Entradas

Lexatin, orfidal… Todos conocemos a alguien enganchado a estos ansiolíticos pero, cuidado: no son la solución

  • Por PALOMA SANCHO

Orfidal, lexatin, diazepam… están a la orden del día. O bien nosotros mismos o alguien de nuestro círculo cercano, todos tenemos casos de personas que tratan su ansiedad con estos medicamentos. ¿Lo malo? Que no solucionan el problema, generan dependencia y tolerancia. Dos expertos lo confirman.

Parece que le hemos perdido el respeto a eso de tomar ansiolíticos. Todos tenemos en nuestro círculo próximo a conocidos que toman a diario orfidal o lexatin. De hecho, el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes revela que España encabeza el consumo mundial lícito de ansiolíticos hipnóticos y sedantes, que en 2020 aumentó un 4,5% y superó las 91 dosis diarias por cada 1.000 habitantes. Con la atención primaria desbordada, parece la solución rápida y fácil cuando tenemos ansiedad u otro tipo de problema relacionado con nuestra salud mental. Pero hay que ser realistas: alivian pero no curan. Bloquean síntomas, pero el problema sigue ahí.

ALIVIAN… PERO NO CURAN

Taquicardia, hiperventilación, tensión muscular, nudo en el estómago… Nadie nos ha enseñado que esto es ansiedad. Tal y como nos explica Silvia Álava, doctora en psicología, psicóloga, profesora de Universidad, conferenciante y escritora, «cuando nos ocurre esto consultamos al médico de atención primaria y, en ocasiones, nos receta ansiolíticos. Pero no nos da estrategias o herramientas para ir al origen del problema, para ayudarnos a ver cómo estamos interpretando la situación, no nos da técnicas para el control de la ansiedad. Por eso se ha aumentado el consumo de psicofármacos». A esto habría que añadir la pandemia de coronavirus, que ha disparado los casos por la incertidumbre en la que vivimos.

También la doctora Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, nos comenta que «puede ser que influya la importante presión asistencial en primaria y las listas de espera para llegar a especializada. Esto puede repercutir en que se prescriban con mayor facilidad estos fármacos que permiten un alivio rápido de los síntomas, pero no son el tratamiento adecuado«.

EFECTO RÁPIDO, PERO EN TRATAMIENTOS A LARGO PLAZO

Para que nos quede claro, estamos hablando del grupo de ansiolíticos llamado benzodiacepinas (lorazepam, bromazepam, diacezam, alprazolam, etc), que tal y como nos explica la doctora Molina, «hacen efecto rápido (a los 20-60 minutos) frente a los antidepresivos que son neuromoduladores y cuyo efecto es diferido (tardan hasta semanas en hacer efecto). Esto hace que el paciente siempre prefiera el uso de benzodiacepinas porque son realmente las pastillas cuyo efecto notan». Uno de los mayores problemas que tienen es que «generan dependencia y tolerancia (cada vez necesito más dosis para conseguir el mismo efecto) si se mantienen en el tiempo, lo que las hace potencialmente adictivas si no se usan adecuadamente», advierte la doctora. Y añade que «son un tratamiento de apoyo/sintomático, no un tratamiento principal de ningún trastorno. Es decir, los usamos durante las primeras semanas mientras hacen efecto otros medicamentos principales (ej. antidepresivos), pero nunca trataremos un trastorno de ansiedad generalizada con estos fármacos a largo plazo».

CUANDO NADIE NOS HA ENSEÑADO A MANEJAR LA ANSIEDAD

La psicóloga Silvia Álava insiste en que tomar un orfidal conseguirá que «se bloqueen los síntomas, te ayudará a sentirte mejor, pero no te cura. No van al origen del problema». E insiste en que serían necesarios más psicólogos y más terapias. «Hay un estudio PsicAP (Psicología en Atención Primaria) que confirmó que siete sesiones de tratamiento grupal realizadas por un psicólogo a personas con ansiedad en las que se les enseña técnicas de relajación y se les ayuda a interpretar la situación que están viviendo de forma diferente, les hacía mejorar más que con ansiolíticos», nos cuenta.

Y es que, una vez más, la clave reside en cómo vemos, vivimos e interpretamos la realidad. «Porque cuando la magnificamos es cuando aparece la ansiedad. Por eso es tan importante dar herramientas a la gente», nos cuenta.

PSICOEDUCACIÓN

Rosa Molina insiste en que sería necesaria más «psicoeducación (a través de los colegios, los padres, etc), saber distinguir lo que son emociones normales que tenemos que aprender a manejar, de lo que realmente es un trastorno». Además, bajar el ritmo de vida de una sociedad rápida, lo que se conoce como slow living. «Hay gente que viene a consulta con niveles de estrés muy elevados y dicen «sé que el problema es mío pero no puedo bajar el ritmo». Y aquí no hay pastilla que valga, toca bajar el ritmo, esto es lo más importante».

El lenguaje también nos traiciona. «Intenta no decirte no puedo, es horrible, esto es imposible… La clave es dar con esa interpretación objetiva y decirte esto es difícil pero lo haré poco a poco, y recurrir a técnicas fisiológicas de relajación (respirar de forma conscientemindfulness…)», recomienda Silvia Álava.

No hay que negar o rechazar el uso de los ansiolíticos porque tienen un papel importante, pero «su uso no debería extenderse más de unas semanas», advierte la doctora Álava. Ayudan a aislar la emoción, alivian, pero no curan.

FUENTE: Telva.com