La maravillosa lección de una niña contra la homofobia: «¿Y qué pasa porque tenga dos padres? Colaboración con el diario El Mundo

Escrito por ESTHER MUCIENTES

«Es fundamental educar a los niños en el respeto»

«Qué hacemos mal cuando nos sorprende que una niña defienda a otra»

La maravillosa lección de una niña contra la homofobia: «¿Y qué pasa porque tenga dos padres?»

Rocío, la niña que ha hecho viral su defensa a una compañera.

«Tenemos que pensar qué es lo que estamos haciendo mal cuando lo que nos llama la atención es que una niña defienda a otra. ¿Por qué no nos llama la atención que se metan con otro niño y que nadie le defienda?«, asegura la especialista en Psicología Clínica y de la Salud y en Psicología Educativa, Silvia Álava.

Álava se refiere al vídeo que se ha viralizado desde que se emitiera el programa el pasado 21 de junio y en el que se ve como Rocío defiende con uñas y dientes a otra niña a la que están acosando por tener dos padres. Todo un ejemplo de respeto y tolerancia, que se ha convertido en todo un fenómeno viral que ha cobrado especial relevancia esta semana con motivo de las fiestas del Orgullo LGTBI.

En el vídeo Rocío y otras niñas están en clase de baile cuando llega una compañera nueva acompañada por sus dos padres. La profesora (el gancho del experimento) recibe a la nueva alumna, charla con los padres y cuando se marchan desaparece de la clase para poner en marcha la ‘encerrona’ que demostraría lo maravillosa que es Rocío.

Al marcharse la profesora una de las niñas se acerca a la nueva alumna para recriminarle que no quiere que esté allí porque tiene dos padres y que eso no es normal. «Perdona, ¿esos que han venido quiénes son?», le pregunta la niña que hará de gancho. «Pues mi padres», responde la recién llegada. «¿Cómo que tus padres?», le inquiere. «Mi papa y mi papi», responde. «¿Pero eso cómo va a ser? Tendrás que tener una madre también, ¿no?«, continúa. «No, yo no tengo madre», le dice. «¿Se ha muerto tu madre, o qué?», sigue. «No, no tengo madre. Yo sólo tengo dos papás».

Al marcharse la profesora una de las niñas se acerca a la nueva alumna para recriminarle que no quiere que esté allí porque tiene dos padres y que eso no es normal. «Perdona, ¿esos que han venido quiénes son?», le pregunta la niña que hará de gancho. «Pues mi padres», responde la recién llegada. «¿Cómo que tus padres?», le inquiere. «Mi papa y mi papi», responde. «¿Pero eso cómo va a ser? Tendrás que tener una madre también, ¿no?«, continúa. «No, yo no tengo madre», le dice. «¿Se ha muerto tu madre, o qué?», sigue. «No, no tengo madre. Yo sólo tengo dos papás».

La reacción de Rocío no debería sorprender, pero lo ha hecho. «¿Qué pasa porque tenga dos padres? ¿A ti te importa que ella tenga dos padres? No pasa nada, digo yo. Es una familia también«, le pregunta una indignada Rocío a la niña que está atacando a la nueva compañera.

Rocío se va encendiendo cada vez más al escuchar como la niña se niega a bailar con la nueva alumna y la califica de «bicho raro». «Pues yo no quiero bailar con una niña tan rara», responde la niña gancho a la defensa de Rocío. «Pues se viene conmigo», contesta muy enfadada Rocío.

«¿Pero tú eres capaz de bailar con un bicho raro?, le cuestiona. «Sí, y no es un bicho raro, así que te puedes estar callando esa boquita». Rocío ni corta ni perezosa le pide a la niña nueva que se vaya con ella. No va a consentir ni va a permitir que nadie la trate así.

La niña gancho continúa advirtiéndole que ella no quiere que al espectáculo vayan sus padres. «Pues yo no quiero que baile porque no quiero que en la actuación estén sus padres, porque me da vergüenza». La respuesta de Rocío es fantástico: «Pues te aguantas y punto pelota».

Rocío sigue durante todo el vídeo defendiendo y protegiendo a la niña con dos padres hasta que el programa decide que ha llegado el momento de cortar. La profesora regresa del control y les pregunta que qué está ocurriendo. Rocío le cuenta lo que están haciendo con la niña nueva y la profesora no duda en abrazarla al verla llorar. «¿Por qué te pones así?, ¿por qué la defiendes?», le pregunta. «Porque no me gusta. No me gusta que le digan eso a una persona», contesta entre lágrimas. Toda una lección.

¿Pero por qué reacciona así Rocío? ¿Qué la lleva a defender por encima de todo y sin amedrentrarse ni un ápice ante la otra niña? Y, sobre todo, ¿por qué nos sorprende tanto su reacción?, ¿no debería ser lo normal.

«Es fundamental educar a los niños en el respeto. Yo respeto y respeto que seas diferente, respeto que tengas dos padres, respeto que seas de otro color, que tengas una minusvalía. Rocío ha sido educada en el respeto», asegura Álava.

Y es que hay una cosa que no se puede olvidar es que los niños son esponjas que absorben lo que ven. «Los niños por lo que más aprenden es por modelados. Es decir, copian a sus padres. Es muy poco probable que un niño no haga lo que hacen sus padres«. En resumen: si los padres no permiten las faltas de respeto, ellos es lo que van a aprender. «Si ven faltas de respeto o si ante una persona diferente no trabajamos esa empatía es muy difícil que lo hagan».

La clave: la educación en valores. «Cada familia tiene que pensar qué valores queremos transmitir. A esa niña seguro que la han educado en unos valores«, afirma Álava.

Lo sorprendente es, valga la redundancia, que nos sorprenda la reacción de Rocío. Cuando la profesora le pregunta por qué la defiende, Rocío no sabe explicar la razón. «No sabe explicar por qué la defiende porque para ella no hay otra opción más que defenderla», explica Álava.

Y añade: «Es que si se meten con alguien y ves que no se puede defender por lo que sea es lo que tiene que hacer. Se queda sorprendida cuando la preguntan por qué la ha defendido, porque para ella es lo normal».

¿Y por qué nos sorprenden actitudes como la de Rocío? «¿Qué nos está pasando cuando nos sorprende que una niña haga esto? (…) Es el comportamiento esperado o el que todo querríamos que tuvieran nuestros hijos. Y esto se consigue educando en el respeto, la tolerancia, en la asertividad. Si los educamos en esos valores lo van a hacer».

FUENTE: Diario EL Mundo