Conciliación laboral y familiar - Padres y Colegios

¿Por qué es imprescindible la conciliación familiar? Colaboración con Padres y Colegios

Por desgracia, hoy en día cada vez más los psicólogos vemos una nueva problemática en los niños y niñas e incluso adolescentes que acuden a las consultas de psicología o a los departamentos de orientación de los colegios: niños/niñas cuya problemática es algo tan triste como que les falta tiempo de estar en familia. Sus padres, bien sea por las largar jornadas laborarles, o por la cantidad de obligaciones impuestas apenas tienen tiempo para estar con sus hijos. Es cierto que muchos de estos niños y niñas, a cambio, tienen muchas cosas materiales o pueden acceder a gran oferta de actividades extraescolares, pero a cambio de que les falten sus padres. ¿Realmente merece la pena?Ya que en otras ocasiones ni siquiera existe esa contraprestación.

Todos sabemos que la Educación es una labor de equipo en la que deben de estar presentes tanto los padres, como los maestros, abuelos, tíos, primos, y en definitiva toda la sociedad. Lo que se nos olvida muy a menudo es que para poder Educar hay tres variables que son imprescindibles: tiempo, paciencia y constancia.Cuando las jornadas laborales se extienden, estas variables, claves en la Educación, se ven comprometidas.

¿Por qué es tan importante que los padres estén presentes en el día a día de sus hijos?

Como ya hemos hablado en otros artículos, los niños necesitan aprender a hacer las cosas por si solos, siendo muy importancia favorecer su autonomía. Para ello es fundamental el tiempo. La falta de tiempo es un gran enemigo de la autonomía. Desde bien pequeños los niños pueden aprender a desvestirse y vestirse solos, ponerse los zapatos, lavarse, peinarse… pero necesitan tiempo. Son niños y no pueden ejecutar estas acciones que, en ocasiones ni siquiera están automatizadas, a la velocidad que los adultos desearíamos. Antes de los seis años la función ejecutiva, que es la que nos guía en nuestra conducta y en nuestras realizaciones, no está del todo madura, es un proceso que comienza a madurar en torno a los tres-cuatro años y cuyo proceso culmina a los 25.

Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de ajustar las expectativas de lo que pueden hacer o no nuestros hijos. Por ejemplo, un niño o niña de dos años, puede perfectamente recoger y guardar sus juguetes, pero necesita que esté un adulto a su lado guiando en todo momento su realización y dirigiéndolo de forma continua, para que no se vuelva a poner a jugar, una estrategia como “cada uno recoge un juguete”, puede funcionar muy bien esa edad. Con cuatro o cinco años, ya pueden empezar a hacerlo solos, pero dándoles el tiempo necesario para recoger, porque lo más probable es que los coches lleguen a la caja a través de una pista o carretera imaginaria.. Esto no significa que los niños y niñas no hayan obedecido a nuestra orden de recoger o guardar sus juguetes, significa que lo están haciendo en función de su edad y su propio desarrollo cognitivo. El problema es cuando la falta de tiempo hace que o bien para conseguir acelerar el proceso gritemos de forma innecesaria a nuestros hijos, o que acabemos haciendo nosotros las cosas.

El error es una gran fuente de aprendizaje 

Vivimos en una sociedad que demoniza el error, asociándolo al fracaso, cuando esto no tiene porque ser así. Una de las mejores formas de aprendizaje en el método de ensayo- error, que además es fundamental en los primeros años de nuestra vida. Para ello: hay que dejar que nuestros hijos e hijas se equivoquen. Cuando les evitamos el error pensando que, sino se van a frustrar, les hacemos un flaco favor. Los niños tienen que aprender de sus errores y de sus consecuencias, pero de nuevo, para poder hacerlo así, necesitamos tiempo, que nos dará la suficiente tranquilidad como para volverlo a intentar, y paciencia, dado que aprender es algo difícil y seguro que el que el niño o la niña aprenda nos llevará más tiempo del que un adulto tardaría en resolver esa situación.

Un gran momento para Educar es el que se lleva a cabo en la mesa. Por eso los psicólogos siempre recomendamos que alguna de las comidas se haga en familia. En muchos casos, muchas familias nos cuentan que uno de los miembros no está a la hora de cenar en casa. Comer o cenar todos juntos nos puede ayudar no solo a aprender reglas básicas de educación y de comportamiento en la mesa, sino un espacio para hablar y conversar sobre las inquietudes y los sentimientos, sobre lo que nos preocupa, lo que hemos hecho en el día… cuando las jornadas laborales son muy largas e impiden que podamos cenar todos juntos, nos estamos perdiendo un gran momento.

Otro gran enemigo de la Educación es el cansancio. Cuando llegamos tan extenuados que no tenemos fuerzas para sentarnos a jugar con ellos, o para permitirles que hagan las cosas por sí mismos, o cedemos ante una rabieta solo por que se acabe lo antes posible, estamos perdiendo excelentes oportunidades para Educar y Enseñar.

FUENTE: PadresyColegios.com

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta