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Sigue el ejemplo de los padres noruegos para criar niños autónomos y responsables

Los niños nórdicos van solos al colegio desde pequeños, juegan en la calle sin supervisión, preparan la cena… Esto es lo que hacen el país nórdico para criar niños autónomos y responsables.

Por Carmen Barreiro

Los niños noruegos de padres divorciados pueden recorrer el país de punta a punta ellos solos cuando les toca cambiar de casa sin mayor problema, ni tanto drama. Lo hacen desde muy pequeños. Salen con su mochila –que preparan ellos mismos–, caminan hasta la estación, suben al tren o al autobús, hacen transbordo si es necesario, se bajan en la parada correspondiente y andan de nuevo hasta llegar a su destino.

¿Crees que tus hijos serían capaces de hacer esto con 8 o 9 años?

Y lo más importante en este caso, ¿les dejarías hacerlo? La respuesta a esta pregunta es básicamente lo que nos diferencia de los noruegos en cuanto al modelo de crianza. La mayoría de nosotros seguro que contestaríamos que no, que no se lo permitiríamos, que como van a ir solos en el metro tan pequeños, que se pueden perder, que les puede pasar cualquier cosa, mientras que ellos ni se plantean esa cuestión. ¿Por qué no van a poder hacerlo?, responderían.

La cultura noruega valora la independencia por encima de todo y se espera –y fomenta– que los niños también aprendan a valerse por ellos mismos desde muy pequeños. No es una moda educativa pasajera, les sale natural porque es su manera de entender la vida en sociedad. Los críos van al colegio solos desde los seis años, juegan en la calle sin la supervisión de un adulto, se hacen la merienda y se suben a los árboles o saltan desde una roca sin que nadie a su alrededor se lleve las manos a la cabeza. Es lo que se conoce como crianza en libertad, un modelo educativo al que aspiran muchos padres pero que fuera de los países nórdicos no siempre termina de encajar.

«El mayor error que cometemos hoy en día como padres a nivel general es el de la sobreprotección»

Silvia Álava, Psicóloga

No cabe duda de que el alto poder adquisitivo de los noruegos, su baja tasa de criminalidad y sus envidiables derechos de paternidad y maternidad facilitan este tipo de crianza, pero esta filosofía educativa, basada en la independencia, la confianza y el contacto con la naturaleza, pero también en el cumplimiento de las normas y el respeto hacia los demás, va más allá de una cuestión económica o de unos buenos servicios públicos, que también. «Cada familia debe valorar cuál es el estilo de crianza que quiere para sus hijos, pero está claro que hoy en día el mayor error que cometemos como padres a nivel general es el de la sobreprotección», reconoce la psicóloga Silvia Álava en relación al modelo educativo predominante en nuestro país.

«No podemos ser apagafuegos»

«Nos pasamos demasiado tiempo resolviendo los problemas de nuestros hijos –añade la especialista– y esa actitud solo les genera inseguridad. Es justo lo contrario de lo que hacen en los países nórdicos, donde lo que se fomenta es la autonomía desde muy pequeños. Como padres tenemos que acompañarles, que sepan que estamos con ellos si les pasa algo, que les vamos a dar respaldo… Pero lo que no podemos hacer es ser su apagafuegos. Tienen que aprender a hacer las cosas por ellos mismos, a solucionar sus problemas. Tenemos que poner el foco en enseñarles a levantarse no en evitarles todas las caídas».

Responsabilidades adaptadas a cada edad

Ahora bien, aunque la mayoría de padres estarían encantados con la idea de tener un niño fuerte, independiente y decidido «también tenemos que ser conscientes de nuestro entorno. En Noruega los críos pueden ir solos al colegio desde bien pequeños porque todo está preparado para ello. Tenemos que fomentar la autonomía, pero siendo realistas. Si tu hijo de seis años tiene que cruzar dos carreteras y coger un metro para llegar a clase, pues igual no es del todo factible, pero en un pueblo quizás sí puede hacerlo. Muchas veces el problema es que los padres pensamos que los niños son pequeños para hacer determinadas cosas y no es así», comenta Silvia Álava y pone varios ejemplos.

«Un crío de cuatro años es perfectamente capaz de vestirse y desvestirse solo, de lo que no es capaz es de hacerlo a la velocidad que nosotros necesitamos que se vista para no perder el autobús o llegar a tiempo al colegio. Es decir, tendremos que levantarnos antes e ir redirigiendo su atención para que no se despiste. Pasa lo mismo con la mochila o los deberes. Si le mandan tareas es porque el profesor considera que está perfectamente capacitado para hacerlas solo».

Frío ¿Quién dijo frío?

Otro de los pilares de la crianza en libertad es el contacto con la naturaleza, jugar en la calle, experimentar y… aprender de los errores. Dicen los noruegos que no existe el mal tiempo sino la ropa inadecuada y con esta premisa no hay excusa para no disfrutar del aire libre. Su filosofía es que si un niño se sube a un árbol y se cae, esto le hará mejor escalador la próxima vez. Entienden el fracaso como una herramienta de aprendizaje. «Aquí directamente les prohibimos que suban en lugar de enseñarles a caer», argumenta la autora del libro ‘Queremos que crezcan felices. De la infancia a la adolescencia’.

El modelo noruego funciona, entre otras cosas, porque se sustenta en un profundo respeto por el cumplimiento de las normas, un civismo llevado al extremo que no se contempla en todos los países. Los padres les dan libertad, pero los niños también cumplen.

FUENTE: elcorreo.com