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Nerviosismo, tristeza, frustración… Cómo afrontar la crianza cuando tú no estás bien. Colaboración con el diario La Vanguardia

Expresar los estados anímicos negativos ante los hijos puede ayudar en su educación emocional siempre que no se crucen ciertos límites.

ROCÍO NAVARRO MACÍAS

Educar a los hijos nunca es tarea fácil. Y poner el foco en la crianza cuando el bienestar emocional está mermado plantea un gran reto. Nerviosismo, desesperanza, tristeza, frustración son algunos de los sentimientos que circulan actualmente de forma recurrente y que pueden despertar respuestas exageradas ante actuaciones de los hijos. “A todos nos afecta la situación actual de una forma u otra. Debido a ello, pueden producirse reacciones desproporcionadas ante comportamientos normales de los niños”, explica la psicóloga Silvia Álava.

Las emociones desagradables aparecen de forma natural, sobre todo cuando ocurren cambios drásticos en el entorno o situaciones que afectan directamente a la seguridad o al bienestar personal. Pero parece que los progenitores deban mantener estoicamente una calma aparente pese a que su panorama interno se revele desolador. 

Pueden darse reacciones desproporcionadas ante comportamientos normales de los niños». Silvia Álava. Psicóloga

No obstante, puede que expresar abiertamente estados anímicos poco agradables delante de los niños no sea tan mala idea, ya que puede ayudar a educar emocionalmente a los hijos.

Las líneas rojas

Los padres son los responsables

Pero para que esta propuesta sea provechosa los padres deben tener en cuenta algunos aspectos. “Por un lado, han de transmitir que ciertas reacciones son perfectamente normales en determinadas situaciones y que eso no significa que mamá o papá estén completamente descompuestos y sean incapaces de ocuparse de ellos”, comparte Rafael San Román, psicólogo de iFeel.

Sentirse abrumado por la crisis sanitaria, nervioso ante la potencial pérdida de un trabajo o preocupado por una enfermedad son reacciones naturales. El problema se desencadena cuando estos sentimientos se tornan cotidianos. “Si el adulto se ha instalado en esas emociones y se convierten en su estado emocional habitual pueden interponerse en la crianza. Además, transmitirán a sus hijos, sobre todo si son muy pequeños, una sensación de inseguridad o fragilidad superiores a lo que ellos pueden asumir como fragilidad normal”, explica San Román.

Más allá de este escenario, que debe ser tratado por un profesional, que a un adulto le sobrevengan las lágrimas o muestre su tristeza no debe ser motivo de preocupación. “No pasa nada porque los padres lloren delante de los hijos. Lo podemos hacer dentro de la naturalidad del contexto. Pero una cosa es expresar la emoción, decir cómo me siento, y otra muy distinta, compartir las preocupaciones”, comparte Álava.

Los hijos no son confidentes

Esta misma línea es la que mantiene San Román, que invita a los progenitores a tomar ciertas precauciones ante la exposición de emociones delante de los menores: “Debe haber una combinación de apertura y de límites. Los padres pueden admitir con sus hijos que están de mal humor, que hay algo que les preocupa o entristece; los niños pueden tolerar esto. Pero no deben hacerlo buscando la ayuda y el consuelo de los hijos, sobre todo si son muy pequeños”. 

Los padres son los responsables del bienestar de los hijos, y no al revés»

Rafael San Román. Psicólogo

El experto aconseja evitar mostrar reacciones emocionales muy intensas, porque los pequeños no sabrían contextualizarlas. Asimismo, es importante tener en cuenta que la relación paterno-filial es asimétrica, los padres son los responsables del bienestar físico y emocional de los hijos, y no al revés. “No es una relación de ‘hoy por ti, mañana por mí’ como, por ejemplo, ocurre en una amistad”, añade San Román.

Mejorar la inteligencia emocional

Manifestar abiertamente en la familia las emociones es clave para que los hijos desarrollen inteligencia emocional. “Los padres pueden educar emocionalmente hablando de sus propias emociones, y expresándolas dentro de unos límites, pero siempre demostrando que son adultos, cuidadores responsables y que un mal día no implica que papá o mamá dejen de proteger y estar disponibles para los niños”, señala San Román. Lee también

De hecho, el psicólogo incide en que los niños necesitan ver que existen emociones asociadas a unas sensaciones poco placenteras, como el miedo, la rabia, la culpa, la tristeza, la vergüenza. Además, requieren contar con modelos que les indiquen qué se hace en esos casos.

Asimismo, puede ser una herramienta para que los adultos también tomen conciencia de lo que les ocurre. “Muchas veces vamos acelerados y este estado recae sobre nuestros hijos”, indica Álava. Es común que los padres utilicen frases como “vístete que tenemos prisa” o les empujen a comer a un ritmo que no se corresponde con el propio de la edad. Estas reacciones pueden indicar que algo pasa a nivel interno.Lee también

“El problema no es la situación, sino cómo reaccionamos ante ella”, comparte la psicóloga. Se trata de un aspecto especialmente importante ya que los hijos absorben toda la información verbal y no verbal de sus cuidadores. “Los padres deben ser conscientes de que son modelos para sus hijos, y que estos aprenden a regular sus emociones, expresarlas y darles un significado en función de, entre otras cosas, lo que ven en casa”, expone San Román.

Se puede hacer partícipes a los hijos de la gestión emocional. Álava propone pedirles, por ejemplo, un abrazo para sentirnos mejor, o bailar y cantar una canción con ellos, hacer un descanso y luego seguir.

Estrategias de regulación activa

Cuando los padres se sienten desbordados emocionalmente el primer paso es que observen lo que está sucediendo. “Es necesario identificar con honestidad las causas del malestar emocional, para detectar si tienen que ver con la familia, el trabajo u otra faceta. Es la manera de empezar a buscar una solución y también de contener el problema dentro de su esfera, para que no se expanda a otras áreas”, recomienda San Román. Una vez reconocido el estado e identificada la causa, pueden llevar a cabo diferentes acciones para gestionar el estado anímico.

Pedir ayuda. “Muchas personas se sienten frustradas al pedir ayuda. Sin embargo, debe verse como un gesto de valentía. Se trata de reconocer que nuestros conocimientos tienen un límite y hay personas especialistas que nos pueden proporcionar herramientas para gestionar la situación”, explica Álava.

No pretender ser perfectos. La perfección no existe e intentar alcanzarla supone un alto peaje. “Nadie llega a todo durante mucho tiempo sin desgastarse por el camino y sin desatender cada una de las facetas que pretende abarcar. Hay que exigirse y ser autocríticos, porque la crianza de los hijos se tiene que hacer lo mejor posible, pero también saber distinguir un error que cometería cualquiera, de manera puntual, de una negligencia”, recomienda San Román.

Usar estrategias activas para regularnos. Son procesos de recuperación que ayudan a bajar el nivel de ansiedad. Es una herramienta a la que todos acudimos, pero la pandemia ha limitado muchas de las que se tenían integradas.

“Puede que me funcionase quedar con mis amigos, pero debido a la situación actual no podemos hacerlo. Es necesario encontrar técnicas reguladoras que funcionen a nivel personal. Sabemos que las estrategias activas tienen mejor resultado que las pasivas. Por ejemplo, ver una serie sería pasiva, y cocinar o hacer manualidades, activas”, comparte Álava. La psicóloga añade que este tipo de técnicas ayudan a educar mejor y ser un modelo más deseable para los hijos.

Ver una serie sería una técnica pasiva, y cocinar o hacer manualidades, activas»

Silvia Álava. Psicóloga

Cuidar la comunicación entre los progenitores (cuando son dos). “La crianza es cosa de dos y tiene que haber una buena comunicación para que los distintos estilos de crianza que pueden coexistir en una misma familia no generen incoherencias o desorden”, dice San Román. Por otra parte, es fundamental pedir ayuda a la otra parte y sentirse acompañados en la crianza.

Llevar una vida ordenada. Esto no va a evitar los problemas ni hacer que desaparezcan las preocupaciones, pero sí favorece el buen clima. “Evita que los nervios se crispen demasiado rápido. Además, las cosas no se ven igual si se ha dormido bien y la casa está recogida, que si cada pequeña cosa está manga por hombro, en cuyo caso voy a tener siempre una sensación de saturación”, concluye San Román.

FUENTE: diario La Vanguardia

#ViernesDePodcast Pautas para que los niños aprendan a tolerar la frustración

Esta semana hablamos con Cris Moltó sobre pautas para que los niños aprendan a tolerar la frustración en Capital Emocional, de Capital Radio

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La frustración de volver a la cuarentena por un positivo en el aula ¿Qué podemos hacer en estos casos?

La mayoría de los niños estaban encantados con la idea de volver al colegio, ver a sus amigos, jugar con ellos, poder estar en el aula con los profesores… incluso decían que entendían que había que llevar la mascarilla, no compartir los útiles escolares ni la comida…

Esa ilusión se ha visto truncada en los casos en los que los niños han tenido que volver a su casa por un positivo en el aula y guardar 14 días de cuarentena. ¿Qué puede ocurrir en estos casos?

  1. La ilusión por hacer un curso de forma presencial se rompe, estaban muy expectantes y dichas expectativas se han roto.
  2. En muchos casos surge la frustración. Se han roto los planes de vuelta al colegio, y sobre todo la idea de poder hacer un curso con normalidad.
  3. Pueden volver a aparecer miedos, inseguridad y ansiedad, que ya habían surgido en la cuarentena.
  4. A esto se suma la ansiedad de los padres, sus miedos, las dificultades para conciliar la vida familiar y laboral… ver a sus padres tensos puede provocar miedo y angustia en los menores, porque interpretan la situación pensando: si mis padres están así es porque otra vez estamos en peligro.

¿Qué podemos hacer en estos casos? Pautas para seguir con los más pequeños.

  1. Anticiparnos, en la medida de lo posible, a la situación. Es decir, explicarles a los niños que, si uno de sus compañeros se contagia con coronavirus, que los más probable es que todos tengamos que estar 14 días en casa para saber si nos hemos contagiado y evitar trasmitir el virus. La explicación tiene que ser en términos que ellos entiendan, adaptando el lenguaje a su edad.
  2. No trasmitirles nuestro miedo. Dejar claro que su compañero se va a poner bien, que son 14 días en casa y que la situación pasará. Los adultos tenemos un montón de preocupaciones en al cabeza, no solo el miedo al contagio, sino la conciliación, como afecta a la economía. No es necesario hacer partícipe a los niños.
  3. Aceptar las emociones que esto nos provoca, tanto a los niños como a los adultos. Es normal sentir mucha frustración, porque los planes se trastocan, rabia, por tener que recolocar de nuevo nuestra vida, teletrabajo… tristeza, por no poder salir de casa… es necesario identificar nuestras emociones, para así poder trabajar con ellas, y sobre todo ayudar a los niños a que las identifiquen.
  4. Cuidado con las frases de “no pasa nada”, no llores, no te enfades, no es para tanto… Todas las emociones son lícitas, nadie debe ni puede cuestionar lo que sentimos. Y sin embargo, con los niños lo hacemos muy a menudo.
  5. Validar las emociones, tanto las propias, como sobre todo la de los niños. Incluso tendremos que ir más allá y decirles, lo que sientes se llama frustración, porque tenías muchas ganas de volver al colegio y de nuevo tenemos que estar 14 días en casa. O decirle, entiendo que estás enfadado, porque no quieres estar en casa, lo comprendo, a mí tampoco me apetece, pero es lo que nos toca hacer para evitar propagar el virus.
  6. Practica técnicas de regulación emocional en familia. No nos gusta la situación y sentimos emociones desagradables, pero seguro que podemos hacer cosas para sentirnos mejor. Por ejemplo, podemos pensar, ¿qué hicimos durante los meses de marzo a junio para estar mejor? podemos rescatar esos entretenimientos o proponer cosas nuevas que hacer.

No llevo bien la cuarentena ¿Soy rar@?

Siento rabia, tristeza y frustración, creo que no llevo bien la cuarentena ¿soy rar@?

👉🏻Sentir emociones desagradables en esta situación es normal.

👉🏻Reconoce lo que sientes