenta de esta dinámica, pero volverán a lo suyo otra vez. Si nos preguntan, con un escueto “estoy tomando notas”, es suficiente.
  6. Escribir todo lo que ocurre hasta que queda “resuelto” el conflicto. Por ejemplo: si el conflicto es que el niño ha comenzado a no tomar desayuno y llora todos los días, debemos escribir desde que se sienta en la mesa hasta que lo llevamos al colegio y queda extinguida la situación. En el cuadro debe estar incluido todo lo que ha pasado durante ese transcurso de tiempo.

En las edades más tempranas estaremos especialmente atentos a los primeros signos de falta de interiorización de las normas. Un signo crucial será el cambio repentino en la conducta o en el rendimiento escolar que muestra nuestro hijo, ahí nos está diciendo que hay algo que le está influyendo, pueden ser los amigos, algo que ha observado en casa o nuestros comentarios o actitudes hacia él.

Silvia Álava: “Si queremos que nuestro hijo cambie su conducta, el cambio debe empezar en nosotros”

EDUCACIÓN

Silvia Álava: “Si queremos que nuestro hijo cambie su conducta, el cambio debe empezar en nosotros”

Partes del diario de conducta

Cada vez que nuestro hijo o hija tiene un mal comportamiento que queremos cambiar debemos coger este recurso y empezar a escribir. La experta recomienda que seamos muy literales en nuestra redacción, debemos poner con exactitud lo que ocurre, hacemos, decimos, etc.

  1. Día y hora. Debemos poner la fecha y la hora.
  2. Situación.  ¿Dónde estamos, quiénes y qué hacemos? Por ejemplo: Estamos en casa, en el salón y los niños están jugando a la PlayStation. Nosotros estamos leyendo y es hora de hacer la cena y poner la mesa.
  3. Conducta problema. ¿Qué hace o dice el niño? Literalmente. Por ejemplo: “Déjame en paz, no me da la gana”, “¿eres tonta? ¡estaba jugando con mi Play!”.
  4. Respuesta de la madre, padre o persona presente. Literalmente qué hacemos o decimosPor ejemplo: “ya te he dicho que hay que hacerlo”, “me da igual si no quieres dejar la Play, hay que poner la mesa” A continuación, se la quito y volvemos a gritarnos: “¿por qué me lo apagas?”, “Porque te he dicho que ya no se juega más”, “Mamá, por favor, 5 minutos más”, “Te he dicho que no”… Como se ha mencionado anteriormente, hay que volver a redactar todo hasta que la situación queda extinguida.

¿Qué hacer después de una semana?

Tras una semana dejando por escrito lo que ocurre, es momento de sentarnos y leer. Siguiendo el ejemplo, quizá nos demos cuenta que siempre nos retan cuando hay que poner la mesa, que les dejamos jugar justo 10 minutos antes de ponernos a cenar, que no avisamos con el suficiente tiempo, que terminamos poniendo la mesa nosotros o que siempre les gritamos y no les damos opción a hablar. Como se ha mencionado anteriormente, nos da pistas sobre cómo reaccionamos y claves para ver por qué nuestro hijo se comporta así.

Tras este proceso de reflexión es posible buscar otras alternativas como: que necesita que le delimitemos mejor el horario de juego, hacer preavisos, asegurarnos que nos ha entendido o que le quitemos los mandos en silencio y le llevemos hacia la mesa. Sin duda no es un proceso que nos lleve al éxito inmediato, necesitaremos de ensayo y error para ajustar nuestra respuesta a las necesidades de nuestro hijo. Sin embargo, sí nos proporcionará claves para el mayor objetivo como madres y padres: no cometer los mismos errores y actuar cuando sea demasiado tarde.

FUENTE: elperiodico.com

¿Cómo potenciar el sentido del humor en nuestros hijos?

El sentido del humor permite aumentar el optimismo y autoestima de nuestros hijos, nos ayuda en su crianza y en el hogar.

Por Silvia Sánchez de Educar es Todo

El sentido del humor es una excelente herramienta educativa. La risa nos proporciona energía, conexión con los demás, creatividad y optimismo. El humor ayuda a buscar alternativas, a pensar de forma racional y nos proporciona sentimientos positivos de alegría y gozo. En este artículo veremos qué beneficios tiene y cómo fomentarlo en nuestros hijos.

Qué beneficios tiene el sentido del humor en nuestros hijos

El gran Carles Capdevila mencionaba en una de las ponencias de un evento Educar es todo, que “uno de los principales problemas que tenemos los padres hoy en día es que hablamos de la educación de nuestros hijos muy preocupados. Nos lo tomamos muy en serio y eso es muy importante, pero casi preferimos estar angustiados a estar alegres”. Frente a esta actitud, subraya que “cuando eduquemos y cuando hablemos de la paternidad y la maternidad, creo que es importante que intentemos buscar esta sonrisa, esta alegría, la espontaneidad, la naturalidad. Que nos levantemos por la mañana diciendo: “Esto es muy difícil, pero vamos a divertirnos”.

Por su parte, la psicóloga Silvia Álava en su libro “queremos que crezcan felices”, menciona que el sentido del humor es un recurso que se puede trabajar con nuestros hijos desde que son pequeños. Algunos beneficios que propone son:

  • Aprendemos a relativizar los problemas. Cuando utilizamos el humor en los conflictos confrontamos nuestra interpretación de la realidad. Lo importante no es lo que nos pasa, si no la interpretación que hacemos sobre ello. Somos los reporteros y reporteras de nuestras vidas.
  • La risa, y el sentido del humor nos centra en el aquí y el ahora. Es el mindfulness de los niños. Es más, los efectos cerebrales de la meditación y del humor son parecidos, pues se producen altos niveles de ondas gamma, que permiten una mejor sincronización neuronal de distintas áreas cerebrales destinadas a la atención, a la memoria de trabajo, al aprendizaje…”
  • La risa nos conecta con los demás, potencia la proximidad, la amistad y el amor. Y además predispone a la cooperación, al buen ambiente, reduce la agresividad y facilita la comunicación.
  • La risa es fundamental para la salud mental. Reduce la ansiedad, el estrés y la depresión. No se trata de querer estar todo el rato riéndose, pero dejar hueco a la risa en nuestro día a día nos ayuda a vivir la cotidianeidad con más alegría, optimismo y energía.
  • La risa refuerza la autoestima y el autoconcepto. Reírse de uno mismo, de nuestros errores, nos ayuda a aceptarnos mejor, a entender nuestra imperfección sin complejos y a seguir adelante.

Cómo potenciar el sentido del humor

El sentido del humor nos acerca a los otros y reduce las tensiones en los grupos, también en nuestra familia. Silvia Álava nos propone algunas acciones para fomentar este hábito en nuestra familia:

  1.  Generar buen ambiente. Las madres y padres debemos aprender a reírnos de las situaciones cotidianas en lugar de enfadarnos. La confianza es la clave.
  2.  Aprender a reír. Se puede aprender a desarrollar el sentido del humor, ya que este no es una capacidad innata. Para que nuestros hijos lo utilicen es necesario que tengan un buen modelo y ahí nosotros jugamos un papel clave.
  3.  Afrontar los problemas desde el sentido del humor. Silvia nos menciona que necesitamos relajarnos, pensar qué haría otro en nuestro lugar y cómo nos ven los demás. Mostrarle al niño que cuando uno aprende a reírse de sí mismo relativiza el problema y se predispone a solucionarlo de forma positiva.
  4.  No todo vale, tampoco para reírse. Los valores, y especialmente el respeto, son los pilares de la educación. Y la risa también debe sostenerse por esos valores. Es importante enseñarles a reírse de sí mismos y enseñarles a reírse con los demás, pero no de los demás. El respeto hará que no se rían de una estrepitosa caída de la que son testigos, pero les hará capaces de reírse con un amigo cuando este afronte con humor una caída.
  5.  No queramos ser dramáticos con los contratiempos del día a día. Imagina que la deliciosa cena que estabas preparando se quema. Una verdadera pena, sí, pero podemos vivirlo de dos maneras: como un drama que se une a todos los problemas que hemos tenido durante el día y demuestran que “hoy no es nuestro día” o con lógico fastidio pero decidiendo salir de este dramatismo para lamentar que, vaya, “así no me van a aceptar en Masterchef”. En el fondo, todos los pequeños contratiempos son oportunidades para dramatizar o para aprender y reír. Y no podemos elegir qué nos va a pasar durante el día, pero tal vez si podamos decidir con qué actitud vamos a vivir eso que nos pasa.

Será importante promover el humor y la risa durante toda la vida, ya que en ocasiones, esas ganas de bromear y jugar desaparecen con la edad, dando lugar a los reproches y enfados.

FUENTE: elperiodicodearagon.com

Niños felices: claves para fomentar la felicidad en nuestros hijos

Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿les estamos dando las herramientas que les van a permitir alcanzar el tan ansiado bienestar emocional?

Por María Dotor

Si hay que algo que queremos las madres y padres por encima de todo es que nuestros hijos sean felices. Pero ¿Qué es realmente ser feliz? Solo si sabemos lo que se esconde detrás de la felicidad podremos ayudar a nuestros hijos a disfrutar de ella. A averiguarlo nos ayudó la psicóloga Silvia Álava en un IGLIVE con motivo de la publicación de su último libro: ‘¿Por qué no soy feliz?‘.

¿Qué es realmente ser feliz?

«Tenemos una idea equivocada de lo que es la felicidad. Tendemos a pensar que ser felices es no tener problemas, que todo a nuestro alrededor vaya bien, estar alegres 24/7, pero esta idea es la que nos aleja de la felicidad y nos lleva a frustrarnos», nos decía Silvia Álava, según la cual la felicidad «tiene que ver más con encontrarnos bien, a gusto, en calma y en paz con nosotros mismos». Por tanto, el objetivo, «más que la felicidad, es el bienestar emocional, y el bienestar emocional no viene de serie, se trabaja».

Este fue uno de los primeros aprendizajes que nos dejó el encuentro con Silvia Álava: la felicidad no depende tanto de nuestras circunstancias, sino de cómo afrontamos nosotros estas circunstancias, por tanto, es algo en lo que se puede trabajar. «Para ser feliz no necesitamos cambiar las circunstancias de la vida. Necesitamos cambiar la forma de entenderla y de enfrentarnos a ella».

«Para ser feliz no necesitamos cambiar las circunstancias de la vida. Necesitamos cambiar la forma de entenderla y de enfrentarnos a ella».

Silvia Álava – Psicóloga y autora de ‘¿Por qué no soy feliz?’

¿Qué hay del componente genético? ¿Hay algo en nuestro ADN que nos predisponga a la tristeza o a la felicidad? «Sí, se sabe que el 50% de nuestra capacidad para ser felices se debe a nuestra genética. El 10% a las circunstancias que nos rodean y el otro 40% está en nuestra mano. Pongámonos a trabajar sobre este 40%, ahí está la clave», nos dice Silvia.

El origen de la infelicidad de nuestros hijos

Uno de los errores más comunes que cometemos en la educación es sobreproteger a los niños, de tal forma que procuramos evitar que sientan cualquier emoción desagradable. «Algunos padres malinterpretan el amor y piensan que es mejor proteger a sus hijos de cualquier emoción desagradable, o intentan protegerse ellos mismos del dolor que supone verles sufrir».

¿Por qué hacemos esto? «Solemos creer que la vida es muy complicada y que ya tendrán tiempo de sufrir, mientras puedan que disfruten y que sean lo más felices posible. Sin embargo, cuando hacemos esto, no nos damos cuenta de que no estamos permitiendo a nuestros hijos aprender regular esas emociones y cuando aparezcan, estarán desprotegidos, no sabrán qué hacer. Y este es, sin duda, el origen de su infelicidad.»

La sobreprotección es un enemigo de la felicidad. Sobreprotegiendo a nuestros hijos les dejamos sin recursos emocionales para desenvolver en la vida

Silvia nos ponía un ejemplo: «Si mi hijo llega a casa del cole llorando porque ha perdido su pelota y nosotros le decimos que no debe llorar, que no pasa nada, que ahora mismo vamos a comprar otra, lo que estamos haciendo es, en primer lugar, negar su emoción, y en segundo lugar anestesiarle emocionalmente, haciéndole «feliz» otra vez dándole otra pelota». ¿Qué debemos hacer entonces? Silvia nos proponía que «aprovechemos las pequeñas situaciones del día a día para hacer esa educación emocional».

Ante el ejemplo anterior, es conveniente, nos decía, hacer cuatro cosas:

  1.  Nombrar la emoción: «Estás triste».
  2.  Validar la emoción: «Es lógico que estés triste, yo también lo estaría»
  3.  Explicar la causa: «Estás triste porque has perdido tu pelota favorita».
  4.  Buscar una solución juntos: «¿Qué se te ocurre que podemos hacer para arreglarlo?». Podemos darle pistas: «Mañana podemos ir a buscarla a objetos perdidos del cole, y si no está, pediremos una por tu cumple. Mientras podemos jugar con la raqueta».

«No se trata de hacer sufrir a los niños inútilmente, ni de frustrarles de manera gratuita, sino de permitirles sentir sus emociones sin juzgarles, enseñándoles a identificar la causa y la consecuencia de su emoción y enseñarles a regularlas. O lo que es lo mismo, enseñarles habilidades de la inteligencia emocional, tan necesarias en la vida».

Enseñar a nuestros hijos a valorar lo que tienen es un aprendizaje que les acercará a la felicidad 

Los enemigos de la felicidad

Aunque la felicidad, en palabras de la propia Silvia Álava, es algo interno que nadie «nos puede dar y que nadie nos puede quitar», sí que existen personas, circunstancias, cosas que pueden alterar nuestro bienestar emocional y el de nuestros hijos, una de estas cosas es la comparación social. «En ocasiones, dicha comparación viene propiciada por los propios padres y entorno familiar, que nos instan a «ser los mejores» o que preguntan no solo qué nota hemos sacado, sino también la nota que han sacado el resto de compañeros de clase. Sin ser conscientes, este modelo de comparación continua con los demás es otorgar a nuestros hijos una fuente de insatisfacción permanente».

«El modelo de comparación continua con los demás es otorgar a nuestros hijos una fuente de insatisfacción permanente».

Silvia Álava – Psicóloga

Por supuesto que en la vida es aconsejable querer mejorar, alcanzar meta… El problema, dice Silvia, es cuando «el objetivo no es sentirse orgulloso y satisfecho con respecto a lo que haces, sino hacer más que los demás». En este caso, nuestros hijos estarán desarrollando una autoestima externa, que depende de la validación de los otros, y no una autoestima interna, en la que tú te valoras sin tener en cuenta lo que hacen los demás.

El falso «Si quieres, puedes»

Otro gran enemigo de la felicidad es la filosofía del «si quieres, puedes», que transmite la idea de que debemos perseguir nuestros sueños, luchar por ellos y, si no los conseguimos es que somos unos fracasados o no lo hemos intentado con todas nuestras fuerzas. Silvia nos advierte de los riesgos de transmitir esto a nuestros hijos: «Se nos olvida que cada persona es un mundo, con su casuística y sus circunstancias, y que no siempre va a poder conseguir lo que sueña. A veces, porque no es realista en lo que quiere, tiene que ajustar sus expectativas». Por tanto, sería fundamental enseñar a nuestros hijos que, como dijo Ortega y Gasset «Yo soy yo y mis circunstancias», y que estas me condicionan profundamente. De no hacerlo, cuando no llegue a algo, se frustrará.

«Hay que enseñar a nuestros hijos que cada persona es un mundo, con su casuística y sus circunstancias, y que no siempre va a poder conseguir lo que sueña. Este aprendizaje le va a evitar muchas frustraciones»

Silvia Álava – Psicóloga

¿Y qué hay de disfrutar y amar lo que tenemos y dejar de anhelar lo que no tenemos? Silvia Álava recuperó una cita de San Agustín: «La felicidad es seguir deseando todo lo que uno ya posee», por tanto, centrarnos en lo que no tenemos en vez de valorar lo que tenemos puede llevarnos a entrar en un estado de «inconformidad constante».

FUENTE: El Periódico de Aragón

Instagram Live con Educar es Todo

Atentos al próximo #instagramlive que haremos con Educar Es Todo el próximo martes día 1 de febrero a las 21:00h con motivo de mi nuevo libro #porquénosoyfeliz.

No os lo perdáis!!

#psicología#libros#emociones#felicidad#bienestaremocional#live

¿Llegas tarde a casa por trabajo? Qué hacer cuando la conciliación es imposible

La conciliación laboral, familiar y personal sigue siendo un mito para una gran mayoría de madres y padres

Por Marina Borrás

No os contamos nada nuevo si os decimos que la gran mayoría de personas que trabajan sufren una falta de conciliación laboral-familiar-personal que cada vez afecta más a su salud mental. Pero no solo a la suya; si son padres, también afecta a la salud y el desarrollo de sus hijos.

Es muy fácil caer en el mantra de que hay que pasar más tiempo con los niños y niñas, pero también poco realista. Imagino a una madre soltera que hace malabares para compaginar su trabajo, las tareas del hogar, el cuidado de otros familiares y la crianza de sus hijos riéndose (por no llorar) leyendo los consejos sobre priorizar la familia antes que el trabajo. Como si eso fuera tan sencillo. ¡Y encontrar tiempo para ella misma ni te cuento!

Y, entonces, ¿qué hacemos?

Madres, conciliación y carga mental

Los datos del Ministerio de Igualdad del Gobierno de España del último trimestre de 2020 demuestran una realidad desoladora: el 94% de las personas en activo que pidieron reducciones de jornada por cuidado de hijos o mayores fueron mujeres. Las mujeres representaron el 74,37% en el cómputo total de personas empleadas a tiempo parcial y el 89% entre quienes piden una excedencia por cuidado de hijos

Coral Herrera, comunicadora, escritora e investigadora, explica que “mientras los cuidados sigan en recargando nuestros hombros y sigan siendo sostenidos por las mujeres, nuestro mundo no va a cambiar, y necesitamos un cambio. Necesitamos tiempo para vivir, tiempo para criar, tiempo para ser nosotras mismas y necesitamos hacer realidad el mito de la conciliación, que hoy en día no es más que un mito, y además es una trampa que nos hace creer a las mujeres que podemos con todo, un poco a costa de nuestra salud física”.

Las consecuencias de la falta de conciliación en niños y niñas

En cuanto los efectos de esta falta de conciliación en niños y niñas, Iore Molero, responsable de la campaña de Unicef “Por la Conciliación Real”, declara que “la falta de tiempo tiene un impacto tremendo sobre los niños. Lo que hemos visto a través de la campaña es que los niños quieren estar con sus familias, echan de menos a sus padres. La falta de presencia de los padres y madres en el crecimiento de los niños puede desembocar en una peor gestión de las emociones y mayor inseguridad, entre otros problemas futuros”.

El psicólogo Alberto Soler añade que “una vez satisfechas el resto de necesidades básicas, los niños necesitan la presencia y cercanía de sus padres, y que éstos respondan de manera sensible a sus necesidades. Éstos son los ingredientes básicos para el establecimiento de una relación de apego”.

Sobre la trampa del tiempo de calidad

Sin embargo, Alberto Soler hace hincapié en que “los niños no necesitan un poco de ‘tiempo de calidad’, sino que necesitan tiempo, y por supuesto también que al menos parte de este tiempo sea “de calidad”, claro. Pero este concepto es muy tramposo, porque contrapone cantidad y calidad como si fueran incompatibles. Y no lo son; para que el tiempo sea de calidad no es necesario que hagamos nada muy especial, nuestras actividades cotidianas, vivir juntos y compartir tiempo ya tiene mucho valor y es fuente de aprendizajes y bienestar para nuestros hijos: hacer recados, la compra, preparar la cena, leer, ir al supermercado, dar un paseo…”.

“La gran mayoría (si no todos) preferiríamos poder pasar más tiempo con ellos”, admite el psicólogo, “pero muchas veces no podemos porque tenemos otras obligaciones, y parece que nos tenemos que consolar con esto del tiempo de calidad”.

“Sin embargo, creo que tiene más sentido tratar de organizarnos para poder disfrutar todo el tiempo posible con nuestros hijos, que seguir con nuestros ritmos frenéticos, consolándonos con la historia esta del tiempo de calidad; infancia sólo tienen una, estos años pasan muy rápido, y luego los echaremos de menos”.

Organizar el tiempo cuando se trabaja mucho

Como ya hemos dicho, y como el mismo Alberto Soler reconoce, muchas veces organizarse para trabajar, cuidar, encargarse de las tareas cotidianas, descansar y sobrevivir es “una verdadera yincana”.

«Muchos padres y madres tienen que lidiar con el sentimiento de culpa por no llegar a todo»

Silvia Álava – Psicóloga

A esto, la psicóloga Silvia Álava añade que “es muy difícil dedicar un tiempo de calidad a los niños si no pasamos un mínimo de tiempo con ellos, por ejemplo, los momentos importantes de la vida de nuestros hijos son fundamentales”. Cuando son pequeños, “el momento del baño, del masaje, de piel con piel… conviene que se esté haciendo. También intentar todos los días dejar abierto un espacio de confidencias, por ejemplo cuando se van a la cama sabemos que muchos niños es cuando quieren contar las cosas, pues intentar llegar a tiempo para escucharles y que nos cuenten las cosas importantes que han ocurrido en su día”. Organizar nuestro tiempo para no ir con la lengua fueraEducar es Todo

Por lo tanto, tenemos que tener muy claras “qué necesidades de los niños se pueden delegar y las que no, que son sus necesidades emocionales. Entonces, cada madre y cada padre tiene que detectar qué momentos son los que les necesitan, que tienen que estar ahí para escuchar, para saber qué le pasa, que el niño les pueda contar… y hay que crear esos espacios”.

El sentimiento de culpa de las madres y padres

Silvia Álava añade un ingrediente fundamental en todo este tema de la falta de conciliación: la culpa. “Muchos padres y madres tienen que lidiar con el sentimiento de culpa por no llegar a todo, por tener que estar trabajando cuando creen que sus hijos los necesitan… por eso, es muy importante poder trabajar esa culpa para que esos momentos en los que sí que puedan estar sean momentos de atención plena, de estar plenamente disponible para ellos, sin ningún tipo de distracción”.

Por lo tanto, tenemos que intentar que, cuando lleguemos a casa, nuestros hijos sepan que estamos presentes. Marian Rojas Estapé, conocida psiquiatra y escritora, explica que “empiezan a surgir estudios que demuestran que, cuando estamos con nuestros hijos y tenemos el teléfono delante, ellos perciben sensación de abandono. Perciben que no son lo más importante, que hay otra prioridad”.

Por eso, Marian hace hincapié en que “hay pocos piropos en esta vida como el de cuando estás con esa persona, el mundo se para, porque toda su atención la tiene puesta en ti”.

En definitiva, madres y padres debemos intentar, en la medida de lo posible, estar presentes cuando lleguemos a casa del trabajo para atender las necesidades emocionales de nuestros hijos. Sin embargo, somos conscientes de que la responsabilidad de la conciliación (o, más bien, de su falta) no puede recaer en madres y padres. Eso es totalmente injusto. Mientras sigamos sin políticas efectivas que permitan de verdad poder conciliar vida familiar y laboral, ¡y por supuesto personal!, seguiremos con madres y padres sobrecargados y, probablemente, bastante ausentes y llenos de culpa. Y eso, en el año 2022, no se debería permitir.

FUENTE: Levante Diario