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Niños responsables, niños más felices

La responsabilidad se educa, pero se aprende cuando permitimos que los niños verdaderamente interioricen y hagan propias sus obligaciones, y esto, los ayuda a ser más felices.

Por Claudia Guimaré

«¡Qué niño tan responsable y obediente!» decía mi tía Olga cuando veía un niño que para ella era merecedor de su máximo halago. Mi tía había sido maestra toda su vida, y para ella, la obediencia y la responsabilidad eran el summum de las cualidades del ser humano, especialmente en la infancia.

Para ella, ser obediente era ser responsable, porque la responsabilidad era inculcada en casa, por los padres. Y por ello, “los buenos niños” se reconocían rápidamente por obedecer sin chistar las reglas que los hacían ser ordenados, como no ensuciar la túnica, llevar los lápices con punta recién sacada en la cartuchera, no interrumpir a los mayores y hacer siempre los deberes.

Obediencia no es responsabilidad

Sin embargo, si lo pensamos un poco más, obediencia no es responsabilidad. Más aun, es todo lo contrario. Cuando obedecemos, no estamos siguiendo nuestro propio criterio. Estamos aceptando de buena gana el criterio de otro y asumiendo que tiene razón y que lo que nos sugiere debe ser la mejor opción. O en su defecto, estamos aceptando de mala gana esa indicación porque no nos queda más remedio. Pero la responsabilidad surge de la interiorización de un mandato porque nos reconocemos como los principales afectados de las consecuencias de nuestro accionar. Y sabemos por ende, que si hacemos esto, pasará esto otro. Y todos sabemos que a veces no nos basta con que otro nos adelante ese vaticinio para que nosotros lo creamos y adoptemos como propio.

Por ello, sin experimentación, sin decisión propia, sin verdadera conciencia de los resultados de nuestros actos y valorización de sus consecuencias, no podemos decir que hay genuina responsabilidad y es por esto que los niños no necesitan seguir a pie juntillas lo que se les dice. Lo que necesitan es entender de verdad y por motu propio lo que “deben” hacer ante cada situación.

El aprendizaje empieza en casa

Lo complicado es que ese aprendizaje empieza en casa desde la más tierna infancia, cuando todavía no logran imaginar cabalmente las consecuencias de sus actos por falta de experiencia: están aprendiendo. Y por eso los padres nos agarramos la cabeza cuando ante una indicación clara y simple como “no te subas ahí que te vas a caer”, el niño va corriendo a subirse y pum… se cae. Y aunque esto sea a diario para los padres un quemadero de cabeza, en el fondo sabemos bien que sólo una vez que se cayó, aprendió de verdad a que subirse ahí no es buena idea o al menos, conlleva sus riesgos.

Por eso decimos que la responsabilidad comienza en casa. Porque se la empieza a ejercitar en el día a día desde muy pequeños, mucho antes de que lleguen al jardín y sean las maestras también, quienes además de nosotros, les ayuden a desarrollar esa habilidad, ordenado juguetes y cuadernos, cuidando sus útiles y ordenando la fila para salir a jugar.

¿Y por qué los niños terminan más que obedeciendo, interiorizando estas conductas? Pues porque les hace sentir bien. Porque les hace sentir capaces. Porque les hace sentirse “grandes”. Todo lo contrario a cómo se sienten cuando se ven obligados a seguir una regla o cumplir con algo simplemente porque no tienen opción.

Cuando los hacemos responsables, genuinamente responsables, les estamos diciendo que confiamos en ellos plenamente, confiamos en sus capacidades y en su criterio. Y nada nos hace sentir mejor que eso, seamos grandes o pequeños.

Hiperpaternidad

Queremos Hijos Felices - Silvia Álava

Eva Millet, escritora, autora del libro “Hiperpaternidad” (donde habla de las consecuencias de lo que llama los padres “helicóptero), dice que cuando dejamos de hacer algo por nuestros hijos y les dejamos en libertad para hacerlo ellos, les estamos diciendo “tú puedes!” y por ende, siguiendo este silogismo, cuando por el contrario lo hacemos todo por ellos (“porque son chiquitos y no entienden aun lo que les conviene”), les estamos diciendo lo contrario, les estamos diciendo “déjame a mí que lo hago mejor” “no confío en ti para esto”. Y eso, claramente no los hace felices.

Silvia Álava, Psicóloga y autora del libro “Queremos hijos felices”, dice “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad” y sostiene que “cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”; y a su vez, el psicólogo infanto-juvenil Antonio Ortuño deja claro que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia”.

¿Cómo fomentar la responsabilidad desde pequeños en casa?

Fácil de decir y difícil de hacer, aquí te dejo mis 3 principales recomendaciones para logarlo.

1. Sé el ejemplo.


El primer paso es como siempre decimos, dar el ejemplo. La semana pasada la mamá de una compañera de mi hija de la escuela me contaba que fue a hablar con la Directora para expresarle que en su familia, no eran capaces de levantarse tan temprano por lo cual su hija iba a continuar yendo una hora tarde todos los días como hasta hoy.

Más allá de las problemáticas y dinámicas de cada familia, y de que las mañanas no son fáciles en casi ningún hogar con niños pequeños, queda claro que cuando estamos educando a nuestros hijos, debemos prepararlos para el camino y no el camino a ellos.

Mostrarles desde pequeños que pueden incumplir reglas importantes como el horario de entrada porque no les queda cómodo, permitirles interrumpir la dinámica de la clase que las maestras tanto preparan, llegando a media mañana o pretender que los demás se adapten a nosotros siempre, no puede ser el camino correcto. Si nosotros no valoramos el pertenecer a un grupo y respetar sus reglas y acuerdos básicos, difícilmente nuestros hijos puedan más adelante hacerlo.

2. Permite que se equivoquen.


Hace unos días mi hija de 6 años decidió cortarse sola el cerquillo… El resultado fue una mala imitación del personaje Amelie después de volver de la guerra. Cuando le dije por qué había hecho eso sin pedir ayuda me contestó que simplemente porque ella podía sola. Y cuando le dije “pero es que así te quedó feo”, me miró y me dijo “esa es tu opinión mamá, pero acordate que es mi pelo, y a mí me gusta cómo me quedó”.

Seguramente mi madre o mi tía Olga habrían reaccionado distinto a mí en esa situación, pero la verdad es que yo, no pude más que reírme y decirle “tenés razón”. Porque al fin y al cabo la tiene. O acaso yo le consulto cómo cortarme el pelo a mi vecino de al lado y sigo su consejo aun si no me gusta su opinión? Días más tarde me dijo “en este pedacito la verdad se me fue la mano” y yo entendí que la próxima vez que quiera cortárselo, seguramente me pida ayuda, o no, pero lo haga mejor.

3. Que realmente vivan las consecuencias de sus decisiones u omisiones


Hace 15 años atrás, cuando mis hijastros eran pequeños, tuve que llevarlos un día yo al colegio. Cuando bajamos, me preguntaron dónde estaban sus mochilas puesto que ellos no las agarraban nunca, porque su madre las cargaba por ellos. Yo, en mi inexperiencia de madrastra joven y el apuro de la salida, nunca chequeé que llevasen sus mochilas porque el portafolios lo revisaba yo cada noche en casa y lo cargaba yo a la escuela.

Entonces, recuerdo que les dije “vamos a volver a casa a buscarlas y por ello yo voy a llegar tarde a mi trabajo, pero ustedes van a venir conmigo y llegarán tarde a la escuela porque las mochilas son responsabilidad de ustedes”. Mi intención no era el castigo de la llegada tarde, sino que realmente se hicieran cargo del olvido y sus consecuencias, y puedo asegurar que nunca más se olvidaron de ellas.

En el otro extremo, una amiga me decía entre risas hace poco que como habitualmente se olvidaba de ponerle postre a la hija en la lonchera, ahora su hija, de 6 años, revisa sola su mochila cada mañana antes de salir de casa para cerciorarse de que lo lleva.

El mensaje está muy claro: si sé que realmente me tengo que hacer cargo de la consecuencia de una acción, pongo atención y me encargo de hacerla.
Los niños son esponjas y aprenden a velocidad crucero. Lo que necesitan es adultos disponibles que den buenos ejemplos. Y lo que necesitamos los padres es constancia y paciencia.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA

Claudia Guimaré

Claudia Guimaré
La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

FUENTE: ElPais.com.uy

Los padres y las madres perfectos no existen

Todas las personas somos imperfectas, y cuanto antes lo asumamos, mejor… Y lo mismo ocurre con la paternidad: los padres y las madres perfectos no existen

#Lafrasedeldía

Conecta y Educa: vídeo de la entrevista

Os comparto la entrevista que realizamos con Conecta y Observa en esta sesión de Youtube en la que hablamos de niños, padres y educación:

Los padres echan humo. Colaboración con el diario Las Provincias

Deberes: ¿Tarea de padres o hijos? En DiarioDigital.com

Con los deberes, los niños tienen que adquirir una rutina de trabajo, esfuerzo y sacrificio

  • Los padres deben dejar espacio a sus hijos para que sean ellos mismos los que realicen las tareas escolares
  • Hay que evitar el exceso de actividades extraescolares, no es bueno sobrecargarles demasiado

Padres y deberes escolares

“Hacer de forma cotidiana los deberes con ellos es un hábito perjudicial, no solo para el niño, sino también para los padres”, asegura la psicóloga infantil Silvia Álava en su libro “QUEREMOS QUE CREZCAN FELICES. De la infancia a la adolescencia (de 6 a 12 años)”.

Los niños deben aprender a ser autónomos, por lo que deben asumir sus propias responsabilidades y tareas a la hora de afrontar los deberes.

¿Los padres deben ayudar a sus hijos a la hora de hacer los deberes?

Es muy común que la mayoría de padres y madres se planteen esta cuestión. Se suele creer que los mayores están obligados a estar encima de sus propios hijos, pero se trata de un error que hay que corregir. Dejar cierto espacio a los niños para que sean ellos mismos quienes realicen los deberes es algo que, con el tiempo, agradecerán. “Los deberes son responsabilidad de los niños, no de los padres, y que los padres asuman esa responsabilidad es un error del que siempre se arrepentirán”, explica en el libro Silvia Álava.

En caso de que algún niño presente alguna dificultad específica de aprendizaje, se deberá recurrir a la ayuda de un profesional, además de la de los propios padres. Saber distinguir entre ser padre y ser profesor, es fundamental.

Consejos a la hora de hacer deberes

Para fomentar la motivación a la hora de hacer las tareas del colegio se puede establecer una recompensa positiva. Un pequeño juego, de unos 10 o 15 minutos, puede ser un buen estímulo para que el niño realice los deberes con iniciativa, sin recaer en excusas.

Es importante seguir los siguientes consejos a la hora de afrontar la tarea escolar:

  • Los padres podrán resolver dudas y supervisar el trabajo de los pequeños, pero no tienen que estar sentados en la silla de al lado haciendo los deberes con ellos.
  • El niño debe hacerse responsable de sus deberes.
  • Establecer un límite de tiempo para evitar posibles distracciones y/o excusas.
  • Si superado ese tiempo, las tareas no han sido realizadas, el mayor responsable de ello es el propio niño, nunca los padres.

Errores habituales

  1. Los estudios y las notas preocupan más a los padres que a los hijos. Con esta actitud, los pequeños no están asumiendo sus obligaciones.
  2. Los padres piensan que pasan tiempo con sus hijos mientras le ayudan en los deberes. Un niño reclama, constantemente, la atención de los mayores, pero ésta debe ser dedicada después de que se hayan cumplido con todas las obligaciones.
  3. Los niños tienen una alta carga de actividades extraescolares, lo que hace que tengan menor tiempo de distracción y ocio. Siempre deben tener un tiempo para jugar, todos los días, aunque sean unos minutos.
  4. Pensar que cuántas más horas le dedique el niño a los deberes, más le cunde. No sirve de nada estar sentados tres horas con el pequeño si únicamente media hora ha sido productiva.

Portada Queremos que Crezcan_felicesUn manual para padres con hijos de 6 a 12 años

En su segundo libro, Silvia Álava responde a preguntas como: ¿Cómo conseguir que obedezcan? ¿Cómo se puede ayudar a un niño para que no tenga miedo? ¿Cómo comunicar a un niño la muerte de su padre o madre? ¿Cómo trabajar el autocontrol de los niños? o ¿Cuándo hay que empezar a hablar de sexo?

 

 

“QUEREMOS QUE CREZCAN FELICES” es el 4º título de la colección “Tu vida en Positivo” que engloba una serie de libros donde diferentes expertos de distintos sectores ofrecen consejos para ser más felices. Vivir en positivo “es una actitud que afecta a todas las áreas de nuestra vida; desde el primer pensamiento de la mañana hasta cada uno de los pasos de nuestro día a día: la relación con la pareja, hijos, compañeros de trabajo y amistades”. En definitiva, sentirnos bien con nosotros y con quienes nos rodean. www.tuvidaenpositivo.com

 

FUENTE: DiarioDigital.com

Queremos que Crezcan Felices: mi nuevo libro ya a la venta

Hoy jueves 8 de octubre presentamos a los medios de comunicación mi segundo libro: Queremos que Crezcan Felices

  • Este libro ofrece a los padres una guía de consejos para sus hijos de seis a doce años
  • El manual aborda temas de especial relevancia para entender mejor a los niños y los cambios psicológicos que ocurren en esos años 
  • Javier Urra menciona en el prólogo que este libro rebosa experiencia, sentido común y ciencia educativa

Madrid, 8 de octubre de 2015.- ¿Hay que ayudarle con los deberes? ¿Cómo conseguir que se vayan a la cama a su hora?, ¿Qué criterios se deben seguir para la elección del colegio?, ¿Cómo gestionar la «paga»?, ¿Y si mi hijo es el único que no tiene móvil?, ¿Debo ser su agenda?, ¿Cuándo iniciarles en la información sobre la sexualidad?…

 

Estas son algunas de las muchas preguntas a las que la psicóloga infantil Silvia Álava da respuesta en su nuevo libro “QUEREMOS QUE CREZCAN FELICES. De la infancia a la adolescencia (de 6 a 12 años)”.

Después de su primer libro “Queremos Hijos Felices (de 0 a 6 años)”, en el que se da respuestas a situaciones como decidir si llevar a los niños a la guardería, aprender a estimular la inteligencia del bebé, elegir el colegio adecuado, optar o no por dejarles en el comedor o corregir las primeras rabietas; la autora centra sus esfuerzos en solucionar las numerosas dudas que muchos padres tienen para saber cómo actuar con sus hijos más mayores.

 

Consejos para afrontar las dificultades de los hijos

En primer lugar, los progenitores deben saber que no existen los padres perfectos; lo más importante es saber afrontar el día a día con los niños e intentar esforzarse para dar lo mejor de sí mismos. “Un buen padre es el que se involucra en la educación de su hijo”, señala Silvia Álava quien destaca que “no hay un baremo para determinar en qué medida se es buen padre o buena madre, y no debemos destruirnos con otras teorías”.

 

Normas, límites y algunas pautas básicas de educación

Los niños necesitan saber qué está bien y qué está mal en cada momento, y cuáles son sus tareas establecidas. El sentido de lo moral no se termina de formar hasta los doce años de edad, razón por la que requieren que sus adultos de referencia les vayan guiando y les enseñen las reglas básicas de educación para que se comporten de forma correcta. Hay que trabajar la importancia del esfuerzo y de la constancia de forma que los niños puedan conseguir buenos resultados y valoren que detrás de una buena acción siempre hay una recompensa.

 

Desde los 6 hasta los 12 años

Silvia Álava dedica una sección especial –“A partir de los seis años hasta los doce- en la que ofrece las diferentes pautas para conocer cómo se desarrolla la amistad en los niños; la mejor manera de actuar cuando un hijo se pelea con sus amigos o cómo gestionar la paga; además, ofrece ayuda sobre otros temas de gran actualidad, como decidir la edad adecuada para que nuestros hijos tengan teléfono móvil.

 

¿Qué hacer con las nuevas tecnologías?

Los padres deben estar muy atentos para establecer un buen uso de las nuevas tecnologías. Se debe limitar y controlar tanto el tipo de páginas webs que visitan como el tipo de juegos a los que acceden. Por ejemplo, la autora recomienda situar siempre los aparatos electrónicos a la vista de todos los adultos para supervisar que los contenidos que van a visualizar los niños sean adecuados para su edad.

 

¿Cómo afrontar los miedos?

Además, en el manual se pone especial atención a los miedos que sufren los niños en esas edades, ya que es importante que aprendan a superarlos cuanto antes. De este modo, se reforzará su seguridad y su autoestima. No podemos olvidar que los niños aprenden por modelado, lo que significa que si los padres les transmiten inseguridad los pequeños lo notarán y se convertirán en personas miedosas.

 

Los estudios

Para muchos padres elegir el colegio adecuado para los hijos es una tarea muy complicada, pero siempre hay que pensar en que se deben cubrir las necesidades específicas de cada niño.

Durante el periodo escolar, los profesores siempre serán figuras de autoridad y respeto, y así deben tratarles tanto los padres como los niños.

 

¿Deberes para padres o para hijos?

Silvia Álava nos recalca en este capítulo del libro que los deberes siempre son responsabilidad de los niños, no de los padres. Sin embargo, cuando los hijos son pequeños debemos ayudarles para que se organicen correctamente. Además, hay que evitar el error de sentarse a su lado para hacer los deberes, ya que solo debemos solucionarles ciertas dudas y supervisar el trabajo y la constancia.

 

Cambios psicológicos en la adolescencia

Es cierto que esta es una de las etapas más complicadas para todos los padres y madres, pero hay que tener claro que a pesar de los cambios de conducta que puedan experimentar los chicos este periodo no es siempre conflictivo. En esta edad es importante que los padres se ganen la confianza de los hijos para que así les puedan contar lo que les sucede, pero sin forzarles.

 

El prestigioso psicólogo Javier Urra destaca que “este libro rebosa experiencia, sentido común y ciencia educativa, de él se pueden extraer diversos mensajes útiles para todos los progenitores. La autora habla con rotundidad, y nos escribe desde la coherencia y el criterio. En pocas palabras, Silvia Álava aúna juventud con saber”.