Si mi hijo me cuenta algo y me pide que no se le cuente a su padre, ¿Qué hago?
La confianza no es algo dado, sino que hay que trabajarla, también en la relación que tenemos con nuestros hijos. Pero ¿debemos guardarles todos los secretos?
Por María Dotor
La confianza es algo que hay que trabajar, dado que en muchas ocasiones no surge de forma natural, tampoco con nuestros hijos. Y es un ingrediente fundamental para tener una buena relación con ellos. Cuando sean adolescentes, nos gustará que nos cuenten aquello que les preocupa, si tienen un problema o se ven en un apuro. Pero si no hemos trabajado la confianza desde pequeños, no podemos pretender que surja de la noche a la mañana, justo cuando nosotros la necesitemos.
Claves para promover la confianza entre padres e hijos
En su libro ‘Queremos que crezcan felices‘, la psicóloga Silvia Álava nos da unas pautas para ganarnos la confianza de nuestros hijos y, en el segundo punto, contesta a la pregunta que muchos nos hacemos: Si mi hijo me cuenta algo y me pide que no se le cuente a su padre, ¿Qué hago? ¿Le respeto? ¿Se lo cuento a su padre igualmente arriesgándome a que no vuelva a contarme nada? Ahora lo vemos.
Generar un clima de confianza
Un clima de confianza en casa se consigue, según Álava, con los pequeños gestos del día a día, «como prestarles atención cuando nos hablan o escucharles de forma activa, haciéndoles saber que puede contarnos todo aquello que les preocupa, y que serán escuchados». Además, añade: «hay que buscar momento en los que se puedan dar las conversaciones». Lo cierto es que con las prisas del día a día y los horarios tan ajustado, a veces no es fácil encontrar estos momentos. Álava nos recomienda que «cenemos y comamos con la televisión apagada». Así será más fácil que las conversaciones fluyan y nos contemos qué tal ha ido el día.
No traicionar su confianza
«Si nuestro hijo nos ha contado un secreto, no debemos desvelárselo a otros familiares, como abuelos o tíos, ya que no podemos controlar que a ellos no les escape. Si nuestro hijo se entera, se va a sentir muy dolido». Pero ¿qué hacemos si nuestro hijo nos cuenta un secreto y nos pide que no se lo contemos al otro progenitor? «Aquí conviene tener en cuenta cuánto o cómo de importante es lo que el niño relata y, si es algo que consideramos que el otro debe saber, en lugar de decírselo a espaldas del niño, será mejor explicarle que se lo tiene que contar, que ambos estáis para ayudarle».
Escuchar de forma activa
¿Qué es eso de escuchar de forma activa? Pues según dice Álava «mirando a los ojos, asintiendo con la cabeza, parafraseando lo que el niño dice…en lugar de estar a la vez con otra actividad». Esto es algo que, aunque resulta obvio, se olvida con facilidad».
Fomentar el contacto físico
«Cuando los niños no están contando algo, darles una caricia o cogerles de la mano hará que se sientan seguros y más tranquilos».
Mantener el contacto visual mientras hablamos
Sabemos que para que una persona se sienta escuchada, hay que mirarla. «No solo escuchan los oídos, también los ojos». En el caso de los niños, ayuda «ponerse a su nivel, es decir, a la altura de sus ojos».
Cumplir nuestras promesas
A los adultos no nos genera mucha confianza una persona que no cumple sus promesas. Pues a los niños tampoco, sin embargo, es algo que los adultos hacemos a menudo con ellos. Les prometemos cosas y luego no las cumplimos, repercutiendo sobre la confianza que ellos nos tienen. «A veces, incluso, les amenazamos con cosas que no vamos a hacer, como cuando les decimos que si no se visten, les llevaremos al colegio en pijama», nos dice Álava, que nos insta a eliminar este tipo de actuaciones.
Cuidado con lo que hacemos
Álava nos recuerda que con nuestros hijos no vale caer en la incongruencia de: «haz lo que digo, no lo que me veas hacer». Si les pedimos que hagan cosas que nosotros no hacemos o cumplimos, pensarán que no somos personas de fiar e irán perdiendo su confianza en nosotros.
No mentirles
«A los niños no hay que mentirles, ni siquiera con mentiras piadosas que luego salen a la luz y terminan minando la confianza que tiene hacia nosotros», nos dice Álava, que añade que otra cosa distinta es «pensar que los niños tienen que estar informados de todo lo que sucede, porque no es así, más que nada porque son niños, y hay cosas que no deben saber».
No criticar
Cuando el niño ha hecho algo más, habrá que decírselo y corregirle, pero «de una forma positiva, no desde la crítica, pues podemos hacerle sentir mal, herir su autoestima y aumentaremos su desconfianza hacia nosotros».
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