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Psicología en las aulas: puntos a tener en cuenta en las distintas edades del alumnado

La escuela es un buen espacio para cuidar la salud mental de los estudiantes y detectar problemas.

Por A. V.

En noviembre de 2023, la VI Convención del Consejo General de la Psicología dedicó una de sus jornadas a la psicología educativa, con la prevención como factor esencial en esta disciplina, que atiende a una etapa decisiva en el desarrollo de la salud mental de las personas. De hecho, la institución prepara el proyecto PSICE para avisar sobre la importancia de este desempeño.

En el caso de la OCDE, su informe ‘Un nuevo punto de referencia para los sistemas de salud mental. Abordar los costes sociales y económicos de los problemas de salud mental’ indica cómo «los niños y los jóvenes son un objetivo diana en la promoción de la buena salud mental y la prevención de los problemas de salud mental. Países como Finlandia e Islandia se han centrado en la enseñanza de habilidades socioemocionales en las escuelas, mientras que otros como Australia, Noruega y Holanda cuentan programas online para apoyar la salud mental de los jóvenes».

Alumnado, profesorado y familias

Forman los eslabones de una cadena -en ocasiones frágil- en los que hay que estar alerta desde el principio… y hasta bien superada la adolescencia, como señala Silvia Álava, psicóloga sanitaria y educativa y autora de libros como ‘El arte de educar jugando’, ‘¿Por qué no soy feliz? Vive y disfruta sin complicarte la vida’, etc.: «Tenemos que tener en cuenta que tratamos con cerebros que están en formación, que no terminan de hacerlo como tal hasta los 25 años. El reto es coordinar los procesos cognitivos y emocionales durante todo el desarrollo». Un camino aún más difícil en tiempos de pospandemia, de excesos de la ‘cultura del móvil’, etc.

Las edades del alumnado

Como repaso a las ‘edades del alumnado’, Álava destaca la importancia de «trabajar en Infantil con la autonomía y la función ejecutiva, introduciendo la ‘inteligencia emocional’. Ya en el paso de Infantil a Primaria -cambio que se suele acusar-, hay que insistir en fomentar esa capacidad ejecutiva y hay que ayudar a regular las emociones». Una combinación de conocimientos y emociones que, en el caso de la ESO y más allá «se debe cuidar especialmente la inteligencia emocional para potenciar el pensamiento crítico sin descuidar el respeto a los demás».

Ámbito educativo y relaciones sociales

En este entorno descrito por la especialista, trastornos como el TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) o el TDA (sin hiperactividad), no sólo incumben al ámbito educativo, también a las relaciones sociales. Como destaca Pilar Gil Díaz, directora del Gabinete de Psicología ‘Terapia y emoción’, es esencial afrontar «un tratamiento multidisciplinar, ya que el TDAH no solamente abarca el sistema escolar, sino también el social, familiar, individual de la propia persona etc., y hay que poner el foco en cuidar de la autoestima».

Díaz añade la importancia (en esta y otras incidencias que ‘vigila’ la psicología educativa) de aunar terapia individual y familiar «con actividades como deporte, contacto con la naturaleza, talleres de habilidades sociales, etc.». Y destaca la importancia de la coordinación entre los profesionales académicos y los de la psicología -en el propio centro o externos- «y en aplicar adaptaciones en el día a día, como en el caso de los sistemas de evaluación, así como en ponernos todos los implicados en la piel de la persona».

De lo particular a lo general, las especialistas coinciden en subrayar la importancia de que lo que ya se está percibiendo en los centros educativos a la hora de contar con profesionales de la psicología educativa -más allá de los centros de orientación o del sentido común y buenas intenciones del profesorado- sea una tendencia al alza. Con más oportunidades para vidas más felices, preparadas para afrontar los desafíos cotidianos.

La psicóloga Silvia Álava aporta algunas claves en el proceso de formación personal:

Para familias y profesionales: Hay que pararse y observar, para reforzar la actuación en positivo. Mayor atención, mejores resultados.

  • En su justa medida: Sobreproteger implica #el peligro de educar a personas con riesgo de ser más infelices y, por lo tanto, menos protegidas.
  • Educar jugando: La ‘gamificación’ sirve para trabajar la memoria, la planificación, para fomentar la curiosidad… sin descuidar la cultura del esfuerzo.
  • No bajar la guardia: Para las familias y profesionales: hay que pararse y observar para reforzar la actuación en positivo. mayor atención, mejores resultados.
  • Psicología para profes: El 38,4% de los docentes cumple criterios diagnósticos de depresión (Estudio de Éxito educativo, Educar es todo y Udima).

FUENTE: ABC.es

Padres Helicóptero: consejos para no caer en la sobreprotección en el programa: «Tarde lo que Tarde»

Os comparto este podcast de mi intervención en el programa «Tarde lo que tarde» de RNE donde dentro del espacio «Escuela de Padres» tratamos con Imanol Durán y María Dotor el tema de los llamados «padres helicóptero» y su repercusión en la autonomía de los más pequeños. ¿Te lo vas a perder?

¿Matará la sobreprotección la Inteligencia Emocional de tu hijo? TEDxManzanares

¿Estamos proporcionando a nuestros hijos las herramientas para enfrentarse a los continuos cambios que, sin duda, les deparará la vida? En esta charla TED os contamos algunas claves sobre este tema.

Niños más independientes y menos sobreprotegidos, ¿Cómo lo hacemos?

Hablamos con Hola.com para dar con las claves sobre cómo evitar la sobreprotección y crear niños seguros, capaces y que puedan desarrollar habilidades socioemocionales. En definitiva, niños que sean felices.

Por POR MARTA DÍAZ DE SANTOS

Todos los niños atraviesan una etapa, durante aproximadamente los dos años de edad, en la que descubren que ellos también pueden hacer las cosas por sí mismos y se sienten con ganas de indagar e investigar. “Muchos lo identifican como la etapa del: “yo”, “solito”, “a mí”, es un momento muy especial que debemos de aprovechar para fomentar su autonomía y que se sientan más capaces”, asegura Silvia Álava Sordo, doctora en psicología clínica y de la salud y autora del libro ‘Dani quiere ser mayor’.

Nos cuenta que el deseo natural de los padres es que sus hijos sean felices y tengan una buena autoestima. “Sin embargo, no siempre somos conscientes de que está en nuestra mano hacer mucho para que se desarrollen correctamente y sean unos niños seguros, o todo lo contrario”.

Hay adultos que malentienden el amor hacia sus hijos y piensan que, haciéndoles todo, serán más felices. Detrás de este comportamiento, suelen estar ideas del tipo: “ya crecerá y tendrá tiempo de sufrir”, “si a mí no me cuesta nada”… sin ser conscientes de las implicaciones que esto tendrá en su desarrollo.

La experta concluye que los niños cuyos padres tienen un estilo educativo más sobreprotector suelen desarrollar menos competencias emocionales, desarrollan menos herramientas para desenvolverse con éxito en la vida, son más inseguros, pueden tener más problemas de autoestima y es más probable que sean víctimas de bulling y que desarrollen trastornos de ansiedad. Como conclusión, a la larga pueden ser más infelices.

“Sin embargo, cuando los adultos les acompañamos desde que son bebés y les vamos enseñando a valerse por sí mismos, les estamos dotando de herramientas y estrategias para que: se sientan seguros y capaces, para que desarrollen habilidades socioemocionales, aprendan a sentirse seguros y queridos, con una mayor autoestima, y en definitiva sean más felices”, indica.

Cómo evitar la sobreprotección: acompaña a tu hijo

La protección es algo normal, natural e instintivo, además de necesario para nuestra propia supervivencia”, indica Silvia Álava Sordo. El problema, nos confiesa, es cuando estamos demasiado encima y pasamos de proteger a nuestros hijos a sobreprotegerlos.

“No se trata tampoco de no atenderlos o dejarlos solos y que ellos no cuenten con nuestra ayuda. Hay que acompañar al niño, estar a su lado, escuchando de forma atenta sus problemas y alentándole para que los resuelva. El mensaje a trasmitirles es tú puedes. Se trata de estar a su lado, permitiéndole que haga las cosas solo, que coma solo, aunque se manche, que investigue por el parque, pero sin perderle de vista…”, sostiene la experta.

Decálogo para evitar la sobreprotección

  • Deja que el niño experimente: “Los bebés necesitan explorar y conocer el mundo que les rodea, y esa necesidad sigue vigente cuando el niño crece. Permítele que lo haga, y vigila, sin que él lo note, que no hay ningún peligro”.
  • Fomenta su independencia: “Que aprenda a jugar él solo, a entretenerse sin que un adulto esté las 24 horas del día encima de él”.
  • Trabaja su autonomía: “Que el niño aprenda a resolver sus necesidades fisiológicas básicas, como el control de esfínteres, el comer, que aprenda a vestirse solo, a dormir…”
  •  No hables por él: “Si estamos en un restaurante, que pida él las cosas al camarero, si vamos al parque, que pregunte él si puede jugar con los otros niños”.
  • Ayúdale a reflexionar sobre cuál es la mejor solución: “En ocasiones los niños no saben cómo resolver sus problemas. Prueba a escucharle, a preguntarle cómo cree que lo podría solucionar y ayúdale a reflexionar sobre la mejor solución. Tiene que aprender a proponer opciones, a valorarlas y a elegir la más adecuada”.
  • Fomenta su pensamiento crítico: “No le des la solución a sus problemas, pregúntale su opinión y ahonda con él sobre el porqué de las cosas”.
  •  Fomenta que juegue con otros niños: “Que cuando está con los demás, permitas que se vaya con otros niños, que se aleje y que disfrute con los demás”.
  •  Permite que colabore en casa asignándole tareas adecuadas para su edad: “Con un año puede dejar la ropa sucia en el cesto, con dos años puede llevar el pan o las servilletas a la mesa… se trata de ir asumiendo sus responsabilidades según vayan creciendo y que vean que pueden hacer las mismas cosas que los demás”.
  • Respeta su ritmo de aprendizaje: “No todos los niños aprenden a la misma velocidad, se trata de alentarle a que haga las cosas y se enfrente a pequeños retos, pero sin presionarle. Puede que su hermano con dos años y medio llevara una bicicleta sin ruedines y que él no lo consiga hasta los cuatro”.
  • Que practique nuevos deportes o actividades que le supongan un cierto esfuerzo, constancia y rutina.

Propuestas de la experta:

En definitiva, no se trata de dejarles solos y que terminen frustrándose, ya que hay cosas que no saben hacer, sino que deberemos de acompañarlos en el proceso, para que aprendan durante el mismo. Para ello, debemos de incluir dos elementos esenciales en la ecuación: tiempo y paciencia. Los niños tardan en aprender y sabemos que las prisas no son buenas.

  • La psicóloga nos plantea planificar las tareas que pueden hacer tus hijos: “Dependiendo de la edad y de sus características, podrán hacer más o menos”.
  • Reservar el tiempo necesario para que puedan hacerlas: “El tiempo que el menor necesita, no en el que tú crees que debería haberlo hecho”
  • Trabajar la persistencia y el sentido del esfuerzo: “Las cosas rara vez salen bien a la primera, se trata de enseñarles el valor del esfuerzo, que adquieran tolerancia a la frustración y que vean cómo van mejorando y cómo, al final, lo consiguen”.
  • Tener paciencia: “El estrés no ayuda a aprender, de hecho, interfiere en el mismo llegándonos incluso a bloquear tanto a los niños como a los adultos”.
  • Trabajar desde la emoción: “La neuroeducación nos ha demostrado que los aprendizajes se generan y consolidan mejor, a través de las emociones positivas, como, por ejemplo, la calma, la curiosidad, la satisfacción…”
  • Utilizar la motivación extrínseca: por ejemplo, con refuerzo social, “mostrándoles nuestro reconocimiento ante su esfuerzo y lo mayores que se están haciendo”.
  •  Y, sobre todo, la motivación intrínseca: “Es decir, que reconozcan las emociones asociadas al proceso del aprendizaje, por ejemplo, reconociendo lo orgullos que están cuando consiguen hacer las cosas ellos solos y se esforzaron haciéndolo lo mejor posible”.
  • Tener muebles y los espacios adaptados a ellos para favorecer su autonomía, de manera que no dependan de un adulto. Cosas sencillas como colgar el abrigo al entrar en casa, guardar la ropa en su sitio, colgar la toalla después del baño… “Así, las podrán hacer ellos solos y no necesitarán la ayuda de un adulto”.

FUENTE: Hola.com

¿Cómo entendimos que sobreproteger es desproteger?

¿Cómo entendimos que sobreproteger es desproteger? os adjunto esta colaboración con el Periódico de Aragón

¿Por qué es importante respetar y fomentar que nuestros hijos sean autónomos? ¿Qué pasa si siempre les resolvemos sus problemas? Os lo contamos con una historia.

Nuestros expertos y expertas suelen estar de acuerdo: la sobreprotección es uno de los mayores errores en la educación de nuestros hijos e hijas hoy en día. Os contamos por qué como mejor sabemos hacerlo: con una historia, la de Marta y sus padres.

Marta es una niña de nueve años de temperamento muy intenso. Sus padres, Lola y Manuel, creen que todo le afecta demasiado y que eso es un problema. Cuando encuentra algún obstáculo se frustra de tal manera que, muchas veces, Lola y Manuel van corriendo a buscar la solución y servírsela en bandeja, ya sea preparar un examen con ayuda, resolver un conflicto con alguna amiga, recoger su habitación para encontrar un juguete sepultado en una montaña de caos… Manuel y Lola esperaban que con el tiempo su hija fuese más autónoma y pudiera ir superando sus retos, creían que su papel era ayudarla hasta que estuviera preparada. Hasta que un buen día se dieron cuenta de que tal vez su responsabilidad era prepararla para ser autónoma en lugar de poner parches para que no se frustrara.

Ese buen día, Marta tenía que preparar una exposición oral para el día siguiente. Lo había ido dejando, porque, claro, ya la ayudarían sus padres e iría más rápido, con una tarde bastaba. Pero justamente ese día sus padres estaban con muchísimo trabajo y no pudieron ayudarla. Como ella no les había comentado nada hasta ese día porque siempre parecían disponibles y dispuestos a ayudarla, no pudieron organizarse. Imaginaos qué frustrada se debió de sentir Marta, que se vio incapaz de investigar sobre curiosidades de las serpientes y protestó por la injusticia que suponía que sus padres no le prestaran la “ayuda” que ella siempre había recibido.

-Mamá, ¿no puedes entregar ese informe más tarde? Yo mañana tengo la exposición y no he empezado, no puedo hacerla sola – decía a su madre indignada.

– Pero Marta, ¿cómo se te ocurre dejarlo para el último momento? – contestaba Lola, muy nerviosa. – Yo esta tarde lo tengo imposible. No te puedo ayudar.

-¿Y tú, papá? ¡Venga, que solo necesito dos horas para tenerlo listo, como siempre! ¡Por favooooor!

-No, cariño, tengo una reunión muy importante ahora.

Los padres se sentían culpables por no poder sacar un hueco para ayudar a su hija, estaban muy nerviosos por el contratiempo y trataron de buscar una solución: tal vez si Manuel pidiera aplazar la reunión…, tal vez si Lola entregaba el informe un poco después y se acostaba a las mil… Tal vez así podrían encontrar un hueco, porque pobre Marta, no era capaz, no iba a saber hacerlo y tenían que ayudarla. Sabían que otros niños de la clase de Marta preparaban casi toda la presentación solos, pero es que Marta no parecía estar preparada…

En esas estaban, debatiendo cómo encajar el puzzle, cuando Lola pegó un brinco:

-Manuel, es que no puede ser. No podemos estar haciendo lo imposible para que Marta no se enfrente a sus retos. Me da mucha pena que se sienta tan incapaz y no quiero fomentarlo.

Cambiando totalmente de rumbo, los dos padres se sentaron con Marta y le dijeron:

-Cariño, sabemos que puedes organizar tú la presentación un poco y luego, cuando acabemos nuestro trabajo, podremos ayudarte a terminar. Confiamos en ti y sabemos que lo puedes hacer.

Marta al principio se enfadó mucho, le parecía muy injusto que le tocara hacerlo a ella sola. Pero al final vio cómo sus padres habían organizado las anteriores exposiciones orales, pensó un esquema y fue buscando información. Poco a poco se fue sintiendo más capaz y luego pudo rematar sin problemas la presentación con sus padres. Y tuvo que admitir que hacer la mayor parte de la presentación ella sola le había hecho sentir muy muy bien, porque como dijo Silvia Álava en una entrevista a Educar es Todo, “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad,. Un niño seguro y autónomo es más probable que sea feliz. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”. Y Manuel y Lola se dieron cuenta de que, como decía Heike Freire en otra entrevista para Educar es Todo, “sin autonomía no hay autoestima. Si no fomentamos que los hijos hagan las cosas por sí mismos, no se sentirán capaces y no se valorarán”.

Cómo pasar de fomentar la sobreprotección a educar en la autonomía

Os ofrecemos aquí unas claves para dejar atrás la sobreprotección de nuestros hijos y fomentar su autonomía:

1.   Tengamos muy muy claro antes de empezar el proceso que la autonomía es la base de la autoestima de nuestros hijos. Y que de hecho nuestros hijos quieren ser autónomos (¿por qué, si no fuera así, repiten bien pequeños: “yo solito, yo solita”) y para avanzar en este camino lo mejor es escucharlos. Como dice Alberto Soler en una entrevista a Educar es Todo la clave para educar niños autónomos está en escucharlos: “Se trata más bien de dejarles a ellos guiarnos en cuáles son los pasos que necesitan dar, porque si les escuchamos, normalmente ellos nos lo van diciendo”

2.   Como casi todo, esto empieza con una preguntatal como nos contaba Noelia López-Cheda en una entrevista a Educar es Todo: “Hazte la pregunta de qué pueden hacer. Por ejemplo, ¿puede mi hijo pequeño meter el tenedor en el lavavajillas? Si la respuesta es sí, que lo haga”.

3.   Es importante transmitir un mensaje de confianza, de que lo pueden lograr. Como nos decía Noelia López-Cheda en su ponencia viral en un evento de Gestionando hijos: “El mensaje que quería transmitiros hoy es que confiéis en vuestros hijos, que confiemos en la Humanidad, en que lo van a poder hacer, que van a superar problemas. Pensemos que son seres humanos completos, que tienen los recursos para crecer”Alberto Soler, en otra ponencia del mismo proyecto, nos decía: “La confianza es la base para el crecimiento. Confiemos en la capacidad que ellos tienen a nivel físico, a nivel emocional, a nivel cognitivo… Porque si no lo que estamos haciendo es limitar su automía y bajar su autoestima”

4.   Dejemos de ver el error como un drama y empecemos a verlo como un motor de aprendizaje. Nuestros hijos se van a equivocar, como lo hacemos nosotros también. “Nos estamos olvidando de que cuando nuestros hijos prueban y fallan, aprenden“, resume Noelia López-Cheda.

FUENTE: El Periódico de Aragón

¿Eres una madre o padre helicóptero? En Cadena Dial

Por Nuria Serena

Lo eres si contestas “” a cualquiera de estas tres preguntas:

  • ¿Estás pendiente de las necesidades de tu hijo de forma constante?
  • ¿Te angustia el futuro de tu hijo?
  • ¿Estas obsesionado con el rendimiento académico de tu hijo?

Pues si has hecho triplete, tu hijo y tú tenéis un problema, eres una madre o padre helicóptero.

Una madre o padre helicóptero es aquella o aquel que sobrevuela constantemente sobre la vida de su hijo:

le acompaña a una entrevista de trabajo, rellena solicitudes y formularios por él, está preocupado por satisfacer a todas horas sus necesidades, sus deseos y le angustia su futuro.

El término es muy popular en EEUU -donde uno de cada 10 estudiantes tiene este tipo de padres- y, como todo, de unos años a esta parte, el “fenómeno” ha llegado también a España.

Buena parte de culpa la tiene la permanente “crisis” que ha inmerso a las familias en una inseguridad por el futuro. La frase “nuestros hijos vivirán peor que sus padres” es un “mantra” que todo el mundo ha interiorizado. Y esto provoca miedo a un crecimiento de las desigualdades sociales, lo que influye en la perspectiva que los progenitores tienen de la educación: más permisiva o más estricta.

Los padres deciden si utilizan un estilo autoritario, persuasivo o permisivo en función de los costes y beneficios que les reporta cada uno. En los años 60 y 70, por ejemplo, se llevaba ser permisivo, entre otras cosas porque los trabajadores poco cualificados ganaban casi tanto como los cualificados y los padres podían permitirse fomentar la imaginación y la independencia de los niños frente a otros valores, como el trabajo puro y duro.

La crisis y la desigualdad económica hacen a los padres más controladores con sus hijos

“Los últimos 30 años, por el contrario, se han caracterizado por una creciente desigualdad que se ha visto acompañada por el aumento de los rendimientos asociados a la educación. Los niños que no logran completar su educación ya no pueden aspirar a una vida de clase media y, en consecuencia, los padres han redoblado sus esfuerzos para asegurar el éxito de sus hijos”, explica Fabrizio Zilibotti, catedrático de Macroeconomía y Economía Política de la Universidad de Zurich.

Y es que la exigencia de los padres no siempre es bien trasladada y, en vez de acompañarles, les sustituye

Por eso, hay cada vez más madres/padres helicóptero, madres/padres apisonadora (que allanan el camino para que su hijo no tenga dificultades) y madres/padres guardaespaldas (que se convierten en la sombra de sus hijos para que nada ni nadie pueda dañarles).

Lo hacen con buena intención y con mucho cariño,

pero, en ese afán por controlarlo todo, acaban anulando la independencia y la autonomía de los críos. Según los expertos, éste es “uno de los mayores errores en la educación de los hijos”.

Los niños con padres sobreprotectores desarrollan menos competencias emocionales y a la larga son más inseguros, advierte la psicóloga Silvia Álava, autora del libro Queremos hijos felices.

En cada momento del crecimiento de la persona, ésta debe pelear por sus propias batallas. Debemos darnos cuenta de que no ayudamos a nuestros hijos dándoles la solución, sino prestándoles el apoyo desde fuera. Si en la adolescencia los chicos no toman decisiones, nunca tomarán la iniciativa y esto producirá disfunciones sociales tremendas en todos los niveles“, sentencia José Antonio Marina.

FUENTE: CadenaDial.com

Vídeo de la charla TEDx Manzanares «¿Matará la sobreprotección la Inteligencia Emocional de tu hijo?»

Es muy bueno que los niños aprendan muchas cosas y experimenten. Pero, ¿es posible que a veces queremos que hagan todo a la vez y tengamos niños hiperestimulados?

¿Estamos proporcionando a nuestros hijos las herramientas para enfrentarse a los continuos cambios que, sin duda, les deparará la vida?

Hablamos de todo ello en esta charla realizada en TEDx Manzanares.

Su majestad, el rey de la casa. Colaboración con La Voz de Galicia

En el caso de familias con hijos únicos es más fácil caer en la sobreprotección.

Escrito por Ana T. Jack

¿Egoístas, mimados y caprichosos? ¿O quizá imaginativos, inteligentes y seguros de sí mismos? Los tópicos acerca de los rasgos de personalidad que supuestamente caracterizan a los hijos únicos son muchos y, en general, como siempre que se intenta generalizar a una población tan amplia, alejados de la realidad. La personalidad de niños y niñas que crecen sin hermanos, una tendencia al alza en los países desarrollados, depende más de la educación que reciben por parte de sus progenitores y del entorno más cercano que del hecho de ser los únicos niños de la casa. Sin embargo, es evidente que en estos casos hay una mayor tendencia a la sobreprotección que, paradójicamente, en la práctica se suele traducir en desprotección: son menores que corren el riesgo de convertirse en personas débiles, egoístas, dependientes, sin autonomía personal y sin las destrezas sociales y emocionales necesarias para alcanzar la madurez personal. En un país como el nuestro, en el que las familias con hijos únicos ya alcanza la cifra del 30 %, conviene tener presentes sus puntos débiles y sus puntos fuertes, que también los tienen, para poder equilibrarlos con la acción educativa.

DESVENTAJAS

Las desventajas de crecer sin hermanos:

  • El hijo es el permanente centro de atención de sus progenitores, por lo que se acostumbra a recibir respuesta inmediata a todas sus demandas y necesidades. Corre el riesgo de convertirse en una persona egoísta, impaciente y tirana.
  • Todas las expectativas y exigencias familiares recaen sobre ese hijo único, al que muchas veces se le exige por encima de lo razonable.
  • Al convivir solo con adultos, en ocasiones interioriza también una forma de pensar, de ver el mundo y de actuar como la de una persona mayor. Deja de ser niño antes de tiempo.
  • Vive situaciones de soledad que en ocasiones son compensadas con un exceso material (decenas de juegos y juguetes… pero nadie con quien compartirlos).

VENTAJAS

No tener hermanos también puede dar algunas ventajas:

  • Es un hijo al que se le suele dedicar más tiempo y recursos. Se siente muy querido y atendido por sus padres, lo que se corresponde con una autoestima alta y seguridad en sí mismo.
  • Su desarrollo lingüístico y su rendimiento escolar suele ser bueno, al tener el modelo y la estimulación por parte de los adultos.
  • Los conflictos de relación y autoridad se reducen, ya que no existen disputas por el espacio o la atención de los padres.
  • Desarrolla su imaginación, aprende a entretenerse solo y su situación favorece la adquisición del hábito lector.

 ¿QUÉ FOMENTAR?

1. La autonomía. Confiando en él, exigiendo responsabilidades y otorgando poco a poco mayores dosis de libertad para tomar decisiones y asumir las consecuencias de sus actos. Sin autonomía no hay autoestima.

2. Los límites educativos. No se puede ceder a todos los caprichos del niño ni cualquier forma de actuar se puede justificar porque aún es pequeño. Los límites deben ser claros y firmes.

3. La socialización entre iguales, creando una red de niños (primos, vecinos, compañeros del cole) con los que se pueda relacionar de forma libre y espontánea, a poder ser en entornos al aire libre.

4. La empatía. Ciertamente es un reto transmitir a un hijo único que él no es el ombligo del mundo… Pero es necesario enseñarle a ponerse en la piel ajena, respetando a los otros (otras culturas, diversidades, situaciones personales…).

5. La tolerancia a la frustración. El autocontrol, la resiliencia y la capacidad de superación son tres pilares fundamentales para alcanzar el bienestar personal, académico y profesional. Así que es necesario ir entrenándolo desde pequeño.


Como dice la psicóloga Silvia Álava Sordo: «No se trata de preparar el camino para tu hijo, sino de preparar a tu hijo para el camino. Por lo tanto, no hay que impedir que el niño se caiga, sino acompañarlo; y, cuando se caiga, enseñarle a levantarse».

¿QUÉ HAY QUE EVITAR?

1. La sobreprotección. Los padres de hijos únicos tienden a estar pegados a ellos para que no les ocurra nada malo y resolverles todas las dificultades antes incluso de que aparezcan. Así se fomentan hijos temerosos, inseguros y más cautos de lo necesario.

2. La falta de normas. Hay padres que no le niegan nada a su hijo y que no son capaces de ponerle unos límites educativos. Piensan: «Es pequeño, pobre, ya se lo hago yo: total, ¿qué me cuesta?». Y fomentan así una personalidad dependiente y con baja autoestima.

3. El consumismo desbocado. El intento de rellenar sus horas de soledad con recursos materiales predispone a caer en un consumismo exagerado con la compra de los últimos dispositivos tecnológicos, juegos, juguetes… que muchas veces se quedan pronto aparcados en el armario.

4. La atención excesiva. Atender las necesidades afectivas y básicas del hijo es fundamental. Pero ello no implica dedicarle las 24 horas del día, renunciando a aficiones, intereses personales o tiempo de ocio en pareja.

5. La falta de oportunidades para relacionarse con niños de su edad. Los hijos únicos pueden dar la imagen de ser niños precoces que prefieren relacionarse con adultos que con sus iguales. Pero esta situación muchas veces solo es el resultado, precisamente, de haber crecido rodeados de modelos adultos.

Escuela de padres

  • TEMA DEL MES: Educar sin sobreproteger.
  • ETAPA: Infancia y adolescencia.
  • EL DATO: España es el país con menor tasa de fertilidad de toda la Unión Europea, 1,31 hijos por mujer de media. En Galicia esta cifra es aún más baja: 1,12 (datos del INE).
  • COMPORTAMIENTOS QUE SE DEBEN EVITAR: Pensar que el hecho de ser un hijo único determina su forma de ser.
  • ALGUNAS CLAVES: La acción educativa es la herramienta fundamental para compensar debilidades y fortalecer los puntos fuertes de los hijos (únicos o no).

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