Las altas temperaturas inciden en el rendimiento cognitivo. Y, por eso, cuando el ambiente alcanza temperaturas superiores a los 40ºC, el cerebro deja de funcionar correctamente.
¿Lo has notado alguna vez? os lo contamos en este vídeo realizado con ANEABE. ¡No te lo pierdas!
https://silviaalava.com/wp-content/uploads/2022/08/IG.png19201080Silvia Álava Sordohttps://silviaalava.com/wp-content/uploads/2017/09/Captura-de-pantalla-2017-09-17-a-las-11.36.37-e1505641097825.pngSilvia Álava Sordo2022-08-24 16:05:582022-08-24 16:42:00¡Cuidado! A partir de los 40ºC, el cerebro deja de funcionar correctamente
En ocasiones, es posible confundir los síntomas de la tensión o estrés emocional con el Golpe de Calor. Y, por ello, es importante saber identificarlo, porque el no interpretar bien los síntomas sí que puede causar ansiedad. ¡Nos lo cuenta en este vídeo!
El calor excesivo nos agota, nos impide dormir bien, afecta a nuestro humor, nos irrita, puede causarnos un problema de salud y, además, achicharra el cerebro. Sí, has leído bien. Cuando el mercurio alcanza los 40 ºC se alteran las funciones cognitivas. La memoria, la atención o los reflejos son los principales perjudicados. Así lo explica la Dra. Silvia Álava, colaboradora del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS).
Cómo afecta el calor a la atención y a la memoria
Como detalla la Dra. Álava, cuando hace demasiado calor nos resulta más difícil mantener la atención. También se reduce la calidad de esta atención. Es decir, nos va a resultar más complicado fijarnos en los detalles que pueden resultar importantes para llevar a cabo una tarea o resolver un problema. Como explica la experta, también tenemos menos control de la interferencia, es decir, nos es más fácil distraernos y más complicado concentrarnos y seguir con la tarea que estábamos realizando sin interrupciones.
Silvia Álava también advierte de que olas de calor como las que estamos viviendo causan estragos en la memoria. Esto es debido a que estamos más cansados, más fatigados, el cerebro funciona más despacio, la velocidad de procesamiento también es menor e, incluso, podemos tener la sensación de que pensamos peor o vamos más lentos.
Esta lentitud también afecta a los reflejos. Y esto es algo que debemos tener muy en cuenta, sobre todo si tenemos que conducir o realizamos actividades que conlleven un riesgo.
Planifica para rendir más
¿Y si trabajamos? Nuestro rendimiento también se verá afectado. Por ello, es importante que tratemos de aprovechar al máximo las horas más frescas para hacer aquellas actividades que requieran un esfuerzo mental mayor. Además, recomienda adaptar estos horarios a nuestro ritmo circadiano. Es decir, las personas que rinden mejor por la mañana, deberían tratar de exprimir las horas tempranas para trabajar. Al contrario, aquellas que son más nocturnas, pueden aprovechar la tarde noche. Sin embargo, no todo el mundo se puede permitir este lujo. ¿Qué hacer entonces?
Álava recomienda que tengamos en cuenta cómo afecta el calor a nuestro cerebro para planificar nuestras actividades. Y que seamos conscientes de que, a causa de la lentitud, no seamos capaces de llevar a cabo el mismo número de tareas que en momentos en el que las temperaturas son más bajas o que vamos a necesitar más tiempo. Por ello, hay que ser realistas, insiste la experta.
Por otro lado, también debemos recordar que la canícula nos vuelve más irascibles. Otro en el que debemos trabajar para no alterar las relaciones con nuestros compañeros o nuestros familiares.
¿Cómo paliar los efectos del calor en el cerebro?
La doctora recuerda en los vídeos del Instituto de Investigación Agua y Salud que hay que tomarse muy en serio cómo nos afecta el calor excesivo y que debemos evitar siempre el golpe de calor, una situación grave que puede comprometer nuestra vida.
Lo esencial es mantener una buena hidratación. Beber constantemente agua y evitar el alcohol, que produce deshidratación. Además, esta sustancia interfiere en la capacidad de termorregulación y aumenta el riesgo de golpe de calor.
La dieta debe ser ligera y no deben faltar los alimentos ricos en agua, como por ejemplo, las verduras, las hortalizas y las frutas, que deben constituir la mitad de un plato para que este sea saludable.
Si notamos que nuestra temperatura corporal aumenta, lo ideal es darse una ducha fría para bajarla. Si esto no es posible, debemos mojarnos la nuca y las muñecas.
Hay que procurar llevar prendas de tejidos naturales y que permitan la transpiración
Si notamos que las altas temperaturas nos están ocasionando ya un problema, nos duele la cabeza o sentimos que nos mareamos, debemos pedir ayuda de inmediato.
Las dificultades de la crianza sumadas al trabajo llevan al límite a muchas personas, lo que se ha llamado burnout o síndrome de agotamiento parental. La Universidad de Ohio ha formulado un test para ayudar a detectar este problema, un cuestionario que puedes completar a continuación.
Que la crianza implica situaciones de estrés no es ninguna novedad. Va en el cargo, que se suele decir. Cuando sumamos a ellos una jornada laboral, la cosa se complica y entramos en la carambola que trae de cabeza a tantas familias: ¿qué hago con los niños? ¿Cómo compagino los horarios ahora en verano? En muchos casos esta situación de desbordamiento arrastra a muchas personas al límite. Pero no, la maternidad no tiene que desembocar en sufrimiento.
Por eso, si tienes hijos y en tu cabeza resuenan constantemente las frases «no llego», «no puedo más» o «no me da la vida», puede que estés sufriendo lo que se conoce como burnout o síndrome de agotamiento parental.
En la Universidad de Ohio (Estados Unidos) han estudiado este problema y han desarrollado un test para ayudar a los padres y madres a saber de qué manera sufren burnout parental. En la parte superior de este artículo puedes responder a diez rápidas preguntas que, según las investigadoras, facilitan la detección de este problema. Para su mayor utilidad, se recomienda hacerlo en el contexto de una consulta clínica sobre salud mental.
Cada respuesta del test tiene una valoración que se corresponde con la asignada por Kate Gawlik y Bernadette Mazurek Melnyk, las investigadoras, y cuyo resultado aparecerá al final, tal cual aparece en el informe del estudio junto a las recomendaciones indicadas en cada caso.
Qué es el ‘burnout’
El burnout es la manifestación de una serie de síntomas de agotamiento o ansiedad que sufren muchas madres y padres que trabajan y a los que se les hace muy cuesta arriba la conciliación del trabajo con la crianza. Unas sensaciones que vienen acompañadas de pensamientos de «ya no puedo más» o «no me veo capaz».
Esta angustia ha existido siempre, apunta la psicóloga Silvia Álava, pero, como todo lo relacionado con los problemas de salud mental, no nos habíamos atrevido a verbalizarlo como hacemos ahora.
Es frecuente hablar del burnout relacionado con el trabajo, como síndrome del trabajador quemado. En ese caso, se trata de casos en los que las personas se encuentran agotadas, sin fuerzas y con ansiedad en relación con su empleo.
El burnout parental, anota Álava, es una denominación específica que damos a la situación relacionada con los roles de la paternidad. Una logística que se complica aún más en verano, cuando los pequeños comienzan los horarios intensivos y cogen las vacaciones, lo que hace añadir una gestión adicional al Tetris diario de la conciliación.
Esta situación, explica la psicóloga, puede hacer que algunas familias «hagan crac» en esta época del año: «Los padres ya vienen muy al límite», más después de todo lo que llevamos arrastrando tras la pandemia y con la situación económica que vivimos de fuerte inflación.
Porque no todo el mundo se puede permitir un campamento de verano o no tienen abuelos con quien dejar a las criaturas.
6 de cada 10
Conviene evaluar cada personal en un entorno profesional, pero el estudio de la universidad estadounidense apunta a una serie de factores que influyen y que provocan que el 66 % de los padres estudiados manifestaras agotamiento parental: ser mujer, el número de hijos o cuando los pequeños sufren ansiedad u otros trastornos mentales no diagnosticados aumenta las posibilidades de acabar con burnout.
También en esto salen más afectadas las mujeres: el 68% de las participantes en el estudio reportaron agotamiento frente al 42 % de los hombres. Esto tiene que ver con que las madres son las que todavía asumen la mayor parte de las tareas de crianza, lo que supone un coste añadido laboral, personal y emocional para las mujeres, según unestudio realizadopor la Asociación Yo No Renuncio, del Club de Malasmadres. En ese estudio, el 64% las madres encuestas afirmaron que llegan cansadas al trabajo todos los días, y el 66% indicó que no ha pedido ayuda psicológica pese a sentirse desbordada y triste.
Por supuesto, esto no queda solo en un malestar para padres y madres, ya que incluye directamente en la relación con sus hijos. «Es importante verbalizar las emociones, implica que pongo nombre y etiqueto la situación para hacerlo más llevadero», explica Silvia Álava. Desahogarnos no solucionará todos nuestros problemas, pero ya es un paso: las investigadoras aseguran que reconocer e intervenir en el agotamiento de los padres mejora los resultados tanto de los padres como de los niños. Reconocer que se necesita ayuda es una fortaleza, no una debilidad.
https://silviaalava.com/wp-content/uploads/2022/06/pexels-anastasia-shuraeva-4079281-scaled.jpg17072560Silvia Álava Sordohttps://silviaalava.com/wp-content/uploads/2017/09/Captura-de-pantalla-2017-09-17-a-las-11.36.37-e1505641097825.pngSilvia Álava Sordo2022-06-17 11:18:362022-06-19 17:52:40El verano aumenta el estrés por la conciliación: comprueba si sufres el burnout parental