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Se ha agotado en las tiendas y algún profesor ha tenido que confiscarlo ya en clase. «No hay nada nocivo en el juego, la clave es que los chavales sepan que no pueden usarlo en el aula o a la hora de la cena, hay que poner normas», advierten los psicólogos
Millones de críos practican a todas horas en los patios de los colegios y el juguete se ha agotado en muchas tiendas. «Hasta el día 15 no nos llegan, ya ha venido mucha gente preguntando pero no reservamos. Y no hay en todo Bilbao». La advertencia la hace uno de los dependientes de Afede, un comercio de juguetes de Deusto (Bilbao) que lleva vendiendo el famoso ‘fidget spinner’ «desde hace un mes». A 3,99 euros (hay versiones más caras y otras que se comercializan hasta por un euro), un precio que lo ha popularizado. «Como es barato los padres se lo compran al chaval si saca buenas notas».Y las deben sacar excelentes porque hay una auténtica fiebre. Global, que en Estados Unidos y Reino Unido el furor ha llegado al punto que lo han tenido que prohibir en las escuelas alegando que distraía a los chavales. Aquí parece que va camino de lo mismo. «El otro día tuve que confiscar uno en clase porque el chaval no paraba de darle vueltitas. Me decía que lo usaba para combatir el estrés, pero el rodamiento al girar hace un ruido muy molesto que casi estresa a los demás», relata un profesor de un colegio del centro de Bilbao. Y da fe de que la moda ha pasado de cero a cien en nada. «Ves uno y al día siguiente ya ves cincuenta. De distintos colores, tuneados…». Los usan, sobre todo, «los chavales de la ESO» y él vio el primero «la semana pasada».
«¡Ahora mismo acabo de ver pasar a un chaval jugando con uno!», cuentan en Intxixu Ikastola (Bilbao) acabada la jornada escolar. Allí todavía se acuerdan «de lo de la botellita». Se refieren a esa moda de hace unos meses consistente en lanzar una botella al aire y hacerla girar intentando que cayera de pie. «Los críos utilizaban la botella del hamaiketako que les habían dado en casa».En el Colegio Salesianos de Bilbao lo último, dicen, ha sido el cubo de Rubik, que ya no es solo cuadrado. «Ha evolucionado mucho, los hay triangulares, con forma de hexágono, de diferentes tamaños… Hace tres semanas estaban todos los chavales jugando a lo mismo», cuenta una profesora y madre. Asegura que la euforia por el ‘fidget spinner’ aún no ha llegado «de forma masiva» al centro, aunque su hijo ya le ha pedido uno. «Se lo vio el otro día a un primo…».
En Estados Unidos lo han tenido que prohibir en los colegios porque los niños no atendían en clase. Aquí no pasaría eso porque la política de los centros es muy clara. Los juguetes se sacan en el patio, pero cuando están en clase se quedan en la mochila. Pasa lo mismo con los teléfonos móviles. Deben estar guardados y apagados, y como suene uno en clase el profesor lo confisca.
Y es que el juguete en sí, «no es problemático, la clave está en el uso que se haga de él», advierte la psicóloga Silvia Álava, del centro psicológico Álava Reyes de Madrid. «Que un juego se ponga de moda no tiene nada de nocivo salvo que no sea apropiado para la edad, sea violento, etc. Esta última moda no tiene ningún peligro y el juguete es divertido. Está muy bien que los niños jueguen, pero hay que hacerles ver que no se puede jugar siempre que les apetezca».Y esa tarea, advierte Álava, empieza en casa. «Las normas tienen que estar muy claras pero hoy existe un problema de sobreprotección con los niños. Tenemos miedo a decirles que no, y hay que hacerlo. Hay que enseñarles que a la hora de la cena o cuando están haciendo los deberes no pueden estar jugando, ni tampoco en clase. Que hay espacios para jugar y otros donde no se juega».
¿Corremos el peligro de que los niños se ‘obsesionen’ con el juguete? No. No hay más que acordarse el ‘Pokemon Go’, que iba a ser tremendo, nos iba a cambiar la vida… y ya nadie se acuerda. Los juegos de moda siempre han existido y hace un tiempo fueron los tazos o las pulseritas aquellas de gomas de colorines. Y eso no es bueno ni malo. Eso sí, es mucho más beneficioso que los juegos sean grupales para que fomenten las relaciones entre los menores.