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Los jóvenes, la felicidad y las pantallas. Colaboración con ThinkBig

Hoy en día la mayor fuente de ocio de los jóvenes tiene un origen digital. Lo mismo ocurre con los niños y los adolescentes. Es cierto que las pantallas nos proporcionan momentos muy agradables, ofreciendo muchos beneficios, así:

Nos permiten amplificar nuestras oportunidades de relacionarnos en un ámbito social. Podemos establecer y mantener amistades que, sin las nuevas tecnologías no serían posibles, incluso buscar a quienes tienen nuestros mismos intereses para formar una comunidad sin la necesidad de vivir cerca.

Las redes sociales e Internet favorecen el aprendizaje.

Gracias a ellas tenemos la posibilidad de acceder a cualquier tipo de interés. Los jóvenes pueden encontrar aquello que les interese, fomentando su curiosidad y abriendo puertas al aprendizaje. Además, se potencia la creatividad, pueden crear y distribuir contenidos, lo que también da pie a autorregularse sobre qué contenido subir, cuál puede ser hiriente, etc.

Gracias a las nuevas tecnologías hemos podido teletrabajar durante el confinamiento y muchas organizaciones valoran el teletrabajo como una opción para conciliar la vida laboral y personal. Las opciones para formarse a todos los niveles también se han disparado teniendo alcance a cursos y universidades de todo el planeta. Incluso las posibilidades de ocio se vuelven infinitas, Internet nos da acceso a la cultura, al cine, a la información, etc., casi en tiempo real.

Las pantallas dificultan la interpretación de las emociones

Sin embargo, y pese a los estudios realizados, no existe ninguna evidencia que relacione, de forma directa, el uso de las nuevas tecnologías con la felicidad. Es cierto que aportan muchos beneficios a nuestra vida y es importante ser conscientes de ello. Aunque, a fecha de hoy, no podemos afirmar que nos ayuden a ser más felices. Por contra, sí que hay estudios que nos muestran cómo su abuso podría llegar a interferir en nuestro bienestar emocional.

Cuando existe un exceso en el uso de las pantallas, nos dificulta interpretar las emociones de los demás. Siendo más difícil comunicamos a través de este medio, que cuando lo hacemos cara a cara, dado que perdemos la información que nos da la comunicación no verbal.

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La importancia de la empatía

Hay estudios como el de la Dra. Sherry Turkley que muestran que en los últimos 20 años se ha detectado una caída de la empatía del 40% en los estudiantes universitarios, debido al abuso de las nuevas tecnologías. En sus investigaciones, los chicos y las chicas que dedicaban más tiempo a sus móviles, perdían capacidad para empatizar, porque no eran capaces de reconocer los matices en la cara de las personas. Los sentimientos nos hacen mostrar en el rostro una riqueza de expresiones, que algunos adolescentes, ante la falta de contacto personal, no saben descifrar. La buena noticia es que estas habilidades se recuperaban en cuanto volvían a tener interacciones cara a cara de una forma normalizada.

Curiosidad, autocontrol y estabilidad emocional

Por otro lado, gracias a los estudios de Jean Twenge en Estados Unidos, sabemos que un exceso en el número de horas de exposición a las pantallas, en los adolescentes y niños americanos, se asociaba a una disminución de su bienestar. En sus investigaciones, los niños y adolescentes que más horas empleaban en ocio electrónico mostraron una menor curiosidad, autocontrol y estabilidad emocional. Además, en el grupo donde más se utilizaban las pantallas electrónicas, el número de casos de ansiedad y depresión era el doble. Otros autores hablan de un menor desarrollo de lenguaje cuando los niños están sobreexpuestos a las pantallas en edades tempranas, falta de atención o menor desarrollo de las habilidades sociales.

También es importante tener en cuenta el balance entre el ocio digital y otras variables, como, por ejemplo, el deporte y la actividad física. Así, hay estudios realizados en países como China, Australia y Canadá que confirman que el incremento de las horas ante las pantallas, junto con una insuficiente actividad física, pueden ser factores de riesgo que podrían llegar a incrementar los síntomas de depresión, ansiedad e insatisfacción con la vida académica en los niños y adolescentes.

Un uso más moderado de los dispositivos electrónicos

Por tanto, no podemos afirmar que las pantallas estén vinculadas con la felicidad en los niños y jóvenes, pero tampoco todo lo contrario, sino que dependerá mucho del uso que le demos, del contenido y de que no caigamos en el abuso.

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Según los estudios, los jóvenes y adolescentes que invierten más tiempo en practicar deporte, quedar con amigos, leer, compartiendo su tiempo con los demás en actividades de voluntariado, etc., se sienten más felices, que aquellos que pasan más tiempo solos ante las pantallas. Los efectos negativos se disparan claramente, al pasar más de cinco horas diarias delante de las pantallas. Autores como Sonja Lyubomirsky, reconocida estudiosa en el campo de la felicidad, plantea que el ocio digital tiene un efecto positivo para desconectar siempre y cuando cumpla unas condiciones:

  • Marcar un “límite diario”: resulta útil para descansar de nuestras obligaciones diarias, ver una serie de televisión, ojear las redes sociales, cuando no se supera el límite de los 45 – 60 minutos. A partir de entonces, ya no sería tanto para desconectar, sino “vegetar”.
  • Mejor “muchos pocos”: igual que ocurre en otras áreas de nuestra vida, es mejor tener pequeños momentos de bienestar repartidos a lo largo de un extenso periodo de tiempo, que un gran atracón de felicidad en un momento puntual. Por eso, para incrementar nuestra felicidad es más recomendable ver cada día un capítulo de nuestra serie favorita, que un maratón sin parar de todos los capítulos seguidos.

Se trata de utilizar correctamente las nuevas tecnologías, para poder disfrutar de sus múltiples beneficios.

El objetivo es evitar el desplazamiento digital, es decir, que las pantallas desplacen el tiempo de otras actividades, que sabemos que también están relacionadas con el bienestar emocional y la salud. Como pueden ser las actividades deportivas y sociales, la lectura, la participación en actividades que requieran un compromiso, el respetar las horas de sueño necesarias para un correcto descanso. Sin olvidarnos de mantener una alimentación equilibrada.

FUENTE: https://blogthinkbig.com/jovenes-felicidad-pantallas

Los jóvenes españoles ¿están «anestesiados» con la tecnología?

Según un informe de GAD3 y Empantallados, presentado este martes, el 84 % de los adolescentes recurren al teléfono móvil para no aburrirse, especialmente dentro del hogar familiar.

La situación de pandemia y el confinamiento han provocado un punto de inflexión en nuestra relación con la tecnología, sobre todo en el hogar. Para medir cómo y en qué medida ha influido la digitalización en los adolescentes y sus relaciones familiares, Empantallados y GAD 3 han presentado este martes en Madrid la cuarta edición de su informe El impacto de las pantallas en la vida familiar.

Diagnóstico” de lo que sucede en el interior de los hogares españoles

Los datos de este estudio realizado a finales de 2021 -y basado en las respuestas de 824 participantes- recoge la opinión de padres, madres y adolescentes de entre 14 y 17 años sobre su relación con la tecnología, y busca ser un “diagnóstico” de lo que sucede en el interior de los hogares españoles, tal y como ha indicado la coordinadora de contenidos de Empantallados, María José Abad.

Una de las principales conclusiones de la investigación es que el teléfono móvil se ha convertido en un “refugio” para los adolescentesDos de cada tres jóvenes lo utilizan con mayor frecuencia que antes del confinamiento, y un 84 % admite recurrir a su smartphone para no aburrirse.

¿Pero a qué se debe este consumo excesivo?

Según la psicóloga Silvia Álava, la situación actual de alerta sanitaria constante nos genera “tristeza” y buscamos evadirnos con aquello que tenemos más a mano: nuestro móvil.

Es la vía de escape más rápida al aburrimiento y “una montaña rusa de emociones” para los adolescentes: más de la mitad creen que las pantallas les ayudan a sentirse más felices, y un 16 % no se aguantarían a sí mismos si pasasen más de dos días alejados de sus dispositivos electrónicos.

Ante estas cifras, Álava ha insistido en que debemos “dejar de usar las nuevas tecnologías como anestesiadores emocionales” y que debemos aprender a convivir con nosotros mismos y recuperar la capacidad de introspección que hemos perdido con la pandemia. “El aburrimiento no es malo”, ha añadido.

Este incremento en el uso de las pantallas dentro del hogar también ha provocado que la mitad de las familias flexibilicen las normas tecnológicas en casa, y ha forzado a los padres a “recalcular su posición con respecto al mundo digital”, ha asegurado la investigadora tecnológica y decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, Charo Sádaba.

Los padres: el principal referente digital de los jóvenes

La avanzada digitalización también ha puesto en manifiesto el papel de los progenitores como referente en educación digital para sus hijos. A pesar de posibles desencuentros, el 78 % de los jóvenes encuestados admite hacer caso a los consejos de sus padres.

La familia es un espejo en el que se reflejan las fortalezas y las debilidades de las distintas generaciones frente a las pantallas. Y también sus diferencias. El ámbito que más preocupa a los jóvenes en internet es el ciberacoso; mientras que la principal cavilación de los padres es la relación de sus hijos con desconocidos en la red.

Más del 20 % de los adolescentes reconocen haber sufrido insultos a través de WhatsApp o redes sociales; el mismo porcentaje que admite abiertamente haber consumido pornografía en el último mes. En ambos casos, la cifra es mayor entre el sexo masculino.

«Perdidos” en cómo educar a sus hijos en un uso responsable de la tecnología.

Y es que un tercio de los progenitores encuestados aseveran sentirse “perdidos” en cómo educar a sus hijos en un uso responsable de la tecnología. Álava ha señalado que pueden “ayudarles a detectar sus puntos fuertes y detectar sus áreas de mejora” a través de un lenguaje cuidado y con mensajes más concretos.

La aportación clave, según Sádaba, es el “criterio”, pues siete de cada diez padres afirman que sus hijos carecen de espíritu crítico a la hora de diferenciar la calidad de las noticias y, por tanto, son también más vulnerables a bulos y fake news.

También a la hora de consumir contenido audiovisual. Tres de cada cuatro padres es consciente de que ver series y películas en compañía de sus hijos fomenta la conversación familiar. Sin embargo, este dato contrasta con que casi un 60 % de los adolescentes ven las series habitualmente solos.

El futuro es tecnológico

De 3.080 grados universitarios disponibles actualmente en España, menos de 100 tienen un “contenido digital potente o acorde a lo que el mercado está demandando”, ha destacado el director general de la escuela digital ISDI, Rodrigo Miranda.

Pero tanto jóvenes como adultos son conocedores de que su futuro está escrito en digital. Más del 90 % de los padres saben que internet cambia muy rápido el mercado laboral y que las pantallas serán claves en el futuro profesional de sus hijos.

Videotutoriales

De hecho, ya lo está siendo. Tres cuartas partes de los adolescentes encuestados ha recurrido a videotutoriales para adquirir algún conocimiento nuevo; y un 60 % ha realizado algún trabajo de modo colaborativo.

El director de Responsabilidad Social Corporativa de Orange (empresa colaboradora del estudio), Daniel Morales, concluyó: “No debemos demonizar a la tecnología, sino conocer bien todos sus efectos para aprovechar los positivos frente a los negativos”.

FUENTE: compromiso.atresmedia.com

El 68% de los adolescentes utiliza el móvil más que antes del inicio de la pandemia

El estudio de Empantallados «El impacto de las pantallas en la vida familiar» analiza cómo ha evolucionado conciliación familiar y las nuevas tecnologías tras el paso del Covid-19

Por AITOR CABALLERO CORTÉS

Silvia Álava Empantallados

El inicio de la pandemia y el confinamiento provocó que otros tipos de ocio que no fuera el digital desaparecieran de las opciones. Esto hizo que hubiera un crecimiento de hasta un 76% de uso de pantallas respecto a antes de la pandemia. Actualmente, estando inmersos en la nueva normalidad, este uso de las nuevas tecnologías no ha vuelto a niveles prepandemia, sino que se ha mantenido de forma similar. Según el estudio de Empantallados, no han sido solo los adolescentes los que han incrementado el uso de la tecnología –hasta un 68% reconoce usar el móvil más que antes de la pandemia– sino también los padres. Un 64% afirma tener un consumo mayor del teléfono.

Los padres como referentes

Algunos expertos que han colaborado en el análisis del estudio, como Charo Sábada, hablaban en la presentación del mismo acerca del papel de los padres como referentes: “aunque parezca que no, los hijos siguen haciendo caso a sus padres”. Así lo afirma Empantallados en su investigación, que recalca que el 78% de los adolescentes siguen los consejos de sus padres. Por ello, Silvia Álava, psicóloga infanto-juvenil, recalca lo importante que son los padres para sus hijos: “son un modelo, y hay que cuidar esa figura”, afirma.

Por ello, los expertos destacan en la importancia de que los padres deben enseñar a sus hijos a usar estas tecnologías. “Lo que no podemos es dejarles un teléfono o una tablet y dejarles solos. Tenemos que acompañarles en este proceso” declara Álava. La psicóloga cree que no es cuestión de una vigilancia exhaustiva, sino simplemente de mantener una serie de normas. Unas normas que, a raíz de la pandemia, más de la mitad de los padres (51%) reconocen haber flexibilizado, aunque no opinan así los jóvenes (34%).

Silvia Álava, psicóloga «Vamos a dejar de usar la tecnología como anestesiadores emocionales. Hay que buscar otro tipo de ocios, no solo el digital «

El estudio también incide en las razones por las que los jóvenes usan los móviles.

Y el primer motivo es el aburrimiento. Hasta un 84% lo hace por esta razón, sobre todo cuando están solos en casa. Todos los expertos coinciden en que el ocio digital “debe ser uno más”, pero es importante que “no sea el único”. Daniel Morales, director de Responsabilidad Social Corporativa de Orange, hablaba que este estudio “no busca demonizar la tecnología, sino simplemente ver sus consecuencias si no ponemos un control”.

Los ponentes además, creen que los usos de la tecnología y los comportamientos de los adultos apenas difieren del de los jóvenes. “El objetivo es evitar emociones desagradables, pensar en uno mismo, aunque esto no es necesariamente malo. Vamos a dejar de usar la tecnología como anestesiadores emocionales. Hay que buscar otro tipo de ocios, no solo el digital”, dice Silvia Álava. Y para esto, el comportamiento de los padres y su “criterio educativo para navegar por internet es fundamental”, declara Charo Sábada.

La salud emocional, la principal preocupación de los padres.

Otro de los datos destacables del estudio es que el 65% de los padres piensan que las redes sociales son una amenaza para el autoestima de los adolescentes. Pero, para Silvia Álava no es del todo así, ya que cree que lo que causa ese malestar es “compararse con otros”. Entre otras preocupaciones están la relación con desconocidos, el ciberacoso –en el cual coinciden con los jóvenes–, el acceso a contenidos inadecuados y la adicción a las redes.

En la recopilación llevada a cabo por Empantallados en 2020, la investigación concluía que las pantallas eran capaces de unir a las personas. En un contexto pandémico y de confinamiento, la tecnología era la manera de acercarse un poco a los demás. Pero este estudio también advertía que también podía separarnos: “las pantallas no pueden sustituir a lo presencial” expone Álava. Esta tendencia parece que aún queda lejos, ya que, en el fondo, muchos adolescentes prefieren lo presencial a lo digital. Un 80% opta por clases tradicionales frente al modelo en remoto, y un 36% prefiere quedarse en casa jugando a un videojuego que salir a la calle.

Los padres, como educadores digitales.

A pesar de ser los jóvenes los conocidos como nativos digitales, son ellos los que más tendencia tienen a creerse bulos: un 21% afirma haber reenviado alguna noticia que no era cierta, frente a un 13% de los padres. Sin embargo, los progenitores creen que sus hijos llevan mejor la sobrecarga informativa, y están en lo cierto: un 35% se sienten agobiados por las notificaciones, por un 45% de los padres.

Los ponentes creen que esta mayor creencia de bulos por parte de los adolescentes se debe a dos motivos: que pasan más tiempo conectados y su menor experiencia vital. Es por esto que el papel de los padres es vital y deben “dar ejemplo”, exponen.

Rodrigo Miranda, director general de ISDI «Los hijos, por primera vez, preguntan a sus padres qué carrera deben estudiar y sus padres no saben qué responder «

Rodrigo Miranda, director general del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI), cree que es fundamental que los padres incorporen competencias tecnológicas. En concordancia con Sábada y Álava, al ser los padres un “espejo en el que los hijos se miran”, deben ser los primeros en estar al tanto de la tecnología. “Los hijos, por primera vez, preguntan a sus padres qué carrera deben estudiar y sus padres no saben qué responder”, explica Miranda.

Por último, Miranda también habló de la necesidad de modernizar las competencias tecnológicas en la Educación: “de casi 3.000 grados que hay en España, aproximadamente 100 tienen las competencias digitales necesarias”.

FUENTE: magisnet.com

Las pantallas inundan la pospandemia familiar

«Nos dirigimos hacia un futuro cada vez más digital», explica María José Abad, directora de contenidos de Empantallados. El reto es «maximizar las oportunidades y minimizar los riesgos»

Por José Calderero de Aldecoa

­—Irene, no sé si habré cogido el bicho. Me encuentro regular.

—Voy a comprar unos tests, porque el niño tiene fiebre.

El resultado, todos positivos. La consecuencia, confinados durante una semana. Así, todo el espacio exterior se redujo durante siete días a una pequeña terraza, que se convirtió en uno de los lugares más visitados de la vivienda de esta familia valenciana. Pero no fue, sin embargo, la única posibilidad de contacto con el exterior: «Igual que en el confinamiento de 2020, tiramos mucho de las nuevas tecnologías para hablar con la familia. Mi marido teletrabajaba desde el despacho y nuestro hijo pudo no perder el ritmo de las clases gracias al servicio de Google Classroom», explica Irene. Eso sí, «en cuanto dimos negativo –hace una semana y media– nos fuimos toda la tarde al campo», añade. El caso de esta familia no es excepcional. La experiencia de Irene, su marido y su hijo es paradigmática en lo que se refiere a la relación de las personas con las pantallas. «La pandemia ha sido como pisar el acelerador a fondo, como un tsunami que lo ha inundado todo, y lo que hay que ver es cómo podemos maximizar oportunidades y minimizar riesgos, teniendo en cuenta que nos dirigimos hacia un futuro cada vez más digital», explica María José Abad, directora de contenidos de Empantallados, una iniciativa de Fomento de Centros de Enseñanza que aspira ayudar a los padres a aprovechar la tecnología como una oportunidad más para educar. En cifras:

75 % de los jóvenes ha aprendido a hacer algo nuevo gracias a algún videotutorial

2/3 de los chicos utilizan más el móvil ahora que antes de la pandemia

78 % de la juventud reconoce que hace caso de los consejos de sus padres

Con este objetivo, Empantallados presentó el pasado martes la IV edición del estudio El impacto de las pantallas en la vida familiar, que ha sido elaborado por GAD3 y que en esta ocasión lleva por título «Familias y adolescentes tras el confinamiento: retos educativos y oportunidades». Los primeros datos que se destacan en el mismo hablan del aumento del uso de la tecnología: dos de cada tres adolescentes y el 64 % de los padres utilizan el teléfono móvil más que en la vieja normalidad. Por otro lado, el confinamiento ha acentuado una realidad que ya existía: el 56 % de los padres creen que los hijos están más enganchados a las pantallas que antes de la COVID-19. Y los chicos reconocen, en un 84 %, que usan el móvil para no aburrirse.

El reto es utilizar las pantallas con sentido

«El reto es utilizar las pantallas con sentido, teniendo claro el para qué», propone Abad. «Que cuando el joven vaya a utilizar el móvil sin que no sea porque no tiene otra cosa que hacer, sino para algo en concreto», añade. De hecho, «hay mucha diferencia cuando un adolescente utiliza el teléfono para posturear y pasar el rato, o para, por ejemplo, compartir algo que tiene que ver con sus aficiones», apunta. «Es necesario ayudar a los jóvenes a tener un proyecto personal en redes , que se creen una marca personal basada en sus hobbies. Esto les hace mejorar muchísimo».

Silvia Álava, psicóloga, fue una de las expertas que participó el martes en el presentación del estudio de Empantallados y GAD3. Foto: Empantallados.

Uso equilibrado

Por último, la directora de contenidos de Empantallados señala la importancia de fomentar un uso equilibrado de la tecnología y combinarla con otras actividades como el deporte, el voluntariado, la lectura o las excursiones por la naturaleza. «Lo ideal sería que de 0 a 2 años no hubiera pantallas. Hasta los 6 el uso tiene que ser muy limitado y controlado y, a partir de ahí, lo más importante es que haya unas normas de uso».

Trabajar la educación emocional

Más allá de la cantidad de horas, el estudio señala la salud emocional como el principal reto educativo. «El 43 % de los adolescentes creen que las pantallas producen en ellos una montaña rusa de emociones; el 55 % piensan que los ayudan a ser más felices, y el 48 % a evadirse de su realidad diaria». Para hacer frente a esta realidad, la psicóloga Silvia Álava habla de la importancia de trabajar la educación emocional. «Hay que enseñar a los chicos a ser conscientes de sus emociones, a ponerles nombre, a potenciar las buenas y regular, que no tapar, las desagradables», explica. Asimismo, destaca el papel de los padres, que son su modelo de referencia. En este sentido, «es clave ver qué ejemplo estás dando a tus hijos; ayudarlos a mejorar su autoconcepto, es decir que conozcan cuáles son sus puntos fuertes y también los flojos; permitirles que cometan errores y que estos se conviertan en una fuente de aprendizaje y no en un motivo de castigo», y por último, Álava señala la necesidad de emitir «mensajes claros, concisos, concretos y adaptados a su edad».

FUENTE: alfayomega.es

El 84% de los adolescentes usan el móvil para evitar aburrirse, sobre todo cuando están solos en casa. Estudio realizado por empantallados.com

El 84% de los adolescentes en España afirman que usan mucho el móvil para no aburrirse; y utilizan más las pantallas cuando están solos en casa. Es una de las principales conclusiones de la cuarta edición del estudio “El impacto de las pantallas en la vida familiar. Familias y adolescentes tras el confinamiento”, realizado por empantallados.com y GAD3, con el apoyo de Orange, a través de su iniciativa ‘Por un uso Love de la Tecnología’, y la Comisión Europea.

La investigación, llevada a cabo a finales de 2021, se basa en una encuesta a una muestrarepresentativa de padres con hijos adolescentes, así como a adolescentes entre 14 y 17 años; y en focus groups con adolescentes y padres. Analiza los cambios de usos digitales de padres e hijos tras el confinamiento, y los principales retos que plantea la adolescencia en el entorno digital.

En el acto de presentación han participado Narciso Michavila, presidente de GAD3 y Pía García Simón, de Empantallados, quienes han comentado las principales cifras del estudio; así como Daniel Morales, director Responsabilidad Social Corporativa de Orange. A continuación, tres expertos han hablado sobre el papel de las familias en el nuevo contexto, el reto educativo de la salud emocional y las nuevas profesiones: Charo Sádaba, investigadora europea de menores y tecnología, y decana de la facultad de comunicación de la Universidad de Navarra; Silvia Álava, psicóloga; y Rodrigo Miranda, director general de ISDI, primera escuela de negocios nativa digital.

LAS 5 CLAVES DEL ESTUDIO

1. La nueva normalidad de las familias es cada vez más tecnológica. El inicio de la pandemia provocó un cambio drástico en la relación de padres y adolescentes con la tecnología. El tiempo de uso de pantallas se disparó en los hogares españoles, y continuó en niveles muy elevados tras el confinamiento. Dos de cada tres adolescentes (68%) utilizan el teléfono móvil más que en la “vieja normalidad”, solo cuatro puntos más que los propios padres (64%). Y el teletrabajo y las clases digitales han “revivido” al ordenador: más de la mitad de padres (51%) e hijos (54%) reconocen utilizar este dispositivo más que antes.

Este incremento de tiempo llevó a replantear las normas de utilización de pantallas en casa, y tras el confinamiento no se ha vuelto a la realidad anterior. La mitad de los padres (51%) reconocen que las normas digitales se han flexibilizado; algo que solo percibe uno de cada tres adolescentes (34%). El aumento de confianza de los padres en sus hijos, cuando estos van creciendo; y la inercia de la pandemia, lo explican.

2. Las pantallas, refugio para los adolescentes. El 84% de los adolescentes afirman usar mucho el móvil para no aburrirse; y reconocen usar más las pantallas cuando están solos en casa. Los jóvenes usan mucho las pantallas, pero ya lo hacían antes de la pandemia.El confinamiento ha acentuado una realidad que ya existía: el 56% de los padres creen que los hijos están más “enganchados” a las pantallas que antes de la COVID-19.

¿A qué se debe el consumo excesivo? Las pantallas ofrecen un remedio inmediato frente al aburrimiento. Los padres se quejan de que se trata de una generación con menor capacidad para afrontar la frustración. Fomentar un uso de las pantallas con un “para qué” (como potenciar un talento), o promover otras actividades (voluntariado, deporte, salidas a la naturaleza…) puede ser parte de la solución. En el fondo muchos adolescentes prefieren lo presencial: solo el 36% de prefieren quedarse en casa jugando a un videojuego a salir a la calle; y casi el 60% prefiere las clases presenciales.

3. El principal reto educativo: salud emocional y bienestar digital. El 65% de los padres piensan que las pantallas y las redes sociales son una amenaza para la autoestima de los adolescentes. La tecnología es la puerta de acceso a experiencias emocionales intensas. El 43% de los adolescentes creen que las pantallas producen en ellos una montaña rusa de emociones. Más aún; el 55% piensan que les ayudan a ser más felices, y el 48% a evadirse de su realidad diaria.

Los videojuegos ayudan a sentirse mejor al 59% de los adolescentes; las redes sociales, al 52%. Otros datos, aunque con carácter más minoritario, invitan a la reflexión sobre el impacto que las pantallas tienen en la salud emocional de los adolescentes: sin móvil durante dos días, el 16% de los adolescentes no se aguantarían a sí mismos; y el 12% se sentirían sin ganas de nada.

En cuanto a las preocupaciones más frecuentes sobre el entorno digital: la relación con desconocidos es lo que más preocupa a los padres, y el ciberacoso la principal preocupación de los adolescentes. El acceso a contenidos inadecuados, daños en la salud mental (ansiedad, depresión…) y la dependencia o adicción a redes sociales son otros factores de preocupación.

Más del 20% de los adolescentes reconocen que les han insultado por WhatsApp o redes sociales. En cuanto a contenidos inadecuados o prácticas de riesgo, en el último mes el 20% reconoce abiertamente haber visto pornografía, el 7% apostado en una web de apuestas y el 5% haber enviado a otra persona imágenes desnudo. En los dos primeros casos, el porcentaje es mayor entre los chicos, y en la tercera, entre las chicas.

4. Los padres siguen siendo el principal referente de los hijos. La irrupción de la tecnología en el hogar ha puesto de manifiesto la importancia del papel educativo de los padres. El 78% de los adolescentes reconocen que, aunque piensen distinto, hacen caso de los consejos de sus padres. En cuanto a la elección de estudios, una de las decisiones más importantes para un adolescente, el 60% afirman que a quienes hacen más caso es a sus padres, seguidos de a sus amigos y tutores. Los influencers no parecen jugar un papel relevante en esta decisión (solo el 6% dicen que les harían caso). 

Las series y las películas pueden ser una ocasión para generar conversaciones en familia: tres de cada cuatro padres consideran que ver series y películas con los hijos facilita generar temas de conversación importantes con los hijos. Este dato contrasta con que la mayoría de los adolescentes ven las series habitualmente solos (56%), y que los padres las ven habitualmente en compañía de su pareja (61%).

Por otra parte, la familia es espacio de aprendizaje conjunto de las nuevas realidades tecnológicas. En el último año, el 48% de los adolescentes han ayudado a sus padres con cosas de pantallas que sabían más (videoconferencias, redes sociales…). Y el 43% de los padres han ayudado a sus hijos en temas que dominaban mejor, como los programas Office. Aunque más de un 30% de los padres afirman que se siente perdido en cómo educar a su hijo en un uso saludable de las pantallas.

Asimismo, la familia es un espejo en el que se reflejan las fortalezas y debilidades que las distintas generaciones hacen de las pantallas. El 71% de los padres afirman que sus hijos tienen menos criterio para diferenciar la calidad de las noticias; y que, por tanto, son más vulnerables a bulos y fake news. En el último año, dos de cada diez adolescentes (21%) han reenviado alguna noticia falsa pensando que era cierta. Una cifra que desciende hasta el 13% entre los padres.

Al mismo tiempo, el 65% piensan que sus hijos gestionan mejor la sobrecarga informativa del ámbito digital. Lo ilustra la avalancha de mensajes que reciben por WhatsApp y redes: el 45% de los padres se sienten agobiados por el aluvión de notificaciones; 35% en el caso de los adolescentes. 

5. Hacia un futuro cada vez más digital. Con el confinamiento, la sociedad dio un gran salto en competencia digital; las pantallas eran la única ventana al trabajo, a mantener relaciones sociales, etc. Dos años después, el 67% de adolescentes resaltan que las pantallas les facilitan buscar nueva información; el 58%, que la tecnología les ayuda a tener más comunicación con los demás; y el 53% que les ayudan a ser más curioso y generar nuevas inquietudes.

Una tecnología que, además, les facilita desarrollar competencias nuevas, propias de la era digital, como el aprendizaje permanente o nuevas formas de trabajo en equipo. El 75% de adolescentes han buscado recientemente algún videotutorial para aprender a hacer algo nuevo. Y, en el último año, el 60% han hecho algún trabajo de modo colaborativo.

Los padres saben que el horizonte de los hijos es cien por cien digital. El 94% dicen que las pantallas van a ser muy importantes para el futuro profesional de sus hijos. Y el 92% saben que internet cambia muy rápido el mercado laboral.

FUENTE: orange.es

Una generación eternamente desconcentrada: «No puedo hacer nada durante más de quince minutos sin mirar el móvil»

Por JAVIER LACORT @jlacort

Imagine, querido lector, que está empezando a ver una película, a leer un libro o trabajando con su ordenador. ¿Cuántos minutos pasarán antes de que su mano empiece a acercarse a su bolsillo para sacar de ahí su teléfono y consultar notificaciones o abrir redes sociales para ver qué hay? Seguramente, muy pocos.

«He perdido la concentración que tenía antes. En el trabajo saco todo adelante, pero tengo pequeñas desconexiones mirando el móvil. Luego me cuesta horrores leer un libro, soy incapaz. Me puse un tope de tiempo de uso del móvil, pero me acababa dando igual y volvía a mirarlo cada diez minutos». Este es el principio del testimonio de Toni (nombre modificado, como todos los del reportaje, para preservar su anonimato), periodista especializado en videojuegos, sobre su capacidad de atención, que ha visto erosionada a sus 35 años. «Cuando tenía 25 me concentraba más y podía pasar horas viendo o haciendo algo concreto. Ahora mismo hacer algo así me cuesta muchísimo».

Roberto, editor de vídeo en una productora audiovisual, explica que nota algo muy similar que ha ido a más. «En redes sociales no publico demasiado, pero así y todo me paso el tiempo consumiendo contenido en redes sociales. TikTok fue un antes y un después. Me tuve que poner un limitador de tiempo de uso para intentar controlarlo, porque es un pozo. Es infinito, siempre ves más y más vídeos que te gustan, no paras, no tienes que pensar ni que buscar nada. Parece que te lee la mente para darte lo que te gusta. Eso engancha muchísimo». Tiene 28 años.

Sara, redactora de tecnología de 36 años, cuenta un testimonio muy similar. «El 1 de enero de 2021 publiqué como uno de mis objetivos de año nuevo controlar mejor esto. Acabar con mis distracciones ha sido una cruzada. Me distraigo muy fácilmente, Twitter, Instagram y YouTube me han hecho muchísimo daño. He logrado avances, pero tengo recaídas. Me queda mucho camino».

«En nuestras pantallas todo va tan rápido que cuando pasas al mundo real todo parece ir demasiado lento»

Estos testimonios son fáciles de encontrar a nuestro alrededor en cuanto uno dedica un par de minutos a hablar sobre la capacidad de mantener la atención en algo, especialmente fuera de la pantalla de nuestro móvil. Empezar admitiéndolo en el caso de uno mismo suele servir para que el otro se quite la máscara y lo reconozca también. Miramos el móvil cada diez o quince minutos si tenemos la más mínima oportunidad, lo cual no siempre significa que sea un buen momento para hacerlo. Desviamos nuestra atención demasiado a menudo. Nos aburrimos con demasiadas cosas.

Silvia Alava

«Si nos pasa a tanta gente es que hay algo detrás. Tiene que ver con cómo están hechas las pantallas, buscan captar al máximo nuestra atención con el mínimo esfuerzo por nuestra parte», explica la psicóloga Silvia Álava. «Cuando lees un libro o haces alguna otra actividad, el proceso de atención sostenida lo has de hacer tú. Cuando miras a una pantalla, eso lo hace ella sola, los estímulos cambian mucho, a nivel visual y auditivo. Todo se mueve a tal velocidad que cuando vas a la velocidad del mundo real parece aburrido, lento. De ahí salen cosas como ver vídeos o escuchar audios a 2x. En el mundo real te aburres porque no estás hiperestimulado, eres tú quien ha de mantener la atención».

Roberto hablaba sobre TikTok como el punto de inflexión. No es casual. «TikTok es el ejemplo perfecto: vídeos muy cortos hechos para enganchar, cambian constantemente. Son estímulos. Como saben los mecanismos neuropsicológicos que hay tras la atención, consiguen engancharnos«, explica Silvia. Esto, según la psicóloga, tiene sus efectos en nuestro día a día: estamos tan acostumbrados a contenido rápido, de estímulos inmediatos, que cuando vemos producciones largas como una película nos aburrimos si no hay acción desde el minuto uno.

Desconexiones laborales

Los cuatro entrevistados coinciden en que estas distracciones tienen consecuencias en su trabajo. Si bien no se dan situaciones dramáticas, sí son más de las que les gustaría. Nadie ha sido despedido por ello, pero sí tienden a trabajar más horas de las debidas para compensar esos despistes, o a alargar mucho las entregas hasta el tope fijado. «Me cuesta mucho pasar más de quince minutos mantenerme concentrado. Cuando no queda otra y has de estar al 100% sí, porque no te queda otra. El resto del tiempo vas picoteando, haciendo pausas, buscar estar ocupado con algo que no requiera mucho esfuerzo», dice Roberto.

«A mí me ha pasado incluso en reuniones de trabajo, hablando con mis compañeros, me distraigo. Hace unos años no me ocurría», cuenta Sara. «Algo que también noto es que tampoco disfruto del ocio como antes. No sé gestionarlo bien, me viene la necesidad de mirar el móvil y se me va mucho tiempo así en lugar de haciendo lo que realmente quiero hacer«, explica. Añade que hay límites que no sobrepasa, como cuando está en el cine. «Hay gente que es incapaz de estar dos horas viendo una película sin consultar el móvil y molestar a los demás con la luz, yo eso sí que no lo hago».

Los estímulos rápidos y constantes que comentaba Silvia también influyen en los momentos en que somos más propensos a las distracciones. O que buscamos más el móvil como evasión instantánea. «Noto que me distraigo más cuando tengo alguna tarea larga, difícil o incómoda. Si tengo por delante algo que sé que me va a llevar muchas horas, mi cerebro me invita a distraerme con otra cosa», nos explica Sara, y así empiezan las sesiones de scroll, de paso de una red social a otra, consulta de la mensajería, etc.

Un estudio de Gloria Mark, profesora de informática en la Universidad de Irvine e investigadora en informática social, ya advirtió en 2008 del peaje del «trabajo interrumpido«. Los flujos de atención intermitente por la consulta del correo cada poco tiempo derivaban en un peor rendimiento, pero también en un mayor estrés para el empleado por el cambio de foco de atención. En 2008. Hoy, con todo lo que ha llegado desde entonces, sabemos que la multitarea mata la productividad. Pasar del trabajo a la consulta constante del móvil es otra forma de multitarea.

«Quiero volver a hacer algo con mis manos»

Roberto, como muchos otros en esta era, ha acabado usando principalmente pantallas tanto para su ocio como para su negocio. Trabaja editando vídeos y se entretiene viendo otros vídeos, jugando a videojuegos o consumiendo redes sociales. Un punto de inflexión. «Ahora tengo ganas de apuntarme a hacer cerámica, porque tengo ganas de hacer cosas con las manos. Algo que no requiera el ordenador. Igual que en el deporte. Pero luego en el gimnasio ves gente sentada un buen rato con el móvil…».

El smartphone ha canibalizado decenas de utensilios, desde el calendario hasta la agenda telefónica pasando por el reproductor de música. Roberto, además de cerámica y deporte, quiere volver a descentralizar algunas actividades y desligarlas del smartphone. «Hace poco quería comprarme una Game Boy, de las tradicionales, las de cartuchos. No quiero un emulador en mi móvil, quiero un cacharro independiente. Últimamente he visto incluso gente interesada en recuperar su iPod para escuchar música sin depender del móvil«.

Silvia explica este sentimiento hablando de autosatisfacción, realización. «Si hacemos algo creativo con las manos, nos sentimos especialmente bien, útiles, conectamos con nuestra parte creativo. Cosas de la época de nuestros abuelos, como el ganchillo, están volviendo por eso.

Más allá de la satisfacción de actividades artísticas y de creación, también sabemos que el aburrimiento es en cierta forma necesario, sobre todo para generar espacios vacíos en los que comenzamos a pensar, generamos ideas y fluye nuestra creatividad. No necesariamente ligada al trabajo, sino simplemente para tener momentos en los que pensar en nosotros mismos. La mano buscando el móvil en cuanto tenemos un momento de aburrimiento, como en una sala de espera o mientras subimos en ascensor, también va matando esos espacios.

Salidas

francisco tabernero

Además de a Silvia, preguntamos a otro psicólogo, Francisco Tabernero, si llegados a este punto hay vuelta atrás o nuestra capacidad de concentración se ha erosionado de forma permanente. Buenas noticias. «Esto es algo que se puede recuperar una vez te pones a trabajar en esos procesos de atención, no hablamos de un daño cerebral», dice Silvia. Francisco coincide: «Si se me estuviese deteriorando la atención es que se me estaría deteriorando el cerebro, y no es así. Simplemente, el comportamiento compulsivo de consultar el teléfono está interfiriendo con tareas que impiden la atención sostenida«.

Ese comportamiento compulsivo se asemeja al de un fumador buscando su cigarrillo cada poco tiempo, aunque Francisco lo encaja más en las mecánicas de los juegos de azar. «El cigarro no te aporta un placer o un beneficio, no es refuerzo positivo, se fuma por refuerzo negativo, para aliviar el síndrome de la abstinencia. Lo del móvil explica una conducta adictiva, porque no sabemos cuándo nos caerá la recompensa. Como en una tragaperras. Entramos constantemente buscando el premio en forma de una foto que compartir con los amigos, un vídeo que nos haga reír, un texto que nos guste leer… El símil es con la tragaperras».

La salida pasa principalmente con una concienciación que vaya acompañada de acciones graduales para hacer un uso más consciente del móvil, y menos por inercias adquiridas. «Por ejemplo, fijarse la meta de pasar quince minutos sin mirar el móvil. Luego, media hora. Luego, una hora… Así vamos deshabituándonos», dice Francisco. «Más que un problema de atención, es de conducta«.

«Hay gente que, sin que sea tanto su principal motivo, viene a consulta porque es muy adicta al móvil y ya le está afectado a todos los niveles de su vida. Incluso a la autoestima». Como con los casos de ludopatía, a menudo se acude a terapia cuando los síntomas ya son tan evidentes que todo el círculo social los ha percibido como algo grave. No es lo habitual llegar a ese extremo, pero tampoco parece que la pérdida de atención en muchos ámbitos a causa del móvil sea un problema residual.

FUENTE: XATAKA.COM

Niños y pantallas: 11 pautas sobre educación digital. Colaboración con SerPadres y Empantallados

Os dejamos este vídeo sobre realizado en colaboración con Ser Padres y Empantallados en el que os damos pautas para generar una buena relación con las pantallas.

#Vídeo Hablamos de teletrabajo, conciliación y tiempo de pantalla de nuestros hijos para Empantallados

En relación al estudio de Empantallados y GAD3 sobre el impacto de las pantallas en la vida familiar durante el confinamiento, os adjunto mi vídeo sobre teletrabajo, conciliación y tiempo de pantalla de nuestros hijos

Las relaciones familiares han mejorado durante el periodo de reclusión en casa pero:

  • ¿Qué papel han jugado las pantallas?
  • ¿Hasta dónde han contribuido a esta mejora?

Los datos del estudio revelan que el alcance de estas ha sido muy grande; y deja entrever que el cambio sociológico y tecnológico que esta crisis sanitaria ha producido es más profundo de lo que pudiera parecer a simple vista. Hablamos sobre nuestra visión de todo ello, dándonos una serie de pautas para afrontar de manera positiva la comunicación en casa.