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¿Qué saben tus hijos del porno? Colaboración con El Heraldo de Aragón

Casi el 10% de los consumidores de pornografía en internet tienen menos de 10 años. Los expertos coinciden: el porno en la red está minando la capacidad de muchos adolescentes y jóvenes a la hora de poder desarrollar una vida afectivo-sexual sana y saludable, libre de riesgos y para toda su vida.

Por Lucía Serrano y Noemí Gallego

En la pubertad, entre los 10 y 12 años, la curiosidad por el sexo se dispara. Surgen las dudas, las preguntas, el deseo… ¿Cómo saciar tanta curiosidad? ¿Cómo obtener respuestas rápidas cuando, además, el sentimiento de vergüenza -en muchas familias hablar de sexo sigue siendo un tema tabú- es el que más pesa? La respuesta es obvia: viendo pornografía. Y, con las nuevas tecnologías, visualizar este tipo de contenidos es sencillo y está al alcance de cualquiera: basta con un teléfono móvil. ¿Y qué adolescente no tiene uno? El 30% de los niños españoles ya tiene un ‘smartphone’ a los 10 años y el 70%, a los 12. Desde los dos años, juegan con los de sus padres y tienen acceso a vídeos de Youtube. Y ya se sabe: no hay nada más ‘peligroso’ que un adolescente que busca información fuera de casa.

Muchos ven el porno como una representación realista del sexo

Hagamos una prueba: si buscamos la palabra ‘porno’ en internet, en tan solo 5 segundos, aparecen más de 9 millones de resultados. Demasiada información para un tema tan sensible, de acceso inmediato y en manos inexpertas, que está empezando a generar serios problemas entre los más jóvenes, a la hora de abordar su sexualidad. De hecho, algunos especialistas consideran que nos encontramos ante una verdadera ‘epidemia’ silenciosa y que la sociedad aún no es consciente de lo que está ocurriendo.

Menores de 10 años

Y la teoría se sostiene en cifras. Según el proveedor de ciberseguridad Bitdefender, pese a que las webs piden confirmar la mayoría de edad, casi el 10% de los consumidores de porno en internet tiene menos de 10 años. Y Protégeles, asociación sin ánimo de lucro dedicada a la seguridad de los menores en la red, recalca que el 53,5% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años suele ver porno en internet, mientras que un 4,1% de los menores de 11 y 12 años recibe contenidos sexuales en el móvil. Pero, hay más. Un estudio reciente de la Universidad de Middlesex (Gran Bretaña) arroja unos datos tan significativos como preocupantes: el 53% de los niños y el 39% de las niñas que reconocían haber visto pornografía, la consideraban como una representación realista del sexo. Y El 39% de los adolescentes de entre 13 y 14 años, y una quinta parte de los niños de 11 y 12 años, querían imitar el comportamiento visto en los vídeos pornográficos.

Evidentemente, los adultos somos conscientes de que esas imágenes distan mucho de la realidad y sabemos interpretarlas, pero un adolescente, no. Y, desde luego, desconocen lo que esta conducta, tan aparentemente inofensiva para ellos, les puede provocar. Además, cuanto más jóvenes son y más extremo resulte el material, mayor intensidad tendrán sus efectos. Si la primera toma de contacto de los adolescentes con el sexo es a través de la pornografía, en un futuro no muy lejano, podemos tener serios problemas, ya que estos contenidos suelen ser violentos, agresivos y muestran a la mujer como un mero objeto sexual, siempre disponible. Y, en este sentido, conviene no olvidar que los casos de violencia de género entre adolescentes están aumentando en nuestro país. Algunas chicas, incluso crean sus propios vídeos de contenido sexual y no pocas ven como algo ‘normal’ el uso de una cierta violencia en sus relaciones, que definen como algo ‘erótico’.

Aumentan los casos de violencia de género entre adolescentes

Por eso, es tan importante que los adultos les hagamos entender que eso que ven, nada tiene que ver con la realidad; debemos quitarle la etiqueta de ‘tabú’ al sexo para que puedan acercarse a nosotros, sin esa vergüenza que, en ocasiones, incluso sin darnos cuenta, les transmitimos. Los padres deberíamos convertirnos en su principal fuente de información; si nos cerramos en banda… siempre estará ahí, aguardando, como fuente accesible, el porno. Por otro lado, se ha demostrado que existe una relación directa entre el aumento de la exposición a imágenes sexualizadas y una actividad sexual precoz, así como con otras conductas de riesgo. Si hay algo en lo que coinciden todos los expertos es en que la pornografía en la red está minando la capacidad de muchos jóvenes a la hora de poder desarrollar una vida afectivo-sexual sana y saludable, libre de riesgos.¿Qué pasará cuando un adolescente aborde sus primeras relaciones y compruebe que no tienen nada que ver con lo que conoce a través del porno?

Debemos quitarle la etiqueta de ‘tabú’ al sexo y hablar

En casa y en la escuela

En 2009, la UNESCO presentó las Directrices Internacionales de Sexualidad, en las que se recoge que la educación sexual ha de ser «tan importante como las matemáticas» y la ONU dice que todos debemos tener acceso a una educación sexual de calidad. Pero, en nuestro país, si bien es cierto que en colegios e institutos se imparten charlas, no forma parte del currículo escolar, como ocurre, por ejemplo, en Alemania, donde la educación sexual se imparte en las escuelas y es obligatoria.

La psicóloga infantil y autora del libro ‘Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia’, Silvia Álava, tiene las claves para mantener una charla interesante sobre educación sexual en familia. Álava insiste en que una buena educación afectivo-sexual les hará sentirse mejor consigo mismos y con los demás, y que es básico que los padres no dejemos nunca preguntas sin contestar. «Si te hacen una pregunta y no les respondes -explica-, pueden pasar dos cosas: que piensen que está mal hablar sobre ello, y no nos vuelvan a contar nada, o que busquen la respuesta en internet». También es conveniente que los padres nos anticipemos y hablemos con ellos antes de la adolescencia, «antes de que su grupo de iguales -sus amigos, por ejemplo- nos arrebate el puesto de héroes y confidentes». ¿Y qué pasa si no sabemos contestar o la pregunta nos pilla por sorpresa? Pues les respondemos con otra pregunta, del tipo: ¿tú que crees? o ¿tú qué sabes? Es la mejor manera de saber qué saben ellos sobre el tema. La psicóloga infantil apuesta por respuestas concretas en lugar de un largo discurso, así como por llamar a las cosas por su nombre, con naturalidad, para no convertir el tema en tabú. Debemos ayudarles sin poner pegas, porque, así, nos aseguramos de que acudan a nosotros, siempre que necesiten resolver alguna duda. Si nos ponemos nerviosos al hablar de sexo, podemos probar a mantener la charla haciendo alguna actividad, juntos. Y, un último consejo, pero no por ello menos esperado: si hemos ‘pillado’ a nuestros hijos viendo porno, es fundamental tratar el tema con naturalidad. «Es muy importante que les expliquemos que pornografía y realidad no van de la mano».

Pantallas seguras

En los institutos, los adolescentes reciben charlas sobre educación sexual para que, cuando tengan su primera relación sexual, utilicen métodos que les protejan, tanto de enfermedades como de embarazos no deseados, pero en la red existen otros muchos peligros. Es cierto que los chavales van por delante de nosotros en lo relativo a los ‘smartphones’, pero también es cierto que no son conscientes de los riesgos que corren (virus, ciberacoso -que sufre el 7% de los menores-, cuentas robadas…). Hoy, el filtro de protección más conocido es el control parental, una herramienta que permite a la familia controlar y/o eliminar el contenido al que sus hijos pueden acceder desde cualquier dispositivo. Pero tiene sus lagunas, ya que, ellos mismos pueden desactivarlo siguiendo unas simples instrucciones publicadas en internet. Por eso, la educación en seguridad de toda la comunidad educativa (docentes, padres y alumnos) es imprescindible para conocer los riesgos y los distintos sistemas de prevención que existen en el mercado. Sistemas y herramientas importantes, ya que, volviendo a las cifras y al estudio ya citado de la Universidad de Middlesex, el 38% de los adolescentes de entre 11 y 16 años ven pornografía en un ordenador y el 33% accede desde un ‘smartphone’. Y -atención- cerca del 60%, la ven en casa. De poco sirve prohibirles navegar por internet, si quieren hacerlo, lo harán, y todos sabemos lo que tienta lo ‘prohibido’. De ahí, la importancia de que entiendan los peligros a los que se exponen y dedicarle tiempo en estas cuestiones, a educarlos. Es vital que sepan que es ilegal que los menores accedan a las páginas web con contenidos pornográficos; y es el momento de alentarles para que confíen en nosotros a la hora de hablar sobre sexualidad -insistimos- con total naturalidad.

Noemí Gallego es miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía

¿Por qué ven porno nuestros hijos? Colaboración con la revista Mujer Hoy

Artículo realizado por Paka Díaz

Casi el 10% de los consumidores de pornografía en internet son menores de 10 años, niños y niñas que creen que lo que están viendo son situaciones reales. ¿Qué es lo que buscan?¿Les estamos protegiendo? ¿Estamos ciegos o preferimos no saber?

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Ua mujer, digamos que se llama Susana, descubre en el historial de su ordenador portátil un reguero de páginas pornográficas. Lo primero que hace es preguntarle a su marido, pero él niega haber estado en esas webs. Ambos repasan el camino dejado de videos de Youtube que van pasando del último al primero, que es… ¡de Bob Esponja! Se miran incrédulos. ¿Puede su hija de ocho años haber estado consumiendo porno? ¿Cómo ha llegado hasta ahí? Cuando Susana le pregunta a la pequeña, la niña lo niega. Pero ante el tono tranquilo de su madre y su insistencia, acaba por confesar la verdad: en el colegio había escuchado algunas palabras y quería saber lo que significaban. Al ponerlas en el buscador, salieron aquellos vídeos. «Mami, ¿es eso lo que hacéis cuando hacéis sexo?», pregunta, pero Susana, atribulada, solo atina a decir: «Luego hablamos».

El caso no es aislado. Según el proveedor de ciberseguridad Bitdefender, pese a que las webs piden confirmar la mayoría de edad, casi el 10% de los consumidores de porno en internet tiene menos de 10 años. Además, la Asociación Protégeles señala que el 53,5% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años suele ver porno en Internet, mientras que un 4,1% de los menores de 11 y 12 años recibe contenidos sexuales en el móvil.

¿Qué está pasando? Nada nuevo en cuanto a contenido aunque sí respecto al modo de acceso a la información. Tendemos a ver a los niños como seres angelicales, pero lo cierto es que el sexo despierta una curiosidad casi innata en ellos, que se ve acentuada por las respuestas incómodas que suelen dar los adultos cuando se menciona el tema. A veces, los niños se atreven a preguntar pero, si los mayores evitan hablar de sexo y ellos no se sienten escuchados, harán lo que hacemos todos cuando tenemos dudas: buscar en Internet. Según la compañía de seguridad Kaspersky Lab, el 39,9% de las búsquedas de los niños españoles estaba relacionada con contenidos pornográficos.

En primer lugar, Susana y su marido tendrían que haber instalado contraseñas en sus dispositivos móviles para impedir a su hija navegar indiscriminadamente por la red. «A nadie se le ocurriría dejar solo en la calle a su hijo de siete u ocho años. Del mismo modo, en internet hay que acompañarles y explicarles los riesgos virtuales», afirma Silvia Álava, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes.

Seguros en la red

  • Lo primero es poner el ordenador en un lugar que permita ver la pantalla. Además, se puede activar un sistema de control parental con alguna compañía de seguridad (muchas incluso ofrecen sistemas para monitorizar su actividad online a distancia). Sin embargo, hay que tener en cuenta que «prohibirles» internet no sirve de nada: si un niño quiere acceder a la web, va a acceder antes o después. Así que lo importante es que entiendan los peligros que puede haber en ella, dedicarles tiempo, educarles. Cuéntales que es ilegal que los menores accedan a páginas pornográficas pero, sobre todo, aliéntales a confiar en ti para hablar del tema sexual con naturalidad. También puedes limitar el usos de los dispositivos electrónicos (las comidas, el tiempo de estudio, y la noche deben ser sagrados). Finalmente, da ejemplo y «desconecta»: aprenden por imitación y ver a los padres siempre enganchados a los dispostivos fomenta que ellos también lo hagan.

Que los dispositivos electrónicos a los que tengan acceso los niños estén protegidos con filtros adecuados para su edad es primordial. El más conocido de ellos es el control parental. «Este módulo filtra los contenidos a los que los niños pueden acceder», explica Alfonso Ramírez, director general de Kaspersky Lab Iberia, una empresa de software de seguridad, que señala que los niños están muy por delante de los padres en tecnología. «Y, sin embargo, no son conscientes de los riesgos», advierte.

Las amenazas más comunes para los menores en internet son la pornografía, los virus o las cuentas robadas, pero también el ciberacoso, que sufre un 7% de menores, según el estudio Growing Up Online, elaborado por la citada firma. Ramírez considera que la educación en materia de seguridad es fundamental, por eso han creado, con la Fundación Alia2, el proyecto Familia Segura (www.familiasegura.es) para concienciar a padres, niños y profesores sobre los riesgos y darles herramientas de prevención.

Para la Unesco, la educación sexual debería ser tan importante como las matemáticas

Otra manera de evitar que los niños busquen términos como «sexo» en internet es que tengan información y no les parezca algo «prohibido» y, por tanto, tentador. Cuando los investigadores Douglas Kirby y Nanette Ecker presentaron las Directrices Internacionales de Sexualidad de la UNESCO, en 2009, aseguraron que la educación sexual debería ser «tan importante como las matemáticas» en las escuelas. Sin embargo, en nuestro país la educación afectivo-sexual se mantiene en un limbo del que nadie se quiere hacer cargo.

Una niña hablando con su madre

La psicóloga Silvia Álava, directora del área infantil del Centro de Psicología Álava Reyes y autora de Queremos que crezcan felices (JdeJ Editores), nos da consejos para los padres.

Hablemos de sexo

  • No dejes ni una pregunta sin contestar. Lo que tú no resuelvas, será rastreado en internet.
  • Darles una buena educación afectivo-sexual les ayudará a sentirse bien, a aceptarse y a relacionarse con los otros.
  • Conviene hablar antes de la adolescencia, antes de que la figura del padre y la madre cambie y dejen de considerarles sus héroes/heroínas.
  • Si te dejan desconcertado, gana tiempo preguntando: «¿Tú qué crees?» o «¿Qué te han dicho?». Así sabrás lo que bulle en sus cabezas.
  • Mejor da respuestas concretas que largos discursos.
  • Si les ayudas sin aspavientos, sabrán que siempre pueden acudir a ti para resolver sus problemas.
  • Si os pone nerviosos hablar de sexo, conversa mientras hacéis alguna actividad que permita una charla casual.
  • Nombra las cosas por su nombre y con naturalidad.
  • No despaches el tema rápido, dedícale el tiempo necesario y respeta los silencios y pudores de los menores.

«Ni está incluida en el currículo escolar, ni está regulada fuera de él; solo aparece como una mera recomendación, sin establecer quién y cómo debe realizarla o qué contenidos deben incluirse en cada etapa educativa», explica Raquel Hurtado López, psicóloga y sexóloga de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE). A juicio de esta experta, «la educación sexual se entiende, de modo erróneo, como una forma de adoctrinamiento y no como lo que es: una herramienta apoyada en hechos científicos que permite ayudar a que chicos y chicas vivan su sexualidad de una forma positiva y libre de riesgos», señala.

Así, aunque la ONU dice que todas las personas deben tener acceso a una educación sexual de calidad, en nuestro país se ha convertido en un tema político y polémico. En Alemania, sin embargo, se imparte en las escuelas y es obligatoria. El objetivo es educar pero también prevenir para los menores sepan detectar y evitar los abusos sexuales.

Katharina von der Gathem es educadora sexual y autora del premiado libro Cuéntamelo todo (Takatuka, 2015). En él responde a 101 preguntas relacionadas con el sexo formuladas que alumnas y alumnos de 3º y 4º de Primaria le dejaban de forma anónima. «A los nueve y 10 años, los niños suelen ser increíblemente abiertos y curiosos, les divierte saber qué les va a pasar en la pubertad. Seamos realistas, los niños ven sexo en todas partes: anuncios, películas, internet, en el patio de la escuela o con los hermanos mayores. No podemos taparles los ojos y las orejas -añade-. Cuando los adultos escuchamos la palabra sexo pensamos en vergüenza, erotismo y oscuros secretos, pero los niños solo sienten curiosidad porque miran el mundo con naturalidad y sin prejuicios. Si preguntan, es porque quieren saber».

En su libro, Katharina von der Gathem contesta preguntas variopintas como: «¿Cuánto mide un espermatozoide?»; «¿Podemos no llegar a la pubertad?». O, la gran duda: «¿Cómo se hace el sexo?». «Con frecuencia, los padres me dicen: «A mi hijo ese tema no le interesa». Si ellos supieran…», comenta la autora, que señala que ha notado un incremento de dudas infantiles que parecen inspiradas en lo que ven en internet. «Encuentro cada vez más preguntas del tipo: «¿Cómo se hace sexo entre tres?» o «¿Hay que tragarse el esperma?». Por eso es aún más importante que los adultos nos ofrezcamos como interlocutores y tomemos en serio a los niños y a sus preguntas», señala.

La psicóloga Silvia Álava también cree fundamental que los padres se impliquen en la educación afectivo-sexual de sus hijos. «Ellos le pueden enseñar los valores familiares», explica y sugiere que la mejor forma de comenzar es hablar al niño del amor y la amistad que hay entre ellos, de su compañerismo, de cómo se ayudan… Y luego ir avanzando para crear un clima de confianza con los hijos donde se llamen a las cosas por su nombre: pene, vulva, testículos… «Que sientan que es algo natural. Si el niño tiene una duda, tienen que ayudarle a resolverla adecuando la información a su edad. Que no quede ni una pregunta en el aire. Si tú no la contestas, recurrirán a internet».

En caso de «pillarlos» consumiendo porno, o de encontrar el rastro en el historial del ordenador o del móvil, hay que afrontarlo con naturalidad. Lo fundamental es que entiendan que la pornografía no es la realidad. Uno de los problemas del consumo de pornografía por parte de los menores es que, al no estar formados, no tienen capacidad para entender lo que ven, ni para saber qué es ficción. Un dato muy significativo: el 53% de los niños que reconocían haber visto pornografía y el 39% de las niñas la consideraban como una representación realista del sexo, según un estudio de la Universidad de Middlesex (Gran Bretaña). En esa misma encuesta, el 39% de los adolescentes de entre 13 y 14 años y una quinta parte de los niños de 11 y 12 años afirmaron querer imitar el comportamiento que habían visto en pantalla.

El problema en cifras

  • El 30% de los niños españoles ya tiene un smartphone a los 10 años y el 70%, a los 12. Desde los dos años, juegan con los de sus padres y tienen acceso a videos de Youtube.
  • El 39,9% de las páginas que visitan los niños españoles tienen contenidos pornográficos, según Kaspersky Lab.
  • El 53% de los púberes y adolescentes de entre 11 y 16 años ha visto pornografía explícita en la red, el 38% en un ordenador portátil y el 33% desde un teléfono móvil. Casi el 60% de ellos lo hizo en su casa., según un estudio de la Universidad de Middlesex (Reino Unido).
  • El 45% de los menores accede a la red desde ordenadores que no tienen filtros de contenidos.
  • El 70% de los adolescentes duerme con el teléfono encendido durante toda la noche.
  • El 12″ 8% de los jóvenes ha accedido a páginas de contenido sexual. ¿El motivo que aducen? Curiosidad.
  • El uso de ordenador entre los menores es casi universal (94,9%). El 95,2% de ellos accede a internet.

Si nuestro primer contacto con la sexualidad es a través es esa «realidad» deformada, alejada de la parte afectiva, podemos hacernos mucho daño», explica Silvia Álava, que considera que, además, tiene un componente agresivo y violento, y muestra a la mujer como un objeto de uso «algo que no favorece la igualdad ni el respeto». Además, «lamentablemente, en muchos casos es la única fuente de información sobre el tema», añade Raquel Hurtado López, quien considera que el sexo sigue siendo un tabú.

«La mayor parte de los adultos no ha recibido una educación sexual adecuada. De esta forma, se transmiten no solo el sonrojo al hablar de ello, sino también muchos mitos», añade. Así que, volviendo al caso de Susana, lo primero que debería tener claro es que tiene que hablar con su hija con naturalidad de los vídeos que ha visto, preguntarle por sus dudas y ayudarla a resolverlas. ¡Y poner contraseñas en todos los dispositivos electrónicos de casa!

 

FUENTE: mujerhoy.com