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El aburrimiento – En RTVE

El verano es un tiempo para salir de la rutina, tener nuevas experiencias y descansar… pero tampoco pasa nada si los más pequeños de la casa se aburren en algún momento… El aburrimiento potencia la autonomía y la creatividad.

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“¡Mamá, me aburro!” ¿Hay que sobreestimular a los niños para que no molesten?

Pasar momentos de hastío es necesario para un desarrollo cognitivo y emocional saludable

Por ROCÍO NAVARRO MACÍAS

Antes de que los niños lancen la señal de alarma del aburrimiento, muchos padres hacen lo que está literalmente en su mano, para que no se despierte la temida emoción. La respuesta más habitual suele ser ceder a los pequeños el dispositivo móvil, pero son muchas las herramientas a las que acuden los adultos para evitarles el tedio. De forma contraria a lo que se piensa, alimentar a los menores con novedad constante provoca estrés, sensación de agobio y frustración entre otras consecuencias negativas que pueden comenzar a verse en el corto plazo y cuyos efectos los acompañarán hasta la edad adulta.

“Vivimos en una sociedad de consumo muy rápido. Que un niño se aburra genera alarma porque existe un miedo a que experimenten sensaciones desagradables. Pero tienen que aprender a tolerar el aburrimiento. Eso va a ayudar a mejorar la creatividad, tolerar la frustración y que aprendan a guiar la propia conducta y el propio juego”, explica la psicóloga infantil Silvia Álava, autora del libro El arte de educar jugando (J de J Editores, 2021).

Que se aburran sirve para fomentar su creatividad, que aprendan a tolerar la frustración y guíen su propia conducta

Silvia Álava

La razón de que el aburrimiento resulte desagradable está en la naturaleza del cerebro. “Los niños vienen con un cerebro preparado para el aprendizaje y esto, provoca que busquen continuamente pasarlo bien y divertirse de muchas maneras. Es su forma de aprender y descubrir el mundo”, explica Alba María García, psicóloga infantil en Center Psicología Clínica. No obstante, desde el hastío no solo se adquieren habilidades cognitivas, también se aprende a tolerar la soledad.

Que los niños no puedan pasarse la tarde centrados en un juego o una actividad y que surja el hastío es algo habitual. “Es una emoción normal que aparece cuando no nos satisface la actividad que tenemos que realizar. Desde el aburrimiento se pone en marcha la imaginación y surge la creatividad”, dice García. Son diversas las variables que llevan a un niño al aburrimiento. La primera es la edad del pequeño. Ningún adulto debe pretender que un menor de dos años transite por una misma actividad más allá de unos minutos. “Antes de los tres años, no conocen cuáles son las metas, logros, niveles y recompensas del juego. 

No pretendamos que un menor de dos sea capaz de mantener la atención durante más de 5 minutos

Alba María GarcíaPsicóloga infantil en Center Psicología Clínica

Solo están interesados por los colores y los objetos en movimiento. No son capaces de mantener la atención durante más de 5 minutos”, añade García. Esto se debe a que su capacidad de control ejecutivo aún no se ha desarrollado. A medida que crecen, el proceso madura de forma natural, siempre que no se interfiera. “La explicación neuropsicológica, es que cuando los niños están jugando deben ser ellos quienes realicen ese proceso de atención sostenida. Tienen que estar pendientes del juego, a qué juego, cómo lo hago… Si son muy pequeños y no la tienen muy entrenada, se cansarán antes”, sugiere Álava.

Además de la edad y del entrenamiento del proceso, el tipo de personalidad también determina el grado de aburrimiento que pueda provocar un juego o situación. “Existen una serie de variables de personalidad. Hay niños que son más tranquilos, que no necesitan tanta actividad física. Otros son de juegos más físicos. Eso no es bueno ni malo, sino un tipo de preferencia. Es importante que los padres las conozcan”, continúa Álava.

¿Cómo manejar aburrimiento?

No es saludable que los niños siempre estén entretenidos por una máquina o por adultos

Aunque es esencial que los padres se impliquen de forma activa en el juego, los niños también necesitan tiempo para desarrollarlo en solitario. Es una de las formas de que entrenen la atención sostenida. “Al principio se les puede dar alguna indicación y dejarles que ellos dirijan el juego”, comenta Álava. La psicóloga anima a permitirles hacerlo por sí mismos con consignas del tipo: Espera que yo no puedo seguir ahora, enseguida vuelvo y me cuentas lo que has hecho. “No es saludable que los niños siempre estén entretenidos por una máquina o por adultos. Deben tener momentos de juego ellos solos. A través, por ejemplo, del juego simbólico en el que el niño coge un objeto y se inventa actividades, juega a profesiones… Es algo fundamental para el correcto desarrollo de habilidades socioemocionales y para entender los roles. También es importante para la creatividad, el lenguaje…”, aconseja Álava.

Otra de las herramientas que favorecen el desarrollo de esta capacidad son los juegos tradicionales a través de las reglas, algo que puede integrarse a partir de los seis años. “Es una forma de que aprendan que el juego más divertido es la imaginación. No hace falta ningún objeto en particular, solo montar historia con lo que se tenga a mano”, continúa la también autora.

Puede que las pantallas eviten el aburrimiento, pero integran procesos poco saludables. El problema que plantean los juegos digitales respecto a la atención sostenida, es que la dirige el propio contenido, no la persona que los consume. “Aquellos juegos con una gran complejidad de incentivos (como los digitales) desencadenan esa sensación de estímulo, pero no favorecen el desarrollo neurológico. 

Cuidado con la sobreestimulación

Cuando les inculcamos los estímulos de las pantallas, los niños terminan perdiendo el interés de otros más naturales

Además, cuando exponemos de un modo muy continuado a esos estímulos que ofrecen las pantallas, los niños terminan perdiendo el interés de otros más naturales, con un ritmo más lento (el desarrollo de los juegos tradicionales es más lento que un videojuego)”, advierte García. Asimismo, los contenidos digitales inciden en otro factor cuestionable para la salud del cerebro. “Utilizan un sistema de recompensa intermitente como las máquinas tragaperras, que hacen que te enganches.

Con un juego tradicional el proceso de atención lo haces tú solo y el sistema de recompensa no es intermitente”, sugiere Álava. La atención se ve favorecida por la novedad, ya que activa el sistema de recompensa. “A nivel cerebral, cada vez que se presenta un estímulo novedoso, nuestro cerebro está programado genéticamente para liberar dopamina, un neurotransmisor relacionado con el aprendizaje”, manifiesta García.Lee también

Esto se relaciona con un fenómeno psicológico conocido como inhibición latente, que expone cómo los estímulos familiares requieren de mayor cantidad de tiempo para producir algún efecto. “En consecuencia, centrar la atención en un juego tradicional (la comba, la naturaleza, las piezas de un puzle…) se necesita más cantidad de dopamina que para un videojuego que cada nivel presenta un escenario diferente y con un sinfín de estímulos”, aclara García.

Aburrimiento, frustración y soledad

Una de las consecuencias de la constante búsqueda de novedad es el miedo a la soledad

Además de las consecuencias que para el correcto desarrollo cognitivo conlleva no tolerar el aburrimiento, existe otra secuela emocional muy frecuente a medio y largo plazo. “Una de las consecuencias de la constante búsqueda de novedad o el aburrimiento es el miedo a la soledad. Últimamente, nos encontramos adultos que no toleran pasar tiempo consigo mismos porque temen esa introspección al silencio”, comparte García. 

El aburrimiento favorece la introspección, un acto fundamental para el autoconocimiento y la gestión emocional. Un aspecto que también enfatiza Álava: “Es importante ser capaz de mirar hacia dentro para ver cómo nos sentimos, relacionarnos con nosotros mismos de manera sana. Ir buscando siempre novedad constante en la adolescencia desencadena problemas. En esa escalada las novedades ofrecen cosas peligrosas”.

Junto a esa falta de capacidad introspectiva, no aceptar el aburrimiento conlleva también una falta de resistencia ante la frustración “En otras palabras, no tenemos paciencia. En cuanto sentimos el más mínimo aburrimiento recurrimos al móvil o a la Tablet… En definitiva: a la inmediatez”, matiza García. Crear momentos de ruptura con el ritmo vertiginoso de estímulos al que los niños están sometidos y, que se aburran de vez en cuando, es la llave para que en el futuro sean adultos autónomos, pacientes y creativos.

FUENTE: LaVanguardia.com

Este verano, asegúrate de que tus hijos se aburran. Colaboración con El Diario de Córdoba

En los meses de verano, sin extraescolares ni colegio, aumentan las posibilidades de aburrimiento

MARÍA DOTOR
29/06/2020

«Mamá, papá, me aburro». Esta es quizá una de las frases que más miedo nos da escuchar de la boca de nuestros hijos. Y ahora que vienen tres meses de verano, sabemos que la van a pronunciar muchas veces. No tienen colegio, ni extraescolares… Las horas libres abundan y las posibilidades de aburrimiento se multiplican.

Como dice Kim John Payne, de Simplicity Parenting, vivimos que nuestros hijos se aburran como «un fracaso personal», tal vez porque nos encontramos en una sociedad obsesionada por hacer y no parar.

¿Cómo? ¿Qué ya tienes una lista hecha de actividades para anticiparte a este problema? Ni hablar, olvídate de convertirte este verano en animadora sociocultural de tus hijos, porque el aburrimiento, como nos dice Álvaro Bilbao, es «la madre de la creatividad. Hace que el niño se fije, observe… En definitiva, que mate ese aburrimiento tirando de imaginación».

Pero no solo él le otorga cualidades positivas al aburrimiento, muchos otros expertos destacan lo maravilloso que es que nuestros hijos se aburran.

Silvia Álava: «Los niños tienen que tener tiempo para aburrirse»

La psicóloga infantil Silvia Álava lamenta que «en ocasiones carguemos a los niños con tal cantidad de actividades que luego no tienen tiempo libre para disfrutar». Por eso, nos recuerda que «los niños tienen que tener tiempo para estar ellos solos, para aburrirse, para fomentar su creatividad, tiempo sin estar constantemente con un adulto que le esté dirigiendo».

Heike Freire: «El aburrimiento es un momento de creatividad»

La experta en innovación educativa nos propone educar en verde, es decir, en contacto con la naturaleza. Pero es consciente de que en el campo «nuestros hijos se quejan más que nunca de que están aburridos». ¿Nos hemos planteado por qué? Quizá, en el día a día les ofrecemos tantos dispositivos externos para entretenerse que hemos atrofiado su capacidad de inventiva.

Eva Millet: «En esta carrera por lograr el súper-hijo nos cargamos la infancia y el tiempo para aburrrirse»

Nuestro miedo al aburrimiento de nuestros hijos tiene mucho de sobreprotección y de persecución de un ideal de perfección en la educación de nuestros hijos, tal como lo ve la periodista y autora de Hiperpaternidad: «En esta carrera por lograr el súper-hijo nos cargamos la infancia: el tiempo para jugar y para aburrirse y la adquisición de otras habilidades que también son básicas en la vida». Y es que, nos decía Eva, «la educación no solo es la adquisición de conocimientos puros y duros, también es la formación de un carácter para implementarlos (que incluye aprender a tener paciencia, capacidad de esfuerzo, empatía, curiosidad, tolerancia a la frustración…)», y, claro, también aprender a aburrirse.

Bei Muñoz, de Tigriteando: «Nuestros hijos no tienen tiempo de aburrirse y organizar su tiempo»

Cuando le preguntamos a Bei Muñoz cuál podría ser el reto educativo principal de las familias hoy en día, la autora de Tigriteando lo tuvo claro: la falta de tiempo. «No tenemos tiempo, es un ritmo de vida frenético el que llevamos, es prácticamente imposible dedicarnos a observar, simplemente observar, lo que hacen nuestros hijos, muchas veces no tienen si quiera tiempo de aburrirse y organizar su tiempo». Y es que nuestras prisas y «los horarios rígidos chocan con las necesidades de los niños, que realmente son bastante parecidos al primer Homo Sapiens que pisó la Tierra», es decir, que las prisas y el estrés «van en contra de la naturaleza, y cuando luchas contra ella siempre tienes las de perder».

Kim John Payne: «El aburrimiento es un regalo»

Payne es el creador de Simplicity Parenting (Parentalidad Sencilla), un movimiento que aboga por volver a los básicos al educar y evitar la sobreestimulación, la sobreprotección y el exceso de actividades dirigidas. Con la idea de que «menos es más», Payne no duda en afirmar que «el aburrimiento es un regalo, el puente entre no hacer nada y el juego profundamente creativo». Para Payne, los padres deberíamos desear que «nuestros hijos se aburran y así tengan que pensar qué hacer con ese aburrimiento, sin pantallas y sin nuestra ayuda».

Muchos expertos insisten en esta misma idea de Payne: «El precursor de la creatividad es el aburrimiento. Cuando los niños se aburran, hay que evitar las pantallas, en donde ven la creatividad de otras personas». Sin embargo, en una cultura en la que se ensalza el estar continuamente ocupado como un valor, «nos hemos acostumbrado a ver el aburrimiento de nuestros hijos como un fracaso personal».

Alberto Soler: «A veces proyectamos en los niños nuestra intolerancia al aburrimiento»

El conocido psicólogo afirma en una de sus Píldoras de Psicología que «a menudo los padres tenemos miedo al aburrimiento de los niños. Pensamos que si no les damos algo que hacer y les tenemos entretenidos nos la van a liar… ¡y puede que sea verdad! Pero… ¿es bueno evitarles siempre el aburrimiento a los niños?», se pregunta. Y es que «a algunos padres les agobia tanto el aburrimiento de sus hijos que se acaba convirtiendo en un parque de atracciones ambulante: les organizan juegos en el parque, contratan animadores en el cumple…».

Rescatar a nuestros hijos del aburrimiento no es bueno, porque «no les estamos dando la oportunidad de pensar ellos solitos cómo llenar ese vacío. Si nunca pueden decidir qué hacer con su tiempo libre, ¿cómo van a aprender a gestionarlo?». Alberto considera que somos los adultos «los que proyectamos en ellos nuestra intolerancia al aburrimiento. Esa intolerancia se ha agudizado desde que tenemos el telefonito inteligente. Nos ha invadido un horror al vacío en el que no podemos estar más de medio minuto sin estar ocupados en algo», como cuando sacamos el móvil mientras esperamos el autobús, por ejemplo.

Javier Urra: «Nuestros hijos tienen que aprender a aburrirse»

El primer Defensor del Menor advierte de la tendencia de los padres y madres a buscar la felicidad y la alegría de los hijos por encima de todo: «Educar para que mañana los niños sean felices no es real, no es verdad. Las pérdidas y las incomprensiones son parte de la existencia. Nuestros niños tienen que aprender a aburrirse, a manejarse en la soledad. Creo que esta sociedad exige a la vida mucho más de lo que la vida le puede dar».

Claves para gestionar el aburrimiento de nuestros hijos

1. No sacar el salvavidas: nadie muere de aburrimiento y no es muy positivo que les rescates de esa sensación. Y por salvavidas nos referimos a tus dotes de animador sociocultural, tu catálogo de soluciones o incluso las pantallas.

2. Ver el lado positivo del aburrimiento. Si vivimos el aburrimiento como un problema o como una pesadez o tenemos miedo, como dice Alberto, de que nos la líen, tal vez nuestros hijos verán el aburrimiento como un problema difícil de solucionar. Sin embargo, si les transmitimos que el aburrimiento es una oportunidad para pararse y pensar qué quiero y puedo hacer con mi tiempo, seguramente lo verán de otro modo.

3. Transmitir confianza en que podrán encontrar algo interesante que hacer. Muchas veces vivimos el aburrimiento de nuestros hijos como la obligación de sacarlos de ahí y, por lo tanto, los sobreprotegemos. Pero si pensamos que son ellos los que saben, mejor que nadie, qué hacer con ese tiempo y cómo divertirse, si les transmitimos el mensaje de que ellos pueden gestionar su tiempo, seguro que sentiremos menos presión y haremos a nuestros hijos más autónomos.

4. Vivirlo como una oportunidad para conectar y ser creativos. La unión hace la fuerza, y también contra el aburrimiento. Seguro que juntos se os ocurren muchos juegos, muchas actividades que realizar juntos o mucho por inventar.

Accede al portal Gestionando Hijos y disfruta de más consejos y claves de nuestros expertos.

FUENTE: diariodecordoba.com

¿Por qué se divierten menos hoy los niños? Colaboración con el diario ABC

Ahora que con las vacaciones volvemos a tenerlos más tiempo en casa: Ideas para acabar con su aburrimiento

Según las psicólogas Silvia Álava Sordo, del  Centro de Psicología Álava Reyes, y Violeta Alcocer, las generaciones actuales de niños se aburren más que las de hace años. Estas son algunas de las razones. 

—Las familias son cada vez menos numerosas. Muchos niños son hijos únicos y no encuentran con quién jugar cuando están en casa o de vacaciones con sus padres. 

—Las parejas tardan más en tener hijos, por lo que  su energía no es la misma cuando tienen un niño a los 27 años que a los 40. Las ganas de jugar, de tirarse al suelo y hacer una guerra de cosquillas o de diseñar planes muy activos, no son las mismas.

—Las ciudades son más inseguras, los niños casi no salen a la calle, lo que les ofrece menos oportunidades de estar al aire libre con otros niños de su edad. 

—Exceso de regalos. Muchos padres compensan el poco tiempo que pasan con sus hijos  comprándoles juguetes. Nuestra sociedad consumista hace que numerosos juegos acaben acumulados en el armario. Poseer muchas cosas hace que pierdan valor, que no se aprecien. Si la necesidad agudiza el ingenio, la saturación lo adormece.

—Falta de tiempo. Durante el curso escolar tienen agendas muy apretadas y cuando los alumnos salen de clase van a extraescolares, seguidamente a casa a hacer deberes, ducharse, cenar… Apenas disponen de tiempo para «no hacer nada», por lo que cuando llega el verano y se enfrentan a «tiempos muertos» no saben cómo afrontarlos. 

Una idea es decirles que escriba una historia y que ellos sean los protagonistas
Una idea es decirles que escriba una historia y que ellos sean los protagonistas

—Los padres tienen la opción de involucrar a los pequeños en sus actividades. Se les puede invitar a que se acerquen y compartan con ellos lo que estén haciendo como recoger las hojas del jardín, regar, cocinar, ordenar unas fotos… Además de divertirse y compartir tiempo juntos, se sentirán importantes por tal invitación.

Proporcionarles elementos como pinturas, arcilla, cartulinas, hojas de árbol, piedras… para que con todo ello construyan o diseñen algo que les resulte bonito. Si no se les ocurre, el adulto puede guiarles al comienzo para dejar que sean los pequeños los que continúen con la labor. 

—Que visiten a los abuelos, pero no como el resto del año que van a su casa para que les den de comer o a quedarse porque están enfermos y no han podido ir al colegio, sino para hacerles compañía, hablar y sobre todo jugar con ellos, aunque sea a juegos sencillos, como el dominó.

—Facilitarles el entretenimiento con los hermanos o, si no los tiene, gestionarles la compañía de un vecino, un primo con el que compartir aventuras… 

Mostrarles fotos para que realicen un álbum, ya sea en papel o digital. 

—Dotarles, según la edad, de lápiz y papel para que escriban una historia imaginaria o real de lo que les gustaría hacer durante el verano.

—Decirles que son un personaje de un cuento, una película o un aventurero y que se imagine qué haría en su lugar.

FUENTE: diario ABC

«No hace falta acabar con el aburrimiento de nuestros hijos» Colaboración con el diario ABC