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Un menú del juego saludable para niños

El Observatorio del Juego Infantil ha elaborado un menú saludable que prioriza las actividades al aire libre y espontáneas. Además, recuerda el papel vital que desempeña el juego para el desarrollo de los niños ya que contribuye a su bienestar psicológico, emocional y social.

EFEsalud ha hablado con Silvia Álava, psicóloga sanitaria con más de 20 años de experiencia y experta en la rama educativa, que participa en la propuesta del Observatorio del Juego Infantil “el plato Harvard del juego de niños”.

Este plato para comer saludable fue creado por expertos en nutrición de Harvard y es una guía para crear comidas saludables y balanceadas. Se compone de un 40 % de vegetales y frutas, un 10 % de grasas saludables, un 25 % de granos integrales y un 25 % de proteína.

El Observatorio ha aplicado estos porcentajes a los diferentes tipos de juego para fomentar su desarrollo de manera equilibrada.

El “plato Harvard” del juego

1. Juego de exteriores

Estos juegos representan un 40 % del total y son aquellos que se hacen en el parque, la calle, la playa o la piscina. Son aquellos donde los niños deben negociar a qué van a jugar y decidir las normas. Están asociados a la práctica de psicomotricidad gruesa.

La psicomotricidad gruesa, nos explica Silvia Álava, está relacionada con el control general del cuerpo y se practica a través de juegos como el pilla pilla, escondite o los columpios, que desarrollan habilidades motoras.

2. Juegos libres de tipo simbólico

El juego libre constituye un 25 % y suele realizarse en espacios interiores. Es de tipo simbólico pues se desarrolla a través de juguetes como muñecos o disfraces. No sigue ningún tipo de normas, sino que son los niños los que las van decidiendo y cambiando.

Además, este tipo de juegos fomentan la psicomotricidad fina, que está relacionada con movimientos más complejos que se realizan con los dedos. Algunos ejemplos son dibujar, escribir, vestir y desvestir al muñeco… Es un trabajo de coordinación óculo-manual donde se desarrollan destrezas más precisas, explica Silvia Álava.

“Los niños cuando son pequeños interiorizan a través de los juegos aquello que les ha ocurrido. Por ejemplo, es muy habitual que cuando los pequeños vienen del cole cogen todos sus muñecos y reproducen la clase. A través del juego comprenden e interiorizan aquello que todavía no saben explicar con palabras, lo que es vital para su desarrollo. El mundo es muy complejo y al final los niños van entendiendo como funciona reproduciéndolo”, explica la psicóloga del Observatorio del Juego Infantil.

3. Juegos Reglados

Con un 25 % , son aquellos que deben seguir una serie de instrucciones y turnos. Algunos ejemplos serían el ajedrez, la oca, el parchís y los juegos de cartas. Mediante estos aprenden a interiorizar normas, que más adelante pueden resultar fundamentales para la adquisición de los límites que rigen la vida en sociedad, aparte de diseñar estrategias y aprender a ganar y a perder.

4. Juegos tecnológicos

Estos son una proporción mínima y Silvia Álava los compara a cuando en la dieta consumimos azúcares (en forma de tarta, por ejemplo) que tienen que estar presentes pero de forma esporádica.

El tiempo recomendado depende de la edad, pero debería ocupar un 10 % respecto al resto de juegos. También hay que tener en cuenta el tipo de juego pues no es lo mismo que esté enfocado a aprender algo a que consista en un contenido más violento.

Por eso es importante seguir el indicativo del Código PEGI, que dice cual es la edad recomendada para dicho juego, aunque la psicóloga observa que los niños suelen meterse en juegos que no se corresponden con su edad.

“Es cierto que a los niños les gustan los juegos tecnológicos, pero el proceso de atención sostenida en este caso lo hace el videojuego porque son estímulos que cambian muy rápido a nivel audiovisual y auditivo. Está estudiado que introducen algo nuevo cada 4 o 6 segundos para que el cerebro esté siempre orientado a la novedad y no tengan que prestar su atención, lo que no contribuye a la maduración de la atención sostenida ni la función ejecutiva, que es fundamental”, apunta Silvia Álava.

Desarrollo de habilidades sociales

Uno de los principales beneficios del juego exterior es aprender a negociar, pues enseñan a acceder, a establecer reglas y a cooperar. Además, el establecimiento de normas en grupo contribuye a aceptar que si uno se salta las normas, el resto se enfada, lo que enseña al niño a adaptarse y aceptar las mismas normas que acepta el grupo.

También aprenden otras habilidades sociales básicas como la presentación que se da de una manera sencilla cuando un niño le dice a otro “¿puedo jugar contigo?”, nos explica la psicóloga.

Un debate abierto: la “gamificación” en la enseñanza

La “gamificación” (o ludificación en español) es un método que consiste en aplicar estrategias de juegos en contextos ajenos a estos con el fin de favorecer el aprendizaje y hacer de este una experiencia significativa y motivadora.

Ante el debate que suscita la aplicación de la ludificación en los centros educativos, Silvia Álava observa que las emociones agradables favorecen el aprendizaje mucho más que las emociones desagradables y por lo tanto, anima a que se fomente un aprendizaje divertido que estimule la curiosidad y las emociones agradables.

Sin embargo, esto no significa que haya que llevarlo al extremo, añade la psicóloga del Observatorio Infantil, pues también hay que enseñar a los niños a atender en clase y aprender a través del esfuerzo, el estudio y la memoria.

Se trata de combinar ambas facetas del aprendizaje: la que estimula la curiosidad y las emociones positivas con el trabajo de más memoria y atención. Habrá temas que se puedan enseñar jugando y otros donde el niño debe sentarse e “hincar codos”, añade la psicóloga.

El juego: un derecho de la infancia reconocido

El juego es un derecho reconocido por el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño de 1989, el tratado internacional más importante con relación al reconocimiento de los derechos de la infancia.

De hecho, en el año 2013 el Comité de los Derechos del Niños de Naciones Unidas aprobó la Observación General nº17 sobre el derecho del niño al descanso, el esparcimiento y el juego, en la que instaba a los países miembros a respetar la necesidad de los niños a jugar.

La importancia del juego radica en que da paso a un buen desarrollo a nivel emocional, social y cognitivo. También procesa el razonamiento lógico, el pensamiento abstracto, la riqueza y fluidez de vocabulario, la organización espacial, la memoria y la empatía.

“Hay muchos países en guerra donde estos niños no están jugado, mientras que en otros países más occidentales como el nuestro, los niños también se ven privados del juego por la sobrecarga de actividades extraescolares o la sobreexposición a las pantallas, que hace que no estén jugando todo lo que deberían”, explica Silvia Álava.

Observatorio del Juego Infantil

El Observatorio del Juego Infantil es un instrumento de la Fundación Crecer Jugando dedicado al seguimiento, vigilancia y control de la aplicación de los derechos recogidos en dicha Convención. Su labor consiste en recopilar y contribuir a la difusión de todos los estudios e investigaciones cuyo contenido versa sobre el valor del juego y los juguetes.

“Rescatemos la importancia que tiene el juego tradicional, aprovechemos ahora que estamos en verano y hay más posibilidades al aire libre porque aunque se aburran al principio, siempre encuentran una manera de jugar. Me da mucha pena cuando me dicen que un niño de 8 años ya es muy mayor para jugar. Nos da la sensación de que los niños crecen muy deprisa y sí, crecen deprisa, pero es que a veces somos nosotros (los adultos) los que les estamos permitiendo que quemen etapas antes de tiempo”, concluye la psicóloga del Observatorio del Juego Infantil.

FUENTE: efesalud.com

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Los niños pasan mucho tiempo jugando. Jugar no es sólo divertirse, cuando los niños juegan están aprendiendo y se consolidan muchos procesos cognitivos. A través del juego se adquieren conocimientos, valores, además de generarse emociones agradables.

Queremos que los niños y niñas aprendan lo máximo posible, que no se retrasen en el colegio, que sigan el ritmo impuesto por el centro educativo, y en ocasiones se nos olvida que muchos aprendizajes se pueden realizar a través del juego.

La neuropsicología nos muestra que el aprendizaje se consolida mejor a través de las emociones agradables. Pensar que los niños tienen que sufrir o pasarlo mal para aprender no tiene ninguna base científica. Lo que se aprende jugando se retiene y se reproduce mejor.

Seis grandes beneficios del juego infantil:

  1. Cuando los niños juegan, adquieren autonomía, dado que según van creciendo les iremos pidiendo que cada vez se entretengan solos durante más tiempo, que sean ellos quienes decidan a qué jugar y que sean capaces de dirigir su juego.
  2. El juego aumenta la seguridad de los niños y la confianza. Ellos son los que dirigen el juego y conocen las reglas, lo que hace que se sientan líderes y capaces.
  3. El juego también sirve para desarrollar la autoestima, dado que los niños aprenden a conocerse, saber cuáles son sus fortalezas y cómo mejorar sus habilidades.
  4. A través del juego también se desarrollan habilidades sociales, especialmente en las interacciones grupales, ya que hay que aprender a negociar, a ceder, a seguir las reglas… todas ellas habilidades esenciales en la vida adulta.
  5. El juego sirve para desarrollar múltiples procesos intelectuales, como el razonamiento lógico y abstracto, la memoria, la atención, la organización espacial, la función ejecutiva…
  6. Muchas de las competencias emocionales necesarias para tener éxito en la vida se pueden desarrollar a través del juego.

Conociendo los beneficios del juego, ¿a qué esperar para aprender jugando? Descárgate gratis nuestra vídeo-guía #AprenderJugando:

#Vídeo. La importancia del juego simbólico

El juego simbólico es algo especialmente importante a partir de los 3 o 4 años. En esos momentos los niños:

  • Están representando una situación imaginaria.
  • Desarrollan sus habilidades sociales, competencias cognitivas y también competencias emocionales.