Con Isabel Gemio en Te doy mi palabra de Onda Cero
Ayer tuve el placer de acudir junto a mi compañero Ángel Peralbo, al programa de Isabel Gemio, Te doy mi palabra de Onda Cero.
Estuvimos hablando sobre la importancia que tienen los padres en el correcto desarrollo de sus hijos, y cómo la principal variable que predice el éxito de la terapia psicológica con los niños y adolescentes es la implicación de los padres de la misma.
Si reflexionamos sobre las intervenciones con los niños más pequeños, la mayor parte de la ayuda se la damos a los padres hasta el punto de que en un 80% (porcentaje altísimo) no es necesario ni ver a los hijos.
Y por otro lado cuando ayudamos a los adolescentes, la implicación de ambos padres es vital. Suele haber una tendencia generalizada a pensar que ya son lo suficientemente mayores como para cambiar, autocontrolarse, mejorar, etc y por ello a depositar la confianza del cambio en ellos, pero la realidad es que los padres tienen que estar informados, tienen que saber que aún hay cosas que pueden hacer para el control externo y conocer bien esas orientaciones terapéuticas. Quizá cuando llegan a la preadolescencia y sobre todo a la adolescencia tiendan a atribuir causas más psíquicas y mentales que educativas a las problemáticas que se presentan, de ahí que intenten implicar más a los hijos y a implicarse menos ellos, quedándose muchas veces atrapados en la inmovilidad, el sufrimiento y el sentimiento de culpabilidad.
En este tipo de intervenciones hemos visto que cuando los padres están separados y asisten los dos a consulta se produce un fenómeno altamente gratificante para todos, y es una mejor consecución de los objetivos terapéuticos. Por un lado la asistencia de los dos y por otro, el entender que en cualquier caso la mejoría de su hijo es un objetivo común, les permite centrarse en conseguirlo, a pesar de otras diferencias que puedan tener en éste y otros planos
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