Entradas

El síndrome postvacacional nos puede durar hasta 15 días

Por Andrea Domene Lupiañez |

Madrid (EFE).- La vuelta a la rutina puede costar más de lo que parece y acabar en el conocido como síndrome postvacacional, un conjunto de síntomas y emociones negativas que aparece al término de las vacaciones y que puede prolongarse hasta quince días, según advierten los psicólogos.

Los expertos aclaran que este síndrome no es un cuadro clínico, sino un “proceso de adaptación” para volver a la práctica laboral.

Lo normal es que los síntomas que aparecen al retornar de las vacaciones duren dos o tres días, aunque en algunas personas se alarga hasta las dos semanas.

Si la sintomatología dura más, los profesionales aconsejan que se pida ayuda psicológica. “Hay personas que experimentan estos sentimientos de una forma muy intensa, hasta el punto de que se pueden bloquear en el proceso de adaptación”, explica la vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid Mercedes Bermejo.

Síntomas más comunes

Entre los síntomas más comunes de este síndrome destacan el desánimo, la apatía, los pensamientos negativos, el insomnio o la irritabilidad, según detalla el psicólogo del Colegio de Psicólogos de Madrid Miguel Hierro.

Una mejor gestión de este periodo puede ayudar a prevenir la aparición de cuadros ansiosos-depresivos y a mejorar las relaciones de pareja y familiares.

Aunque depende de cada persona, y no todas lo experimentan, “el volver a una rutina que requiere exigencia y estrés elevado hace que la vuelta sea más costosa”, incide Bermejo.

Niños y adolescentes

La vuelta a los horarios establecidos hace que, en ocasiones, se produzca un “choque muy fuerte que el cuerpo nota”, según señala la psicóloga Silvia Álava.

Además, el paso del bienestar y la felicidad a un escenario de estrés y exigencia afecta al estado de ánimo y produce un malestar en general no sólo en los adultos, sino también en niños y adolescentes.

En etapas tempranas de la infancia y la adolescencia hay que tener un especial cuidado, en especial cuando están en un “proceso de maduración cerebral o cambios hormonales”, ya que estos cambios bruscos pueden crear una sintomatología más severa, sostiene Bermejo.

Consejos para sobrellevarlo

Para volver a la rutina con normalidad los expertos recomiendan que el cuerpo esté bien descansado y marcar unos objetivos a corto plazo, de manera progresiva y poco exigente, adaptándose a la rutina “cuidando el bienestar y la salud mental”.

Es necesario además adecuar los horarios unos días antes de la vuelta, buscar actividades que entretengan y planificar el trabajo con el objetivo de que el cambio, al final, “sea lo menos brusco posible”.

FUENTE: EFE.COM

La vuelta al cole: webinar realizado de la ANEABE

¿Estamos preparados para la Vuelta al Cole en esta época de pospandemia?

En este webinar os ofrecemos consejos y las claves más importantes para que esa vuelta tras las vacaciones sea lo más agradable posible.

Webinar realizado por ANEABE el pasado 2 de septiembre.

Trabajadores sin desconexión en vacaciones: «Sus cuerpos están en la playa pero sus mentes, en la oficina»

Dejar de consultar el correo o de atender el móvil de empresa ha sido, para muchas personas, una misión imposible

Los psicólogos afirman que la pandemia y el teletrabajo han podido aumentar el llamado estrés vacacional 

Por JESSICA MARTÍN

Desconectar por completo en vacaciones: ¿a quién no le suena bien esa frase? 

Carla, subdirectora de una agencia de marketing, asegura que le encantaría ponerla alguna vez en práctica, pero la responsabilidad ligada al cargo que ostenta y su personalidad “autoexigente” le han impedido apartarse varios días del teléfono de empresa o del correo electrónico este verano.

“Yo no he desconectado totalmente jamás. La única forma en la que puedo conseguirlo un poco es yéndome de vacaciones a un sitio con cambio de horario donde haya ocho horas de diferencia con España, porque así, cuando allí es de día, están durmiendo aquí y sé que no me están llegando correos ni tengo la tensión de saber que están pasando cosas. Pero cuando estoy de vacaciones en España, con el mismo horario, al final estoy pendiente todo el día. Es inevitable”, cuenta Carla en una conversación con RTVE.es.

Sin escapatoria

Desde el pasado año, debido a la pandemia, las posibilidades de hacer viajes internacionales se han reducido, así que no ha tenido «escapatoria». Ya asumió en junio que este verano su mente no estaría alejada de la responsabilidad laboral en ningún momento.

“Hay veces en que sí me agobia. Una dice: ‘Estoy todo el año trabajando y no puedo estar una o dos semanas de desconexión total’, pero es cierto que también es culpa mía porque yo tampoco sé desconectar y porque no dejo pasar una (…) Cuando veo el correo de un compañero o percibo que algo se está haciendo mal, al final me resulta imposible quedarme con los brazos cruzados. No puedo irme de vacaciones y olvidarme del correo. Imposible. Por más que quiera, no puedo”, admite Carla.

Un problema extendido que ha podido empeorar con la pandemia

Su caso, aseguran distintos psicólogos, responde a un problema “muy extendido” entre la sociedad. La última encuesta de Adecco sobre Desconectar del Trabajo en Vacaciones ya señalaba en 2019 que el 39,3 % de los españoles no logra ese descanso mental, pero la situación podría haber empeorado desde la irrupción de la COVID-19.

La pandemia no solo ha elevado los niveles de ansiedad en buena parte de la ciudadanía, sino que además ha intensificado en muchos casos el ritmo laboral y ha “difuminado” los límites entre la vida personal y la laboral, como consecuencia del teletrabajo.

Nos hemos acostumbrado

“Nos hemos acostumbrado a que el trabajo no siempre sea un ‘voy a la oficina y cuando salgo desconecto’. Ahora muchos estamos trabajando en casa y en cualquier sitio donde se tenga un mínimo acceso a internet. Esto hace más difícil desconectar cuando llega la hora de hacerlo”, afirma la psicóloga Silvia Álava.

Lo más grave del asunto, avanza esta misma psicóloga, es que, justo este año, “necesitamos desconectar más que nunca”.

“La mayoría de personas llegan a estas vacaciones más irritables y con menos energía que nunca“

“La mayoría de personas llegan a estas vacaciones más irritables y con menos energía que nunca. El año pasado la situación era distinta porque, aunque veníamos de varios meses metidos en casa, vislumbrábamos el fin. En aquel momento llegamos a las vacaciones con una ilusión, porque parecía que íbamos a recuperar la normalidad, pero esta vez llevamos un año y medio sin ver el final. El cerebro está agotado y anímicamente estamos más flojos”, explica.

Cuando es la empresa la que no permite desconectar

A la hora de analizar las causas del llamado estrés vacacional los expertos puntualizan que hay que distinguir entre distintos orígenes o factores que lo favorecen. El primero tiene que ver con la exigencia del puesto de trabajo y de la empresa; el segundo está relacionado con el funcionamiento del cerebro y la dificultad para adaptarse rápido al periodo de calma tras haber vivido una situación de estrés; y un tercero parte de un tipo de personalidad específica.

Respecto al primer punto, Alberto Alemany, director de intervención y psicólogo del equipo profesional de Mentevita, afirma que todavía son demasiadas las compañías que “no respetan” el descanso de sus trabajadores: “Esto habla de una mala planificación estratégica, de una mala gestión de los recursos humanos, y de poca comprensión sobre cómo funciona el rendimiento laboral de los profesionales”.

Lo afirma, además, basándose en su experiencia diaria, ya que el centro en el que trabaja está especializado en estrés y ansiedad laboral, e imparte cursos de formación para mejorar la salud psicológica dentro de las empresas.

Responsabilidad compartida

La mayoría de pacientes a los que Alemany atiende en una situación de estrés laboral trabaja en compañías que durante los periodos de descanso siguen demandando que sus profesionales trabajen sin comprender, dice, que no solo va en perjuicio del trabajador sino también de la empresa. No obstante, el psicólogo puntualiza que, en algunos casos, la responsabilidad es compartida: “Hay profesionales que no son capaces de decirle a su jefe: ‘estoy de vacaciones’”.

Esto último puede provocar ansiedad, rabia y malestar, según apunta también la psicóloga Lina Romillo, quien sostiene que “no saber poner límites a los demás, sea en el ámbito que sea», genera también «mucha inseguridad”.

Situación distinta es la de las personas que tienen una pequeña empresa o la de trabajadores autónomos, por ejemplo. En este caso, resulta más difícil desvincularse por completo durante un tiempo de las tareas y a menudo ocurre que el “cuidado” de la empresa queda por encima del cuidado de la propia salud mental.

Dificultad de la mente para «salir de la oficina»

El segundo factor que aumenta la probabilidad de que una persona tenga dificultades para desconectar del trabajo tiene que ver con el funcionamiento del cerebro y con la capacidad de adaptarse al cambio.

“Normalmente, durante el año estamos sometiendo a nuestro cuerpo a unos niveles de ansiedad elevados y mantenidos en el tiempo. Cuando llegan las vacaciones los estímulos que generan esa angustia desaparecen, pero nuestro cuerpo no aprende tan rápido esta cuestión (…) el cuerpo sigue pendiente de seguir trabajando. Se necesita un tiempo más largo para entender que esa situación (la que genera el estrés) no está presente”, explica Alemany.

Romillo precisa que muchas personas necesitan “3 o 4 días” para que su mente “se dé cuenta” de que está de vacaciones: “Los últimos 2 o 3 días antes de volver al trabajo suelen volver a pensar en el trabajo, así que, si se van 15 días de vacaciones, casi la mitad las ‘gastan’ no estando de vacaciones. Sus cuerpos están en la playa; sus mentes, en la oficina”

“Sus cuerpos están en la playa; sus mentes, en la oficina“

Alemany apunta que factores como la edad y el sexo también influyen en la aparición de lo que también se conoce como “depresión de la tumbona”: “Cuanto más jóvenes, más nos cuesta desconectar. Y a las mujeres les resulta menos difícil desconectar que a los hombres”, sostiene.

Rasgos de la personalidad que influyen: autoexigencia e inseguridad

Por último, los psicólogos coinciden en que la personalidad es un factor determinante y detallan cómo es el perfil de quienes padecen este estrés vacacional.

“Normalmente son personas muy autoexigentes que buscan la perfección en cada cosa que hacen. En cierta manera tienen miedo de fallar y viven sus trabajos como si fueran imprescindibles, pero nadie lo somos”, dice Romillo.

Álava menciona también que, en algunos casos, quienes sufren estrés vacacional se cargan con una responsabilidad excesiva por temor a que sus jefes dejen de valorarlos o a que sus clientes dejen de confiar en ellos, por ejemplo. También 

“También tiene que ver con la inseguridad. A medida que soy inseguro, soy más inestable y tengo la necesidad permanente de reactualizar mi valía. Esto es un círculo que se retroalimenta: si tengo esa necesidad de decir ‘aquí estoy, la empresa me necesita’, la empresa recibe ese mensaje y seguirá demandando (…) A veces se aprecia también un perfeccionismo elevado y una dificultad para poder delegar. Hay gente que tiene la necesidad de sentirse imprescindible en la organización y eso hace que les resulte difícil desconectar porque, si no tienen todo bajo control, sienten que algo horrible va a pasar”, agrega Alemany.

¿Qué supone no dejar al cerebro descansar?

Convivir con el estrés de manera sostenida y no dejar que el cerebro descanse, ni siquiera en vacaciones, tiene consecuencias negativas tanto para la salud mental como para la salud física.

“El estrés vacacional o la depresión de la tumbona, más allá de ser un nombre, tienen complicaciones. A corto y medio plazo, repercutirán en la esfera personal porque se pueden dar niveles de angustia, de ansiedad o incluso de depresión elevados. También dificultad para conciliar el suelo o trastornos psicosomáticos como migrañas, cefaleas o dolores estomacales. Y, a largo plazo, lo que puede provocar es un desgaste de profesional que va a incidir en su rendimiento laboral”, explica Alemany.

En línea con ese comentario, Álava recalca que “el cerebro es más productivo tras un periodo de descanso” y Romillo sostiene que el agotamiento mental puede provocar también un cansancio físico intenso.

«Después de correr una maratón, serias incapaz de correr otra maratón al día siguiente. Con la mente pasa lo mismo, igual que los músculos, necesita descansar. Si llevamos mucho tiempo trabajando a mucha intensidad entramos en lo que se conoce como fatiga. Dirás ‘estoy cansada, descanso, y sigo cansada’. Esto se acaba notando muchísimo a la hora de mantener la atención y en la productividad», agrega Álava.

Cinco consejos de los expertos

  1. Antes de coger vacaciones, planifica. Dedicar un tiempo previo al periodo vacacional para reunirse con los profesionales que se harán cargo de tu tarea puede ser muy útil. También es conveniente hacer supuestos de los problemas críticos que pueden darse durante ese tiempo y «practicar el ejercicio de delegar durante todo el año», aconseja Alemany. Este psicólogo también recomienda que, antes de coger vacaciones, se active la respuesta automática del correo y, en casos en que sea imprescindible, dejar «una vía de contacto urgente» para situaciones que realmente lo sean.
     
  2. Céntrate en el ‘aquí y ahora’. La mente también puede ser reeducada y hay que empezar por focalizarla en las relaciones personales, en el lugar donde te encuentres, en vivir el momento con conciencia plena. “Si viviéramos conectados a la vida, no necesitaríamos desconectar de nada. Vivir siendo plenamente conscientes en ‘el aquí y ahora’ hace que trabajes de forma mucho más eficaz y eficiente, y vivir una vida en el presente es la única forma de vivir. Cuando la mente está en el pasado o en el futuro se sobrevive, no se vive», subraya Romillo.
     
  3. Dedica tiempo a pequeños placeres. Además de «obligarse a parar» y realizar un ejercicio de autoconsciencia, Álava aconseja dedicar en estas vacaciones más tiempo al autocuidado y realizar actividades para las que habitualmente no hay tanto tiempo durante el resto del año, como echarse una siesta o leer tranquilamente un libro. «Estas vacaciones, en pandemia, son especiales y no tenemos que pensar que para desconectar necesitamos coger un avión y viajar a sitios nuevos. Podemos disfrutar de las pequeñas cosas».
     
  4. Coge, al menos, dos semanas libres seguidas. Tener un mínimo de dos semanas de vacaciones ininterrumpidas, si es posible, ayudará a tener un mayor margen para adaptarse al ritmo que requiere la desconexión, según Alemany.
     
  5. Trata de cortar al máximo el vínculo con lo laboral. Por último, los psicólogos consultados coinciden en que lo más sano para la desconexión es evitar todo lo posible el contacto con las tareas profesionales. Si es necesario hacerlo, lo mejor es fijar un breve tiempo al día para consultar el correo o el móvil de empresa, y comprometerse a no revisarlo fuera de ese horario marcado. 

FUENTE: rtve.es

Cómo preparar a los pequeños para la vuelta al cole (física y emocionalmente): lo mejor es empezar una semana antes

Los niños y niñas necesitan un tiempo para adaptarse a los horarios, por ello en esta última semana antes del comienzo de curso, es aconsejable comenzar a adaptar las rutinas. Es clave hablar de emociones, nervios, miedos…

Por Beatriz G. Portalatín

Estamos a punto de cerrar las vacaciones, a punto de comenzar un nuevo curso escolar, a punto de volver a empezar… La vuelta al cole está a la vuelta de la esquina y los pequeños necesitan su proceso de adaptación en cuanto a horarios, pero también, abordar esos nervios típicos de final del verano y esos nervios por volver a empezar. Más aún en otro año de pandemia por COVID-19.

Con antelación

Lo mejor, dicen los expertos, es comenzar al menos una semana antes del primer día de clase a adaptar rutinas y horarios para que los niños y niñas no se vean agobiados, cansados, irritables o muertos de sueño.

“Tanto los niños como los adultos necesitamos tiempo para poder adaptarnos a los nuevos horarios y rutinas. En vacaciones los horarios se relajan, no tenemos que andar tan pendientes del reloj, vamos más despacio, con más tiempo. Por ello, y sobre todo en los más pequeños, es importante evitar los cambios bruscos”, afirma a laSexta Silvia Álava Sordo, doctora en Psicología, psicóloga en el Centro de Psicología Álava Reyes y miembro de la comunidad Educar es todo.

Tanto los niños como los adultos necesitamos tiempo para poder adaptarnos a los nuevos horarios y rutinas, sobre todo los más pequeños. Por ello, es importante evitar los cambios bruscos

Dra. Silvia Álava Sordo

Debemos saber -explica la experta- que los adultos podemos cambiar la velocidad con la que hacemos las cosas. Por ejemplo, es habitual que en verano dediquemos mucho tiempo a desayunar, vestirnos, etc. Sin embargo, cuando empieza el periodo laboral, aceleramos y somos capaces de reducir estos tiempos y hacerlo todo mucho más deprisa. Pero los niños, sobre todo los más pequeños, no tienen esa capacidad. De ahí la importancia de hacer ese proceso de adaptación y que no haya cambios bruscos de horarios ni tiempos, y que puedan tener tiempo para hacer tareas tan esenciales y rutinarias como desayunar o vestirse.

Horarios de sueño y comidas

Está claro que no es fácil para nadie, adultos incluidos, volver a madrugar y a tener horarios, pero los niños y niñas lo notan mucho más. Por ello, las recomendaciones es la de una semana antes comenzar a acostarlos algo más temprano y comenzar de nuevo a instaurar unas rutinas de comidas.

Según aconseja Álava, podemos acostar a los pequeños a una hora razonable para poder levantarse bien por las mañanas. Y esto es algo que deben de hacer tanto los niños como los adolescentes. “Nos encontramos muchos niños y adolescentes que están muy irascibles, irritables, que incluso les cuesta mantener la atención por periodos largos de tiempo, y la explicación está en que les faltan horas de sueño”.

La semana de antes de volver al colegio, conviene también que el desayuno, la comida y la cena se realicen en el mismo horario que se realizan durante el periodo escolar

Dra. Silvia Álava Sordo

También es importante adaptar el horario de las comidas. “La semana de antes de volver al colegio, conviene que el desayuno, la comida y la cena se realicen en el mismo horario que se realizan durante el periodo escolar”, añade Álava, también autora del reciente libro ‘El arte de educar jugando’.

Igualmente, Pilu Hernández Dopico, maestra, formadora de formadores y Ceo de El Pupitre de Pilu, aconseja además, ir poniendo el despertador para que se vayan acostumbrando de nuevo al sonido. Y con respecto a las comidas sería también muy positivo, además de ir regulando -como hemos comentado- los horarios de comida, también “ ir introduciendo alimentos más saludables o platos más parecidos a los que solemos comer durante el curso. En verano, también relajamos más las comidas o comemos más veces fuera de casa”.

Emociones, nervios… y COVID-19

De forma general, «los pequeños tienen ganas de volver al colegio, de ver a sus amigos, de volver a socializar, tengamos en cuenta que durante el verano muchos niños y niñas están más solos o no están todo el día con niños y niñas de su edad», sostiene Hernández. Sin embargo, es normal que en esa semana antes de comenzar al curso haya un cóctel de emociones normales y esperables.

Es importante crear espacios con los niños en los que hablar sobre todo esto, preguntarles cómo se sienten en la vuelta al colegio, que lo verbalicen, que podamos validar sus emociones

«Las emociones están presentes todos los días de nuestra vida, y al volver al colegio es normal sentir un sinfín de emociones contradictorias: alegría por ver a los amigos, tristeza porque se acabaron las vacaciones, enfado por no querer estudiar, sorpresa por conocer en qué clase o qué profesor les tocará, y este año, al igual que el pasado, también el miedo, porque seguimos en pandemia y hay que seguir cumpliendo las medidas de seguridad. Por eso es importante crear espacios con los niños en los que hablar sobre todo esto, preguntarles cómo se sienten en la vuelta al colegio, que lo verbalicen, que podamos validar sus emociones y decirles que los entendemos, sin dejar de buscar lo positivo de la vuelta al colegio», aconseja Álava.

Con respecto al COVID-19 -tercer curso escolar consecutivo de pandemia- y con respecto a las medidas de prevención que van a seguir instauradas al igual el año pasado en las escuelas, Hernández aconseja que como madres y padres que «las normas sanitarias de los colegios (mascarillas, distancia social, higiene de manos…) se expliquen a los más pequeños de forma positiva y no de manera dramática: “Nada más ajeno y extraño para un niño que la mascarilla – salvo que sea una fiesta de disfraces-, la distancia social – ellos que necesitan el contacto… El juego, en gran medida, se basa en el contacto. Como de momento parece que estas medidas han llegado para quedarse un tiempo, es bueno que no las cuestionemos delante de ellos y se las comuniquemos como parte de un juego”.

Es bueno que como padres y madres no cuestionemos las medidas de prevención en las escuelas delante de ellos y se las comuniquemos como parte de un juego

Pilu Hernández, maestra

En positivo

También, apunta Álava por su parte, es aconsejable que este tema se trate desde un enunciado en positivo. Es decir, tenemos que decirles, informarles o recodarles que de momento las medidas de seguridad van a ser como las del año pasado y que según vaya avanzando el curso escolar, ya se verá si se pueden relajar, pero hacerlo en positivo: ‘El pasado lo hicisteis genial y nos demostrasteis como los niños seguisteis todas las normas y apenas hubo contagios en las escuelas e institutos. Se que no te apetece seguir con la mascarilla, los grupos burbuja… pero sabemos que puedes hacerlo muy bien porque de momento es lo que nos toca’.

«Además es necesario que nuestros hijos vean que los primeros que cumplen todas estas medidas somos los padres y las madres. Que no es algo sólo para hacer el colegio y durante la jornada escolar. Que los adultos debemos dar ejemplo», añade.

No solo con el COVID, también los padres y profesores -figuras de referencia para los pequeños y jóvenes- «debemos evitar transmitir desánimo ante la reincorporación al trabajo, sino que será bueno que nos mostremos con ilusión ante los nuevos proyectos y el inicio del nuevo curso. Marcarnos nuevos objetivos para las próximas semanas que mantengan el espíritu de las vacaciones, con alguna visita dentro de nuestra ciudad o la práctica de actividades deportivas, hará que ese salto desde las vacaciones a los estudios no se vea como un castigo», finaliza Álava.

LaSexta/ Bienestar/ Psicología

FUENTE: LaSexta.com

Semana de vuelta al trabajo, y este año ¿tendremos también “depresión post vacacional”? lo explicamos en este nuevo vídeo

Es normal, que al acabar las vacaciones la gente se sienta triste y apática, las personas no somos máquinas y notamos el cambio al incorporarnos al trabajo, los estudios, la vida cotidiana; es decir a una agenda llena de obligaciones. El choque es brutal y nuestro organismo lo acusa, cambian los horarios, costumbres y actividades, y lo pero es que lo hacen para dejar paso a un montón de obligaciones no siempre placenteras.

La frecuencia aumenta, a la par que las condiciones de vida, especialmente en las grandes ciudades, se hacen cada vez más difíciles. Más que de un síndrome con identidad propia se trata de un problema de adaptación, y eso puede hacer que los primeros días sintamos:

  • Debilidad generalizada
  • Desmotivación
  • Angustia
  • Irritabilidad
  • Perdida de apetito
  • Disminución de la capacidad de concentración
  • Cambios de humor…
  • incluso se puede somatizar con molestias intestinales o gástricas,
  • Dolor de cabeza, 
  • Insomnio…
  • Pero lo más preocupante, es una profunda sensación de tristeza, apatía y falta de fuerzas.

Lo habitual es que pasados quinde días nos hayamos acostumbrado. Si no es así, quizás es el momento de pedir ayuda.

Y este año, en medio de una segunda ola de contagios ¿que va a pasar con nuestra capacidad de adaptación? ¿Se va a agravar este año la “famosa depresión post vacacional”?

Este es un año atípico, hemos llegado al verano después de un confinamiento que ha durado meses. El verano ha supuesto un respiro, poder salir a calle, volver a quedar con los amigos, ver a los familiares, hacer deporte al aire libre sin restricciones horarias… ha sido un balón de oxígeno que todos necesitábamos.

Ahora que las vacaciones van tocando su fin nos encontramos que los síntomas de la vuelta al trabajo este año pueden ser diferentes así:

  • El confinamiento ha pasado factura a nivel emocional a todos grandes y pequeños y en ocasiones la desconexión realizada durante las vacaciones no ha sido suficiente para recargar nuestro nivel de energía ni para resolver nuestros problemas emocionales.
  • En muchos casos sentimos añoranza por esas vacaciones perdidas. Mucha gente no ha podido viajar por la pandemia, por la situación económica, y lo echamos de menos. Además, en muchos casos los planes que hemos hecho han cambiado, no hemos podido movernos con libertad, no hemos podido abrazar a nuestros familiares y amigos… lo que puede incrementar los sentimientos de tristeza.
  • A todos los síntomas ya conocidos de la depresión postvacacional se le suma la gestión de la incertidumbre. No sabemos si vamos a nuestras oficinas, si seguiremos tele trabajando, si será un modelo híbrido, si los niños volverán al colegio y en qué condiciones… Hay muchas personas que siguen en Erte y no saben si se van a reincorporar a su puesto laboral…
  • Nos falta información para poder gestionar nuestro día a día y planificarnos y eso genera mucha frustración.
  • El miedo al contagio, a un segundo confinamiento

Sentir emociones desagradables mantenidas en el tiempo nos puede pasar factura tanto a nivel físico como mental.

¿Nos afecta a todos por igual?

Todavía no sabemos como va a afectarnos esta vuelta al trabajo tan atípica, pero está claro que dependerá de:

  • El carácter y la forma de tomarse la vida de cada individuo, las personas negativas, sensibles, perfeccionistas, idealistas u obsesivas, son las más proclives,
  • También depende el grado de satisfacción del trabajo, el ambiente, la responsabilidad del puesto y el nivel de reconocimiento laboral, y por supuesto la buena o mal relación con los jefes y compañeros.
  • De si estamos trabajando de cara al público con una mayor exposición al virus
  • De las medidas que se estén tomando en nuestros trabajos, no solo de separar las mesas, gel hidroalcólico, mascarillas… sino también si sentimos que se preocupan por nosotros.
  • De si se va a poder conciliar la vida personal y laboral…

Quizás el grupo de edad que peor lo puede pasar son aquellos con niños edad escolar, pues a la vuelta al trabajo se junta la incertidumbre de que va a pasar con los colegios y las dificultades para conciliar.

El regreso a la rutina escolar supone un gran esfuerzo económico y psicológico para los padres. Colaboración con la cadena COPE

Llegamos al final del verano y eso solo significa una cosa, volver a la rutina. Dejamos la playas, volvemos a casa, retomamos el trabajo y a los niños les toca algo que no les gusta mucho, volver a las clases. La vuelta al cole se traduce en un auténtico esfuerzo económico y psicológico para padres y niños. En cuanto a lo económico, las familias realizan un gran desembolso para los uniformes, los libros, las mochilas, básicamente todos los materiales escolares. Un desembolso que, según la Organización de Consumidores y Usuarios, oscila este año entre los 1.993 euros de gasto medio por hijo. Unos costes que dependen, lógicamente, del tipo de educación que tenga el niño.

Si la educación es pública, la OCU estima que el gasto medio por niño desde que llega a infantil hasta bachiller es de 4.416 euros. Si es concertado, el gasto asciende paulatinamente a 10.168 euros. Y si la educación es privada, los gastos llegan a 24.841 euros. Dentro de esas medias se encuentran los gastos en material, ropa libros… El material escolar ronda en torno a los 83 euros de media anual, los libros de texto, unos 201 euros y en el caso de los uniformes, unos 151 euros de media. Cifras que sin duda suponen una “cuesta de agosto”.

Pero como decíamos al principio, también significa un esfuerzo psicológico tanto para padres como para hijos. Los niños tienen que recuperar los hábitos de acostarse pronto, ir a clase, dejar las consolas por los libros… Un cúmulo de cambios que hace que la vuelta a la rutina sea complicada. Los padres por su parte luchan para que sus hijos recuperen estos hábitos, llegando muchas veces a discutir y enfadarse cuando estos muestran cierto estado de rebeldía.

En Mediodía COPE hemos hablado con Silvia Álava, psicóloga experta en educación, para conocer conocer mejor cómo afecta el inicio del colegio a los pequeños: «Les afecta un poquito. Es cierto que les cuesta ponerse las pilas pero tardan menos que los padres. Normalmente suelen tardar unos 15 dias en habituarse«. La psicóloga ha dado consejos para mejorar la vuelta al cole en las casas: «Los padres pueden ir retomando horarios estas semanas previas a la vuelta al cole. No tiene sentido que apuren con el mismo horario hasta el comienzo del colegio porque si no van a estar agotados«.

También ha destadado la importancia de la actitud que tienen que tener los padres cuando llevan a los pequeños al cole: «Los niños tienen que saber dónde vamos, qué es lo que se va a hacer, etc. Pero lo fundamental en estos casos es la actitud de los padres porque hay a veces que son los padres quienes van con miedo al colegio. Esa actitud da un mal enfoque al pequeño y lo asimila con algo negativo. Por eso tienen que cambiar la actutud para que el pequeño vaya contento al colegio«

¿Cuáles son los síntomas de la depresión postvacacional? Colaboración con el diario ABC

Los trabajadores no son los únicos que la sufren, también pueden padecerla los niños al comienzo del curso escolar y la tercera edad.

María Lozano @abc_conocer

La depresión postvacacional no está reconocida como trastorno psiquiátrico, ya que no se mantiene a lo largo del tiempo, pero afecta al 41% de los trabajadores en España, según un estudio de Lee Hecht Harrison, división del Grupo Adecco. Para la psicóloga Patricia Ramírez es solo marketing y lo califica como un mero «proceso de adaptación a una situación que es menos placentera a la que se tenía antes».

Las personas que sufren este síndrome, que la psicóloga Silvia Álava tampoco define como depresión, «suelen presentar bajo estado de ánimo, cansancio, ansiedad e incluso problemas gástricos», según la experta. No obstante, estos indicios no deben perdurar más de 15 días. «Lo habitual es que pase rápido, si no lo hace, lo más recomendable es acudir al médico porque quizá se trate de algo más grave», apunta la especialista.

Álava señala que las personas más negativas, que tienen idealizado su trabajo son más propensas a sufrir este síndrome tras las vacaciones, que se acentúa si el entorno de trabajo es hostil. También depende del grado de satisfacción con la vida tanto personal como profesional de la persona en cuestión y de la responsabilidad del puesto que ocupe.

Ambas psicólogas coinciden en que porque acaben las vacaciones no es necesario dejar de hacer actividades placenteras en los ratos libres y fines de semana. «La desconexión del trabajo es mental y durante el periodo de trabajo también lo puedes hacer», apunta Álava.

El síndrome en los niños

No solo las personas adultas que regresan al trabajo padecen estos síntomas. También pueden presentarse en los niños cuando comienzan un nuevo curso escolar. «A veces también ocurre. Es un cambio muy brusco en el que pasan de no tener horarios a la vuelta a la rutina. El mensaje que tenemos que transmitir es que en vacaciones nos lo pasamos muy bien, pero que hay que ser feliz los 12 meses del año, no solo en verano», explica la psicóloga Silvia Álava.

La influencia de los padres en sus hijos es crucial para los más pequeños. Ramírez indica que deben dar ejemplo también con este tema: «Si te ven verbalizando mal sobre el lunes, ellos van a hacer lo mismo. La vuelta al cole hay que hacerla atractiva, hablar sobre las nuevas asignaturas, los compañeros, comprar material escolar nuevo y centrarse en las cosas positivas».

En cuanto a la tercera edad o las personas jubiladas, este síndrome es poco frecuente, ya que sus rutinas están más marcadas. «Puede ocurrir incluso que los abuelos se sientan liberados porque recuperan su tiempo libre en caso de que hayan cuidado de sus nietos en verano. Pero también puede ocurrir lo contrario si es solo durante las vacaciones cuando tienen tiempo para pasar en familia, lo que puede generarles tristeza. Depende de la persona», concluye Ramírez.

8 claves para regresar a la rutina de la forma menos estresante. Colaboración con eBay