Ausencia paterna: el impacto legal y psicológico en los hijos
Expertos opinan sobre las repercusiones de la ausencia paterna y por qué es esencial comprender los efectos tanto legales como psicológicos.
Sumergirse en el complejo mundo de las repercusiones de la ausencia paterna es esencial para comprender los efectos tanto legales como psicológicos que esta situación puede tener en los hijos.
En este sentido, la abogada Sandra Hoyos y la psicoterapeuta Mariana Bermúdez ofrecen una visión profunda desde sus respectivos campos, arrojando luz sobre las implicaciones que este fenómeno puede acarrear.
Es algo muy drástico. Tiene que pasar por un proceso de terapia. Va a depender de la edad que tenga el menor, porque si es un niño que ya tiene 9 años y que ya se conoce él mismo, las Cortes no están inclinadas a permitir un cambio de nombre porque le estás quitando al niño su identidad»
«Llegar hasta ese extraño implica que hubo una relación que no funcionó, que el hijo ya trae esas secuelas. Quitarle el apellido representa quitarle la identidad. Lo que refleja para un niño la identidad es sentirse acogido y aceptado por los padres», comentó Mariana.
Proteger el bienestar de los hijos tras un divorcio
En el libro “Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron”, (JdJ Editores), la psicóloga Silvia Álava provee consejos y técnicas para solventar los principales problemas que pueden surgir en el día a día de padres e hijos, en orden cronológico, desde el nacimiento hasta alcanzar los seis años de edad combinados con casos prácticos que ejemplifican las distintas situaciones.
Silvia Álava asesora de forma clara y concisa sobre el bienestar de los hijos desde su experiencia profesional como directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes; los derechos de autor serán donados a la Asociación Nuevo Futuro.
Desde la educación de los niños al establecimiento de normas, pasando por cómo dirigirse a ellos, todo para mejorar la calidad de vida de las familias. La psicóloga recalca que para educar a los hijos es esencial usar el sentido común y que saber actuar ante determinadas situaciones requiere pararse a observar qué sucede y analizar tanto la forma de actuar del niño, como la de los padres.
En la segunda sección del libro, se desarrollan las cuestiones principales hasta los dos años como los hábitos de sueño, higiene, alimentación hasta cómo estimular su inteligencia; en la tercera trata cuestiones como la adaptación al colegio, miedos, celos o desobediencia; el libro cierra con un capítulo dedicado a los distintos tipos familias y un epílogo sobre la importancia de transmitir valores a los niños.
Entre los obstáculos que se pueden presentar, se encuentran las separaciones, una realidad en la que muchas veces los hijos son los principales perjudicado; la psicóloga Silvia Álava da pautas para que los niños convivan con el divorcio de sus padres de la mejor manera posible.
Algunos errores habituales
Silvia Álava apunta que
“muchos padres consiguen salvar sus diferencias individuales por el bien de sus hijos”;
esto no implica que arreglen su matrimonio, pero sí que mantengan el objetivo principal: el bienestar del hijo. Estos son algunos de los errores a evitar para lograrlo.
- Involucrar directamente al niño en la separación. Compartir los motivos de la separación con el niño es uno de los errores en los que más se incide. La psicóloga advierte que cuando el niño es pequeño no hay que contárselo porque no tiene el suficiente desarrollo madurativo para entenderlo, pero incluso cuando es mayor, tampoco le corresponde porque es un tema de pareja.
- Descalificar a la pareja. Cuando se descalifica a la ex-pareja delante del niño o lo utilizamos de mensajero para decir cosas, lo estamos perjudicando, haciendo inseguro y sometiendo a tensiones porque “su principal fuente de seguridad son los padres, ya que son sus adultos de referencia”. No hay que olvidar que “por muy mal que nos haya ido con nuestra ex-pareja, no deja de ser el padre o la madre de nuestro hijo.”
- Marcar tiempos para la asimilación. No hay un límite establecido para que el niño asimile la situación, cada caso va a necesitar un tiempo distinto. Los padres tienden a fijar tiempos en los periodos de adaptación que no se corresponden con la realidad del niño, que por su propio desarrollo cognitivo no tiene las estrategias que tienen los adultos.
- Intentar comprar al niño. Es posible caer en el error de pensar que el niño va estar más feliz o que va a querer estar más con nosotros si lo colmamos de cosas materiales pero en realidad ocurre todo lo contrario; “los niños necesitan que les digan por dónde tienen que ir, les trasmitan seguridad, firmeza y mucho cariño”.
La clave: una línea educativa común
Cuando se produce un divorcio, las vidas de los miembros de la pareja toman rumbos distintos; sin embargo, no debe suceder igual con la educación de los hijos. Álava afirma que cuando se trata de educar, los padres han de estar de acuerdo en los aspectos esenciales porque “los niños son sensibles a las incongruencias educativas”.
La psicóloga sostiene que si cada padre actúa de una manera diferente y los niños son pequeños “se pierden, ya que desconocen qué es lo que realmente se espera de ellos y se preguntan: ¿por qué con mamá es de una manera y con papá de otra?”
Asimismo, si hay más de una línea educativa y los niños son mayores, “su capacidad de observación hace que usen estas incongruencias para su propio beneficio; aprenden qué cosas pedir a mamá y qué cosas a papá.”
Para evitar estas situaciones y facilitar que los padres vayan en la misma dirección educativa, la experta aconseja “establecer con claridad las normas y consecuencias tanto si el comportamiento del niño es bueno como si no”.
Nuevas parejas, nuevos roles
La psicóloga indica que con frecuencia los niños tienen la fantasía de que sus padres van a arreglar su matrimonio y el hecho de que el padre o la madre comiencen una nueva relación les supone tener que asumir que la separación es definitiva.
Según la especialista, la otra persona tiene que asumir bien el rol que le corresponde: el de pareja de la madre o del padre, “nunca el de padre o madre, porque el niño ya los tiene”.
Silvia Álava insiste en la importancia de que se establezcan estos roles porque la pareja del padre o de la madre, no deja de ser un adulto de referencia. “Si conviven juntos, van a ser quien marque las normas y que no sean sus padres no implica que no les tengan que obedecer”.
Por mucho que se quiera que los niños se adapten, “no hay que forzar las situaciones y hay que darles tiempo, con la convivencia se establecerán buenos lazos afectivos”.
Normalizar la situación
Álava hace hincapié en la importancia de que todos los adultos de referencia del niño conozcan cuál es su realidad, entre ellos, profesores y cuidadores. La meta de comunicar la situación del menor no es que se le etiquete y reciba un trato distinto, sino normalizar la situación lo máximo posible.
Pero, cuidado, la psicóloga advierte que el hecho de todas las personas que están en contacto conozcan su realidad, “no significa que les tengamos que contar nuestra vida”.
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