Miedo al error

«Nos da miedo el error. Pensamos en el fracaso y tendemos a bloquearnos» Colaboración con el diario ABC

En el camino hacia la meta, es probable que se cometan fallos; la clave de cómo solventarlos está en tomárselo como un aprendizaje.

Por Alejandra González @agdiosdado1

Una vez clara la diferencia entre deseo y propósito, hay que hablar de una pieza clave, fundamental, que aparece en la gran mayoría de los objetivos: el fracaso. «No pasa nada por fallar», afirma con contundencia la psicóloga Silvia Álava. Para no darle demasiada importancia es esencial hacer un análisis de por qué se ha fracasado. «Si se toma como un aprendizaje, se puede profundizar en él, es capaz de enseñar. En cambio, si solo se le da vueltas, no se es consciente de dónde está el error», insiste.

Esta especialista asegura que, en ocasiones, se plantea mal el esfuerzo a seguir para alcanzar la meta. «Es tan sencillo como reformular el objetivo. Siempre se puede hacer un análisis y aprender mucho de él».

¿Dónde reside el verdadero problema? «Nos da miedo el error. En lugar de parar y pensar y analizar el por qué, pensamos en qué hemos fracaso y nos bloqueamos. Es un bucle que nos impide avanzar», comenta Álava.

En ocasiones, los errores llegan porque se confunden los deseos y los propósitos. «Los primeros son infinitos; sin embargo, un objetivo tiene una meta con un plan de acción. Esto requiere ser conscientes del esfuerzo. El 1 de enero la lista es inmensa, pero el día 7 queda en el olvido», recuerda Álava.

Consejos para cumplirlos

Ser sensato. No proponer retos demasiado ambiciosos es una de las claves para tener éxito, explica Manuel Armayones, profesor en la UOC. Si el horario laboral es inamovible, no se puede pretender ir a recoger a los hijos al colegio, por ejemplo.

Concretar al máximo. Es fundamental. Plantearse, por ejemplo, dejar de comer pan en las comidas es mucho más fácil de cumplir que «no comer nunca más hidratos de carbono», asegura Alicia Aguilar, profesora de estudios de Ciencias de la Salud.

Ser graduales. Funciona bien programar un calendario con objetivos y propósitos, poniendo pequeños retos que, una vez conseguidos, permitan pasar a los siguientes. «Debe ser gradual, pero siendo conscientes de la exigencia», afirma Silvia Álava.

Explicar el objetivo. Que la gente de alrededor conozca las metas no solo aporta sensación de permanencia, sino que también aumenta el compromiso. La «sanción social» se convierte en un incentivo para seguir.

Asumir el tropiezo. «Lo importante es no dejarse llevar por los errores; ser conscientes de ello y remontarlos. Si hay alguna interrupción, no pasa nada. La recaída hay que tenerla prevista», añade Armayones.

FUENTE: Diario ABC

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