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Sigue el ejemplo de los padres noruegos para criar niños autónomos y responsables

Los niños nórdicos van solos al colegio desde pequeños, juegan en la calle sin supervisión, preparan la cena… Esto es lo que hacen el país nórdico para criar niños autónomos y responsables.

Por Carmen Barreiro

Los niños noruegos de padres divorciados pueden recorrer el país de punta a punta ellos solos cuando les toca cambiar de casa sin mayor problema, ni tanto drama. Lo hacen desde muy pequeños. Salen con su mochila –que preparan ellos mismos–, caminan hasta la estación, suben al tren o al autobús, hacen transbordo si es necesario, se bajan en la parada correspondiente y andan de nuevo hasta llegar a su destino.

¿Crees que tus hijos serían capaces de hacer esto con 8 o 9 años?

Y lo más importante en este caso, ¿les dejarías hacerlo? La respuesta a esta pregunta es básicamente lo que nos diferencia de los noruegos en cuanto al modelo de crianza. La mayoría de nosotros seguro que contestaríamos que no, que no se lo permitiríamos, que como van a ir solos en el metro tan pequeños, que se pueden perder, que les puede pasar cualquier cosa, mientras que ellos ni se plantean esa cuestión. ¿Por qué no van a poder hacerlo?, responderían.

La cultura noruega valora la independencia por encima de todo y se espera –y fomenta– que los niños también aprendan a valerse por ellos mismos desde muy pequeños. No es una moda educativa pasajera, les sale natural porque es su manera de entender la vida en sociedad. Los críos van al colegio solos desde los seis años, juegan en la calle sin la supervisión de un adulto, se hacen la merienda y se suben a los árboles o saltan desde una roca sin que nadie a su alrededor se lleve las manos a la cabeza. Es lo que se conoce como crianza en libertad, un modelo educativo al que aspiran muchos padres pero que fuera de los países nórdicos no siempre termina de encajar.

«El mayor error que cometemos hoy en día como padres a nivel general es el de la sobreprotección»

Silvia Álava, Psicóloga

No cabe duda de que el alto poder adquisitivo de los noruegos, su baja tasa de criminalidad y sus envidiables derechos de paternidad y maternidad facilitan este tipo de crianza, pero esta filosofía educativa, basada en la independencia, la confianza y el contacto con la naturaleza, pero también en el cumplimiento de las normas y el respeto hacia los demás, va más allá de una cuestión económica o de unos buenos servicios públicos, que también. «Cada familia debe valorar cuál es el estilo de crianza que quiere para sus hijos, pero está claro que hoy en día el mayor error que cometemos como padres a nivel general es el de la sobreprotección», reconoce la psicóloga Silvia Álava en relación al modelo educativo predominante en nuestro país.

«No podemos ser apagafuegos»

«Nos pasamos demasiado tiempo resolviendo los problemas de nuestros hijos –añade la especialista– y esa actitud solo les genera inseguridad. Es justo lo contrario de lo que hacen en los países nórdicos, donde lo que se fomenta es la autonomía desde muy pequeños. Como padres tenemos que acompañarles, que sepan que estamos con ellos si les pasa algo, que les vamos a dar respaldo… Pero lo que no podemos hacer es ser su apagafuegos. Tienen que aprender a hacer las cosas por ellos mismos, a solucionar sus problemas. Tenemos que poner el foco en enseñarles a levantarse no en evitarles todas las caídas».

Responsabilidades adaptadas a cada edad

Ahora bien, aunque la mayoría de padres estarían encantados con la idea de tener un niño fuerte, independiente y decidido «también tenemos que ser conscientes de nuestro entorno. En Noruega los críos pueden ir solos al colegio desde bien pequeños porque todo está preparado para ello. Tenemos que fomentar la autonomía, pero siendo realistas. Si tu hijo de seis años tiene que cruzar dos carreteras y coger un metro para llegar a clase, pues igual no es del todo factible, pero en un pueblo quizás sí puede hacerlo. Muchas veces el problema es que los padres pensamos que los niños son pequeños para hacer determinadas cosas y no es así», comenta Silvia Álava y pone varios ejemplos.

«Un crío de cuatro años es perfectamente capaz de vestirse y desvestirse solo, de lo que no es capaz es de hacerlo a la velocidad que nosotros necesitamos que se vista para no perder el autobús o llegar a tiempo al colegio. Es decir, tendremos que levantarnos antes e ir redirigiendo su atención para que no se despiste. Pasa lo mismo con la mochila o los deberes. Si le mandan tareas es porque el profesor considera que está perfectamente capacitado para hacerlas solo».

Frío ¿Quién dijo frío?

Otro de los pilares de la crianza en libertad es el contacto con la naturaleza, jugar en la calle, experimentar y… aprender de los errores. Dicen los noruegos que no existe el mal tiempo sino la ropa inadecuada y con esta premisa no hay excusa para no disfrutar del aire libre. Su filosofía es que si un niño se sube a un árbol y se cae, esto le hará mejor escalador la próxima vez. Entienden el fracaso como una herramienta de aprendizaje. «Aquí directamente les prohibimos que suban en lugar de enseñarles a caer», argumenta la autora del libro ‘Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia’.

El modelo noruego funciona, entre otras cosas, porque se sustenta en un profundo respeto por el cumplimiento de las normas, un civismo llevado al extremo que no se contempla en todos los países. Los padres les dan libertad, pero los niños también cumplen.

FUENTE: elcorreo.com

¿Cómo guiar a tus hijos adolescentes en el uso seguro de las redes sociales?

¿Tienes hijos adolescentes y te preocupa el uso que puede hacer de las redes sociales? No desesperes, aquí te mostramos una serie de recomendaciones que puedes usar para guiarlos de forma segura y responsable

  1. Establece un espacio abierto para que tus hijos compartan contigo sus experiencias en las redes sociales, sin miedo a juicios
  2. Enséñales sobre privacidad en línea, cómo detectar información falsa y cómo evitar riesgos como el ciberacoso
  3. Acuerda reglas sobre el tiempo en las redes sociales y la importancia de desconectar durante momentos familiares y de estudio
  4. Mantén un seguimiento de sus actividades en redes sociales para estar al tanto de su seguridad
  5. Anima a tus hijos a desarrollar hobbies y actividades que no dependan de pantallas

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¿Juegos en la calle o en casa?

Cada vez los niños juegan menos en la calle y más en casa y con dispositivos electrónicos. En este vídeo os contamos las ventajas de los juegos en la calle.

Cuando los niños juegan fuera se trabajan los procesos atencionales, de negociación, y de aceptación de unas normas, algo fundamental para el desarrollo de las habilidades sociales, además de la psicomotricidad.

Información relevante que os comparto en este vídeo:

  • Beneficios de los juegos en la calle
  • Desarrollo de las habilidades sociales
  • Trabajar las destrezas motoras
  • ¿Qué hacemos con los niños más inseguros?

Haz click en la imagen para ver el vídeo en el portal Internet Seguro

Estas son las razones por las que cometer errores y fracasar puede ser muy beneficioso para los niños.

¿Por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños?

Alguna vez te has preguntado ¿por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños? ¿Suena contradictorio? Realmente no lo es, porque de los errores se aprende y aquí te lo diremos más a detalle, ya que no siempre fracasar es sinónimo de derrota o de dejarse caer, ¡al contrario! Es la oportunidad perfecta para salir victorioso, esforzarse y hacer las cosas mucho mejor. ¿Quieres saber más?

Por qué cometer errores y fracasar SÍ ayuda a los niños a ser mejores

¿Por qué solemos esconder nuestros errores? Es una pregunta muy común que todos nos hemos hecho alguna vez y esto es porque tenemos el error asociado a la idea de fracaso. Parece que cuando una persona se equivoca es que ha fracasado, lo ha hecho mal y sienten que el resto de las personas le van a juzgar para mala. Por eso es bastante habitual que cuando cometemos un error lo primero que hacemos es intentar que las demás personas no se den cuenta.

Casi siempre, como adultos, intentamos esconder de los demás los errores que cometemos de los demás y sin querer esto es lo que les enseñamos a nuestros hijos: a hacer como que ‘no pasó nada’. Justamente ahí estamos mal como papás porque los niños cuando se equivocan lo que buscan es ver cuál es la reacción de sus padres y como muchas veces lo que ven es que los padres les regañan o incluso los llegan a castigar por el error cometido, mejor intentan evitar que se enteren y llegan a usar la mentira como defensa.

Por eso es importante entender que error no es igual que fracaso, sino que el error es una fuente de aprendizaje. Incluso existe el aprendizaje por ensayo y error, y se llama así precisamente por cómo se produce: cuando acertamos intentamos reproducir esas conductas que hemos hecho para conseguir el éxito y las que hemos errado y que no conllevan el éxito son las que dejamos de hacer.

Para que este aprendizaje por ensayo y error sea efectivo es fundamental dejar que los niños se equivoquen y analicen sus errores, no hay que demoniza esos errores, no hacer énfasis en que han errado, porque entonces volvemos al primer punto: en lugar de corregir el error, ellos creerán que la estrategia correcta es esconderlos y hacer de cuenta que no ha sucedido nada. Y eso NO es lo correcto.

¿Debemos dejar que nuestros hijos se equivoquen para que así aprendan?

¡Por supuesto! Hay que dejar que los niños, que las niñas, que los adolescentes e incluso los adultos nos equivoquemos porque es una forma de aprender. Tan así es una manera de aprender que como curiosidad el 13 de octubre se celebra en Finlandia el Día Nacional del Fracaso y lo que hacen allá es que invitan a grandes directivos de empresa, seres tremendamente exitosos a los colegios y universidades no para contar su éxito, sino para contar los errores que han cometido y qué hicieron para solventarlos. Increíble, ¿no?

Todo esto se trata de visualizar que detrás del éxito no hay una carrera en la que todo sale bien, sino que muchas veces nos equivocamos y qué hacemos para aprender de los errores. Hay una frase muy bonita de Michael Jordan, él decía: ‘He fallado más de 9 mil tiros en mi carrera, he perdido casi 300 partidos, 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que tengo éxito: porque he analizado los errores y por eso me ha permitido el éxito‘.

¡Qué palabras tan poderosas! De eso se trata precisamente: de enseñar a los niños que cometer errores y fracasar SÍ les ayuda a ser mejores. En caso de error hay tres pasos que vamos a seguir:

  1. No demonizar el error. Parece que cuando alguien se equivoca no hay nada más que hacer, un ‘ya está, ya te equivocaste y no hay marcha a atrás’. Por ejemplo, ‘es terrible rehacer los deberes‘, ‘cómo váis a corregir una redacción?’, ‘¡qué de tiempo vamos a perder en rehacer la cama si está mal hecha!’. Así es como demonizamos el error cuando los niños se equivocan: parece que han hecho algo imperdonable. Así que nunca lo hagas, hay que relativizar y permitirnos fallar
  2. Asumir nuestros errores. Como adultos no tenemos que ocultar nuestros errores, todos los humanos nos hemos equivocado no una ni dos veces ¡incluso mil veces!, y por eso es importante entender que el error es una fuente de aprendizaje, al asumirlo es reconocerlo y trabajarlo. Si yo oculto un error, por mínimo que sea, para que nadie se entere, entonces no estoy aprendiendo nada de ello.
  3. Aprender del error. Cuando nos equivocamos hay que analizar muy bien en qué hemos fallado porque el objetivo es buscar cómo arreglarlo y cómo aprender de esa situación. Los primeros que lo debemos hacer somos nosotros los adultos y solo así podremos enseñar a los niños a hacer lo mismo, a ser críticos con la secuencia de acciones que se han llevado a cabo y hacerlo de manera distinta para conseguir un resultado que sea mucho más exitoso.

Tips para ayudar a nuestros hijos a aprender de sus propios errores

Lo principal es la actitud con la que nos enfrentemos a ese error. Y digo enfrentemos porque es un trabajo propio del adulto, ya que si nosotros lo hacemos desde la regañina, desde decirle frases como ‘lo hiciste mal, te tengo que regañar’ hay que saber que del mal tono y las malas palabras hacia los niños no vamos a aprender, sino que será todo lo contrario,

Para aprender hay que hacerlo desde otro tipo de emociones, por ejemplo desde la calma, desde la serenidad y desde la curiosidad. Justamente esta es otra de las emociones que más fomenta el aprendizaje: la curiosidad, ya que pueden volverse unos detectives. ¿Qué te parece decirle a tu hijo ‘vamos a buscar exactamente dónde estuvo el fallo para no volverlo a cometer’? Esta estrategia te funcionará muy bien.

Hago énfasis en la actitud con la que nosotros como adultos les enseñaremos a buscar dónde está ese error y a ver cómo analizarlo de forma completamente diferente. ¿Por qué insisto en el tema de la actitud? Porque de esta depende mucho la manera con que estaremos trabajando la solución de problemas y el aprendizaje de los errores con los niños.

Con ellos siempre hay que hablar desde la calma, desde la serenidad y fomentando su curiosidad. El querer hacerlo bien como padres para aprender de los errores no se trata de fustigar, no se trata de regañar ni de castigar, sino de ver y analizar dónde está el fallo para la próxima vez no cometerlo. Y lógicamente eso se hace mucho mejor desde la calma y las ganas de hacerlo bien en el futuro.

Puedes leer más artículos similares a ¿Por qué los errores SÍ pueden ser benéficos para los niños?, en la categoría de Aprendizaje en Guiainfantil.com.

¿Eres un padre o una madre ventrílocuo?

«¿Cómo te ha ido el día, María?». Y el padre de María responde: «Bien, ha ido bien, ¿verdad?» ¿Te suena esta situación? Preguntarle a un niño algo sobre él y que su padre o madre conteste por él.

Pues bien, esto es un patrón de comportamiento conocido como «padre o madre ventrílocuo». Es decir, un padre ventrílocuo es aquel que suele responder por su hijo en lugar de permitirle que se exprese y tome decisiones propias.

Y, ¿por qué es perjudicial para los niños este comportamiento? Por varias razones, entre ellas porque afecta a su autoestima. Al no tener la oportunidad de expresarse y tomar decisiones, pueden sentirse inseguros de sí mismos e incapaces.

Además, esta dinámica podría limitar su capacidad de resolver problemas y desarrollar habilidades sociales fundamentales.

Pantallas sí o no: “Lo que debería preocupar es el uso fuera de la escuela”

Por Pablo Gutiérrez de Álamo Periodista especializado en educación. Director de El Diario de la Educación. Antes en Periódico Escuela

Las peticiones de prohibición o de control de los teléfonos móviles en los centros educativos están creciendo en las últimas semanas. Varias autonomías ya los han prohibido, mientras diferentes expertos y estudios no ven problemas en las pantallas y piden mayor formación en su uso.

Según quienes intentan estudiar los efectos, sean positivos o negativos, de las tecnologías, todavía queda mucho por hacer. Mientras que parece que algunas cosas pueden ser perjudiciales, otras pueden ser positivas. Ayer mismo se publicaba en la revista Nature un metanálisis de 2.400 estudios previos con una población total de casi dos millones de jóvenes. Entre los muchos resultados cabría destacar el escaso impacto, en un sentido u otro, de buena parte de los estudios.

La revisión, firmada por una veintena de académicos y académicas, ha repasado decenas de efectos de las pantallas en la educación para llegar a determinar cosas como que el uso generalizado de pantallas puede tener un efecto negativo en el aprendizaje, también ver la televisión o los videojuegos. Eso sí, “si el uso de pantalla involucraba la visualización conjunta (por ejemplo, ver con un padre), o si el contenido de los programas de televisión era educativo, la asociación con la alfabetización era positiva y significativa al nivel de confianza del 95%”.

En cualquier caso, explican las y los autores de esta revisión, “todos los efectos creíbles relacionados con los resultados educativos fueron de pequeños a moderados. Las intervenciones basadas en pantalla diseñadas para influir en un resultado (por ejemplo, un programa informático diseñado para mejorar el aprendizaje) tendían a tener tamaños de efecto más grandes que las exposiciones que no estaban específicamente destinadas a influir en ninguno de los resultados medidos (por ejemplo, la asociación entre ver televisión y aprender)”.

Para el biólogo e investigador en psicología cognitiva de la memoria y el aprendizaje, Héctor Ruiz, la evidencia que tenemos hasta ahora en relación al efecto de las pantallas en el aprendizaje o en la salud mental da niñas, niños y adolescentes tiene todo que ver con el uso que se hace de los dispositivos, y no con estos en sí mismos. Para este experto, en los últimos tiempos se están confundiendo, en no pocos momentos, causas con efectos.

Correlación no es causalidad

Este es, para Ruiz, uno de los problemas fundamentales cuanto se oyen voces críticas en relación al uso de dispositivos y pantallas en los centros educativos y, en general, cuando su uso lo protagonizan niñas, niños y adolescentes (NNA).

Por ejemplo, cuando se dice que provocan desórdenes en el sueño o sedentarismo y obesidad entre las personas jóvenes. “La investigación dice que puede haber causalidad entre el sueño y las pantallas cuando las utilizas antes de ir a dormir, sobre todo, cuando se trata de redes sociales y videojuegos, que pueden provocar activación emocional”.

Dentro de estas situaciones, Ruiz asegura que no debe confundirse qué pasa dentro de la escuela y fuera de ella y llama a las familias a que piensen en los centros educativos como aliados a la hora de educar a NNA en usos apropiados de las tecnologías, no simplemente basados en el ocio y la distracción. La escuela “es el mejor aliado de las familias para enseñar a los niños a gestionar este tema, a desarrollar la competencia digital. Decirle a la escuela que deje de usar la tecnología y de educar en ella es tirar piedras sobre el propio tejado. Es en la escuela donde se hace esta labor”.

Otra de las confusiones entre correlación y causalidad estaría la idea de la pérdida de la atención. “Nuestra arquitectura cognitiva no cambia por dedicar mucho tiempo a una actividad -asegura Ruiz. Para que pasara eso necesitamos un proceso evolutivo”. Lo que sí ha cambiado es, dice este investigador, es la cantidad de estímulos a los que nos vemos expuestos, principalmente, por las redes sociales.

En este sentido, la psicóloga especialista en infancia Silvia Álava asegura que “si un adulto coge el móvil y no puede parar de utilizar las redes sociales por culpa del scroll infinito, imagínate un niño con cerebro no maduro, más ávido a estímulos novedosos” que, además no tienen descanso y sí mucha velocidad.

En este sentido, Ruiz comenta que uno de los mayores problemas en este sentido es que nuestro cerebro da mucha importancia a la información social, entre otras cosas por sentirnos parte de un grupo, sentirnos aprobados. Y las redes sociales, sobre todo, no dejan tiempo entre un estímulo y otro.

Familia

En las últimas semanas se han publicado diferentes informaciones sobre la petición de familias, muchas de ellas en Cataluña, para que de alguna manera se regule el uso de los móviles antes de cierta edad. La presión social que se ejerce sobre ellas y sobre sus hijas e hijos para que ya en los primeros años de la secundaria tengan acceso a la telefonía móvil, pone contra las cuerdas a muchas personas que no quieren tener que lidiar con estas cuestiones tan pronto y que entienden que hasta ciertas edades no es positivo que NNA tengan un móvil en las manos.

Silvia Álava tiene claro que no puede recaer toda la responsabilidad de estas cuestiones en las familias, que van ya sobrepasadas de muchas cuestiones. Por eso mira hacia las empresas multinacionales que desarrollan las redes sociales e incluso los videojuegos. “Necesitamos transparencia”, asegura. Una transparencia que pasa por algo parecido a lo ocurrido con los paquetes de tabaco. Debería avisarse de que los algoritmos que utilizan las compañías en muchos casos están basados en el “refuerzo intermitente”, muy similar, asegura esta psicóloga infantil, al que se utiliza en las máquinas tragaperras.

Además de esta transparencia, aboga por que las familias acompañen a sus hijos e hijas en su alfabetización digital. Que vayan mostrando cómo se utilizan, que aclaren que el teléfono es de la persona adulta y que, por lo tanto, se acompañe al menor durante su uso. “La tecnología no es mala, pero hay que aprender a utilizarla” y, para ello, Álava no solo mira hacia las familias, sino que, como Héctor Ruiz, ve en los centros educativos un aliado importante.

Álava también reclama que se haga caso de los códigos PEGI a la hora de decidir sobre el consumo de pantallas que hacen NNA. Recuerda que estos códigos no tienen relación, por ejemplo, con la dificultad de utilizar, por ejemplo, un juego, sino con el contenido al que se exponen. “Con el consumo de ocio digital somos permisivos y nos saltamos el código”.

En este sentido, también recuerda las recomendaciones de la Asociación Americana de Pediatría que establece que antes de los dos años de edad no debería haber contacto con las pantallas y entre los 3 y los 5 no debería llegar a la media hora diaria.

Educación

Para Ruiz una de las cuestiones clave es que la tecnología se use dentro del sistema educativo pero no como una sustitución del libro de texto, convertido en un PDF y proyectado en una pizarra digital o emitido por una televisión inteligente.

“Digitalizar un aula no es poner libros en pantallas”, asegura, sino tener la posibilidad de utilizar, cuando sea pertinente, dichas tecnologías. Tecnología que, además, no tienen porqué ser pasivas. “Entiendo a las familias que se quejan si llega el caso en el que se usa el ordenador en clase como si fuera un libro. “Si es así, bienvenida sea la queja, tenemos que exigir un uso más productivo” de los dispositivos.

Ruiz señala que las tecnologías al servicio de la educación pueden suponer tener al alcance de la mano la posibilidad de dar un feedback personalizado al estudiante o que el profesorado tenga información clave para poder tomar las mejores decisiones posibles.

Este experto entiende que la tecnología en educación debe tener un sentido, haber pensado en qué uso se le quiere dar y hacerlo de la manera más adecuada. “Forzar su uso no tiene sentido”, dice, “cuando no hace falta o cuando no tienes las herramientas adecuadas”.

Como recuerda, además, la escuela es el mejor aliado para que las familias puedan desarrollar una alfabetización para sus hijas e hijos. “Los profesionales de la educación se dedican a eso, a apoyar en uso responsable y productivo. A apreciar las TIC como herramienta de aprendizaje, no solo de ocio”.

Como señala Ruiz, (y quienes firman el estudio en la revista Nature), ya hace 5.000 años Platón ponía en boca de Sócrates la queja por el hecho de que la escritura, como tecnología, podría suponer una merma en la capacidad de memoria de los aprendizaje. “En el siglo XVI, publican en Nature, reinaba la histeria en torno a una nueva tecnología que amenazaba con ser ‘confusa y perjudicial’ para la mente. ¿La causa de tanta preocupación? La amplia disponibilidad de libros derivada de la invención de la imprenta”.

“Con la comida, recuerda Ruiz, hemos aprendido a autorregularnos, a elegir la ensalada en vez del azúcar o la grasa (en otros tiempos, tan importantes para la supervivencia). Vamos a tener que autorregularnos” en lo relativo al uso de las pantallas también.

FUENTE: eldiariodelaeducación.com

Día mundial de la salud mental #EnMiMente

Hoy 10 de octubre celebramos el Día Mundial de la Salud Mental.

Es fundamental que desde la familia se deje un momento para hablar de las emociones con los más pequeños de la casa, para poder ir corregulando sus emociones desde pequeños, que entiendan el significado de lo que sienten y sepan expresarlo de una manera asertiva.

Y es que cuidando la salud mental de los niños de ahora contribuiremos a la salud mental de los adultos del mañana.

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Los expertos insisten en que lo digital aísla a los niños y la lectura los forma en valores

Aseguran que es “fundamental” que vean leer a los adultos y poner límites al uso de dispositivos

El verano puede ser la época perfecta para que los niños lean más o se inicien en la lectura, aunque muchos optan por utilizar todavía más dispositivos con pantallas. Así lo aconsejan expertos consultados por Servimedia que piden a los padres que ellos den ejemplo.

Leer es mucho más que la capacidad de reconocer letras, unirlas y formar palabras u oraciones. “Los beneficios de la lectura en niños son muchísimos, sabemos que es algo que mejora la comprensión lectora, que además mejora la riqueza y la fluidez del vocabulario y mejora también otra serie de procesos intelectuales, además de la empatía”, manifestó a Servimedia la psicóloga infantil Silvia Álava.

Los autores de los libros infantiles también quieren transmitir con sus historias valores y enseñanzas pedagógicas. La escritora Cristina Hermoso de Mendoza, que publicó recientemente su primer cuento infantil ‘Melón y Sandía’ con carácter solidario, explicó, en este sentido, que espera que su libro sea “una semilla de apertura, tolerancia y compromiso” y que conseguirlo en la infancia es “muy positivo”.

Aumento del uso de pantallas

Sin embargo, estudios nacionales, como el de la Fundación Gasol (Pasos 2022), apuntan que los niños y adolescentes aumentaron su uso de pantallas entre semana de un 54,8% en 2019 a un 64% en 2022. Este hábito está relacionado tanto con el excesivo sedentarismo como con la reducción de horas de sueño o la calidad de vida en general.

Un abuso de la tecnología produce también aislamiento entre los menores, un concepto que Álava denominó ‘desplazamiento digital’. “En verano los niños hacen mucho ocio online y esto está desplazando otro tipo de cosas como leer, quedar con amigos, estar en el parque…estamos dejando de hacer cosas que son especialmente beneficiosas”, remarcó.

Por este motivo, la psicóloga comentó que

“Es fundamental que los niños nos vean leer a los adultos, es muy complicado que se enganchen a la lectura si nosotros no leemos”.

La responsable de Comunicación de Penguin Infantil, Melca Pérez, subrayó que “lo más importante es que nos vean a los adultos leer. Si nos ven todo el día con el móvil, la lectura no se convertirá en su afición favorita nunca”.

No obstante, desde la editorial SM consideran que la literatura infantil y juvenil “está viviendo una edad de oro”. La gerente de Literatura Infantil y Juvenil de la editorial, Berta Márquez, afirmó que “se publica más que nunca porque se vende más que nunca, solo en los últimos dos años el mercado ha crecido un 20%”.

El uso de las pantallas en niños no siempre es malo.

Según Silvia Álava, “hay que tener en cuenta la variable de con quién está el niño viendo la pantalla y qué es lo que está haciendo. No es lo mismo, por ejemplo, estar viendo una película juntos en el salón que esté él solo en la habitación viendo un video de YouTube. No tenemos que guiarnos por el tiempo, minuto arriba, minuto abajo, sino qué es lo que estamos haciendo”. Para imponer límites digitales a los más pequeños, la psicóloga recomienda realizar un proceso de alfabetización digital, “los padres no pueden estar al margen del uso de los aparatos electrónicos de los niños, hay que estar al lado poniendo límites y enseñando qué es lo que hace o no se hace en este mundo online”.

En cuanto a la lectura, sea cual sea la opción de los niños, lo importante es tener en cuenta sus gustos y que sean ellos mismos quienes decidan los títulos que van a leer. Así la lectura no será una obligación, sino que se irá convirtiendo en un hábito que ellos mismos busquen.

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FUENTE: lavanguardia.com

 “Hemos vendido a nuestros hijos una idea de la felicidad que no es cierta”

La psicóloga Silvia Álava estará en nuestro gran evento del 25 de noviembre y nos hablará sobre los mitos de la felicidad y de cómo podemos enseñar a nuestros hijos a ser felices.

Como ya sabéis, el sábado 25 de noviembre vuelve nuestro evento: Educar es todo, el evento‘, al Teatro Lope de Vega de Madrid con 7 ponencias de 8 grandes expertos, entre ellos, la psicóloga Silvia Álava, que estará junto al psicólogo Rafa Guerrero, y en su ponencia nos hablarán sobre los mitos de la felicidad, de qué cosas hemos creído que harían felices a nuestros hijos que no tienen ninguna evidencia y de lo que la ciencia nos ha demostrado que sí que funciona para incrementar el bienestar emocional y la felicidad en nuestros hijos.

En esta entrevista, la experta Silvia Álava nos ha adelantado multitud de detalles que no dejarán indiferente a ningún asistente.

– Silvia, actualmente, da la impresión de que la sociedad está obsesionada con la felicidad y con ser felices. ¿Es contraproducente este afán por alcanzarla?

– Así es. Vivimos en un mundo en el que nos han vendido una idea de la felicidad que no es cierta, y por ende a nuestros hijos. Estamos confundiendo la emoción de la alegría, que es una emoción agradable, en la que nuestra energía incrementa y que a todos nos encanta sentir, con la felicidad, y la felicidad no es una emoción. La felicidad es un estado donde caben todas las emociones, tanto las agradables como las desagradables. Por tanto, si lo que pretendemos es que para ser felices solamente experimentemos emociones agradables y, a ser posible, de alta intensidad, es una falacia. Vamos a comprar todas las papeletas para ser infelices y, además, para que nuestros hijos también lo sean.

En la vida, las emociones desagradables igualmente forman parte de nuestra existencia, teniendo que lidiar con situaciones que no nos van a gustar y que nos van a provocar tristeza, enfado, frustración… Por lo cual, la felicidad tiene más que ver con entender todas las emociones y con tener las herramientas adecuadas para manejar aquellas situaciones que pueden ser desagradables o que no nos gustan, porque sabemos que nos van a acompañar en nuestra vida.

– Y, ¿qué pasa si realmente no somos felices? ¿Cómo podemos aprender a ser felices para poder así educar hijos felices?

– Muchas veces lo que me encuentro en la consulta son papás y mamás, que no solamente es que no sean felices, sino que tienen bastantes problemas para regular sus emociones. Es decir, cuando sienten emociones desagradables, cuando experimentan, por ejemplo, ansiedad, tristeza, rabia, ira… no son capaces de regularlas. Por tanto, si no saben controlar sus propias emociones, será muy poco probable que sepan cómo gestionar las de sus hijos.

La capacidad de los niños para aprender a regular sus emociones empieza en torno a los tres/cuatro añitos, que es cuando madura lo que se llama la ‘red de control ejecutivo‘, pero antes las tienen que regular sus padres por ellos. A partir de esa edad, empieza una fase que se llama ‘corregulación‘, es decir, cuando los padres tienen que estar al lado de sus hijos acompañándoles y enseñándoles estrategias para que sepan cuándo sienten algo que es desagradable, cuándo están enfadados, tristes, frustrados… Y este proceso no termina de madurar hasta entorno a los 25 años, por lo que esa parte de la corregulación la vamos a tener que hacer durante bastante tiempo.

Entonces, si nos encontramos con un papá o con una mamá que está desregulado y que no tiene estrategias para regular sus emociones, ¿cómo vamos a conseguir que sean capaces de hacerlo con sus hijos? Los niños necesitan tener una figura de referencia a la que copiar. Por eso es muy importante que primero aprendamos nosotros a regular nuestras emociones y seamos capaces de entender lo que sentimos para poder trabajarlo con nuestros hijos.

– ¿Podrías aconsejarnos algunos hábitos que nos ayudan a sentirnos felices?

– Vamos a empezar por lo más básico y por el principio de todo, lo que llamamos “los pilares de nuestro edificio”, que es algo tan básico como, por ejemplo, dormir. Sabemos que, si no dormimos lo suficiente, es un factor de predicción para desarrollar problemas tanto a nivel físico como a nivel de salud mental.

Cuando dormimos, el cerebro se tiene que regenerar porque de todas las conexiones sinápticas que vamos haciendo a lo largo del día, se segregan unas sustancias que son tóxicas para el propio cerebro. Y como este no tiene esa parte del sistema linfático que le vaya limpiando, se tiene que limpiar y autoregenerar él mismo por la noche durante las fases del sueño. Por lo que, si no dormimos lo suficiente, al día siguiente mi cerebro no va a aprender correctamente, no va a ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención. Asimismo, estaremos muy irritables y muy irascibles. Esto es lo que ocurre en un cerebro de un adulto. Pero, ¿qué pasa en el de los niños?

En el caso de los niños, la capacidad de aprendizaje es especialmente importante porque están en periodo escolar, entonces, si no están durmiendo lo necesario, muchas veces no son capaces de atender ni de concentrarse porque les faltan horas de sueño. Del mismo modo, están muy irritables y muy irascibles. Por si esto fuera poco, durante esa fase REM, que es la fase del sueño profundo, se segrega la hormona del crecimiento. En definitiva, si tanto los adultos como los niños no estamos durmiendo las horas necesarias, estamos comprando todas las papeletas para desarrollar problemas a nivel de salud física y de salud mental. Así que, lo primero de todo, los niños a su hora correspondiente en la cama para dormir y, por supuesto, evitando las pantallas por la noche, siempre se deben de quedar fuera de las habitaciones.

“Si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro no puede aprender correctamente, no puede ser capaz de concentrarse ni de mantener la atención”, Silvia Álava

En segundo lugar, algo que también es fundamental es la alimentación. Tenemos que comer de manera sana y equilibrada, intentando evitar los azúcares y las comidas procesadas. Lo que no significa que los niños no puedan comer galletas, por supuesto que pueden, pero una o dos, no alimentarse solo a base de galletas.

Otro hábito imprescindible es hacer deporte, ya que nos ayuda en la regulación emocional. Y, por último, también es primordial trabajar la inteligencia emocional, es decir, ser conscientes de cuál es la emoción que estamos sintiendo y aprender a etiquetarla correctamente.

Cuando somos capaces de nombrar y mencionar lo que sentimos, estamos preparados para poder manejarlo. Asimismo, trabajaremos en entender que todas las emociones son buenas porque nos están dando información, nos dicen que nos ocurre algo, pero hay que saber interpretarlo. Tenemos que comprender por qué nos sentimos de una determinada manera, cuál es la causa y la consecuencia de esa emoción, y qué es lo que nos ha hecho actuar de ese modo. Cuando todo esto sepamos hacerlo, ya podremos regular nuestras emociones.

Los primeros que tenemos que poner en práctica estos hábitos somos nosotros, los adultos, porque los niños nos copian, somos su modelo. Y, sobre todo, porque si no sabemos hacerlo nosotros, es especialmente complicado que se lo podamos enseñar a nuestros hijos.

– Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿cómo debemos ofrecerles las herramientas correctas para que lo sean?

– Hay varias cosas que podemos hacer, pero lo primero es ver cómo estamos actuando. No hay ningún estudio ni ninguna evidencia que demuestre que si nuestros hijos tienen más juguetes y más cosas materiales van a ser más felices. Por tanto, comprarles muchas cosas pensando que esto les va a ayudar a ser más felices es un error porque, generalmente, los niños valoran más las cosas que les ha costado conseguir. Así que, tratemos de no comprarles muchas cosas para evitar esa hiperestimulación. Tenemos niños que están continuamente corriendo de una actividad a otra, y apenas tienen tiempo libre. Necesitan aprender a aburrirse y a estar a gusto con ellos mismos porque de esa forma, lo que van a madurar es la función ejecutiva, que es la capacidad de orientarnos a una meta, de saber cuál es nuestro objetivo y de ir organizándonos para conseguirlo. Esto está muy relacionado con la felicidad y con sentirnos bien y a gusto con nosotros mismos.

Además, es importante que les enseñemos a esperar, que las cosas no sean del todo inmediatas, porque, al final, en la vida muchas veces hay que esperar para conseguir lo que queremos.

Otro aspecto fundamental es que evitemos la sobreprotección, el hacerles las cosas para las que están preparados y ellos mismos pueden hacerlas por sí solos. Tenemos que trabajar con ellos mucho más la seguridad personal y la autonomía para que sientan que pueden conseguir sus objetivos.

– Como explicaste durante la presentación de tu libro ‘Queremos que crezcan felices’, la autoestima, la tolerancia a la frustración y el autocontrol son los tres pilares básicos para que un niño crezca adecuadamente y sea feliz. ¿Por qué? ¿Cómo podemos trabajarlo con ellos?

– Ayudamos a nuestros hijos a que tengan una buena autoestima, pero lo que hay que trabajar con ellos antes de esto, es el autoconcepto, que es tener en cuenta cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, saber cómo somos como personas. Una vez que tengamos este conocimiento de nuestros hijos, que va a ser de gran ayuda, podremos trabajar con su autoestima. Esta no se trabaja diciéndoles: “qué bien, lo has hecho genial, eres un campeón…”. Tal vez, con un niño de dos años puede estar bien, pero según van creciendo tienen que ser cosas muchísimo más concretas, tenemos que fijarnos en todo aquello que están haciendo bien y también entendiendo cuáles son las cosas que pueden hacer para mejorar. Siempre teniendo en cuenta que todos tenemos puntos fuertes y débiles, y conociendo ambos.

También es muy importante cuidar el lenguaje que utilizamos con ellos y no ponerles etiquetas, porque si les decimos: “es que eres un vago, es que eres malo, es que eres torpe…”, al final ese niño va a actuar en función de la etiqueta que le hemos puesto. Hemos de decirles aquello que no está correctamente hecho y cómo pueden corregirlo.

Por otra parte, el autocontrol tiene mucho que ver con todo esto que hemos hablado de la autorregulación. Implica pararnos, empezar a conocernos a nosotros mismos y así saber cómo reaccionamos para decidir. “¿Quiero reaccionar de esta forma automática ante esta situación o quiero cambiar y hacerlo de manera distinta?”. En el caso de que queramos cambiarlo, tenemos que plantearnos cómo hacerlo para poder empezar a trabajar en ello.

En cuanto a la frustración, muchos padres malentienden el amor paternal. Dicen: “ay,  mi niño, con lo duro que es el mundo, ya tendrá tiempo para frustrarse…”, e intentan, en la medida de lo posible, evitarles cualquier tipo de emoción desagradable. Sin embargo, lo que conseguimos de esta manera es impedir que adquieran un autocontrol y una tolerancia a la frustración, lo que es completamente necesario porque en la vida, por desgracia, nos van a ocurrir situaciones lo suficientemente complicadas en las que necesitaremos esa capacidad de tolerancia a la frustración. Por lo que, es importante trabajarlo con ellos para que estén preparados.

Educar es todo es el mayor evento de educación de nuestro país. En él, expertos de reconocido prestigio, como la Dra. María Velasco, la psicóloga Diana Jiménez, el psicólogo Marc Masip, el pediatra Carlos González, la psicóloga Silvia Álava, el psicólogo Rafa Guerrero, el neurocientífico Mariano Sigman y el docente Manu Velasco, a través de ponencias de 20 minutos de duración, nos ayudan a reflexionar y resolver esas dudas que nos surgen a la hora de educar a nuestros hijos. ¿Te apuntas? 

Recuerda, el sábado 25 de noviembre en el Teatro Lope de Vega de Madrid, desde las 9:00 hasta las 14.00 (hora peninsular española).

No te quedes sin tu entrada, cómprala mediante este enlace: https://www.entradas.com/artist/educarestodo/?affiliate=E3T

¡¡Te esperamos!!

Tenemos los 25 cursos más prácticos de educación creados en exclusiva para EDUCAR ES TODO por grandes expertos. Puedes acceder a todos los cursos por 18€/año.

Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

Carlota Arellano Periodista y marketera + INFO

Videoguía de Inteligencia Emocional para padres y docentes

Salud Emocional

En estos días estamos recibiendo mucha información sobre qué hacer con los niños en casa. Los padres nos hemos convertido en profesores, monitores de tiempo libre, entrenadores…; además de amos y amas de casa.Y todo ello, sin olvidar que, por supuesto, seguimos trabajando desde casa. Nos espera un gran reto, del que seguro todos vamos a salir muy reforzados, y del que vamos a sacar un gran aprendizaje.

En toda esta vorágine de tareas se nos está olvidando algo fundamental: ¿estamos cuidando la salud emocional de nuestros hijos e hijas?

En esta situación es normal sentir miedo, sentir rabia, sentir frustración; los adultos lo sentimos y los niños lo notan, y por supuesto los niños también sienten miedo, rabia, tristeza y frustración.

Por eso es importante reservar espacios para hablar de lo que sentimos y ayudarles a verbalizarlo, porque ellos no siempre sabrán cómo hacerlo.

En estos días, os invitamos a trabajar la Inteligencia Emocional con vuestros hijos, y, ya de paso, con nosotros mismos.

La Inteligencia Emocional es la capacidad para identificar lo que sentimos en primera persona y también lo que sienten los demás, comprender por qué nos sentimos así, cuál es la causa y la consecuencia de mi emoción, y cómo las emociones van cambiando a lo largo del día. Saber nombrar con precisión lo que sentimos, utilizar la información de las emociones para poder hacer una buena toma de decisiones y ser capaces de manejar y regular nuestras emociones, así como responder de forma premeditada en lugar de reaccionar en automático.

Todo esto son habilidades de la inteligencia emocional, y como tales, se pueden trabajar. En esta guía os proponemos una serie de videos y ejercicios agrupados en 5 pasos para que sepáis cómo hacerlo.

Descárgate la Guía de Inteligencia Emocional para padres y Docentes en el siguiente enlace: