¿Tienes el síndrome del nido vacío?
El síndrome del nido vacío es algo natural pero, ojo, porque mal llevado puede desembocar en una depresión. Estas son algunas claves para sobrellevar el cambio
Por Carmen Barreiro para el Diario Vasco
Rosario y Jesús acaban de regresar a su casa de La Rioja después de pasar unos días en Madrid con su hija mayor. Han ido para ayudarla a instalarse en el que será su nuevo hogar durante los próximos diez meses y reconocen abiertamente que ya la echan de menos. Valeria empieza su etapa universitaria y es la primera vez que va a estar lejos de su familia, una circunstancia que ella afronta con «cierta incertidumbre», pero con «mucha ilusión». Lo llevan peor sus padres, sobre todo su madre.
«El día que entramos en casa después de dejarla en Madrid, sola, con unas compañeras de piso que no conoce de nada, en un sitio tan grande… fui directa a su habitación y me entró una llorera que ni te cuento. Soy consciente de que es ley de vida y que los hijos se van de casa tarde o temprano, pero me está costando más de lo que pensaba», reconoce Rosario.
A esa sensación de «vacío» que sienten los padres de Valeria, a ese ‘qué vamos a hacer nosotros ahora sin la ‘niña’ en casa’, se suman las preocupaciones propias de la vida diaria –¿comerá bien? ¿y si se pone enferma? ¿se sabrá administrar? ¿a saber cómo llega a casa? Ha dicho que me iba a escribir al llegar a la facultad y no me contesta ¿le habrá pasado algo?…–. Definitivamente, la paternidad a distancia no siempre es fácil de gestionar, así que aquí te dejamos algunas claves.
Reorganizar la vida
«Los primeros días después de que un hijo se va de casa, con independencia de que sea a la provincia de al lado a estudiar en la universidad o a miles de kilómetros a un internado o de intercambio, pueden ser especialmente duros y afectar a toda la familia, incluso a los hermanos que se quedan en casa y que al principio lo ven como una liberación», reconoce Silvia Álava, doctora en Psicología Clínica y de la Salud. El hecho de que los polluelos abandonen el hogar antes de lo previsto, aunque sea de manera temporal, puede desencadenar un auténtico terremoto emocional en algunos padres, incapaces de gestionar la nueva situación familiar.
«El conocido como síndrome del nido vacío responde a una sensación de absoluta soledad que sienten los progenitores cuando sus hijos se van de casa, con el añadido de que esa nueva situación les obliga a reorganizar sus vidas y a ejercer la paternidad a distancia. En unos casos este duelo por la separación es transitorio, pero en otros puede llegar a causar una depresión o cuadros de ansiedad cuando existe mucha dependencia emocional», añade la psicóloga Estrella Flores-Carretero.
Ver el lado positivo
No es sencillo, pero las expertas aconsejan a los padres que sienten angustia ante este tipo de cambios, «darle la vuelta a la situación para ver la parte positiva. Es decir, si se van es porque lo hemos decidido entre todos, porque pensamos que es la mejor opción para ellos, porque van a aprender idiomas, porque harán amigos nuevos, porque la experiencia les hará madurar… por lo que sea. Si conseguimos ver ese lado positivo, nos va a resultar más fácil lidiar con nuestras preocupaciones cada vez que nos quedemos enganchados al cómo estará o si nos echará mucho de menos».
Crisis de pareja… o refuerzo
Cortar el cordón umbilical no deja de ser un momento delicado para ambas partes porque los hijos ocupan «mucho tiempo y dedicación» en los hogares. «Ese momento en el que me reencuentro como persona, como pareja, como amiga y no solamente como padre o madre que vive dedicada en cuerpo y alma a sus hijos puede suponer un problema. Hay familias que enseguida se reajustan y cada miembro encuentra su sitio sin mayores complicaciones y otras en las que este proceso supone todo un desafío, sobre todo como pareja», advierte Silvia Álava, autora del libro ‘Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia’.
Dependencia emocional
En primer lugar, es muy importante que los padres entiendan que van a echar de menos a su hijo y eso es lo normal. «Pero una cosa es que te acuerdes y sientas cierta nostalgia –a ellos también les pasa– y otra que un padre o una madre sean incapaces de hacer una vida independiente de su hijo. La maternidad o la paternidad no puede anularnos como personas. No nos podemos sentir realizados a través de nuestros hijos porque en el momento en el que no hacen lo que queremos o se van, nos caemos. Y eso es muy peligroso para nuestro bienestar emocional», coinciden las expertas.
Tampoco debemos atosigarlos a llamadas ni hacerles la comida para que no tengan que encender la cocina en cuatro meses «no vaya a ser que se quemen. Les estamos infantilizando. Cuando se van de casa para empezar la universidad ya son mayores de edad y deberían ser personas autónomas. Es fundamental que sepan afrontar quehaceres tan básicos como preparase unos macarrones, hacer la cama, ir al supermercado con cierto criterio o pedir una cita en el ambulatorio si se encuentran mal. No puede ser que todo se lo resuelva papá y mamá».
Enseñar, no resolver
Insisten las expertas en que detrás de ese malentendido amor paternal de solucionarles todo se esconde una conducta sobreprotectora que solo les hace daño. «Tienen que saber que estamos aquí para darles el soporte emocional que necesiten, que nos pueden llamar si ocurre algo… Nuestra función como los padres es guiarlos y acompañarlos, no solucionarles los problemas. Claro que lo van a pasar mal, claro que va a haber cosas que no sepan hacer, pero mi trabajo no es resolvérselas, mi trabajo es enseñarles a resolverlas», insiste Silvia Álava.
‘No news, good news’
Está claro que las nuevas tecnologías han ayudado a solventar la distancia física con videollamadas o mensajes instantáneos, pero mucho cuidado porque pueden ser un arma de doble filo, alertan las expertas. «Si está fuera, está fuera y tendrán que ponerse en contacto con nosotros para cosas importantes. Lo que no podemos hacer los padres es tenerles controlados a través de los dispositivos electrónicos, de la misma manera que los hijos también tienen que aprender a gestionar esa distancia y no llamarnos para todo», aconsejan.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir