Despedida por revelar a sus alumnos de seis años que Papá Noel no existe. Colaboración con Hoy.es
Los expertos reprueban a esta profesora de Nueva Jersey: hay que respetar el momento de cada niño
Las ilusiones destrozadas de 23 niños de 6 y 7 años forman un buen montón de añicos. Tantos y tan difíciles de recomponer que el estrépito se ha oído en todo el mundo. Una maestra sustituta del colegio de primaria Cedar Hill de Towaco (Montville, Nueva Jersey) preguntó el pasado 29 de noviembre a sus alumnos de primero si sabían qué festividad se celebra en unos días y sus vocecitas agudas le respondieron a coro que la Navidad. Parecía una pregunta inocua pero, por motivos que se desconocen, la profesora consideró que ese era el momento idóneo para poner punto y final a la tierna infancia de aquellos críos. Y soltó la bomba: «Papá Noel no existe». Aunque no había ningún testigo adulto de la hecatombe emocional que se produjo en aquel aula -seguramente adornada con espumillón, bolas brillantes y siluetas de ‘Santa’-, es tentador imaginar las caritas de consternación, los pucheros, algún llanto inconsolable y quizá también la rabia. «¿Por qué nos han estado engañando?», debieron preguntarse los chiquillos, confusos, antes de correr a casa con un montón de interrogantes en la cabeza. La maestra aguafiestas ha sido fulminantemente despedida, pero el daño ya está hecho. La mayoría de los expertos coincide en que los niños deberían seguir creyendo en la magia navideña -y en otras historias fantásticas- hasta que ellos mismos descubran la cruda verdad.
Y los renos no vuelan
El ataque de sinceridad de la señorita M. -su identidad no ha trascendido- sumió a los padres en una mezcla de indignación y perplejidad. «Les dijo que Santa Claus no es real y que los padres simplemente compran los regalos y los ponen debajo del árbol», escribió escandalizada la mamá Lisa Simek en su grupo de Facebook. También les reveló que los renos no pueden volar y que el elfo que vigila si se portan bien es solo un muñeco. Ya entrada en materia, no pudo evitar admitir que el Hada de los Dientes -el personaje que hace el trabajo del Ratoncito Pérez en los países del norte de Europa y Estados Unidos- es una invención. «Una mujer adulta intentó machacar la ilusión de nuestra hija y la de los otros 22 niños de primer grado», se lamentó Simek
Silvia Álava Psicóloga «La Navidad tiene magia y es un refuerzo para portarse bien»
Carmen Castelló Pedagoga «No hay que fomentar la fantasía de los niños, pero sí respetarla»
El director del colegio, Michael Raj, pidió disculpas a las familias en una circular. «Les escribo para que, si la conversación surge en casa en los próximos días, puedan tomar las medidas adecuadas para mantener en sus hijos la inocencia de la infancia», señaló. René Rovtar, responsable del distrito educativo de Montville, a unos 40 kilómetros de Nueva York, admitió a la prensa local estar «descorazonada» por el «error de juicio» de su exempleada, que ya no podrá trabajar para las escuelas de la zona.
«Son demasiados pequeños. Para los niños, la Navidad tiene una magia especial y además es un refuerzo para portarse bien», asegura la psicóloga Silvia Álava, autora del libro ‘Queremos hijos felices’ (ed.JDEJ), quien duda que los críos queden traumatizados.
A su juicio, no hay una edad concreta a la que los niños deban ser informados de que estas entrañables fiestas están basadas en algún que otro embuste. Por lo general, son los propios chavales, a veces empujados por las revelaciones de otros o por sus sospechas ante un despiste de los padres, quienes empiezan a apreciar grietas en el perfecto relato de las fiestas navideñas. Sea este el de los Magos de Oriente rodeados de pajes, camellos y carrozas rebosantes de regalos o el del señor bonachón de la barba blanca volando desde Laponia en su tintineante trineo repleto de paquetes. ¿Cuántos millones de presentes reparten en una noche? ¿Cómo pueden los Reyes multiplicarse en diferentes cabalgatas? ¿Por qué Baltasar tiene la cara (mal) pintada de negro? ¿Y la publicidad de los caramelos?
«Cuando el niño crece, a medida que desarrolla la capacidad de razonamiento abstracto, la lógica y el pensamiento crítico, se da cuenta de que esa historia no es materialmente posible. Es muy difícil que siga creyendo en ella a los 11 o 12 años», explica.
ILUSIÓN INFANTIL
Creando escuela. Un hombre fue detenido el pasado fin de semana en Cleburne (Texas) por irrumpir en una iglesia y gritar que Santa Claus no existe a las familias que participaban en un desayuno benéfico. Móviles y Reyes. El móvil, uno de los regalos navideños estrella a partir de cierta edad, es también la vía por la que muchos niños pierden la inocencia al recibir, cada vez más jóvenes, un infinito flujo de información, incluidos contenidos sexuales y violentos inadecuados para su edad. «Usar un dispositivo electrónico conectado a Internet no significa tener más capacidad de razonamiento abstracto y pensamiento lógico -advierte la psicóloga Silvia Álava-. Las nuevas tecnologías favorecen la curiosidad de los niños, pero hay que trabajar su capacidad de crítica y razonamiento». 10-12 años. A esa edad la mayoría de los niños ya no creen en los mitos navideños y, si lo hacen, es conveniente darles pistas, porque de lo contrario «pueden ser objeto de burla» por sus iguales, según la pedagoga Carmen Castelló. Pensamiento mágico. La imaginación infantil juega un papel importante en el crecimiento. «También los fantasmas y los miedos de los niños tienen que ver con la fantasía. No es que haya que fomentarla, pero sí respetarla, ir formando a los pequeños en el ajuste con la realidad», recuerda Castelló.
A menudo son los adultos quienes se resisten a eliminar el polvo de hadas de la vida de sus hijos. Da igual que hablemos de los Reyes, las princesas o los superhéroes. «A muchos padres les da pena que crezcan tan rápido», admite Álava. Otras veces los hijos retrasan la hora de la verdad, temerosos de quedarse sin juguetes.
La pedagoga y orientadora Carmen Castelló coincide en que hay que respetar el ritmo de desarrollo de los menores. «Todo niño tiene su momento y no hay que buscar reglas generales», afirma la directora del Instituto Psicoeducativo ELEA. Hay chavales más maduros y lógicos y otros, más imaginativos, ingenuos y emocionales. En cualquier caso, nunca debería ser un adulto ajeno a la familia quien arranque de cuajo la magia.
El aliciente de ‘saber’ es que el chaval no solo sigue recibiendo regalos, sino que entra a formar parte del club de los que están en el secreto y debe protegerlo frente a los hermanos, primos o amigos más jóvenes. Eso implica ser cómplice de los mayores en la elección de los regalos o participar en la compleja parafernalia de la noche del 24 de enero o del 5 de enero para sorprender a los ‘inocentes’.
Espiados por el elfo
Algunos medios ya han bautizado a la misteriosa M. como la Ebenezer Scrooge moderna, aludiendo al miserable personaje de Charles Dickens que odiaba la Nochebuena. Pero quizá la maestra de Nueva Jersey no cometió su pequeña maldad solo para darse el placer de poner a prueba el candor de sus alumnos. Quizá hubiera en su acción un trasfondo filosófico.
En un artículo en ‘The Lancet Psychiatry’, el profesor de Psicología de la Universidad de Exeter (Reino Unido) Christopher Boyle y la investigadora en Salud Mental de Nueva Inglaterra (Australia) Kathy McCay aseguran que, «moralmente, hacer creer a los niños en mitos debe ser cuestionado». Por un lado, aducen, porque esta «mentira colectiva a escala global» es utilizada para sostener un método de disciplina -«Hay regalos si eres bueno»- que en Estados Unidos se ha reforzado de forma «terrorífica» en los últimos años con la figura del elfo doméstico, un muñeco inspirado en el cuento infantil ‘Elf on the shelf’ que ‘controla’ la conducta de los pequeños por toda la casa, 24 horas al día. Por no hablar del impacto de las desigualdades sociales en la cantidad y calidad de los regalos.
Boyle y McCay creen que una trola, por ‘blanca’ que sea, puede sembrar la duda de los niños en la credibilidad de sus padres. «Si son capaces de mentir sobre algo tan especial y mágico, ¿son fiables para seguir siendo los guardianes del conocimiento y la verdad? -se preguntan-. Si Santa Claus no es real, ¿lo son las hadas? ¿Y Dios?».
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