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¿Qué tareas pueden hacer los niños en casa? Colaboración con Burgos Conecta

El encierro es un buen momento para iniciarles en las labores de casa. Dos psicólogas nos orientan sobre cómo hacerlo.

Por Yolanda Veiga.

Venga, que no llegamos. ¡Veeengaaaaa!».

Hace ya días que no arrancamos así la jornada. Confinados como estamos, los horarios se han relajado un poco, especialmente los de los niños. «Ya no hay excusa para que la niña no se vista sola. Que lo haga, aunque tarde veinte minutos en lugar de cinco». Porque ahora tenemos veinte, aunque cada mañana añoremos la prisa de antes. «Es un buen momento para trabajar la autonomía de los chavales. Tardarán el triple, sí, pero hoy podemos gastar ese tiempo que normalmente no tenemos», propone Silvia Álava, directora del área infantil del gabinete psicológico Álava Reyes (Madrid). No es echar rato para que se haga más corto, no. La idea es que los niños vayan asumiendo tareas que se hagan hábito. 

«No se trata de forzar situaciones. Hay padres que pueden pensar: ‘¡Qué buen momento para quitarle el pañal ahora que no tenemos que madrugar!’. Y lo hacen porque les viene bien a ellos aunque no sea el momento adecuado para el niño. Para lo que seguro que sí es buen momento es para enseñarle a tu hija de 2 años que hay que recoger los juguetes. Obviamente no lo va a hacer sola pero podemos dedicarle un rato a esa tarea: ‘Tú guardas un juguete y yo otro’».

Tareas por edades

2-3 años:Recoger algún juguete con ayuda, llevar el pañal sucio a la basura.4-5 años:Recoger juguetes con poca ayuda, llevar la ropa sucia al cesto, llevar las pinzas para colgar la colada, llevar los desperdicios al cubo de la basura.A partir de 6 años:Poner la mesa, pinche de cocina, meter los platos sucios al lavavajillas.A partir de 8 años:Hacer la cama, prrepararse el desayuno, emparejar calcetines.A partir de 10 años:Barrer la cocina, pasar la aspiradora.

Habla la experta de trabajar la «corresponsabilidad». «Ojo, no se trata de ‘ayudar en casa’. Ese planteamiento no vale. Vamos a aprovechar que estamos todos juntos sin poder salir para que los niños vean que las labores de casa son labores de equipo». Nada de tareas por sexo. Los trabajos se reparten en función de la edad. «Imaginemos una familia con tres hijos de 7, 4 y 2 años. No puede ser que el de 7 ponga la mesa y los demás no hagan nada porque son pequeños. El de 4 años puede poner la barra de pan, que no se rompe si se cae. Y el de 2 puede encargarse de llevar el pañal sucio, al que hemos hecho previamente una bola, a la basura. El objetivo es que todos vean que son importantes, que colaboran».

Para quien no sepa por dónde empezar, Silvia Álava propone una serie de tareas por cada franja de edad. «Podemos empezar por los juguetes. Con 2 o 3 años recogeremos nosotros más que ellos, pero es importante que empiecen a hacerlo. Con 4 o 5 años lo harán con menos ayuda y con 6 ya deberían hacerlo solos. Pongamos ahora el baño, que es algo que veces les cuesta. Al de 3 años con que deje el pijama encima de la cama es suficiente, de más mayores pueden llevar a la ducha el albornoz, coger la crema para después, y con 8 años deberían ya recoger la ropa sucia tras el baño y vestirse solos».

Los deberes

Explica la especialista que el ‘salto’ en cuestión de autonomía se produce en torno a los 6 años. «Con esa edad les gusta mucho hacer de pinches de cocina. No se trata de dejarles con la olla, sino de que cojan los tomates del frigorífico, que laven algún utensilio que no sea de cortar…». Y que a partir de los 8 ya podrían afrontar tareas como hacerse la cama o prepararse el desayuno. «Si es algo sencillo como unas tostadas bien pueden hacerlo solos. Se trata de que cojan un hábito y que lo mantengan después, cuando regresemos al trabajo y al colegio». «A partir de 10 años serían perfectamente capaces de barrer o de pasar la aspiradora, por ejemplo».

No lo hagamos, en todo caso, con la idea «de que nos quiten trabajo a los trabajos», sino que la única finalidad es «educar en corresponsabilidad». «Deben asumir que las labores de casa son tareas de familia. Así que dejémosles que pasen la bayeta, aunque luego la tengamos que pasar nosotros por detrás». 

Mucho cuidado con los deberes

Trabajos que se harán sin descuidar los deberes. Mucho cuidado con esos deberes… «Las tareas escolares son ahora un tema un poco peliagudo. Insistimos en que las tienen que hacer solos, pero el problema es que el profesor no ha tenido ocasión de explicarles algunas de esas materias en clase. Así que lo que les toca a los padres ahora es explicarles las cosas. Pero solo eso. ‘Yo te explico este concepto y me voy’. No me quedo sentada a tu lado mientras haces los deberes. Los adultos, solo para resolver dudas», insiste.

En estos días que parece que tienen más de veinticuatro horas hay tiempo para mucho pero «hay que evitar sobrecargar a los niños», advierte la psicóloga Mariola Bonillo. «En las redes sociales se están compartiendo muchas ideas para hacer en casa pero escoged solo las que realmente os apetezca hacer». 

Recomienda la experta reservar huecos libres de tareas, de tablets, de televisión… para estar juntos, simplemente. «Pensemos en los bebés y menores de 3 años. Requerirán de más atención y alternancia de actividades: cogerles en brazos, montarles en el carrito y pasearles por la casa…».

«Estás enfadado porque querías salir a la calle, ¿verdad?»

Los adultos estamos francamente preocupados por cómo afectará el encierro al rendimiento escolar. Pero si lo estamos solo por eso, nos estamos quedando cortos. «Hay una cosa importantísima a trabajar en casa estas semanas, la inteligencia emocional. A veces las emociones nos saturan y tenemos un estallido de ira o de rabia. Y otras veces, simplemente nos las tragamos». Ni una ni otra opción son las mejores, advierte la psicóloga Silvia Álava, que ha preparado una guía con ejercicios para ayudar a los chavales a que identifiquen cómo se sienten estos días y por qué. «A menudo les decimos: ‘No te enfades’, ‘No llores’, ‘No es para tanto’ o les preguntamos de forma compulsiva qué les pasa. ¡Pero no lo saben! Debemos ayudarles a identificar lo que les ocurre: ‘Creo que te has enfadado porque querías salir a jugar. Estás aburrido porque llevas muchos días en casa, ¿es eso lo que te ha pasado?’». Aunque el principio sería otro, un ejercicio que es también una manualidad y que consiste en «recortar de revistas viejas caras de enfado, de tristeza, de alegría…», que les ayuden a identificar las emociones. «Podemos hacer una sesión de fotomatón: cada miembro de la familia se hará seis fotos representando emociones básicas». Que también hay que aprender a regular. «Para gestionar una emoción desagradable los chavales pueden coger una de esas bolas de cristal en las que se ve la nieve o la purpurina caer despacio. Al centrar nuestra atención en esa nieve, aunque sea por un momento, somos capaces de abandonar la preocupación».

FUENTE: burgosconecta.es

¿A qué edad deben realizar los niños las tareas domésticas? Colaboración con Zen del diario El Mundo

Muchos padres se han convertido en los mayordomos de sus hijos

Se ha perdido la dinámica de ayudar en casa

«¿Cómo quieres que coma si no tengo tenedor?». «¿Me traes agua?». «¿Por qué no me has puesto pan?». La escena se repite noche tras noche en miles de hogares españoles. Padres convertidos en mayordomos que atienden solícitamente todas las demandas de sus hijos.

Por la mañana, la situación no es muy distinta. Mamás y papás estresados que se levantan a la carrera para preparar el desayuno, hacer la cama, colocar la ropa, ordenar las mochilas, peinar a sus retoños…

Lo cierto es que en muchos hogares los niños no sólo no tienen asignada ninguna tarea doméstica, sino que sencillamente no hacen nada. En opinión de la psicóloga Maribel Martínez, en la sociedad actual se ha instalado un modelo de educación complaciente diseñado para que los menores vivan entre algodones y no tengan que acarrear ninguna labor incómoda.

«Es triste pero se ha perdido la dinámica de ayudar en casa. Los padres no incorporan la importancia de estas tareas, sino al revés. Dicen: ‘Pobrecito, está cansado, ya lo recojo yo’. Les acaban convirtiendo en inútiles», declara Martínez, coautora del libro Niños sin miedos.

A todo ello hay que sumar que los progenitores se han volcado por completo en los estudios, los idiomas y las actividades extraescolares de sus pequeños y se han olvidado de algo esencial: enseñarles a colaborar en el hogar. Es más, se puede dar la paradoja de que los niños hablen inglés y alemán, practiquen surf y snowboard, dominen el ajedrez y el piano, pero no sepan hacer la cama ni atarse los cordones de los zapatos.

Asumir responsabilidades

¿Es esta sobreprotección beneficiosa para ellos? La respuesta es no. Educadores y antropólogos argumentan que asumir responsabilidades es una parte fundamental en la educación de los críos. Aprender a realizar las tareas domésticas y a cuidar de sí mismos son habilidades importantes que deben alcanzar para ser independientes y poder desenvolverse en un futuro.

Sin embargo, adquirir responsabilidad es un proceso a largo plazo. Precisamente, ése es uno de los errores más comunes que cometen los adultos: un buen día se levantan y deciden que su hijo debe hacer una serie de labores sin haber realizado un trabajo previo. Entonces, el niño se resiste y comienzan las interminables discusiones sobre quién hace qué.

Por tanto, la clave está en empezar lo más pronto posible e ir mostrando desde pequeños labores sencillas para que las vayan interiorizando. Cada tarea debe estar adaptada a la edad del menor y a su grado de madurez: «A un niño de dos años le podemos dar el pañal cerrado y decirle que lo tire a la basura. A los tres, están en condiciones de llevar la barra de pan. A los seis, pueden poner la mesa y a los ocho, hacer la cama», explica la psicóloga y profesora Silvia Álava. De hecho, en las edades más tempranas, los chiquillos están deseando ayudar e imitar a los mayores y es algo que hay que aprovechar.

En opinión de Álava, lo importante es dejarles claro desde un primer momento que los quehaceres domésticos son un trabajo en equipo y que los padres no son sus sirvientes. «No se trata de que tengan que encerar el suelo ni de sacar brillo a los muebles, pero todos tienen que colaborar», añade.

Otro de los requisitos necesarios para comenzar este aprendizaje es armarse de paciencia. Muchas madres pierden tanto tiempo en convencer a sus hijos de que hagan las faenas que, al final, deciden hacerlas ellas mismas. Además, en ocasiones son demasiado exigentes y esperan que los pequeños hagan las labores perfectas.

«A veces el adulto por falta de tiempo o de paciencia no permite que el niño ordene su mochila del cole, haga su cama aunque tenga arrugas o no pueda llevar el vaso por miedo a que se rompa… Es importante que si el pequeño dice ‘yo solo’ se le permita que lo haga a su manera y esperar a que pida ayuda. Si no, estás boicoteando su proceso de autonomía», sostiene Yolanda Cuevas, psicóloga e instructora de mindfulness.

Si no se ha hecho la labor pedagógica previa, nunca es tarde para empezar. Primero hay que establecer una serie de normas, consensuadas entre los padres, y asignar a cada hijo una tarea. Si ésta no se cumple, debe haber consecuencias y hay que ser firme con ellas. Por ejemplo, si el crío no lleva el polo al cesto de la ropa sucia, se quedará sin lavar.

Y ¿deben tener una recompensa por ayudar en casa? Los expertos consultados por ZEN consideran un error darles una paga porque supone condicionar la realización de las labores a una compensación económica. Es necesario inculcarles los valores de la convivencia y hacerles entender que la familia entera se beneficia de estas tareas: por ejemplo, todos sus miembros necesitan platos limpios para comer o ropa aseada para salir a la calle.

En definitiva, los niños deben aprender a responsabilizarse de las tareas y de sus cosas y los padres tienen que confiar en ellos y no subestimarlos. Porque son capaces de hacer mucho más de lo que creemos.

Hacemos un listado de las faenas que pueden hacer los pequeños de la casa: