Estos son los propósitos más deseados para mejorar como familia en 2022. Colaboración con diario ABC
Por Laura Peraita SEGUIR
Los expertos señalan la importancia de marcar reuniones en las que los hijos también expresen sus deseos para incentivar un mejor clima familiar.
El comienzo del nuevo año supone el mejor punto de partida para marcarse la puesta en marcha de esos propósitos que se suponen que nos pueden ayudar a mejorar como personas, pero también como familia. Una de las mejores maneras de hacerlo es, según Silvia Álava Sordo, Doctora en Psicología, convocar una reunión familiar en la que estén todos sus miembros, no solo los adultos, y que se planteen qué quieren mejorar para que el clima familiar sea más favorable. «Es importante que los padres escuchen los deseos y propuestas de los hijos y reflexionen sobre lo que les dicen porque ayudará, además, a identificar sus necesidades y la situación en la que está la relación familiar en ese momento».
Entre los propósitos más ansiados por las familias destaca, en primer lugar, tener más tiempo juntos.
Así lo señala María Campo, profesora del master en Orientación Familiar de la UNIR, quien añade que los padres tienen una «necesidad imperante» de pasar más tiempo de calidad con sus hijos, para poder mirarles a los ojos, escucharles sin estar haciendo varias cosas al mismo tiempo o pensando en lo siguiente que deben hacer… «Es una lucha constante que les genera mucha frustración no conseguir».
Para lograr esta meta, el primer paso es que los padres consigan una buena organización y planificación de todas sus tareas «de tal manera —matiza— que se eviten las prisas y el estrés de, por ejemplo, los minutos previos de ir al colegio cada mañana para no acabar a gritos y que niños y mayores lleguen alterados a sus respectivos colegios o puestos de trabajo. Es necesario tener paciencia y respetar los ritmos de los más pequeños, dejar que hagan las cosas y no intervenir para que acaben antes, lo que les resta autonomía».
Lograr un ambiente de respeto.
«El respeto debe reinar en todos los hogares con letras mayúsculas —indica Álava Sordo— porque su presencia implica cariño, dulzura en el trato y que evitemos hacernos daño mediante acciones y frases incisivas. Implica también que tenemos en cuenta las emociones de los demás».
Esta Doctora en Psicología reconoce que no siempre es fácil mantener una actitud respetuosa porque en el día a día surgen muchas situaciones, personales y familiares, que nos pueden llevar al límite. Es en esos momentos cuando recomienda expresar nuestros sentimientos de nerviosismo, enfado, frustración o ansiedad y qué es lo que necesitamos para no estallar ante los demás. «No se trata de trasladar nuestros problemas de adultos a los niños, pero sí de compartir emociones para que no sean ajenos a nuestro sentir. Hay que perder el miedo a decir lo que sentimos porque eso nos ayudará a regular las emociones desagradables y a que nuestros hijos aprendan a reconocerlas y saber también cómo afrontarlas».
Hacer realidad el trabajo en equipo y la ayuda colaborativa.
«Los niños desde muy pequeños pueden responsabilizarse de ciertas tareas del hogar. Es importante que los padres eduquen en corresponsabilidad, no se trata de ayudar a mamá, consiste en que contribuyan para el buen funcionamiento de la organización familiar con su aportación».
Para no caer en el incumplimiento de estos propósitos, Silvia Álava Sordo recomienda realizar reuniones familiares esporádicamente para evaluar el seguimiento de estas metas. No deben ser encuentros forzados como, por ejemplo, todos los lunes, sino que los padres deben aprovechar ciertos momentos de relajación para fomentar la comunicación y felicitar por los logros conseguidos o reforzar, en el caso de ser necesario, la constancia en estos propósitos, para que no queden en el olvido.
Espacios para ellos mismos.
María Campo añade que los padres «deben contar también con espacios para ellos mismos; es decir, no abandonar sus aficiones para dedicarse al cien por cien a sus hijos. Deben cuidarse para sentirse bien y poder cuidar a los demás y ofrecer la mejor versión de sí mismos a sus hijos. Esta debe ser la motivación principal para no decaer en los propósitos marcados: pensar que todo lo que se hace es por el bien de los hijos». Y, advierte, «las metas no se pueden afrontar todas a la vez, hay que ir poco a poco para lograr resultados a medio largo plazo, del mismo modo que una persona no se puede plantear al mismo tiempo dejar de fumar, hacer ejercicio, ponerse a dieta y aprender idiomas. Todo lleva sus tiempo».