¿Por qué hay personas que discuten más que otras?
A todos nos ha pasado que, en ocasiones nos enfadamos de forma desproporcionada y eso nos hace hacer y decir cosas de las que luego nos arrepentimos. ¿Por qué nos ocurre esto?
En esa situación se ha producido lo que se llama “secuestro emocional” o “secuestro de la amígdala” es decir, la zona del cerebro responsable de las emociones, que es el sistema límbico, y dentro de éste, la amígdala, está tan activada que no permite que nuestro cerebro racional, situado en la corteza cerebral, pueda funcionar correctamente y por eso no actuamos de una forma racional.
El enfado o la ira es una emoción básica que todos los humanos experimentamos. Ocurre cuando vivimos una situación que valoramos como injusta y sentimos que nuestros derechos están siendo vulnerados, o que nuestra persona no es tan tenida en cuenta o no está siendo tratada como a nosotros nos gustaría. Se trata de una emoción en la que nuestro cuerpo se activa, sube el nivel de energía, puede producir un aumento de la tasa cardiaca, apretamos los puños, se tensa la zona de la mandíbula… es decir nos preparamos para el combate o la lucha, para poder defender nuestros derechos e intereses.
La emoción del enfado, al igual que todas las emociones, es lícita, es decir, tenemos pleno derecho a sentirla y además nadie nos puede decir que no debemos sentirla.
Sin embargo, en ocasiones, hay personas que pierden tanto los papeles que pueden tener un comportamiento muy agresivo. ¿Cuándo el enfado se convierte en un problema?
- Cuando el enfado se prolonga a lo largo del tiempo y nos está impidiendo experimentar emociones agradables.
- Cuando debido al enfado sólo ponemos el foco en lo negativo, y no nos permite ver con claridad o valorar las cosas de forma objetiva.
- Cuando confundimos la emoción con la conducta, es decir, la emoción es lo que siento, enfado, la conducta es lo que hago: grito, falto al respecto, agredo…
- Cuando la emoción se mantiene en el tiempo y nos quedamos enredados de tal forma que no somos capaz de dejar de discutir y dar nuestro brazo a torcer.
¿Por qué hay personas que discuten más que otras?
Esto se puede deber a diversos factores:
- Hay gente que tiene un exacerbado sentido de la justicia, y eso los lleva a que cuando piensan que una situación es injusta, la luchan hasta límites insospechados.
- Hay otras personas que regulan peor sus emociones y eso les hace discutir cuando no se encuentran bien.
- Otros discuten porque tienen un “locus de control externo” y creen que la culpa de su malestar la tienen los otros.
- Hay gente que le gusta discutir y provocar mal ambiente, son las que llamamos “personas tóxicas”, que hay que aprender a identificar.
- O que quieren ganar a toda costa.
¿Qué pasa cuando no damos el brazo a torcer?:
En ocasiones lo que nos ocurre en una discusión es que en ninguna circunstancia queremos sentirnos “los perdedores”, es algo muy relacionado con el orgullo y con el ego. Incluso puede producirse una disonancia, es decir, sabemos que la otra persona tiene su parte de razón, pero no queremos reconocérsela, porque nuestro ego y nuestro orgullo no nos lo permite, nos sentimos heridos, de hecho ¿Cuántas veces por no gestionar bien estos sentimientos se han prolongado discusiones y situaciones muy incomodas?
Se trata por tanto de aprender a ceder, ¿qué podemos hacer para aprender a ceder?
- Reconoce tu emoción, saber que está enfadado o molesto es el primer paso.
- Analiza porqué ha ocurrido esa emoción, céntrate en el hecho.
- Cuidado con los mensajes de “es que tu eres…. Siempre haces…” remítete al hecho en concreto, lo que ha iniciado la discusión, no a la persona…
- Plantea como te has sentido y porque, pero desde el yo, no desde el tú. “Cuando tu has hecho… yo me he sentido…”
- Entiende el punto de vista de la otra persona, no es necesario que lo compartas, pero sí que lo entiendas y lo respetes.
- Ten claro tu objetivo, ¿qué es lo que quieres conseguir? ¿quieres solventar la situación, o quedarte en el “yo tengo razón, tengo que ganar”
- Platea un enfoque “win to win” todos ganamos.
- Busca alternativas que puedan satisfacer a ambos.
- Ten en cuenta tus emociones, pero también las emociones de tu interlocutor.
- No intentes tener siempre razón.
- Pero, tan malo puede ser no ser capaz de ceder y no dar el brazo a torcer como ceder siempre y no decir lo que uno quiere, ¿no es así?
Así es. Hay personas que les pasa todo lo contrario, no pueden ver que su interlocutor se enoja, y con tal de evitar la confrontación y la pelea no son capaz de defender sus ideas, de decir cómo se sienten o de pedir lo que necesitan. Es decir están teniendo un comportamiento inhibido, e lugar de ser asertivos.