Estas son las razones por las que cometer errores y fracasar puede ser muy beneficioso para los niños.
¿Por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños?
Alguna vez te has preguntado ¿por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños? ¿Suena contradictorio? Realmente no lo es, porque de los errores se aprende y aquí te lo diremos más a detalle, ya que no siempre fracasar es sinónimo de derrota o de dejarse caer, ¡al contrario! Es la oportunidad perfecta para salir victorioso, esforzarse y hacer las cosas mucho mejor. ¿Quieres saber más?
Por qué cometer errores y fracasar SÍ ayuda a los niños a ser mejores
¿Por qué solemos esconder nuestros errores? Es una pregunta muy común que todos nos hemos hecho alguna vez y esto es porque tenemos el error asociado a la idea de fracaso. Parece que cuando una persona se equivoca es que ha fracasado, lo ha hecho mal y sienten que el resto de las personas le van a juzgar para mala. Por eso es bastante habitual que cuando cometemos un error lo primero que hacemos es intentar que las demás personas no se den cuenta.
Casi siempre, como adultos, intentamos esconder de los demás los errores que cometemos de los demás y sin querer esto es lo que les enseñamos a nuestros hijos: a hacer como que ‘no pasó nada’. Justamente ahí estamos mal como papás porque los niños cuando se equivocan lo que buscan es ver cuál es la reacción de sus padres y como muchas veces lo que ven es que los padres les regañan o incluso los llegan a castigar por el error cometido, mejor intentan evitar que se enteren y llegan a usar la mentira como defensa.
Por eso es importante entender que error no es igual que fracaso, sino que el error es una fuente de aprendizaje. Incluso existe el aprendizaje por ensayo y error, y se llama así precisamente por cómo se produce: cuando acertamos intentamos reproducir esas conductas que hemos hecho para conseguir el éxito y las que hemos errado y que no conllevan el éxito son las que dejamos de hacer.
Para que este aprendizaje por ensayo y error sea efectivo es fundamental dejar que los niños se equivoquen y analicen sus errores, no hay que demoniza esos errores, no hacer énfasis en que han errado, porque entonces volvemos al primer punto: en lugar de corregir el error, ellos creerán que la estrategia correcta es esconderlos y hacer de cuenta que no ha sucedido nada. Y eso NO es lo correcto.
¿Debemos dejar que nuestros hijos se equivoquen para que así aprendan?
¡Por supuesto! Hay que dejar que los niños, que las niñas, que los adolescentes e incluso los adultos nos equivoquemos porque es una forma de aprender. Tan así es una manera de aprender que como curiosidad el 13 de octubre se celebra en Finlandia el Día Nacional del Fracaso y lo que hacen allá es que invitan a grandes directivos de empresa, seres tremendamente exitosos a los colegios y universidades no para contar su éxito, sino para contar los errores que han cometido y qué hicieron para solventarlos. Increíble, ¿no?
Todo esto se trata de visualizar que detrás del éxito no hay una carrera en la que todo sale bien, sino que muchas veces nos equivocamos y qué hacemos para aprender de los errores. Hay una frase muy bonita de Michael Jordan, él decía: ‘He fallado más de 9 mil tiros en mi carrera, he perdido casi 300 partidos, 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que tengo éxito: porque he analizado los errores y por eso me ha permitido el éxito‘.
¡Qué palabras tan poderosas! De eso se trata precisamente: de enseñar a los niños que cometer errores y fracasar SÍ les ayuda a ser mejores. En caso de error hay tres pasos que vamos a seguir:
- No demonizar el error. Parece que cuando alguien se equivoca no hay nada más que hacer, un ‘ya está, ya te equivocaste y no hay marcha a atrás’. Por ejemplo, ‘es terrible rehacer los deberes‘, ‘cómo váis a corregir una redacción?’, ‘¡qué de tiempo vamos a perder en rehacer la cama si está mal hecha!’. Así es como demonizamos el error cuando los niños se equivocan: parece que han hecho algo imperdonable. Así que nunca lo hagas, hay que relativizar y permitirnos fallar
- Asumir nuestros errores. Como adultos no tenemos que ocultar nuestros errores, todos los humanos nos hemos equivocado no una ni dos veces ¡incluso mil veces!, y por eso es importante entender que el error es una fuente de aprendizaje, al asumirlo es reconocerlo y trabajarlo. Si yo oculto un error, por mínimo que sea, para que nadie se entere, entonces no estoy aprendiendo nada de ello.
- Aprender del error. Cuando nos equivocamos hay que analizar muy bien en qué hemos fallado porque el objetivo es buscar cómo arreglarlo y cómo aprender de esa situación. Los primeros que lo debemos hacer somos nosotros los adultos y solo así podremos enseñar a los niños a hacer lo mismo, a ser críticos con la secuencia de acciones que se han llevado a cabo y hacerlo de manera distinta para conseguir un resultado que sea mucho más exitoso.
Tips para ayudar a nuestros hijos a aprender de sus propios errores
Lo principal es la actitud con la que nos enfrentemos a ese error. Y digo enfrentemos porque es un trabajo propio del adulto, ya que si nosotros lo hacemos desde la regañina, desde decirle frases como ‘lo hiciste mal, te tengo que regañar’ hay que saber que del mal tono y las malas palabras hacia los niños no vamos a aprender, sino que será todo lo contrario,
Para aprender hay que hacerlo desde otro tipo de emociones, por ejemplo desde la calma, desde la serenidad y desde la curiosidad. Justamente esta es otra de las emociones que más fomenta el aprendizaje: la curiosidad, ya que pueden volverse unos detectives. ¿Qué te parece decirle a tu hijo ‘vamos a buscar exactamente dónde estuvo el fallo para no volverlo a cometer’? Esta estrategia te funcionará muy bien.
Hago énfasis en la actitud con la que nosotros como adultos les enseñaremos a buscar dónde está ese error y a ver cómo analizarlo de forma completamente diferente. ¿Por qué insisto en el tema de la actitud? Porque de esta depende mucho la manera con que estaremos trabajando la solución de problemas y el aprendizaje de los errores con los niños.
Con ellos siempre hay que hablar desde la calma, desde la serenidad y fomentando su curiosidad. El querer hacerlo bien como padres para aprender de los errores no se trata de fustigar, no se trata de regañar ni de castigar, sino de ver y analizar dónde está el fallo para la próxima vez no cometerlo. Y lógicamente eso se hace mucho mejor desde la calma y las ganas de hacerlo bien en el futuro.
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