TÚinnovas, nuevos proyectos en marcha
El curso comienza en TÚinnovas, como en los “coles”, con cambios, nuevos compañeros y nuevos objetivos. Nos toca presentar la incorporación de Silvia Álava Sordo al equipo; ello supone una gran alegría porque la psicología en manos de una persona tan honesta, generosa y enérgica es la fórmula que, cada vez más, necesitamos. La conocida cara de Silvia, por sus constantes apariciones en Medios se nos hará aún más cercana en las actividades que compartiremos desde este curso.
Para comenzar, le hacemos una pequeña entrevista:
1.- Vivimos en momentos de recesión lenta pero paulatina del covid y me gustaría pedirte un consejo diferente para cada uno de estos sectores: Profesorado – Alumnado – Familias.
La pandemia por la COVID-19, nos ha pasado factura a todos, niños, adolescentes y adultos, y el coste emocional ha sido muy elevado. No podemos obviar algo así y es importante conocer su efecto para, a partir de ahí, intentar paliarlo.
Sabemos que las situaciones traumáticas no se reducen a los accidentes o a las catástrofes naturales. Cualquier vivencia con un alto impacto emocional puede convertirse en traumática, si no somos capaces de “digerirla”. Es decir, cuando lo que nos ocurre tiene tal intensidad emocional que no podemos procesarla de forma racional, como un evento más de nuestra memoria, y se queda grabado como un trauma en nuestra mente. Por eso, desde que se inició la pandemia los psicólogos insistimos tanto en ventilar las emociones, en dejar espacio para poder decir cómo nos sentimos, aquello que nos esta pasando… Para ello os recomendamos:
- A los profesores: entender que las emociones están presentes en el aprendizaje, y que pueden beneficiarlo o entorpecerlo. Que poniendo las emociones a nuestro favor la dinámica del aula funcionará mejor y los alumnos aprenderán más. Por tanto, atendamos a esas señales de nuestros alumnos que indican que necesitan ayuda. No se trata de hacer terapia en clase, pero sí que sientan que nos importan ellos como personas, no sólo sus notas.
- A los alumnos: sabemos que el año pasado no fue un curso más, que fue muy complicado a muchos niveles, por tanto, este año es normal que algunos temores y preocupaciones sigan presentes. Perder el miedo a pedir ayuda. Si lo estás pasando mal, o tienes que afrontarlo todo tú solo o tú sola, hay muchas personas y profesionales dispuestos a ayudar. Y no olvidemos ser empáticos, no juzguemos gratuitamente a los compañeros, no sabemos qué les ha ocurrido, cuáles son sus circunstancias… pongámonos en su lugar, entendiendo sus motivos y no juzgando sus emociones.
- A las familias: crear un clima de confianza donde podamos expresar nuestros sentimientos sin temor a ser juzgados. Esto necesita de un tiempo y de un espacio. No es algo que se pueda despachar de forma rápida a la salida del colegio o del instituto. Quizás podemos establecer cenar todos juntos, sin dispositivos electrónicos que nos distraigan, para poder comentar cómo nos sentimos.
2.- En lo referente a tu experiencia como psicóloga educativa, ¿qué estrategias le recomendarías desarrollar al profesorado para poder afrontar su labor diaria, preservando su salud física y mental?
En estos momentos mi consejo a todos los docentes es que se cuiden mucho y bien. Sabemos que durante el confinamiento trabajaron muchísimo, algunos con pocos medios y poca formación. Que el curso pasado, si salieron las cosas adelante, fue gracias a su empeño y a su dedicación. Cuidáis de los alumnos, muchas veces a costa de olvidaros de vosotros mismos.
Paremos un segundo y reflexionemos ¿Cuántas veces sacamos las fuerzas de donde ya no nos quedan, por seguir cuidando a los demás? En ningún momento se trata de dejar de cuidar a los alumnos, sino de que no te olvides de ti mismo/a. Que reserves, aunque sean unos minutos cada día para poder estar contigo y contemplar lo que sientes y lo que necesitas. Negar las emociones no suele ser una buena idea. Las emociones actúan como mensajeras de información importante para nosotros. Obviándolas sólo conseguiremos que terminen apareciendo de otra forma (somátizándolas). No obstante, más peligroso aún que negar nuestras emociones, es negar nuestras necesidades. Todos necesitamos descansar y no siempre lo hacemos. Por tanto, llega el momento de aprender a escuchar qué es lo que necesitamos.
3.- ¿Nos podrías poner ejemplos concretos, sobre diferentes situaciones habituales, de hasta dónde puede intentar ayudar un profesor a un niño con problemas en su aula y dónde está la línea para derivar a otra persona especialista?
Un profesor es mucho más que un trasmisor de aprendizajes. Es una figura de referencia para los alumnos, un adulto que los conoce, los entiende y puede llegar a ser una figura importante en su vida. Los alumnos necesitan ser vistos por sus profesores, sentir que son importantes para ellos, y también saber que pueden contar con ellos si tienen problemas. Por tanto, es necesario que validemos sus emociones, que les mostremos nuestra comprensión, nuestro apoyo, y cuando sintamos que ese niño o esa niña necesita algo más que no le podemos dar, ya sea por falta de tiempo, o de conocimiento, o porque detectemos que puede tener un problema, será el momento de que le/la podamos remitir al especialista.
4.- Eres autora de una tesis, bastante reciente, sobre el TDA-H. ¿Podrías ofrecernos algunas de las conclusiones más relevantes sobre el trastorno o sobre sus implicaciones educativas?
Es complicado resumir una tesis doctoral en pocas líneas, no obstante, lo vamos a intentar. Los problemas de aprendizaje en los niños son mucho más comunes de lo que en un primer momento imaginamos y sus consecuencias, tienen un efecto más allá del fracaso escolar, dado que afectan a la autoestima y seguridad de los niños y pueden acarrear problemas emocionales.
El 20% de los niños en edad escolar presentan problemas de aprendizaje. Entre un 5% y un 10% presentan un trastorno específico del aprendizaje, y entre un 5% y 10% un trastorno por déficit de atención. Si no son correctamente diagnosticados y tratados puede conllevar un fracaso escolar. El objetivo de mi tesis doctoral era conocer el perfil del TDAH y del Trastornos de aprendizaje (TA) para poder realizar una evaluación diferencial, dado que el tratamiento y las estrategias de intervención son diferentes. Por eso en mi tesis doctoral realizamos varios estudios con 518 niños con problemas de aprendizaje, de los cuales 255 presentaban TDAH y 263 un trastorno de aprendizaje.
Para ello comparamos las diferencias en el perfil intelectual entre los niños con TDAH y TA con la escala de inteligencia WISC-IV, y las diferencias en los procesos atencionales, tanto en la atención sostenida, como selectiva. Conocer los procesos implicados y dónde están las dificultades específicas de cada grupo, permite mejorar el diagnóstico diferencial y sobre todo, atender a las necesidades de cada grupo para elaborar programas específicos, como las adaptaciones curriculares para compensar dificultades específicas, o por ejemplo, en el caso de los TDAH, la baja velocidad de procesamiento o las dificultades en los procesos que requieren el uso de la memoria de trabajo; y sobre todo a nivel individual. Conocer los puntos fuertes y débiles de cada alumno nos permitirá aprovechar todo su potencial, dado que de esta forma podremos ayudarle en las áreas donde tenga dificultades, compensando con aquellos procesos donde tiene una mayor facilidad.
Como conclusiones del estudio hallamos, que:
- El TA y el TDAH no tiene relación con la medida de inteligencia global CIT.
- A igualdad de inteligencia, los sujetos con TDAH procesan la información de forma más lenta que los sujetos con TA.
- El problema de los TDAH parece residir en el control temporal, fallan cuando ellos tienen que gestionar su tiempo, no cuando los tiempos vienen predeterminados por la tarea.
- Los TDAH tienen dificultades en las tareas que requieren el uso de la Memoria de Trabajo.
- Los sujetos con TDAH tienen dificultades tanto en la atención selectiva como sostenida.
- El origen de las dificultades académicas es distinto: los niños con TDAH tienen una escasa capacidad para inhibir estímulos y cambiar su foco atencional, y los sujetos con TA no tienen problemas de atención (Preston et al., 2009).
Respecto a la evaluación de las dificultades de aprendizaje:
- Las diferencias entre el TDAH y el TA se pueden predecir usando pruebas tanto de atención sostenida como de atención selectiva.
- Es necesario utilizar medidas de ambos tipos en la evaluación clínica.
- El WISC-IV podría ser de utilidad para hacer un diagnóstico diferencial entre los niños con TDAH y los niños con dificultades de aprendizaje.
- El WISC-IV, el CTP-II, el Caras y el d2 podrían ser de utilidad a la hora de realizar un diagnóstico diferencial entre el TDAH y el TA, además de ayudar a planificar una intervención individualizada y ajustada para cada sujeto.